sábado, 23 de mayo de 2020

[A VUELAPLUMA] PIBes



Sede la ONU, Nueva York


El PIB no nos sirve para calcular el progreso, escribe en el último A vuelapluma de la semana [Cómo calcular el progreso. El País, 13/5/2020] el profesor Javier Sampedro, doctor en genética y biología molecular y divulgador científico, pues es un indicador miope que olvida los costes de la desigualdad y la destrucción del medio.

"¿Cómo calcular el progreso? -comienza preguntándose Sampedro-. Tal vez por el crecimiento del PIB, una estimación del valor monetario de los bienes y servicios que genera un país. Pero el PIB es un promedio y viene lastrado de origen por el mismo sesgo que arruina todos los promedios: si yo me como un pollo y tú ninguno, nos hemos comido medio pollo cada uno. El mantra del ultracapitalismo en el que llevamos nadando desde tiempos de Reagan y Thatcher —lo que es bueno para las grandes corporaciones es bueno para la sociedad— está más acabado que el palo de un gallinero. Lleva 40 años agigantando la desigualdad social hasta unos extremos intolerables, conduce a las políticas públicas por senderos incontrolables y erosiona el poder democrático de los Gobiernos, que rara vez pueden competir con el lado oscuro de la fuerza multinacional. Si eso es el progreso, dirá la gente, mejor póngame el retroceso. Y ahí estamos, ¿no es cierto?

Sir Partha Dasgupta, un profesor emérito de la Universidad de Cambridge, ha publicado un análisis independiente sobre la economía de la biodiversidad, que le fue encargado el año pasado por la Secretaría de Hacienda del Gobierno británico. El trabajo, de 81 páginas, recuerda a los gobernantes y a los Parlamentos que la vida humana es enteramente dependiente de su “capital natural” y de los servicios ecosistémicos que la nutren. El concepto de servicio ecosistémico no está todavía integrado en nuestro modelo interior del mundo, pero lo estará, no lo duden.

Se refiere a los beneficios que los sistemas naturales ofrecen a las poblaciones humanas, desde la agricultura hasta los bosques, de los pastos a los ríos y océanos. Sin eso no hay aire limpio, ni polinización de los cultivos, ni mitigación del cambio climático ni bienestar de las personas ante una pandemia. Si ese capital natural sigue dilapidándose, sostiene Dasgupta, la calidad de vida seguirá degradándose en todo el planeta, aunque el PIB continúe empeñado en su ascenso rapaz. Por lo tanto, el PIB no nos sirve como una medida del progreso. Es un indicador trasnochado y miope, porque olvida los costes de la desigualdad y la destrucción del medio, que son cada vez más enormes.

Este problema, que ya era grave, se ha exacerbado con la crisis pandémica y la segura recesión económica que vendrá detrás. “Los jefes de Gobierno, los ministros de Economía y las agencias de crédito como el Banco Mundial y el FMI”, dicen los editorialistas de Nature, “están proporcionando billones de dólares en estímulos para mantener en funcionamiento la economía”. Pero la urgencia en restaurar la normalidad o posnormalidad económica no solo resulta un riesgo para la salud pública, sino también para la sostenibilidad ambiental que la sustenta. Cada vez más y más problemas para el PIB, el pobre indicador que ya no indica nada.

El Sistema de Contabilidades Nacionales (SNA, por System of National Accounts) de la ONU es lo más parecido que tenemos a un estándar internacional de recomendaciones para medir la actividad económica de los países. Como todo organismo de Naciones Unidas, se mueve a la velocidad de un triceratops y tiene la cintura de una morsa. Desde 1953 —cuando se descubrió la doble hélice del ADN— solo ha revisado cinco veces sus criterios. Pero en su próxima reunión, sea o no telemática, tendrá la capacidad de corregir la forma en que calculamos el progreso. Ojalá lo haga".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[SONRÍA, POR FAVOR] Es sábado, 23 de mayo



El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...





















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viernes, 22 de mayo de 2020

[A VUELAPLUMA] La vida



Dibujo original publicado en ABC


Es un buen momento para pensar en grande y actuar en pequeño, escribe en el A vuelapluma de hoy viernes [El amor en tiempos del Coronavirus. ABC, 11/5/2020] el psiquiatra Enrique Rojas. Y este actuar en pequeño es darse más que nunca a los de nuestra casa, intentando hacer la vida agradable a los más cercanos, pues la convivencia es siempre lo más complejo: silencio, balance y fortaleza.

"El mundo se ha parado -comienza diciendo Rojas-. Nunca nos había pasado algo igual en los últimos setenta años. Ha aparecido un virus, un microorganismo insignificante, que nos damos cuenta de él cuando ya es un poco tarde. Este virus ha sido capaz de parar más de medio mundo produciendo una serie de emociones, hasta ahora no vividas de esta forma: incertidumbre, miedo, temor, angustia, terror, pánico... a la infección y, en definitiva, como anticipación de lo peor, a la muerte. El coronavirus ha supuesto un antes y un después en la vida. En un mundo en donde casi todo está asegurado (el coche, la vivienda, la salud, etc.) nuestra propia vida está en juego.

Y de pronto nos encontramos encerrados en casa, con los seres que más queremos, en una estrecha convivencia a la fuerza, privados de libertad de movimientos por miedo a contagiarnos. En la vida profesional intensa hay personas que no tienen tiempo para nada y en estos momentos hay gente que no tiene nada para el tiempo. Se trata de espigar tareas apetecibles que estaban como a la espera y que ha llegado el momento de ponerlas en marcha: desde coger un libro que teníamos aplazado, hasta ordenar cosas personales que no estaban en su sitio, pasando por una cierta invitación a la reflexión personal.

Nos hemos visto forzados a detener nuestra vida y, casi sin darnos cuenta, hacemos balance existencial, arqueo de caja, haber y debe de nuestra vida. Y muchas veces las cuentas no salen. Nos vamos de excursión hacia atrás en donde recapitulamos todo lo que hicimos, submarinismo del pasado y nos adentramos en los vericuetos de nosotros mismos y pastoreamos hechos e intenciones. Nos damos cuenta de cuantas cosas positivas que no valoramos mientras la vida circula de forma normal. Esto produce desasosiego, inquietud. Vivencias, hitos, acontecimientos de nuestra travesía personal que aparecen como en panorámica. Una cosa es pararse a pensar sobre la vida propia porque uno quiere, porque toca y otra bien distinta es hacerlo de forma obligada o a la fuerza. Es la primera vez desde que existen las nuevas tecnologías, en donde no tenemos que ir corriendo o haciendo nuestras tareas con la prisa de la vida actual.

Y asoma, casi sin darnos cuenta, el silencio. Que no es una simple ausencia de palabras, sino que le dejamos entrar y se convierte en un silencio profundo, en el que están contenidas todas las palabras: sereno, refrescante, lleno de vida, sustancial. Lo mismo que en el color blanco están contenidos todos los colores, en el silencio están almacenadas todas las palabras. Ese silencio no es ausencia o vacío, sino invitación a la plenitud. En estos días se han agotado todos los adjetivos sobre lo que está pasando. No hay palabras, decimos a veces. Y un tropel de imágenes se ponen de pie y se atropellan delante de nosotros. Pasamos de la disipación a la concentración; de andar desparramados a explorar cómo van nuestras cosas. Es un silencio como un río, con dos brazos: uno es prudencia y otro, fortaleza. Decían los escolásticos que la prudencia era la cochera donde se guardaban la justicia, la fortaleza y la templanza. La fortaleza es firmeza ante la adversidad.

Porque no olvidemos que cada uno tiene tres vidas: la pública, la privada y la oculta. De la misma manera, la personalidad de cada uno tiene tres formas distintas de mostrarse: lo que uno enseña a los demás (la imagen), lo que otros creen que uno es (la conducta), y lo que realmente soy (la verdad sobre mí mismo). En este tiempo, esta última faceta es la que aparece, la que convive con nosotros mismos y la que asoma con los más cercanos. Por eso es un buen momento para pensar en grande y actuar en pequeño. Y este actuar en pequeño es darse más que nunca a los de nuestra casa, intentando hacer la vida agradable a los más cercanos, pues la convivencia es siempre lo más complejo. Silencio, balance y fortaleza.

Y en medio de todo esto tenemos que tener cuidado con el síndrome por exceso de información del coronavirus: esa cantidad de noticias que constituyen un verdadero bombardeo, un aluvión de datos, cifras y detalles, que produce muchas veces una paralización personal, una especie de bloqueo psicológico, por el que el miedo se apodera de nosotros, no sabiendo uno qué hacer. Pero al mismo tiempo y de forma paradójica, parece como si uno necesitase más información de la que ya tiene; es como una contradicción servida a la carta. Quiero esto y lo contrario. Quiero saberlo todo, pero no quiero saber nada. Es un paisaje psicológico en donde el miedo y la adicción van de la mano. Es algo kafkiano, valleinclanesco, salpicado de luces y sombras. Por eso, estos días la salud psicológica consiste en saber dosificar la cantidad de información que sobre el coronavirus se nos sirve en bandeja.

Leo unas declaraciones del Dr. López Goñi, catedrático de Microbiología, en que subraya una serie de puntos muy claros: que ya sabemos cómo detectar al virus, que más del 80% de los casos son leves, que la gente se cura, que no afecta a menores de edad y que hay muchas investigaciones en marcha que auguran ya un prototipo de vacuna... y sugiere que estar en constante alerta en relación con el virus es un error.

Hagamos de estos días un momento para aprender a gestionar la incertidumbre y no pretender tenerlo todo controlado. Toda vida tiene un fondo incierto. Y este virus nos lo recuerda con intensidad.

Y termino. Me recuerda lo que está sucediendo estos días, con el pasaje del libro de Daniel (2, 31-35) en donde el rey Nabucodonosor tuvo un sueño que ninguno de los sabios, magos, adivinos y astrólogos de su tiempo supieron interpretarlo: apareció ante él una estatua gigantesca, de extraordinario esplendor y con un aspecto terrible; su cabeza era de oro puro; el tórax y los brazos de plata; el abdomen de bronce; las piernas de hierro y los pies parte de hierro y barro... y de pronto, sin intervención humana alguna, una piedra alcanzó a la estatua y empezando por los pies lo pulverizó todo... el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro se derrumbaron y fueron arrebatados por el viento, sin que quedara rastro de ellos. La piedra se terminó convirtiendo en una montaña gigantesca.

Creíamos que el cisne negro, la catástrofe económica, vendría de la mano de una guerra entre las grandes potencias y, sin embargo, ha sido un microorganismo lo que ha puesto en jaque a la sociedad moderna. Pero esto lo dejamos para el próximo artículo.

Que seamos capaces de edificar nuestro proyecto de vida sobre una base sólida, pues sino los vientos y tempestades de la existencia se lo llevarán todo por delante. Sabiendo que la libertad va siempre unida a la verdad. Frente a la pretensión utópica de la idolatría de una libertad sin restricciones y al relativismo narcótico, propongo los valores que nunca pasan de moda y elevan la dignidad del ser humano".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





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[PÍLDORAS LITERARIAS] Hoy, con "Historia del joven celoso", de Henri Pierre Cami






La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la ficción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial.  Continúo hoy la serie de Píldoras literarias con el relato del humorista francés Henri Pierre Cami titulado Historia del joven celoso.  

Pierre-Henri Cami (1884-1958), fue uno de los grandes maestros del humor contemporáneo. Destacó como actor, periodista ilustrador y dibujante humorístico. Dominaba los juegos de palabras y el absurdo era el verdadero protagonista de sus obras. Tan amante de los sinsentidos, como los Hermanos Marx o Segar, es el creador de un estilo humorístico que veremos después en muchos autores franceses, como Jacques Prévert, Eugène Ionesco, o Pierre Desproges, y admirado por surrealistas como Jacques Prévert, Roland Topor y Charles Chaplin, entre otros muchos. Les dejo con su relato.


Historia del joven celoso
por 
Henri Pierre Cami


Había una vez un joven que estaba muy celoso de una muchacha bastante voluble.

Un día le dijo:

-Tus ojos miran a todo el mundo.

Entonces, le arrancó los ojos.

Después le dijo:

-Con tus manos puedes hacer gestos de invitación.

Y le cortó las manos.

“Todavía puede hablar con otros”, pensó. Y le extirpó la lengua.

Luego, para impedirle sonreír a los eventuales admiradores, le arrancó todos los dientes.

Por último, le cortó las piernas. “De este modo -se dijo- estaré más tranquilo”.

Solamente entonces pudo dejar sin vigilancia a la joven muchacha que amaba. “Ella es fea -pensaba-, pero al menos será mía hasta la muerte”.

Un día volvió a la casa y no encontró a la muchacha: había desaparecido, raptada por un exhibidor de fenómenos.

FIN




El humorista Henri Pierre Cami



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[SONRÍA, POR FAVOR] Es viernes, 22 de mayo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...




















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jueves, 21 de mayo de 2020

[A VUELAPLUMA] El mundo






"Ignoro si la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, comienza diciendo el periodista Màrius Carol en el A vuelapluma de hoy [Algo más que un sueño. La Vanguardia, 12/5/2020] conoce un cuento corto de Augusto Monterroso, titulado El mundo , que le puede resultar inspiracional. Dice así: “Dios todavía no ha creado el mundo; solo lo está imaginando, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso”.

Monterroso era un escéptico, también en materia religiosa, que prefería pensar que el mundo no ha acabado de ser creado y de ahí su imperfección que nos confunde. Dentro de este universo, Europa es una realidad más soñada que real, donde el egoísmo de los estados frena cualquier avance que la convierta en potencia. Así que no hay que perder la fe –Von der Leyen es de un partido de base cristiana– pero debemos conseguir que la UE sea un poder menos confuso. Y la presidenta de la Comisión tiene en sus manos que Europa resulte algo más que el sueño de los Konrad Adenauer , Jean Monnet o Robert Schuman . Es evidente que no depende solo de ella, pero su liderazgo en un momento tan delicado de la historia del mundo puede ser capital. No lo tendrá fácil, pues Alemania empuja a la Unión hacia una salida de la crisis, que puede arrastrar a países como España, Italia e incluso Francia a una recesión de consecuencias imprevisibles. Lo expertos avisan de la amenaza de una ruptura en el mercado interior y de un posible estallido de la zona euro.

Alemania no está por mutualizar la deuda, ni siquiera la causada por el coronavirus. Y, por si no quedara claro, su Tribunal Constitucional de togas rojas ha advertido de que el BCE no puede rebajar las primas de riesgo. A su juicio, la entidad está entrando en cuestiones de política fiscal y distributiva que no le corresponden. En este contexto, la frase de Angela Merkel de que “Europa tiene que salir de esta crisis más fuerte que cuando entró” suena a música celestial. Y su latiguillo de que Alemania pondrá de su parte lo que haga falta para lograrlo suena a chiste malo de monologuista sin gracia.

La presidenta de la Comisión ha dejado muy claro que el plan europeo deberá disponer de subsidios a fondo perdido y ha amenazado con abrir un expediente de infracción contra Alemania como resultado de la sentencia del Constitucional, que pide al Gobierno y al Parlamento del país que investigue las prácticas del BCE. Von der Leyen es alemana –ha sido ministra durante catorce años– y su posición es extraordinariamente compleja. Pero no hay que olvidar que nació y se crió en Bruselas, pues su padre fue uno de los primeros altos funcionarios de la UE. Como tampoco resulta baladí el hecho de que Emmanuel Macron apostara por ella para su cargo actual, adquiriendo el compromiso de ir juntos en la refundación europea.

Habrá que dejar de soñar en Europa y empezarla a configurarla de verdad, como si se tratara de un cuento de Monterroso. Con la ayuda de Dios...y de Alemania".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 






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