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miércoles, 10 de junio de 2015

[A vuelapluma] Políticos: ¡Hasta la náusea!..






"Ad náuseam" es una locución adverbial latina que significa, literalmente, "hasta la náusea", y que se utiliza para dejar constancia de algo cuyo exceso resulta molesto o produce profundo desagrado... Nada que ver con la gran novela del creador del existencialismo, el filósofo francés Jean-Paul Sartre ("La náusea", 1938). 

A mí comenzó a pasarme factura el sentimiento de náusea escuchando el lenguaje que utilizaban y utilizan algunos -o casi todos- los políticos y los tertulianos habituales televisivos -estos, todos- aunque haya gradaciones entre unos y otros... Me pasó con Julio Anguita, José María Aznar, Juan José Ibarretxe, Paulino Rivero, Josep-Lluís Carod-Rovira, Iñaki Anasagasti, José Luis Rodríguez Zapatero, José Manuel Soria, por citar algunos.... Y ahora me pasa con Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, Artur Mas, Oriol Junqueras, Cayo Lara, Willy Toledo, Miguel Ángel Rodríguez, Fernando Sánchez Dragó, Paco Marhuenda, Eduardo Inda, Pedro J. Ramírez, Federico Jiménez Losantos y los monseñores Rouco y Cañizares, por citar unos cuantos otros, casi-casi al azar, y según me vienen los retortijones de estómago al pensar en ellos... Evidentemente, no están todos los que son en la cita, pero sí lo son todos los citados. 

Decía la escritora y novelista Almudena Grandes en un artículo de hace unos años titulado "Equivocaciones", que habíamos convertido la política en la profesión de unos señores que nunca se sienten obligados a reconocer que se han equivocado, y que ésa es la mayor de las equivocaciones. No quiero ni pensar lo que pensará ahora mismo...

Creo que tenía toda la razón del mundo. En tiempos más oscuros, y no me refiero a los que relató John Ronald Reuel Tolkien en "El Señor de los Anillos", los procuradores en Cortes de las ciudades castellanas que volvían de las mismas sin conseguir la aprobación real a las propuestas emanadas de ellas, solían ser colgados, sin más trámites, de las almenas. No propongo yo que se llegue a tanto con nuestros representantes políticos, pero visto lo visto y lo que vamos a ver a raíz de lo votado por los españoles el pasado 24 de mayo, sí es cierto que deberíamos comenzar a exigir a nuestros representantes que respondan con un poco más de rigor de aquello que dicen y de aquello que hacen. Y más, cuando pretenden hacernos creer que lo que dicen y hacen lo dicen y hacen en nuestro nombre... 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Viñeta de Montecruz en La Provincia (Las Palmas G.C.)




Entrada núm. 2317
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 17 de julio de 2013

Política: "Ad náuseam". Reedición de la entrada de fecha 22/7/2008.





"¡Ad náuseam!"




"Ad náuseam" es una locución adverbial latina que significa, literalmente, "hasta la náusea", y que se utiliza para dejar constancia de algo cuyo exceso resulta molesto o produce profundo desagrado... Nada que ver con la gran novela del creador del existencialismo, el filósofo francés Jean-Paul Sartre ("La náusea", 1938) . A mi comienza a pasarme con el lenguaje que utilizan los políticos, todos, aunque haya gradaciones entre unos y otros... Por citar sólo a mis paisanos, me pasó, con Julio Anguita y con José María Aznar; luego con Juan José Ibarretxe, Paulino Rivero y Josep-Lluís Carod-Rovira. Y ahora comienza a pasarme con José Luis Rodríguez Zapatero y con Mariano Rajoy... Dice la escritora y novelista Almudena Grandes ("Equivocaciones", El País, 21/07/08) que hemos convertido la política en la profesión de unos señores que nunca se sienten obligados a reconocer que se han equivocado. Y que ésa es la mayor de las equivocaciones. Pienso que tiene toda la razón. En tiempos más oscuros, y no me refiero a los que relató John Ronald Reuel Tolkien ("El Señor de los Anillos", 1955), los procuradores en Cortes de las ciudades castellanas que volvían de las mismas sin conseguir la aprobación real a las propuestas emanadas de ellas, solían ser colgados sin más trámites de las almenas. No propongo yo que se llegue a tanto con todos los políticos, pero sí es cierto que deberíamos comenzar a exigir a nuestros representantes con un poco más de rigor que respondan de lo que dicen, y sobre todo de lo que hacen. Y más, cuando pretenden hacernos creer que lo que dicen y hacen lo dicen y hacen en nuestro nombre... Sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt




http://www.elpais.com/recorte/20080721elpepivin_3/XLCO/Ges/20080721elpepivin_3.jpg
Romeu (El País, 21/07/08)




Equivocaciones", por Almudena Grandes
El País, 21/07/08

Me he preguntado muchas veces por qué los políticos nunca reconocen sus errores. Por qué, si la capacidad de equivocarse es una condición universal de los seres humanos, ningún político de ningún partido se sienta nunca ante un micrófono para pronunciar unas palabras que todos decimos todos los días, y casi siempre más de una vez: lo siento, me he equivocado, he cometido un error, perdóname. Se diría que pretenden situarse al margen de las debilidades propias de su especie, pero al hacerlo, se excluyen también de su grandeza. Sólo aprendemos de los errores que hemos cometido, y reconocerlos es una prueba de honestidad intelectual y de integridad moral que, en teoría, debería mejorar las expectativas electorales.

Las de Zapatero han empeorado en el malabarismo verbal de los sinónimos que se dedica a espolvorear, como si fueran polvos mágicos, sobre una crisis que devora sustantivos, adjetivos y adverbios con idéntico apetito. Solbes, más sintético, porque es de ciencias, comenta las peores cifras económicas diciendo que no son datos positivos. Yo miro a mi alrededor, descubro que en otras crisis, las que sacuden a los partidos de la oposición, tampoco nadie ha roto nunca un plato, y concluyo que no se trata de un vicio del poder, sino de la política. Pero, ¿por qué lo hacen? ¿Qué ventajas extraen de su insistencia en perseverar en un error que crece en la misma proporción en que lo niegan?

Ellos saben que la teoría no es la práctica, y que su oficio jamás ha sido tan fácil como ahora, cuando los errores se pagan sólo cada cuatro años porque los ciudadanos creen que la política no va con ellos, que no tiene nada que ver con su vida cotidiana. Así, entre todos, la hemos convertido en la profesión de unos señores que nunca se sienten obligados a reconocer que se han equivocado. Y ésa es la mayor de las equivocaciones. 




http://www.elpais.com/recorte/20080106elpepicul_6/LCO340/Ies/Almudena_Grandes.jpg
La escritora Almudena Grandes







Entrada núm. 1913
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

martes, 22 de julio de 2008

*"Ad náuseam"







"Ad náuseam" es una locución adverbial latina que significa, literalmente, "hasta la náusea", y que se utiliza para dejar constancia de algo cuyo exceso resulta molesto o produce profundo desagrado... Nada que ver con la gran novela del creador del existencialismo, el filósofo francés Jean-Paul Sartre ("La náusea", 1938) . A mi comienza a pasarme con el lenguaje que utilizan los políticos, todos, aunque haya gradaciones entre unos y otros... Por citar sólo a mis paisanos, me pasó, con Julio Anguita y con José María Aznar; luego con Juan José Ibarretxe, Paulino Rivero y Josep-Lluís Carod-Rovira. Y ahora comienza a pasarme con José Luis Rodríguez Zapatero y con Mariano Rajoy... Dice la escritora y novelista Almudena Grandes ("Equivocaciones", El País, 21/07/08) que hemos convertido la política en la profesión de unos señores que nunca se sienten obligados a reconocer que se han equivocado. Y que ésa es la mayor de las equivocaciones. Pienso que tiene toda la razón. En tiempos más oscuros, y no me refiero a los que relató John Ronald Reuel Tolkien ("El Señor de los Anillos", 1955), los procuradores en Cortes de las ciudades castellanas que volvían de las mismas sin conseguir la aprobación real a las propuestas emanadas de ellas, solían ser colgados sin más trámites de las almenas. No propongo yo que se llegue a tanto con todos los políticos, pero sí es cierto que deberíamos comenzar a exigir a nuestros representantes con un poco más de rigor que respondan de lo que dicen, y sobre todo de lo que hacen. Y más, cuando pretenden hacernos creer que lo que dicen y hacen lo dicen y hacen en nuestro nombre... HArendt




Romeu (El País, 21/07/08)




Equivocaciones", por Almudena Grandes

Me he preguntado muchas veces por qué los políticos nunca reconocen sus errores. Por qué, si la capacidad de equivocarse es una condición universal de los seres humanos, ningún político de ningún partido se sienta nunca ante un micrófono para pronunciar unas palabras que todos decimos todos los días, y casi siempre más de una vez: lo siento, me he equivocado, he cometido un error, perdóname. Se diría que pretenden situarse al margen de las debilidades propias de su especie, pero al hacerlo, se excluyen también de su grandeza. Sólo aprendemos de los errores que hemos cometido, y reconocerlos es una prueba de honestidad intelectual y de integridad moral que, en teoría, debería mejorar las expectativas electorales.

Las de Zapatero han empeorado en el malabarismo verbal de los sinónimos que se dedica a espolvorear, como si fueran polvos mágicos, sobre una crisis que devora sustantivos, adjetivos y adverbios con idéntico apetito. Solbes, más sintético, porque es de ciencias, comenta las peores cifras económicas diciendo que no son datos positivos. Yo miro a mi alrededor, descubro que en otras crisis, las que sacuden a los partidos de la oposición, tampoco nadie ha roto nunca un plato, y concluyo que no se trata de un vicio del poder, sino de la política. Pero, ¿por qué lo hacen? ¿Qué ventajas extraen de su insistencia en perseverar en un error que crece en la misma proporción en que lo niegan?

Ellos saben que la teoría no es la práctica, y que su oficio jamás ha sido tan fácil como ahora, cuando los errores se pagan sólo cada cuatro años porque los ciudadanos creen que la política no va con ellos, que no tiene nada que ver con su vida cotidiana. Así, entre todos, la hemos convertido en la profesión de unos señores que nunca se sienten obligados a reconocer que se han equivocado. Y ésa es la mayor de las equivocaciones. (El País, 21/07/08).




http://www.elpais.com/recorte/20080106elpepicul_6/LCO340/Ies/Almudena_Grandes.jpg
La escritora Almudena Grandes