miércoles, 1 de octubre de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY MIÉRCOLES, 1 DE OCTUBRE DE 2025

 







Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles, 1 de octubre de 2025. Tengo un truco para detectar a la gente que se odia a sí misma: son los que te tratan mal cuando tú los tratas bien, comenta en la primera de las entradas del blog de hoy la escritora Marta Peirano. En la segunda, un archivo del blog de octubre de 2014, HArendt ironizaba sobre el cálculo de probabilides: ¿Sabían ustedes que la probabilidad de sufrir un accidente aéreo es de 1 entre 4.000.000? ¿Sabían ustedes que la probabilidad de sufrir un error clínico grave si está internado en un hospital es de 7 entre 100? ¿Sabían ustedes que una revisión de historias clínicas en los hospitales de Nueva York demostró que 4 de cada 100 pacientes fueron objeto de errores clínicos registrados y que esos errores causaron la muerte de 14 de cada 100 pacientes afectados? ¿Sabían ustedes que cada año 300.000 personas desarrollan infecciones adquiridas en los hospitales españoles? Sí, seguramente si lo sabíamos, o lo intuíamos, pero preferimos ignorarlo. El poema del día, en la tercera, se titula Humedal, está escrito por la poetisa argentina Daiana Henderson, y comienza con estos versos: Anoche, de súbito pero sin susto, me desperté en la cama./Dormía boca abajo con las dos/manos empuñadas en el hueco de mi cuello/los codos apretados contra los costados del cuerpo. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "ἡμεῖς ἀπιοῦμεν" (nos vamos); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt













DEL MAL QUERER

 












Tengo un truco para detectar a la gente que se odia a sí misma: son los que te tratan mal cuando tú los tratas bien, comenta en El País [El mal querer, 29/09/2025] la escritora Marta Peirano. Vivo rodeada de gente que lo consigue de forma frecuente y aparentemente sin esfuerzo, pero hacer amigos es para mí un acontecimiento extraordinario, prácticamente mágico, un hecho histórico y excepcional, comienza diciendo Peirano. Sufro importantes limitaciones. En un acto social, mi ancho de banda no supera las cinco personas, incluyendo las que ya conozco. Tampoco fui agraciada con el don de la promiscuidad. Quizá por eso, cuando la conexión sucede, para mí es como estar enamorada. Pienso en esta nueva persona cada día y me gusta escuchar sus audios de cuatro minutos por el simple placer de oírla reír o pensar. Quiero ver fotos de su familia, visitar la aldea de su infancia, descubrir lo antes posible cuántas canciones, películas y ciudades favoritas tenemos en común. Leo todo lo que escribe y escucho todo lo que dice. Hago regalos sin justificación. Soy instantáneamente cariñosa, violentamente protectora, y doy por hecho que esa persona siente lo mismo. Todo esto es muy problemático. Todos vemos el mundo como somos nosotros, y no como realmente es.

Hay personas que, cuando reciben amor, lo devuelven por triplicado. Cuando se cruzan conmigo, estalla un romance victoriano de escribirse mucho, intercambiar ropa, ir al cine los martes. Sincronizarse, contarse la infancia, leer los mismos libros a la vez. Cuando ese romance echa raíz, el mundo se expande porque podemos vivir en él con ligereza, equivocarnos en alto y arriesgar por encima de nuestras posibilidades. También porque uno entra en las sombras del otro y las protege y las hace suyas. El amor no nos hace perfectos pero sí más libres porque, irónicamente, amamos más en los defectos que en la virtud.

Luego hay personas que, cuando las quieres, te tratan mal. Mi tesis más generosa es que lo hacen porque no te creen. Sienten que no merecen ser queridas y desconfían de tus intenciones; o “saben” que dejarás de hacerlo en cuanto las conozcas de verdad. Entonces te ponen a prueba constantemente o mantienen las defensas puestas, o te castigan por querer convencerlos de algo que “saben” que no es cierto. Típica profecía autocumplida porque, el día que abandonas por agotamiento, confirmas su peor teoría sobre sí mismos.

La variante extrema es el cínico que ve tu generosidad y tu cariño como debilidades a explotar. Los que creen que toda relación es un juego en el que sólo existe dominar o ser dominado, o eres el quе pimpea o te pimpean a ti. Tardamos en darnos cuenta porque son grandes imitadores del amor. Lo simulan para elevar su estatus, conseguir contactos, atención y oportunidades. No creen en la reciprocidad. Hay nombres muy feos para esa clase de gente, porque la vergüenza del incauto es incompatible con la compasión. Pero tiene que ser triste que todos se arrepientan de haberte querido. Hasta las plantas más venenosas necesitan la luz.

Amar es peligroso. Exige que abandones la máscara de normalidad y ofrezcas todo lo que hay dentro, esplendor y miseria, lo bello y lo terrible, todo sin editar. No trae garantía de supervivencia. Dice Alain de Botton que por eso hay quien se pasa la vida esquivándolo y llega a los 50 sereno y vacío. No saben que el propósito de la vida no es salir indemne sino ser derrotado por cosas cada vez mayores. Conquistar el espacio para poder estirarnos y crecer. Marta Peirano es una periodista española especializada en las relaciones entre tecnologías informáticas y poder.​​ Ha publicado varios libros sobre derechos digitales y sobre el conflicto entre ciberseguridad y privacidad en la sociedad de la información.​ Vive entre Madrid y Berlín.
















DEL ARCHIVO DEL BLOG. CÁLCULO DE PROBABILIDADES. PUBLICADO EL 31/10/2014

 






¿Sabían ustedes que la probabilidad de sufrir un accidente aéreo es de 1 entre 4.000.000? ¿Sabían ustedes que la probabilidad de sufrir un error clínico grave si está internado en un hospital es de 7 entre 100? ¿Sabían ustedes que una revisión de historias clínicas en los hospitales de Nueva York demostró que 4 de cada 100 pacientes fueron objeto de errores clínicos registrados y que esos errores causaron la muerte de 14 de cada 100 pacientes afectados? ¿Sabían ustedes que cada año 300.000 personas desarrollan infecciones adquiridas en los hospitales españoles? Sí, seguramente si lo sabíamos, o lo intuíamos, pero preferimos ignorarlo. Entrar en un hospital es hacer oposiciones a contraer una enfermedad más grave que aquella que te ha hecho ir a él... Es como para echarse a temblar. Lo comentaba hace un tiempo en El País, con ironía y algo de mala leche (justificada), el doctor Jesús Villar, miembro de la Red de Investigación Translacional en Disfunción Orgánica del Hospital Universitario Dr. Negrín de Las Palmas de Gran Canaria. Una de las causas principales de estas infecciones son responsabilidad directa de los médicos, enfermeras y del personas sanitario de los hospitales por no cumplir con las normas de esterilidad previstas... 

Nuestra casa en Las Palmas está a escasos quinientos metros de dos de los principales centros hospitalarios de la isla: el Hospital General Universitario de Gran Canaria (el Hospital Insular) y el Hospital Materno-Infantil de Gran Canaria. Cada día decenas de médicos, enfermeros, personal sanitario, limpiadoras, administrativos, bedeles y el sursumcorda, aparcan sus coches en las calles de nuestro barrio y bajan hasta los hospitales citados con sus batas blancas y verdes, sus monos de trabajo, y sus zuecos puestos, los mismos con los que van a atender a los pacientes, enfermos y visitantes de los centros sanitarios. Y al finalizar su jornada de trabajo, vuelta al coche, arrastrando todos los virus y bacterias a su domicilio particular... Y así, hasta el día siguiente, y vuelta a empezar. A pesar de que los protocolos de ambos centros hospitalarios establecen claramente que el personal no puede entrar ni salir de los mismos con las ropas de trabajo puestas a nadie parece preocuparle. Ni a los gestores de los hospitales, ni a los controladores del personal sanitario, ni a los propios infractores, ni a los pacientes y sus familiares... Procuren no ponerse enfermos por si acaso. Sean felices por favor. Y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




















DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, HUMEDAL, DE DAIANA HENDERSON

 







HUMEDAL




Anoche, de súbito pero sin susto, me desperté en la cama.

Dormía boca abajo con las dos

manos empuñadas en el hueco de mi cuello

los codos apretados contra los costados del cuerpo,

una posición, diríase, poco convencional o agraciada

y sin embargo

lo plácida que me sentía

aun habiendo despertado y escuchado

en medio de la noche el silencio más total.

Ni una hojita crujiendo, todo congelado

por el frío, ni un gato saltando el tapial

los perros ovillados postergaban sus ladridos teatrales

que en verano derrocharían para demostrar su punto:

su imprescindible función en el hogar.

Tampoco los graznidos de una bandada

organizada en forma de comilla angular, ni alarmas

bocinas o el rugido de un motor en guardia.

El espíritu de la noche me despertó

y me honró con una responsabilidad.

Tengo un canto, me dijo, vas

a por fin escucharlo, aclimatá tu oído

no lo has sentido todavía, sentí.

Y aunque sentí no escuché nada,

tampoco su voz dulce que decía

no te duermas,

no te duermas




DAIANA HENDERSON (1988)

poetisa argentina

























DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY MIÉRCOLES, 1 DE OCTUBRE DE 2025