jueves, 9 de marzo de 2023

De corrupciones y corruptos

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del poeta Luis García Montero, va de corrupciones y corruptos. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.








Corrupciones
LUIS GARCÍA MONTERO
06 MAR 2023 - El País
harendt.blogspot.com

Durante los últimos días hemos disfrutado de un muestrario muy ilustrativo de las diversas maneras de vivir la corrupción. Existe una corrupción cutre, un modo de dejarse comprar con putas, fiestas y propinas. Es el malandar del político hortera que cae en las manos y en las fotografías de gente más sucia que él. Los billetes y las palabras huelen mal, provocan una barriga sudorosa y una cara pringada. Aunque se considera un cacique, es el tonto de la pandilla. Y tontos sin un pellizco de vergüenza hay en todas las familias. En el mejor de los casos, su propio partido los expulsa, se avergüenza de ellos. Los daños son así para el partido, no para la sociedad.
Luego está el corrupto pijo, el modo elegante de entender la política como una asociación para el robo organizado en convivencia con las grandes fortunas, las obras públicas, los recibos de la luz, los barcos de lujo y las concesiones de alta gama. Su poder es tan alto que borra las fronteras entre la política y los delitos. Para evitar cualquier escándalo, en vez de denunciar, el partido se comporta como un compinche más, utiliza lo que está a su alcance para borrar pruebas y mantener el silencio. Esta corrupción trajeada hace mucho daño al Estado, convierte incluso a sus propios poderes, la policía, los jueces, los gobernantes, en ámbitos más negros que la delincuencia popular.
Y luego está la corrupción legalizada. Hubo una época, no se olvide, en la que tener esclavos era legal. La sociedad convivía con las canalladas como algo propio de un orden establecido y envidiable. Espero que un día el comportamiento de Ferrovial provoque tanta vergüenza pública como el esclavismo. Los beneficios sin escrúpulos, la falta de límites para acordar favores… y luego escaparse al quinto pino como un forajido insaciable para no corresponder al amor de la patria… ¿Esto puede ser legal?


























[ARCHIVO DEL BLOG] ¿Queda algo de la fraternidad universal? [Publicada el 17/04/2014]









Hoy, Jueves Santo, la iglesia católica celebra el día del amor fraterno, concepto este, el de la fraternidad, que el diccionario de la lengua española, califica como "amistad o afecto entre hermanos o entre quienes se tratan como tales". Su fundamento se encuentra en las palabras que Jesús de Nazareth dijera a sus discípulos tal día como hoy: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 13 34). 
Libertad, igualdad y fraternidad, proclamó enfática la revolución francesa: "Los hombres nacen y crecen iguales en derechos" (art. 1º de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, 1789), y unos años antes la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776): "Todos los hombres son iguales".
La fraternidad, ideal cristiano por excelencia, lo es también, como acabamos de ver, de las grandes revoluciones ilustradas de finales del siglo XVIII, que dan origen al hombre moderno, ya no súbdito sino ciudadano.
Pero tengo la impresión de que el concepto clásico, cristiano, ilustrado y revolucionario de fraternidad ha sido sustituido por el más moderno y tenue de solidaridad, entendida (de nuevo recurro al diccionario) como "adhesión circunstancial a la causa o la empresa de otros". Lástima..., porque la realidad actual quizá sea peor de lo que imaginamos. Quizá, como dice un personaje de "El cementerio de Praga" (Umberto Eco: Lumen, Barcelona, 2010) porque "el odio calienta el corazón".
"Es inútil ir a buscarse un enemigo, qué sé yo, -dice el personaje citado- entre los mongoles o los tártaros, como hicieron los autócratas de antaño. El enemigo para ser reconocido y temible debe estar en casa, o en el umbral de casa"... "El sentimiento de la identidad se funda en el odio hacia los que no son idénticos. Hay que cultivar el odio como pasión civil. El enemigo es el amigo de los pueblos. Hace falta alguien a quien odiar para sentirse justificados en la propia miseria. Siempre. El odio es la verdadera pasión primordial"... "Se puede odiar a alguien toda la vida. Con tal de que lo tengamos a mano, para alimentar nuestro odio". 
¿Les suena? Desde finales del siglo XIX a mediados del XX, ese enemigo cercano, dentro de casa, fue el pueblo judío. Ahora, el nacionalismo identitario, el cáncer que corroe Europa, ha encontrado un nuevo enemigo-vecino: los judíos han sido sustituidos por los españoles, los griegos, los rusos, los ucranianos, los italianos, los turcos, los gitanos, los rumanos, los búlgaros, los norteafricanos musulmanes, los subsaharianos, los hispanos, los inmigrantes... El caso es echar la culpa de nuestros males a los "otros"... Como antes, como siempre... 
Sean felices, por favor. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt











miércoles, 8 de marzo de 2023

Del feminismo y sus herejes

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz jueves. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del politólogo Fernando Vallespín, va del feminismo y sus herejes. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.
harendt.blogspot.com








El feminismo y sus herejes
FERNANDO VALLESPÍN
05 MAR 2023 - El País
harendt.blogspot.com

Con toda la dislocación que suelen producir las elecciones, hay veces en las que tienen un efecto oxigenante. Es lo que se adivina en estas que estamos a punto de afrontar. A la vista de la cantidad de atribución de cargos que significa la renovación de todo el poder local y de buena parte del regional, los partidos no están para asumir demasiados riesgos. Está siendo una legislatura demasiado díscola para afrontarlas sin una previa limpieza de factores distorsionantes. Y entre ellos se encuentran las consecuencias de la famosa ley del solo sí es sí, que hacían imperativa su reforma. Pero también la escenificación de una importante discrepancia dentro del propio Gobierno de coalición. Como siempre ocurre en periodos electorales, lo más importante para cada formación política es conseguir diferenciarse de sus adversarios. Disentir en torno a su reforma viene a ser perfectamente instrumental para que cada una de las partes ―PSOE y UP― puedan tomar distancia entre sí sin que ello les provoque ninguna merma en la gobernabilidad conjunta. Cada uno de ellos puede reivindicarse ante sus electores potenciales como portadores de sus supuestos principios, más aún tratándose de una materia, la cuestión feminista, sobre la que ambos reivindican la hegemonía.
Los caprichos del calendario han ocasionado, sin embargo, que la disputa vaya a coincidir con el 8-M, el día de exaltación feminista, y es casi inevitable que dichas discrepancias se hagan sentir también en las calles. El peligro, como ya ha ocurrido antes, es que se tribalice, que en vez de aparecer como un movimiento de liberación unido acuda organizado en facciones. Cada grupo con su pancarta alusiva a su propia concepción del feminismo. En mi condición de teórico político, aprovecho para decir que es en este campo donde a lo largo de las últimas décadas se ha desarrollado la filosofía política más rica, sugerente e imaginativa. Pero también donde proliferan todo tipo de teorías y matices. Lo sorprendente es que este pluralismo teórico sobre el fenómeno, que en el mundo académico es visto como algo natural y hasta bienvenido, cuando salta a la política práctica se contamina con la retórica de las herejías. Quien no se adscribe a la concepción supuestamente correcta es visto como hereje y, por tanto, merece ser “cancelado”. Si no al modo de la doctrina woke convencional, con sanciones específicas, sí en un sentido lato.
Detrás late, como antes decía, una clara disputa por la hegemonía ―siempre volvemos a Gramsci―, que en un sistema de partidos entra en combustión por la propia disputa electoral. La superposición en este tema de la otra fuente de los conflictos políticos hubiera exigido que pudiera diferenciarse entre un feminismo de izquierdas u otro de derechas, pero tal parece que ―dentro de la izquierda, al menos―, solo pueda existir una versión verdadera y unos únicos intérpretes cualificados para representarla. Solamente así es comprensible la tozudez de Podemos y sus aliados por negarse a ajustar la susodicha ley a los criterios de la racionalidad del derecho. El PSOE se ha inclinado al final por la solución pragmática, y esto le permite asumir de forma implícita el rol de feminismo “responsable”. Tampoco le viene mal que su aprobación de la reforma pase con el voto de la derecha; es la mejor manera de exhibir sus líneas rojas con respecto a sus socios. Y a Podemos le viene de perlas porque puede presumir de encarnar la verdadera izquierda feminista. Al final a uno siempre le queda la duda de si más que una disputa en torno a visiones feministas no estamos en realidad ante el más clásico juego de los intereses electorales de partido. Creo que el feminismo no lo merece.
























[ARCHIVO DEL BLOG] El síndrome de Telémaco. [Publicada el 27/04/2015]










En su libro Ejemplaridad pública, del que hablaba en una de mis entradas anteriores, el filósofo Javier Gomá escribe lo siguiente: "Está por ver, en efecto, que en una época en que se prescinde de la religión como factor de integración social y en que la crítica a las ideologías ha vaciado a estas definitivamente de eficacia movilizadora sustituyéndolas por el presente pluralismo y relativismo axiológico, está por ver, repite, que en las actuales circunstancias el respeto al hombre en hombre y la educada repugnancia hacia lo indigno y lo incívico, sean suficientes para que los ciudadanos manteniendo sus expectativas dentro de los confines de lo humanamente realizable, aprendan a renunciar a la bestialidad y al barbarismo instintivo y a limitar las pulsiones destructivas y antisociales de una subjetividad consentida y acostumbrada a no reprimirse; y que sean suficientes también para que la polis, sin ayuda de las imágenes del mundo tradicionales, consiga mantenerse unida y estable soportando toda la diversidad multicultural y la complejidad económica y social que se agitan en su interior, y todo ello por propio convencimiento de los mismos ciudadanos, ingenuamente, sin permitir ninguna coerción exterior y sin reconocer a ninguna instancia superior la legitimidad de obligarnos a ello, sino por la pura comprensión de lo que es debido a la dignidad finita y convencional del hombre".
Sé que el lenguaje filosófico es a veces, pretendidamente o no, oscuro y hasta ininteligible, pero es lo que hay. Sin embargo, a la luz de las páginas anteriores a la reproducida más arriba, parece claro para mí, lego en disquisiciones filosóficas, que lo que quiere decirnos Gomá es que las libertades conquistadas por el hombre en los últimos decenios después de luchas, avances y retrocesos de siglos son ya irreversibles. Y que esa idea de libertad, unida inextricablemente a la de igualdad, separada ya para siempre de cualquier connotación de superioridad aristocrática, académica o política, ha arrumbado al baúl de los recuerdos la idea y el prestigio de la autoridad como valor supremo de los gobernantes de la polis. Ya todos somos iguales, para bien o para mal. Pero no solo en la polis ha desaparecido toda pretendida supremacía moral en función de una supuesta autoridad. También en la vida ordinaria familiar, académica o social.
Esa parece ser la tesis que expone el escritor Jordi Soler en su artículo de El País de hace unos días titulado "Los hijos de Ulises". Dice en él que la "autoridad simbólica del padre ha perdido peso, se ha eclipsado, ha llegado irremisiblemente a su ocaso”. Lo llama "El complejo de Telémaco" y lo define como el fenómeno de la evaporación del padre, y en general, de toda autoridad. 
Una vez ida la autoridad paterna, dice más adelante, las demás autoridades comienzan también a evaporarse. Y detrás del padre van cayendo en el descrédito los gobernantes, los políticos, los sacerdotes, el rey, los soldados y los policías, y casi cualquiera de esas figuras públicas que en el siglo XX tenían una sólida e incuestionable autoridad, y que han visto como el respeto que su figura imponía se ha ido diluyendo.
Las causas de esta evaporación, sigue diciendo, son múltiples. No hay líder social, institucional o político, añade, al que no se le vean las costuras. La transparencia de este milenio hace muy evidentes las flaquezas, las debilidades, las ridiculeces y las corruptelas de esas figuras de autoridad que solían protegerse bajo la conveniente opacidad que ofrecía el siglo anterior. No hay autoridad que resista el despiadado escaneo que aplican las redes sociales, combinadas con la diabólica inmediatez de los medios de comunicación, porque ya el escaneo, al margen de las inmundicias que revele, sitúa a la persona en un nivel de exhibición desde el cual es muy difícil transmitir autoridad.
Ya no queda claro quién manda, dice al final de su artículo. En el siglo XXI, concluye, la autoridad se fragmenta, está en la oficina de una entidad financiera, en una empresa de Internet, en una institución dedicada a la seguridad y al espionaje, en un holding farmacéutico, nadie sabe bien dónde está la autoridad, y cada vez creemos menos en los que dicen que la tienen. Abusando de la imagen de Telémaco, que espera a su padre frente al mar, que mira hacia el horizonte con la esperanza de que aparezca una señal que lo oriente, se me ocurre pensar que en este milenio, que apenas empieza y ya huele a chamusquina, no solo los hijos son Telémaco, también los padres, y los que mandan y tienen todavía alguna autoridad; estamos todos frente al mar, mirando al horizonte en espera de una señal. ¿Es la abolición definitiva de todo prestigio de la autoridad la causa de la crisis de credibilidad que atenaza a las sociedad democráticas? Bien pudiera ser, al menos una de ellas, pero hay más. 
Mi profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en la UNED, el historiador Santos Juliá, escribía en febrero pasado en Revista de Libros un extenso artículo, titulado "Sombras sobre las democracias", reseñando varios libros sobre tan grave asunto de reciente aparición en la esfera académica de autores tan prestigiosos como David Runciman, Francis Fukuyama o Peter Mair. Al final del mismo, y les animo a la lectura completa de su reseña, dice el profesor Santos Juliá: "En una conferencia sobre el futuro de la democracia que impartió en noviembre de 1983, en el Palacio de las Cortes de Madrid, invitado por Gregorio Peces-Barba, presidente del Congreso de los Diputados, Norberto Bobbio dijo que si le preguntaran «si la democracia tiene un porvenir y cual sea éste, en el supuesto caso de que lo tenga, les respondo tranquilamente que no lo sé». Han pasado muchos años, continúa diciendo, desde aquella conferencia, la tranquilidad con que se miraba entonces el futuro se ha esfumado y los acentos que predominan en el mundo académico suenan más bien sombríos, si no lúgubres: la democracia vaciada o en el vacío, la democracia en retirada, la democracia en declive, son algunas de las voces que han irrumpido en el debate político sobre el futuro de lo que hace veinticinco años se celebraba como democracia triunfante. La multiplicación de las democracias viene a ser, por tanto, como la otra cara del declive de la democracia: muchas son, pero su calidad palidece. El debate es rico en derivaciones y recovecos, en énfasis y matices, pero una cosa es clara: la democracia ha dejado de ser, como se tendía a dar por supuesto cuando agonizaba el siglo XX, el fin de la historia o la última de todas las utopías posibles, más que nada porque, al decir hoy en día «democracia», no se sabe muy bien de qué se trata, como no sea que previamente se aclare de qué democracia estamos hablando. Y ese será el tema de debate que nos seguirá ocupando en los próximos años hasta que… bueno, hasta que algún día lleguemos todos a Dinamarca para quedarnos en ella".
Para comprender la alusión al país nórdico con la que concluye su artículo es necesario que lean el mismo en su integridad. Y perdónenme la malicia por mi parte: si lo leen, es que he atizado su curiosidad y conseguido mi propósito. Me doy por satisfecho.
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt












martes, 7 de marzo de 2023

De las armas colgadas en las paredes

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, de la socióloga Mar Gómez, va de las armas colgadas en las paredes. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.








El arma de Chéjov
MAR GÓMEZ GLEZ
02 MAR 2023 - El País
harendt.blogspot.com

“Si en el primer acto tienes un rifle colgado en la pared, en el último acto debe ser disparado. Si no, no lo pongas ahí.” Este es el consejo que Antón Chéjov daba a los jóvenes dramaturgos que querían introducirse en el arte de la escritura dramática y que se convirtió en una lección imprescindible para cualquiera que se dedique a la ficción. A lo que el ruso —hay quien dice que ucranio— se refería es que en una historia no deben introducirse elementos superfluos que no vayan a ser utilizados después. Mucho menos cuando se trata de objetos capaces de condicionar el curso de los acontecimientos, como un rifle o cualquier otro tipo de arma.
Las guerras siempre son dramas, pero no siempre son ficciones, aunque haya ficciones que nos ayuden a entenderlas en toda su complejidad. Quizá usted esté pensando ya en varios ejemplos. Me viene a la mente una novela que a mi juicio no goza de todo el predicamento que merece. Pienso en el libro de Elena Fortún, editado póstumamente en 1987, Celia en la revolución, rescatado hace dos años por la editorial Renacimiento.
Al hablar de la guerra se genera un relato. El relato está etimológicamente ligado a la palabra relación. Los hechos se relacionan entre sí. Se ordenan. Hay unas causas de las que devienen unas consecuencias que a su vez generan otras posibilidades. La cadena de acontecimientos debe ser anunciada más o menos explícitamente para que el resultado esté justificado. Existen diferentes técnicas narrativas que abordan esta cuestión, como es la citada arma de Chéjov, pero también el red herring. Se trata de un recurso de anticipación que consiste en utilizar una pista falsa que confunda a la lectora o al lector. El anglicismo hace referencia a un arenque ahumado muy oloroso utilizado para entrenar a los perros de caza a que no pierdan el rastro de la presa, aun cuando otros olores contaminen el entorno. En el siglo XIX, el periodista británico William Cobbett inventó este término para acusar a la prensa británica, que anunció la falsa derrota de Napoleón dejándose llevar por pistas incorrectas.
Todo orden y toda clasificación supone ejercer un poder. Con nuestras decisiones iluminamos unas derivas y oscurecemos otras. El relato es, como su propio nombre indica, relativo. En cada historia hay una opción, si no la hubiera se extenderían como el mapa de Jorge Luis Borges en su cuento Del rigor en la ciencia (1946) en el que los cartógrafos de un imperio, en su afán de ser minuciosos, terminaron por crear un mapa tan exhaustivo como inútil cuyas dimensiones equivalían al propio imperio. La magia de las obras literarias, al menos la magia de las que a mí me interesan, es que esta opción se puede cuestionar desde dentro de la propia obra. Cada obra lleva inscrita su contraria, o si lo prefiere, cada obra va cargada con una bomba que puede explotar en cualquier momento. Esto no ocurre con el relato histórico, ¿o sí?
Se acaba de cumplir un año desde el inicio de la guerra y los relatos han cambiado considerablemente. Antes de la invasión de Ucrania, las armas nucleares ya habían aparecido. El 19 de febrero de 2022, Vladímir Putin presenció desde el Kremlin las pruebas de su arsenal de misiles con capacidad nuclear; a finales de octubre, Rusia volvió a realizar maniobras de sus fuerzas nucleares estratégicas; a mediados de febrero desplegó buques con armas nucleares en el mar Báltico y unos días más tarde anunció su salida del tratado bilateral entre Rusia y Estados Unidos, New Start, que limitaba el arsenal de ambos países. Además, el presidente ruso no ha dejado de afirmar verbalmente que está dispuesto a utilizar todo su potencial militar, en caso necesario. Por el momento, estas amenazas han tenido poco efecto: Ucrania no retrocede y los países de la OTAN están aumentando el apoyo a sus tropas. Podríamos pensar que Rusia no atiende a los consejos de su propio dramaturgo, aunque tampoco hay que olvidar que el mismo Chéjov puso dos armas cargadas en su última obra, El jardín de los cerezos, que nunca se llegan a disparar en escena. El final del texto ahonda así en la idea de pérdida y la incapacidad de cierre.
Es imposible predecir cómo se cerrará, si se cierra, la narrativa de la guerra. Lo que sabemos es que, aunque las cabezas nucleares no definan el futuro de ambos contendientes, la cantidad de armas convencionales en manos de civiles y grupos paramilitares marcará el futuro de la zona por mucho tiempo. Los países que llevan décadas suministrando armamento de gran potencia a su población, incluidos los cuerpos de seguridad fuera del ejército, como pueden ser las policías locales o regionales, saben que una vez que el rifle está cargado en la pared de casa, se dispara. Según datos oficiales, en el año 2020, en Estados Unidos murieron por heridas relacionadas con armas de fuego 45.222 personas, de las cuales, alrededor de 2.000 nunca cumplirán los 17 años.