Acabo de terminar la lectura de una magnífica novela que me recomendó mi hija Ruth sobre la Gran Guerra, la de 1914, de la que se cumple este año el centenario. Se trata de "Nos vemos allá arriba" (Salamandra, Barcelona, 2014), del escritor francés Pierre Lemaitre, que ha ganado, entre otros, el Premio Goncourt 2013 por este libro. No es una novela sobre la guerra, pero sin el trasfondo bélico de la misma sería imposible de entender. Pero no quería hablar de ella, aunque se la recomiendo encarecidamente, sino sobre la otra "gran guerra", esa de cuyo inicio se cumplieron ayer 75 años con la invasión de Polonia por las tropas alemanas. Es decir, de la II Guerra Mundial.
Hay mitos y mitos. Destruir los falsos mitos, los que se construyen sobre datos erróneos, tergiversados, mal interpretados o lisa y llanamente inventados o prefabricados con alevosía y premeditación es labor primordial de los historiadores.
Entre mis libros de cabecera hay uno, "Lecciones sobre la filosofía de la historia universal", de G.W.F. Hegel (1770-1831), al que le profeso especial estima. Lo tengo en dos ediciones, una de la Biblioteca Universal-Círculo de Lectores (Barcelona, 1996) y otra de Alianza Universidad (Madrid, 1980).
Es en esta última en la que figura un extenso y clarificador prólogo del filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955) en el que hay una frase que contrapone la labor del "filósofo" a la del "historiador". No me me resisto a reseñarla: "Tener 'ideas' es cosa para los filósofos. El historiador debe huir de ellas. La idea histórica es la certificación de un hecho o la comprensión de su influjo sobre otros hechos. Nada más, nada menos".
Hace justamente cinco años el historiador Ángel Viñas dedicó en El País a la efeméride un documentado artículo titulado "Un tiempo de sangre y fuego", en el que desmontaba algunos falsos mitos, entre ellos, el existente sobre el pacto Stalin-Hitler que para algunos fue el paso previo necesario para la invasión, pero también sobre otros antecedentes que tuvieron como escenario la guerra civil española de 1936-1939. Les recomiendo su lectura, y por supuesto, la de la interesantísima novela de Pierre Lemaitre citada al comienzo. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Entre mis libros de cabecera hay uno, "Lecciones sobre la filosofía de la historia universal", de G.W.F. Hegel (1770-1831), al que le profeso especial estima. Lo tengo en dos ediciones, una de la Biblioteca Universal-Círculo de Lectores (Barcelona, 1996) y otra de Alianza Universidad (Madrid, 1980).
Es en esta última en la que figura un extenso y clarificador prólogo del filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955) en el que hay una frase que contrapone la labor del "filósofo" a la del "historiador". No me me resisto a reseñarla: "Tener 'ideas' es cosa para los filósofos. El historiador debe huir de ellas. La idea histórica es la certificación de un hecho o la comprensión de su influjo sobre otros hechos. Nada más, nada menos".
Hace justamente cinco años el historiador Ángel Viñas dedicó en El País a la efeméride un documentado artículo titulado "Un tiempo de sangre y fuego", en el que desmontaba algunos falsos mitos, entre ellos, el existente sobre el pacto Stalin-Hitler que para algunos fue el paso previo necesario para la invasión, pero también sobre otros antecedentes que tuvieron como escenario la guerra civil española de 1936-1939. Les recomiendo su lectura, y por supuesto, la de la interesantísima novela de Pierre Lemaitre citada al comienzo. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
2 comentarios:
Hegel es siempre interesante como lectura...
Saludos
Es difícil, pero recompensa.
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