viernes, 10 de marzo de 2023

De la prudencia como cobardía

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del analista político Wolfgang Münchau, va de la prudencia como cobardía. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.
harendt.blogspot.com








Prepárense para una decepción
WOLFGANG MÜNCHAU
06 MAR 2023 - El País
harendt.blogspot.com

¿Qué pasará si perdemos? O más bien, ¿qué pasará si la guerra acaba con una resolución que los ucranios y la mayoría de los occidentales consideramos insatisfactoria? La mayoría de las guerras no terminan con una victoria clara de uno de los bandos. Esta podría ser una de ellas.
Últimamente ha habido un cambio en las opiniones expresadas en las capitales europeas sobre el desenlace de la guerra. En estos momentos, Washington, Berlín y Londres comparten la previsión de que el conflicto se prolongará varios años. Ninguno de los contendientes tiene la superioridad necesaria en cuanto a soldados y equipo para infligir una derrota decisiva al otro.
Basta comparar esta valoración con la euforia del año pasado. Recuerdo que un general estadounidense retirado afirmaba que Ucrania gozaba de un impulso irreversible. La verdad es que incluso los expertos militares saben menos de lo que creen. Jugar a predecir el resultado de la guerra no tiene sentido. Que acabe en tablas es, por supuesto, solo uno de los varios escenarios posibles. Pero no es descabellado.
La razón más evidente por la que las expectativas occidentales han cambiado tanto es el fracaso generalizado a la hora de acordar objetivos bélicos precisos. Yo conozco al menos cuatro. El objetivo máximo es un cambio de régimen. Cuando Gordon Brown escribe que debemos a los ucranios el poner a Vladímir Putin ante un tribunal de crímenes de guerra, está pidiendo exactamente eso. ¿Cómo si no podríamos llevar a Putin a La Haya? Está claro que no vamos a secuestrarlo. Un tribunal de crímenes de guerra exigiría un golpe de Estado en Moscú y un nuevo Gobierno ruso dispuesto a extraditar a Putin. Algunos políticos europeos están de acuerdo con este objetivo. Olaf Scholz y Emmanuel Macron seguramente no.
El segundo, también ambicioso, pero menos extremo, es expulsar a Rusia de todos los territorios ucranios ocupados, incluida Crimea, que se anexionó en 2014.
El tercer propósito, más limitado, sería volver a las fronteras del 23 de febrero de 2022, el día antes de que Putin empezara la invasión del año pasado.
El canciller alemán Olaf Scholz ni siquiera se atreve a dar su apoyo a esto. Se limita a decir que Rusia no debe ganar. Con ello da a entender que está dispuesto a conformarse con menos, y este es el objetivo número cuatro: un compromiso turbio. Por ahora, la ambigüedad es lo que mantiene unida a la alianza occidental. Pero la ambigüedad tiene un precio terrible. Nos dividirá cuando se acerquen las fases finales de la guerra.
En vez de un objetivo unificado, tenemos líneas rojas. La más roja de todas es que no queremos enfrentarnos directamente a Rusia. Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania no quieren enviar aviones de combate por esta razón. Los cazas van acompañados de personal de apoyo que tendría que operar desde bases aéreas ucranias. Esto situaría a Occidente un paso más cerca del enfrentamiento militar directo con Rusia.
En segundo lugar, los europeos solo pueden mandar el equipamiento militar que tienen, menos el que necesitan. Y el que tienen es mucho menos del que las cifras oficiales dan a entender. Muchos países europeos, entre ellos Alemania, Italia y España, han escatimado en sus presupuestos de defensa. Una gran parte de los tanques Leopard 2 y de los aviones Eurofighter no funcionan. En vez de comprar piezas de repuesto, Alemania ha canibalizado el material que tenía arrancando piezas de unos tanques para reparar otros.
En tercer lugar, ningún país europeo quiere que se considere que actúa solo, por temor a convertirse en objetivo de Rusia. Cuando Scholz accedió por fin a mandar los Leopard 2 a Ucrania, le costó conseguir que otros líderes europeos contribuyeran también. En las capitales europeas se hicieron de antemano muchas declaraciones de buena voluntad sobre el envío de carros. Si acaso, Scholz actuará en el futuro incluso con más cautela que en el pasado.
Lo que también está empezando a ocurrir ahora es que el apoyo de la opinión pública al suministro de armas a Ucrania se está debilitando. En Alemania desde luego. Una encuesta reciente muestra que el 33% de los entrevistados se declara a favor de seguir apoyando militarmente a Ucrania, mientras que el 49% se opone a ello.
El entusiasmo por seguir ayudando a Ucrania es mayor en Estados Unidos, pero también está perdiendo fuerza. Una consulta realizada recientemente indica que el 48% de los estadounidenses son partidarios de la entrega de armas, frente a un 29% que se opone. En mayo de 2022, el porcentaje de estadounidenses que la apoyaban era del 60%. Los demócratas suelen estar más a favor del apoyo militar y financiero a Ucrania, mientras que los republicanos tienden a oponerse. No debemos dar por sentado que la ayuda estadounidense a Ucrania sobreviva a la campaña electoral de 2024.
Si Estados Unidos redujera su apoyo, también lo haría Alemania. Las piezas de dominó caerían. Esta es la apuesta de Putin. Un conflicto largo es lo que más le conviene.
Esta es mi hipótesis de cómo podría terminar esta guerra. Se trata de un escenario, no de un pronóstico: la guerra de trincheras continuará y la contraofensiva ucrania tendrá éxito, pero solo parcial. Un Occidente aquejado de déficit de atención acabará por perder aguante porque la política se entrometerá. Aumentará la presión para lograr un acuerdo de paz que garantice a Ucrania la independencia y la devolución de la mayor parte de sus territorios, pero no de todos. Ucrania no se convertirá en miembro de la OTAN. La Unión Europea ayudará a reconstruir el país y le ofrecerá una relación estrecha, pero sin llegar a la integración plena. Putin seguirá en el poder. No habrá tribunal de crímenes de guerra. Se levantarán las sanciones, pero para entonces Rusia y China habrán formado una alianza estratégica económica y militar. Putin seguirá adelante con su siguiente proyecto: la anexión de Bielorrusia.
¿Les parece una hipótesis poco razonable? Si creen que no lo es, pregúntense qué consecuencias tendrá para Occidente, para la cohesión de la Unión Europea y para la alianza trasatlántica. Prepárense para una decepción.


























[ARCHIVO DEL BLOG] Adolfo Suárez: Un reconocimiento merecido. [Publicada el 19/07/2008]









Es noticia destacada en la prensa de hoy la visita que ayer realizaron los reyes al expresidente Adolfo Suárez en su domicilio particular para entregarle personalmente el Gran Collar de la Orden del Toisón de Oro, la condecoración nobiliaria más importante del mundo, de la que el rey de España es su Gran Maestre, y que le había sido otorgado por el Gobierno el pasado año. La noticia del encuentro la relata en un artículo de El Confidencial de hoy: "Que nunca caiga en el olvido", el periodista Federico Quevedo. 
Es un reconocimiento absolutamente merecido para quien fuera presidente del gobierno entre 1976 y 1981, impulsor de la Ley de Reforma Política que puso fin al régimen franquista y del proceso constituyente posterior que culminaría con la aprobación de la Constitución de 1978.
Hablé personalmente con Adolfo Suárez en una sola ocasión, poco después de ser designado presidente del gobierno por el Rey, en mi condición de secretario general en Las Palmas de la Unión del Pueblo Español (UDPE), una de las "asociaciones políticas" que él impulsaba desde la secretaría general del Movimiento. Me pareció, como han dicho de él otras personas con mucho más conocimiento de causa que yo, un auténtico animal político, un encantador de serpientes, al que no se le puede escatimar elogio alguno por lo que consiguió y por como lo consiguió... No le seguí en su creación de la UCD, tras el reconocimiento legal de los partidos políticos, y volví a la vida universitaria, porque nunca no me he sentido a gusto del todo como hombre de partido aunque haya militando en ellos, pero jamás ha dejado de interesarme la política, como ciencia teórica.
Pienso que se merece, aunque resulte tardío, ese reconocimiento que el pueblo, el gobierno y el Rey le otorgan con esta distinción. Y reconozco no haber podido dominar del todo la emoción que me ha embargado al ver la entrañable foto de un Adolfo Suárez incapaz de recordar quién es, quién fue y qué hizo, paseando junto al rey de los españoles... HArendt











jueves, 9 de marzo de 2023

De corrupciones y corruptos

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del poeta Luis García Montero, va de corrupciones y corruptos. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.








Corrupciones
LUIS GARCÍA MONTERO
06 MAR 2023 - El País
harendt.blogspot.com

Durante los últimos días hemos disfrutado de un muestrario muy ilustrativo de las diversas maneras de vivir la corrupción. Existe una corrupción cutre, un modo de dejarse comprar con putas, fiestas y propinas. Es el malandar del político hortera que cae en las manos y en las fotografías de gente más sucia que él. Los billetes y las palabras huelen mal, provocan una barriga sudorosa y una cara pringada. Aunque se considera un cacique, es el tonto de la pandilla. Y tontos sin un pellizco de vergüenza hay en todas las familias. En el mejor de los casos, su propio partido los expulsa, se avergüenza de ellos. Los daños son así para el partido, no para la sociedad.
Luego está el corrupto pijo, el modo elegante de entender la política como una asociación para el robo organizado en convivencia con las grandes fortunas, las obras públicas, los recibos de la luz, los barcos de lujo y las concesiones de alta gama. Su poder es tan alto que borra las fronteras entre la política y los delitos. Para evitar cualquier escándalo, en vez de denunciar, el partido se comporta como un compinche más, utiliza lo que está a su alcance para borrar pruebas y mantener el silencio. Esta corrupción trajeada hace mucho daño al Estado, convierte incluso a sus propios poderes, la policía, los jueces, los gobernantes, en ámbitos más negros que la delincuencia popular.
Y luego está la corrupción legalizada. Hubo una época, no se olvide, en la que tener esclavos era legal. La sociedad convivía con las canalladas como algo propio de un orden establecido y envidiable. Espero que un día el comportamiento de Ferrovial provoque tanta vergüenza pública como el esclavismo. Los beneficios sin escrúpulos, la falta de límites para acordar favores… y luego escaparse al quinto pino como un forajido insaciable para no corresponder al amor de la patria… ¿Esto puede ser legal?


























[ARCHIVO DEL BLOG] ¿Queda algo de la fraternidad universal? [Publicada el 17/04/2014]









Hoy, Jueves Santo, la iglesia católica celebra el día del amor fraterno, concepto este, el de la fraternidad, que el diccionario de la lengua española, califica como "amistad o afecto entre hermanos o entre quienes se tratan como tales". Su fundamento se encuentra en las palabras que Jesús de Nazareth dijera a sus discípulos tal día como hoy: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 13 34). 
Libertad, igualdad y fraternidad, proclamó enfática la revolución francesa: "Los hombres nacen y crecen iguales en derechos" (art. 1º de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, 1789), y unos años antes la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776): "Todos los hombres son iguales".
La fraternidad, ideal cristiano por excelencia, lo es también, como acabamos de ver, de las grandes revoluciones ilustradas de finales del siglo XVIII, que dan origen al hombre moderno, ya no súbdito sino ciudadano.
Pero tengo la impresión de que el concepto clásico, cristiano, ilustrado y revolucionario de fraternidad ha sido sustituido por el más moderno y tenue de solidaridad, entendida (de nuevo recurro al diccionario) como "adhesión circunstancial a la causa o la empresa de otros". Lástima..., porque la realidad actual quizá sea peor de lo que imaginamos. Quizá, como dice un personaje de "El cementerio de Praga" (Umberto Eco: Lumen, Barcelona, 2010) porque "el odio calienta el corazón".
"Es inútil ir a buscarse un enemigo, qué sé yo, -dice el personaje citado- entre los mongoles o los tártaros, como hicieron los autócratas de antaño. El enemigo para ser reconocido y temible debe estar en casa, o en el umbral de casa"... "El sentimiento de la identidad se funda en el odio hacia los que no son idénticos. Hay que cultivar el odio como pasión civil. El enemigo es el amigo de los pueblos. Hace falta alguien a quien odiar para sentirse justificados en la propia miseria. Siempre. El odio es la verdadera pasión primordial"... "Se puede odiar a alguien toda la vida. Con tal de que lo tengamos a mano, para alimentar nuestro odio". 
¿Les suena? Desde finales del siglo XIX a mediados del XX, ese enemigo cercano, dentro de casa, fue el pueblo judío. Ahora, el nacionalismo identitario, el cáncer que corroe Europa, ha encontrado un nuevo enemigo-vecino: los judíos han sido sustituidos por los españoles, los griegos, los rusos, los ucranianos, los italianos, los turcos, los gitanos, los rumanos, los búlgaros, los norteafricanos musulmanes, los subsaharianos, los hispanos, los inmigrantes... El caso es echar la culpa de nuestros males a los "otros"... Como antes, como siempre... 
Sean felices, por favor. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt











miércoles, 8 de marzo de 2023

Del feminismo y sus herejes

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz jueves. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del politólogo Fernando Vallespín, va del feminismo y sus herejes. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.
harendt.blogspot.com








El feminismo y sus herejes
FERNANDO VALLESPÍN
05 MAR 2023 - El País
harendt.blogspot.com

Con toda la dislocación que suelen producir las elecciones, hay veces en las que tienen un efecto oxigenante. Es lo que se adivina en estas que estamos a punto de afrontar. A la vista de la cantidad de atribución de cargos que significa la renovación de todo el poder local y de buena parte del regional, los partidos no están para asumir demasiados riesgos. Está siendo una legislatura demasiado díscola para afrontarlas sin una previa limpieza de factores distorsionantes. Y entre ellos se encuentran las consecuencias de la famosa ley del solo sí es sí, que hacían imperativa su reforma. Pero también la escenificación de una importante discrepancia dentro del propio Gobierno de coalición. Como siempre ocurre en periodos electorales, lo más importante para cada formación política es conseguir diferenciarse de sus adversarios. Disentir en torno a su reforma viene a ser perfectamente instrumental para que cada una de las partes ―PSOE y UP― puedan tomar distancia entre sí sin que ello les provoque ninguna merma en la gobernabilidad conjunta. Cada uno de ellos puede reivindicarse ante sus electores potenciales como portadores de sus supuestos principios, más aún tratándose de una materia, la cuestión feminista, sobre la que ambos reivindican la hegemonía.
Los caprichos del calendario han ocasionado, sin embargo, que la disputa vaya a coincidir con el 8-M, el día de exaltación feminista, y es casi inevitable que dichas discrepancias se hagan sentir también en las calles. El peligro, como ya ha ocurrido antes, es que se tribalice, que en vez de aparecer como un movimiento de liberación unido acuda organizado en facciones. Cada grupo con su pancarta alusiva a su propia concepción del feminismo. En mi condición de teórico político, aprovecho para decir que es en este campo donde a lo largo de las últimas décadas se ha desarrollado la filosofía política más rica, sugerente e imaginativa. Pero también donde proliferan todo tipo de teorías y matices. Lo sorprendente es que este pluralismo teórico sobre el fenómeno, que en el mundo académico es visto como algo natural y hasta bienvenido, cuando salta a la política práctica se contamina con la retórica de las herejías. Quien no se adscribe a la concepción supuestamente correcta es visto como hereje y, por tanto, merece ser “cancelado”. Si no al modo de la doctrina woke convencional, con sanciones específicas, sí en un sentido lato.
Detrás late, como antes decía, una clara disputa por la hegemonía ―siempre volvemos a Gramsci―, que en un sistema de partidos entra en combustión por la propia disputa electoral. La superposición en este tema de la otra fuente de los conflictos políticos hubiera exigido que pudiera diferenciarse entre un feminismo de izquierdas u otro de derechas, pero tal parece que ―dentro de la izquierda, al menos―, solo pueda existir una versión verdadera y unos únicos intérpretes cualificados para representarla. Solamente así es comprensible la tozudez de Podemos y sus aliados por negarse a ajustar la susodicha ley a los criterios de la racionalidad del derecho. El PSOE se ha inclinado al final por la solución pragmática, y esto le permite asumir de forma implícita el rol de feminismo “responsable”. Tampoco le viene mal que su aprobación de la reforma pase con el voto de la derecha; es la mejor manera de exhibir sus líneas rojas con respecto a sus socios. Y a Podemos le viene de perlas porque puede presumir de encarnar la verdadera izquierda feminista. Al final a uno siempre le queda la duda de si más que una disputa en torno a visiones feministas no estamos en realidad ante el más clásico juego de los intereses electorales de partido. Creo que el feminismo no lo merece.
























[ARCHIVO DEL BLOG] El síndrome de Telémaco. [Publicada el 27/04/2015]










En su libro Ejemplaridad pública, del que hablaba en una de mis entradas anteriores, el filósofo Javier Gomá escribe lo siguiente: "Está por ver, en efecto, que en una época en que se prescinde de la religión como factor de integración social y en que la crítica a las ideologías ha vaciado a estas definitivamente de eficacia movilizadora sustituyéndolas por el presente pluralismo y relativismo axiológico, está por ver, repite, que en las actuales circunstancias el respeto al hombre en hombre y la educada repugnancia hacia lo indigno y lo incívico, sean suficientes para que los ciudadanos manteniendo sus expectativas dentro de los confines de lo humanamente realizable, aprendan a renunciar a la bestialidad y al barbarismo instintivo y a limitar las pulsiones destructivas y antisociales de una subjetividad consentida y acostumbrada a no reprimirse; y que sean suficientes también para que la polis, sin ayuda de las imágenes del mundo tradicionales, consiga mantenerse unida y estable soportando toda la diversidad multicultural y la complejidad económica y social que se agitan en su interior, y todo ello por propio convencimiento de los mismos ciudadanos, ingenuamente, sin permitir ninguna coerción exterior y sin reconocer a ninguna instancia superior la legitimidad de obligarnos a ello, sino por la pura comprensión de lo que es debido a la dignidad finita y convencional del hombre".
Sé que el lenguaje filosófico es a veces, pretendidamente o no, oscuro y hasta ininteligible, pero es lo que hay. Sin embargo, a la luz de las páginas anteriores a la reproducida más arriba, parece claro para mí, lego en disquisiciones filosóficas, que lo que quiere decirnos Gomá es que las libertades conquistadas por el hombre en los últimos decenios después de luchas, avances y retrocesos de siglos son ya irreversibles. Y que esa idea de libertad, unida inextricablemente a la de igualdad, separada ya para siempre de cualquier connotación de superioridad aristocrática, académica o política, ha arrumbado al baúl de los recuerdos la idea y el prestigio de la autoridad como valor supremo de los gobernantes de la polis. Ya todos somos iguales, para bien o para mal. Pero no solo en la polis ha desaparecido toda pretendida supremacía moral en función de una supuesta autoridad. También en la vida ordinaria familiar, académica o social.
Esa parece ser la tesis que expone el escritor Jordi Soler en su artículo de El País de hace unos días titulado "Los hijos de Ulises". Dice en él que la "autoridad simbólica del padre ha perdido peso, se ha eclipsado, ha llegado irremisiblemente a su ocaso”. Lo llama "El complejo de Telémaco" y lo define como el fenómeno de la evaporación del padre, y en general, de toda autoridad. 
Una vez ida la autoridad paterna, dice más adelante, las demás autoridades comienzan también a evaporarse. Y detrás del padre van cayendo en el descrédito los gobernantes, los políticos, los sacerdotes, el rey, los soldados y los policías, y casi cualquiera de esas figuras públicas que en el siglo XX tenían una sólida e incuestionable autoridad, y que han visto como el respeto que su figura imponía se ha ido diluyendo.
Las causas de esta evaporación, sigue diciendo, son múltiples. No hay líder social, institucional o político, añade, al que no se le vean las costuras. La transparencia de este milenio hace muy evidentes las flaquezas, las debilidades, las ridiculeces y las corruptelas de esas figuras de autoridad que solían protegerse bajo la conveniente opacidad que ofrecía el siglo anterior. No hay autoridad que resista el despiadado escaneo que aplican las redes sociales, combinadas con la diabólica inmediatez de los medios de comunicación, porque ya el escaneo, al margen de las inmundicias que revele, sitúa a la persona en un nivel de exhibición desde el cual es muy difícil transmitir autoridad.
Ya no queda claro quién manda, dice al final de su artículo. En el siglo XXI, concluye, la autoridad se fragmenta, está en la oficina de una entidad financiera, en una empresa de Internet, en una institución dedicada a la seguridad y al espionaje, en un holding farmacéutico, nadie sabe bien dónde está la autoridad, y cada vez creemos menos en los que dicen que la tienen. Abusando de la imagen de Telémaco, que espera a su padre frente al mar, que mira hacia el horizonte con la esperanza de que aparezca una señal que lo oriente, se me ocurre pensar que en este milenio, que apenas empieza y ya huele a chamusquina, no solo los hijos son Telémaco, también los padres, y los que mandan y tienen todavía alguna autoridad; estamos todos frente al mar, mirando al horizonte en espera de una señal. ¿Es la abolición definitiva de todo prestigio de la autoridad la causa de la crisis de credibilidad que atenaza a las sociedad democráticas? Bien pudiera ser, al menos una de ellas, pero hay más. 
Mi profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en la UNED, el historiador Santos Juliá, escribía en febrero pasado en Revista de Libros un extenso artículo, titulado "Sombras sobre las democracias", reseñando varios libros sobre tan grave asunto de reciente aparición en la esfera académica de autores tan prestigiosos como David Runciman, Francis Fukuyama o Peter Mair. Al final del mismo, y les animo a la lectura completa de su reseña, dice el profesor Santos Juliá: "En una conferencia sobre el futuro de la democracia que impartió en noviembre de 1983, en el Palacio de las Cortes de Madrid, invitado por Gregorio Peces-Barba, presidente del Congreso de los Diputados, Norberto Bobbio dijo que si le preguntaran «si la democracia tiene un porvenir y cual sea éste, en el supuesto caso de que lo tenga, les respondo tranquilamente que no lo sé». Han pasado muchos años, continúa diciendo, desde aquella conferencia, la tranquilidad con que se miraba entonces el futuro se ha esfumado y los acentos que predominan en el mundo académico suenan más bien sombríos, si no lúgubres: la democracia vaciada o en el vacío, la democracia en retirada, la democracia en declive, son algunas de las voces que han irrumpido en el debate político sobre el futuro de lo que hace veinticinco años se celebraba como democracia triunfante. La multiplicación de las democracias viene a ser, por tanto, como la otra cara del declive de la democracia: muchas son, pero su calidad palidece. El debate es rico en derivaciones y recovecos, en énfasis y matices, pero una cosa es clara: la democracia ha dejado de ser, como se tendía a dar por supuesto cuando agonizaba el siglo XX, el fin de la historia o la última de todas las utopías posibles, más que nada porque, al decir hoy en día «democracia», no se sabe muy bien de qué se trata, como no sea que previamente se aclare de qué democracia estamos hablando. Y ese será el tema de debate que nos seguirá ocupando en los próximos años hasta que… bueno, hasta que algún día lleguemos todos a Dinamarca para quedarnos en ella".
Para comprender la alusión al país nórdico con la que concluye su artículo es necesario que lean el mismo en su integridad. Y perdónenme la malicia por mi parte: si lo leen, es que he atizado su curiosidad y conseguido mi propósito. Me doy por satisfecho.
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt