sábado, 3 de marzo de 2018

[A VUELAPLUMA] La España de las autonomías





La crisis catalana ha hecho tambalearse la creencia de que el Estado de las autonomías había adquirido, más o menos, su forma definitiva. Pero lejos de romper con el sistema hay que aprovechar que la Constitución es reformable, escribe en El País Álvaro Delgado-Gal, físico, filósofo, profesor de Lógica y Filosofía del Lenguaje en la Universidad Complutense de Madrid, y director de Revista de Libros.

La gran crisis catalana ha tenido sobre la nación dos efectos, manifiesto el primero y menos visible y tal vez más importante el segundo, comienza diciendo. No es cuestión baladí, desde luego, que la mitad de la clase política se haya amotinado en una de las regiones más pobladas de España y la cuarta en renta per cápita. Sin embargo, hay más, mucho más. El espasmo secesionista catalán ha conmovido la creencia de que el Estado autonómico había adquirido su hechura definitiva, punto arriba, punto abajo. Esta idea encerraba un aspecto moral y otro ejecutivo: se entendía que los poderes locales proclives al nacionalismo estaban siendo capaces de conciliar su sesgo ideológico con una lealtad suficiente al país en su conjunto, y que no entrañaba riesgos grandes darle hilo a la cometa. Pero la hipótesis ha decaído, como la fe en la medicina homeopática o la invulnerabilidad de la línea Maginot. Un balance muy rápido de lo que en este momento se piensa y no siempre se dice, incluiría por lo menos los puntos siguientes: uno, que la vigencia de la ley en Cataluña comenzó a debilitarse a partir de 1984, cuando se renunció a pedir responsabilidades a Jordi Pujol en todo lo atinente a la quiebra de Banca Catalana; dos, que la inhibición prolongada del Estado indujo la aparición en aquella comunidad de fueros o jurisdicciones informales y no controlables; tres, que consecuencia y, a la vez, condición sine qua nonde todo esto, fue una desnaturalización de la Constitución; cuatro, que el comportamiento de los grandes partidos nacionales fue equívoco, por cuanto inspirado, no ya en un principio de prudencia, sino en la necesidad en que cada uno se veía de completar mayorías parlamentarias en oposición al otro; cinco, que la única alternativa para hacer compatible la pugna partidaria con la imposición de la ley en todo el territorio, a saber, un acuerdo sobre mínimos en los extremos que más afectan a la integridad del Estado, no se adoptó finalmente, o por sectarismo o por inadvertencia o por las dos cosas a un tiempo.

Resultaría enormemente injusto extraer de este diagnóstico una interpretación integral de los años que nos separan del 78. Ahora bien, la ecuanimidad, exigible en los libros de historia, rara vez contagia a la historia misma, y no excluyo grandes sustos y accidentes en los años venideros. En lo referente a las causas mediatas o inmediatas del gran drama del uno de octubre de 2017 (drama en un sentido teatral, amén de histórico), caben conjeturas diversas. Es posible afirmar, no sin fundamento, que el proceso de desarticulación nacional estaba muy avanzado, y que por algún sitio tenía que saltar la liebre; o también que entraba dentro de lo esperable que el envión penal contra la familia Pujol fuera interpretado por círculos convergentes como una ruptura del pacto implícito que hasta ese momento había regido las relaciones entre Madrid y el nacionalismo catalán. En realidad, los dos argumentos son complementarios. El primero, no obstante, ofrece al análisis más ángulos que el segundo. Conforme se desleía el Estado, la política se iba adaptando a esa mengua o disminución, complicada de sobrellevar aunque, en apariencia, no letal. La resulta ha sido una mutación en bloc de las autonomías, de los partidos y de las expectativas asociadas a los mandatos constitucionales. Más a hurtadillas que de manera explícita, y más por vía práctica que enunciativa, se ingresó en usos de gobierno crecientemente alejados de lo previsto en el 78.

La deriva, proyectada en un horizonte virtual, apuntaba hacia lo que Pedro Sánchez, en uno de sus momentos (momentos tan mudables y espantadizos, que se necesita cuaderno y lápiz para no hacerse un lío cuando se intenta situarlos en el calendario), ha denominado “nación de naciones”. En otras palabras, un arreglo confederal. Dado, sin embargo, que la confederación no es viable, por razones que estimo innecesario enumerar aquí, nos encontramos con que el proceso ha terminado por ser, más que de recolocación, de descomposición, tanto en lo que toca a la estructura estatal, como a las conductas que deberían protegerla. Los compromisos, los reflejos, las inercias acumuladas durante decenios se han convertido en un obstáculo para que se intente lo que no se puede dejar de intentar, esto es, una reconducción del Estado autonómico y la inauguración de modos políticos menos atentatorios contra la estabilidad nacional.

Se comprueba lo apurado del caso observando el revuelo reciente sobre la aplicación del cupo vasco. Ciudadanos la ha denunciado como insolidaria y poco democrática. Absolutamente nadie puede poner en duda que es insolidaria y poco democrática. No se comprende que la segunda comunidad española en renta per cápita no transfiera recursos y pueda, gracias a esta singularidad, invertir en dinero público por habitante una cantidad que dobla a la media nacional. Pese a ello, muchos han acusado a Ciudadanos de demagógico, me temo que no siempre de mala fe. En efecto, la libertad de maniobra, en los tiempos que corren, es muy estrecha, sobre todo si se asume el punto de vista de un profesional de la política. Forzar la equidad en el País Vasco obligaría a vencer la voluntad de las filiales populares y socialistas en aquella región, produciría un enfrentamiento con el PNV y, punto más interesante aún, exigiría medidas cuyo alcance no es previsible y que podrían conducir, en virtud de una lógica intrínseca, a revisar el juego de flujos, prestaciones y contraprestaciones que en la interfaz autonómica (no sola catalana o vasca sino igualmente andaluza, manchega, gallega o castellanoleonesa) gobierna la captación de recursos y habilita a los grandes partidos nacionales para proveer cargos y poner orden en sus filas. El argumento de que el encaje de Cataluña será imposible mientras esta siga sufriendo un agravio fiscal comparativo, y de que el empate por lo alto tampoco es hacedero, puesto que la extensión del privilegio haría que el Estado fuera infinanciable, remite a tiempos y plazos que se perciben como remotos y por ende políticamente no operativos. La resulta es una suerte de parálisis, o, peor, de multiplicación de movimientos que mutuamente se contradicen. Lo evidencia la actitud esquizofrénica del PSOE, favorable en Cataluña a políticas no redistributivas, y en Andalucía a la redistribución en nombre, no de la igualdad de todos los españoles, sino de derechos regionales que se envuelven en una retórica de acento localista y fugas seudonacionalistas.

Por ahí irá perdiendo fuerza el sistema actual. Y por otros rotos y descosidos que el lector no tendrá dificultad en imaginar. Cada cierto tiempo, y ha transcurrido bastante, el tinglado partidario se desgasta, y se precisa algo más que cataplasmas y composturas para que continúe funcionando. Por fortuna, no se adivinan alternativas a la democracia del 78 ni nadie piensa seriamente en salirse de la Unión Europea, salvo algunos radicales y los independentistas, los cuales, bien mirado, tampoco quieren salirse de la Unión Europea. Y tenemos una Constitución, y, por tanto, la oportunidad de reformarla. Ya vendrá la buena. Paciencia y barajar.



Dibujo de Eva Vázquez para El País



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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[CUENTOS PARA LA EDAD ADULTA] Hoy, con "Ajedrez", de Kjell Askildsen





El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Desde hace unos meses vengo trayendo al blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros.

Continúo hoy la serie de Cuentos para la edad adulta con el titulado Ajedrez, de Kjell Askildsen (1929), escritor noruego, considerado uno de los grandes maestros actuales del relato breve. Su primer libro, Desde ahora te acompañaré a casa, publicado en 1953 fue aclamado por la crítica, y al tiempo prohibido por «inmoral» en la biblioteca pública de su ciudad natal, debido a su alto contenido sexual. Askildsen es un escritor reconocido mundialmente y traducido a cerca de veinte idiomas. Les dejo con su relato:



AJEDREZ
por
Kjell Askildsen


El mundo ya no es lo que era. Ahora, por ejemplo, se vive más tiempo. Yo tengo ochenta y muchos, y es poco. Estoy demasiado sano, aunque no tenga razones para estar tan sano. Pero la vida no quiere desprenderse de mí. El que no tiene nada por qué vivir tampoco tiene nada por qué morir.

Tal vez sea ese el motivo.

Un día hace mucho, antes de que mis piernas empezaran a flaquear seriamente, fui a visitar a mi hermano. No lo había visto desde hacía más de tres años, pero seguía viviendo donde fui a visitarlo la última vez.

-Sigues vivo -dijo, aunque él era mayor que yo.

Me había llevado un bocadillo y él me ofreció un vaso de agua.

-La vida es dura -dijo-, no hay quién la aguante.

Yo estaba comiendo y no contesté. No había ido allí a discutir. Acabé el bocadillo y me bebí el agua. Mi hermano miraba fijamente hacia algún punto situado por encima de mi cabeza. Si me hubiera levantado y él no hubiese desviado la mirada antes, se habría quedado mirándome directamente, pero sin duda la habría desviado. Mi hermano no se encontraba a gusto conmigo. O dicho de otro modo, no se encontraba a gusto consigo mismo cuando estaba conmigo. Creo que tenía mala conciencia o, al menos, no buena. Escribió una veintena de novelas muy largas. Yo solo he escrito unas pocas, que además son breves. A él se le considera un escritor bastante bueno, aunque un poco obsceno. Escribe mucho sobre el amor, sobre todo el amor físico, no pregunto dónde lo habrá aprendido.

Mi hermano seguía con la mirada clavada en algún punto situado por encima de mi cabeza, supongo que se sentía en su derecho por las veinte novelas que tenía en sus nalgas fofas. Me estaban entrando ganas de largarme sin decirle el motivo de mi visita, pero pensé que después de la caminata que me había dado sería de tontos, así que le pregunté si le apetecía jugar una partida de ajedrez.

-Eso lleva mucho tiempo -dijo-, y yo ya no tengo mucho tiempo que perder. Podrías haber venido antes.

Debí levantarme y largarme en ese momento, se lo habría merecido, pero soy demasiado cortés y considerado, esa es mi gran debilidad, o una de ellas.

-No lleva más de una hora -dije.

-La partida sí -contestó-, pero a eso habría que añadir la excitación posterior o el cabreo si la perdiera. Mi corazón, sabes, ya no es lo que era. Y el tuyo tampoco, supongo.

No contesté, no tenía ganas de discutir con él sobre mi corazón, así que dije:

-De modo que tienes miedo a morir. Vaya, vaya.

-Tonterías. Lo que pasa es que mi obra aún no está concluida.

Así de pretencioso estuvo, me entraron ganas de vomitar. Yo había dejado el bastón en el suelo, y me agaché a recogerlo, quería que dejara de presumir.

-Cuando morimos, al menos dejamos de contradecirnos -dije, aunque no esperaba que entendiera el sentido de mis palabras. Pero él era demasiado soberbio para preguntar.

-No ha sido mi intención herirte -dijo.

-¿Herirme? -contesté levantando la voz. Era razonable que me irritara-. Me importa un bledo lo poco que he escrito y lo poco que no he escrito.

Me puse de pie y le solté un discurso:

-Cada hora que pasa, el mundo se libra de miles de tontos. Piénsalo. ¿Te has parado alguna vez a pensar en la cantidad de estupidez almacenada que desaparece en el transcurso de un día? Imagínate todos los cerebros que dejan de funcionar, pues es ahí donde se almacena la estupidez. Y sin embargo, todavía queda mucha estupidez, porque algunos la han perpetuado en libros, y así se mantiene viva. Mientras la gente siga leyendo novelas, ciertas novelas de las que tanto abundan, la estupidez seguirá existiendo.

Y añadí, un poco vagamente, lo confieso:

-Por eso he venido a jugar una partida de ajedrez.

Permaneció callado un buen rato, hasta que hice ademán de marcharme, entonces dijo:

-Demasiadas palabras para tan poca cosa. Pero les sacaré partido, las pondré en boca de algún ignorante.

Exactamente así era mi hermano. Por cierto, murió ese mismo día, y no es improbable que me llevara sus últimas palabras, pues me marché sin contestarle, y eso no debió de gustarle nada. Quería tener la última palabra y la tuvo, aunque supongo que habría querido decir algo más. Cuando recuerdo lo que se irritó, me viene a la memoria que los chinos tienen un símbolo en su grafía que representa la muerte por agotamiento en el acto sexual.

Al fin y al cabo éramos hermanos.

FIN






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy sábado, 3 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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viernes, 2 de marzo de 2018

[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy viernes, 2 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.





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jueves, 1 de marzo de 2018

[A VUELAPLUMA] El valor de uso del lenguaje





Me cuesta confesarlo (porque habrá quien diga que no merezco el salario que se me paga) pero mi trabajo es fácil, escribe en El Mundo Felipe Fernández Armesto, historiador y catedrático de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EEUU). Mis alumnos de la Universidad de Notre Dame, comienza diciendo, son hábiles y bien dispuestos, y colaboran con responsabilidad y hasta con entusiasmo en su propia educación. 

Dominan lecturas extensas y aprenden enormes cantidades de datos sin reparos. El único problema que tengo es que llegan a la universidad sin saber manejar el lexicón. El lenguaje es un arma brillante que debe empuñarse con confianza y blandirse con audacia, lo que exige al que se defiende con palabras la misma destreza que a uno que se defiende con la violencia, pero en este caso, con un conocimiento perfecto de cada palabra, de su significado normal, de sus perspectivas de convertirse en metáfora, y de lo que la distingue de otras palabras semejantes. Si mis estudiantes se equivocan, no es por falta de inteligencia, sino por la influencia funesta de la sociedad que les rodea. 

La vida política y el equilibrio social vienen amenazadas por falta de claridad en el uso del lenguaje. En el aula, los mal entendidos más frecuentes son por el uso de las palabras «factor» - que quiere decir algo que determina un resultado ineludible, pero que a menudo se emplea erróneamente para expresar lo que realmente es una simple influencia o condición- y «evolución», que es un proceso científico que lleva hacia un destino predecible o progresivo. En el contexto social, el vocabulario más confuso es el relativo al término «sexo». Sexo es una cosa, y género otra. Una persona que quiere cambiar los términos con los que se define a sí misma, sustituyendo a los masculinos por los femeninos o al revés, queda dentro de su sexo natural y objetivo, sin tener ningún derecho a abandonar las responsabilidades que le corresponden. Un semental puede ser femenino sin dejar de ser macho si nos referimos a él, por ejemplo, como a una bestia. «Una persona» es femenina, pero puede ser hembra o varón. Una mujer puede ser simultáneamente un detective masculino, digamos, y una esposa femenina. 

Es por olvidar o desconocer tales distinciones que en EEUU hemos terminado enredados en controversias ridículas sobre si un hombre que se califica de femenino debe usar los baños de mujeres. Por supuesto, debido a la destreza de la cirugía moderna, podemos cambiar incluso de sexo -lo que es más que un cambio de género y conlleva una orientación nueva-. No lo recomiendo en absoluto, porque conozco casos que han acabado mal sin aportar felicidad, ni fortuna, y espero de todas formas que una persona transexual tenga la humildad de darse cuenta de que ella no es ni típica ni representativa de su nuevo sexo. Pero si a alguien le atrae la idea de someterse a las operaciones precisas y en principio poco apetecibles, no tengo la menor duda en reconocer la transformación y acordar con él, con cortesía y respeto, el trato correspondiente. Si hubiésemos mantenido el valor real de las palabras no hubiéramos abordado el debate absurdo que ahora estamos sufriendo en Reino Unido sobre quiénes pueden admitirse en los puestos y privilegios propios de cada sexo. Los cambios de moda en la vida sexual han dado lugar a mal entendidos inquietantes que son peligrosos para los hombres acusados -a veces injustamente- de ofensas graves contra la libertad e integridad personal de mujeres. Hay que insistir en el hecho de que «violación» no quiere decir «seducción posteriormente arrepentida». Un piropo puede ser de mal gusto pero, a menos que no se diga para insultar ni ofender, no es acoso sexual. Las proposiciones sexuales, si los que las lanzan admiten el rechazo sincero sin recelo, son parte de las relaciones normales entre los sexos. El derecho de las mujeres al rechazo puramente ritual también es sagrado. Es por falta de sentido crítico que en EEUU la canción popular de Frank Loessing de 1944, Baby, Its Cold Outside, en la que se trata de la colaboración entre seductor y seducida bajo el pretexto de que el tiempo frío exige que ésta se quede en el piso de aquél, está al punto de perderse del repertorio bajo un bombardeo de calumnias que la denuncian por inducir a violación. 

En política, es cada vez más evidente que vamos olvidando el significado de palabras clave como «democracia», «derecho» o «nación». Para ayudar a los que se dejan engañar por la retórica nacionalista, les ofrezco las mismas definiciones que suelo compartir en mi aula.

Nación: es un grupo que se califica de «nación», ni más ni menos. El término no tiene ningún valor objetivo. Hay buenos motivos para calificarse así -experiencias históricas (siempre que no sean míticas, que normalmente lo son), idioma común, tradiciones culturales peculiares- y otros malos: interés político, materia genética, supuestos rasgos físicos o mentales (que seguramente no existen y que suelen inventarse para excluir a minorías despreciadas), presunto espíritu u otra herencia metafísica y engañosa. El hecho de ser una nación no confiere ningún derecho a tener Estado ni instituciones propias; pensar lo contrario es nacionalismo -una doctrina decimonónica que persiste entre los desperdicios de una época de sangre y odios que debemos trascender-. Los catalanes, gallegos, bretones, escoceses... y españoles incluso somos naciones. Pero ¿qué más da? Nuestros futuros dependen de la capacidad de renunciar el nacionalismo y trabajar con nuestros vecinos y compadres históricos en marcos políticos cada vez más flexibles y consensuales.

Democracia: la democracia propiamente dicha es un sistema de Gobierno de acuerdo con la voluntad del pueblo, según un asesoramiento racional e imparcial -no de una parte, ni de un sector del pueblo, por grande y poderoso que sea-. No es la tiranía de la mayoría, ni mucho menos, en el caso catalán, la de una minoría de un 40 o 47%. Hay distintos métodos, todos imperfectos, de calcular la voluntad del pueblo; normalmente remitimos a las elecciones de representantes. Pero lo que importa es que el Gobierno respete e intente sinceramente incorporar los intereses y deseos de todos. Es por eso que la democracia auténtica se somete al mando de las leyes y constituciones para proteger las minorías. Socavar una constitución democrática o descartar leyes democráticamente promulgadas no es democracia, aunque sea por parte de un Gobierno democráticamente elegido, sino golpismo, demagogia, o despotismo. 

Derecho: un derecho es una capacidad o facultad inviolable, que se ejerce sin contraer responsabilidad ninguna. Los derechos no se conceden, ya que lo que se concede puede revocarse. Se justifican por una doctrina sencilla y práctica: si quiero que mis derechos se respeten, debo respetar los de los demás. De ahí surgen obligaciones mutuas, que no son parte ni precondición de los derechos, sino sus consecuencias. El derecho básico es el derecho a la vida, porque los demás derechos no le valen a un muerto y porque si queremos que no se nos aborte, ni ejecute, ni gasee, ni masacree, ni aplique la eutanasia cabe extender la misma cortesía a los que odiamos o menospreciamos. Solemos confundir derechos con privilegios o protecciones o bienes públicos o convenios bajo garantía. Se puede hablar, por ejemplo, de un derecho a educarse, pero no a educarse a costa de los conciudadanos. La enseñanza gratuita es un bien precioso y necesario, pero no es un derecho. La libertad de pensar o creer lo que nos dé la gana es inviolable y, por tanto, es un derecho. La libertad de decirlo en voz alta es condicional y la ejercemos sólo por acuerdo recíproco. Les droits de lhomme son distintos a los sedicientes droits du citoyen. Aquellos son derechos auténticos por ser universales; éstos son más bien privilegios acordados entre miembros de una comunidad concreta para excluir a los demás. ¿Existe un derecho a la autodeterminación de una comunidad política? Por supuesto que no: se trata de un principio de gran valor que conduce a la coexistencia pacífica de todos. Pero no puede ser un derecho por no poder ser inviolable. Un supuesto derecho a la autodeterminación catalana, por ejemplo, podía resultar incompatible con la autodeterminación de los españoles en su conjunto. Evidentemente ambas son comunidades políticas. Los demás españoles podrían permitírsela a cualquier grupo español, pero por pura magnanimidad, no por ser un derecho.


Dibujo de Sean Mackaoui para El Mundo



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[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "Ifigenia entre los tauros", de Eurípides





En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos Musas del teatro. Inicialmente era la Musa del Canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la Musa de la Tragedia como es actualmente reconocida. Melpómene era hija de Zeus y Mnemósine. Asociada a Dioniso, inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

El teatro occidental nació en Atenas poco antes del siglo V a.C. y tuvo su esplendor durante la época clásica. Las obras que se conservan completas fueron representadas entre el 472 a.C., ocho años después de la victoria de los griegros sobre los persas en Salamina, y el 401 a.C, tres años después de la derrota de los atenienses ante los espartanos y sus aliados tras la sangrienta guerra del Peloponeso, que comenzó el 431 a.C. En esta época surge también en Atenas el primer Estado democrático, y las artes, las letras y el conocimiento filosófico y científico avanzaron como pocas veces más en la historia. El teatro fue entonces no solo un fenómeno artístico, sino también una institución cívica, política, democrática y religiosa.

Muchas palabras relacionadas con el teatro y usadas hoy reflejan su origen griego: teatro, drama, escena, protagonista, episodio y tantas otras. Todas ellas y otras más tuvieron un sentido primigenio, ligado a las circunstancias de su origen. Solo ya por eso sería interesante un acercamiento a la tragedia clásica griega. Pero además las tragedias que ha legado la Antigüedad han modelado el pensamiento y las artes de la cultura occidental y son símbolos de la conducta humana de todos los tiempos. Conocer como Edipo descubrió su auténtica identidad a través de una investigación metódica que lo condujo a su propia perdición plantea un problema universal sobre la responsabilidad del individuo. Descubrir como Medea, abandonada por su marido, Jasón, se toma la más dolorosa de las venganzas revela un aspecto de la condición humana. Compadecer a quienes sufren sin culpa los desastres de la guerra, como las mujeres que forman el coro de Las troyanas, ayuda a sentirse más humano. Por todo ello -y por mucho más- leer o releer las tragedias griegas clásicas es un placer estético y hace al lector sentir que se desarrolla como persona.

A punto de culminar con esta penúltima entrada, la treinta y dos de la serie, la sección de Un clásico de vez en cuando, subo al blog la tragedia de Eurípides Ifigenia entre los tauros, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior.

Esta obra, inserta también como Electra en la saga de los Atridas, marca el fin de las maldiciones de dicha familia. Fue representada en torno al 414 a.C. y, junto con Helena, tiene un final feliz y elementos novelescos y espectaculares comparables. Después del matricidio, en su proceso de purificación, Orestes llega al país de los tauros, en la actual Crimea, a donde fue llevada su hermana Ifigenia por Artemis después del sacrificio en Áulide. Nada hay en la tradición anterior que cuente este viaje de Orestes, totalmente inventado por Eurípides, si bien la estancia de la muchacha como sacerdotisa es conocida por otras fuentes. 

Los ingrediente novelescos, paisajes exóticos, viajes a tierras lejanas, suspense, y salvación en el útimo momento, se unen a motivos muy recurrentes en Eurípides, como el reconocimiento y, antes de él, la situación de dos seres emparentados que corren el peligro de convertirse, por mor de un destino adverso, en asesino uno de otro, como veíamos en Ión

Eurípides (480-406 a.C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras suyas. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo de las crueldades de la guerra. Reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional, mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes y satirizó a muchos héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. Disfrútenla.







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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy jueves, 1 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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