Mostrando entradas con la etiqueta Lengua española. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lengua española. Mostrar todas las entradas

jueves, 19 de octubre de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con el académico José B. Terceiro







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la Real Academia Española con la del académico José B. Terceiro. Nacido en Santiago de Compostela el 14 de julio de 1943, fue elegido el 14 de junio de 2012 y tomó posesión de su silla, la "f" minúscula, el 18 de noviembre de 2012 con el discurso titulado Entorno institucional económico, al que respondió en nombre de la corporación el académico Juan Luis Cebrián. 

José B. Terceiro es doctor en Ciencias Económicas y catedrático de Economía Aplicada (Universidad Complutense de Madrid). Fue vicepresidente ejecutivo de Abengoa, presidente de la Fundación Focus-Abengoa, vocal científico del Alto Consejo Consultivo en Investigación y Desarrollo de la Presidencia de la Generalitat Valenciana y consejero del diario El País. Ha sido director general del Libro y Bibliotecas (1977-1979), subsecretario de la presidencia del Gobierno (1980-1981), consejero nacional de Educación (1980-1981), vicepresidente del Centro de Estudios Constitucionales (1980-1981) y consejero, en calidad de experto, del Consejo Económico y Social (2000-2004).

Ha recibido el Premio Rey Jaime I (2000) a la Economía y ha sido condecorado con la Orden del Mérito Constitucional por la ideación y convocatoria de la Comisión de Subsecretarios que actuó como Gobierno suplente el 23 de febero de 1981.

Es autor del primer diccionario de economía que se publicó en España en 1970 e investigador de los impactos socioeconómicos de las tecnologías de información con especial referencia a los medios impresos y las peculiaridades del digitalismo como una nueva forma de cultura.

Entre su obra escrita se cuentan: Estructura Económica, Socied@d digit@l. Del homo sapiens al homo digitalis (finalista para el Premio Nacional de Literatura, modalidad de ensayo en 1997) y Digitalismo. El nuevo horizonte socioeconómico.




José B. Terceiro en su toma de posesión académica



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3931
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 6 de octubre de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con el académico Santiago Muñoz Machado







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la Real Academia Española con la del académico Santiago Muñoz Machado. Elegido el 13 de diciembre de 2012, tomó posesión de su silla, la "r", el 26 de mayo de 2013 con el discurso titulado Los itinerarios de la libertad de palabra, que fue respondido en nombre de la corporación por el académico José Manuel Sánchez Ron.

Nacido en Pozo Blanco, Córdoba, en 1949, el jurista Santiago Muñoz Machado es catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid desde 1994 y académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. En 1980 obtuvo la cátedra de Derecho Administrativo de la Universidad de Valencia y, dos años más tarde, la cátedra de la misma disciplina en la Universidad de Alcalá de Henares. En enero de 2015 fue elegido secretario de la Real Academia. 

Es doctor honoris causa por la Universidad de Valencia, técnico de la Administración civil del Estado y especialista en derecho constitucional, administrativo y comunitario europeo. De su bibliografía jurídica, compuesta por más de cincuenta libros e incontables artículos en materias de su especialidad, destaca su Tratado de derecho administrativo y derecho público general, obra de referencia en la materia.




Santiago Muñoz Machado en su toma de posesión académica



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3892
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 27 de septiembre de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con el académico Miguel Sáenz







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo hoy con el académico Miguel Sáenz, elegido el 22 de noviembre de 2012, tomó posesión de su silla en la Real Academia, la "b" minúscula, el  el 23 de junio de 2013 con el discurso titulado Servidumbre y grandeza de la traducción, al que respondió en nombre de la corporación, Luis Goytisolo.
  
Miguel Sáenz Sagaseta de Ilúrdoz, nació en Larache (Marruecos), el 7 de agosto de 1932. Doctor en Derecho y licenciado en Filología Alemana por la Universidad Complutense de Madrid, es traductor, jurista y militar. Experto en derecho aeronáutico y del espacio, es general auditor del Cuerpo Jurídico Militar, procedente del Ejército del Aire, y ha sido fiscal de la Sala Quinta del Tribunal Supremo (1989-1992). Ha pertenecido al equipo de traductores de Naciones Unidas, en cuyas sedes de Nueva York, Ginebra y Viena ha desarrollado gran parte de su labor profesional. En la actualidad es traductor literario y de organismos internacionales. También ha ejercido como profesor de Derecho Aéreo y de Teoría de la Traducción.



Miguel Sáenz en su toma de posesión como académico



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3865
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

martes, 19 de septiembre de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con la académica Carme Riera Guilera







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo hoy con la académica Carme Riera Guilera, nacida en Palma de Mallorca en 1948. Fue elegida académica en abril de 2012, y tomó posesión de la silla "n" de la corporación el 7 de noviembre de 2013 con un discurso titulado Sobre un lugar parecido a la felicidad. Le respondió, en nombre de la Real Academia, Pere Gimferrer. 

La escritora Carme Riera es catedrática de Literatura Española de la Universidad Autónoma de Barcelona, directora de la Cátedra José Agustín Goytisolo de la misma universidad y miembro de número de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.

Ha dirigido el Estudio de la representación de la mujer en la modernidad hispánica (1997-2000 y 2000-2003) y ha participado en el proyecto Edición y estudio de veinte comedias de Lope de Vega (1990-1993 y 1994-1997), ambos de la Universidad Autónoma de Barcelona. Asimismo, ha coordinado las colecciones Clásicos y Raros, de la editorial Montesinos, y Ramon Llull, de la editorial Planeta, y codirigido el grupo Mujeres y Textualidad, perteneciente a la Red del Plan de Investigación de la Generalitat de Catalunya. Actualmente participa en el proyecto Corpografías de la identidad, de la misma universidad.



Carme Riera en su toma de posesión como académica



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3841
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 30 de agosto de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con el académico José Luis Gómez







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo la serie con la dedicada al académico José Luis Gómez. Elegido el 1 de diciembre de 2011, tomó posesión de su silla, la "Z", el 26 de enero de 2014 con el discurso titulado Breviario de teatro para espectadores activos, que fue respondido en nombre de la corporación por el también académico Juan Luis Cebrián.

Actor y director teatral, José Luis Gómez García, nació en Huelva, el 19 de abril de 1940. Tras formarse durante varios años en Polonia, Estados Unidos, Francia y sobre todo en Alemania, regresa en 1971 a España. Sus primeros proyectos como director, actor y productor fueron obras teatrales de Franz Kafka, Peter Handke y Bertolt Brecht. Entre 1978 y 1981 codirigió, junto a Nuria Espert y Ramón Tamayo, el Centro Dramático Nacional y, después, asumió la dirección del Teatro Español. 



José Luis Gómez en su toma de posesión como académico



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3779
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

sábado, 19 de agosto de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con la académica Aurora Egido Martínez







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo la serie con la dedicada a la académica Aurora Egido Martínez, elegida el 23 de mayo de 2013, tomó posesión de su silla, la B mayúscula, el 8 de junio de 2014 con un discurso titulado La búsqueda de la inmortalidad en las obras de Baltasar Gracián, que fue respondido en nombre de la corporación por el también académico, Pere Gimferrer.

Aurora Egido Martínez, nació en Molina de Aragón, Castilla-La Mancha, en 1946. Licenciada y doctora en Filología Española por la Universidad de Barcelona y catedrática emérita de Literatura Española de la Universidad de Zaragoza, la profesora Aurora Egido, galardonada con el Premio Nacional de Humanidades Ramón Menéndez Pidal (2008), ha ejercido la docencia en distintas universidades nacionales (Universidad de Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de León), así como en las británicas de Cardiff, Londres (Westfield College) y Cambridge, y en las estadounidenses de California (UCLA), Johns Hopkins y de Nueva York (CUNY). A lo largo de cuatro cursos fue vicerrectora de Humanidades y Cursos de Extranjeros de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y desde 2013 es miembro correspondiente de la British Academy. Desde marzo de 2017 es tesorera de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE).




Aurora Egido en su toma de posesión en la RAE




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3744
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 11 de agosto de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con el académico Manuel Gutiérrez Aragón







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Continúo la serie con la dedicada al académico Manuel Gutiérrez Aragón (1942), que ocupa la silla "F". Fue elegido el 16 de abril de 2015 y tomó posesiónde su puesto el 24 de enero de 2016 con el discurso titulado En busca de la escritura fílmica. Le respondió, en nombre de la corporación, José María Merino. Se lo recomiendo.

Guionista, director cinematográfico, productor y escritor, Manuel Gutiérrez Aragón es licenciado en Filosofía y Letras y graduado por la Escuela Oficial de Cinematografía (1970). Miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ha recibido, entre otras distinciones, el Premio Nacional de Cinematografía (2004), la Medalla de Oro de la Academia de Cine de España (2013), la Medalla al Mérito de las Bellas Artes (2013) y la Medalla de Cinematografía de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (2014).




Manuel Gutiérrez Aragón en su toma de posesión en la RAE



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3720
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 3 de agosto de 2017

[Desde la RAE] Hoy, con el académico Félix de Azúa







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Y la continúo hoy con la del académico Félix de Azúa, que ocupa la silla "H". Elegido el 18 de junio de 2015, tomó posesión el 13 de marzo de 2016 con el discurso titulado Un neologismo y la Hache, al que respondió en nombre de la corporación, Mario Vargas Llosa. Les recomiendo su lectura porque es una auténtica delicia. No se lo pierdan.

El escritor Félix de Azúa, nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona, fue catedrático de Estética en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña hasta su jubilación. Anteriormente, había impartido clases en la Facultad de Filosofía de Zorroaga (San Sebastián), dependiente de la Universidad del País Vasco. Entre 1993 y 1995 dirigió el Instituto Cervantes de París.




Félix de Azúa en su toma de posesión en la RAE



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3696
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 26 de julio de 2017

[A vuelapluma] Sobre "idos" e "iros"





Es mera casualidad que dos de las tres entradas de hoy hagan referencia a la Real Academia de la Lengua (RAE), objeto de críticas no del todo bienintencionadas con motivo de la polémica suscitada por su aceptación del término "iros" como tiempo verbal. Como es este asunto en el que la opinión de los profanos no tienen mayor relevancia, dejemos a los doctores de la Academia que se expliquen. Es lo que hace en un recientísimo artículo en El País el académico de número de la RAE y catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid Pedro Álvarez de Miranda. Veamos lo que dice.

Las disyuntivas gramaticales no se pueden dirimir de forma asamblearia, comienza escribiendo Álvarez de Miranda. En la segunda persona del plural de imperativo de ‘ir’ bastaba con recomendar el 'idos' en el registro más formal y advertir del uso de formas en -r- en el habla coloquial. Una pequeña minucia gramatical, la de la disyuntiva entre idos e iros, ha acaparado titulares, incluso de portada, tras un pronunciamiento “liberalizador” de la Academia en favor de la segunda de esas formas.

Querría proceder, en virtud de mi condición de académico, a lo que en los usos parlamentarios se llama “explicación de voto”. Lo que deseo explicar no es un sufragio afirmativo o negativo a cierta propuesta que, en efecto, se sometió —desdichadamente— a votación en una sesión académica, sino que mi postura fue en ella la única que considero posible en un lingüista: la abstención. Por la que algunos optamos después de intentar convencer a nuestros colegas de que las disyuntivas gramaticales no se pueden dirimir por vías (presuntamente) “democráticas”. En la gramática, vaya por Dios, el asamblearismo está fuera de lugar.

En español los imperativos de plural pierden la -d final cuando se les agrega el pronombre enclítico os. Así, los de sentarse, volverse o salirse no son sentados, volvedos o salidos, sino sentaos, volveos, salíos. Sin embargo, esos hiatos (a-o, e-o, i-o) implican una cierta incomodidad articulatoria para los hispanohablantes, lo que favorece, al menos en ciertos niveles de lengua, la aparición de una consonante “antihiática”. Pues bien, en este caso, en el español hablado espontáneo, en la comunicación oral menos esmerada —y estas precisiones son de suma importancia—, tal consonante de interposición resulta ser una -r-: sentaros, volveros, saliros. Y no por casualidad, sino por el hecho de que esa sea precisamente la terminación del infinitivo.

De que ello es así no hay duda, pues en la lengua hablada se produce la misma tendencia a que el infinitivo suplante al imperativo plural en -d, aun sin enclítico: es frecuente “¡Callar!”, en lugar de “¡Callad!”. El infinitivo, además, sirve muchas veces para dar instrucciones, es decir, para algo muy parecido a lo que se pretende con el imperativo, que es dar órdenes; por eso en las puertas se lee “Empujar” o “Tirar”.

El caso del imperativo de ir(se) es excepcionalísimo, y no merecía tanto derramamiento de tinta. Si se prescinde de la -d- de idos el resultado es o sería -íos, forma en la que el verbo propiamente dicho quedaría reducido a la vocal tónica í. Pero la lengua española no tolera que una palabra léxica (sustantivo, adjetivo, verbo, adverbio) experimente tal reducción de su sustancia fónica que llegue a consistir en una simple vocal. Sí hay en cambio en español partículas (preposiciones y conjunciones) o interjecciones que consisten en una sola vocal.

Así pues, la aparición de la -r- no es en iros, esencialmente, hecho distinto de la de esa misma consonante en sentaros, volveros, etcétera. Desde luego es especialmente frecuente en el caso de aquel verbo, por la rareza, ya explicada, de la situación a que da lugar, es decir, como “solución” a la incómoda elección entre idos, forma anómalamente plena, e íos, forma inadmisiblemente exigua. Pero nada más.

Pues bien, cuando en un pleno académico se suscitó la posibilidad de dar por bueno, en atención a su frecuencia, el uso de iros como forma del imperativo de ir(se), algunos de los lingüistas presentes fuimos del parecer de que la cuestión no se abordara en tales términos, y de que lo que la Academia señalaba al respecto tanto en la Nueva gramática de la lengua española como en el Diccionario panhispánico de dudas era tan exacto y razonable que no requería modificación alguna. Bastaba y basta con que la Academia señale, como lo hace (NGLE, 42.3k), que en “el habla coloquial” es frecuente que aparezcan las formas con -r- usadas como imperativos; que recomiende como preferible que en “los registros más formales” tal cosa no ocurra; y que señale, en fin, tanto en la gramática (4.13i) como en el DPD, s. v. ir(se), el caso particular de idos, preferible a iros en la lengua cuidada.

No deja de ser paradójico que algunos de los menos rígidos en materias normativas pareciéramos quedar alineados involuntariamente esta vez entre los partidarios (escasos) de no “abrir la mano” en la cuestión de marras, la del dichoso iros. Aun reconociendo su frecuencia de empleo, dado que los hablantes tienden a no prestar atención a los matices con que estas cuestiones se exponen, y que afectan, en este caso, a la esencial distinción de niveles lingüísticos, temíamos que el mensaje podía ser captado así: “A partir de ahora, por especial liberalidad de la Academia, diga o escriba usted iros si le place, en lugar de idos, en cualquier circunstancia”. Esa posibilidad ha obligado a la Academia a advertir, en la nota que ha hecho pública sobre el asunto, que “la forma más recomendable en la lengua culta para la 2ª persona del plural del imperativo de irse sigue siendo hoy idos”; y a señalar inmediatamente a los usuarios —como temerosa de que estos se le desmanden ante manga tan ancha para aquel verbo— que “la aceptabilidad de iros no se debe extender a las formas de imperativo de los demás verbos, para las que lo más adecuado en la lengua culta sigue siendo prescindir de la r”.

Ante una votación en los términos en que se planteó no nos cabía a algunos más salida que la abstención, por entender que un asunto así, sencillamente, no es “votable”, y menos si no se formula en términos muy matizados y circunstanciados. Porque, además, ¿qué supone eso de “dar vía libre” a un uso, o pasar a considerarlo “correcto”, para quienes entendemos que la Academia no ha de ser un guardia de la porra que abra más o menos la mano, sino ante todo un notario de los usos, consagrado a describirlos y explicarlos y, eventualmente, a ofrecer recomendaciones u orientaciones sobre los que son preferibles en unas u otras situaciones comunicativas? La nota de la Academia dice que iros está extendida “incluso entre hablantes cultos”. Claro. Es que su aparición en un mensaje no depende del nivel de lengua (que viene dado por la posición sociocultural del hablante), sino del nivel de habla (el también llamado registro, que depende de la situación comunicativa). Un escritor que quiera reflejar el idioma real por boca de sus personajes o por la propia no necesita que nadie le dé “permiso” para hacerlo.



Dibujo de Eva Vázquez para El País



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3672
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[Desde la RAE] Hoy, con la académica Clara Janés







La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. 

La RAE ha tenido un total de cuatrocientos ochenta y tres académicos de número desde su fundación. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no están representadas —ni lo han estado en el pasado— en los sillones de la institución: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y.

En esta nueva sección del blog, que espero tengo un largo recorrido, voy a ir subiendo periódicamente una breve semblanza de algunos de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes, hasta llegar a la de su fundador, don Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española.

Y la continúo hoy con la de la académica Clara Janés, que ocupa la silla "U". Elegida el 7 de mayo de 2015, tomó posesión el 12 de junio de 2016 con el discurso titulado Una estrella de puntas infinitas. En torno a Salomón y el "Cantar de los cantares", al que respondió, en nombre de la corporación, la escritora Soledad Puértolas.

Escritora y traductora, Clara Janés nació en Barcelona el 6 de noviembre de 1940. Hija del poeta y editor Josep Janés, estudió Filosofía y Letras en Barcelona y Pamplona, ciudad en la que se licenció, y obtuvo el grado de Maître és Lettres en Literatura Comparada por la Universidad de París IV Sorbona. Su obra, «enriquecida por sus contactos con las artes plásticas y la música», tal como señala José Antonio Llera en el Diccionario biográfico español (2011), se adentra en géneros muy diversos: novela, memorias, biografía, teatro, ensayo y, especialmente, poesía.

Su obra poética, que ha sido traducida a más de veinte idiomas, «se caracteriza por un sincretismo que funde la plenitud del eros femenino con diversas mitologías y tradiciones místicas, plasmándose en una palabra tensa y desnuda que sigue la senda de la revelación», en palabras de Llera.




Clara Janés lee su discurso de toma de posesión como académics



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3671
elblogdeharendt@gmail.com
La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)