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martes, 12 de septiembre de 2017

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, con "Las fenicias", de Eurípides





En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos Musas del teatro. Inicialmente era la Musa del Canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la Musa de la Tragedia como es actualmente reconocida. Melpómene era hija de Zeus y Mnemósine. Asociada a Dioniso, inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo la sección de Un clásico de vez en cuando trayendo hoy al blog la tragedia de Eurípides titulada Las feniciasPueden leerla en el enlace inmediatamente anterior, y  ver si lo desean, desde este otro enlace, o al final de la entrada, un vídeo con la representación de la obra por el grupo de teatro español Los Hijos de Edipo. 

Eurípides (480-406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Odiaba la política y era amante del estudio, para lo que poseía su propia biblioteca privada, una de las más completas de toda Grecia. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras de Eurípides. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Se cree que escribió 92 obras, conocidas por los títulos o por fragmentos, pero se conservan solo 19 de ellas (18 tragedias y el drama satírico El Cíclope). Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. 

La trama de la obra está basada en una parte del ciclo tebano, y tiene un claro precedente en la tragedia de Esquilo Los siete contra Tebas, que subí al blog la pasada semana. El título de Las fenicias viene motivado por el coro de mujeres procedentes de esa región que intervienen en la tragedia. Este coro se dirigía al oráculo de Delfos y se relaciona con el origen del fundador de Tebas: Cadmo, que procedía de Sidón (Fenicia). Un monólogo de Yocasta, en el que se relata la cadena de desgracias que ha conducido a la situación presente en Tebas, y una conversación entre Antígona y su pedagogo, pasando revista a las tropas que asedian la ciudad, permite a los personajes explicar su presencia en la ciudad y su disposición de ánimo hacia ella. Disfruten de la obra.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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martes, 5 de septiembre de 2017

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, con "Los siete contra Tebas", de Esquilo






En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos Musas del teatro. Inicialmente era la Musa del Canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la Musa de la Tragedia como es actualmente reconocida. Melpómene era hija de Zeus y Mnemósine. Asociada a Dioniso, inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo la sección de Un clásico de vez en cuando trayendo hoy al blog la tragedia de Esquilo titulada Los siete contra TebasPueden leerla en el enlace inmediatamente anterior, y  ver si lo desean, desde este otro enlace o al final de la entrada, un vídeo con la presentación de la obra por el grupo de teatro venezolano Prosopon et Ius. 

Esquilo (525-456 a.C.) fue predecesor de Sófocles y Eurípides, y está considerado como el primer gran representante de la tragedia griega. Nació en Eleusis, Ática, lugar en el que se celebraban los misterios de Eleusis. Pertenecía a una noble y rica familia de terratenientes. En su juventud fue testigo del fin de la tiranía de los Pisistrátidas en Atenas. Fue uno de los «Maratonómaco»; luchó en las guerras contra los persas y en las batallas de Maratón, Salamina y Platea. Algunas de sus obras, como Los persas o Los siete contra Tebas, son producto de sus experiencias de guerra. Fue también testigo del desarrollo de la democracia ateniense. En Las suplicantes (463 a. C.), puede detectarse la primera referencia que se hace acerca del poder del pueblo, y la representación de la creación del Areópago, tribunal encargado de juzgar a los homicidas. En Las euménides, poya la reforma de Efialtes y la transferencia de los poderes políticos del Areópago al Consejo de los Quinientos.

De la importancia de su obra da fe el hecho de que se permitiera que fueran representadas en el agón («certamen») en los años posteriores a su muerte, junto a las de los dramaturgos vivos. Sólo se conservan siete piezas, seis de ellas premiadas, y fragmentos de otras tantas.

Esquilo compuso la obra hacia el año 467 a. C., obteniendo con ella el primer puesto en la Fiesta de las Dionisias de aquel año. Formaba parte de una tetralogía compuesta por las tragedias Layo y Edipo, y el drama satírico Esfinge, todas ellas perdidas.

La acción se desarrolla dentro de la ciudad de Tebas durante el asedio del ejército argivo a la ciudad, a causa de la negativa de Eteocles de ceder su turno para reinar en la ciudad que había pactado con su hermano Polinices, a los que su padre, Edipo, había maldecido. Un mensajero informa a Eteocles de que los siete caudillos argivos se han juramentado para destruir la ciudad o morir en el intento, echando a suertes la puerta de Tebas que cada uno atacaría. Polinices será el que ataque la séptima puerta y pide a gritos poder luchar contra su propio hermano para matarlo o desterrarlo tras vencerlo. Eteocles decide enfrentarse personalmente a su hermano. Tras la batalla, que han ganado los tebanos, Eteocles y Polinices han perecido en el combate, dándose muerte mutuamente. Los magistrados tebanos ordenan que Eteocles sea enterrado con los debidos ritos, pero que a Polinices debe dejársele insepulto y sin honores, a lo que Antígona, hermana de ambos, manifiesta su propósito de desobedecer la orden y dar también sepultura a Polinices.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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jueves, 17 de agosto de 2017

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, con "Ión", de Eurípides





En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos Musas del teatro. Inicialmente era la Musa del Canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la Musa de la Tragedia como es actualmente reconocida. Melpómene era hija de Zeus y Mnemósine. Asociada a Dioniso, inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo la sección de Un clásico de vez en cuando trayendo trayendo al blog la tragedia titulada Ión, de Eurípides. Pueden leerla en el enlace inmediatamente anterior, y  ver si lo desean, al final de la entrada o desde este enlace, un vídeo con la representación de la obra en 2015 (en inglés) por el The Barnard/Columbia Ancient Drama Group.




Busto de Eurípides, Museos Vaticanos


Eurípides (480-406 a.C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras suyas. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. Reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional, mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes y satirizó a muchos héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. 





Representación del Ión de Eurípides



La fecha de representación de Ión suele situarse en torno al 412 a.C. y trata un mito no demasiado conocido y de creación reciente que Eurípides innova en puntos esenciales con clara intención propagandística. La obra gira en torno al destino de Ión, ancestro mítico de los jonios. Por Hesíodo y Heródoto sabemos algunos datos concretos  de los personajes del drama: Juto, hijo de Eolo, rey de Eubea, se casa con Creusa, hija del rey ateniense Erecteo; de ellos nacerá Ión, pero Eurípides hace de Ión un héroe puramente ateniense al presentar a Apolo como su padre, relegando a Juto al papel de mero padre putativo, aunque este engendrará después en Creusa a Doro, padre de los dorios. 

Al igual que en otros dramas de Eurípides la idea del azar recorre toda la obra, manejando a su antojo a dioses y hombres, reflejando con claridad las creencias del autor respecto a los dioses tradicionales, que como el Apolo de esta pieza sale en muchas ocasiones malparado, convertido en violador de muchachas, emitiendo oráculos falsos e incapaz de resolver la intrincada situación que él mismo ha creado. Situación que finalmente tiene que resolver Atenea para enmendar sus yerros.




Ión, de Eurípides (The Barnard/Columbia Ancient Drama Group)



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martes, 1 de agosto de 2017

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, con "Edipo en Colono", de Sófocles





En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos Musas del teatro. Inicialmente era la Musa del Canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la Musa de la Tragedia como es actualmente reconocida. Melpómene era hija de Zeus y Mnemósine. Asociada a Dioniso, inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Retomo después de mucho tiempo la sección de Un clásico de vez en cuando trayendo trayendo al blog la tragedia de Sófocles Edipo en ColonoPueden leerla en el enlace inmediatamente anterior o ver si lo desean al final de la entrada un vídeo con la representación de la obra en el teatro romano de Siracusa, Italia, llevada a cabo por el Istituto Nazionale del Dramma Antico el año 2016.




Sófocles


Sófocles (496-406 a.C.) fue un poeta trágico griego, autor de obras como Antígona y Edipo rey, que le sitúan, junto con Esquilo y Eurípides, entre las figuras más destacadas de la tragedia griega. De toda su producción literaria sólo se conservan siete tragedias completas que son de importancia capital para el género. Participó activamente en la vida política de Atenas, ocupando los cargos de heletómano (tesorero de la Liga de Delos) y de estratego durante la Guerra de Samos bajo la autoridad de Pericles. 




Edipo en Colono (Jean-Antoine T. Giroust, 1788)


Edipo en Colono fue escrita por Sófocles entre el 407 y el 406 a.C., cuando tenía unos noventa años de edad. En ese año las tropas espartanas atacaron Colono, localidad próxima a Atenas y patria chica del autor, pero fueron rechazadas. Es verosímil que la obra fuera compuestas tras este fallido ataque. Fue presentada a concurso por su nieto el 401 a.C. obteniendo el primer premio.

En la cronología, se producen los eventos de Edipo en Colono después de los sucesos de Edipo rey y antes de Antígona; sin embargo, fue la última de las tres tragedias. Mientras en las otras dos obras sobre Edipo traen a menudo el tema de la responsabilidad moral de una persona y su destino, Edipo en Colono es la única en donde se aborda explícitamente el hecho de que él no es responsable de las acciones que estaba destinado a cometer.

Edipo, ya ciego, llega a Colono, distrito de Atenas, acompañado por su hija Antígona. Un lugareño les pide que abandonen el recinto sagrado de las Euménides, en el que se encuentran. Edipo se niega porque sabe que éste era el lugar en el que había de morir según el oráculo, y llegan más lugareños para echarlo de allí. Aparece Teseo, el rey de Atenas, quien asegura a Edipo su protección y le promete que será enterrado en suelo ático; de esta forma su espíritu protegerá Atenas. Ismene, la otra hija, llega de Tebas contando el futuro enfrentamiento entre los hermanos; ganará aquel que consiga tener consigo a Edipo. Por eso, Creonte, su cuñado, aparece con intención de prenderlo para que sea Tebas y no Atenas quien reciba su cuerpo; sus hombres capturan a Antígona e Ismene. Teseo interviene en ese momento y lo rescata a él y a sus hijas. Polinices aparece para ganar el apoyo de su padre, simulando arrepentimiento e intenta obtener el beneplácito paterno en su enfrentamiento con Eteocles, pero sólo consigue enfurecer a Edipo, quien lanza maldiciones contra ellos, que morirán el uno a manos del otro. Finalmente se oye un trueno, que señala el fin inminente de Edipo. Éste indica, tan sólo a Teseo, cuál será el emplazamiento de su tumba, pues traerá la fortuna a Atenas mientras siga allí. Se retira, y un mensajero cuenta que tras bendecir a sus hijas, se ha apartado a un lugar solitario y que ha muerto solo, en presencia de Teseo.





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sábado, 27 de agosto de 2016

miércoles, 9 de marzo de 2016

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Las troyanas", de Eurípides



Representación de "Las troyanas" (Universidad de La Rioja, Argentina)



Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

No se me ocurre mejor manera de celebrar el Día Internacional de la Mujer (ayer) que trayendo hasta el blog, en el apartado de Un clásico de vez en cuando, el texto de Las troyanas de Eurípides, una obra en la que las mujeres juegan el papel protagonista. Pueden leerla en el enlace inmediatamente anterior. También pueden ver si lo desean, en el enlace siguiente, o en el vídeo de más abajo, el documental elaborado por el canal de televisión Historia sobre la guerra de Troya, titulado Grecia-Troya, la verdadera historia

Eurípides (480-406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Nació en Salamina, Ática central, de donde pronto tuvieron que emigrar a Atenas a causa de la Segunda Guerra Médica siendo él aún un niño. Odiaba la política y era amante del estudio. Su biblioteca privada fue una de las más completas de toda Grecia. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras de Eurípides. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Se cree que escribió 92 tragedias, pero se conservan sólo 19 de ellas. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. Eurípides reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes, y satirizando a los héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. Fue notoria la animadversión de Aristófanes contra Eurípides, al que ataca en sus comedias con chistes y alusiones de intención malévola. Las razones de esta animadversión podrían ser su antagonismo ideológico con el pensamiento avanzado de Eurípides y el retrato que hace Eurípides de las mujeres en sus tragedias, muy alejado del modelo tradicional estereotipado de la comedia antigua helena.

Las troyanas fue representada el año 415 a.C. y no tuvo demasiado éxito entre los atenienses quizá porque representaba con mucha crudeza los desastres de una guerra como la que Atenas estaba viviendo en aquel momento, la del Peloponeso, con su eterna rival, Esparta. La acción transcurre en Troya, el último día de la guerra, y se inicia con el diálogo entre Posidón y Atenea, que disgustados con los conquistadores aqueos por haber profanado sus templos, auguran el desastre de su flota cuando vuelvan a Grecia. A continuación hace su entrada el coro de viudas troyanas, conducido por Hécuba, la mujer de Príamo, que se lamenta de su suerte, mientras un heraldo griego anuncia el destino que los vencedores han dispuesto para cada una de las mujeres de la casa real troyana: Casandra, Políxena, Andrómaca, y la misma Hécuba. En el segundo episodio, Andrómaca, la viuda de Héctor, llora junto a su suegra, Hécuba, la suerte de su pequeño hijo, Actianacte, arrojado al vacío desde la muralla de la ciudad por orden de Ulises. El tercer episodio es el diálogo entre Hécuba y Menelao, el esposo de Helena, al que la reina aconseja que se cuide de la lujuria de Helena. En la última escena, el heraldo de los griegos anuncia que la ciudad va a ser incendiada y que las prisioneras troyanas deben dirigirse a los barcos de sus nuevos amos para emprender la marcha. Todas las mujeres protagonistas de la obra presentan ángulos y perspectivas diferentes del dolor y la angustia de la guerra. Si tenemos en cuenta que Atenas, apenas unos meses antes, había infligido a los habitantes de Melos el mismo castigo que los aqueos a Troya, matando a todos sus varones y esclavizando a sus mujeres, se puede apreciar con claridad el terrible mensaje de Eurípides a sus conciudadanos: las guerras, todas las guerras, no dejan solo vencedores y vencidos, sino sobre todo horror y sufrimiento.


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Disfruten de ella. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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Entrada núm. 2638
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viernes, 5 de febrero de 2016

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Electra", de Eurípides



Representación de Electra (Teatro Romano de Mérida)


Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

No se me ocurre mejor manera de celebrar esta entrada número 2600 del blog que trayendo hasta él, en el apartado de Un clásico de vez en cuando, el texto de la Electra de Eurípides, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior, o ver, si lo desean, verla en el vídeo de más abajo, en la representación llevada a cabo por la Compañía Teatro Experimental Independiente, basada en las versiones de Electra de Sartre, Eurípides, Sófocles y Alfieri. 

Eurípides (480-406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Nació en Salamina, Ática central, de donde pronto tuvieron que emigrar a Atenas a causa de la Segunda Guerra Médica siendo él aún un niño. Odiaba la política y era amante del estudio. Su biblioteca privada fue una de las más completas de toda Grecia. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras de Eurípides. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Se cree que escribió 92 tragedias, pero se conservan sólo 19 de ellas. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. Eurípides reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes, y satirizando a los héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. Fue notoria la animadversión de Aristófanes contra Eurípides, al que ataca en sus comedias con chistes y alusiones de intención malévola. Las razones de esta animadversión podrían ser su antagonismo ideológico con el pensamiento avanzado de Eurípides y el retrato que hace Eurípides de las mujeres en sus tragedias, muy alejado del modelo tradicional estereotipado de la comedia antigua helena.

La datación de la Electra de Eurípides se sitúa entre 417 y el 413 a.C. Este mismo asunto ya había sido tratado por Esquilo en Las Coéforos y por Sófocles en su tragedia del mismo nombre. La acción de la Electra de Eurípides se desarrolla en el campo, fuera de los muros de Argos, delante de la modesta vivienda de un campesino, marido de Electra, hija de Agamenón y de Clitemnestra, casada a la fuerza por Egisto para impedir que tenga hijos nobles que pudieran vengar a su padre. A la casa de Electra y su marido llegan Orestes y su amigo Pílades. Orestes reconoce a su hermana pero no se da a conocer sino que deja que ésta le ponga al corriente de lo que ha ocurrido en Argos y de la suerte corrida por Agamenón a menos de su esposa y de Egisto. Un viejo criado llega a la casa y provoca que los dos hermanos se reconozcan y comiencen a fraguar su venganza. En el tercer acto de la obra Orestes ya ha matado a traición a Egisto y vuelve a la casa de Electra con su cadáver, a la que ésta, Electra, ha invitado a venir con engaños a su madre. Clitemnestra se enfrenta a su hija intentando justificar el asesinato de su padre, pero Orestes, forzado por su hermana, da muerte también a la reina. 

A diferencia de lo que ocurre en las obras de Sófocles y Esquilo, en Eurípides el asesinato de Clitemnestra no es obra del destino, ni producto de una maldición, ni mandato de un dios. El crimen Orestes es para Eurípides un hecho repugnante y reprobable llevado a cabo por rencor y no por razones morales o de justicia. En pocas obras como en esta Eurípides crítica de forma más clara los mitos tradicionales, haciendo que sus protagonistas se muevan solo por razones personales de venganza y que reaccionen, después, también humanamente, llenos de remordimientos. Les dejo a continuación el vídeo con la representación de la Electra de Eurípides por la Compañía Teatro Experimental Independiente.

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Disfruten de ella. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos míos. HArendt




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sábado, 16 de enero de 2016

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Prometeo encadenado", de Esquilo



Prometeo encadenado (pintura flamenca)


Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Hoy traigo hasta el blog, en el apartado de Un clásico de vez en cuando, el texto del Prometeo encadenado de Esquilo (525-456 a. C.). Predecesor de Sófocles y Eurípides, es considerado como el primer gran representante de la tragedia griega. Pertenecía a una noble y rica familia de terratenientes. En su juventud fue testigo del fin de la tiranía de los Pisistrátidas en Atenas. Luchó en las guerras contra los persas y participó en las batallas de Maratón, Salamina y, posiblemente, en la de Platea. Alguna de sus obras, como Los persas y  Los siete contra Tebas son el resultado de sus experiencias de guerra. Fue también testigo del desarrollo de la democracia ateniense. En Las suplicantes puede detectarse la primera referencia que se hace acerca del poder del pueblo, y a la creación del Areópago, tribunal encargado de juzgar a los homicidas. En Las euménides apoya la reforma de Efialtes y la transferencia de los poderes políticos del Areópago al Consejo de los Quinientos. Escribió 82 obras de las que solo se conservan siete piezas, seis de ellas premiadas. El sufrimiento humano es el tema principal del teatro de Esquilo, un sufrimiento que lleva al personaje al conocimiento (recordar la máxima del pathei mathos, el conocimiento a través del sufrimiento) y que no está reñido con una fuerte creencia en la justicia final de los dioses.

El mito de Prometeo ya había sido tratado por Hesíodo en su obra Los trabajos y los días, pero el personaje no recibía allí el tratamiento positivo que Esquilo va a darle ahora. Llama poderosamente la atención que su Prometeo es la única gran tragedia clásica en la que todos los personajes son dioses y no humanos. La acción de la obra se desarrolla en una región montañosa del Cáucaso en la que Hefesto, acompañado por Violencia y Fuerza encadenan a Prometeo por orden de Zeus. Prometeo, ya encadenado, recibe la visita del titán Océano; de Ío, metamorfoseada en vaca por venganza de Hera; y por último de Hermes. Prometeo, que ha dado el fuego a los hombres desobedeciendo las órdenes de Zeus, da rienda suelta a su amargura y desprecio por los nuevos amos del Olimpo, y especialmente, por Zeus. Hermes insta a Prometeo a revelar el secreto que pone en peligro el poder de los nuevos dioses, y lo amenaza con castigos brutales, entre ellos, el de ver devorado cada día su hígado por un águila. Pero Prometeo se mostrará fuerte contra todas las amenazas, por lo que, al final de la obra, Zeus lo precipita al fondo del abismo en compañía de las Oceánides, que se habían pronunciado en favor del titán.

La altura moral que el personaje de Prometeo adquiere en la obra de Esquilo, parece prefigurar la de todos los rebeldes y mártires contra la tiranía que le siguieron en la posterior historia de la literatura occidental. Por ejemplo, en los románticos ingleses P.B. Shelley y su Prometeo desencadenado, o en su esposa, la escritora Mary W. Shelley, en su Frankenstein o el moderno Prometeo

Más abajo, o bien en este enlace, pueden ustedes ver un interesante documental de la radio-televisión pública española sobre el mito de Prometeo. Y en el de más arriba, el texto completo de esta hermosa tragedia de Esquilo. Espero que la disfruten. 

Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt








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martes, 15 de diciembre de 2015

[Un clásico de vez en cuando] Hoy, "Las Bacantes", de Eurípides



Cerámica griega con una escena de Las Bacantes 



Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Hoy traigo hasta el blog, en el apartado de Un clásico de vez en cuando, el texto de Las Bacantes, del gran trágico griego Eurípides, que también pueden ver representada en este enlace o en el vídeo de más abajo, en una producción del Teatro Circo de Murcia-La Nave Argo. 

Eurípides (480-406 a. C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Nació en Salamina, Ática central, de donde pronto tuvieron que emigrar a Atenas a causa de la Segunda Guerra Médica siendo él aún un niño. Fue alumno de Anaxágoras, Protágoras, Arquelao, Pródico y Diógenes de Apolonia. Odiaba la política y era amante del estudio. Su biblioteca privada fue una de las más completas de toda Grecia. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras de Eurípides. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Se cree que escribió 92 tragedias, conocidas por los títulos o por fragmentos, pero se conservan sólo 19 de ellas. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. Eurípides reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes, y satirizando a los héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. La sociedad ateniense de la época se debatía entre dos opciones: la estabilidad de los valores conservadores, representada por Esquilo y Aristófanes, y el revisionismo racionalista, representado por Eurípides, Sócrates y los sofistas. La larga Guerra del Peloponeso contribuyó a la derrota de la primera opción, al comprobar que las viejas recetas de antaño no servían ya para el futuro. Fue notoria la animadversión de Aristófanes contra Eurípides, al que ataca en sus comedias con chistes y alusiones de intención malévola. Las razones de esta animadversión podrían ser su antagonismo ideológico con el pensamiento avanzado de Eurípides y el retrato que hace Eurípides de las mujeres en sus tragedias, muy alejado del modelo tradicional estereotipado de la comedia antigua helena.

Las Bacantes pone en escena las dificultades del dios Dioniso para que su culto fuera aceptado en su ciudad natal, Tebas, gobernada por su primo Penteo, y la intención del dios de castigarle a él y su familia por poner en duda su divinidad. Dioniso hace salir de sus casas a las mujeres tebanas y las conduce en pleno delirio hasta el Citerión. Penteo se enfada por ello, a pesar de que los ancianos Tiresias y Cadmo le invitan a sumarse a las alegres prácticas del culto dionisíaco, y manda detener a Dioniso, que se ha presentado en Tebas con forma humana como profeta extranjero del dios, pero este logra convencerle para que asista al desenfreno orgiástico de las tebanas en el bosque, vestido de mujer y subido a un árbol. Pero al ser descubierto por estas, en su frenesí orgiástico, enajenadas, le despedazan. La propia madre del rey Penteo, Ágave, vuelve a Tebas con la cabeza de su hijo en las manos, inconsciente de lo que acaba de hacer. 

Se ha dicho que obcecación, resentimiento y envidia son los sentimientos que protagonizan Las Bacantes, materializando un conflicto entre la religión tradicional, representada por Penteo, Cadmo y Tiresias, con una concepción del mundo como algo reglamentado, y el nuevo culto de Dioniso, en el que lo mágico y lo irracional son elementos fundamentales. 

Espero que disfruten de esta gran obra clásica, una de las últimas de su autor, representada en Atenas poco después de su muerte. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt







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sábado, 10 de octubre de 2015

[Literatura] Un clásico de vez en cuando. Hoy, "Antígona", de Sófocles



El tema de Antígona en la pintua neoclásica



Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Hoy traigo hasta el blog la obra "Antígona"título de una tragedia de Sófocles, representada en el año 442 a. C., considerada por todos como su mejor obra. Sófocles (496-406 a. C.) poeta trágico ateniense, se sitúa junto con Esquilo y Eurípides entre las figuras más destacadas de la tragedia griega y de toda la literatura universal. De toda su producción literaria sólo se conservan siete tragedias completas que son de importancia capital para el género. Participó activamente en la vida política de Atenas. Fue administrador del tesoro de la Liga de Delos y estratego durante la guerra de Samos bajo la autoridad de Pericles. Perteneció al Consejo de los Diez Próbulos, formado en Atenas tras el fracaso de la Expedición a Sicilia. No se distinguió especialmente por sus dotes como político pero amó su ciudad y rechazó invitaciones de autoridades importantes de otras ciudades con tal de no abandonar Atenas. El teatro de Sófocles recurre a los antiguos mitos de las sagas heroicas, y posee una rica versatilidad que facilita múltiples maneras de aproximación. En buena medida su teatro es un teatro de caracteres. De hecho, el título de todas las tragedias conservadas (salvo "Las Traquinias") se corresponde con el de sus protagonistas que emergen como auténticos colosos y arquetipos humanos.

El argumento de "Antígona" es sobradamente conocido. Eteocles y Polinices, hermanos de Antígona y de Ismene, se enfrentan en una guerra fratricida por hacerse con el trono de Tebas a la muerte de su padre, Edipo. La guerra concluye con la muerte de los dos hermanos en batalla, cada uno a manos del otro. Creonte, su tío, se convierte en rey de Tebas y dictamina que, por haber traicionado a su patria, Polinices no sea enterrado dignamente y que se deje su cuerpo a las afueras de la ciudad al arbitrio de los cuervos y los perros. 

Las honras fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona, hermana de ambos, contra la opinión en contrario de su también hermana, Ismene, decide enterrar a Polinices y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos, rebelándose así contra Creonte, su tío y futuro suegro, pues estaba comprometida con Hemón, hijo de Creonte.

La desobediencia acarrea para Antígona su propia muerte: condenada a ser sepultada viva, evita el suplicio ahorcándose. Pero su prometido, Hemón, al ver muerta a Antígona, tras intentar matar a su padre, se suicida en el túmulo, abrazado a ella. Eurídice, esposa de Creonte y madre de Hemón, se suicida al saber que su hijo ha muerto. Las muertes de Hemón y Eurídice provocan un profundo sufrimiento en Creonte, quien finalmente se da cuenta de su error al haber decidido mantener su soberanía por encima de todos los valores religiosos y familiares, acarreando su propia desdicha.

La persistencia del tema de Antígona en la cultura de Occidente a través de innumerables reelaboraciones es indiscutible. Desde Hegel, la obra ha sido interpretada como la oposición entre dos derechos igualmente válidos, el de la familia y el del Estado, representados respectivamente por Antígona y Creonte. Para el filósofo George Steiner, Antígona representa el caso más extremo y extraordinario de permanencia y reiteración de un tema dramático dado que en el se condensan los conflictos fundamentales que dan origen a todas las situaciones dramáticas. Un conflicto al que la humanidad debe enfrentarse incluso en nuestros días sobre la prevalencia de las leyes divinas (morales o éticas), o las del Estado (humanas); de la libertad religiosa o de conciencia sobre la obligación civil. 

La respuesta de Antígona cuando Creonte la interroga es un paradigma de esa lucha interior: “No podía yo pensar que tus normas fueran de tal calidad que yo por ellas dejara de cumplir otras leyes, aunque no escritas, fijas siempre, inmutables, divinas”, que trasluce la existencia de algo en su interior, la conciencia, que le conduce a hacer lo que considera correcto y bueno, independientemente de cualquier otra circunstancia. 

Culmino con esta obra la promesa que hice en entradas anteriores de traer hasta el blog a mis tres heroínas trágicas favoritas: las Ifigenia y Medea de Eurípides y la Antígona de Sófocles. Heroínas cada una por razones distintas pero siempre estremecedoras: Ifigenia, por su inocencia y su valentía a la hora de afrontar el sacrificio de su propia vida ante la superior causa de los griegos frente a Troya; Medea por su amor apasionado y su implacable venganza ante la traición del amado que antepone las razones de Estado a sus propios deberes conyugales y familiares; y Antígona por su defensa heroica de la libertad de conciencia frente a las leyes del Estado. Espero que disfruten de la belleza de la "Antígona" de Sófocles. Veinticinco siglos después de haber sido escrita aun sigue conmoviendo los espíritus y las conciencias. .

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 




El suicidio de Antígona en una representación teatral actual




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