viernes, 6 de marzo de 2020

[A VUELAPLUMA] Un periódico



Los columnistas de Opinión de El País


"He ido a la hemeroteca de El País para saber cuándo leí la frase por primera vez -comenta el escritor Manuel Jabois ("Territorio personal. El País, 4/3/2020) en el A vuelapluma de hoy-. Fue en 1994; yo tenía 16 años. La escribió Manuel Vicent al salir de un encuentro con un brujo cubano que le echó los caracoles para que el escritor supiese su futuro. Le dijo, el brujo, que moriría sentado en una mecedora sin molestar a nadie. Y Vicent escribió: “Siempre he soñado que una manera elegante de acabar con este baile sería sentarse en una mecedora blanca con un sombrero de paja junto al Mediterráneo y guardar un silencio definitivo durante muchos años mirando el horizonte sin mover una pestaña”.

Esa larga frase me persiguió durante tanto tiempo que había días en que creía que la había convertido en un propósito. Él fue mi primera firma de EL PAÍS, la primera que, contándome su muerte, hice parte de mi vida. Y encontré muchos años después este artículo suyo de 1988: “Una mecedora blanca, algunas diosas de escayola en el jardín, las paredes de la terraza pintadas con cal, una parra de sombra amorosa, libélulas y campanillas moradas en la alberca, las persianas verdes, cortinas que inflan la brisa durante la siesta, sonido de una mosca vibrando en la penumbra, el Mediterráneo en la ventana (…) Dejar pasar las horas, desechar cualquier ambición, vivir el sol en medio de una elegante austeridad, tomar aceite de oliva, andar descalzo sobre la sal, navegar en aguas de dulzura y no desear nada sino amigos y ensaladas de apio. He aquí el inventario de mi fe”.

Ese inventario suyo miles de lectores lo han hecho con él y con firmas como él que han convertido su territorio, el de las columnas de Opinión, en un lugar personalísimo al que volver sin dar explicaciones. Desde el análisis político hasta el científico, desde un instante de felicidad o dolor de la vida de alguien. La sección de firmas de EL PAÍS, desde las veteranas e ilustres a las más jóvenes, ha sido siempre una especie de sala de máquinas con la que abordar, de una forma diferente a la sala principal, el funcionamiento del periódico. Un espacio privilegiado en el que conviven especies distintas que, de no encontrarse con la palabra, no se encontrarían nunca. Del diario tiran las noticias y las grandes coberturas; al diario lo explican columnistas para los que, como dice Mario Vargas Llosa, “practicar el periodismo es una manera de estar al día”.

Un día, cuando muchos no habíamos nacido, Rafael Alberti, uno de los primeros grandes articulistas de este diario, convirtió a Picasso en paloma: “Durante toda mi vida he ido buscando una sola paloma. Sin conseguir retenerla para siempre, la misma de aquel poema que dediqué a Pablo Picasso que, de tanto vivir rodeado de ellas, llegó a creerse que él mismo también lo era”. Y María Zambrano, otra columnista ilustre, se despedía de José Herrera Petere, poeta exiliado y “poema él mismo”.

Uno se educa leyendo los periódicos y crece buscando su pasado; al fin y al cabo todo periódico lo es cuando se termina de leer. Umbral se marchaba antes de que empezase la fiesta para contarla al día siguiente en EL PAÍS.

Recuerdo de Vázquez Montalbán tantas cosas (“En España se ha formado una especial casta de monoliberales con la unidimensionalidad de su pensamiento marcada por un toque pijo de palabra, obra y omisión que merece un lugar en cualquier Museo de la Mujer y del Hombre, naturalmente”) que me quedo con una crónica tristísima en la que Juan Cruz dice que hubiera dado sus pulmones en aquella carrera para llegar a la puerta de embarque de Bangkok en la que se quedó para siempre el escritor barcelonés.

Hay palabras que ya no se despegan, y las de las columnas son, muchas veces, las que más se parecen a mí, a lo que quiero ser o a lo que ya he dejado de ser. Una vez abrí el periódico y leí a García Márquez contando cómo le salió la primera frase de Cien años de soledad. Otra vez me encontré esta frase de Leila Guerriero: “Todos hemos sido alguna vez el monstruo de alguien”. Un sombrero de paja, una mecedora blanca y el Atlántico, que me perdone Vicent. Es todo cuando se necesita, siempre que se haya acabado de leer el periódico. Siempre que se haya acabado de estar al día".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5800
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[PÍLDORAS LITERARIAS] Hoy, con "La obra y el poeta", de R.F. Burton





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la ficción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial.  

Continúo hoy la serie de Píldoras literarias con el relato del escritor británico R.F. Burton titulado "La obra y el poeta". Sir Richard Francis Burton (1821-1890) fue un cónsul británico, explorador, traductor y orientalista, aunque él se consideraba a sí mismo fundamentalmente un antropólogo, que cultivó ocasionalmente la poesía. Se hizo famoso por sus exploraciones en Asia y África, así como por su extraordinario conocimiento de lenguas y culturas. De acuerdo a un recuento reciente, hablaba veintinueve lenguas europeas, asiáticas y africanas. Les dejo con su relato:


LA OBRA Y EL POETA
por 
R.F. Burton


El poeta hindú Tulsi Das, compuso la gesta de Hanuman y de su ejército de monos. Años después, un rey lo encarceló en una torre de piedra. En la celda se puso a meditar y de la meditación surgió Hanuman con su ejército de monos y conquistaron la ciudad e irrumpieron en la torre y lo libertaron.

FIN



El escritor R.F. Burton



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 5799
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[SONRÍA, POR FAVOR] Es viernes, 6 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...


















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5798
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 5 de marzo de 2020

[A VUELAPLUMA] Todo pasará



Campamento de refugiados en la frontera turca. Getty Images


"Aparece la primera noticia sobre un nuevo virus -afirma el escritor Enric González ("La muerte, modo de empleo". El País, 1/3/2020) en el A vuelapluma de hoy-. La noticia causa alarma. La alarma agranda los titulares, lo cual agudiza la alarma. Caen las Bolsas. La actividad internacional se altera. El virus monopoliza los medios. Se difunden crónicas y artículos que relativizan el peligro. Otras piezas rebaten la relativización. Las redes, donde conviven las basurillas irrelevantes y la basurilla más influyente del planeta (la cuenta en Twitter de Donald Trump, por ejemplo), se inflaman. Se actualiza minuto a minuto el número de infecciones y de víctimas mortales. Se multiplican los errores, las cuarentenas, las precauciones útiles y las absurdas. Se suspenden algunos grandes acontecimientos y se mantienen otros. La humanidad permanece en vilo.

Aún no sabemos cómo terminará el asunto. Tal vez se consiga erradicar el virus. O tal vez no, y tendremos que convivir con un nuevo tipo de gripe. Quizá un poco más dañina que la tradicional, con seguridad mucho menos letal que la llamada “gripe española”, un virus que irrumpió en 1918, mató a unos 40 millones de personas y desapareció (por causas inciertas) en 1920.

Sí sabemos algo con absoluta certeza: la alarma pasará. Ocurra lo que ocurra. No hay noticias ni tragedias que soporten el paso del tiempo. Incluso lo más atroz se olvida o se asimila. Una tragedia como el sida, en su momento muchísimo más peligrosa que el coronavirus, no comportó cierre de fronteras ni precauciones públicas. Al principio era denominado “cáncer gay”, y recuerdo muy bien que en las redacciones de la época se ironizaba sobre el asunto. Era un problema de “ellos”. Un repaso de las hemerotecas resulta a la vez deprimente y estimulante: parece que ya no somos tan idiotas como antes, al menos en cuestiones sexuales.

Pero hay cosas inmutables. Como la esencia perecedera de las alarmas, las reservas limitadas de compasión y la facilidad con que minimizamos una tragedia cuando afecta a “ellos”, no a “nosotros”. En lo que atañe a la información y al estado de ánimo de esa cosa abstracta que denominamos “opinión pública”, la muerte tiene un modo de empleo muy concreto.

No creo que hayamos olvidado la guerra de Siria, que dura ya nueve años. Hacia 2012 había titulares sobre el riesgo de una extensión del conflicto o, ya puestos, sobre su transformación en una guerra mundial. Hablábamos mucho del tema. El fervor que le dedicábamos decayó hasta que nos llegó la ola expansiva, en forma de refugiados e inmigrantes. Salvo por eso, lo que ocurre en Siria ha dejado de interesarnos.

Sin embargo, la guerra no ha terminado. Y mantiene su dimensión internacional. La aviación rusa destruye estos días Idlib, el último gran reducto de la oposición a Bachar el Asad, y las fuerzas del dictador preparan el último asalto. Casi un millón de personas, según la ONU, buscan refugio. De un lado les cierran el camino las tropas del régimen; del otro lado tienen el muro de las tropas turcas, que, entre otros objetivos estratégicos relacionados con los kurdos, tienen orden de impedirles el paso: Turquía ha recibido ya casi cuatro millones de refugiados por el conflicto.

Aquello es el horror. Pero ya no nos interesa. Como siempre, hay muertos que cuentan y muertos que no. De hecho, a esa gente la dimos por amortizada hace tiempo. ¿Qué hacen sufriendo todavía?".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5797
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[ARCHIVO DEL BLOG] Tu rostro mañana (Publicada el 27 de agosto de 2009)



La trilogía Tu rostro mañana


Veintidós meses he tardado en leer la inmensa aventura de Jacobo Deza, un español, antes profesor en Oxford, al servicio de una oficina sin nombre -casi invisible- de la Inteligencia Militar británica, la archi-famosa "MI6", ya finiquitada por obtusa y anacrónica la mayor parte de su función primordial, pero que sigue trabajando no se sabe muy bien para qué ni para quién. Jacques, Jacobo o Jaime Deza es el personaje creado por el escritor y académico Javier Marías para protagonizar su trilogía "Tu rostro mañana". Una inmensa obra no sólo por su tamaño, 1606 páginas, sino por su calidad y vigor literarios. La he leído en tres tandas sucesivas, a una por año. La primera, "Tu rostro mañana. 1. Fiebre y lanza" (Suma de Letras, Madrid, 2004), en Maspalomas, durante las navidades de 2007. La segunda, "Tu rostro mañana. 2. Baile y sueño" (De Bolsillo, Barcelona, 2008) en Punta Umbría, Huelva, en septiembre de 2008, durante unos días de vacaciones con mi hija Ruth y su marido. La tercera y última, "Tu rostro mañana. 3. Veneno y sombra y adios" (Alfaguara, Madrid, 2007), en mi casa de Las Palmas durante las últimas cuarenta horas, en las que a pesar de notables vicisitudes familiares, o quizá por ellas, no he podido abandonar la lectura de sus 707 páginas hasta concluirla. Ni que decir tiene que me ha encantado, aunque mi obra preferida de todas las suyas por mí leídas, sigue siendo "Mañana en la batalla piensa en mí" (De Bolsillo, Barcelona, 2006).

"No debería uno contar nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el mundo, o que sí pasaron pero estaban ya medio a salvo en el tuerto e inseguro olvido. Contar es casi siempre un regalo, incluso cuando lleva e inyecta veneno el cuento, también es un vínculo y otorgar confianza, y rara es la confianza que antes o después no se traiciona, raro el vínculo que no enreda o anuda y así acaba apretando y hay que tirar de navaja o filo para cortarlo". Con estás palabras se inicia "Tu rostro mañana"; las finales, 1606 páginas después, se hacen cortas. HArendt




El escritor Javier Marías



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 5796
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[SONRÍA, POR FAVOR] Es jueves, 5 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...



















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5795
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 4 de marzo de 2020

[A VUELAPLUMA] Intolerancia





"En la Eneida -escribe en el A vuelapluma de hoy la psicóloga Remei Margarit ("El caballo de Troya". La Vanguardia, 29/2/2020)-, Virgilio explica que los griegos asediaban la ciudad de Troya, pero como la ciudad tenía unas murallas muy altas no podían entrar; entonces construyeron un caballo enorme de madera, lo dejaron en la puerta de la ciudad y se marcharon del asedio. Los troyanos creyeron que aquel caballo era un regalo de los dioses y lo metieron en la ciudad. Por la noche, los guerreros griegos escondidos dentro del caballo salieron y tomaron la ciudad.

Desde entonces, el caballo de Troya es un símil del enemigo infiltrado. Pues en este nuestro país, la entrada de Vox en las instituciones es el caballo de Troya de la ultraderecha. Se presentan como demócratas porque han tenido votantes, pero el voto no lo es todo en una democracia, las bases de la democracia son la libertad de expresión y el respeto para toda clase de pensamiento. Ello no quiere decir que sea preciso tolerar el pensamiento que la quiere destruir, que es lo que quiere la ultraderecha de este país y del mundo entero. He vivido bajo el franquismo y reconozco los gestos, el tono y las palabras de la ultraderecha cuando los oigo. Ya sé que entre sus votantes pocos quieren una dic­tadura, otros muestran su enojo porque las cosas no les van bien y otros se han dejado engañar por las mentiras de las soluciones fáciles para resolver problemas complejos, como propone la ultraderecha. El pin parental ya es un primer paso para empobrecer la educación.

En la anterior legislatura, el PP ya arrinconó la educación para la ciudadanía, una buena asignatura para educar buenos ciudadanos; y ahora, la ultraderecha quiere vetar el respeto para toda clase de afectos humanos, y si se la deja hacer, vetará la libertad de expresión y todo lo que haga falta. Son viejos conocidos aunque sean jóvenes y sonrientes; eso sí, sonríen mucho, aunque a mí me parece que lo que hacen es enseñar los dientes.

El caballo de Troya existe siempre. Los intolerantes aprovechan las facilidades democráticas para introducirse en las instituciones y desde allí desmontar las democracias, conseguidas con el esfuerzo de todos. No hay que descuidarse ni un día si queremos vivir en paz. La into­lerancia no puede estar en las institu­ciones".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5794
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[DE LIBROS Y LECTURAS] 1917



El filósofo Franz Rosenzweig


La lección de la película "1917", del cineasta británico San Mendes es que ni todo es posible ni se pueden satisfacer todos los deseos. Cosa que supone aceptar que la historia no tiene leyes que expliquen su funcionamiento y prevean su futuro..., que la mejor y más racional manera de vivir y hacer política es a través de la discusión y el pacto en un marco de democracia, seguridad y libertades.

"El filósofo Franz Rosenzweig -comienza diciendo el escritor Miquel Porta ("La trama oculta de 1917". ABC, 23/2/2020)- fue un testigo de excepción de la Gran Guerra que arrasó parte de Europa y conmocionó al mundo. Y lo fue por partida doble: como protagonista y observador de la misma. En 1914, Franz Rosenzweig se fue a la guerra. En una trinchera de los Balcanes, en donde ejerció como enfermero, empezó a escribir -en el dorso de unas tarjetas postales- La Estrella de la Redención (1921). La primera impresión del autor en la trinchera: Vom Tode. De la muerte. Sí, de la muerte y el tormento: «Que el hombre se esconda como un gusano en los pliegues de la tierra desnuda ante los tentáculos sibilantes de la muerte ciega y despiadada, que pueda sentir ahí, con toda su violencia inexorable, lo que no suele sentir jamás: que su Yo se convertiría en una cosa si muriera, y que cada uno de los gritos contenidos en su garganta pueda proclamar su Yo en contra de lo Despiadado que le amenaza con este aniquilamiento inimaginable». Concluye: «Ante toda esta miseria, la filosofía sonríe con su vana sonrisa».

¿A qué se refiere el filósofo? ¿A quién se refiere el filósofo? Teoría y práctica. La teoría: esa obsesión del nacionalismo mesiánico que se empeña en la realización de la Idea, la Redención y el Destino; esto es, el dominio del Todo. Stéphane Mosès, uno de los intérpretes de Franz Rosenzweig: «El sentido del nacionalismo es que los pueblos no se contentan con creer que son de origen divino, sino que están de camino hacia Dios» (Franz Rosenzweig. Sous l’Étoile, 2009). La práctica: Franz Rosenzweig desvela y cuestiona la imagen optimista de la historia entendida como el desarrollo de la razón en marcha, como el camino que conduce a la realización del espíritu absoluto y a la reconciliación de la humanidad consigo misma. En definitiva, la metafísica de la Historia. El filósofo crítica y denuncia a quienes -Ilustración, Hegel, Marx o nacionalismos- forjaron dicha creencia, a quienes pusieron las bases filosóficas y políticas de los sueños y los monstruos generados por la razón.

La Gran Guerra, con su inusitada crueldad, segó las vidas de casi cincuenta millones de personas. Pero -a tenor de lo ocurrido y lo que posteriormente ocurrió con la Revolución rusa y sus terminales-, hizo más: quebró la idea de un determinismo histórico que, inexorablemente, instauraría la igualdad y la felicidad en la tierra. Quebró, en definitiva, la posibilidad de toda utopía. Mostró que la utopía conduce al peor de los mundos posibles, que exige el sacrificio del presente en beneficio de un supermundo ilusorio que nunca llegará, que esconde una concepción mítico-religiosa del desarrollo histórico. El resultado de todo ello lo describió Isaiah Berlin (Libertad y necesidad en la historia, 1974) en los siguientes términos: el determinismo redentor convierte el «Universo en una prisión» a pesar de que «sus cadenas estén cubiertas de flores».

La Gran Guerra y sus consecuencias brindan una lección -confirmada por la biología, la antropología, la psicología y la historia- que no podemos olvidar: la imposibilidad de alcanzar la autoidentidad humana o la sociedad reconciliada. Truman Capote: «Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las desatendidas». Con razón, decía Ralf Dahrendorf (Reflexiones sobre la revolución en Europa, 1991) que «la utopía es, por la naturaleza misma de la idea, una sociedad total» que «necesita de una sociedad cerrada» de tal manera que «cualquiera que pretenda planes utópicos, en primer lugar tendrá que limpiar la tela sobre la cual está pintado el mundo real» y después «deberá construir un nuevo mundo condenado a producir errores y fracasos». Un aviso para navegantes: el asalto del cielo suele conducir al infierno en la tierra. Ejemplos, sobran.

La Gran Guerra muestra que la historia, además de discontinua, es un desgarramiento sin cesar. Pero, queda el hombre. Dice Franz Rosenzweig: «Después de que la Razón lo haya absorbido todo y de que haya proclamado que a partir de ahora sólo ella existe, el hombre descubre de repente que aunque hace mucho que ha sido asimilado por la filosofía todavía sigue allí... “Yo, que no soy más que ceniza y polvo”, yo, mero sujeto privado, un nombre y un apellido..., sigo aquí todavía y filosofo».

Y Franz Rosenzweig filosofa. Se trata -ningún plan de salvación supraterrenal- de alcanzar lo posible, de sobreponerse a lo imprevisible e inesperado. De lograr que el hombre se vuelva a la realidad y actúe sobre ella en la medida de sus posibilidades. Sentido del límite. Una redención -manumisión, rescate, regeneración- contra la teleología y la utopía y contra los sueños y los monstruos de la razón. La redención es lo inminente, lo factible, lo admisible. Una redención que, a la manera de Franz Rosenzweig, implica recuperar la soberanía individual y aceptar que la verdad no es un concepto absoluto, sino una idea relativa a un espacio, un tiempo y un individuo determinados.

Franz Rosenzweig, después de la Gran Guerra, llegó a la conclusión de que el desastre que había padecido en carne propia era consecuencia de las ideas hegelianas y de la prepotencia de la razón. Europa, a fuego y sangre, había ido hacia la catástrofe en nombre de la misión histórica de los pueblos, de los Estados, de la revolución, del progreso. Por decirlo a la manera de Edmund Husserl (La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, 1936) la Gran Guerra se explicaría en función de cuatro hipótesis: la vanidad, la espontaneidad, la liberación edénica o la venganza frente a los límites de un hombre engreído e impulsivo a la par que -supuestamente- omnisciente y omnipotente. El resultado práctico de estas hipótesis: el derrumbe de la civilización europea de entreguerras.

Franz Rosenzweig y Edmund Husserl fueron testigos de las consecuencias perversas que generan las ideas que se proponen la emancipación del género humano. De vivir unos años más -la llegada de Hitler al poder, la misión histórica del proletariado, el estalinismo, la Segunda Guerra Mundial, la persecución y el exterminio de los judíos, el campo de concentración, el gulag, la Guerra Civil española, los nacionalismos exacerbados y divisorios, el populismo rampante-, hubieran confirmado su percepción.

La lección de 1917: ni todo es posible ni se pueden satisfacer todos los deseos. Esa es la cuestión. Cosa que supone aceptar que la historia no tiene leyes que expliquen su funcionamiento y prevean su futuro, que la sociedad nunca podrá reconciliarse por entero, que no merece la pena sacrificarse por un mundo perfecto que afortunadamente nunca llegará, que no existen las soluciones totales sino -en el mejor de los casos- las reformas parciales, que la mejor y más racional manera de vivir y hacer política es a través de la discusión y el pacto en un marco de democracia, seguridad y libertades.

El Oscar que no ganó Sam Mendes por 1917 se lo merecen Franz Rosenzweig y Edmund Husserl por haber descrito la trama oculta de una Gran Guerra que ha condicionado, y puede condicionar todavía, la vida de Europa y los europeos".




El cineasta Sam Mendes



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




Entrada núm. 5793
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)