Me da cierto pudor confesar que un anuncio publicitario, ¡de una marca de embutidos!, puede levantarme el ánimo más que una soflama política, pero así ha sido. Enseguida les cuento de que va lo anterior.
Como he relatado ya con anterioridad, guardo en el disco duro del portátil aquellos artículos o noticias leídos que me parecen especialmente relevantes a la espera del chasquido neuronal que me diga de repente ¡era eso!, ¡era eso!... Hace unos días leí y guardé en espera de ese chasquido dos artículos de El País que me llamaron especialmente la atención, pero que por su propia temática, la esperanza en un futuro mejor, decidí aparcar de momento. No estaba ni está el horno para muchos bollos. Ni siquiera después del alivio de la lotería navideña para algunos españoles.
El primero de ellos, del profesor Andrés Ortega, lleva por título "España vale la pena", y está escrito en un momento de pleno enfrentamiento institucional entre los gobiernos de Cataluña y España, en el que todos los puentes parecen estar cortados. Como él, yo también pienso que vale la pena restablecerlos, pero me puede el escepticismo.
El segundo artículo, más o menos por las mismas fechas, aparecía en el blog de mi paisano, el periodista y escritor Juan Cruz, con el título de "Diálogo entre el pesimista y el optimista", y en él relataba el debate sostenido unos días atrás en la FNAC madrileña por dos viejos profesores, de Derecho, Alejandro Nieto, y de Filosofía, Emilio Lledó, que también fue profesor mio en la UNED ("mi profesor" por antonomasia) en el que éste último asumía la postura optimista, y el primero la pesimista. ¿Sobre qué? Sobre nosotros, los españoles, nuestro presente y nuestro futuro. De nuevo aparcado en el disco duro, de nuevo escéptico.
Y entonces, hace pocos días, mi hija me enseña por Internet un anuncio, realizado por la cineasta Icíar Bollaín, que primero me provoca una cierta sonrisa, y luego me emociona. Y el chasquido, sí; mis plomos neuronales saltan... Sí, de acuerdo que viene promocionado por una empresa dedicada a la fabricación de embutidos, y que la intención es puramente comercial... ¿Seguro que sí?... No lo tengo tan claro... Véanlo y luego decidan...
Y sobre el escepticismo, a caballo entre la desilusión y la esperanza, les recuerdo mi definición personal al respecto: un escéptico es un optimista chamuscado por la realidad... Yo soy un escéptico confeso, y por ello, chamuscado y todo, un optimista... Hoy no me meto con el gobierno, para variar. Tamaragua, amigos. HArendt
2 comentarios:
Lo estuve leyendo, viendo, disfrutando y riendo, además de reforzando mi optimismo.
Me encantó.
En el momento de comentar no debí de atreverme ... !!
Ahora te digo que muchas gracias de corazón por el comentario tan cariñoso en mi bobo-blog (como yo lo llamo) que no tiene nada que ver con el tuyo, el cual sigo con mucho respeto y con afán de aprender.
Un beso enorme de grande para ti, querida amiga. Y de bobo-blog, nada de nada; es magnífico...
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