Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom, que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia.
Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana.
Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana.
Todas las anteriores me parecen razones más que suficientes para retomar la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al tema de España en la poesía española contemporánea que tan buena acogida de los lectores del tuvo hace ya unos años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. Poemas a los que acompaño con algunas de las más bellas arias de la historia de la ópera y de algunos de los desnudos más hermosos de la pintura universal.
Subo hoy a Desde el trópico de Cáncer al poeta Enrique Azcoaga y su poema España, al pintor Francisco de Goya y su cuadro La maja desnuda, y al compositor Giacomo Puccini con el aria Vissi d'arte de su ópera Tosca, que pueden ver aquí o en el vídeo de más abajo, interpretada por la soprano rumana Angela Gheorghiu.
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Enrique Azcoaga
Enrique Azcoaga (1912-1985) fue un escritor, poeta y crítico de arte español, adscrito al movimiento conocido como Generación del 36. Estudió en la escuela de Artes y Oficios, y luego se dedicó a viajar por España. Conoció al poeta Miguel Hernández, que influiría en gran medida en su creación posterior. Colaboró en los diaros El Sol y Luz. Fue uno de los fundadores de Hoja literaria junto con Arturo Serrano Plaja y Antonio Sánchez Barbudo. Además participó en actividades culturales patrocinadas por el gobierno de la República como Patronato de Misiones Pedagógicas. En 1933 logró el Premio Nacional de Literatura por su libro Línea y Acento, aunque por su deseo el premio figura como inédito. Tras la guerra civil colabora junto con Eugenio d'Ors en la Academia Breve de Crítica de Arte, además funda la revista Cartel de las Artes y Mairena. También colaborará durante breve tiempo con la revista universitaria Haz. Abrumado por el ambiente represivo que se vive en España durante la década de 1940 emigra a Iberoamérica en busca de la libertad creativa. Durante once años reside en Buenos Aires donde funda la revista Atlántida. De regreso a España es galardonado con el premio Lázaro Galdiano. Es autor de una extensísima obra literaria de la que destacaremos sus libros de poemas: La piedra solitaria, El canto cotidiano, El poema de los tres carros, La dicha compartida, Dársena del hombre y Olmeda; como novelista: El empleado, La arpista, Diana o la casualidad y La prueba del mar; como crítico de arte: Entregas, El cubismo, Goya, La escultura de Cristino Mayo, Redondela, Alberto, La pintura para vivir de Martínez Novillo, Los dibujos de Gregorio del Olmo y Las pinturas morales de Vela Zanetti.
ESPAÑA
Cuando el viajero ciego te recorre
negándote por torpe o por malsana
manía de no ver claro, descubro
lo que hay en ti de alba.
El español que vuelve a su terruño,
vacío, contrahecho de distancia,
no puede -descastado- darse cuenta
lo que hay en ti de casta.
El truhán que necesita verte hundida
para flotar en falso, es el que pasa
por tu milagro joven, despreciando
lo que hay en ti de ansia.
El desterrado innoble, ese que tiembla
pensando si mejoras, dio la espalda
por siempre a su verdad, y no comprende
lo que hay en ti de ala.
El estéril que vive de tu gloria;
los que al deificarte te degradan,
ignoran por cenizos y por rotos
lo que hay en ti de garza.
El emigrado ruin que por dinero
hijo se siente un día de otra patria,
reniega de tu estirpe cuando olvida
lo que hay en ti de raza.
Cuando a diario escucho al mal nacido
negarte inútilmente con su baba,
comprendo por encima de mi furia
lo que hay en ti de brasa.
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Francisco de Goya, por Vicente López (1772-1850)
Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) fue un pintor y grabador español. Su obra abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo. En todas estas facetas desarrolló un estilo que inaugura el Romanticismo. El arte goyesco supone, asimismo, el comienzo de la pintura contemporánea y es precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX; por todo ello, se le considera uno de los artistas españoles más relevantes y uno de los grandes maestros de la historia del arte. Tras un lento aprendizaje en su tierra natal, en el ámbito estilístico del Barroco tardío y las estampas devotas, viaja a Italia en 1770, donde traba contacto con el incipiente Neoclasicismo, que adopta cuando marcha a Madrid a mediados de esa década, junto con un pintoresquismo costumbrista rococó derivado de su nuevo trabajo como pintor de cartones para los tapices de la manufactura real de Santa Bárbara. El magisterio en esta actividad y en otras relacionadas con la pintura de corte lo imponía Mengs, mientras que el pintor español más reputado era Francisco Bayeu, que fue cuñado de Goya. Una grave enfermedad que le aqueja en 1793 le lleva a acercarse a una pintura más creativa y original, que expresa temáticas menos amables que los modelos que había pintado para la decoración de los palacios reales. Una serie de cuadritos en hojalata, a los que él mismo denominaba de capricho e invención, inician la fase madura de la obra del artista y la transición hacia la estética romántica. Además, su obra refleja el convulso periodo histórico en que vive, particularmente la Guerra de la Independencia, de la que la serie de estampas de Los desastres de la guerra es casi un reportaje moderno de las atrocidades cometidas y componen una visión exenta de heroísmo donde las víctimas son siempre los individuos de cualquier clase y condición. Gran popularidad tiene su Maja desnuda, en parte favorecida por la polémica generada en torno a la identidad de la bella retratada. De comienzos del siglo XIX datan también otros retratos que emprenden el camino hacia el nuevo arte burgués. Al final del conflicto hispano-francés pinta dos grandes cuadros a propósito de los sucesos del levantamiento del Dos de Mayo de 1808, que sientan un precedente tanto estético como temático para el cuadro de historia, que no solo comenta sucesos próximos a la realidad que vive el artista, sino que alcanza un mensaje universal. Pero su obra culminante es la serie de pinturas al óleo sobre el muro seco con que decoró su casa de campo (la Quinta del Sordo), las Pinturas negras. En ellas Goya anticipa la pintura contemporánea y los variados movimientos de vanguardia que marcarían el siglo XX.
La maja desnuda, de Francisco de Goya
Es, al igual que «Las Tres Gracias», de Rubens, otro de los iconos más célebres y populares del Museo del Prado. Fue pintada por Goya antes de 1800, tanto vestida como desnuda. La obra perteneció a la colección de Godoy y, tras ser incautada, en 1813 fue trasladada al Depósito General de Secuestros, en la calle Alcalá. Un año después pasó a las dependencias del Tribunal de la Inquisición. En 1836 llegó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1901 ingresó en las colecciones del Prado. Se ha escrito mucha literatura sobre quién es la modelo que posó así para el aragonés: para unos era Pepita Tudó, amante de Godoy; para otros, la mismísima Duquesa de Alba, amiga del pintor. Teorías que hoy parecen totalmente descabelladas y descartadas. Es uno de los primeros desnudos realistas de la Historia del Arte, sin que fuera una pintura mitológica, religiosa o histórica. Colgó, junto a «La Venus del espejo», de Velázquez, y otras dos obras de Tiziano, en el gabinete reservado de Godoy.
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Giacomo Puccini
Giacomo Puccini (1858-1924) fue un compositor italiano de ópera, considerado entre los más grandes, de fines del siglo XIX y principios del XX. Fue un visionario, creando los conceptos de música que van a regir al cine durante el siglo XX. Para él, el uso de pasajes modales o recursos politonales y la tonalidad o la atonalidad eran cuestiones de efecto que estaban definidas por las necesidades dramáticas de la obra. Por ejemplo, en Tosca, la forma en que reemplaza el texto por pasajes musicales nos anticipa la acción que está por acontecer, al mejor modo de Alfred Hitchcock en sus películas de suspense. Otro ejemplo es en La Bohème, cuando escuchamos el tema de Mimi antes de que ella aparezca en escena, cuando Rodolfo les dice a sus amigos que se va a quedar en la buhardilla. Fue uno de los pocos compositores de ópera capaces de usar brillantemente las técnicas operísticas alemana e italiana. Se lo considera el sucesor de Giuseppe Verdi. Algunas de sus melodías, como "O mio babbino caro" de Gianni Schicchi, "Che gelida manina" de La bohème y "Nessun dorma" de Turandot, forman parte hoy día de la cultura popular. Su primera ópera fue Le Villi (1884) y su primer triunfo Manon Lescaut (1893). Además de doce óperas, Puccini escribió otras obras notables, como una Misa solemne, un Himno a Roma, un capricho sinfónico, dos preludios sinfónicos y tres minués para cuarteto de cuerda.
Tosca es una ópera en tres actos, con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Fue estrenada con éxito en Roma, el 14 de enero de 1900, en el Teatro Costanzi. El texto de la obra está basado en un intenso drama, La Tosca, de Victorien Sardou, presentado en París en 1887, donde actuaba la gran actriz Sarah Bernhardt. Tosca es considerada una de las óperas más representativas del repertorio verista italiano, por su intensidad dramática y por contener algunas de las arias más bellas del repertorio. El argumento combina amor, intriga, violencia, pasión y muerte. Junto a Madama Butterfly y La Bohème, integra el trío de óperas más conocidas de Puccini. Musicalmente, la obra se mantiene en el estilo desarrollado por Puccini hasta el momento: continuidad del discurso musical, roto apenas por una o dos arias. Las escenas más impactantes son el Te Deum del final del primer acto, y las arias Vissi d'arte (para Tosca) y E lucevan le stelle (para Mario). Dramáticamente, el segundo acto es de una intensidad inigualada por otra obra de Puccini. La acción transcurre en Roma, el 14 de junio de 1800, cuando Napoleón vence a los austríacos al mando del general Michael von Melas en la batalla de Marengo.
Y Vissi d'arte es una aria de soprano de ese segundo acto en el que el personaje de Tosca canta lo que ella piensa de su destino, y de cómo la vida de su amado, Mario Cavaradossi, está a merced del vil Barón Scarpia.
VISSI D'ARTE
Vissi d'arte, vissi d'amore,
non feci mai male ad anima viva!...
Con man furtiva
quante miserie conobbi, aiutai...
Sempre con fe' sincera,
la mia preghiera
ai santi tabernacoli salì.
Sempre con fe' sincera
diedi fiori agli altar.
Nell'ora del dolore
perché, perché Signore,
perché me ne rimuneri così?
Diedi gioielli
della Madonna al manto,
e diedi il canto agli astri,
al ciel, che ne ridean più belli.
Nell'ora del dolore, perché,
perché Signore, perché
me ne rimuneri così?
***
HE VIVIDO DEL ARTE
He vivido del arte, he vivido del amor,
¡nunca le he hecho mal a nadie...!
Con mano furtiva
cuantas miserias he conocido, he socorrido...
Siempre, con fe sincera,
mi plegaria
en los santos templos, elevé.
Siempre, con fe sincera,
he llevado flores al altar.
En la hora del dolor,
¿por qué, por qué Señor, por qué
por qué me pagas de esta manera?
He dado joyas
para el manto de la Señora,
y he dado mi canto a las estrellas,
que brillaban tan radiantes.
En la hora del dolor, ¿por qué,
por qué Señor, por qué
me pagas de esta manera?
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HE VIVIDO DEL ARTE
He vivido del arte, he vivido del amor,
¡nunca le he hecho mal a nadie...!
Con mano furtiva
cuantas miserias he conocido, he socorrido...
Siempre, con fe sincera,
mi plegaria
en los santos templos, elevé.
Siempre, con fe sincera,
he llevado flores al altar.
En la hora del dolor,
¿por qué, por qué Señor, por qué
por qué me pagas de esta manera?
He dado joyas
para el manto de la Señora,
y he dado mi canto a las estrellas,
que brillaban tan radiantes.
En la hora del dolor, ¿por qué,
por qué Señor, por qué
me pagas de esta manera?
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt