domingo, 17 de marzo de 2024

De la deshumanización de Europa

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo. La violencia como norma, afirma en  El País la coordinadora general de Médicos Sin Fronteras en España, Raquel González, marca la pauta de la gestión de la migración y el asilo de la UE y sus Estados miembros, pero no imaginábamos que solo fuera el principio. Les recomiendo  encarecidamente la lectura de su artículo y espero que junto con las viñetas que lo acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com











Europa deshumanizada
RAQUEL GONZÁLEZ
12 MAR 2024 - El País - harendt.blogspot.com

Las 121 personas rescatadas por el Geo Barents, el barco de búsqueda y rescate de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el Mediterráneo central, desembarcaron en el puerto de Bari, en el norte de Italia, a mediados de febrero. Junto a ellos, la tripulación bajó cuidadosamente dos camillas naranjas donde descansaban los cadáveres de dos mujeres jóvenes que habían fallecido durante la ruta. A una de ellas, el equipo de MSF la encontró muerta en el fondo de una embarcación neumática después de rescatar al resto de ocupantes; la otra, murió a bordo del Geo Barents sin que los sanitarios pudieran hacer nada por evitarlo. Estas dos muertes irreparables son una de las últimas tragedias que hemos presenciado a las puertas de Europa, desgraciadamente no es un drama aislado.
El reciente informe Muerte, desesperación y desamparo: el coste humano de las políticas migratorias de la UE documenta la espeluznante adopción de tácticas violentas, autorizadas por las políticas de la Unión Europa (UE) y sus Estados miembros, y azuzadas por discursos cada vez más deshumanizadores de sus líderes. El objetivo es claro: alejar a las personas migrantes y refugiadas del continente. Y es que, en cada paso del viaje migratorio, la UE escoge usar la violencia como medida de disuasión.
Muchas de estas personas se ven atrapadas, a menudo de forma brutal, en países fuera de la UE, donde se les niega el acceso a asistencia médica básica y a seguridad y protección debido a los acuerdos de externalización, como el de Níger o el Túnez; este último firmado hace menos de un año. Otro ejemplo son los guardacostas libios, financiados con fondos europeos, que interceptan rutinariamente a personas en el mar y las encierran en centros de detención en Libia donde se han documentado condiciones de vida deplorables y graves episodios de crueldad. En estos países, y también en Serbia, hay patrones similares de violencia exportada desde la UE.
Cuando consiguen salir de la espiral de ensañamiento y falta de atención en terceros países, estas personas quedan bloqueadas en las hostiles fronteras europeas. En tierra, más de 2.000 kilómetros de muros y alambradas, sumados a violentas represiones por parte de las fuerzas de seguridad, causan lesiones de diferente consideración. MSF asistió a más de 20.000 personas en las fronteras de la UE entre agosto de 2021 y septiembre de 2023. En el mar, los Estados se han desentendido de su obligación de asistir a aquellos en peligro, convirtiendo la ruta del Mediterráneo central en la más peligrosa del mundo, según la Organización Internacional de las Migraciones.
Si logran entrar en la UE, se encuentran con el desmantelamiento de mecanismos de protección que minan su salud y bienestar. Son detenidas en países como Italia o Grecia, donde el máximo exponente de confinamiento son los Centros Cerrados de Acceso Controlado financiados por la UE. Los trastornos depresivos, por estrés postraumático y de ansiedad son frecuentes entre nuestros pacientes en las islas griegas de Lesbos y Samos, incluidos los niños y niñas.
Y cuando la persona consigue superar todos estos obstáculos, se encuentra con políticas excluyentes que la privan de cualquier posibilidad de curarse, asentarse y vivir con dignidad. Debe hacer frente al abandono y la indigencia. Al preocuparse sobre todo por mantener a las personas en las fronteras exteriores, la UE institucionaliza estas dinámicas, cuyos efectos perversos ven nuestros equipos en países como Francia y Bélgica.
Llevamos años dando la voz de alarma, pero la situación solo ha empeorado. El Pacto de Migración y Asilo —acordado por los ministros de Interior de la UE en diciembre y que previsiblemente aprobará el Parlamento Europeo en abril— insiste en el objetivo único de disuadir y excluir a aquellos que buscan seguridad, sin reforzar el sistema de acogida y asilo, ni hacer frente a la violencia que impregna la gestión de los movimientos de personas. Entre otras medidas, permite la creación de zonas de detención en las fronteras que incluirán automáticamente a los menores no acompañados que puedan suponer una “amenaza para la seguridad”. Familias y niños también podrán ser detenidos.
Otro ataque al maltrecho derecho de asilo es el acuerdo que acaba de ser ratificado entre Italia y Albania, que conlleva la tramitación de las solicitudes de asilo en territorio no europeo, y la aplicación de procedimientos fronterizos acelerados.
En definitiva, acciones que comportan una reducción de los derechos de las personas en movimiento y/o solicitantes de asilo, que huyen de la persecución, el conflicto o la extrema pobreza.
La UE se empeña en seguir un camino que la aleja de sus valores fundacionales y se despreocupa de su responsabilidad de acogida y asilo, anclada en el respeto a la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, mientras fomenta políticas y prácticas de disuasión que infligen sufrimiento y muerte. Hace falta voluntad política para revertir esta situación y es urgente hacerlo. En 2016, MSF renunció a los fondos de la UE y sus Estados miembros en protesta por el pacto UE-Turquía, pensando que habían llegado muy lejos en la deshumanización de las políticas migratorias; no imaginamos que fuera solo el principio. Raquel González es coordinadora de Médicos Sin Fronteras en España.






















[ARCHIVO DEL BLOG] Algo ha cambiado para bien. [Publicada el 18/03/2017]











A pesar de mis ideales políticos, que los tengo aunque a veces no lo parezca, en política soy bastante posibilista. O lo que es lo mismo, y mucho mejor expresado por Karl Popper que por un servidor: "hay que hacer lo que se pueda en el momento en que se pueda". Y es que de buenas intenciones está el infierno empedrado, y de utopías, los cementerios a rebosar. 
Rubén Ruiz-Rufino, profesor de Política Comparada en el King´s College de Londres y director del Informe de la Democracia en España 2016, publicado por la Fundación Alternativas, escribió hace unas semanas en El País un artículo, titulado Por fin nos representan en el que afirmaba que el nuevo panorama político mostraba que una de las mayores quejas del 15-M había sido escuchada. 
Hasta 2015, decía en su inicio, los Gobiernos que perdían la confianza de los ciudadanos solían perder las elecciones. De esa manera, las elecciones servían como catalizador de la irritación. Así ocurrió cuando Aznar ganó a González en 1996, Zapatero venció a Rajoy en 2004 y Rajoy derrotó a Rubalcaba en 2011. Esa tendencia, sin embargo, se rompió en 2015, cuando el PP, pese a haber perdido la confianza del 70% de los ciudadanos, logró permanecer en el poder.
Estamos por tanto, añadía, en un nuevo escenario político en el que la desconfianza en el Gobierno ya no sirve para explicar un cambio de gobierno. ¿Supone esta paradoja un cambio en la forma de hacer política, una metamorfosis institucional? Y si es así, ¿qué define este nuevo modelo? La respuesta requiere analizar tres dimensiones relacionadas entre sí. En primer lugar, la manera en la que los ciudadanos canalizan su frustración con el sistema político ha cambiado. Quizás la muestra más clara de ese enfado con la política fue el movimiento 15-M, pero lo que indican las encuestas es que a partir de 2011 dicha irritación sirvió para activar políticamente a los ciudadanos, sobre todo a los grupos sociales más castigados por la crisis económica, que empezaron a demandar un cambio de rumbo político significativo. Para muchos, este cambio en las preferencias ciudadanas significó el apoyo a actitudes populistas. Recientes datos de encuestas reflejan que más del 50% de los ciudadanos se identifican con afirmaciones sobre la política basadas en actitudes antielitistas, el pueblo como eje central del discurso político o la primacía de la soberanía nacional sobre interferencias internacionales. Es en este contexto en el que surgieron los nuevos partidos políticos y se celebraron las últimas elecciones generales.
En segundo lugar, seguía diciendo, en España la combinación entre crisis económica y descontento ciudadano no provocó un tsunami político. En términos generales, las instituciones que articulan la vida política —como el Parlamento, los partidos o las elecciones— son versátiles y resistentes, lo que les ha permitido evitar el colapso ante un escenario de mucha incertidumbre. El caso del PP y el PSOE es especialmente relevante, pues a pesar de existir un descontento ciudadano grande, ni uno ni otro han sufrido derrotas electorales tan graves que los hayan colocado al borde de la extinción, como sí ha ocurrido, por ejemplo, en Grecia. Además, el sistema electoral ha transformado los votos a las nuevas formaciones en escaños suficientes para convertirlas en actores parlamentarios relevantes. La suma de votos de Podemos y Ciudadanos, casi el 35% en 2015 y el 34% en 2016, se ha transformado respectivamente en el 31% y el 29%. Y esto ha ocurrido en unos procesos electorales limpios y transparentes donde los ciudadanos han votado sin coacciones y donde los relevos de poder se han producido con toda normalidad.
Sin embargo, señalaba más adelante, sería equivocado pensar que nada ha cambiado. Hasta 2015, nuestro sistema político era un sistema de ganadores y perdedores casi absolutos. El sistema político se estructuraba en torno a un partido político que gobernaba y a otro que hacía de oposición. Estos dos partidos, a pesar de representar a una parte muy importante del electorado, no reflejaban, sin embargo, la pluralidad de la ciudadanía. Este sesgo tenía su contrapeso en la capacidad de los votantes para expulsar del gobierno a los partidos cuando estos dejaban de tener la confianza de los ciudadanos. Lo que observamos hoy es algo bien distinto. Ya no hay ganadores o perdedores absolutos sino relativos. El Congreso refleja ahora una fragmentación parlamentaria equiparable a la distribución de preferencias en la ciudadanía. Pero el precio a pagar ha sido una erosión en la rendición de cuentas: ahora, frente a la confianza prima más la representatividad política. Eso explica que el PP siguiera en el Gobierno después de las elecciones a pesar de que solo tres de cada diez españoles decían confiar en su labor.
Aunque es pronto para saber si este nuevo contexto es temporal o pasajero, concluía diciendo, lo cierto es que es totalmente novedoso. El Gobierno ya no se apoya en una mayoría hegemónica en el Parlamento, sino en el apoyo de varias fuerzas políticas que, de forma pivotante, condicionan sus acciones. Mientras que en el pasado los ciudadanos solo contaban con el voto para hacer rendir cuentas al Gobierno, ahora cuentan con sus representantes. La queja del 15-M, "no nos representan", parece haber sido cursada, y aceptada. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt














sábado, 16 de marzo de 2024

De nuevas y mejores formas de leer

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. De inventar nuevas y mejores formas de leer, comenta en Revista de Libros el escritor Patricio Pron, depende la posibilidad de demorar la emergencia de la sociedad posilustrada y posdemocrática a la que nos conducen las tecnologías disruptivas. Les recomiendo encarecidamente la lectura de su artículo y espero que junto con las viñetas que lo acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com












Nuevas y mejores formas de leer
PATRICIO PRON
04 MAR 2024 - Revista de Libros - harendt.blogspot.com

En los últimos meses, di clases como profesor invitado en una universidad alemana, algo que hago en algunas ocasiones. El futuro de las humanidades ―al menos tal como se puede atisbar desde el campus universitario de una ciudad mediana del norte de Europa— se ve sorprendentemente negro, sin embargo, y no solo a consecuencia de mi contratación: descenso del número de alumnos, falta de personal, recortes presupuestarios, un profesorado perplejo y exhausto, una administración incapaz de cumplir las reglas que ella misma ha creado, etcétera.
Visto de esta manera, el derrotismo de muchos colegas parece fundado, y esto no solo en Alemania. Recientemente, cuatro de cada cinco países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico reconocieron haber visto disminuido el número de sus estudiantes de Humanidades. En Estados Unidos, el número de alumnos de esa disciplina se redujo en un 17 por ciento en la última década. En Harvard, por ejemplo, pasaron de aproximadamente siete mil en los años 1970 a sesenta en 2020. En su artículo «El fin de la carrera de inglés», publicado por el New Yorker en marzo de este año, Nathan Heller cita las palabras de uno de sus entrevistados, un profesor que pidió permanecer en el anonimato: «Por aquí todos tenemos la impresión de que estamos en el Titanic».
De todas las alarmantes predicciones que compartieron conmigo mis colegas al comienzo de mi estancia, solo una no se cumplió, la de que mi principal decepción provendría de mis alumnos: atemorizados, curiosos, interesados, con enormes lagunas, incapaces de diferenciar una cita de un plagio, entretenidos hasta el aburrimiento, imposibilitados para distinguir entre un autor y un narrador, dotados de una atención reducida y dispersa, impedidos, naturalmente, para saber que no saben, apasionados cuando se les daba una razón para ello, esos alumnos estaban vivos, sin embargo. Mucho más que sus profesores. Sus lagunas se hacían visibles a cada momento, pero también su entusiasmo y su convicción —confusamente formulada, pero clara— de que la literatura puede decirles algo acerca de quiénes son y de cómo es el mundo al que deben enfrentarse. Nunca hubo una mala clase, o esta corrió a mi cargo. Explorar con ellos ciertos textos —incluso los de «grandes hombres blancos» como Jorge Luis Borges, que, de acuerdo con las advertencias de mis colegas iban a generar en mis alumnos un rechazo inmediato— supuso, para mí, descubrir aspectos de estos que había pasado por alto en mis lecturas anteriores; supuso, también, ver cómo algunos textos continúan resonando profundamente y de qué manera es posible extraer de ellos, con una mirada nueva, un significado nuevo. Nuestro trabajo durante algunos meses consistió en volver sobre el viejo vínculo entre las palabras y las cosas; la experiencia fue tan enriquecedora para mí que solo espero que también lo haya sido para ellos.
Como afirmó recientemente Noam Chomsky, «tenemos un par de décadas para decidir si el experimento humano va a continuar o si se hundirá en un glorioso desastre». Apostar por las Humanidades es una de las cosas más importantes que podemos hacer para ayudar a otras personas a tomar esa decisión; su justificación, en los hechos, está en todo lo que en este momento amenaza esas mismas Humanidades y contribuye a que los alumnos no vean en ellas una alternativa válida: el auge de las inteligencias artificiales y el tipo de comunicación subóptima que estas producen, que ya empieza a verse incluso en los periódicos de calidad, el incremento de los discursos de odio y la manipulación política, el auge del tipo de nihilismo político de corte narcisista que puede verse en personajes como Donald Trump, Jair Bolsonaro y la italiana Giorgia Meloni, el argentino Javier Milei, Santiago Abascal y el iraquí Salwan Momika, determinan que la necesidad de darles herramientas críticas para diferenciar los hechos de su interpretación y del impacto emocional que esos hechos producen en nosotros, para apreciar la variedad y la riqueza de la experiencia humana, así como los problemas éticos y morales que se derivan de nuestra existencia social, para interrogar las causas y las consecuencias del tipo de tecnologías de las que depende todo en este momento, para comprender las ficciones afines de un crecimiento y una optimización permanentes y la posibilidad de cuantificarlo todo, para navegar las enormes cantidades de información a las que nos enfrentamos a diario y valorarla, para entender de qué manera los discursos —políticos, periodísticos, literarios, estadísticos— son construidos y pueden ser desarticulados —es decir, el tipo de cosas que hacen los programas de Humanidades, al menos idealmente— sea aún mayor que en el pasado.
De inventar nuevas y mejores formas de leer depende la posibilidad de demorar la emergencia de la sociedad posilustrada y posdemocrática a la que nos conducen las tecnologías disruptivas. El desafío está en que, como sostuvo John Guillory en su último libro, los alumnos ya viven parcialmente en esa sociedad, que además es posliteraria en su concepción, o falta de ella, de para qué serviría la literatura. Pero es un reto que vale la pena aceptar, si no en nombre de nuestras ideas de orden, sí en el de los alumnos. No se merecen que se los deje de lado. Tienen mucho para enseñarnos, y lo que nos queda de futuro, mucho o poco, les pertenece. Patricio Pron es escritor. 

























[ARCHIVO DEL BLOG] El rey desnudo. [Publicada el 16/03/2009]












El problema histórico de los reyes es que quiénes les rodeaban no solían decirles la verdad. Unos por miedo, otros por prudencia, la mayor parte por adulación, y todos, por pelotas. Lo contó muy bien el escritor danés Hans Christian Andersen en su cuento El traje nuevo del emperador, allá por el año 1837. Y al decir los reyes, está claro que no me estoy refiriendo a las pocas testas coronadas que quedan por el mundo occidental (los "otros mundos, ya son otro cantar), que mal que bien, cumplen sus funciones constitucionales y protocolarias con exquisita prudencia. Con la metáfora de los reyes me estoy refiriendo a la cohorte de políticos, politiquillos, líderes de opinión, financieros, empresarios y mandamases varios, que cortan el bacalao (o eso creen ellos) nacional y autonómico jaleados por sus claques respectivas..
Ejemplos tenemos sobrados en estos días. En el plano local. nuestro ínclito y nunca bien ponderado presidente autonómico, don Paulino Rivero (ATI-CC) y su vicepresidente, don José Manuel Soria (PP). La última, la propuesta de distribuir la comida recien caducada de las grandes superficies entre las clases más necesitadas para hacerlas más llevadera la crisis económica. Es una idea original del presidente, que atribuida por él mismo a ONGs y Grandes Superficies, ha sido negada con énfasis tanto por los empresarios como por la ONGs (entre ella Cáritas) por demagógica y facilona. La cuestión aquí es quien es el emperador del cuento y quien el sastre timador, o lo que es lo mismo, ¿quién es rehén de quién?, ¿el presidente Rivero, o su consejero de economía y vicepresidente Soria?
En el ámbito nacional, está todo mucho más confuso, y afecta a un solo partido. En Madrid, doña Esperanza Aguirre, se pasa por el forro de los ovarios la democracia parlamentaria y cierra la comisión de investigación que ella misma creó, sin escuchar siquiera a los directos afectados. En Valencia, la situación tiene más gracia porque afecta a su mandamás principal, don Francisco Camps, y..., su sastre, del que lamento no saber su nombre, aunque tampoco hace gran falta para la historia, -¡qué cosas, Dios, tiene uno que leer!-, por lo que está claro quien es el emperador y quien el sastre, ejerciendo el papel de pelotas nada menos que el señor Rajoy y la señora Cospedal (Abogada del Estado, para más INRI). ¿Quién es aquí rehén de quién?. Respóndanse ustedes a la pregunta si les apetece. Yo lo tengo bastante claro.
Mientras lo piensan, pueden leer ustedes el cuento íntegro de Hans Christian Andersen y sendos artículos de los periodistas Francisco Pomares ("Paulino metepatas") publicado en el diario La Provincia-Diario de Las Palmas del pasado día 13, y de José María Izquierdo ("¿Desparpajo?; quia, desvergüenza"), publicado en el diario El País de hoy, que reproduzco más adelante. Disfrútenlos. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt














viernes, 15 de marzo de 2024

De cuando las personas son el problema

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Una sociedad funciona no porque haya leyes, escribe en La Vanguardia el abogado Juan-José López Burnios, sino porque el ciudadano medio hace habitualmente lo que debe. Les recomiendo encarecidamente la lectura de su artículo y espero que junto con las viñetas que lo acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com






El problema son las personas
JUAN-JOSÉ LÓPEZ BURNIOS
09/03/2024 - La Vanguardia - harendt.blogspot.com

Cuántas veces, a lo largo de mi ejercicio profesional como notario, no le habré dicho a un testador exageradamente cuidadoso, de aquellos que quieren dejarlo todo atado y bien atado, enhebrando una cláusula tras otra con múltiples apartados y salvedades: “No se equivoque, el mejor testamento no es el más complejo, sino el más sencillo”. Y es efectivamente así: un testamento sencillo y sin pretensiones de exhaustividad, si los herederos son personas decentes o el albacea un tipo correcto, funcionará como un reloj; mientras que, en cambio, el más previsor de los testamentos, si los hijos son unos tarambanas o el albacea un aprovechado, provocará una sucesión tormentosa.
Hace falta, por supuesto, un testamento correcto, pero lo esencial son las personas que han de interpretarlo y ejecutarlo. Y esto no constituye ninguna excepción, porque una sociedad funciona no porque haya leyes, sino porque el ciudadano medio hace habitualmente lo que debe, aunque sea a contracor, acudiendo a su trabajo y trabajando, pagando sus deudas e impuestos, y atendiendo a las personas que de él o de ella dependen. Las leyes son por supuesto precisas para: a) establecer un orden social y b) para resolver conflictos de intereses; pero ¡ay de aquel país que todo lo fie a la capacidad coercitiva de sus leyes! No será un país; será un campo de concentración (una dictadura) o un campo de Agramante.
¿A qué viene este sermón pedestre? Solo a llamar la atención del lector sobre un punto que juzgo crucial: que la mayor parte de los males que nos afligen colectivamente no se deben a la mala calidad de las leyes y a la obsolescencia de las instituciones, sino al comportamiento de las personas que, por razón de su cargo, desempeñan la gestión de nuestros intereses colectivos.
Siguiendo el ejemplo antes expuesto del testamento: no se trata de que la Constitución sea un prodigio teórico; las leyes, una condensación quintaesenciada del más depurado espíritu de justicia; las instituciones, un dechado de perfección técnica, y los reglamentos, una carta de navegar omnicomprensiva tan certera como clara. No, no se trata de eso, porque, aunque se den todos estos presupuestos, si buena parte de los que están al frente de las instituciones y han de aplicar las normas carecen de la formación y de la experiencia de gestión necesarias para ello, estamos aviados. Y si, además, estos mismos mandamases están imbuidos de un espurio “patriotismo de partido” y van a lo suyo pensando solo en la conquista o la preservación del poder, el siniestro está servido: el Estado entrará en crisis. Mientras que, por el contrario, con unas instituciones apañadas y unas leyes sin pretensiones de perfección, unos políticos prudentes y comprometidos con el interés general conformarán una sociedad bien ­gobernada y atenta al bienestar de sus miembros.
Un ejemplo. Datando nuestra Constitución de 1978, un nacido al año siguiente, que cuente hoy 44 años, puede decir: “Ha pasado casi medio siglo, y somos muchos los españoles que no la votamos, por lo que es necesario reformarla para someterla de nuevo a la sanción popular”. Según esta teoría, cada equis años debería refrendarse todo nuestro marco legal. ¿También el código de circulación? Que un desaprensivo sostenga tal dislate es inevitable; ahora bien, que una opinión así cuaje es algo peor: hace pender la vigencia de las leyes de un constante refrendo popular. Algo imposible.
Este desvarío no se produce siempre, pues es exclusivo de aquellos momentos históricos de crisis profunda de los valores comunitarios. Una crisis que se manifiesta en una exacerbación hasta el paroxismo de los derechos individuales, en una mengua del sentido de pertenencia y de lealtad a la comunidad, con la consecuente falta de solidaridad, y en el menosprecio y menoscabo del interés general. Esta sociedad es incapaz de gobernarse democráticamente, porque no respeta las instituciones ni cumple las leyes, sean estas las que sean. En este caso, el problema no son las instituciones ni las leyes. El problema son las personas. El “factor humano” decía Graham Greene. Juan-José López Burniol es abogado.


























[ARCHIVO DEL BLOG] Asociación de ideas. [Publicada el 06/09/2008]












Desde siembre me ha llamado la atención el complejo proceso mental mediante el cual se produce la asociación de ideas: uno comienza hablando del precio de las hortalizas y termina la conversación discutiendo sobre la moral victoriana..., por ejemplo. Me ha pasado hace unos días con un precioso artículo: "Afrancesadas o petimetras", publicado en El País del martes por la catedrática de Lengua y Literatura, periodista y escritora, Juana Vázquez, sobre la Guerra de Independencia española cuyo bicentenario estamos celebrando.
El artículo no es sólo una fundamentada crítica al rancio pensamiento reaccionario de los absolutistas españoles, con Fernando VII a la cabeza, sino sobre todo un canto a la incipiente liberalización femenina, que la Ilustración había propiciado en España con el advenimiento de la nueva dinastía borbónica. Me alegró leerlo, y advertir que no soy el único de los españoles que de haber vivido en esa época es muy posible que hubiera quedado del lado de los afrancesados...
Conforme lo iba leyendo dos recuerdos fluían a mi mente. Por un lado, el de una frase atribuida, creo, a Sir Winston Churchill, que siempre me ha producido cierta desazón, y que no comparto, que viene a decir que "con la Patria, como con la madre, se está siempre aunque no tenga razón"... Por otro, el de un magnífico libro de la historiadora italiana Benedetta Craveri: "La cultura de la conversación" (Siruela, Madrid, 2004), leído hace cuatro años por estas fechas. Uno de los textos más hermosos que he leído nunca; precioso ensayo sobre el importantísimo papel desempeñado en el mundo de la cultura europea por las mujeres de la aristocracia ilustrada del Antiguo Régimen, que en la Francia de los siglos XVII y XVIII, supieron crear, mantener y desarrollar los denominados salones literarios.
Y de ahí, y concluyo la asociación de ideas, me asaltan casi de manera inmediata otros dos recuerdos indelebles: la valerosa postura de la actriz Jane Fonda, oponiéndose decididamente a la guerra que su país mantenía en Vietnam en los años 60, por la que fue acusada de traidora y antinortemaericana, y la también valerosa respuesta de la filósofa Hannah Arendt, en tantas ocasiones citadas por mí,  a raíz de la publicación (1963) de su libro "Eichmann en Jerusalén" (Nuevas Ediciones de Bolsillo, Barcelona, 2004), en el que relata el proceso, condena y posterior ejecución en Israel del exjerarca nazi Adolf Eichmann, secuestrado un año antes en Argentina por el Mossad, trasladado en secreto a Israel y enjuciado allí por crímenes contra el pueblo judío. Arendt siguió el proceso en Jerusalén como enviada especial de una prestigiosa revista norteamericana. Un año más tarde se publicaron sus crónicas sobre el juicio; primero en la revista y luego en forma de libro. Acusada por gran parte de los lectores, no sólo judíos, de desprecio y falta de amor a su pueblo, al pueblo judío, e incluso de pronazi, Hannah Arendt, contestó públicamente a sus críticos con unas palabras que se han hecho célebres: "Tienen ustedes toda la razón; no me anima ningún amor de esa clase, y eso por dos motivos: jamás en toda mi vida he amado a ningún pueblo, a ninguna colectividad; ni al pueblo alemán, ni al pueblo francés, ni al norteamericano, ni a la clase obrera, ni nada de todo eso. Yo amo únicamente a mis amigos y la sola clase de amor que conozco y en la que creo es en el amor por las personas. En segundo lugar, este amor por los judíos me parecería, puesto que yo misma soy judía, más bien sospechoso. Yo no puedo amarme a misma, amar aquello que sé que es parte de mí, un fragmento de mi propia persona". Aún hoy, es un libro que sigue levantando polémicas. ¿Comprenden ahora lo que decía al principio sobre la asociación de ideas?... Buen fin de semana. Y sean felices. HArendt