viernes, 24 de julio de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] El Apocalipsis, según el PP. Publicada el 21 de mayo de 2010



Viñeta de Forges



"Revelación de Jesucristo: se la concedió Dios para manifestar a sus siervos lo que ha de suceder pronto; y envió a su ángel para dársela a conocer a su siervo Juan, el cual ha atestiguado la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo: todo lo que vio. Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca". (Apocalipsis: Juan, 1,1-3. Nueva Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998).

Sustituyan Jesucristo por Rajoy, Dios por Aznar, el ángel por Cospedal, y a Juan por Montoro, y ya tendrán claro el escenario apocalíptico que el PP nos anuncia. ¿Comprenden ahora porqué terminaba mi comentario de ayer como lo terminaba? No soy el único que piensa así sobre la particularísima manera de hacer oposición del PP, que traducida al román paladino sería la del "cuánto peor, mejor". Lo de mejor para ellos, lo ignoro, y la verdad, me importa un huevo y la mitad del otro; lo de peor para todos, si que me preocupa.

También le preocupa al catedrático de sociología de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad Libre de Berlín, Ignacio Sotelo, que deja testimonio de esa preocupación en un desasosegante artículo que hoy publica en el diario El País, titulado Ponerse en lo peor., que pueden leer desde el enlace anterior.

El profesor Sotelo, como otros muchos expertos, se muestra convencido de que antes o después saldremos de la crisis, gracias entre otras cosas a la fortaleza de la Unión Europea. La cuestión, dice, es cuándo y en qué condiciones, pero que en todo caso, añade, nos espera una década de crecimiento muy bajo y una alta tasa de desempleo que puede llevarnos a una peligrosa deriva social y política si no se ataja entre todos. Y a todas esas, el PP, ni está ni se le espera... HArendt




El profesor Ignacio Sotelo



La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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[SONRÍA, POR FAVOR] Es viernes, 24 de julio





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...





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jueves, 23 de julio de 2020

[A VUELAPLUMA] Republicanismo



El lingüista Noam Chomsky. Getty Images


Imponer el monopolio de la verdad revelada -escribe en este A vuelapluma de hoy [Iconoclastia purificadora. El País, 20/7/2020] el sociólogo Enrique Gil- silenciando a los disidentes es un atentado antidemocrático contra el principio habermasiano de deliberación.

"Otros años por estas fechas -comienza diciendo el profesor Gil- tocaba celebrar el fin de curso haciendo balance de los temas colgados hasta septiembre. Y para acatar la nueva normalidad cabría hacer otro tanto, elaborando la lista de suspensos que tiene pendientes nuestra clase política. Por ejemplo, el control autonómico de los rebrotes que está fallando calamitosamente, con Cataluña en cabeza de la incompetencia. También el escándalo reputacional de la Corona que el Gobierno debería remediar, pues el monarca tiene las manos atadas. O los sabidos pretextos de políticos como Pablo Iglesias o Pablo Casado, incapaces de asumir la responsabilidad por sus fracasos. Y así se puede seguir desgranando las miserias habituales, lo que tampoco tendría demasiado sentido en un verano tan bochornoso como predestinado a convertirse en un otoño infernal.

Por eso trataré en su lugar de remontarme hasta una cuestión aparentemente abstracta, como es la Carta de los 150 escritores en Harper’s contra la intolerancia justiciera de la llamada “cultura de la cancelación”. Así se denomina en EE UU a la campaña persecutoria (“caza de brujas”, por decirlo a lo Trump) que se desata sobre todo en redes digitales contra toda voz autorizada que se atreva a disentir en público de los dogmas monolíticos unánimemente impuestos por quienes se arrogan el monopolio de la verdad progresista. Ya se han vertido ríos de tinta sobre esta polémica, por lo que no entraré en el fondo de la cuestión, limitándome a contextualizar dos de sus rasgos.

El primero es el de la iconoclastia populista que revela, pues el vendaval de críticas airadas que se ha desatado contra la carta se centra no en rebatir sus argumentos sino en atacar ad hominem (y ad mulierem) a sus firmantes por el simple hecho de ser figuras respetadas, es decir, autoridades en sus respectivas materias. De ahí el encuadre populista del pueblo contra la élite aristocrática. Es la misma iconoclastia viral que mueve a derribar estatuas, como hizo el Talibán contra los Budas de Bamiyán. Una iconoclastia que nos devuelve al peor pasado de la izquierda, cuando quemaba conventos como chivos sacrificados en piras purificadoras, remedando a Robespierre y su Comité de Salud Pública.

Todo este vendaval antiaristocrático se justifica a partir de la demanda de igualdad. Y en efecto, bienvenida sea la lucha por una mayor igualdad, uno de los principios definitorios de la calidad democrática, que el liberalismo redujo a tres criterios: la limpieza electoral, las libertades individuales y el control del poder. Pero el republicanismo añadió otros tres requisitos: la igualdad, la deliberación y la participación. Esta campaña iconoclasta en defensa de la igualdad también defiende la democracia participativa, pues el acceso al poder no debe reducirse a una minoría. Pero al hacerlo así está socavando y dañando gravemente la otra reclamación del republicanismo, la democracia deliberativa, pues imponer el monopolio de la verdad revelada silenciando a los disidentes es un atentado antidemocrático contra el principio habermasiano de deliberación. Que conste en acta".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 








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[PENSAMIENTO] Filantropía





"Sabemos que «la caridad bien entendida empieza por uno mismo» [Filantropía, o la caridad bien entendida. Revista de Libros 1/7/2020], -escriben los economistas, y hermanos, Jose Antonio y Miguel Herce-. Nos lo han dicho muchas veces (ya tenemos una cierta edad) y hasta nosotros lo hemos dicho en más de una ocasión. Puede que hartos todos por los abusos de los «amigos del sable». Pero esto es todo lo que diremos sobre la caridad en esta entrada. Porque, de lo que queremos hablar es del amor a la humanidad. Entiéndasenos, amor desinteresado a nuestros semejantes, sin contrapartida, incluso en detrimento de uno mismo. Queremos hablar de la filantropía.

Piense el lector en el universo de posibilidades que traza la combinación dos a dos de estos cuatro elementos: (i) la iniciativa privada, (ii) la iniciativa pública, (iii) el bien privado y (iv) el bien público. En el par (i) – (iv) (iniciativa privada – bien público) es donde se sitúa la filantropía. La combinación de (i) y (iii) crea el ámbito de la empresa convencional o el del auto interés (eso de «la caridad bien entendida»). La combinación de (ii) – (iv) el de la acción del (buen) gobierno, con la provisión de «bienes públicos», mientras que la combinación de (ii) y (iii) nos remite a los (malos) gobiernos que favorecen el interés privado (grupos de presión, monopolios o, lisa y llanamente, corrupción). Esta última, no se crean, se da también en y con la iniciativa privada, no solo en la iniciativa pública.

No es fácil declararse un filántropo hoy en día. El imaginario colectivo está focalizado en los «grandes filántropos» («cienmillonarios» para arriba), y desconsidera la ingente tarea de los pequeños filántropos que llenan las asociaciones civiles de voluntarios. Para más inri, partes muy amplias del mismo imaginario colectivo aceptan dos hipótesis sin rechistar: la primera, que quienes donan cantidades masivas de dinero para el bien común lo hacen para lavar su mala conciencia por un «ellos-sabrán-qué» y, la segunda, que la acción pública es infinitamente superior a la acción privada para luchar contra la pobreza y la desigualdad. Lo segundo suele presuponer lo primero, a saber, que solo lo (exclusivamente) público está inspirado por criterios morales, creencia muy extendida en España.

Pero la filantropía es otra de las instituciones que caracterizan a una Buena Sociedad. Sus raíces son muy profundas y antiguas: nos da de ella noticia la mitología griega (de cuya lengua deriva la palabra), se reinventa en el bajo imperio romano y se moderniza en pleno renacimiento europeo.

En 1526, el humanista español Juan Luis Vives publicó en Brujas, donde vivía exiliado para huir de la Inquisición, un tratado sobre la lucha contra la pobreza que llevaba el elocuente título de De Subventione Pauperum (El socorro de los pobres), en el que ya avanzaba la novedosa idea de limitar (si no prohibir) la mendicidad mediante la ayuda organizada a los desfavorecidos por medio de las instituciones (municipales, en la época). Este tratado sentó las bases hasta el S. XIX, en los países más avanzados, de las posteriores (y no siempre afortunadas) «leyes de pobres». Todavía hoy se cita a Vives muy a menudo, y se reconoce su aportación a una visión moderna de la lucha contra la pobreza… en las sociedades anglosajonas.

En su obra Philanthropy Reconsidered (2009), George McCully, académico, inversor de impacto y divulgador de la cultura filantrópica, estableció una definición moderna y sintética de la filantropía: private initiatives for the public good, focusing on quality of life. Repárese ahora en la ubicación de esta definición en la taxonomía de agentes/objetivos propuesta en el párrafo segundo de esta entrada. Ahora, la filantropía es una institución que no solo tiene sentido en sí misma, sino que, lo que es más importante, da sentido a las restantes instituciones. Lo mismo que cada una de estas instituciones (sí, la corrupción también es una institución social, muy vieja, por cierto, ¿les suena eso de «hecha la ley, hecha la trampa»?) tiene sentido en sí misma y da sentido a las restantes. Como verán, la lista de «instituciones» (cada una distinta, no todas buenas) parece inagotable. Pero reparen en lo que sigue, puede que les intrigue.

La filantropía NO ES, ni el mercado, ni el estado, ni la corrupción. Y, fíjense hasta dónde podemos llegar, el estado NO ES el mercado, ni la filantropía ni la corrupción. El mercado NO ES el estado ni la filantropía, ni la corrupción. O, por fin, la corrupción (en el sentido amplio antes definida) NO ES el estado, ni el mercado ni, mucho menos, la filantropía.

¡Vaya hallazgo! Nos dirán ustedes. Y lo mismo decimos nosotros, ¿no, hermano? ¡Vaya hallazgo! Porque, resulta que mucha gente cree que el estado es la corrupción. Otros tantos creen que la corrupción es el mercado. Los hay, incluso, que creen que hasta la filantropía es la corrupción (será de las almas, digo yo). Quienes piensan que el estado, el mercado y hasta la filantropía, todo ello, es corrupción, parecen haberse extinguido hace tiempo.

La filantropía no consiste solo en donar dinero a una o más causas, también intervienen donaciones en especie, bien de tiempo dedicado a otros o de cualquier otro tipo de ayuda que no sea de las anteriores categorías («ayudar a otros» en lo que sigue). La filantropía de los «magnates», por otra parte, es enorme, pero la micro filantropía es increíblemente más masiva de lo que se piensa. Según la ONG Charities Aid Foundation, cuyo informe World Giving Index 2018 (datos de 2017) recoge datos muestrales (más de 160. 000 personas) de 146 países (más del 95% del PIB mundial), el 51,1% de la población mundial5 participa en actividades filantrópicas (ayudar a otros), el 29,1% dona dinero y el 21,1% dona su tiempo. Naturalmente, cualquier entrevistado puede reportar haber realizado varias de estas categorías de donación en el periodo captado en la encuesta (el mes precedente a la entrevista). Estas tasas son bastante estables en el tiempo, por cierto. La anatomía de estas donaciones es enormemente rica y variada, por género, edad, grado de desarrollo del país u otras características de la población. La micro filantropía es, pues, masiva en el mundo.

Como se mencionaba antes, los grandes filántropos constituyen la especie más mediáticamente destacada en este ecosistema. La UBS, un conglomerado bancario suizo, ha publicado recientemente el informe Global Philanthropy Report: Perspectives on the global foundation sector, elaborado por investigadores del Hauser Institute for Civil Society en la John F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard. En este informe se identifican más de 260 mil fundaciones en 39 países, tan solo una porción (se indica en el propio informe) del universo fundacional en el mundo. Entre estas fundaciones se encuentran todas las grandes fundaciones que normalmente se citan en los medios. Los activos totales de estas fundaciones, sobre cuya base se realizan sus donaciones y operaciones anuales, ascienden (en cifras redondas) a 1,5 billones de dólares USA (lo que equivale a 1,1 veces el PIB español) y el gasto anual de todas ellas puede estimarse en un 10%, es decir unos 150 mil millones de dólares (unos 135 mil millones de euros). Es sorprendente la variedad de tamaños de estas fundaciones, aunque solo el 1% de las tratadas en el informe superan los 100 millones de dólares de activos. Los EE. UU. y, bastante más atrás, Europa, dominan en la muestra analizada. No es posible decir a ciencia cierta qué porción del universo fundacional queda recogida en el informe.

Entre la macro filantropía, la de los «magnates», y la micro filantropía, la de los individuos anónimos, se encuentra pues un impresionante conjunto de actores capaces de mover voluntades y recursos de todo tipo. Muchos pensarán que el trabajo realizado por la filantropía de todo tipo nunca podría reemplazar al de los estados en su implementación de los grandes programas del bienestar: la sanidad, la educación, las pensiones, o la protección al empleo y el desempleo. Pero a nadie se le escapará, tampoco, que las actividades filantrópicas, esas «iniciativas privadas para el bien común», hacen que la vida de los menos favorecidos sea sensiblemente mejor de lo que sería en su ausencia. Pocos desearían que la filantropía no formase parte de la sociedad a la que aspiran.

La filantropía, desprovista del rebozo religioso que la ha acompañado durante muchos siglos, ha vuelto a entroncar con sus raíces civiles originarias gracias al humanismo. En el siglo XXI, leyendo a McCully y valorando la ya ingente evidencia sobre su función en la sociedad, debe reconsiderarse la filantropía como la pata civil e imprescindible de la Sociedad del Bienestar.

La filantropía, pues, para responder a la pregunta implícita que da título a esta entrada, no es la caridad. Menos aún es esa caridad-bien-entendida-que-empieza-por-uno-mismo. Ah y, si bucean en la literatura anglosajona, don’t get lost in translation, la voz inglesa charity no significa (salvo excepcionalmente) caridad".



El economista José Antonio Herce



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[SONRÍA, POR FAVOR] Es jueves, 23 de julio





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...






















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miércoles, 22 de julio de 2020

[A VUELAPLUMA] Solidaridad



El futbolista Keita Baldé


"Su padre, nacido en Senegal, llegó a mediados de los noventa -comienza escribiendo en el Avuelapluma de hoy [Una historia de nuestro tiempo. La Vanguardia, 16/7/2020] el filólogo y ensayista Jordi Amat-. Su peripecia, cruzándola con centenares como la suya, la hubiera aprovechado Francesc Candel si hubiera llegado a actualizar Los otros catalanes. Porque fue entonces, como otras veces, cuando la inmigración transformó de nuevo el país. Hace treinta años España era un país de oportunidades laborales, y él aterrizó en El Prat esperando salvar su vida trabajando y así podría traer a su mujer. Sin seguir una pauta, replicaba la dinámica de los progresos migratorios. Antes que él había venido su primo, que había encontrado trabajo en el Maresme, y él siguió sus pasos. Pero no se ganaría un sueldo en la agricultura sino que se dedicó a la construcción. El país que tenemos tampoco se entiende sin el cruce entre el boom de ese sector, con todas las consecuencias que tuvo a corto y está teniendo a medio plazo, y la llegada de la nueva inmigración. En cuanto tuvo un empleo pudo traer a su mujer, pudieron comprar un piso y aquí tendrían a sus hijos.

En 1995 Keita Baldé nació en Arbúcies. El verano en que el camerunés Eto’o fichó por el Barça, los padres de aquel niño aceptaron la propuesta del mismo club: Keita se marcharía de la comarca de la Selva e iría a ­vivir a la Masia. Los buscapromesas lo habían descubierto vistiendo la camiseta de los infantiles del Palautordera y, como todos los que lo veían jugar, quedaron asombrados de su fuerza al regatear y la determinación para marcar goles. Era el 2004 y apenas ­tenía nueve añitos. Durante las temporadas siguientes, que fueron las de la gloria ­blaugrana, el crío que tenía que madurar mirándose en las estrellas se hartó de marcar en las diversas categorías con las que iba jugando. En la prensa deportiva, que es donde encuentro la información para es­cribir este artículo, leo que sumó 300 goles durante cinco temporadas. Y en todos los artículos, también en su entrada en la Wikipedia, se destaca una anécdota que decantó su ­trayectoria.

Durante el verano de la temporada 2009-2010 el cadete A, que era el equipo con quien Baldé jugaba, participó en un torneo celebrado en Qatar. De aquí podría salir también una buena investigación. No solo porque fue entonces cuando la principal marca catalana de la globalización –el Barça– ató sus relaciones con el emirato. Este acuerdo seguramente sea el más significativo de muchas otras relaciones laborales y empresariales que se fueron estableciendo entre una cierta élite del país y algunos países de Oriente Medio. Esta también ha sido una de las caras de la globalización económica catalana. Pero no nos alejemos de la joven promesa que era un adolescente de quince años. Porque una noche llenó de cubitos la cama de un compañero y, como estar al quite del comportamiento de esos chicos es una de las responsabilidades del club, le hicieron ver que con esa gamberrada se había pasado de la raya. En la web del club hay una fotografía oficial de la plantilla del cadete A para la temporada 2010-2011. En la lista de 21 jugadores solo hay uno que al lado de su nombre tenga un paréntesis. Es Baldé. Allí se especifica que lo habían cedido. Jugaría en el Cornellà. Marcó 47 goles.

Cuando un año después fue el momento de volver al Barça, no duró ni cinco minutos. No parece que tuviera muchas ganas de pedir perdón, y había varios clubs con el talonario preparado. El Lazio puso 300.000 euros sobre la mesa, y se fue al club italiano. Triunfó en las categorías inferiores, no tardó en estrenarse con la camiseta de Senegal, y dejaría boquiabierta a la afición cuando hizo un hat-trick en solo cinco minutos en un partido de Primera contra el Palermo. Todo pasión, también era impulsivo y controvertido fuera del campo. Una madrugada empotró su Lamborghini de 180.000 euros en la pared de una calle de Roma. Tenía 19 años, afortunadamente salió ileso, pero el episodio también es revelador de un signo de nuestros tiempos: la entronización del futbolista presentado por los medios como ejemplo del triunfador por la naturalidad con que exhibe su fortuna. En el 2017 fichó por el Mónaco.

De Keita Baldé, hijo de Arbúcies, no había oído hablar hasta hace un mes y medio. Durante el confinamiento, atento a las redes, tomó conciencia de la problemática de los temporeros que recogen la fruta dulce. A los que desde Barcelona no vemos, si lo sabemos, lo olvidamos rápido tras ver las noticias de la temporada mientras se per­petúa una situación crítica que afecta a todas las Terres de Lleida. Hay un libro que, sin moralina banal sino en su complejidad hu­mana, lo explica: La pell de la frontera, de Francesc Serés. Baldé, conmovido, intentó hacer algo. Se comentaba que este año, con la Covid-19, la situación era potencialmente explosiva. A través de una profesora y ­activista quiso poner un remiendo: alo­jamiento, comida y ropa durante tres meses para 150 personas. No fue fácil. Había ­hoteles cerrados, algunos no querían ofrecer sus servicios a los temporeros. Pero no dejó de intentarlo hasta que lo consiguió. Saber dar respuestas a estas situaciones, que se ex­tenderán, será a partir de ahora una de las principales historias del nuevo país que empieza".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 








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[ARCHIVO DEL BLOG] La democracia, según Popper. Publicada el 20 de mayo de 2010




El filósofo Karl Popper



Sobre Karl Popper (1902-1994), filósofo y sociólogo político británico de origen austríaco, he escrito en ocasiones anteriores en este blog. Especialmente de una de sus obras principales: "La sociedad abierta y sus enemigos" (Paidós, Barcelona, 2006). Escrita en 1945 durante su forzado exilio en Nueva Zelanda, trata en ella, como más tarde lo hará la también filósofa y teórica de la política norteamericana de origen alemán, Hannah Arendt, sobre los orígenes de los totalitarismos que asolaron el siglo XX: especialmente el comunismo y el nacional-socialismo.

Para el profesor José Sánchez-Alarcos, comentarista de la obra de Popper, la tesis central de "La  sociedad abierta y sus enemigos" es la de que el origen de los totalitarismos radica en la superstición de ciertas ideologías que parten de dos falsedades relacionadas: primero, que la historia se mueve en una dirección de acuerdo con leyes naturales y, segundo, que ellos, los ideólogos, conocen esa dirección. A partir de esas certezas, basadas en el determinismo histórico, se construye la utopía: dotados de esa tremenda información, se edifica un mundo maravilloso en el que los seres humanos serán felices porque el modelo de sociedad se adapta milimétricamente al sentido natural de la historia. Obviamente, quien se oponga a la construcción de esa sociedad perfecta, una sociedad cerrada que remite a la tribu, puede ser considerado un canalla y debe ser extirpado invocando razones morales, como ha sucedido en todos los Estados totalitarios.

Enemigo declarado de las utopías políticas, y por ende, de las ideas expuestas en la "República", de Platón, primer gran modelo utópico de Occidente cuya influencia, dice el profesor Sánchez-Alarcos, aún perdura, Popper manifiesta su certeza de que la salvaguarda de la libertad y del progreso están precisamente en sociedades abiertas en las que las personas deciden con sus acciones el curso de la historia, porque ni hay sociedades perfectas ni, por lo tanto, un camino ideal para alcanzar lo que solo existe en la imaginación de unos pensadores trasnochados.

De Popper escribía también hace unos días en el diario La Vanguardia, el periodista y columnista político Luís Foix, en un interesante artículo titulado Hereu se despeña que pueden leer en el enlace anterior, en el que comenta el estruendoso fracaso de la consulta popular promovida por el consistorio barcelonés, llamando a los ciudadanos a decidir sobre las posibles opciones para remodelar la Vía Diagonal de la capital catalana, en el que augura el fín de la hegemonía socialista en el Ayuntamiento de Barcelona a causa del patinazo político de su alcalde, con una cita de Popper que dice que "la democracia no consiste en designar gobiernos sino en echarlos".

No puedo estar sino en completo acuerdo con Foix, y por supuesto con Popper, de quien recuerdo otra frase de la que no puedo precisar la fuente, que venía a decir que en las sociedades democráticas consolidadas, los ciudadanos, cuando ejercen su derecho de voto, no pretenden tanto elegir a un determinado gobierno, como impedir que lleguen a él (al gobierno) otros.

Nunca discuto ni pongo en cuestión lo que votan mis conciudadanos. Me podrá gustar más, gustar menos o no gustar nada, pero es su derecho y su decisión, y eso es lo fundamental para mí, pero les aseguro que viendo y oyendo a las señoras Cospedal y Saénz de Santamaría, o a los señores Aznar, Arenas, Montoro, Trillo o Rajoy, yo tengo clarísimo por quién voy a votar, aunque sea tapándome la nariz... HArendt





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