Una librería-cafetería en la ciudad de Barcelona
"Hay algo fascinante en la reunión de libros, ¿no les parece? Se acumulen como se acumulen y donde sea que se acumulen -comenta la escritora Flavia Company en el A vuelapluma de hoy jueves-. Por orden o por desorden, por necesidad o por capricho. Por organización alfabética, temática, por medidas o por editoriales. En estanterías, en mesas o en el suelo. Y si estamos de acuerdo en esta primera opinión, también lo estaremos en decir que el colmo de esos paraísos se encuentra en las bibliotecas, públicas o privadas, y en las librerías.
En las primeras reina un silencio obligado. En las segundas, uno inevitable que, desde hace ya tiempo, se ha visto modificado por la incorporación de pequeñas cafeterías, deliciosas, en las que suena una música suave de la que, en realidad, se podría prescindir, pues ningún lector tiene miedo del silencio, es más, suele preferirlo. Y no les digo nada si se trata de quienes decidimos ir a escribir allí. Podemos abstraernos, y sin duda lo conseguimos, pero cuánto mejor sería si no sonara de fondo una melodía, como suele ocurrir ya en todas partes, sea gran superficie, aeropuerto o consulta médica. (El tema del ruido que se vende como sonido que acompaña, no obstante, queda para la próxima entrega). Pocos espacios pueden resultarme más apropiados. Es como estar en el vestíbulo del lugar al que se va a ingresar. Me encuentro allí escribiendo en mi cuaderno una o varias historias que, cuando estén terminadas, se van a convertir en un libro que va a vivir con otros libros en aquellas estanterías hasta que alguien lo encuentre, lo sienta y se lo quede.
He probado muchas cafeterías de librerías por el mundo. Puesto que escribo a mano, con pluma, en cuadernos de papel liso que me haya regalado alguien que me quiera, no dependo de enchufes ni de baterías ni de tecnología alguna. Como los vinos, casi siempre las elijo por el nombre. Por el del local o por el de la calle en que se encuentra. Y cada día me dirijo allí a la misma hora, pido un cortado, y espero que llegue el principio de lo que sé que voy a narrar. Y miro todos esos volúmenes, todos esos lomos de colores, esa cantidad de títulos en cuyo interior anida al menos un secreto, uno distinto para cada persona que lo abra y lo lea, y sonrío y doy gracias a la vida, otra vez, por darme la fe necesaria para seguir creyendo que el mundo puede contarse con tinta".
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo.
La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo.
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