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jueves, 6 de febrero de 2014

Golfus de Hispania (I): Políticos




http://www.elpais.com/recorte/20090211elpepunac_4/XLCO/Ies/20090211elpepunac_4.jpg
Igualito que ahora, para no variar...



Hace cinco años, en febrero de 2009, el partido popular ni soñaba aun con alcanzar el poder. Bueno, soñar quizá soñaran..., pero lo tenían bastante crudo. Más tarde, la crisis que no existía (o no veía) se la jugó a Zapatero y junto a sus propios errores de bulto pasó lo que pasó. Pero volvamos a febrero de 2009... 

Una amiga gallega que lleva muchos años viviendo en el norte de Europa me enviaba -y sigue enviando- las crónicas que en la prensa de su Galicia natal escribe Xosé Luis Barreiro, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de
Santiago de Compostela, y ex consejero de Presidencia del gobierno gallego (1982-1986) con el partido popular, y por aquellas fechas me envió la que reproduzco más adelante, que resulta una premonición cierta de muchas de las actitudes que los "populares" han acrecentado desde entonces: estulticia, mentira, desfachatez, desvergüenza... Se me acaban los sustantivos pero pienso que con los citados queda suficientemente claro lo que pretendo decir.

A mí me da grima hablar de política, y sobre todo de los políticos. Pero hay ocasiones en que los resortes le saltan a uno, aun sin querer. Una de ellas fue la del esperpéntico espectáculo del líder del partido popular (y en aquellos momentos de la oposición), Mariano Rajoy, rodeado de todos sus acólitos, clamando al cielo y proclamando a voz en grito la inocencia de su partido ante las acusaciones de corrupción. Inocencia que nadie ponía en duda ni entonces ni ahora porque los que delinquen son las personas, no los partidos.

Como soy de Letras y leído, la imagen me trajo casi instántaneamente a la cabeza la famosa escena del Tenorio, en la que don Juan, tras seducir a doña Inés y matar al Comendador, decide poner tierra por medio y huir a Italia. Como buen sinvergüenza, don Juan culpa a los demás de sus problemas y hace responsable al cielo de sus desmanes: "Llamé al cielo y no me oyó, y pues sus puertas me cierra, de mis actos en la tierra, responda el cielo, y no yo". ("Don Juan Tenorio", de José Zorrilla (1844). Escena X, Acto IV, Parte I). Patético...

El profesor Barreiro, le sacaba al asunto su punto de ironía y socarronería gallega. Les dejo con su artículo, titulado "Ese partido que nunca rompió un plato". Para más sarcasmo publicado el "Día de los Enamorados"... Disfrútenlo. 

Sean felices, por favor. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




"Ese partido que nunca rompió un plato", por Xosé Luis Barreiro
(La Voz de Galicia, 14/02/09)

"Viendo el enfado de Federico Trillo, o contemplando la fúnebre foto -¡vaya onomatopeya!- del acto en el que Mariano Rajoy, rodeado de todos sus escuderos y de los que esperan un buen momento para darle la puñalada trapera, le declaró la guerra al Ministerio de Justicia, cualquiera diría que el PP jamás se fue de cacería para arreglar pequeños asuntillos, o que no utilizó la justicia para deshacerse de sus enemigos, o que no mantiene prietas las filas a los que integran su finca privada del Poder Judicial, o que no son los inspiradores de la expeditiva ley de partidos que, mediante el democrático sistema de la deducción concatenada y falaz, es capaz de ilegalizar a María Santísima.

Para quien no les conozca como yo los conozco, hasta podría parecer que jamás han roto un plato en los juzgados, o que nunca han cenado con un juez para inspirarle una sentencia, o que nada de lo sucedido en los aledaños del urbanismo mediterráneo -donde dominan el ránking de imputados en proporción 9 a 1- tiene que ver con su partido ni afecta lo más mínimo a su reputación política.

Por eso me parece intolerable que, quienes presumen en toda hora de acatar los pronunciamientos de la Justicia, y quienes no necesitan más que una citación o un rumor para abrir las compuertas de su ira y pedir que dimita el sursum corda, se permitan insultar a Garzón a caño abierto, y transmitir a la ciudadanía la extraña sensación de que la Justicia no tiene ninguna garantía de independencia cuando el ministro del ramo se propone hacer una marrullería.

La idea de que aquí no ha pasado nada, y de que todo es una conspiración arbitraria urdida en pareja de hecho por Bermejo y Garzón, es una obscenidad imperdonable, que en modo alguno puede quedar justificada por la imprudente fiesta cinegética protagonizada por los ahora despellejados. Mi opinión es que, partiendo de la idea de que la cultura política e institucional depende en gran manera del comportamiento de nuestras autoridades y personalidades públicas, no debería salir tan barato insultar a un determinado juez o ministro al¡ amparo de las inmunidades creadas para preservar la libre opinión y el control riguroso del poder.

Si a cualquier ratero que robó un jamón le multan por desacato al segundo estornudo, no tiene sentido que un diputado -y profesional del derecho- se pueda despachar a gusto haciendo entender que Garzón se inventa un caso en beneficio del PSOE, que vive en prevaricación continuada, y que el ministro le va a pagar los servicios en especie. Y por eso creo que Rajoy tiene que intervenir y poner orden. Porque, si todos percibimos que no sabe gobernar este galimatías, menos nos vamos a creer que puede gobernar el país".





Escena del "Don Juan Tenorio"



Entrada núm. 2031
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)