Es muy posible que a algún purista la parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y la sonrisa, así pues, ¿por qué no juntarlas?
Continúo la serie con un soneto de Carolina Coronado (1820-1911), poetisa y escritora española romántica, autora de tal notoriedad que llegaría a ser calificada como el "Bécquer femenino". Fue tía del tambíen escritor Ramón Gómez de la Serna. Nacida en el seno de una familia de ideales progresistas, casó con un diplomático estadounidense destinado en Madrid. A pesar de ser amiga personal de la reina Isabel II, su residencia madrileña se hizo famosa por las tertulias literarias que en ella se realizaban, sirviendo de punto de encuentro para escritores progresistas y refugio de perseguidos, llegando a asistir algunos de los más renombrados autores del momento. Esto atrajo sobre su obra literaria la censura de la época. Pese a ello, logró publicar algunas de sus obras en periódicos y revistas hasta lograr cierta fama, a la que también contribuyó su belleza física, que causó notoria admiración en otros escritores románticos, como José de Espronceda, que le dedicaría apasionados versos. Sus poemas fueron recogiéndose poco a poco en revistas, y más tarde, en 1843, se recopilaron en un volumen, "Poesías", con prólogo de Eugenio Hartzenbusch. En las posteriores ediciones de 1852 y 1872 se incorporaron nuevos poemas. En prosa escribió un total de quince novelas y varias obras teatrales.
Las viñetas que reproduzco a continuación son las habituales de Morgan, en Canarias7; Padylla y Montecruz, en La Provincia; Forges, Peridis y Ros, en El País; y Ricardo y Litus y Puñales, en El Mundo. Todas del día de hoy. Espero que disfruten de unos y otras.
Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
Continúo la serie con un soneto de Carolina Coronado (1820-1911), poetisa y escritora española romántica, autora de tal notoriedad que llegaría a ser calificada como el "Bécquer femenino". Fue tía del tambíen escritor Ramón Gómez de la Serna. Nacida en el seno de una familia de ideales progresistas, casó con un diplomático estadounidense destinado en Madrid. A pesar de ser amiga personal de la reina Isabel II, su residencia madrileña se hizo famosa por las tertulias literarias que en ella se realizaban, sirviendo de punto de encuentro para escritores progresistas y refugio de perseguidos, llegando a asistir algunos de los más renombrados autores del momento. Esto atrajo sobre su obra literaria la censura de la época. Pese a ello, logró publicar algunas de sus obras en periódicos y revistas hasta lograr cierta fama, a la que también contribuyó su belleza física, que causó notoria admiración en otros escritores románticos, como José de Espronceda, que le dedicaría apasionados versos. Sus poemas fueron recogiéndose poco a poco en revistas, y más tarde, en 1843, se recopilaron en un volumen, "Poesías", con prólogo de Eugenio Hartzenbusch. En las posteriores ediciones de 1852 y 1872 se incorporaron nuevos poemas. En prosa escribió un total de quince novelas y varias obras teatrales.
Las viñetas que reproduzco a continuación son las habituales de Morgan, en Canarias7; Padylla y Montecruz, en La Provincia; Forges, Peridis y Ros, en El País; y Ricardo y Litus y Puñales, en El Mundo. Todas del día de hoy. Espero que disfruten de unos y otras.
Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
SONETO
¡Oh, cuál te adoro! Con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aún te llama exalta el alma mía.
Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que mi mente asiste,
porque en ti se concentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.
No hay canto que igualar pueda a tu canto
cuando tu amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento.
Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.
Carolina Coronado
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Entrada núm. 2421
elblogdeharendt@gmail.com
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)