En la mitología griega, Melpómene (en griego Μελπομένη "La melodiosa") es una de las dos Musas del teatro. Inicialmente era la Musa del Canto, de la armonía musical, pero pasó a ser la Musa de la Tragedia como es actualmente reconocida. Melpómene era hija de Zeus y Mnemósine. Asociada a Dioniso, inspira la tragedia, se la representa ricamente vestida, grave el continente y severa la mirada, generalmente lleva en la mano una máscara trágica como su principal atributo, en otras ocasiones empuña un cetro o una corona de pámpanos, o bien un puñal ensangrentado. Va coronada con una diadema y está calzada de coturnos. También se la representa apoyada sobre una maza para indicar que la tragedia es un arte muy difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Un mito cuenta que Melpómene tenía todas las riquezas que podía tener una mujer, la belleza, el dinero, los hombres, solo que teniéndolo todo no podía ser feliz, es lo que lleva al verdadero drama de la vida, tener todo no es suficiente para ser feliz.
Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.
Continúo la sección de Un clásico de vez en cuando trayendo trayendo al blog la tragedia titulada Ión, de Eurípides. Pueden leerla en el enlace inmediatamente anterior, y ver si lo desean, al final de la entrada o desde este enlace, un vídeo con la representación de la obra en 2015 (en inglés) por el The Barnard/Columbia Ancient Drama Group.
Busto de Eurípides, Museos Vaticanos
Eurípides (480-406 a.C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras suyas. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la guerra. Reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional, mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes y satirizó a muchos héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego.
Representación del Ión de Eurípides
Ión, de Eurípides (The Barnard/Columbia Ancient Drama Group)
La fecha de representación de Ión suele situarse en torno al 412 a.C. y trata un mito no demasiado conocido y de creación reciente que Eurípides innova en puntos esenciales con clara intención propagandística. La obra gira en torno al destino de Ión, ancestro mítico de los jonios. Por Hesíodo y Heródoto sabemos algunos datos concretos de los personajes del drama: Juto, hijo de Eolo, rey de Eubea, se casa con Creusa, hija del rey ateniense Erecteo; de ellos nacerá Ión, pero Eurípides hace de Ión un héroe puramente ateniense al presentar a Apolo como su padre, relegando a Juto al papel de mero padre putativo, aunque este engendrará después en Creusa a Doro, padre de los dorios.
Al igual que en otros dramas de Eurípides la idea del azar recorre toda la obra, manejando a su antojo a dioses y hombres, reflejando con claridad las creencias del autor respecto a los dioses tradicionales, que como el Apolo de esta pieza sale en muchas ocasiones malparado, convertido en violador de muchachas, emitiendo oráculos falsos e incapaz de resolver la intrincada situación que él mismo ha creado. Situación que finalmente tiene que resolver Atenea para enmendar sus yerros.
Ión, de Eurípides (The Barnard/Columbia Ancient Drama Group)
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
1 comentario:
Muy interesante ...
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