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viernes, 6 de noviembre de 2009

La nueva presidencia de la UE

Mapa de la Unión Europea




Resulta complicado establecer paralelismos entre algunas de las instituciones creadas por el nuevo Tratado de la Unión Europea, definitivamente aprobado en estos días, y las de un Estado nacional.

Por poner ejemplos: el órgano legislativo de la Unión, bicameral, está conformado por el Parlamento Europeo, propiamente dicho, elegido por los ciudadanos europeos, y por el Consejo de la Unión, conformado por representantes de los gobiernos de los Estados miembros.

Pero es que resulta que ese mismo Consejo de la Unión, ejerce también funciones ejecutivas, que comparte, aunque diferenciadas en cuanto a sus competencias, con la Comisión Europea, que sí es el órgano ejecutivo ordinario de la Unión.

El órgano judicial es el Tribunal de Justicia de la Unión, que engloba varios tribunales. Como órganos independientes podemos citar al Tribunal de Cuentas de la Unión y el Banco Central Europeo. Y como órganos asesores el Comité Económico y Social y el Comité de las Regiones de la Unión, compuestos por representantes elegidos por los Estados miembros.

Más complejo resulta el intento de explicar la función del Consejo Europeo como institución de la Unión. Lo más fácil sería compararlo con una Jefatura del Estado (Monarca o Presidente de la República), colegiada, eso sí, de un Estado nacional, con la salvedad de que, aunque como ésta carezca de facultades ejecutivas, sus funciones no son meramente representativas sino que lo convierten en el órgano impulsor por antonomasia de la Unión.

Y, entonces, ¿cuál es la función del nuevo presidente del Consejo Europeo creado por el Tratado de Lisboa? Según el propio Tratado, su función es la de garantizar la preparación y continuidad de la labor del Consejo y favorecer la búsqueda del consenso entre sus miembros. No es mucho, pero tampoco es algo intrascendente, pues dota de permanencia y cabeza visible al Consejo y la propia Unión.

Descartada prácticamente ya la candidatura oficiosa del ex-primer ministro británico Tony Blair, una propuesta que era una auténtica afrenta a la Unión y a todos aquellos que creemos en ella, la actual presidencia sueca del Consejo ha anunciado que ya está trabajando en la búsqueda de nombres para proponer, tanto para la presidencia, como para ocupar el puesto de Alto Representante de la Política Exterior y de Securidad de la Unión, auténtico Ministro de Asuntos Exteriores europeo, y además vicepresidente de la Comisión y Secretario General del
Consejo Europeo.

La búsqueda de nombres no ha hecho más que empezar, pero algunos ya comienzan a poner "los puntos sobre las íes". Por ejemplo, el Secretario de Estado para Asuntos Europeos francés, Pierre Lellouche, vino a decirles a los conservadores británicos, y a su líder, David Cameron, que no pueden seguir jugando al gato y al ratón con las instituciones de la Unión, que eso se acabó, y que tienen que decidir: "que o lo toman o lo dejan".

Por su parte, el insigne catedrático y sociólogo norteamericano Norman Birnbaum, profesor emérito del Law Center de la Universidad de Georgetown, en Washington (DC), profundo admirador de Europa y de las instituciones europeas, publicaba un importante artículo ("La elección del nuevo presidente europeo", El País, 04/11/09) en el que desgranaba los problemas y dificultades a los que habrá de enfrentarse el titular de esa nueva presidencia europea, entre otras, las múltiples y estrechas relaciones entre Estados Unidos y Europa en un plano de igualdad y tomando ejemplo uno de la otra.

El nuevo Tratado de la Unión, con las modificaciones introducidas por el Tratado de Lisboa, puede descargarse en formato "pdf" en la siguiente dirección electrónica:

http://bookshop.europa.eu/eubookshop/download.action?fileName=FXAC08115ESC_002.pdf&eubphfUid=575504&catalogNbr=FX-AC-08-115-ES-C

Espero que les resulten interesantes los artículos mencionados, que más adelante reproduzco. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Fredrik Reinfeldt, presidente de turno del Consejo de la Unión




"GRAN BRETAÑA Y LA UNIÓN" (de Agencias)
EL PAÍS - Internacional - 05-11-2009

El líder del Partido Conservador británico, David Cameron, presentó ayer un conjunto de propuestas para contentar al ala más euroescéptica de su grupo por su decisión de no convocar un referéndum sobre el Tratado de Lisboa, con el argumento de que éste ya estará en vigor en el caso de que alcanzaran el poder en las elecciones generales de la próxima primavera.

Como se esperaba, Cameron se ha comprometido a presentar una propuesta en el Parlamento para que a partir de ahora sea obligatorio que cualquier cesión adicional de soberanía a Bruselas sea aprobada por los británicos en referéndum. Su propuesta rompe una larga tradición de su propio partido, que jamás convocó una consulta para ratificar anteriores tratados europeos. Ni siquiera cuando Reino Unido ingresó en el club europeo de la mano del conservador Edward Heath, en 1973, se convocó un referéndum, aunque dos años después el laborista Harold Wilson sí lo hizo para ratificar la permanencia.

Cameron presentará también una propuesta de Ley de Soberanía de Reino Unido para dejar claro que la última autoridad en el país reside en el Parlamento, al estilo, dijo, de lo que ocurre en Alemania.

También pedirá la devolución de poderes transferidos a Bruselas en tres áreas: política social y empleo, la Carta de Derechos Fundamentales y justicia criminal. Si no logra esa devolución, amenazó con convocar un referéndum sobre “un paquete más amplio de garantías para proteger nuestro sistema democrático de toma de decisiones, aunque permaneciendo, por supuesto, como miembros de la Unión Europea”. Esa consulta se haría en un eventual segundo mandato de los tories.

El secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, Pierre Lellouche, acusa hoy al Partido Conservador británico de "castrar" con su "autismo" al Reino Unido en relación con la Unión Europea (UE).

En unas declaraciones al diario The Guardian, Lellouche afirma que son "de pena" los planes anunciados el miércoles por el líder tory, David Cameron, para el caso de ganar las elecciones generales del próximo año, y predice que no van a prosperar.

"Los tories no tienen más que una sola frase, que no dejan de repetir. Dan una extraña sensación de autismo", afirma el político francés, considerado, sin embargo, como uno de los miembros más anglófilos del Gobierno de Nicolas Sarkozy.

El miércoles, Cameron anunció en Londres su nueva estrategia para Europa tras la renuncia de su partido a organizar un referéndum sobre el Tratado de Lisboa como había prometido. Cameron habló en cambio de intentar recuperar una serie de competencias en materia de legislación laboral y social que ahora corresponden a la UE, aunque explicó que no se haría de forma inmediata y que las negociaciones podrían durar hasta cinco años.

Ese compromiso no fue suficiente para el eurodiputado tory Daniel Hannan, que renunció ayer mismo a su puesto de portavoz en la UE para asuntos legales de los tories y dijo que luchará por que se organicen referendos que permitan a este país gobernarse a sí mismo.

Sin ambages diplomáticos, Lellouche afirma en su entrevista con The Guardian que "es muy triste ver a un país europeo tan importante aislarse del resto y desaparecer del radar". "Están
haciendo lo que han hecho en el Parlamento Europeo. Han castrado básicamente la influencia británica", dice el político francés en referencia a la decisión de los tories de abandonar el Partido Popular Europeo para aliarse con pequeños grupos de la Europa central y del Este más a la derecha.

Según Lellouche, los conservadores británicos no lograrán apoyo para ese plan: "Nadie va a dedicarse en muchos años a revisar (los tratados). Nadie va a volver a jugar con lasinstituciones. Van a decirles que o lo toman o lo dejan, y (los 'tories') deberían tener la honradez de reconocerlo".

Para el político francés, es el momento ahora de presentar una Europa unida ante los desafíos que se presentan en materia de comercio, de cambio climático y otros. "Si no estamos unidos, nos van a marginar. Ningún país, sea grande o pequeño, puede actuar solo". Y (Reino Unido) se arriesga a la marginación, a la irrelevancia", agrega Lellouche.





JM Durao Barroso, presidente de la Comisión europea




"LA ELECCIÓN DEL NUEVO PRESIDENTE EUROPEO", por Norman Birnbaum
EL PAÍS - Opinión - 04-11-2009

La costumbre estadounidense de dar consejo a quienes no lo han solicitado parece incurable... En su visita a Islamabad, la secretari de Estado Clinton empleó un tono condescendiente para hablar del país. Los europeos (recordemos "euroesclerosis" y "la vieja Europa") han soportado durante años la arrogancia de nuestras élites, mucho menos excusable que la ignorancia y los prejuicios de nuestros ciudadanos.

Cierto es que Estados Unidos ha tenido su propia quinta columna: académicos, banqueros, empresarios, generales, funcionarios, políticos y publicistas europeos que respaldan y repiten en todo momento la absurda idea de que poseemos una corrección moral y una sabiduría política incuestionables. ¿Hay alguna posibilidad de que en las elecciones a la Presidencia Europea salga elegido un presidente que incremente la independencia del continente con respecto a EE UU?

Nuestro propio presidente se va pareciendo cada vez más a Gulliver apresado por los liliputienses. Los europeos también padecen esta misma miniaturización política. Los presidentes de gobierno socialistas hicieron muy bien en rechazar la candidatura de Tony Blair. Su inexpugnable fidelidad a EE UU y la seguridad sacerdotal de que hace gala (sobre todo cuando se equivoca) son razones más que suficientes. Sin embargo, parece evidente que los líderes europeos no están buscando grandes talentos para el cargo. La canciller Merkel no designará candidato a Schröder, ni a Steinmeier ni a Steinbrück ni a Fischer. Berlusconi no quiere ni oír hablar de Amato. Sarkozy no oculta que pasa por alto a Aubry, a Strauss-Kahn y a Vedrine. El presidente polaco no propone a su distinguido predecesor, Kwasniewski. Zapatero no menciona a su camarada de partido, González.

El hecho de que el presidente de la Comisión actual sea Barroso, fiel servidor de EE UU y refractario al Estado de bienestar europeo, parecería subrayar la necesidad de nombrar a una figura política relevante, que se atreva a llevar a cabo la modernización del modelo social europeo y a convertir Europa en una fuerza autónoma en la política mundial. ¿Cuándo fue la última vez que se alzó alguna v de peso en Europa para explicarle a EE UU que su obsesión con el "terror", su yihad en el mundo islámico, su hostilidad con Irán, su falta de voluntad para contener a Israel eran desastrosos? Europa, en cambio, acepta un papel subordinado y, a veces, se queja de las consecuencias.

Sería inexacto achacar la crisis financiera sólo al capitalismo americano, pues muchos capitalistas europeos son tan irresponsables, tienen tan poco espíritu social, como sus socios del otro lado del Atlántico. No hace mucho que oíamos a los líderes europeos ensalzar la desregularización y la privatización, como si hubieran estudiado Económicas en la Universidad de Chicago. Sin embargo, cuando las prestaciones del desempleo y los subsidios gubernamentales permiten que algunos de los países de la UE funcione mejor que EE UU, tanto desde el punto de vista económico como desde e social, son muy pocos los que se lanzan a sacar las conclusiones obvias. Una sociedad civilizada no requiere menos intervención económica pública, sino más. El primer presidente europeo será recordado si es capaz de conducir a la UE a un nuevo equilibrio entre el mercado y el Estado. Los jefes de gobierno europeos, sin embargo, debaten el nombramiento de los candidatos desde un punto de vista
partidista, lo que sólo servirá para relegar al nuevo presidente a una oscuridad instantánea.

Grandes corrientes de ideas y prácticas sociales han cruzado siempre el Atlántico en ambas direcciones. El Estado de bienestar estadounidense que construyeron los dos Roosevelt y Wilson le debe mucho al socialismo y a la democracia cristiana europeos. Los Estados de bienestar europeos posteriores a 1945 copiaron, a su vez, el modelo del New Deal. Ahora EE UU atraviesa una crisis. Puede elegir entre ser una sociedad de consumo o un imperio, pero no las dos cosas a la vez.

Puede permitir que se intensifique nuestro terrible darwinismo social o puede construir nuevas instituciones más solidarias. Nuestros recursos intelectuales y morales siguen siendo abundantes, como lo demostró la elección a la presidencia del hijo de un inmigrante africano. No obstante, el temor a verse desposeídos de sus privilegios está profundamente arraigado en muchos de nuestros ciudadanos, y a no ser que reparemos el tejido social, seguirán aumentando los síntomas, cada vez más agudos, de desintegración.

Los presidentes estadounidenses terminan por ser prisioneros de la Casa Blanca, y, aunque inteligente y abierto al mundo, Obama tampoco es una excepción. Gran parte de nuestra élite política es propensa a hacer caso omiso de la experiencia, recuérdese, si no, la discusión sobre Afganistán. Pese a todo, el debate sobre los costes del imperio y el precio del capitalismo sigue adelante. Una Europa más segura de su propia singularidad histórica, más orgullosa de sus
logros poscoloniales, innovadora en sus instituciones sociales y menos complaciente con respecto a sus prácticas democráticas podría ejercer una influencia importante -una vez más- en nuestro futuro. Esperamos que el nuevo presidente europeo sea consciente de que a este lado del Atlántico tiene un electorado moral, y lo esperamos por la cuenta que nos tiene.






Javier Solana, Alto representante para la Política Exterior de la UE




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Entrada núm. 1245 -
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"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire

martes, 26 de agosto de 2008

*¡Oh, dioses!... ¿En manos de quiénes estamos?





Perdonen la invocación que da título a este comentario, pero es que después de ver a los candidatos respectivos de los partidos demócrata y republicano a la presidencia de los Estados Unidos de América, juntos, pidiendo perdón por sus pecadillos de faldas y de juventud, y orando, también juntos, por la paz del mundo, es como mínimo para echarse a temblar...

A pesar de ello, hay diferencias abismales de "talante" entre los dos. El pensador norteamericano Norman Birnbaum, catedrático emérito en la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown, la más prestigiosa de las universidades católicas de los Estados Unidos, las expone en un excelente artículo en El País de hoy, a partir de las opiniones de ambos candidatos en torno a la crisis desatada en el Caúcaso, de la que el profesor Birnbaum hace responsable directo al presidente georgiano y sus asesores norteamericanos. Ahora, Rusia anuncia el reconocimiento de la independencia unilateral de Abjasia y Osetia del Sur, y Occidente, se echa las manos a la cabeza, olvidando las enseñanzas de Kosovo... ¡Oh, dioses, ¿en manos de quiénes estamos?... (HArendt)



"La crisis que debió evitarse", por Norman Birnbaum

La crisis provocada por la imprudencia de Georgia quizá podría haberse evitado. Los gobiernos de Estados Unidos y Rusia podrían haberse comprometido a contener el problema, en un mundo en el que hay otros muchos mayores. Sin embargo, en la era del espectáculo mundial instantáneo, Bush y Putin han preferido ocupar el primer plano. El acuerdo al que llegaron cuando se vieron en Pekín, fuera el que fuera, pudo menos que las fuerzas que les empujaban al enfrentamiento.

Cuando la Alemania comunista, en 1961, convirtió su frontera en un muro, Kennedy mantuvo la serenidad. Ahora, dijo, Jruschov no intentará apoderarse de Berlín Oeste, y el bloque soviético tendrá que pagar el coste moral de tener aprisionados a sus ciudadanos.

Bush, a pesar de sus opiniones sobre las transgresiones de China en materia de derechos humanos, es incapaz de tener ese tipo de reacción. La geopolítica del alineamiento militar, la necesidad de asegurarse el petróleo de Asia central y las locuras de nuestros ideólogos imperiales hacen que la paciencia (que no es una virtud muy estadounidense) sea imposible. Tanto Bush como Clinton rompieron las promesas que había hecho Bush padre a Rusia. La OTAN ha seguido ampliándose hacia el Este y Estados Unidos se ha introducido a gran escala en Asia central.

Esa situación, permitida por la complicidad de Europa occidental, es la que Rusia está intentando transformar ahora. El país, enriquecido gracias a sus ventas de gas, petróleo y minerales, y revitalizado por el renacimiento del nacionalismo, tiene una visión ecuménica de su pasado y se apoya en el zarismo y el bolchevismo dentro y fuera de sus fronteras.

Saakashvili, el presidente de Georgia, estudió y trabajó en Estados Unidos y su Gobierno ha utilizado los servicios del asesor de política exterior del senador McCain. Pese a ello, al exagerar de forma absurda la capacidad de Georgia y la disposición de Estados Unidos a tener una guerra inmediata, Saakashvili ha hecho a los rusos un favor de valor incalculable.

Si la retórica fuera una fuerza política, una Rusia humillada estaría hoy pidiendo su ingreso en la OTAN. En cambio, los dirigentes rusos se enfrentan a una OTAN más dividida que nunca. Los dos grandes partidos alemanes han reafirmado su compromiso de mantener el diálogo político con Rusia, por difícil que sea.

Como consecuencia, en vez de felicitarse por la alianza militar de Polonia con Estados Unidos, el inteligente ministro polaco de Asuntos Exteriores ha destacado, con pesar, el hecho de que Polonia siempre acaba quedándose sola. El ansia de Sarkozy por ejercer de mediador quizá le ha hecho descuidarse sobre las condiciones del alto el fuego, y ha permitido que Rusia estableciera una "zona de seguridad" que, en la práctica, convierte a Georgia en una réplica en el Cáucaso de lo que es Cuba para los estadounidenses: una fuente de irritación, no una amenaza mortal.

Las declaraciones del ministro británico de Exteriores en Tbilisi no impresionaron a nadie. Es imposible pensar que los Estados bálticos y Polonia, por sí solos, puedan inducir a Europa occidental a desenterrar a Napoleón en los Inválidos, y mucho menos a Hitler en Potsdamer Platz.

La expansión de la OTAN hacia el Este ha sido enormemente beneficiosa a corto plazo para Estados Unidos, al intensificar las divisiones entre Europa occidental y oriental, y anular el posible fortalecimiento de la autonomía europea que habría podido derivarse de la expansión en el mismo sentido de la UE. También ha eliminado, por ahora, la posibilidad de que Rusia entre a formar parte de un orden europeo. Sólo quienes niegan la evidencia y siguen creyendo en la hegemonía estadounidense en el mundo pueden pensar que las posibilidades de caos y conflicto asociadas a la crisis pueden beneficiar a la larga a Estados Unidos o a cualquier otro país.

Mientras tanto, en Estados Unidos, una gran parte de la clase política se ha inspirado en los Juegos Olímpicos y ha llevado a cabo unos ejercicios de hipocresía merecedores de medallas de oro, al denunciar a Rusia por tratar de modificar el gobierno de otro país.

Los medios de comunicación han proporcionado toda una serie de débiles simplificaciones y claras desinformaciones. Hasta hace dos semanas, la mayoría de los ciudadanos estadounidenses no era capaz de situar Georgia en un mapa, y muchos siguen sin poder hacerlo hoy. Todavía está por ver qué efectos tendrá la crisis en la elección presidencial. El senador McCain, con su declaración de que "ahora todos somos georgianos", manifestó una belicosidad que, al principio, hizo que el presidente pareciera razonable. Después, tanto él como la secretaria de Estado Rice han alcanzado la misma estridencia que su candidato.

Desde luego, Putin no les tiene miedo, pero los demócratas sí se han aterrado de tal forma que han caído en una imitación obsequiosa. Los asesores de política exterior de Obama le han convencido de que no hay alternativas a la estrategia adoptada por la Casa Blanca. O bien le han convencido de que sería políticamente perjudicial dar la impresión de estar pensando en alguna solución que no sea la capitulación rusa. Un gobierno de Obama, nos dicen, intentaría meter a Georgia y Ucrania en la OTAN. El senador Biden, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y candidato de Obama a la vicepresidencia, ha ido a Tbilisi, no a investigar qué miembro del Gobierno estadounidense empujó a Saakashvili a provocar a los rusos, sino a mostrar su solidaridad con él.

Hay algunas voces que aconsejan reflexión y contención (entre ellas, la del ex director de la CIA John McLaughlin), pero el senador Obama, tras unos pasos muy tentativos en ese sentido, ha cambiado de dirección. Su lema ("Un cambio en el que podemos creer"), en este caso, significa ningún cambio en absoluto.

No estamos en 1914, sino en agosto de 2008. Pero tampoco estamos en octubre de 1962, cuando Kennedy y Jruschov se unieron para impedir que sus asesores y generales pusieran en marcha una catástrofe.

Quizá Bush y Putin habrían escuchado a una Europa independiente y dispuesta a unir a ambos países para evitar traspasar el umbral de la confrontación. Los europeos que creen que ése va a ser su futuro pueden contar con que van a tener que superar pruebas muy duras. Si McCain es presidente, tal vez militarice nuestra política exterior casi por completo.

Si es Obama el que entra en la Casa Blanca, quizá tenga que afrontar una presión implacable para llevar adelante el proyecto imperialista. La crisis en Georgia demuestra que existe una relación política inextricable entre Estados Unidos y Europa. Será todavía más notable a partir del 20 de enero de 2009. (El País, 26/08/08)





http://www.elpais.com/recorte/20080826elpepuint_24/LCO340/Ies/Celebraciones_Osetia_Sur_reconocimiento_ruso.jpg
Osetia del Sur celebra su independencia