domingo, 8 de septiembre de 2024

De la izquierda sin ideas

 




Vivimos tiempos melancólicos, de una izquierda que no concibe nada más allá de las ideas liberales de mayo del 68, la deconstrucción posmoderna de los ochenta y la política de identidades de fin de siglo, que por ahí llaman woke, comenta la escritora Ana Iris Simón [El fracaso del Nuevo Frente Popular. El País, 07/09/2024]. Cuando quieren inventar algo, como mucho copian de los años treinta el New Deal, añadiendo Green para pintarlo de verde eco, o el Frente Popular, poniéndole el prefijo Nuevo (NFP).

Suelen preferir conceptos históricamente fallidos, quizá por alguna adicción al fracaso, como aquel New Deal que no logró gran cosa antes de la guerra, o los frentes populares que en España, Chile o la misma Francia fueron aplastados por el fascismo. Aplastados pero épicos y trágicos; ya es mucho más que este NFP, que repite la historia como farsa. El Frente Popular de los años treinta tenía como enemigo interior al pistolerismo fascista y grupos como Action Française, que intentaban tomar el poder, además del enemigo externo nazi-alemán que amenazaba la integridad de Francia. Hoy, en el país galo quien se dedica al pistolerismo son las bandas criminales, quien abusa de la democracia es la tecnocracia de Macron y quien tiene Francia ocupada, para horror de De Gaulle, es el eje Bruselas-Washington.

La izquierda nostálgica, falta de victorias reales actuales, añora las viejas glorias del antifascismo y fantasea con que el Reagrupamiento Nacional de Le Pen es el neofascismo, en lugar de una derecha tibiamente nacionalpopulista. Sobredimensiona a un enemigo y, como contrapartida, infravalora al otro, Macron, que comparado con la diabolizada Le Pen le parece un socio con quien pactar, compartir estrategia electoral y aspirar a gobernar. El planteamiento traiciona a los frentes populares originales, que sabían que hasta el fascismo de verdad (no Le Pen) era un enemigo secundario respecto al capitalismo, e incluso que combatir al primero no hacía preferible al segundo, como comentaba Trotski.

Además de una traición, estamos ante una estrategia fallida de “alertas antifascistas” y ”cordones sanitarios” que fracasa en Italia, vence precariamente en España y pírricamente en Francia, donde se ha sometido a la izquierda a un proceso homeopático de sucesivas disoluciones. Antes de las elecciones, el NFP marginó a los sectores de izquierda más transformadores en lo económico y disidentes en política exterior, en aras de facilitar la convivencia interna con socioliberales, verdes y pequeña progresía. Durante las elecciones, propusieron un frente republicano en alianza con los de Macron, sustituyendo el más mínimo horizonte reformista por conservar contra el lepenismo algo llamado “la república”. “República” para Macron significa el poder del capitalismo financiero, protegido contra el capitalismo doméstico de pequeños terratenientes y burguesía nacional que representa Le Pen. La izquierda alucinada se imagina que esa “república” es, en realidad, la democracia de liberté, egalité, fraternité, que deben defender de la reencarnación de Pétain. Así, se someten a Macron en un acto que para el loco es heroico y para el cuerdo, suicida. Después de las elecciones, algunos progres como Glucksmann proponen un frente europeo que legitima que Los Republicanos (el PP de allí) acaben colocando a un primer ministro suyo, Michel Barnier. Y en el NFP pretenden zanjar su fracaso con la conclusión de que “al final, el capitalismo siempre prefiere a los fascistas”, cuando más bien la progresía ha preferido cargar contra gigantes y luego culpar al mago Frestón cuando los apalea el molino. Ana Iris Simón es escritora.











Gibraltar: Una visita "no grata" y una memez más. [Archivo del blog. 10/07/2014]









Por enésima vez y sin que los precedentes sirvan de nada, me parecen igual de memos el Gobierno de España y la mayoría de la oposición, que en esta ocasión han actuado de consuno. Lo digo en razón del número que se ha montado en el Congreso de los Diputados por la visita al mismo, sin que nadie le hubiera invitado, del  Ministro Principal de Gibraltar, Fabián Picardo. No creo que la cosa haya sido para tanto, la verdad, aunque suene un poco a provocación por parte del "premier" gibraltareño. 
Hace casi cinco años el partido ahora gobernante, es decir, el  PP, le montó al Gobierno de España, en aquel momento en manos del PSOE, la de "Dios es Cristo" (de traición histórica lo llego a calificar) por el hecho de que un ministro del gobierno, el de Exteriores, visitara oficialmente Gibraltar, la única colonia existente en Europa, y encima, de un Estado aliado y miembro de pleno derecho de la Unión Europea. 
Me pareció en aquel momento una estupidez y una solemne gilipollez y así lo expresé en el blog. Y curiosamente, un artículo de Josep Ramoneda del día siguiente en El País, venía a coincidir casi plenamente con lo que yo había escrito el día anterior. Casualidad o coincidencia de pareceres, me satisfizo enormemente ver que no era el único en pensarlo y exponerlo públicamente. 
Viniendo de quien venía la denuncia, aquello fue un ejercicio de cinismo y desvergüenza. Algo, por cierto, a lo que el gobierno recurre un día sí y otro también. Solo que en esta ocasión han estado de acuerdo por lo menos Gobierno, PP, PSOE y UPyD. El resto de la oposición, aprovechando eso de que el Guiniguada pasa por Las Palmas, pues a lo suyo. Normal también. Para eso les pagan. 
El contencioso sobre Gibraltar no es sólo una memez, es un anacronismo histórico que debería estar resuelto hace ya mucho tiempo. Y no con la reincorporación a España (que no quieren los gibraltareños), o a la Gran Bretaña (que no quieren los británicos), sino con la independencia de Gibraltar, aceptada y promovida por España y Gran Bretaña. Cualquier cosa menos la situación actual.
San Marino, Mónaco y El Vaticano (por no meter en el mismo saco a Andorra o Liechtenstein) son "Estados" que reportan más beneficios a su entorno que a sí mismos. Un Gibraltar independiente, de fronteras abiertas, sería un formidable reclamo turístico y económico para el Campo de Gibraltar, Cádiz y toda Andalucía. Una fuente de riqueza para la zona. Y el final de muchos negocios sucios realizados al amparo de su opacidad fiscal y del contrabando.
Por una vez seamos sensatos y pensemos con el cerebro. Señoras y señores del Gobierno, ilustres miembras y miembros de la oposición: dejen de hacer ostentación de sus atributos patrióticos, métanselos dentro de los calzoncillos o bajo el tanga, y déjense de decir gilipolleces: Gibraltar nunca será español contra la voluntad de sus habitantes. ¿No sería mucho más razonable que fueran gibraltareños, y aquí paz y después gloria para todos? Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt











El poema de cada día. Hoy, La nacencia, de Luis Chamizo (1894-1945)

 







LA NACENCIA


I


Bruñó los recios nubarrones pardos

la luz del sol que s´agachó en un cerro,

y las artas cogollas de los árboles

d´un coló de naranjas se tiñeron.


A bocanás el aire nos traía

los ruídos d´alla lejos

y el toque d´oración de las campanas

de l´iglesia del pueblo.


Ibamos dambos juntos, en la burra,

por el camino nuevo,

mi mujé mu malita,

suspirando y gimiendo.



Bandás de gorriatos montesinos

volaban, chirrïando por el cielo,

y volaban pal sol qu´en los canchales

daba relumbres d´espejuelos.


Los grillos y las ranas

cantaban a lo lejos,

y cantaban tamién los colorines

sobre las jaras y los brezos,

y roändo, roändo, de las sierras

llegaba el dolondón de los cencerros.


¡Qué tarde más bonita!

¡Qu´anochecer más güeno!

¡Qué tarde más alegre

si juéramos contentos!...

- No pué ser más- me ijo- vaite, vaite

con la burra pal pueblo,

y güervete de priesa con l´agüela,

la comadre o el méico -.


Y bajó de la burra poco a poco,

s´arrellenó en el suelo,

juntó las manos y miró p´arriba,

pa los bruñíos nubarrones recios.


¡Dirme, dejagla sola,

dejagla yo a ella sola com´un perro,

en metá de la jesa,

una legua del pueblo...

eso no! De la rama

d´arriba d´un guapero,

con sus ojos roendos

nos miraba un mochuelo,

un mochuelo con ojos vedriaos

como los ojos de los muertos...

¡No tengo juerzas pa dejagla sola!

¿pero yo de qué sirvo si me queo?


La burra, que rroía los tomillos

floridos del lindero

carcaba las moscas con el rabo;

y dejaba el careo,

levantaba el jocico, me miraba

y seguía royendo.

¿Qué pensará la burra

si es que tienen las burras pensamiento?


Me juí junt´a mi Juana,

me jinqué de roillas en el suelo,

jice por recordá las oraciones

que m´enseñaron cuando nuevo.

No tenía pacencia

p´hacé memoria de los rezos...

¿Quién podrá socorregla si me voy?

¿Quién va po la comadre si me queo?


Aturdio del tó gorví los ojos

pa los ojos reondos del mochuelo;

y aquellos ojos verdes,

tan grandes, tan abiertos,

qu´otras veces a mí me dieron risa,

hora me daban mieo.

¿Qué mirarán tan fijos

los ojos del mochuelo?


No cantaban las ranas,

los grillos no cantaban a lo lejos,

las bocanás del aire s´aplacaron,

s´asomaron la luna y el lucero,

no llegaba, roändo, de las sierras

el dolondón de los cencerros...

¡Daba tanta quietú mucha congoja!

¡Daba yo no sé qué tanto silencio!


M´arrimé más pa ella;

l´abrasaba el aliento,

le temblaban las manos,

tiritaba su cuerpo...

y a la luz de la luna eran sus ojos

más grandes y más negros.


Yo sentí que los míos chorreaban

lagrimones de fuego.

Uno cayó roändo,

y, prendío d´un pelo,

en metá de su frente

se queó reluciendo.

¡Qué bonita y qué güena!

¿quién pudiera sé méico?


Señó, tú que lo sabes

lo mucho que la quiero.

Tú que sabes qu´estamos bien casaos,

Señó, tú qu´eres güeno;

tú que jaces que broten las simientes

qu´echamos en el suelo;

tú que jaces que granen las espigas,

cuando llega su tiempo;

tú que jaces que paran las ovejas,

sin comadres, ni méicos...

¿por qué, Señó, se va morí mi Juana,

con lo que yo la quiero,

siendo yo tan honrao

y siendo tú tan güeno?...


¡Ay! qué noche más larga

de tanto sufrimiento;

¡qué cosas pasarían

que decilas no pueo!

Jizo Dios un milagro;

¡no podía por menos!


II


Toito lleno de tierra

le levanté del suelo,

le miré mu despacio, mu despacio,

con una miaja de respeto.

Era un hijo, ¡mi hijo!,

hijo dambos, hijo nuestro...

Ella me le pedía

con los brazos abiertos,

¡Qué bonita qu´estaba

llorando y sonriyendo!


Venía clareando;

s´oïan a lo lejos

las risotás de los pastores

y el dolondón de los cencerros.

Besé a la madre y le quité mi hijo;

salí con él corriendo,

y en un regacho d´agua clara

le lavé tó su cuerpo.

Me sentí más honrao,

más cristiano, más güeno,

"bautizando" (*) a mi hijo como el cura

bautiza los muchachos en el pueblo.


Tié que ser campusino,

tié que ser de los nuestros,

que por algo nació baj´una encina

del camino nuevo.


Icen que la nacencia es una cosa

que miran los señores en el pueblo;

pos pa mí que mi hijo

la tié mejor que ellos,

que Dios jizo en presona con mi Juana

de comadre y de méico.


Asina que nació besó la tierra,

que, agraecía, se pegó a su cuerpo;

y jue la mesma luna

quien le pegó aquel beso...

¡Qué saben d´estas cosas

los señores aquellos!


Dos salimos del chozo,

tres golvimos al pueblo.

Jizo Dios un milagro en el camino:

¡no podía por menos!


Luis Chamizo (1894-1945)

Poeta español













Las viñetas de hoy domingo, 8 de septiembre de 2024

 




























sábado, 7 de septiembre de 2024

De las entradas del blog de hoy sábado, 7 de septiembre de 2024

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado, 7 de septiembre de 2024. De reyes y museos va la primera de las entradas del blog de hoy sábado del escritor Ignacio Martínez de Pisón, y más en concreto de la historia fundacional del Museo del Prado de Madrid. La segunda de las entradas, un archivo del blog de enero de 2010, va también del Museo del Prado y de como se pusieron a salvo sus pinturas más importantes en los últimos momentos de la guerra civil, en 1939. La tercera entrada del día es hoy el poema El director, del poeta estadounidense T. S. Eliot. Y la cuarta, como siempre, las viñetas de humor. Espero que todas ellas sean de su agrado. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Y sean felices, por favor, o al menos inténtenlo. Tamaragua, amigos míos. HArendt








De reyes y museos

 






Los museos clásicos, como el Louvre o el Prado, son demasiado grandes. Resulta quimérico pretender abarcarlos enteros en una sola visita, comenta el escritor Ignacio Martínez de Pisón [El rey Fernando y su museo. La Vanguardia, 05/09/2024]. Yo, continúa diciendo, cada vez que entro en el Prado, lo hago para pasear por una sección determinada, dejando las demás para otro día. Lo hice la semana pasada y no salí de las salas dedicadas al siglo XIX. Aunque el término y el concepto existían ya en la antigüedad, la noción actual de museo como colección pública es fruto de la Ilustración y, por tanto, no muy anterior a esa época: el Louvre se fundó a finales del XVIII; el Prado, a principios del XIX.

La principal impulsora del museo madrileño fue María Isabel de Braganza. Un retrato de Bernardo López Piquer pintado en 1829 la muestra supervisando la colocación de diferentes cuadros en el entonces llamado Museo Real de Pintura y Escultura. La escena es poco verosímil porque la reina había muerto en 1818, un año antes de la inauguración del propio museo. María Isabel de Braganza fue la segunda de las cuatro mujeres de Fernando VII. Seguramente, el Prado es la única gran aportación de un monarca que, muy justamente, ha pasado a la historia como el Rey Felón.

Benito Pérez Galdós, el autor que mejor contó el siglo XIX español, recreó en el último de los Episodios Nacionales de la segunda serie la larga agonía y la muerte de Fernando VII, que su cuarta y última mujer, María Cristina, no quiso hacer pública hasta que el cadáver inició el proceso de descomposición. En esa descomposición quiso Galdós ver una metáfora de su propio reinado. Y añadió, contundente: “No ha habido rey más amado en su juventud ni menos llorado en su muerte”.

Entre las obras expuestas en el Prado, entre las que abundan los retratos de monarcas­, la presencia de ese rey que tan amado había sido por los españoles es bastante limitada: un retrato a caballo, un busto en mármol y el famoso retrato con manto real pintado por Goya en 1814. Por supuesto, aparece también como Príncipe de Asturias entre los miembros de la familia real retratados por Goya en 1800. Entre esos dos cuadros de Goya median­ catorce años. Si en el cuadro más antiguo Fernando es un adolescente de expresión melancólica al que su hermano Carlos María Isidro abraza cariñosa­mente por la cintura, en el más reciente, repuesto en el trono como rey absoluto tras la derrota de las tropas napoleónicas, se nos presenta revestido con todos los símbolos de la majestad y el poder.

En las descripciones que Galdós hace de él se recrea en su proverbial fealdad: las mejillas de un color entre verdoso y amoratado “como una sombra lúgubre”, la nariz “desenfrenadamente grande, corva y caída”, impaciente por juntarse con un labio belfo que de tanto estirarse parece su propia caricatura… Tampoco en su semblanza moral sale bien parado: sátiro, malvado, cobarde, cruel… Digamos que Fernando VII estaba lejos de toda noción de armonía física o espiritual. Y, sin embargo, en el retrato de Goya de 1814 lo vemos como alguien no desagradable a la vista, casi agraciado, con una media sonrisa que busca ganarse nuestra simpatía o nuestra confianza.

Tenía el pintor aragonés la mejor de las razones para sacar favorecido al monarca: el miedo. Hablo del miedo a ser objeto de las represalias que estaban ya sufriendo algunos de sus amigos ilustrados. Diez años después, fue también el miedo lo que lo llevó a exiliarse en Burdeos, donde residiría hasta su muerte en 1828.A esas alturas, España era un país hecho trizas, y al absolutismo le había salido un enemigo interior, los apostólicos, que, sorprendentemente, consideraban a Fernando VII demasiado liberal y aspiraban a sustituirlo por su hermano Carlos María Isidro, el niño que tan cariñosamente le abrazaba en el cuadro de Goya. La guerra de los Agraviados, más conocida como dels Malcontents porque se desarrolló principalmente en territorio catalán, no fue sino un anticipo de las guerras carlistas, que infestaron el siglo XIX de sangre y crucifijos hasta llegar a la tragedia de 1936, a la única de nuestras guerras civiles en la que el carlismo derrotó al liberalismo. En esos dos Goya de 1800 y 1814 está resumida buena parte de la historia contemporánea de España, que llega, como quien dice, hasta ayer mismo. Ignacio Martínez de Pisón es escritor.









El Prado, la Monarquía y la República. [Archivo del blog. 23/01/2010]










Fue el propio Manuel Azaña, presidente de la república española quien convenció al del Gobierno, Juan Negrín. Él, personalmente, le dijo: "El Museo del Prado es más importante para España que la Monarquía y la República juntas". Y en febrero de 1939, primero en camiones hasta Perpiñán, vía Valencia y Barcelona, y luego en tren hasta Ginebra, las obras más importantes del madrileño Museo del Prado, entre ellas Las Meninas, viajan hasta la ciudad suiza para quedar bajo protección de la Sociedad de Naciones hasta el término de la guerra. No fue una estancia larga, apenas dos meses después, fueron devueltas a España.
El Consejo de Ministros de ayer viernes acordó conceder a los nueve museos de todo el mundo que conformaron el Comité encargado de la organización y traslado de los cuadros (el Louvre de París, la National Gallery, el Tate, y la Wallace Collection de Londres, el Museo de Arte e Historia de Ginebra, el Rijkmuseum de Ámsterdam, el Metropolitan de Nueva York, los Museos Reales de Bellas Artes de Bruselas y los Museos Nacionales Franceses), la Orden de las Artes y las Letras en agradecimiento a esa gestión, que permitió salvar para la Humanidad un patrimonio cultural y artístico de incalculable valor..
Es una hermosa noticia que me confirma en mi sentimiento de que es el Arte y la Cultura lo que nos hace más genuinamente humanos, sin acepciones de raza, nacionalidad, ideología o creencias,
Les recomiendo la lectura del reportaje que en El País de hoy publica al respecto Jesús Ruiz Mantilla, titulado Tributo a los rescatadores del Prado. Dice así:  El Gobierno español salda su deuda con los museos que salvaron de la guerra los tesoros de la pinacoteca - Les condecora con la Orden de las Artes y las Letras..
La deuda tiene siete décadas. La contrajo una nación con un puñado de decididos héroes fanáticos del arte, poco dados a pensar que el genio tiene que ver con las nacionalidades o los pasaportes. Doce responsables de nueve museos de todo el mundo, después de días de lucha, negociación y tensión, lograron hacer trasladar en 71 camiones las obras maestras del Museo del Prado por la frontera con Francia para cargarlas en un tren desde Perpiñán hasta Ginebra. Fue en febrero de 1939.
La pinacoteca madrileña conserva hoy lo que lleva dentro, de Las Meninas a La carga de los mamelucos, entre otras cosas, por la acción de un comité internacional compuesto por representantes de nueve museos de todo el mundo que, alentados desde París por José María Sert, lograron que una colección que había emprendido una fuga nómada al principio del conflicto quedase a salvo en la Sociedad de Naciones de Ginebra.
Este lunes, en un homenaje con representantes de aquellos museos -Louvre, National Gallery, Tate, Wallace Collection de Londres, Museo de Arte e Historia de Ginebra, Rijkmuseum de Ámsterdam, Metropolitan de Nueva York, Museos Reales de Bellas Artes de Bruselas y Museos Nacionales Franceses-, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, les impondrá la Orden de las Artes y las Letras, otorgada ayer en el Consejo de Ministros. Después se inaugurará la exposición Arte salvado en plena calle y por la tarde dará comienzo el congreso internacional Patrimonio, guerra civil y posguerra, dirigido por Arturo Colorado, experto de la Universidad Complutense, y organizado por la Sociedad Española de Conmemoraciones Culturales (SECC).
Fue un éxodo con final incierto. Un viaje sin rumbo fijo que terminó con la misión cumplida: salvar de los bombardeos y el saqueo las obras maestras, entre las que había 525 cuadros, 180 dibujos y las joyas del Tesoro del Delfín. El Gobierno de la República encargó en un principio la misión de sacar todo de allí a María Teresa León, esposa de Rafael Alberti. "Pero si hay un protagonista de principio a fin en toda esta historia ése es Timoteo Pérez Rubio, responsable de la Junta del Tesoro Artístico", comenta Colorado. Su labor desde el principio fue la que acabó implicando al comité: "Ellos vinieron a avalar internacionalmente el trabajo que realizaron en España los responsables de la Junta y que produjo el milagro de que hoy conservemos estas obras maestras", afirma Miguel Zugaza, director del Prado.
Las obras no podían ser guardadas en los sótanos del museo ni en los del Banco de España porque se había demostrado que la humedad las dañaba. La determinación del Gobierno fue fundamental. "Se hizo muy bien. Hay que actuar con la cabeza fría en esas circunstancias", asegura Judith Ara, coordinadora de conservación del Prado. El propio Manuel Azaña se ocupaba personalmente y tenía las obras bajo custodia. Él mismo dijo a Juan Negrín: "El Museo del Prado es más importante para España que la Monarquía y la República juntas".
Los tesoros viajaron primero hacia Valencia. De ahí a Barcelona y de la capital catalana a Figueres. "Allí se guardaron en tres lugares: el castillo de Perelada, el de San Fernando y en la mina de Talco", relata Colorado, que ha investigado el tema en su libro Éxodo y exilio del arte (Cátedra). Apenas sufrieron daños. "Tan sólo Los fusilamientos del 2 de mayo, que fue rasgado por un balcón a su paso por un pueblo. Son sus heridas de guerra", declara Zugaza.
Pero no siempre el compromiso internacional fue decisivo. De hecho, María Teresa León ataca duramente a los responsables de pinacotecas europeas por desentenderse al principio de la guerra. "Es en 1939 cuando se produce el cambio. Fueron los responsables de los museos a título personal y poniendo dinero de sus bolsillos los que finalmente negociaron con el Gobierno de la República en retirada la necesidad de trasladar las obras a Ginebra. Eso les da todavía mucho más mérito", asegura Colorado.
El 3 de febrero de 1939 se firmó el acuerdo. Había que conseguir camiones. Los franceses no los proporcionaban. "No sé cómo, el Gobierno se hizo con ellos dentro de España, desalojando soldados y ciudadanos en retirada en circunstancias dramáticas", relata Colorado. Durante cuatro días seguidos, los 71 vehículos partieron hacia Perpiñán, donde se cargarían en un tren hasta Ginebra para pasar a custodia de la Sociedad de Naciones. Quedaron depositadas allí con la condición de no ser devueltas hasta que terminara el conflicto.
La acción marca un precedente histórico. "El del concepto de Patrimonio de la Humanidad. Es la primera vez que representantes de varios países se ponen en marcha coordinadamente para salvar algo que consideran un bien universal", aduce Colorado. "Fue fundamental para el resto de conflictos bélicos", agrega Zugaza. "Los métodos fueron novedosos y sirvieron después para legislar en ese sentido", cree Judith Ara.
Pero todo tiene sus sombras. El acuerdo finalmente no se respetó. "No, porque el Gobierno de Franco reclamó las obras en marzo y le fueron entregadas en 28 de ese mes, días antes del final", comenta Colorado. Varios cuadros no salieron hasta meses más tarde. Los nacionales acordaron con el cantón de Ginebra que podían realizar una exposición. Se hizo entre junio y agosto aunque la mayoría de las obras fue regresando hacia Madrid. Fue un éxito: 400.000 personas visitaron la muestra y Hitler quiso hacer con ellas una similar en Berlín. Pero cuando se recuperó el tesoro no hubo cuentas a pagar. "Sert escribió insistentemente al Gobierno de Franco para que se abonaran los gastos de traslado al menos al comité. Para él era una deuda moral", según Colorado.
Pero Francisco Franco, que consideraba a ese comité de salvación colaboracionista con los republicanos, no hizo ni caso. El 7 de septiembre regresaron las obras a Madrid. Las conducía un tren que de noche llevaba las luces apagadas para no ser atacado. Se salvaron así de otro conflicto. Justo una semana antes, el primero de septiembre, había comenzado la II Guerra Mundial. Espero que lo disfruten. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt











El poema de cada día. Hoy, El director, de T. S. Eliot (1888-1965)

 









EL DIRECTOR


Desdicha al desdichado Támesis

Que fluye tan cerca del Espectador

El director

Conservador

Del Espectador

Corrompe la brisa

Los accionistas

Reaccionarios

Del Espectador

Conservador

Con los brazos enlazados

Dan vueltas

A paso de lobo.

En un desagüe

Una niña

En harapos

De nariz achatada

Mira

Al director

Del Espectador

Conservador

y muere de amor.


T. S. Eliot (1888-1965)

Poeta estadounidense












Las viñetas de humor de hoy sábado, 7 de septiembre de 2024