Leo en la prensa de hoy que el Gran Duque de Luxemburgo, Enrique de Nassau, se opone por razones morales a sancionar y promulgar la ley aprobado por el Parlamento de su país reconociendo el derecho a la eutanasia de sus ciudadanos. Contra lo que pueda parecer -y aún estando a favor de ese derecho- me parece correcta la postura del gran duque de exponer razones morales para negar su sanción.
Dicho esto, la reflexión que me hago es la siguiente: ¿Los criterios morales del jefe del estado, órgano sancionador de las leyes, deben prevalecer sobre la voluntad soberana del pueblo expresada a través del Parlamento? Evidentemente, no. Y ante ello, a partir de ahí, sólo caben dos soluciones: la abdicación del monarca, o su destitución por el Parlamento.
La primera, que espero sea la que adopte el gran duque Enrique, pondría fin al enfrentamiento entre la soberanía popular luxemburguesa encarnada en el Parlamento y el monarca como Jefe del Estado. La segunda, de no producirse la abdicación, entiendo que debería llevar al primer ministro a la dimisión o a solicitar la disolución del Parlamento y la convocatoria de nuevas elecciones de acuerdo con la Constitución de Luxemburgo, celebradas las cuales el nuevo Parlamento debería votar la destitución del monarca o la abolición de la monarquía y la consiguiente proclamación de la república. La democracia tiene mecanismos suficientes como para resolver la disyuntiva entre moralidad y legalidad, respetando ambas. Y me gustaría creer que así lo harán los luxemburgueses. Sean felices. Tamaragua. HArendt
Enrique de Nassau
"El Gran Duque de Luxemburgo se opone a la legalización de la eutanasia" (Agencias)
Enrique Nassau alega motivos morales para oponerse a una proposición aprobada este año por el Parlamento. Después de que el Parlamento de Luxemburgo aprobara la legalización de la eutanasia, el Gran Duque de Luxemburgo se ha negado a ratificar la norma, requisito para que entre en vigor. Como argumento, el soberano ha invocado a los valores morales y de conciencia en un discurso retransmitido por radio .
El Gran Duque Enrique todavía no se había manifestado sobre una ley que el Parlamento dio su visto bueno tras una votación muy ajustada y a pesar de la oposición del partido socialcristiano (CSV) del primer ministro, Jean-Claude Juncker. La Constitución del país confiere al Gran Duque la potestad para promulgar y sancionar las leyes. Aunque no es habitual que el soberano se niegue a ratificar una norma aprobada en la cámaras, existen excepciones. Por ejemplo, en Bélgica, país vecino de Luxemburgo, el rey Balduino se manifestó en contra de la ley que regulaba el aborto en 1990.
La ley en cuestión contempla que para excluir la comisión de delito en caso de que un médico ayude a morir a una persona deben darse una serie de circunstancias precisas. En concreto, el paciente ha de ser mayor de edad o menor emancipado, tener un diagnóstico irreversible y un sufrimiento físico o psíquico "constante e insoportable sin perspectiva de mejora" y exponer de manera voluntaria y reiterada, sin presión externa, su deseo de morir. El médico tendrá que informar adecuadamente al enfermo de su situación y sus posibilidades terapéuticas y deberá, además, consultar a otro profesional sobre el carácter grave e incurable de la afección. El texto instaura, además, el "testamento vital", en el que el enfermo hará constar por escrito su voluntad y que se archivará en un registro controlado por la Dirección de Salud Pública.
En la Unión Europea, Bélgica y Holanda han despenalizado la eutanasia. Luxemburgo iba a ser el siguiente país en contemplar el derecho a la muerte digna en su legislación.
(El País, 02/12/08)
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