sábado, 4 de enero de 2020

[SONRÍA,POR FAVOR] Es sábado, 4 de enero






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...



















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5603
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 3 de enero de 2020

[A VUELAPLUMA] La estricta observancia





Algunas cosas esenciales de la vida son, qué le vamos a hacer, inasequibles a la razón instrumental, comenta el escritor Jorge Freire en el A vuelapluma de hoy viernes. 

"Hay un tipo de lucidez -comienza escribiendp Freire- que resulta extemporánea. Avenirse a esperar a los Reyes Magos con el sobrino de siete años no es un rasgo de infantilismo; conmemorar el solsticio de invierno para dar en los morros a la abuela pudibunda, sí. Como afirma una entrada del diario de Stendhal, fechada en noviembre de 1804, a los corazones más vehementes se les escapa lo cómico y, también, lo ingenuo.

De los petardos a las molestas luces, pasando por los villancicos, las compunciones dispépticas, los niños y el consumismo, todo son motivos para aislarse en una torre de marfil durante los últimos días de diciembre. Y, sin embargo, ¿hay algo más cargante que el resabio machacón y la ironía constante de quienes recelan de las celebraciones navideñas? ¿Algo más fatigoso que las acostumbradas críticas al año nuevo y sus desafueros?

Sostiene Javier Gomá en Ingenuidad aprendida que “un exceso de lucidez corre el riesgo de ser paralizante, de mineralizar aquello que toca, de transformarlo en exánime estatua de sal”. Para los adultos, la buena ingenuidad sería consciente, crítica y, sobre todo, libremente elegida. Probablemente el término medio estribe en aquello que prescribía el Evangelio: ser inocentes como palomas y astutos como serpientes. Pero, puestos a elegir, coincido con Gomá en que mejor es pecar de ingenuidad, aunque esto resulte ridículo, que pasarse de listo y acabar tan inerte y macilento como la mujer de Lot.

Es en el mercado, y no en el ágora, donde el sabio se distingue del farsante. No era por falsa humildad que Sócrates se paseaba por talleres y tenduchos, interesándose por las ruecas de los telares y los utensilios de los carniceros. Si hubiera dedicado su tiempo por entero a la especulación de ideas abstractas, con las posaderas cómodamente instaladas en los vellones de un cumulonimbo, según la jocosa descripción de Aristófanes en Las nubes, no habría sido un sabio sino, más bien, un completo idiota.

La lucidez extemporánea viene también desaconsejada por una cuestión de modales. Un conocido decidió enarbolar las estadísticas de divorcios en España a modo de risueña excusa para ausentarse de la boda de un amigo común. Inexcusable fue su grosería. Al fin y al cabo, la cortesía más elemental nos obliga a pasar por el ojo de aguja de ciertas convenciones. La más básica puede resumirse en que hay un tiempo para todo. Acudir al carnaval con traje de etiqueta es, en puridad, tan inapropiado como ir a la notaría disfrazado de arlequín. Pero el segundo caso, a diferencia del primero, no mueve a la risa.

Alguien habrá que oponga la siguiente réplica: y ser ingenuos, ¿para qué? La respuesta es prosaica: para nada. Algunas cosas esenciales de la vida son, qué le vamos a hacer, inasequibles a la razón instrumental. Quien busque beneficio alguno al ejercitarse en ciertas lides realizará “patéticos ejemplos de largas incubaciones que no producen polluelo alguno”, como dice la mordaz George Eliot en Middlemarch. ¿De qué sirve contemplar Las meninas, escuchar El clave bien temperado o disfrutar de cualquier otra obra de esas “artes sin utilidad” que, según Kant, tienen una “finalidad sin fin”? Pues de nada en absoluto.

La vida es juego, como rezaba un viejo programa de televisión, y resulta preceptiva la observancia de sus reglas para no desalentarse. Quien juega tiene adversarios, pero no enemigos, y libra combates, pero no guerras, e intuye que en ocasiones es mejor andar a humo de pajas, como diría Cervantes, que con la frente arrugada y el ceño eternamente fruncido. Pero, sobre todo, sabe que el respeto a las reglas de dicho juego debe ser incontrovertible. Huizinga distinguía en su Homo ludens entre el jugador tramposo y el aguafiestas: uno hace que juega y, por tanto, acata y sanciona el estatuto mágico del juego, mientras que el otro, al infringir las reglas, deshace el mismo juego. Señala el filósofo holandés que, en cuanto suena el silbato, puede advertirse que para el resto de niños el aguafiestas desempeña un rol terrible, similar al que en tiempos idos ejercían los herejes y los apóstatas.

Como ha defendido en no pocas ocasiones su editor Miguel Aguilar, hasta un ilustre pesimista como Rafael Sánchez Ferlosio era un secreto defensor de la ingenuidad adulta. En un artículo titulado Juegos y deportes, publicado en EL PAÍS hace ya casi tres décadas, el autor de Alfanhuí ensalzaba la figura del patinador arguyendo que éste ejercita su técnica con el único objetivo de “darle gusto al cuerpo”. ¿Hacen falta más motivos? ¡Ay de quien, movido por la competitividad o el afán de perfección, olvide que la esencia del deporte —y de tantas otras cosas— es dicho juego! No sólo de la atleta olímpica o el futbolista de élite podemos aprender algo; también de los chimpancés que se balancean en la rama.

En la Bhagavad-Gita, texto sagrado de mayor importancia en la tradición hindú, el dios Khrishna dice al príncipe Arjuna: “Lo correcto está en la acción, no en sus frutos”. Comer con los primitos o merendar con la abuela no ofrece, aguinaldos aparte, provecho alguno. Y bien está que así sea".


A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 







La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5602
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[LORCA EN SU JARDÍN] Hoy, con "Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín"



Representación de "Amor de don Perlimplin..."


Federico García Lorca (1898-1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx. Como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español de ese mismo siglo, junto a Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió asesinado un mes después del golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil civil española.

Concluidas las entradas dedicadas a Miguel de Cervantes y Benito Pérez Galdós, durante los próximos meses voy a subiendo al blog, en la medida de lo posible, toda la extensa obra teatral, poetica y narrativa de ese otro genio de la literatura en español que fue Federico García Lorca. Espero que la disfruten.

Y la inicio con Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (que pueden leer en el enlace anterior y ver en vídeo en la representación de la Compañía de Creación Escénicas). Una obra dramática breve escrita por Federico García Lorca en 1933. En ella el protagonista, un hombre anciano que no conocía el amor, se enamora de la joven con la que se casó por fuerza. Sin embargo esta se enamora de otro hombre. La trama conforma una tierna pero desgarrada tragicomedia en cuatro cuadros.

Perlimplin es el protagonista, es un hombre viejo y solitario, el verde es su color representativo y cuando quiere conquistar a Belisa se pone de rojo. Belisa es la esposa, joven e infiel, pero dulce y nada de tímida, el blanco es el color que la representa. Marcolfa es la empleada leal de Perlimplín, es la urde el matrimonio de Belisa con Don Perlimplín y hace el rol de su madre. La Madre de Belisa, es la que planea la boda; tiene toda la autoridad sobre Belisa. Misterioso hombre es el enamorado de Belisa; es don Perlimplín, solo que está disfrazado para conquistar a Belisa, porque su aspecto verdadero es muy viejo. Y los duendes son los que ocultan la escena de infidelidad de Belisa en su primera noche de casada, pues ellos solo quieren ayudar a Don Perlimplín

En el primero cuadro, Perlimplín y su sirviente Marcolfa acuerdan que el protagonista se case con Belisa, la hija de su vecina, aunque el pretendiente es mucho mayor que la novia, y además, no se aman. Perlimplín y la madre de Belisa acuerdan el matrimonio. En el segundo, durante la noche de bodas Don Perlimplín se enamora de Belisa al verla por la ranura de su puerta mientras ella se viste de boda. En el tercero, se desvela que Belisa le ha sido infiel a Don Perlimplín durante la noche de bodas con cinco hombres distintos, uno de cada raza o continente. Aparece un misterioso hombre que ama a Belisa, pero que nadie conoce. Perlimplín se muestra feliz y la ayuda a encontrar a ese hombre. En el último cuadro, a las diez de la noche Belisa va a buscar a su enamorado al patio, pero no está. Perlimplín llega dispuesto a matarlo, desaparece entre la espesura y poco después entra en escena un misterioso hombre vestido de rojo, con la cara tapada y una herida en el corazón. Cae al suelo y se descubre que era el enamorado de Belisa, la cual le destapa la cara, descubriendo, que Perlimplín era el hombre del que se había enamorado, como predijo: «si no me amas a mí, llorarás de amor por él».




Monumento a Lorca en Madrid


La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5601
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[SONRÍA, POR FAVOR] Es viernes, 3 de enero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...



















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5600
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 2 de enero de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] No nos une el amor sino el espanto. (Publicada el 4 de junio de 2009)



Plaza de Oriente, Madrid


La frase que da título a esta entrada de hoy la dijo el escritor argentino Jorge Luis Borges en referencia a su amor por la ciudad de Buenos Aires. Lo cuenta el también escritor chileno, Rafael Gumucio, en un hermoso artículo: "Barcelona-Madrid, desencuentro conyugal", que hoy publica en el El País, sobre esa relación amor-odio, secular, que como en todo matrimonio o pareja que se precie, mantienen las dos grandes capitales españolas. 

Viví en Madrid entre los cuatro y los veintiún años, y desde entonces habré volado y vuelto a ella, desde Canarias, en un centenar de ocasiones. Me encanta Madrid. Y me encanta Barcelona, en la que he estado una media decena de veces, nunca más allá de uno o dos días en cada ocasión. No sabría elegir entre ellas si me fuerzan a que lo haga: son ciudades absolutamente distintas y complementarias: en sus paisajes, en su urbanismo, en sus monumentos, en sus gentes. Me pasa igual con Roma o París. ¿Cuál es más bella? No sería capaz de contestar, aunque sí reconozco que Roma es la ciudad en que más "como en mi casa" me siento. Será "deformación" por mi formación académica histórica y clásica... ¿No creen ustedes que limitar nuestra capacidad de amar, da igual el qué, es limitar nuestra condición de personas? HArendt




Plaza de Cataluña, Barcelona



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5598
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[SONRÍA, POR FAVOR] Es jueves, 2 de enero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...










La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5597
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 1 de enero de 2020

[A VUELAPLUMA] Levedad



La Ópera de París, en huelga


El año en el que las protestas violentas han copado todas las portadas, comenta en el A vuelapluma de hoy, primer día del año, la profesora Máriam Martínez Bascuñán, se cierra con las bailarinas de la Ópera Garnier, en huelga, pero con el mágico conjuro de la danza. 

"Bajo el cielo gris parisiense, poco antes de la Nochebuena, -comienza diciendo Martínez-Bascuñán- las bailarinas de la Ópera Garnier salen al frío de la calle para interpretar El lago de los cisnes. Parecen volar sobre los adoquines, leves y ligeras, pero en el país de los chalecos amarillos su gesto, firme y hermoso, adquiere mayor significancia. Porque es en Francia donde se globalizó una manera de reivindicarse, de hacerse presente, que se alimenta del odio, la exasperación y la violencia. Frente a ese relato de la reivindicación exasperada, construida para viralizarse e impactar a todo el globo, las bailarinas han decidido prescindir del fetiche imitativo, de los chalecos fluorescentes de la Francia periférica o el paraguas hongkonés. Son solo ellas, bailando en su ciudad, en su lugar de trabajo, sencillamente y de manera local, con una causa concreta, tangible y relevante.

Levantarse contra el poder no solo es legítimo en democracia: es necesario, pues la democracia es un sistema que precisa de reformas y cuidados continuos, una realidad viva que genera nuevas situaciones que deben atenderse y, a veces, corregirse. Parece importante recordarlo cuando volvemos a identificar, con inevitabilidad aparente, protesta y violencia, cuando el mundo parece estallar de nuevo con tácticas brutales de movilización y represión que deseábamos extinguidas. Hong Kong, la India, Chile, son ejemplos de la disparidad de lugares y causas, pero también de una articulación demasiado tenue, casi inasible, sin muchas pancartas o reivindicaciones sistematizadas, sin objetivos claros o una cultura compartida. Su inorganicidad contrasta con el mensaje claro de las bailarinas: “Ópera de París, en huelga”, “La cultura está en peligro”. Sus peticiones son nítidas: quieren jubilarse a los 42 años, como establece el régimen de la Ópera desde 1698. Sus razones son buenas: su bello oficio tiene sus peculiaridades, una forma diferente y valiosa de aportar a la sociedad, pero impacta duramente en el cuerpo con el que siguen creando figuras en el aire.

La levedad de sus cuerpos articula una protesta que refuta la dureza masculina de las piedras o los cócteles molotov. Y es una protesta doble: contra la reforma de las pensiones, pero también contra la obcecación de la protesta violenta. Mientras hacen flotar la música de Chaikovski, nos dicen que no es necesario llevar las cosas al límite para propiciar cambios, ni hacer enmiendas dramáticas a la totalidad. El año en el que las protestas violentas han copado todas las portadas se cierra con ellas, con el mágico conjuro de la danza y el ballet de unas bailarinas corajudas que transforman el peso en levedad para colmar de levedad la calle. ¿No les parece maravilloso? Respiren con ellas".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 







La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5596
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[DESDE LA RAE] Hoy, con al académico Domingo Ynduráin Muñoz



El académico Domingo Ynduráin en su toma de posesión


La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. En sus primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. El 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. 

A esta sección del blog iré subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico Domingo Ynduráin Muñoz (1943-2003). Elegido en 1996, tomó posesión de la silla "a" de la Academia el 20 de abril de 1997 con el discurso titulado "El descubrimiento de la literatura en el Renacimiento español", al que respondió, en nombre de la corporación, Francisco Rico. Fue el vigésimo secretario de la Real Academia, elegido en 1999 y reelegido el 16 de enero de 2003, unas semanas antes de su muerte.

Domingo Ynduráin comenzó sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid, en donde se licenció y obtuvo el doctorado en Filología Románica, bajo la dirección de Rafael Lapesa. Mientras preparaba su tesis doctoral, titulada Análisis formal de la poesía de Espronceda (1971), fue lector de español en la Universidad de Zurich y profesor extraordinario en las universidades de Lausana y de Lovaina. Volvió a la universidad española como profesor de literatura en la Universidad Complutense y, más tarde, como catedrático en la Universidad Autónoma de Madrid. Ejerció, también, como profesor visitante en la Universidad de South California. Conferenciante en universidades e instituciones de reconocido prestigio, Domingo Ynduráin fue vicerrector de Humanidades y Cursos de Extranjeros, así como secretario general de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo entre 1984 y 1991. Fue además  asesor del Consejo de Teatro del Ministerio de Cultura y miembro del Consejo de Universidades. En el ámbito de su labor editorial, que compaginó con sus facetas de docente e investigador, formó parte del Consejo Editor de la colección «Letras Hispánicas» de Ediciones Cátedra y del Consejo de Redacción de las revistas Ínsula y Epos, y fue director literario de la Biblioteca Castro, desde la que publicó alrededor de cien volúmenes de clásicos de la tradición hispánica. Especialista en el Siglo de Oro, sus estudios abarcan todos los periodos, desde la Edad Media al siglo XX, combinando la historia de la literatura con la teoría literaria, la edición y la crítica textual. Es autor de numerosos libros de estudios monográficos y artículos en revistas especializadas. Entre sus estudios destacan Análisis formal de la poesía de Espronceda (1971), Introducción a la metodología literaria (1979), Aproximación a San Juan de la Cruz (1990), Humanismo y Renacimiento en España (1994) y Del clasicismo al 98 (2000).



Real Academia Española, Madrid



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt




Entrada núm. 5595
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)