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jueves, 2 de enero de 2014

La "Hannah Arendt", de Margarethe von Trotta: algo más que una película


Termino el año 2013 viendo la película "Hannah Arendt" (2013) de la cineasta alemana Margarethe von Trotta, interpretada magistralmente por Barbara Sukova. Una buena forma de despedirlo, gracias a mi hija Ruth que me prestó el vídeo.

De Hannah Arendt (1906-1975) como figura histórica he escrito tantas veces en el blog que me abruma citarla de nuevo. Hasta el seudónimo con el que firmo las entradas del mismo y escribo en las redes sociales se lo debo a ella. Asi pues, no insisto.

De las numerosas críticas que ha merecido la película, y la persona de Hannah Arendt, destaco la de Fernando Mires en su blog "Polis", del pasado 21 de diciembre. Y en este otro enlace pueden ver avances de la misma bajados de Youtube. Me animo a sugerirles que los exploren, y con especial interés les recomiendo vean este de un sacerdote que hace crítica cinematográfica desde la página electrónica del arzobispado de Barcelona.

¿Y HArendt no va opinar sobre la película?..., se preguntará alguno. Pues sí, como no, aunque mi criterio no tenga la menor relevancia. Y lo primero que me gustaría decir es que no es una película biográfica al uso, y que sospecho no van a entenderla ni disfrutarla quienes no conozcan, siquiera someramente, la peripecia vital e intelectual de la gran pensadora norteamericana de origen judeo-alemán y el impacto que su crónica sobre el secuestro, proceso y ejecución del nazi Adolf Eichmann por Israel (1960-1962) produjo en todo el mundo.

La película de Margarethe von Trotta se centra, precisamente, en la recreación de la génesis de esa crónica por parte de la profesora Hannah Arendt, a quien la prestigiosa revista literaria norteamerica "The New Yorker", le encarga que siga y escriba sobre el proceso de Eichmann en Jerusalén, su posterior conversión en libro, y la tremenda reacción que el mismo provocó en los ambientes judíos norteamericanos, europeos (especialmente alemanes), y por supuesto, israelíes. Como es sabido, hablamos de su "Eichmann en Jerusalén. Un ensayo sobre la banalidad del mal" (Lumen, Barcelona, 1999).

Pero hay más cosas en la película que la hábil mano de Margarethe von Trotta y la inconmensurable actuación de Barbara Sukova, matizan y exponen; o exponen y matizan... Aun centrada como decía antes en un momento concreto de la vida de Hannah Arendt, la película deja claramente al descubierto las grandes pasiones que Arendt mantuvo a lo largo de toda su vida: su insobornable vinculación a sus amigos, a la verdad de los hechos, a la búsqueda del comprender, y a la verdad, sobre todo a la Verdad, pese a quien pese.

Sobre el amor a sus amigos, a las personas concretas por encima de ideologías y enfrentamientos o desencuentros, la película muestra escenas memorables, como los "flashbacks" de su primer encuentro, y de los posteriores muchos años después, con el que fue el gran amor de su vida, el filósofo Martin Heidegger. De la pasión por su segundo marido, Heinrich Blücher. De su amistad nunca alterada por Mary McCarthy, que se convirtió a su muerte en su albacea testamentaria. Del doloroso desencuentro con los intelectuales judíos a causa de su libro, sobre todo, por lo que en él había de crítica a la labor que los Consejos Judíos, órganos creados por las autoridades nazis, que colaboraron en la ejecución del Holocausto. Y sobre todo, en la visión de Eichmann no como una figura que encarnaba el Mal, sino como un producto banal, un engranaje más de la horrenda consecuencia del totalitarismo sobre la sociedad, que anula lo que de humano queda en la persona para convertirla en una simple máquina de obeceder órdenes. Disfrútenla si tienen ocasión.

Una última recomendación, que lean este interesante artículo de Jordi Ibáñez, profesor de Estética y Teoría de las artes en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, titulado "Amistad y amor mundi: la vida de Hannah Arendt" (Revista de Libros, febrero 2008) antes de ver la película. Y después de que la hayan visto y disfrutado se animen a leer las sendas biografías de Arendt, la de Elisabeth Young-Bruehl (Alfons el Magnànim, Valencia, 1993) y la de Laure Adler (Destino, Barcelona, 2005), que el profesor Ibáñez les recomienda. Yo lo había hecho antes de su recomendación, y les aseguro que merecen la pena ambas.

Y sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Entrada núm. 2018
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)