"A veces, cuando en la vida no se consigue el producto adecuado para lavar según qué, una drástica opción es echarlo al fuego y renovarse", comenta en el A vuelapluma de hoy la escritora Flavia Company.
"En el hotel hay lavadora y secadora -comienza diciendo Flavia Company-. Es una de las máximas felicidades para quienes viajamos con mochila. Aprovecho que hoy llueve para quedarme a trabajar en la habitación y, al mediodía, bajo a recepción a preguntar por los detalles. Escollo: no hay jabón. ¿Cómo que no? Se nos ha acabado. Puedes ir a comprar al Fiesta –el gran supermercado de nombre prometedor que hay cruzada la carretera–.
Llueve, como he dicho, pero la colada se lo merece. Me meto en el chubasquero y, para empezar, siento que arriesgo la vida cuando me veo en la necesidad de cruzar la ruta de doble sentido sin aceras ni pasos de peatones. Llego a las inmediaciones de la gran superficie y recuerdo la novela de A.M. Homes Este libro te salvará la vida y a su protagonista, atropellado en una de esas zonas de aparcamiento, quien, tras el accidente, recibe una sarta de insultos de quien conducía, porque a quién se le ocurre caminar, a estos sitios se llega en coche.
No tienen en el Fiesta dosis de detergente individuales o al menos pequeñas. Aprovecho para cambiar la pantalla protectora del móvil, que se me quebró hace unos días, y, en el camino de regreso, paro a comer en un restaurante típico de Texas en el que se ofrece la habitual barbacoa, que no elijo pero que me lleva hasta otra novela de A.M. Homes que me entusiasma. Se trata de Música para corazones incendiados , con uno de los mejores primeros capítulos que le conozco a la literatura, en el que un matrimonio de hombre y mujer, mediana edad, dos hijos, acaban de despedir a los invitados de ese domingo y se dirigen a la cocina a lavar los platos. Rascando la grasa que ha quedado en cubiertos y vajilla, se dan cuenta de que no pueden más con esa vida de tedio, deudas, incomunicación y mediocridad. Un pacto silencioso los lleva de nuevo al jardín. Acercan la barbacoa a la pared de la casa y le prenden fuego, tanto fuego como pueden. Es de noche. Sacan a los hijos de sus camas, los suben al coche y empiezan a alejarse. La casa está ardiendo, la ven por el retrovisor. Van a un hotel. Y regresando yo al mío he pensado que a veces, cuando en la vida no se consigue el producto adecuado para lavar según qué, una drástica opción es echarlo al fuego y renovarse. Pero entonces he llegado y en recepción me esperaban con un regalo: una dosis de jabón".
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo.
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo.
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