Amigos, la podredumbre en la cima; diez meses de esta mierda; suficiente para hacer gritar, correr desnudo por las calles y organizar una revolución, escribe en Substack (23/11/2025) el economista y profesor de la Universidad de California en Berkeley, Robert Reich. Pero tenemos que pensar a largo plazo. En ese largo plazo, Estados Unidos aprende de esta catástrofe y convierte esas lecciones en leyes, reglas y normas que eviten que esto vuelva a suceder.
Mucho se ha revelado últimamente, tanto sobre Trump como sobre la corrupción en la cima de nuestro sistema. El intento de Trump de encubrir su relación con Jeffrey Epstein ha llamado la atención del país sobre la depravación moral de muchos hombres ricos y poderosos que violaron niños con impunidad.
La celebración de Trump del príncipe heredero saudí que ordenó el brutal asesinato de un periodista del Washington Post ha demostrado la vacuidad moral de los directores ejecutivos que acudieron a la cena de la Casa Blanca para honrar al príncipe porque quieren sus inversiones.
Las flagrantes amenazas de Trump contra los medios corporativos cuyos periodistas le hacen preguntas difíciles y cuyos comediantes lo ridiculizan —y las respuestas cobardes y obsequiosas de los ejecutivos de los medios a esas amenazas— están exponiendo los peligros de que las corporaciones mediáticas gigantes controlen nuestro acceso a la verdad.
Los tratos de Trump con los oligarcas de las empresas tecnológicas están revelando las formas acogedoras e incestuosas en que la riqueza y el poder se concentran en cada vez menos manos.
La aceptación por parte de Trump de regalos, sobornos, pagos, comisiones ilegales y ventajas de aquellos que buscan dádivas muestra cómo un demagogo saca provecho de su poder.
Sus concesiones de indultos, contratos gubernamentales, exenciones regulatorias, subsidios fiscales y tarifas más bajas a quienes lo sobornan revelan cómo un autoritario construye poder a través de favores.
Su uso de investigaciones criminales, auditorías fiscales, aplicación de regulaciones, retención de fondos gubernamentales y brutales difamaciones públicas demuestra cómo un neofascista castiga a sus oponentes.
Nada de esto es enteramente nuevo en la política estadounidense, pero nunca ha sucedido en esta escala ni con tanto descaro. La mayoría de los estadounidenses trabajadores promedio respetan las leyes y normas. La mayoría son amables y decentes. Pero hay una creciente podredumbre en la cima de nuestro sistema. Y su hedor ya no puede ignorarse. Es la esencia de Trump y su régimen. También es, lamentablemente, la miseria moral de demasiados estadounidenses ricos y poderosos.
Para pensar a largo plazo es necesario que el resto de nosotros aprendamos de esta época repugnante: aprendamos por qué hay que limitar a los ricos y poderosos y aprendamos a limitarlos.
Aprenda lo que requiere la integridad en los niveles más altos de nuestro gobierno, en los puestos directivos de nuestras corporaciones, en nuestras universidades, bufetes de abogados, organizaciones sin fines de lucro y medios de comunicación.
Aprenda que la división más importante en Estados Unidos no es entre la izquierda y la derecha, sino entre los de abajo y los de arriba: entre la gran mayoría de estadounidenses sin riqueza ni poder y una pequeña minoría que posee casi todo. Y resolveremos evitar que semejante podredumbre moral vuelva a apoderarse de nuestra nación. Robert Reich


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