Mostrando entradas con la etiqueta Crisis constitucional. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Crisis constitucional. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de octubre de 2017

[A vuelapluma] Puigdemont y Rajoy, amortizados





Sea cual sea el resultado final de esta crisis social, política e institucional que estamos viviendo en España, y que un servidor de ustedes espera que se resuelva con los menores daños posibles para los catalanes y el resto de los españoles, no lo será desde luego por el valioso concurso que a ello hayan aportado los señores Puigdemont y Rajoy. Del primero no voy a decir nada porque es el principal responsable de esta crisis. Del segundo, cuya competencia es manifiestamente mejorable, resulta difícil entender como ha sido posible que llegara a presidente del gobierno de España. Claro está que si Donald Trump ha llegado a presidente de los Estados Unidos cualquier "cosa" es posible...

De "fusible", califica el profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNED, José Ignacio Torreblanca, a Mariano Rajoy. Nunca nadie pidió tanto apoyo para hacer tan poco, tan tarde ni tan mal, dice de él. Y lamento tener que reconocer que es una opinión que comparto al completo.

Un fusible es “un componente eléctrico hecho de un material conductor, generalmente estaño, que tiene un punto de fusión muy bajo y se coloca en un punto del circuito eléctrico para interrumpir la corriente cuando esta es excesiva”. “El fusible”, se nos explica, “se recalienta y se rompe (salta) y actúa como mecanismo de seguridad de toda la instalación”, comienza diciendo José Ignacio Torreblanca.

Eso es justo lo que nos ha faltado y falta en la crisis catalana. Nuestro sistema democrático ha ido recibiendo sobrecarga tras sobrecarga sin que saltara ningún mecanismo de seguridad: ni de diálogo cuando era posible ni de firmeza cuando era necesaria. La responsabilidad principal es, sin duda, de aquellos que han decidido introducir en el sistema democrático tensiones de un voltaje más alto del que este está preparado para soportar. El populismo, el nacionalismo, la apelación a la democracia directa, el vaciamiento de las instituciones, la excitación de sentimientos de odio y humillación, la reivindicación de la calle y la desobediencia como instrumentos de cambio político, el desprecio a las más elementales normas de convivencia, legales pero también cívicas, no tienen fácil cabida en un sistema eléctrico diseñado para el día a día de pagar las pensiones, construir carreteras, educar a los niños y curar las enfermedades de ciudadanos normales.

Pero la responsabilidad final es del vigilante del sistema, un señor que presume de anodino pero en cuyas manos, como jefe de Gobierno, los ciudadanos han depositado la responsabilidad de administrar el sistema eléctrico, esto es, la democracia. Rajoy ha asistido impávido durante años al desbordamiento de la tensión. Todas sus previsiones han resultado fallidas: los independentistas se dividirían, no iba a haber referéndum, los Mossos iban a colaborar, no habría declaración de independencia. Y todas sus actuaciones fracasadas en términos de eficacia pero también de comunicación, interior y exterior. Nunca ha tenido un plan, ni parece tenerlo ahora, más allá de trasladar los costes a otros y evitar su desgaste. Desde el Rey hasta la Fiscalía pasando por la Policía, Guardia Civil o los jueces, todas las instituciones del Estado han sufrido las descargas de alta tensión que él no ha querido asumir. Nunca nadie pidió tanto apoyo para hacer tan poco, tan tarde ni tan mal, concluye su artículo.

Y un servidor, en plan arbitrista, como voz que clama en el desierto, se atrevería a lanzar una sugerencia: Una vez encauzada la crisis, porque resolverse tardará aún un tiempo en resolverse, ¿sería posible un mínimo de responsabilidad por parte de los partidos constitucionalistas nacionales, es decir PSOE-PP-Cs (los cito por orden de antigüedad histórica y no por afinidad de ningún tipo), formaran un gobierno de unidad nacional paritario presidido por una personalidad independiente y claramente comprometida con los valores democráticos [¿qué tal un Emilio Lledó -perdóneme, don Emilio, por el atrevimiento] que promoviera una reforma constitucional consensuada y una vez aprobada por las Cortes convocara elecciones generales?



Mariano Rajoy y Carles Puigdemont



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos.  HArendt




HArendt






Entrada núm. 3893
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)