martes, 13 de junio de 2023

[ARCHIVO DEL BLOG] El lugar de VOX en la ultraderecha europea. [Publicada el 03/07/2020]








"Vox ha logrado hacerse un hueco destacado en la actualidad gracias a su estrategia de ataque frontal a las políticas del Gobierno para intentar frenar la pandemia del coronavirus, lanzando graves acusaciones de negligencia criminal y promoviendo protestas masivas como las del pasado 23 de mayo en distintas ciudades españolas. La imagen de aquel día, con los líderes de la formación sobre un autobús de dos pisos en el centro de Madrid, liderando un gran atasco que acabó contraviniendo las medidas sanitarias, ofrece una idea muy clara de ese discurso que se queja de unas medidas demasiado estrictas que, aseguran, atentan contra la libertad de los ciudadanos. Una estrategia muy parecida a la que ha estado desplegando, con apoyo a movilizaciones similares, Alternativa para Alemania (AfD), la principal fuerza de ultraderecha en ese país.
Sin embargo, entre los partidos que conforman la ola de ultraderecha que recorre Europa desde hace en torno a una década, se pueden encontrar actitudes muy distintas frente a la crisis sanitaria, con duras críticas a las manifestaciones multitudinarias contra el racismo de las últimas semanas que no respetaban la distancia de seguridad ―del líder de PVV de los Países Bajos, Geert Wilders― e incluso de cierto apoyo al Gobierno para enfrentar la situación de emergencia ―del partido Verdaderos Finlandeses (PS)―. Mientras los expertos discuten si la pandemia va a debilitar a estas formaciones o se acabarán aprovechando del durísimo escenario económico y social que se avecina, lo que vuelve a quedar claro es que el movimiento ultraconservador y de derecha radical en Europa tiene muchas caras, que a pesar de nutrirse de impulsos comunes como el rechazo frontal a la inmigración y a lo políticamente correcto, está construido a partir de movimientos muy flexibles que se van adaptando, como dice la investigadora del Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona Carme Colomina, “entre comillas, a los enemigos locales”.
De ese modo, este reportaje, publicado en el diario El País el pasado 13 de junio por los periodistas J.A. Aunión e Ignacio Povedano (que pueden ustedes leer en su presentación original, con cuadrantes y diagramas de sumo interés, desde este enlacepretende ubicar a Vox, tercera fuerza en España en las últimas elecciones, entre los principales partidos que ocupan en Europa un espacio político similar o asimilable al suyo, es decir, a la derecha de las formaciones conservadoras tradicionales. El punto de partida es un sondeo a 50 académicos y especialistas de todo el mundo (sobre todo de Europa) que han puntuado las formaciones del 0, que sería la extrema izquierda, al 10, la más extrema derecha. A petición de este periódico, se han pronunciado sobre su ideología general y sus posturas en torno a la economía, los valores sociales y democráticos, la seguridad, las políticas de inmigración y la integración de los extranjeros. Los extremos del gráfico representan el 10, con lo cual, cuanto más próxima a ese punto, más cercana a la extrema derecha es la posición del partido en cada ámbito.
Los resultados del sondeo a los expertos, hecho antes del estallido de la crisis del coronavirus, colocan a Vox entre los partidos más a la derecha, tanto en su ideología general (con una media de 8,67) como en valores sociales y democráticos (8,52), economía (7,04) y seguridad y delincuencia (8,71). Sin embargo, lo dejan en la mitad baja del listado en cuanto a la inmigración (8,94) y la integración (8,93), aunque en estos dos ámbitos todas las notas están muy cercanas al 10. Pero no se trata aquí de hacer ningún tipo de ranking, sino de intentar reflejar de una forma sencilla un escenario muy complejo de cercanías y particularidades.
Estos partidos, “en general, tienden a tener las mismas políticas y estrategias ideológicas sobre inmigración, al tratar de proteger a los blancos, el grupo étnico principal, y reducir el número de inmigrantes”, pero defienden “políticas muy diferentes en materia socioeconómica”, señala James F. Downes, profesor de la Universidad China de Hong Kong e investigador del Centro para el Análisis de la Derecha Radical.
Esto queda perfectamente reflejado en las respuestas de los especialistas, con una variación del 9% en las puntuaciones medias de todos los partidos en torno a la inmigración y del 66% en economía. En el capítulo de valores sociales y democráticos, la distancia también es grande, del 48%; de hecho, cuando se analizan los discursos de unos y otros, se hallan defensas de los valores más tradicionales y reaccionarios —Ley y Justicia (PiS) en Polonia, Partido Popular Conservador (EKRE), en Estonia—, junto a posiciones mucho más moderadas, como las del Foro para la Democracia (FvD) holandés, el Partido del Progreso (FrP) noruego o el los Demócratas Suecos (SD). Y, sobre todo, del Partido por la Libertad (PVV), también holandés, “que se ha pronunciado a favor de los derechos individuales, por ejemplo, de la comunidad LGTBI”, explica Bertjan Verbeek, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Radboud en Nijmegen, Países Bajos. Eso sí, en mucha ocasiones, la tolerancia tiene un claro límite: “El SD [sueco] y los Verdaderos Finlandeses son progresistas para los blancos, pero no para los inmigrantes o los musulmanes”, apunta Jeffrey Murer, profesor de la Universidad de St. Andrews, en Escocia.
¿Dónde se encontraría Vox dentro de ese heterogéneo paisaje de versiones nórdicas, clásicas en transformación —como el francés Reagrupamiento Nacional (RN)— y de variantes marcadas por su pasado al otro lado del Muro de Berlín? Los expertos describen un partido especialmente reaccionario en lo social, nacido de la radicalización del conservadurismo clásico, más que de la tradición de la extrema derecha, pero que todavía está en pleno proceso de autodefinición. Vox está “en construcción”, asegura el profesor de Blanquerna (Universitat Ramon Llull) Xavier Casals, “está haciendo una síntesis ideológica original”, tomando elementos muy variados, advierte. De momento, sin especial dureza en su discurso antinmigración, dos características marcarían principalmente una identidad bien diferenciada de la formación española: su rechazo a las políticas de género y, sobre todo, al movimiento independentista catalán.
En ese contexto, el sondeo a los expertos sirve de punto de partida para perfilar el mundo en el que Vox está buscando su espacio. Pero, para terminar de interpretar sus resultados, conviene explicar primero cómo se ha elaborado.
¿De dónde salen esos datos? EL PAÍS ha construido las preguntas del sondeo replicando algunos de los criterios que usa la Chapel Hill Expert Survey (CHES), un trabajo dirigido desde 1999 por científicos de la Universidad de Carolina del Norte en el que numerosos politólogos son interrogados sobre los posicionamientos ideológicos, las políticas y la retórica institucional de los principales partidos europeos de todas las tendencias. Una vez elegidos los ámbitos sobre los que preguntar para definir a los partidos de ultraderecha, este diario se puso en contacto con especialistas que han estudiado y publicado trabajos académicos sobre movimientos populistas de derecha en Europa y les pidió que puntuasen a las formaciones seleccionadas aplicando los siguientes criterios: Ideología general. 0 es extrema izquierda y 10, extrema derecha.
Economía. Considerando que, cuanto más a la izquierda, los partidos promueven mayor intervención del Estado en la economía, con empresas públicas y fuerte regulación y, cuanto más a la derecha, defienden menos intervención de los poderes públicos, con privatizaciones, impuestos bajos, poca regulación de los mercados, poco gasto público y unos servicios públicos limitados. De nuevo, 0 es extrema izquierda y 10, extrema derecha.
Valores sociales y democráticos. 0 equivale a totalmente progresista (por ejemplo, a favor del aborto libre, la eutanasia activa, el matrimonio entre personas del mismo sexo, democracia participativa) y 10 sería totalmente tradicional o autoritario, es decir, contrario a las anteriores ideas y defensor de una moral férrea y de los ideales de tradición, orden y estabilidad.
Seguridad y delincuencia. Considerando 0 como completamente progresista, es decir, totalmente a favor de las medidas sociales y educativas de prevención de la criminalidad, la rehabilitación y la reinserción de los delincuentes y del principio de proporcionalidad como límite para la idea del castigo. Y 10 equivale a completamente a favor de la política de “mano dura”, del castigo como principal objetivo, por encima de la rehabilitación de los delincuentes, lo cual incluye la cadena perpetua e incluso la pena de muerte.
Inmigración. 0 equivale a estar totalmente en contra de las restricciones a la inmigración y 10, totalmente a favor.
Integración. 0 significa totalmente a favor del multiculturalismo y 10 a favor de la asimilación (que el inmigrante asuma completamente la cultura del país de acogida, renunciando si es necesario a la de sus orígenes).
Finalmente, han respondido a las preguntas 50 profesores e investigadores de 46 instituciones de una veintena de países del mundo (la nómina completa se puede consultar al final de este reportaje). No todos los expertos se han pronunciado sobre todas las formaciones, sino únicamente sobre aquellas que han estudiado y conocen bien, de tal manera que cada partido ha sido puntuado por un mínimo de 17 y un máximo de 33 expertos. Con la media de todas sus puntuaciones, se han confeccionado también los gráficos que a continuación tratan de describir a los partidos europeos de ultraderecha, ya no comparándolos entre sí, sino con las etiquetas políticas clásicas:
El diagrama de base, que ubica de forma orientativa todos los movimientos políticos clásicos en el plano económico/social, se ha tomado de un trabajo de 2011 del investigador Anders Backlund, de la Universidad de Sodertorn, en Estocolmo (Suecia). Y, para colocar dentro del mismo a los partidos derechistas europeos, se han utilizado las medias obtenidas en la consulta a los expertos: por un lado, la del apartado de economía (cuanto más a la derecha, más derechista) y, por el otro, la media del resto de criterios (cuanto más alta, más conservador/autoritario).
El resultado vuelve a dar una idea de la heterogeneidad de esos nuevos partidos de ultraderecha y/o populistas de derechas y la dificultad para identificarlos sin más con las etiquetas políticas clásicas.
El punto de encuentro: la derecha (populista) radical. El rechazo de las etiquetas políticas clásicas —“No somos ni de izquierdas ni de derechas”, suele defender el francés RN— es, precisamente, otra seña de identidad muy extendida en la ultraderecha europea, junto a la guerra contra lo políticamente correcto. Pero dar con etiquetas nuevas con las que señalarles a todos parece harto difícil y ni los analistas ni los académicos se terminan de poner de acuerdo entre tantos matices nacionales.
El profesor ayudante de la Universidad de Kent (Reino Unido) Carles Ferreira hace la siguiente síntesis de las principales tendencias académicas actuales: la etiqueta principal sería “ultraderecha”, esto es, “todo partido o movimiento político que está a la derecha de conservadores, democristianos y partidos de centroderecha convencionales en general”. Dentro de ese grupo, habría dos subtipos. El primero es la derecha radical: “autoritaria e iliberal, pero no abiertamente antidemocrática, porque acepta el juego electoral y parlamentario, e intenta cortar los vínculos con personas y organizaciones abiertamente (post)fascistas”. El otro es la extrema derecha, que no solo es iliberal, “sino que también es antidemocrática y, a menudo, muestra desacomplejadamente actitudes apologéticas en relación a las dictaduras fascistas del siglo pasado y a postulados abiertamente racistas, biologistas o antisemitas”.
Para este reportaje, se les pidió a los académicos participantes que, junto a las puntuaciones en cada apartado, eligieran una etiqueta ideológica para los partidos que estaban describiendo. El resultado es de lo más variopinto, con caracterizaciones que van de la “derecha nacionalista” o la “derecha conservadora”, hasta el “conservadurismo nacionalista extremo”, el “euroescepticismo conservador”, el “posfascismo”, el “nacional-chovinismo” y el “populismo libertario”. Sin embargo, los términos más repetidos, de lejos, son los de “derecha populista” y, sobre todo, “derecha populista radical”.
Ese es el rótulo común que defiende el investigador de la Fundación German Marshall de Estados Unidos Daniel Hegedüs. Y lo explica: “Los antiguos partidos marginales de extrema derecha, como el Frente Nacional [hoy Reagrupamiento Nacional-RN], Jobbik o EKRE se han ido incorporando a esa etiqueta, mientras que los antiguos partidos conservadores de derecha, como Fidesz [de Hungría] o PiS, se han ido radicalizando hasta niveles de la derecha populista radical”. Esto significa que unos dejaron atrás sus formas más violentas y antidemocráticas, mientras que otros endurecieron sus discursos para encontrarse en un mismo punto. Un espacio que, a pesar de sus diferencias, tiene muchos aspectos en común, empezando por su mejorado impacto electoral.
Los 17 partidos que se analizan en este reportaje obtuvieron en las últimas elecciones nacionales de su país más del 10% de los votos. El siguiente gráfico informa del apoyo que obtuvo cada uno de ellos y les coloca la etiqueta más repetida por los académicos participantes en la encuesta para referirse a ellos:
Algunos expertos consideran que determinados partidos de los mencionados están en el límite del ultraderechismo o, incluso, que en ningún caso deberían incluirse en este análisis. El profesor Downes, por ejemplo, cree que están en ese límite el Foro para la Democracia holandés (para él, “nacionalista conservador”) y el Partido Popular Suizo: “No es todavía plenamente un partido de derecha populista radical”, dice. El profesor Anders Widfeldt, de la Universidad de Aberdeen, en Escocia (Reino Unido), añade sobre el noruego FrP: “A menudo se considera un caso límite. Mi opinión es que sí está en la misma categoría que el resto de partidos de esta encuesta, pero, especialmente en Noruega, algunos académicos no están de acuerdo. La formación se moderó mientras formó parte del Gobierno de coalición, pero lo abandonó el pasado enero y, sin duda, se radicalizará nuevamente como partido de oposición”.
En todo caso, la mayor parte de los especialistas colocan sin dudar a todos ellos a la derecha de “conservadores, democristianos y partidos de centroderecha en general”, lo que les convertiría, según las convenciones académicas que repasaba más arriba el profesor e investigador Ferreira, en ultraderecha. Y eso incluye otras siglas muchas veces discutidas al colocarlas en este ámbito, como las del polaco PiS y el húngaro Fidesz. En este último caso, su pertenencia al Partido Popular Europeo (donde están entre otros el PP español o la CDU de Angela Merkel) lleva suspendida dos años por su deriva autoritaria.
La batalla del discurso. De nuevo, los debates sobre los límites de la ultraderecha reflejan ese escenario de enorme complejidad, con discursos que se van modulando en función de necesidades y estrategias cambiantes, de fragmentaciones internas y de luchas de poder. Un análisis de esos discursos, hecho después de repasar sus programas electorales y sus declaraciones públicas (que no siempre coinciden en su nivel de rotundidad), dotan de contenido concreto a esos espacios que acercan o alejan sus posiciones. Para los siguientes gráficos, se han elegido frases, promesas o posiciones programáticas significativas y se han colocado de forma aproximada dentro de un segmento ideológico para tratar de ilustrar la cohesión o la distancia de los partidos en distintos ámbitos.
La Inmigración como problema: De menos grave a más grave.
Demócratas Suecos - SDVerdaderos Finlandeses - PeruS - PSPartido del Progreso - Fremskrittspartiet -FrPInterés Flamenco - Vlaams Belang - VBLa Liga - LegaReagrupamiento Nacional - Rassemblement National - RNFidesz - Unión Cívica HúngaraMovimiento por una Hungría Mejor - JobbikAlternativa para Alemania - Alternative für Deutschland - AfDEl Partido de la Libertad de Austria - Freiheitliche Partei Österreichs - FPÖEl Partido por la Libertad - Partij voor de Vrijheid - PVVForo para la Democracia - Forum voor Democratie - FvDPartido Popular Suizo - Schweizerische Volkspartei - SVPLey y Justicia - Prawo i Sprawiedliwość - PiSPartido Popular Conservador de Estonia - Eesti Konservatiivne Rahvaerakond - EKREVox
Freno a la inmigración: De menos radical a más radical.
Demócratas Suecos - SDVerdaderos Finlandeses - PeruS - PSPartido del Progreso - Fremskrittspartiet -FrPInterés Flamenco - Vlaams Belang - VBLa Liga - LegaReagrupamiento Nacional - Rassemblement National - RNFidesz - Unión Cívica HúngaraMovimiento por una Hungría Mejor - JobbikAlternativa para Alemania - Alternative für Deutschland - AfDEl Partido de la Libertad de Austria - Freiheitliche Partei Österreichs - FPÖEl Partido por la Libertad - Partij voor de Vrijheid - PVVForo para la Democracia - Forum voor Democratie - FvDPartido Popular Suizo - Schweizerische Volkspartei - SVPLey y Justicia - Prawo i Sprawiedliwość - PiSPartido Popular Conservador de Estonia - Eesti Konservatiivne Rahvaerakond - EKREAlianza Nacional - Nacionālā apvienība - NAVox
Integración e identidad nacional: De multiculturalidad a asimilación.
Demócratas Suecos - SDVerdaderos Finlandeses - PeruS - PSPartido del Progreso - Fremskrittspartiet -FrPInterés Flamenco - Vlaams Belang - VBLa Liga - LegaReagrupamiento Nacional - Rassemblement National - RNFidesz - Unión Cívica HúngaraMovimiento por una Hungría Mejor - JobbikAlternativa para Alemania - Alternative für Deutschland - AfDEl Partido de la Libertad de Austria - Freiheitliche Partei Österreichs - FPÖEl Partido por la Libertad - Partij voor de Vrijheid - PVVForo para la Democracia - Forum voor Democratie - FvDPartido Popular Suizo - Schweizerische Volkspartei - SVPLey y Justicia - Prawo i Sprawiedliwość - PiSPartido Popular Conservador de Estonia - Eesti Konservatiivne Rahvaerakond - EKREAlianza Nacional - Nacionālā apvienība - NAVox
Los discursos sobre la inmigración, tan importantes para los partidos europeos de ultraderecha, pueden subdividirse a su vez en tres ámbitos, en función de los males sociales que aseguran que causa el fenómeno (básicamente, por un presunto aumento de la delincuencia y del gasto exacerbado de recursos públicos que causan), de las políticas para detener las llegadas y del modo de afrontar la integración de los que ya están en el país o de los que lleguen de forma legal.
En los últimos años, el movimiento antinmigración ha estado marcado por el especial rechazo a los musulmanes y a la llegada de refugiados. La profesora de la Universidad de Stirling (Escocia, Reino Unido) Mona Moufahim destaca el fuerte componente islamófobo de los partidos holandeses PVV y FvD, así como del belga Interés Flamenco (VB) y del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). Al unánime rechazo a la inmigración por haber alcanzado “niveles insostenibles”, algunas de estas formaciones suman el argumento de que, además, sería mucho más eficaz y solidario concentrar cualquier tipo de apoyo en el desarrollo de los países de origen. La idea del vuelco demográfico, el miedo a que realmente en unas décadas la sociedad de sus países puede pasar a ser de mayoría musulmana por la inmigración, también une con fuerza a la gran mayoría de estos partidos.
En cuanto a la integración, el profesor Jeffrey Murer destaca que hay partidos que no creen en el multiculturalismo, pero tampoco en la asimilación. Por lo tanto, rechazan directamente la presencia de inmigrantes. Incluye en ese grupo a los tres partidos nórdicos (SD, PS y FrP) y a los húngaros Fidesz y Jobbik y al polaco PiS. Sobre el finlandés PS y también sobre la Liga de Italia, insiste en el peso de su visión de los inmigrantes en su ideología general: “Teniendo en cuenta únicamente su postura sobre raza e inmigración, su nivel de ultraderechismo sería más alto”, escribe. La posición de Vox en este ámbito, pese a su vehemencia, “no es tan dura como la de FN, Lega, PVV o AfD”, aporta José Rama, profesor del King’s College de Londres.
Familia y valores: De más progresistas a más conservadores.
Demócratas Suecos - SDVerdaderos Finlandeses - PeruS - PSPartido del Progreso - Fremskrittspartiet -FrPInterés Flamenco - Vlaams Belang - VBLa Liga - LegaReagrupamiento Nacional - Rassemblement National - RNFidesz - Unión Cívica HúngaraMovimiento por una Hungría Mejor - JobbikAlternativa para Alemania - Alternative für Deutschland - AfDEl Partido de la Libertad de Austria - Freiheitliche Partei Österreichs - FPÖEl Partido por la Libertad - Partij voor de Vrijheid - PVVForo para la Democracia - Forum voor Democratie - FvDPartido Popular Suizo - Schweizerische Volkspartei - SVPLey y Justicia - Prawo i Sprawiedliwość - PiSPartido Popular Conservador de Estonia - Eesti Konservatiivne Rahvaerakond - EKREAlianza Nacional - Nacionālā apvienība - NAVox
Los valores tradicionales, empezando por la familia formada por un hombre y una mujer, son centrales para muchas de estas formaciones. Eso lleva aparejado el rechazo general a iniciativas progresistas como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto y la eutanasia. El epítome de todas esas ideas probablemente sea el PiS polaco, impulsado por su fuerte influencia católica; su programa electoral incluye citas de los papas Juan Pablo II y Francisco. Otros partidos, sin embargo, tienen más amortiguado ese perfil tradicionalista, como los holandeses FvD y el PVV, el FrP noruego o el SD sueco.
De Vox cabría destacar en este apartado “su carácter reaccionario, extremadamente conservador”, su “defensa de cuestiones como la familia, la hostilidad al feminismo, los discursos neocolonialistas, una mirada nostálgica al pasado…”, según el profesor de la Universidad de Fordham, en Nueva York, Vicente Rubio-Pueyo.
Crimen y castigo: De más preventivo a más punitivo.
Demócratas Suecos - SDVerdaderos Finlandeses - PeruS - PSPartido del Progreso - Fremskrittspartiet -FrPInterés Flamenco - Vlaams Belang - VBLa Liga - LegaReagrupamiento Nacional - Rassemblement National - RNFidesz - Unión Cívica HúngaraMovimiento por una Hungría Mejor - JobbikAlternativa para Alemania - Alternative für Deutschland - AfDEl Partido de la Libertad de Austria - Freiheitliche Partei Österreichs - FPÖEl Partido por la Libertad - Partij voor de Vrijheid - PVVForo para la Democracia - Forum voor Democratie - FvDPartido del Pueblo Suizo - Schweizerische Volkspartei - SVPPartido Popular Conservador de Estonia - Eesti Konservatiivne Rahvaerakond - EKREVox
Otra característica que comparte en gran medida la ultraderecha europea es el “punitivismo”, esto es, un relato en el que la inseguridad pública se ha convertido en un gravísimo problema causado, entre otras cosas, por la permisividad con los delincuentes. De ese modo, se propone como solución el endurecimiento de los castigos. En este apartado, la cohesión del discurso entre los distintos partidos vuelve a ser muy alta, con mensajes claros contra leyes blandas (FrP, SVP) y propuestas como la protección de las acciones de legítima defensa (Vox, Liga), la cadena perpetua para los delitos más graves (Vox, RM), la relajación de las garantías judiciales en los registros, detenciones o encarcelamientos en los casos de terrorismo (Liga), el endurecimiento de los castigos a los menores (VB, RM) y de las condiciones para acceder a la libertad condicional (Fidesz).
Economía: De más intervencionista a más neoliberal.
Demócratas Suecos - SDVerdaderos Finlandeses - PeruS - PSPartido del Progreso - Fremskrittspartiet -FrPInterés Flamenco - Vlaams Belang - VBLa Liga - LegaReagrupamiento Nacional - Rassemblement National - RNFidesz - Unión Cívica HúngaraMovimiento por una Hungría Mejor - JobbikAlternativa para Alemania - Alternative für Deutschland - AfDEl Partido de la Libertad de Austria - Freiheitliche Partei Österreichs - FPÖEl Partido por la Libertad - Partij voor de Vrijheid - PVVForo para la Democracia - Forum voor Democratie - FvDPartido Popular Suizo - Schweizerische Volkspartei - SVPLey y Justicia - Prawo i Sprawiedliwość - PiSPartido Popular Conservador de Estonia - Eesti Konservatiivne Rahvaerakond - EKREAlianza Nacional - Nacionālā apvienība - NAVox
La economía es sin duda uno de los puntos que más les alejan, con formaciones que defienden postulados cercanos a la socialdemocracia (SD) e, incluso, al socialismo (PiS), y otras que se mueven cómodamente en el neoliberalismo más descarnado (FvD). Sin embargo, las matizaciones de los expertos son especialmente importantes en este punto, pues muchos de los partidos ofrecen acercamientos mixtos al discurso económico: “La mayoría de ellos pueden ser neoliberales en algunos aspectos, pero intervencionistas en otros, como el VB belga. Y algunos están incluso divididos en ese sentido: por ejemplo, el SVP suizo es más liberal en unos cantones y más intervencionista en otros”, señala el especialista del Centro de Investigación e Información Sociopolítica, en Bruselas, Benjamin Biard. Vox, sin ir más lejos, “tiene un programa electoral muy liberal en lo económico”, según el investigador de la Complutense David Lerín Ibarra, pero recientemente se desmarcó en el Congreso con una propuesta que le acerca a los postulados del PiS: defendieron una paga universal de 100 euros mensuales por hijo, al margen del nivel de renta de cada familia. (Hay que tener estas aclaraciones muy presentes al leer los resultados de la encuesta en este ámbito).
Integración europea: De más integración a ruptura.
Demócratas Suecos - SDPartido de los Finlandeses - PeruS - PSPartido del Progreso - Fremskrittspartiet -FrPInterés Flamenco - Vlaams Belang - VBLa Liga - LegaReagrupamiento Nacional - Rassemblement National - RNFidesz - Unión Cívica HúngaraMovimiento por una Hungría Mejor - JobbikAlternativa para Alemania - Alternative für Deutschland - AfDEl Partido de la Libertad de Austria - Freiheitliche Partei Österreichs - FPÖEl Partido por la Libertad - Partij voor de Vrijheid - PVVForo para la Democracia - Forum voor Democratie - FvDPartido del Pueblo Suizo - Schweizerische Volkspartei - SVPLey y Justicia - Prawo i Sprawiedliwość - PiSPartido Popular Conservador de Estonia - Eesti Konservatiivne Rahvaerakond - EKREAlianza Nacional - Nacionālā apvienība - NAVox
El euroescepticismo es otra de las características comunes ampliamente estudiadas como nexo de la derecha radical europea. Sin embargo, en este caso también hay grados, que se podrían relacionar con la situación económica de cada país. Así, en un lado se situarían los más humildes, que se quejan de que el excesivo intervencionismo de la UE está minando la soberanía, la propia esencia de las naciones y proponen algunas reformas (“Apoyamos una Europa de Estados nacionales”, dice EKRE), pero no ponen en cuestión la Unión en sí ni Schengen, es decir, el área común de libre circulación sin fronteras entre los países miembros. “Mantener el espacio Schengen también es fundamental para la competitividad de la UE”, declaró recientemente el ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjártó (del Fidesz).
En el extremo opuesto, está quien quiere salirse de la UE y de Schengen, como el holandés PVV, o al menos planteárselo vía referéndum (FvD, del mismo país). Hay también posicionamientos intermedios que proponen salidas del euro (PS de Finlandia, VB de Bélgica) o nuevos tratados y suspensión de Schengen (Vox), y posiciones ambiguas como la del RN, que después de defender la salida de Francia del club europeo, ahora propone reformar la UE por dentro. Los dos partidos aquí estudiados cuyos países no pertenecen a la UE, el SVP (Suiza) y FrP (Noruega), no quieren ni oír hablar de la posibilidad de entrar; los noruegos, de hecho, abogan por replantearse su pertenencia a Schengen.
Cajón de sastre: De más progresista a más reaccionario.
Demócratas Suecos - SDVerdaderos Finlandeses - PeruS - PSPartido del Progreso - Fremskrittspartiet -FrPInterés Flamenco - Vlaams Belang - VBLa Liga - LegaReagrupamiento Nacional - Rassemblement National - RNFidesz - Unión Cívica HúngaraMovimiento por una Hungría Mejor - JobbikAlternativa para Alemania - Alternative für Deutschland - AfDEl Partido de la Libertad de Austria - Freiheitliche Partei Österreichs - FPÖEl Partido por la Libertad - Partij voor de Vrijheid - PVVForo para la Democracia - Forum voor Democratie - FvDPartido Popular Suizo - Schweizerische Volkspartei - SVPLey y Justicia - Prawo i Sprawiedliwość - PiSPartido Popular Conservador de Estonia - Eesti Konservatiivne Rahvaerakond - EKREAlianza Nacional - Nacionālā apvienība - NAVox
Cada uno de estos partidos, al final, es también producto de sus propias tradiciones nacionales, de su historia y sus contextos socioeconómicos y culturales. Y, por lo tanto, destacan en sus discursos distintos puntos que les alejan de unos y les acercan a otros, adaptándose a esos “enemigos locales” de los que hablaba la investigadora Carme Colomina en el arranque de este reportaje. Por ejemplo, muchos han hecho ya bandera del cuidado del medio ambiente, la sostenibilidad y la lucha contra la crisis climática: en el gráfico anterior aparecen declaraciones en este sentido de la Liga, RN y Jobbik, pero otros nombres de esta lista, como FPÖ, PiS, AfD y PS, también lo han reflejado de alguna manera es sus programas. Otros incluyen en un espacio similar medidas en favor del bienestar animal: FvD, FPÖ y AfD.
Asimismo, buena parte de estas formaciones defiende medidas de democracia directa, con preferencia por los referendos generalizados al modo de Suiza. (Estos postulados han suavizado la puntuación que muchos de los expertos han dado a algunos partidos en la categoría de valores sociales y democráticos de la encuesta). También están muy extendidos los guiños a las personas mayores y sus cuidados, y al campo, el mundo agrícola y ganadero.
En la categoría de particularidades, se podría destacar la singular fobia de los ultras nórdicos hacia la mendicidad, la defensa explícita del FrP del derecho del pueblo judío a un país propio y la propuesta del FvD de despenalizar las drogas blandas, además de recordar la fuerte identificación del PiS polaco con la Iglesia católica. Y, por supuesto, hay que señalar el independentismo como elemento definitorio clave del VB belga. Para Vox, se ha elegido destacar su particular cruzada contra la ley de violencia machista.
En los países del antiguo bloque soviético, el componente anticomunista es muy importante. En el caso de Letonia, la política de colonización de la URSS durante décadas hizo que la influencia económica y cultural rusa se haya extendido hasta hoy con enorme potencia; contra ella define buena parte de sus posturas políticas de la Alianza Nacional (NA).
El poder del líder. Para entender ese escenario móvil y cambiante que ha ido modulando en los últimos años (y sigue haciéndolo) la ideología y los discursos, es imprescindible muchas veces tener en cuenta las luchas de poder internas y los liderazgos que acaban venciendo en cada momento. Por ejemplo, “el PS finlandés se radicalizó cuando Jussi Halla-aho se convirtió en su líder en 2017”, señala el profesor Widfeldt. Y Murer aporta otro caso todavía más significativo: “Fidesz no tiene en realidad más ideología que la promoción de Viktor Orbán”, asegura.
El siguiente es un repaso a los actuales dirigentes de las 17 formaciones analizadas en este reportaje:
Jimmie Åkesson (1979): Demócratas Suecos. Politólogo de formación, hijo de un pequeño empresario y una cuidadora de ancianos, se hizo con solo 26 años con el liderazgo de los Demócratas Suecos. Desde entonces ha convertido este partido en el tercero del país. Lo ha hecho con la antinmigración como bandera, pero consolidando el alejamiento, iniciado por su antecesor, de sus viejas reminiscencias supremacistas y filonazis.
Jussi Halla-aho (1971): Partido de los Finlandeses. Doctor en lengua eslava, hombre seco y reservado, y padre de tres hijos. Tiene un significativo historial de altercados contra las comunidades musulmanas y los inmigrantes; fue condenado por ello en 2012. Curtido en la política local, nacional y europea, lidera desde 2017 el partido ultra, que hoy es el segundo de Finlandia.
Siv Jensen (1969): Partido del Progreso Noruego. Economista, se unió al FrP con solo 18 años. Con 30, ya con experiencia en política local y fogueada en numerosos debates televisivos, entró en la dirección del partido. Se convirtió en su líder siete años después, en 2006. Ha sido ministra de Finanzas de Noruega del Gobierno de coalición liderado por la conservadora Erna Solberg desde 2013 hasta el pasado mes de enero, cuando el FrP abandonó el Ejecutivo en protesta por la repatriación de la mujer de un yihadista.
Tom Van Grieken (1986): Interés Flamenco. Nacido en Amberes, pasó la mayor parte de su niñez y adolescencia en la pequeña ciudad de Mortsel, donde fue concejal de 2006 a 2018. Desde 2014 es además miembro del Parlamento flamenco y dirige el Vlaams Belang. Desde ese puesto, se ha esforzado en moderar el discurso de la formación (al menos en las formas) para romper el 'cordón sanitario' que colocaban sobre él los demás partidos. Vlaams Belang ha apoyado activamente al huido expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.
Matteo Salvini (1973): La Liga. Descrito como un hombre afable y educado en las distancias cortas, Salvini está divorciado y es padre de dos hijos. Se forjó como activista de la Liga Norte en las calles de Milán en los años noventa y como explosivo comunicador en Radio Padania, la emisora del partido que dirigió y presentó de 2009 a 2013. No terminó sus estudios de Ciencias Políticas ni de Historia. Ha sido vicepresidente y ministro del Interior del Gobierno de Italia.
Marine Lepen (1968): Reagrupamiento Nacional. Licenciada en Derecho, es hija del fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen. Tiene tres hijos del primero de sus dos 
Y entre todos, Vox. En medio de ese complejo panorama europeo de la ultraderecha, Vox es un caso especial. No viene de la tradición de la extrema derecha, sino que nació como una escisión desde la derecha conservadora del PP, destaca el profesor de Blanquerna (Universitat Ramon Llull) Xavier Casals. Vicente Rubio-Pueyo profundiza en esa idea: “Vox no es, digamos, una erupción outsider desde los márgenes, o desde el exterior, de un sistema político. Es una derivación, una decantación, del aznarismo”. En ese sentido, aunque no sea exactamente así, podría colocarse el partido de Abascal en el grupo que, según el especialista Daniel Hegedüs, ha hecho un exitoso viaje desde la derecha conservadora a la radical, como Fidesz y PiS.
Pero Casals insiste en marcar claramente las distancias entre todos los demás y Vox, un partido en pleno proceso de definición que está obteniendo resultados originales tomando elementos de lo más variado. Estos irían desde el trumpismo (con la propuesta de “levantar un muro infranqueable en Ceuta y Melilla”) a la ultraderecha europea (con el discurso antinmigración y anti islam) y características propias como el antiindependentismo catalán.
El profesor de la Universidad de Barcelona Víctor Climent define a Vox “como un partido de derecha radical populista y nacionalista con un marcado discurso antimigratorio”. Sin embargo, los investigadores Ana Belén Fernández García (Universidad de Lisboa) y David Lerín Ibarra (Complutense) coinciden en quitarle de encima la etiqueta de populista. Fernández García, porque no lo considera un elemento central de su discurso. “El nacionalismo español, la xenofobia y el ultraconservadurismo serían los elementos que mejor lo definen, de ahí que lo etiquete como derecha radical”, explica. Y, levantando el foco hacia el resto del continente, añade: “Los niveles de conservadurismo y autoritarismo de Vox estarían por encima de la media de los partidos de derecha radical de Europa Occidental”.
Lo que destaca de la formación española, “en comparación con otros partidos europeos similares, es sobre todo su carácter reaccionario, extremadamente conservador”, aporta en el mismo sentido Rubio-Pueyo. El profesor argumenta que su nacimiento desde dentro del establishment y su relación con las élites le impide “asumir rasgos sociales o populistas en lo económico al estilo de Rassemblement National [Reagrupación Nacional]”, de modo que lo compensa “poniendo su acento populista en cuestiones como el punitivismo”, así como “la familia, la hostilidad al feminismo, los discursos neocolonialistas, una mirada nostálgica al pasado, etcétera”.
Desde fuera (en concreto desde Escocia), el profesor Jeffrey Murer opina que “Vox puede ser uno de los partidos más peligrosos de la democracia europea en este momento”. Y explica por qué lo cree: “Reproduce muchas de los sentimientos e ideas divisorias de la Guerra Civil”.
Casals defiende más bien que lo que está haciendo el partido de Abascal es una revisión, por primera vez desde la derecha, de la Transición. En todo caso, insiste en la idea de que está todavía en construcción, con la libertad para ir modelando el discurso que le da “su escasa base teórica” y “una organización muy jerárquica y vertical”. “¿Hacia dónde va? Eso es impredecible”.
Los participantes en la encuesta. Explicación final, metodología y fuentes: Este reportaje ha contado con la participación de más de medio centenar de profesores universitarios e investigadores (no todos han contestado a la encuesta) y se ha inspirado y ha tomado como referencia un trabajo de la solidez de la Chapel Hill Expert Survey (CHES) de la Universidad de Carolina del Norte. Pero este no ha pretendido ser en ningún momento un trabajo académico, sino un artículo periodístico que trata de hacer accesible al público general una compleja realidad plagada de matices y opiniones discordantes. Para ello, se ha intentado hacer una comparación razonable de los principales partidos europeos de ultraderecha a través de un artefacto que, por supuesto, no es perfecto (ni lo pretende), con unos criterios que, por descontado, pueden ser discutibles y discutidos, pero que se ha construido y se ofrece de forma totalmente transparente. De hecho, ante la evidente dificultad de plasmar en números realidades tan complejas, algunos de los especialistas invitados a participar en la encuesta han declinado hacerlo.
Siguiendo las sugerencias hechas por distintos expertos en el transcurso del proceso de obtención de datos. se han ido también tratando de afinar algunas cuestiones en el camino. Por ejemplo, se incluyó un nuevo parámetro que puede resultar fundamental para entender estos partidos (su posición frente a la seguridad y la criminalidad) y se eliminó del resultado final otro que, según varios especialistas, resultaba muy confuso, ya que se puede interpretar de manera muy distinta dependiendo del contexto nacional: la posición de las formaciones ante las minorías étnicas y culturales.
Los parámetros elegidos han sido tomados de CHES, menos en el caso del añadido de seguridad y criminalidad, con la intención de recabar la información mínima suficiente que permitiera mostrar los principales puntos de coincidencia y de discordancia en sus postulados ideológicos y, a la vez, ubicarlos entre los movimientos políticos tradicionales.
Los resultados electorales de los partidos se han obtenido de la publicación Parties and Elections in Europe, del Observatorio de Partidos y Gobiernos de la Universidad de Nottingham y de las informaciones publicadas por este diario. Para el análisis de los discursos se han utilizado principalmente los programas electorales más recientes que cada una de las formaciones tiene colgados en sus páginas web. En algunos casos, esta información se ha completado con la consulta de manifiestos y notas de prensa contenidos en esas mismas páginas y en intervenciones recogidas en los diarios de sesiones de los Parlamentos. Únicamente en el caso de la cita del partido polaco PiS sobre las presuntas enfermedades que llevan a Europa los refugiados, pronunciada en 2015 por el líder del partido Jarosław Kaczyński, se ha recurrido a distintos medios informativos, incluido este diario". Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt













lunes, 12 de junio de 2023

De la evolución de las lenguas

 








Hola, buenas tardes de nuevo a todos y feliz lunes. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, del escritor Álex Grijelmo, va de la evolución de las lenguas. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. 










La evolución, limitada, de las lenguas
ÁLEX GRIJELMO
04 JUN 2023 - El País
harendt.blogspot.com

Las lenguas evolucionan, de eso no cabe duda. Pero lo hacen despacio y bajo ciertas constantes, entre ellas la influencia de las analogías: se acepta con mayor facilidad lo que ya tiene precedentes arraigados. Esas transformaciones se habían venido produciendo desde abajo, en el mayor proceso democrático posible. Los pueblos eran los dueños de sus idiomas y de sus calmados cambios. Y después la literatura consagraba esas reglas mediante innovaciones y hallazgos que las respetaban. Sin embargo, en los últimos decenios se están produciendo intensas intervenciones desde arriba, de las minorías dirigentes. Nunca antes en la evolución del idioma se había puesto tanto en riesgo la iniciativa del pueblo.
Ahora bien, las lenguas evolucionan fácil pero lentamente en su léxico; y bastante menos (o casi nada) en su gramática (la morfología, la sintaxis).
El académico Emilio Lorenzo diferenciaba en El español y otras lenguas (1980) entre el semblante del idioma (el aspecto, la superficie sujeta a cambios: el vocabulario) y el talante (la estructura –la gramática— que permanece). Eso se aprecia bien en español al observar que desde hace siglos no se inventan una desinencia verbal, una conjunción, un pronombre o una cuarta conjugación.
Las herencias genéticas de los idiomas, una vez que éstos se han consolidado como tales, se mantienen con fuerza siglo tras siglo. Y así viene a demostrarlo un descomunal estudio que ha analizado 2.400 lenguas de las 7.000 que existen en el mundo y que se publicó en Science el pasado 19 de abril. En el trabajo han colaborado universidades del Reino Unido, Países Bajos, Alemania, Suecia, Nueva Zelanda, Australia y Finlandia, que compartieron un voluminoso banco de datos llamado Grambank. El objetivo consistía en documentar patrones de variación gramatical entre esos idiomas. Y las principales conclusiones halladas en las 215 familias de lenguas que estudiaron señalan que sus evoluciones respetan unos límites, y que guardan una mayor similitud con sus idiomas antepasados que con aquellos que tienen cerca. Es decir, que la genealogía se impone a la geografía. Manda el ADN idiomático.
Entre los 195 patrones estudiados se encuentran la configuración del género gramatical, la diversidad de tiempos verbales o el orden más habitual de los elementos de la oración (por ejemplo, en español predomina la sucesión sujeto-verbo-complementos), y también las construcciones que utilizan esos sistemas de lengua para combinar segmentos en unidades de rango inferior o superior, o el uso de los pronombres. (En español los pronombres de primera persona muestran menor presencia que en el francés o el inglés, y en eso no ha habido cambios ante tan importantes y cercanos idiomas, que sin embargo sí influyeron en nuestro léxico. Así pues, también ahí se aprecia un semblante modificable pero un talante firme).
Por todo ello, la repetida afirmación “las lenguas evolucionan”, que se profiere para defender desde arriba incluso las más ocurrentes intenciones, es cierta, pero sólo en parte: evoluciona el léxico, muy despacio, y apenas se mueve lo que concierne al sistema. Está por ver qué influencia tendrá el intervencionismo político y administrativo actual, pero normalmente para que se produzca un cambio profundo en los pilares estructurales y morfológicos de una gran lengua hará falta la unión tácita, estable y no programada de millones y millones de hablantes. Álex Grijelmo es Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades.



























[ARCHIVO DEL BLOG] El sinsentido de la existencia. [Publicada el 12/06/2014]









A mis amigas Ana y Jesús

Vivir es tener una historia que contar a quienes vienen después... Me repito, lo sé. Es la misma frase con la comenzaba mi entrada de hace unos días sobre la abdicación del rey Juan Carlos. Solo que esta vez creo que viene más oportuna. Se cuenta que un afamado escritor contemporáneo suyo le preguntó al filósofo británico David Hume (1711-1776) si no tenía miedo a la muerte o preocupación por el más allá. La respuesta de Hume fue que si nunca le había preocupado saber donde había estado antes de nacer, difícilmente iba a preocuparle lo que le ocurriera después de morir.
Me parece una respuesta inteligente y madura. Hace unos días comentaba con dos buenas amigas la impresión que me había causado el libro "El corazón de las tinieblas", del escritor polaco-británico Josep Conrad (1857-1924), que acababa de terminar de leer, y en la que cobraba sentido esa pregunta sobre el sinsentido de la existencia: "Luchar a brazo partido con la muerte es lo menos estimulante que puede imaginarse. Tiene lugar en un gris implacable, sin nada bajo los pies, sin espectadores, sin clamor, sin gloria, sin un gran deseo de victoria, sin un gran temor a la derrota, en una atmósfera enfermiza de tibio escepticismo, sin demasiada fe en los propios derechos, y aun menos en los del adversario. Si tal es la forma de la última sabiduría, la vida es un enigma mayor de lo que alguno de nosotros piensa. Me hallaba a un paso de aquel trance y sin embargo descubrí, con humillación, que no tenía nada que decir".
Tremendo y desolador alegato sobre la existencia, sobre el sentido de la vida... Yo, la verdad, no sé si lo tiene. Soy de los que piensa que no. Que estamos aquí por puro azar. Que somos polvo de estrellas, como dice uno de los personajes de "El mundo de Sofía", del escritor noruego Jostein Gaarder (1952). Que al final vamos a desaparecer sin dejar rastro. Que todo lo que ha existido se extinguirá sin dejar recuerdo ninguno de su existencia ni de nuestro paso por el mundo. Y no me refiero al paso personal de cada uno de nosotros, que no tiene mayor importancia, sino al de la humanidad completa. De la que nada quedará, ni siquiera memoria...
Hay pocas cosas que puedan consolarnos de ese sinsentido de la existencia, Entre ellas, el amor, la amistad y los libros. El amor de las personas más cercanas: esposos, hijos, nietos, padres, hermanos. La amistad, el más noble de los sentimientos humanos, el que nos hace solidarios con los otros: un poco de generosidad y el hombre es un paraíso para el hombre, dejo dicho Jean-Paul Sartre (1905-1980). Y los libros y la historia, claro, porque nos permiten conocer lo que otros han hecho antes que nosotros; y dejar constancia de lo que nosotros hemos hecho antes de que lleguen los siguientes.
Estoy leyendo ahora mismo una bellísima autobiografía del escritor israelí Amos Oz (1939) titulada "Una historia de amor y oscuridad" (Siruela, Madrid, 2004). Un relato sobre la historia de su familia, que se inicia a mediados del siglo XIX en Europa oriental y continúa hasta el Israel del siglo XXI: "Cuando era pequeño, cuenta Oz en las primeras páginas, quería crecer y ser libro. No escritor, sino libro: a las personas se las puede matar como a hormigas. Tampoco es difícil matar a los escritores. Pero un libro, aunque se lo elimine sistemáticamente, tiene la posibilidad de que un ejemplar se salve y siga viviendo eterna y silenciosamente en una estantería olvidada de cualquier biblioteca perdida de Reikjavik, Valladolid o Vancouver".
Por eso he repetido al inicio lo de que vivir, a fin de cuentas, no es más que tener una historia que contar a los que vienen después... Sean felices, por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt













domingo, 11 de junio de 2023

De estadísticas y predicciones

 






Hola, buenas tardes de nuevo a todos y feliz domingo. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy, de la escritora Marta Peyrano, va de estadísticas y predicciones. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. 











Elige tu propia extinción
MARTA PEIRANO
05 JUN 2023 - El País

La moda de esta temporada en las tertulias tecnológicas es preguntar cuál es tu P(doom). Es la clase de expresión que encanta a los consultores del Valle porque les hace parecer insiders. Consiste en trasplantar sin preámbulo ni azucenas una notación o expresión recurrente al lenguaje coloquial. En matemáticas y estadística, la letra P suele representar la probabilidad de un evento o condición, con el evento y/o condición sujeto entre paréntesis. En este caso, P(doom) es la probabilidad de extinción de la raza humana por culpa de la inteligencia artificial.
La pregunta es determinista en todas sus variaciones. El factor P(doom) implica la existencia de una escala reconocida, un DEFCON AI. El evento P(doom) asume la certeza del apocalipsis, pero te deja elegir el sabor. El uso de fórmulas matemáticas en conversación casual ofrece siempre una cierta ilusión de precisión que nos gusta malinterpretar como certeza. Por ejemplo, para calcular qué probabilidad hay de que salga cara al tirar una moneda, P(cara), conocemos todas las variables posibles. Si la moneda no ha sido manipulada con pesas o imanes para alterar el resultado, cualquiera puede afirmar sin temor a equivocarse que las dos variables (cara y cruz) tienen un 50% de posibilidad de salir. Por lo tanto, P(cara) es igual a 50%. Nos deja como estábamos, pero con mucha más precisión.
La ilusión es problemática. Si, antes de poner la lavadora, consultamos a los principales servicios meteorológicos del mundo sobre la probabilidad de lluvia, P(lluvia), sus sofisticados algoritmos amasarán datos atmosféricos, observaciones satelitales, mediciones en tierra y otro centenar de fuentes de información para decirnos que hay un 10% de probabilidad. Pero, cuando tu ropa se moja, dirás que la Organización Meteorológica Mundial ha fallado porque muy poca gente entiende cómo funciona la estadística, aunque todos pensamos que sí.
Parafraseando al profesor Aaron Levenstein, las estadísticas son como bikinis: lo que muestran es sugerente, lo que tapan es crucial y lo que piensas que realmente dicen es una mezcla de la primera película que viste sobre el tema y los últimos titulares de tu timeline. Si tu generación es la mía, tu P(doom) es una mezcla de Terminator, Matrix y las declaraciones de Geoffrey Hinton, “el padrino arrepentido de la IA”. Y no te ha hecho falta leer lo que ha hecho o dicho para saber de qué se arrepiente porque un relámpago neuronal en tu cabeza lo ha transformado en el negro arrepentido de Cyberdyne Systems Corporation que sacrifica su vida para destruir Skynet. Sabes todo lo que tienes que saber.
Nuestro cerebro es un órgano predictivo que trabaja por asociaciones y ha sido entrenado durante años en la inminencia de un apocalipsis tecnológico a través de la cultura popular. Por eso preguntar a alguien por su factor P(doom) es activar una lista de escenarios catastróficos que la mente interpreta como datos, especialmente cuando los verdaderos datos no están a tu disposición. Debemos desconfiar de aquellos profetas que anuncian vagos peligros existenciales sin facilitar al mismo tiempo la información necesaria para hacer el verdadero cálculo de probabilidad. Que todos hayamos visto las mismas películas no significa que sean ciertas. Que el profeta sea el único que tiene los datos no significa que sea de fiar.





























[ARCHIVO DEL BLOG] Guernica y la historia vasca del mundo. [Publicada el 08/11/2017]










"Guernica y la historia vasca del mundo" es un reciente artículo del abogado y escritor José María Ruiz Soroa en Revista de Libros, en el que reseña varias publicaciones dadas a luz con motivo del ochenta aniversario del bombardeo de la ciudad vasca de Guernica por la aviación alemana durante la guerra civil española.
El año 2017 ha conmemorado, comienza diciendo, el octogésimo aniversario de la destrucción brutal de la villa de Gernika por los aviones alemanes (y unos pocos italianos) utilizados por la Legión Cóndor, la unidad de apoyo aéreo que el régimen hitleriano puso a disposición de los sublevados contra la República en 1936. Unidad que actuó con especial intensidad y eficacia en la campaña militar de 1937 para conquistar la zona fiel a la República que había quedado aislada en el Norte cantábrico. Las dos obras que comentamos aprovechan esa efeméride para volver a visitar los ya clásicos lugares historiográficos que suscita la matanza de Gernika: quién, cómo y por qué. Las grandes cuestiones que han atizado la controversia desde 1937 (dejando de lado la deliberada ocultación y mentira franquista hasta 1970): ¿por qué se destruyó Gernika? ¿Cómo se hizo? ¿En quién recae la responsabilidad? ¿Qué consecuencias tuvo?
Xabier Irujo está doctorado en Historia y Filosofía, imparte cursos sobre genocidio y genocidio cultural, y trabaja especialmente vinculado a la Universidad de Nevada en Reno (Estados Unidos), donde los estudios vascos gozan de especial acogida por la importancia histórica de la emigración de pastores de ese origen. Se ha ocupado reiteradamente del asunto en El Gernika de Richthofen. Un ensayo de bombardeo de terror (Gernika, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa, 2012) y Gernika 1937. The Market Day Massacre (Reno, University of Nevada Press, 2015), obras que repiten en lo fundamental el mismo esquema argumental y contenido que la última que comentamos, por mucho que vaya incrementando su aportación cuantitativa de datos y testimonios.
Roberto Muñoz Bolaños, también doctor en Historia Contemporánea (por la Universidad Autónoma de Madrid), es especialista en historia militar y se acerca al episodio de Gernika desde esa perspectiva específica, por mucho que intente enmarcarlo en una historia política más amplia, en concreto la de las complejas relaciones, contactos y negociaciones entre el Partido Nacionalista Vasco y los sublevados contra la República, tanto antes como durante y después del 18 de julio. Contactos en los que el protagonista fue el general Mola (el «director» de la sublevación), figura que Bolaños nos describe con acierto. Se ha publicado también una versión gráfica, con dibujos de José Pablo García, de La muerte de Guernica (Barcelona, Debate, 2017), de Paul Preston, un ensayo aparecido ya en 2012 y que no aporta novedades sobre su texto original.
Cuando Pierre Vilar presentó la primera edición del célebre libro de Herbert Rutledge Southworth sobre el bombardeo (La destrucción de Guernica. Periodismo, diplomacia, propaganda e historia, París, Ruedo Ibérico, 1975) calificó éste como «acontecimiento-símbolo»: un hecho histórico concreto, como tal susceptible de historiarse y conocerse, pero también un potentísimo símbolo superpuesto (se trata probablemente del episodio más conocido y sentimentalizado de la Guerra Civil), capaz por ello de ser trabajado como eje para muchos argumentos: el horror de la guerra moderna que supera los límites humanitarios hasta entonces implícitos en los conflictos bélicos (por lo menos los habidos entre europeos), la barbarie de unos militares sublevados y sus ayudantes nazis-fascistas, la mentira y ocultación vergonzante durante decenios, el anticipo o puesta a punto de una técnica que destruiría ciudades en la posterior guerra mundial: algo que, en definitiva, aparece como una «ruptura de civilización». Casi todos ellos, significados universales o, por lo menos, al servicio de la universalidad del valor de la dignidad humana. Como el celebérrimo cuadro.
Sin embargo, Gernika es también (y quizás es ésta su historia menos conocida) un hito importante para el mantenimiento de una narración localista y particular: la que podríamos llamar «la historia vasca del mundo»; o, mejor, la construcción del relato del País Vasco articulado en clave nacionalista. El cual gira en torno a dos ejes (como exponen magistralmente los profesores Luis Castells y Antonio Rivera en «Las víctimas. Del victimismo construido a las víctimas reales»: el primero, el de la historia como confrontación secular España-Euskadi, y el segundo, derivado de ésta, el de la consideración de los vascos como víctimas sempiternas de una opresión-destrucción sistemáticas. La Guerra Civil y el franquismo fungen así como casos paradigmáticos de la represión española sobre los vascos martirizados, y Gernika se convierte en el momento culminante de la victimización colectiva (Stefanie Schüler-Springorum así lo subraya también), en su icono perfecto para todo el mundo (un icono que la izquierda blande también en España con entusiasmo ingenuo sin darse cuenta de que sólo el nacionalismo puede usufructuarlo). Para ello, y por si la desnuda realidad no fuera bastante, la narración del hecho se dramatiza hasta lo indecible, adoptando como propios los conceptos más gruesos tomados de situaciones terribles, como la de los judíos bajo el nazismo: Gernika se convierte en un holocausto franquista, en un genocidio vasco, en un intento de solución final sobre un pueblo mártir. Y esto se acepta hoy socialmente: en abril de este año, el lehendakari Íñigo Urkullu y una delegación de jóvenes pacifistas se desplazaban a Auschwitz para hermanar simbólicamente este campo de exterminio con Gernika y plantar allí un retoño del árbol santo.
Sin olvidar que, además, esta traída constante del caso de Gernika a la memoria cumple también una función relevante para integrar (y así disculpar) el reciente terrorismo étnico etarra en un continuum de violencia de la que el vasco habría sido casi siempre el receptor inocente. En cualquier caso, para los buenos vascos, Gernika es «un pasado que no pasa», es el lieu de mémoire por excelencia.
Este paradigma de comprensión del hecho histórico estaba ya en germen en la obra del periodista que tuvo la gloria de descubrir al mundo la brutalidad del crimen perpetrado por la aviación franquista: basta hojear The Tree of Guernica. A Field Study of Modern War (Lonres, Hodder & Stoughton, 1938) para comprobar que su autor, el conservador británico George L. Steer, comulgaba con la visión nacionalista de la Guerra Civil, que describe literalmente como una lucha entre «vascos», por un lado, y «alemanes, italianos y castellanos», por otro, estos últimos empeñados en destruir a un pueblo pacífico, tradicional, campesino, con costumbres propias, autogobernado, diferente de España. Una Arcadia feliz, espontáneamente democrática y carente de luchas sociales.
Quienes se sitúan, explícitamente o no, en esta «invención» del bombardeo como caso límite de la represión de un pueblo destacan indefectiblemente la finalidad terrorista del bombardeo, rechazan cualquier posibilidad de que la villa fuera bombardeada por ser considerada (con razón o sin ella) como objetivo militar por los mandos franquistas, acentúan la crueldad sádica del plan de bombardeo y ametrallamiento, y elevan la contabilidad de los muertos a millares. Para ellos, Gernika no es comparable con otros bombardeos de la Guerra Civil, como los de Durango, Éibar, Cabra, Madrid o Barcelona, a pesar de que algunos fueron peores en número de víctimas. E, invariablemente, exigen que el Gobierno o el Estado españoles actuales reconozcan el daño causado y pidan perdón por él, «como hizo el alemán en su día». Y, de paso, que el cuadro vuelva (¿?) al lugar que lo inspiró y que sería su dueño simbólico. De esta forma, la historia como disciplina que intenta construir el relato y dar sentido a las cosas que realmente pasaron termina por subordinarse a las necesidades de construir una memoria que sea funcional para la ideología hegemónica, para la reconciliación nacional, o para la terapia política de los traumas o el mal sabor de boca dejados en la sociedad vasca por la reciente violencia.
Un ejemplo de este uso interesado del pasado: el caso del bombardeo del pueblo de Otxandio (Ochandiano) el día 22 de julio de 1936, escasos tres días después de producirse la sublevación de los militares. Permítasenos citar textualmente cómo lo relatan autores como Xabier Irujo o Paul Preston (cómo se relata en la actualidad año tras año en la prensa bilbaína cuando llega su aniversario):
Ese día 22 de julio dos Breguet Br. 19 con insignias republicanas procedentes del aeródromo de Recajo (Logroño) aparecieron sobre Otxandio, donde se estaban celebrando las fiestas patronales. Volando bajo, los pilotos atrajeron mediante gestos a un nutrido número de niños que, como había ocurrido en días anteriores, esperaban una lluvia de cuartillas o papeles. Tras practicar varias vueltas a unos 70 metros de altura, bombardearon y ametrallaron el centro urbano durante unos 25 minutos, ejecutando repetidas pasadas y lanzando todas las bombas que portaban. Según el periódico Euzkadi murieron 39 personas, de ellas 16 menores de diez años (Gernika, p. 199; en Gernika 1937. The Market Day Massacre coincide la descripción y lo califica como «the first terror bombing in the Basque Country and the first mass bombing of the war»).
Así contado, éste sería algo así como el «protobombardeo» terrorista español sobre los vascos: unos aviones pilotados por españoles, con insignias republicanas, que atacan unas fiestas patronales de un pueblo vasco, que atraen deliberadamente a los niños para ametrallarlos mejor: sadismo y brutalidad en estado puro. No hay necesidad de alemanes ni italianos, dice Irujo, puesto que ya el 22 de julio de 1936 se ponía de manifiesto una necesidad patológica por parte española de aniquilar a los mártires vascos.
La cuestión desde el punto de vista de la honestidad histórica es si puede lícitamente relatarse el hecho de esa escueta forma, omitiendo del relato la parte siguiente: que habiéndose mantenido fieles a la República las fuerzas militares y policiales de Bilbao, ya el día 20 de julio salió de esta capital una potente columna mandada por el teniente coronel Vidal Munárriz y compuesta por una compañía del Batallón de Montaña «Garellano» y por guardias civiles, guardias de asalto, carabineros, miñones y milicianos, con la intención de atacar y ocupar Vitoria, que estaba en manos de los sublevados. Descubierta casualmente por un avión de reconocimiento a la altura de Villareal de Álava (a veinte kilómetros de Vitoria), la columna fue hostigada desde el aire y, desmoralizada por ello, se replegó a Otxandio, donde se instaló con sus camiones el día 21 entre las casas del pueblo. Al día siguiente, fue atacada por los dos Breguet de Logroño (uno de los hermanos Salas Larrazábal pilotaba uno), resultando muertos tanto personal civil como militar.
Si citamos este caso, no es tanto por discutir si ese bombardeo fue o no justificado a la luz de lo ocurrido (juzgue el lector por sí mismo), sino por una cuestión puramente historiográfica: la de si puede relatarse lo sucedido omitiendo cualquier mención a la existencia y presencia de la columna de militares en aquel punto y en aquel momento. Si eso puede hacerse (y efectivamente se hace), estamos situados probablemente extramuros de la historia como disciplina científica, y hemos pasado con aplauso general al territorio de la llamada memoria.
El libro de Irujo, como los suyos anteriores sobre el asunto, aunque exhaustivo, resulta un tanto barroco y argumentativo. Barroco por lo recargado de las referencias documentales (que, además, se mezclan sin un criterio de valoración suficiente), por un texto que repite demasiado una y otra vez sus puntos fuertes y por un exceso de detalles triviales o puramente personales (más propios de una «microhistoria» que de un texto global). Es argumentativo porque combate cualquier opinión o interpretación que se aparte de la suya, atribuyéndola directamente al «negacionismo franquista» o al «reduccionismo neofranquista». Pelea de continuo con Jesús María Salas Larrazábal, Ricardo de la Cierva o Vicente Talón, olvidando que muchos y buenos historiadores (españoles, británicos y alemanes) han escrito sobre el tema desde 1980 en adelante sin contaminación franquista visible. Es notable que pase de lado sin citarlo para nada a un historiador vasco como Imanol Villa y su equilibrada obra Gernika. El bombardeo, publicada en 2008 y apadrinada por entidades tan respetables como el Ayuntamiento de Gernika-Luno, la Fundación Museo de la Paz de Gernika, el Centro de Gernika de Documentación del Bombardeo y la Fundación Sabino Arana. Claro que a éste no habría podido calificarlo de neorrevisionista.
Pero vayamos a lo más llamativo: Xabier de Irujo propone una hipótesis interpretativa del bombardeo que se centra en la ambición y el medro personal de Hermann Göring, el factótum del armamento aéreo en la Alemania nazi y, por ello, controlador último de la Legión Cóndor desplazada a la guerra civil hispana. Su tesis es sencilla y sorprendente: el mando aéreo alemán procuró organizar el bombardeo de Gernika el 19 de abril, lunes, un día antes del cumpleaños de Hitler. ¿Por qué? Para que Göring pudiera ofrecérselo como una especie de macabra tarta de cumpleaños y así ganara puntos en la lucha por el poder dentro del régimen. Pero no pudo ser. En su obra de 2012, dice Irujo que desconoce todavía las razones por las que se suspendió el bombardeo del día 19 (páginas 17 y 73 de El Gernika de Richthofen), pero en 2017 ya las sabe: el 19 de abril, un temporal de lluvia impidió el bombardeo (páginas 78 y 81 de Gernika). En cualquier caso, el bombardeo se aplazó al lunes siguiente, el día 26, día en que efectivamente se llevó a cabo por la aviación alemana e italiana.
Irujo no aporta absolutamente ninguna prueba o indicio de este cuando menos importante descubrimiento que afirma, y que convertiría el bombardeo, de ser cierto, en una cuestión interna alemana. Más aún: ni siquiera desarrolla o presta atención a su propia hipótesis en el grueso de su libro, precisamente porque, de ser tomada en serio, dejaría sin sentido alguno a la discusión sobre el «quién» y el «porqué» a que dedica tan largo texto. En efecto, parece difícil argüir simultáneamente que fue Franco quien tomó la decisión de bombardear Gernika como parte de su campaña militar terrorista para sojuzgar a los vascos (p. 93) y que fue Göring quien lo había decidido ya una semana antes por mor del cumpleaños de su Führer. Lo de haber elegido un lunes (el famoso lunes de mercado guerniqués) no puede ser a la vez fruto de que la onomástica de Hitler cayera en martes en 1937 y de que ese día había mucha gente para matar. En fin, si fue Göring quien tomó la decisión del día 19, huelga cualquier discusión acerca de si la villa foral era o no un objetivo militar precisamente el 26, debido a que el frente se había venido abajo el 25 y los batallones vascos se retiraban desde Markina y Lekeitio y quizá podían ser copados destruyendo Gernika.
No seguimos con el argumento, porque el mismo Irujo, con escaso rigor, lo abandona no bien presentado: la hipótesis de Göring no sólo carece de soporte empírico alguno sino que, de ser cierta, condenaría a la papelera a casi toda la historiografía seria de estos últimos años, incluida la alemana especialista en el campo militar, como la de Klaus Maier, Hans-Henning Abendroth y Walther Bernecker, que nunca la han insinuado siquiera.
El libro de Muñoz Bolaños es, en comparación con el anterior, de una marcada sobriedad y concisión, tanto en sus argumentos y citas de corroboración como en su exposición, notablemente sistemática y bien ordenada, además de cimentada en una competencia específica como historiador militar. Lástima, sin embargo, por dos detalles: el primero, ese afán publicitario de los editores de colmar las portadas y contraportadas de sus libros con rutilantes promesas de contener «una nueva historia» con «las claves que nunca se han contado». Nada más incierto. Pero, antes de comentarlo, vaya por delante nuestro segundo reparo, más serio, específicamente al primer párrafo del libro, ese que dice que «desde el 14 de abril de 1931, determinados grupos políticos y de la élite militar tomaron la decisión de enfrentarse violentamente contra el proyecto revolucionario que representaba la Segunda República» (p. 23). Por mucho que en nota al pie se matice ese calificativo de «revolucionario», nos parece especialmente desacertado haber elegido esa expresión cuando, como es el caso, la sublevación militar pretendió legitimarse en la existencia de una revolución comunista en marcha, algo que no era cierto (más bien fue el alzamiento militar el que desencadenó varios procesos revolucionarios). Si algo era el proyecto republicano, era reformista, radicalmente reformista si se quiere, pero nunca fue revolucionario en el sentido de ese término en el debate sobre las causas de la guerra.
En cuanto a las «nuevas claves» de comprensión del bombardeo, la hipótesis de Muñoz Bolaños es la de que la destrucción de la villa foral se enmarca en un proceso político más amplio que el meramente militar de la campaña del norte. Ese proceso es el de las relaciones complejas y pendulares que mantuvo el PNV con los militares sublevados (sobre todo con el «director» Mola) y con sus sostenedores civiles, a los que le acercaba un común sentimiento religioso y social, pero de quienes su centralismo españolista les espantaba. Relaciones que hoy todo el mundo prefiere púdicamente ignorar, como en su momento prefirió ignorarlas el Gobierno de la República (en aquel caso con probable buen juicio, ya que había una guerra, hoy sólo por corrección política). Pero lo cierto es que, como relata Muñoz Bolaños, el nacionalismo vasco mayoritario optó en julio de 1936 por la legitimidad republicana, pero con reservas, puesto que siempre mantuvo abierta la posibilidad de negociar una salida unilateral del País Vasco de la guerra (aunque fuera como «protectorado» británico), y finalmente se rindió a los italianos cuando su solar patrio estaba ya sojuzgado. Luchaban por lo que luchaban y nunca dejaron de hablar con los sublevados al tiempo que blandían las armas. Era lógico, y Azaña deja buena cuenta en sus cuadernos de que nadie en Valencia se llamaba a engaño sobre el asunto.
Ahora bien, siendo como es muy interesante este ángulo particular de la guerra del norte, lo cierto es que el análisis que realiza Muñoz Bolaños no proporciona ninguna clave interpretativa para dar un nuevo sentido o arrojar nueva luz sobre el bombardeo de Gernika. El ataque no parece haber tenido ninguna relación particular con los contactos entre Bilbao y Salamanca que fueron sucediéndose (vía Biarritz o Roma), ni fue consecuencia de un impasse o de un órdago en esos contactos. No fue una salida de tono del furioso general Mola ante la lentitud de su avance por los valles vascos (provocado esencialmente por la escasez de tropas de que disponía), ni una amenaza directa del tipo «lo que haremos con Bilbao si no os rendís», porque, de hecho, no lo hicieron ni pudieron hacerlo (los alemanes se rieron de Mola cuando éste quiso arrasar la industria bilbaína).
Por ello, afirmar como primera conclusión del libro que la causa directa del bombardeo de Gernika lo fue la imposibilidad de llegar a un acuerdo entre el gobierno de Franco y el del lehendakari Aguirre (p. 230) resulta a la vez obvio e inconcluyente: claro que Gernika fue destruida porque hubo una guerra (como Durango, Markina, Otxandio o Éibar), y que, si Aguirre y Franco hubieran hecho las paces antes, no se hubiera bombardeado, pero tal afirmación no aclara nada específico sobre las causas directas de ese particular ataque y de su salvajismo.
Superada la etapa negacionista del franquismo, así como la posterior neofranquista de atribuir el bombardeo a una iniciativa autónoma de los alemanes que se habría ocultado al mando español, parece hoy claro (por lo menos desde la obra de Gordon Thomas y Max Morgan-Witts, The Day Guernica Died, Londres, Hodder & Stoughton, 1975) que hubo dos actores principales en el proceso de toma de decisión del ataque: el coronel Juan Vigón, jefe del Estado Mayor de las Brigadas de Navarra, y el teniente coronel Wolfram Freiherr von Richthofen, jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor en el frente norte, ambos en contacto diario y mañanero a los efectos de determinar los objetivos de cada día para la aviación en función de los movimientos previstos de las tropas terrestres. En orden ascendente, por encima están los generales españoles Mola y Franco, y el alemán Sperrle, responsables directos también de lo que hacían los aviones y de cómo lo hacían, porque lo conocían y lo aprobaban, incluyendo el operar «sin tener en consideración a la población civil afectada» (Orden de colaboración Tierra/Aire de 29 de marzo 1937).
Que Franco fuera pleno responsable militar de los bombardeos de los aviones alemanes e italianos no implica que fuera él personalmente quien ordenara el de Gernika, autoría personal que defiende Irujo, pero con argumentos muy endebles y, desde luego, sin corroboración empírica o documental alguna. Afirmar que cualquier bombardeo de un centro urbano (incluido un pueblo cercano al frente) exigía el permiso personal de Franco no parece realista ni congruente con la lógica de la conducción organizada de la guerra, a la que sometería a un centralismo asfixiante al exigir que cualquier orden diaria de operaciones en el frente fuera comprobada y aprobada por el Cuartel General de Salamanca. Muy improbable.
En el fondo, nos topamos aquí con una de esas cuestiones que, más que a la historia, parecen pertenecer a la construcción de una memoria presente bien engrasada. Pues siendo evidente, como lo es, la responsabilidad moral y militar de Franco, ¿por qué tanto empeño en atribuirle también la autoría directa de la orden? ¿Qué añadiría esa autoría a su responsabilidad? ¿Una maldad específica? ¿Permitiría una asociación simple de términos entre Franco y Gernika? Es difícil responder, pero lo cierto es que late en muchos nacionalistas la idea de que la verdad sobre Gernika no estará bien establecida sino el día que aparezca el papel firmado por el caudillo ordenando que se destruyera la villa.
Vigón y Richthofen conferenciaron dos veces muy temprano en la mañana del día 26 de abril. Contamos con la ventaja histórica del diario privado que el militar alemán, bastante engreído, mantenía en secreto y en el que parece recoger sus verdaderos pensamientos. El frente se había derrumbado el día anterior y los batallones vascos o republicanos se replegaban desde la línea Lekeitio-Markina-Durango hacia las defensas más a retaguardia, alrededor del «cinturón de hierro» construido en torno a Bilbao. Y Gernika estaba en la línea de repliegue de parte de esos batallones.
Para unos, vale lo que cuenta Richthofen en su diario privado como motivación del bombardeo: que es la brillante estrategia de cerrar el camino de repliegue a los batallones de la parte norte del dispositivo republicano, poniendo un obstáculo insalvable en su senda de retirada. Las ruinas de Gernika obstruirán el camino y, así, las tropas podrán ser embolsadas o copadas por las brigadas navarras, siempre que, claro está, éstas avancen rápidamente para ejecutar la maniobra de copo. Lo que, según Richthofen, no hicieron, para su desesperación y desprecio, prefiriendo avanzar lentamente por otro eje distinto de progresión. La destrucción, finalmente, no sirvió para nada útil desde el punto de vista táctico, porque los españoles, «como siempre», fueron lentos y perezosos y no estuvieron a la altura de la Blitzkrieg diseñada por el germano.
En esta versión, Gernika no era un objetivo militar en abstracto días antes del bombardeo (a pesar de que en ella había alguna fábrica de armas y explosivos), pero se convirtió en objetivo militar el día 25 de abril, en el momento en que colapsó el frente e iniciaron su repliegue los batallones vascos, por ser un nudo de comunicaciones en las líneas de retirada (la versión estándar de muchos, como Javier Tussell, Imanol Villa o Klaus Maier). Aunque es importante señalar que lo que Richthofen realmente ejecutó como método para obstruir el camino fue nada menos que la destrucción total del caserío para que fueran sus escombros los que embotellaran la carretera. La paradoja fue que el único puente que cruza la carretera quedó intacto. Eso explica la brutalidad del bombardeo, que se valió de una técnica de «alfombra» mediante el vuelo en formación de escuadrilla de los JU-52, que descargan primero bombas de doscientos cincuenta kilos para reventar las casas de tres pisos y derribar sus muros (los aviadores italianos habían constatado en Durango que las de cien kilos las desventraban en sus pisos superiores, pero no las derribaban) y luego de pequeñas bombas incendiarias para provocar un fuego devastador de las fachadas y los restos. Lo que no explica, sin embargo, es el ensañamiento llevado a cabo por los cazas Me-109, He-51 y Fiat al ametrallar a todo el personal que bullía espantado o intentaba escapar del centro.
Esta versión es la que acepta también Muñoz Bolaños en su equilibrado tratamiento del asunto, aun cuando señala que, junto a la finalidad estratégica del copo, concurrieron adicionalmente fines puramente terroristas y de experimentación de nuevas técnicas de bombardeo.
Irujo defiende denodadamente la tesis de que se trató solamente de un bombardeo de terror y de un experimento de guerra, y rechaza la posibilidad de que Gernika pudiera servir como camino de retirada a las tropas que se replegaban. En su opinión, la villa foral fue elegida para un experimento de terror por varias razones: por encontrarse intacta en aquel momento, lo que permitía observar los efectos del bombardeo de manera científica; por estar densamente poblada aquel día (el asunto del mercado de los lunes), mientras que Durango y Éibar estaban –según él– prácticamente desiertas cuando les tocó el turno, y porque era «el blanco óptimo para desmoralizar a la población vasca y sus milicias». En esta tesis, aunque sin sus argumentos, coincide Walther Bernecker, profesor de la Universidad de Erlangen-Núremberg («Gernika y Alemania: debates historiográficos», Historia Contemporánea, núm. 35 (2007), pp. 507-527). Para Irujo, toda la documentación que se conserva del diario privado de Richthofen o del mando de la Aviazione Legionaria de Soria que hacen referencia al sentido estratégico del bombardeo son puras falsificaciones de autojustificación, aunque sus pretendidas pruebas de tal falsificación son inconsistentes.
La versión del bombardeo del terror para desmoralizar a la población y a las milicias también tiene, a nuestro juicio, dificultades. Resulta un tanto extraño leer el argumento de que Durango estaba desierto cuando fue destruido por los italianos el 31 de marzo, dado que se identificaron como mínimo 336 muertos, más que los que generalmente se admiten para Gernika (en torno a doscientos). La cuestión de si en Gernika se hallaban seis mil o doce mil personas aquel día es altamente controvertida entre los autores, por lo que la densa población no sirve como argumento para su elección como blanco. Y, más en general, dar por sentado que el carácter «sagrado» de Gernika para los vascos haría que su destrucción tuviera un fuerte impacto en la sociedad vasca tal como para desmoralizarla es un argumento que parte de la consabida sinécdoque: la de dar por supuesto que todos los vascos y todos los batallones eran nacionalistas, cuando lo cierto es que más de la mitad de la población y de sus milicias no daban seguramente especial valor a la villa foral, si es que habían oído hablar de su particular sentido histórico.
Por otra parte, parece que habría que distinguir entre la moral de la población bilbaína, que era muy baja ya antes de Gernika (señala Julián Zugazagoitia en su Guerra y vicisitudes de los españoles que el clima derrotista en Bilbao era generalizado, exactamente el opuesto al de Madrid en el otoño anterior), y que no parece que la moral de los combatientes en el frente sufriera ningún desplome después del bombardeo. Por el contrario, Antony Beevor señala que, en el mes de mayo de 1936, «el progreso de los nacionales se volvió más lento porque los vascos y sus aliados luchaban ahora con mayor eficacia y parecían menos afectados por los ataques aéreos» (La Guerra Civil española, Barcelona, Crítica, 2005)6. Y es que, como se comprobó en la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos aéreos sobre poblaciones civiles no desmoralizaban a éstas (Londres, Hamburgo, Berlín), salvo que previamente se hubiera ya perdido la esperanza de victoria (Dresde).
En cuanto al aspecto «experimental» del bombardeo, que tiende a verlo como un ensayo de sofisticadas técnicas de destrucción puestas en juego en el siguiente conflicto europeo, parece que existe una gran exageración en cuanto a su importancia. El hecho de que los JU-52 bombardeasen en formación de escuadrilla de tres en fondo y de que empleasen una mezcla de bombas explosivas e incendiarias sí puede considerarse como parte de unos ensayos progresivos de los alemanes acerca de cómo destruir totalmente casas del tipo europeo. El punto a investigar era el de la mezcla más adecuada de tipos y tamaños de bombas para destruir por completo edificaciones con muros de piedra y varios pisos, como las más comunes en la Europa verde. Los experimentos de Córdoba en el invierno de 1936 (Bujalance, Montoro, El Carpio) no fueron concluyentes, porque el tipo de casa era muy débil. El País Vasco (Durango, Éibar, Gernika) proporcionaba un escenario más adecuado y Richthofen lo explotó a fondo, modificando en cada caso el tamaño y mezcla de bombas para conseguir una destrucción material superior. Una ventaja adicional para la experimentación venía dada por el hecho de que se trataba de pueblos que se conquistaban pocos días después de su bombardeo, de manera que la observación de los efectos de éste podían hacerla los técnicos en directo y rápidamente. Pero el ametrallamiento a muy baja altura de los supervivientes por los cazas de cobertura fue pura crueldad, ensañamiento y castigo, y nada innovador desde luego.
Probablemente tiene razón Imanol Villa cuando escribe, al hablar del «porqué», que el error está en formular la pregunta esperando una respuesta que deje nítidas y claras las razones de lo sucedido, que lo convierta en un suceso perfectamente racional visto a posteriori. La contingencia tiene sus caprichos y, probablemente, en el caso de Gernika, confluyeron aquel día varios y diversos factores: una situación estratégica concreta, un militar deseoso de sobresalir y demostrar que su fuerza era la decisiva, el desprecio total por las vidas de los civiles, la crueldad y el deseo de castigar a unos defensores republicanos coriáceos. En pocas palabras, la guerra y, además, civil. Después vino Picasso y proyectó al mundo su asombro espantado. Y seguimos discutiendo porque al final es el asombro ante lo que hay o lo que hubo lo que nos motiva a pensar.
La del número de aviones empleados por alemanes (unos cuarenta) e italianos (trece), los aeródromos de partida usados (Burgos, Soria y Vitoria), así como el peso (entre treinta o cuarenta toneladas) y tipo de bombas arrojadas (unas cien explosivas y casi cuatro mil pequeñas incendiarias), coincide hoy en general, sin variantes significativas entre autores. Igual que coincide el porcentaje de edificios destruidos totalmente por las explosiones y el incendio, alrededor del 75%. Curiosa y sarcásticamente, sólo quedaron intactos los objetivos más claramente militares (las fábricas y el puente) o más señaladamente simbólicos (la Casa de Juntas y el árbol).
La historiografía se ha cebado, sobre todo, en la discusión sobre el número de las víctimas, con cifras absolutamente dispares que van desde los «menos de una docena» (Ricardo de la Cierva) hasta los 1.645 muertos y 889 heridos que proclamó con sorprendente exactitud el lehendakari Aguirre el 11 de junio de 1937 (sorprendente, porque parece denotar la existencia de listas detalladas de víctimas que, sin embargo, nunca se han encontrado). Desde luego, el régimen franquista hizo todo lo posible por borrar cualquier rastro documental de sepelios o defunciones, con desaparición de registros y documentación, lo que deja muy abierta la cuestión. En las obras que reseñamos encontrará el lector una amplia exposición de argumentos sobre el asunto, que renunciamos a detallar. Baste decir que Irujo defiende la bondad de las cifras facilitadas en un primer momento por las autoridades vascas y aporta un amplio catálogo de declaraciones más o menos impresionistas de testigos directos de la matanza, que cree que deben aceptarse mientras no se demuestre otra cosa. Por su parte, Muñoz Bolados expone sistemáticamente las diferentes cuantificaciones que desde 1937 hasta hoy se han utilizado y las analiza críticamente para concluir en una cifra en torno a los doscientos muertos, que es la que proponen también los historiadores locales Txato Echániz y Vicente del Palacio, del Gernikazarra Historia Taldea, que han llevado a cabo desde hace años un proceso cuidadoso de identificación y cuantificación (han identificado a 157 víctimas a día de hoy, la última en 2017, hace pocos meses).
Nos resulta más convincente la tesis común y más generalizada de Muñoz Bolaños por una serie de razones. En primer lugar, porque un hipotético porcentaje de víctimas superior al 10% de la población existente (incluyendo población estable, refugiados, soldados acantonados y visitantes del mercado), que es a lo que llega Irujo, no parece congruente con los porcentajes de víctimas en bombardeos de saturación de la Segunda Guerra Mundial, que llegan al 4% en los casos más terribles (Hamburgo y Dresde). En segundo lugar, porque se ha identificado a día de hoy a los habitantes de Gernika muertos, en torno al centenar, lo que obligaría a pensar que la gran cantidad hasta los mil seiscientos restantes eran foráneos que se encontraban allí circunstancialmente, distribución que entrañaría una selección ilógica y desproporcionada. Si los habitantes de Gernika eran unos seis mil y murieron cien, ¿por qué de los otros seis mil transeúntes habrían muerto mil quinientos? Y, por último, porque no queda claro dónde estarían los cadáveres, excluida como está la existencia de fosas comunes. Gernika se reconstruyó sobre una capa de más de un metro de escombros apelmazados, eso es cierto, pero afirmar que entre ellos se mezclan los restos físicos de más de mil seres humanos no parece de recibo, por estremecedor que resulte. Aunque en este asunto, hay que decirlo, todo estremece al observador. El espanto que no cesa. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt