lunes, 6 de noviembre de 2017

[Humor en cápsulas] Para hoy lunes, 6 de noviembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7, Gallego y Rey y Ricardo en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia.Disfruten de ellas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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domingo, 5 de noviembre de 2017

[A vuelapluma] Una salida constituyente





Solo queda convocar una gran reflexión sobre las condiciones jurídicas y políticas básicas de nuestra convivencia a través de la revisión de las pautas constitucionales. El artículo 168 puede abrirnos la puerta al debate que necesitamos: una salida constituyente. Quién así se expresa es Francisco J. Laporta, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

El artículo 168 de la Constitución, comienza diciendo, establece un procedimiento muy exigente para afrontar la gran revisión de la Constitución. Nunca ha sido santo de mi devoción pero hoy puede prestarnos ayuda, aunque solo sea por paradoja. Se inicia con la aprobación por dos tercios de cada Cámara del principio que ha de fundamentar el cambio, la disolución subsiguiente de las Cortes con convocatoria de elecciones generales, la discusión por las Cámaras del nuevo texto y su aprobación por mayorías también cualificadas, y acaba en la convocatoria de un referéndum nacional. Sus buenos tres o cuatro años de debates, acercamiento de posiciones, negociación de intereses e intercambio de razones. Con dos apelaciones ordenadas al voto de todos.

La paradoja es que esa extremada rigidez puede ser hoy la puerta hacia una gran deliberación nacional. Es decir, a todo un largo proceso de reflexión, posicionamiento y responsabilidad en el que también tomen parte los ciudadanos al lado de los partidos; un modo de ponernos todos a discutir con la razón y salirnos de la perentoriedad de las redes, las mentiras públicas y los simplismos de la imagen. Habrá quien crea que es demasiado tiempo, pero si alguien piensa que la situación creada en Cataluña por el activismo ilegal de los unos y el quietismo legalista de los otros puede solventarse en un par de meses mediante actitudes, mediaciones y diálogos, me parece que no ha entendido nada.

Estos días se hacen encendidas apelaciones a la política. No sé muy bien qué significa eso. Si es la política como la astucia de la mano izquierda y el gambeteo, me parece ilusorio que vaya a arreglar nada. No estamos ante una desavenencia; estamos ante una profunda ruptura constitucional, hasta ahora solo en grado de tentativa. Si es la política como negociación de los propios intereses en base a la fuerza de cada uno, no parece aceptable porque deja siempre fuera al más débil y no sirve por ello para resolver cuestiones de principio. Y mucho menos si es la política como pretendidos pactos entre pueblos o naciones pues se sustenta en premisas irracionales, las de las identidades a priori y las fronteras imaginarias que acompañan siempre al nacionalismo, el propio y el ajeno, y determinan su ínfima calidad moral.

Solo la política entendida como la apuesta profunda por la ordenación racional de las pautas de convivencia y la distribución de los beneficios y las cargas de la vida social cabe ahora. Frente a la cruda posición reactiva a los pasos de los demás, la deliberación y la gran decisión sobre cuestiones básicas, que son cabalmente las que están en entredicho. Y esa tiene que ser una apuesta y una decisión colectiva, que incluya a todos. Naturalmente, tiene que partir de un statu quo acordado para iniciar ese diálogo. La actitud de quien primero se extralimita y luego insta al diálogo es una perversión inaceptable. Por eso, los partidos independentistas catalanes tendrían que volver sobre sus pasos, convocar un pleno del Parlament con todos los grupos en presencia, y extinguir todo lo que quede de las sesiones del 6 y 7 de septiembre, declarándolo nulo y sin efecto, como si hubiera sido un mal sueño. Y por eso Mariano Rajoy, el ocurrente anticatalanista del infausto recurso, no tendría que presentarse a las elecciones convocadas. Asumir la propia responsabilidad también puede abrir la puerta al gran diálogo colectivo.

Pero el diálogo es un razonamiento colectivo exteriorizado, no es una mera cháchara o una argumentación retórica para vender tus propias ideas. Si toda esta fractura no fuera más que un ejercicio de fuerza para sacar alguna tajada, por ejemplo el injusto cupo vasco o la habilitación para hacer referendos de secesión, el proceso no tendría sentido alguno. Todos los diálogos y todas las políticas tienen eso que se llaman ahora líneas rojas, pero no son simples obcecaciones ideológicas, sino condiciones de posibilidad del diálogo mismo. Cuando se abre, uno ha de estar dispuesto también a perder algo, por la sencilla razón de que solo en una situación imaginaria todos pueden salir ganando. Distribuir mejor las ventajas de la cooperación, pero también soportar mejor sus costes. Y no es imposible, por ejemplo, que las competencias del Estado se vean mermadas, pero también que Cataluña, o cualquier otra comunidad autónoma, pierda algunas de las que había logrado con tanta claudicación y tanto regateo.

Me parece, pues, que solo nos queda la convocatoria de una gran reflexión sobre las condiciones jurídicas y políticas básicas de nuestra convivencia a través de la revisión de las pautas constitucionales. Un proceso en el que las fuerzas representativas articulen sus coincidencias y sus diferencias en torno a un desafío profundo. Y eso puede propiciarlo el engorroso artículo 168. Si se activa, tendremos ocasión de ver si los líderes políticos siguen toscamente enrocados ante el abismo o la irresponsabilidad. O se autoexcluyen de un proceso en el que se juegan cosas vitales para su electorado.

Comprobaremos si tienen altura de miras o siguen enfeudados en sus redes clientelares; si continúan en la práctica de una suerte de autismo político (perdón por la metáfora) o son capaces de abrirse a las preguntas reales. Y aunque me preocupa la creciente mediocridad de los cuadros políticos que hemos generado, quizás una convocatoria como esa les sacuda de su modorra. Los registradores y los abogados del Estado están bien para la administración ordinaria, pero hoy necesitamos el coraje del gran político.

El resultado, por cierto, no tiene por qué alterar la sana y buena parte, una importante parte, de la Constitución vigente. La tabla de derechos básicos puede quedar incólume o ser mejorada en algún extremo, porque nadie la discute seriamente. Y tantas otras cosas. Pero la degeneración de ciertas instituciones y órganos constitucionales puede ser señalada en los debates y combatida a partir de la nueva Constitución. O la indeterminación de algunos extremos relacionados con la Corona. O la extremada e incontrolable fluidez en el trasiego de competencias territoriales que solo tiene fundamento en palabras vagas e intereses espurios. Disciplinar y definir en mayor grado algunos extremos no tiene por qué poner en peligro nada. Lo único que pone todo en peligro es la cerrazón obtusa de los textos y de los actores. O el cinismo de los arribistas. Y estos días estamos comprobando a qué conduce eso.



Dibujo de Nicolás Aznárez para El País


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Tribuna de prensa] Lo mejor de la semana. Noviembre, 2017 (I)





Les dejo con los Tribuna de prensa que durante esta semana pasada he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Espero que les resulten interesantes, y que como decía Hannah Arendt les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente. 

Domingo, 29 de octubre
Se abre el diálogo, por Arcadi Espada
Dijeron ayer para decir mañana, por José Manuel Gómez Bravo
Ciudadano de Barcelona, por Juan Gabriel Vásquez

Lunes, 30 de octubre
Vuelco, por Iñaki Gabilondo
El drama y la farsa, por Gabriel Tortellá
El descrédito de Cataluña, por Jordi Ibáñez
Cataluña se quema las alas, por Roland Rossier

Martes, 31 de octubre
Huyen como ratas, por Raúl del Pozo
El pequeño principado, por Víctor Lapuente
La debacle territorial de Podemos, por Jorge Galindo
Me equivoqué, por Iñaki Gabilondo

Miércoles, 1 de noviembre
La izquierda que no estuvo, por Francesc de Carreras
Mi sombra, por Leila Guerriero
Mujer irreductible, por Carmen Rigalt

Jueves, 2 de noviembre
¿Sólo autonómicas?, por Iñaki Gabilondo
Heroísmo prêt-à-porter, por Pere Vilanova
Coexistir con el 155, por Valentí Puig
La estrellada, por Arcadi Espada

Viernes, 3 de noviembre
Madrid por dentro de Azorín, por Antonio Lucas
Erial, por Juan José Millás
Cien años de la Declaración Balfour, por Isaac Querub Caro

Sábado, 4 de noviembre
Cartas de Unamuno, historia de España, por Borja Hermoso
Espirales represivas, por Manuel Arias Maldonado
Lo mejor del procés, por Josep M. Colomer

Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Historia y Política (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Historia National Geographic (España)
Paris Match (Francia)
Instituto Nacional de Estadística (España)
Para terminar, les dejo con los reportajes de El País con las mejores imágenes del 2016, las treinta fotos más representativas de los 40 años de vida del periódico, las fotos ganadoras del World Press Photo 2017, y las 12 fotos del año de National Geographic. Y como siempre, las mejores fotos de la semana que termina en El País. 




Una mujer rohingya en la frontera entre Myanmar y Bangladés



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[Humor en cápsulas] Para hoy domingo, 5 de noviembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7, Idígoras y Pachi en El Mundo; y El Roto, Forges, Peridis, y Ros en El País; Disfruten de ellas.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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sábado, 4 de noviembre de 2017

[Galdós en su salsa] Hoy, con "El amigo Manso"



Estatua de Galdós (Pablo Serrano, Las Palmas GC)


Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quien en es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que van a cumplirse 174 años, he ido subiendo al blog a lo largo de los últimos meses su copiosa obra narrativa, que comencé con el primero de sus Episodios Nacionales, colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas entre 1872 y 1912 que tratan acontecimientos de la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. Sus argumentos insertan vivencias de personajes ficticios en los acontecimientos históricos de la España del XIX como, por ejemplo, la guerra de la Independencia Española, un periodo que Galdós, aún niño, conoció a través de las narraciones de su padre, que la vivió. 

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912. 

Subo hoy al blog su novela El amigo Manso, publicada en Madrid, en 1882, por la Administración de La Guirnalda y Episodios Nacionales. Esta edición de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, es la conservada en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid.

El amigo Manso es la segunda novela del ciclo de las "Novelas españolas contemporáneas". Considerada por Montesinos "novela pedagógica",​ y por Ortiz-Armengol estudio "pirandelliano" de un personaje frente a su autor, es en su conjunto —y más allá de su lectura autobiográfica— un alegato contra la sociedad de la Restauración.

El Madrid "naturalista" de Galdós se muestra en esta novela pseudo-autobiográfica con su perfil más estrambótico. Sus cuatro protagonistas principales son: el quijotesco e idealista Máximo Manso, su discípulo Manolito Peña, Irene —Aldonza madrileña de Manso y, a la postre, su protegida— y su interesada tiastra Doña Cándida. Los cuatro y otros secundarios se mueven por las páginas de la novela convirtiendo la capital de España en una engañosa postal que, desde el piso de la calle de Espíritu Santo, en el que vive Manso, se va filtrando por "profundas, laberínticas y misteriosas cavidades"... por ellas van pasando "las sombras entrecortadas de las calles ... enroscándose en el suelo salpicado de luces de gas." En el aire falsamente romántico de ese Madrid nocturno flota un tentador aroma de olla de garbanzos que hace ridículo el drama de los personajes.

En la trama, reposada y dinámica a un tiempo, Máximo Manso se encariña de los otros dos personajes principales, Irene y Manolito, pero se equivoca de amada y de alumno porque, en una sabia reflexión final de lúcido Alonso Quijano "las cosas caen del lado al que se inclinan".







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[Humor en cápsulas] Para hoy sábado, 4 de noviembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7, Idígoras y Pachi en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, y Ros en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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viernes, 3 de noviembre de 2017

[A vuelapluma] Hispanofobia española





En un momento crítico, Iglesias y sus aliados emprenden una operación de sabotaje al Estado español que retoma las viejas pulsiones autodestructivas. La operación de fondo consiste en renegar de la Constitución, de la bandera ‘rancia’ y del ‘sistema‘, comenta en el diario El País el periodista y escritor Rubén Amón.

La simplificación del procés —o el proceso, en sentido kafkiano— a un conflicto entre Cataluña y España tanto subordina el escenario principal —la división de Cataluña misma— como subestima la operación de sabotaje de España a la propia España. La sugestión de una emergencia nacional tendría que haber privilegiado el deber patriótico respecto al ventajismo político, pero el Gobierno de Rajoy, muchas veces negligente en la gestión del caos, ha sido expuesto a un escarmiento de la deslealtad que aspira a la implosión de la sociedad en una crisis de identidad nacional.

El pretexto es el antimarianismo, la fobia al PP, la maldición de Génova, pero esta misma bandera exorcista ha introducido confusión y felonía. Confusión porque los detractores de España en su realidad contemporánea —los indepes, Pablo Iglesias, los otros nacionalismos— sobreponen el Estado y el presidente del Gobierno conscientes del desprestigio de Rajoy. Y felonía porque la operación de fondo no consiste tanto en provocar la caída de un Ejecutivo como renegar de la Constitución, del “frente monárquico”, de la bandera rancia y del “sistema”, cuyo pecado original digno de expiarse sería el linaje franquista y la derivada del régimen del 78.

Ninguna manera más eficaz de probar semejante corrupción que la represión brutal de los tricornios, la coacción electoral del 1-O, el confinamiento de presos políticos —Jordi I y Jordi II— y el sesgo tiránico, “golpista”, con que se ha interpretado la aplicación severa del artículo 155.

La crónica frívola del victimismo indepe ha incorporado todas estas falacias como extremos inequívocos de la opresión y como síntomas de una supresión de derechos. El problema es la celeridad con que han asumido este mismo discurso incendiario otras formaciones del parlamento nacional. Y no Bildu o ERC en la connivencia oportunista del separatismo, sino el PNV desde el chantaje a los presupuestos generales y, sobre todo, Podemos, cuyo líder ha estimulado las conexiones en Bruselas para denunciar en la instancia de la Comisión Europea la violencia del Estado español. Exigía la formación morada, incluso, activar contra la credibilidad y estabilidad de su propio país el artículo 7 del Tratado de la UE. Habría España infringido el capítulo de “valores fundamentales”. Y se le debería escarmentar sustrayéndola del voto y de otras funciones capitales en el organismo supremo e intergubernamental del Consejo Europeo.

La iniciativa no ha prosperado más allá de su propio exotismo, pero es ilustrativa no sólo del insólito fervor comunitario que parece haber descubierto la euroescéptica Podemos, sino de la conspiración que España urde contra sí misma en un frente abierto e inesperado cuyas energías desestabilizan la concentración en la prioridad histórica de la crisis catalana.

Se diría que el españolismo se ha convertido en un folclorismo anacrónico. Y que cualquier escrúpulo hacia la Constitución o hacia la incolumidad del Estado se interpreta desde Podemos y sus satélites —Ada Colau, por ejemplo— como una trasnochada veneración sentimental. Ha prosperado no en Barcelona, sino en Madrid, un ajuste de cuentas que indistintamente denuncia el genocidio indígena, que maldice los Pactos de la Moncloa y que reconoce la adanista, pura, identidad de los pueblos, siempre y cuando esa identidad no consista precisamente en la española ni se revista de la bandera roja y gualda o incurra en una autoestima patriótica.

Reaparece así una antigua tradición autodestructiva que el historiador Stanley Payne describió desde la academia y la equidistancia. La peculiaridad de la leyenda negra de España —su ferocidad imperialista, su pulsión inquisitorial, su esclavismo, su oscurantismo intelectual— no consiste sólo en que la fomentaran las potencias rivales desde la propaganda y la hegemonía geopolítica, sino que le otorgase musculatura la propia intelectualidad y progresía nacionales. Fue necesario incluso crear un neologismo hiperbólico, el “excepcionalismo”, para definir la propensión a la vergüenza patriótica que ha adquirido impostura teatral estas semanas de camisetas y banderas blancas.

Ya lo escribía la historiadora Elvira Roca Barea: los intelectuales españoles han tenido que ser hispanófobos para alcanzar una posición de prestigio. Sucedió con la pérdida de Cuba y de Puerto Rico en el desmantelamiento del imperio colonial. Ocurrió en el primer brote del nacionalismo decimonónico. Los rivales de España estaban fuera y estaban dentro. Y más dentro que fuera están ahora, toda vez que la campaña de desprestigio que encabeza Pablo Iglesias desde el derecho de autodeterminación y la aquiescencia de una cierta izquierda mediática, aspira a desfigurar el modelo de convivencia, incluso a abjurar de un milagro político, la transición, que se estudia y observa en ultramar como una proeza de responsabilidad, audacia, cesión y consenso.

No termina de superarse el cainismo celtibérico. La riña a garrotazos de Goya representa un símbolo cultural y antropológico que exige periódica renovación de sudor y de sangre. Pero no estamos en la pugna de una España contra otra España, a la usanza del guerracivilismo ni de las antiguas implicaciones ideológicas, sino en una hispanofobia de matriz española cuyos exégetas instan a avergonzarse de la nación, balcanizarla y caricaturizarla como un parque temático donde están proscritos los sentimientos de pertenencia a un proyecto común.

Ser español no significa emocionarse con Manolo Escobar, por mucho que el difunto mito almeriense haya resucitado como una insólita expresión de la canción protesta. Significa reconocerse en un país que ha prosperado sin rencor, que ha superado la aberración del terrorismo etarra, que se ha adherido al proceso de construcción europeo, que ha progresado en la tolerancia y en la conquista de derechos sociales, que se ha descentralizado, que es solidario y generoso —la donación de transplantes, las manos blancas—, que ha extirpado de su naturaleza política la extrema derecha y cuya idiosincrasia plural, compleja caleidoscópica no consiste en la restricción ni en la exclusión, sino en una concepción de la identidad enriquecida a la que pretende devorar el oso cavernario apretando las fauces del populismo y el nacionalismo.



Dibujo de Eulogia Merle para El País



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