Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos? Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado.
El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.
Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el de Luis Martín de la Plaza que lleva por título Goza de tu primavera, Lesbia mía. Luis Martín de la Plaza(1577-1625) fue un sacerdote y poeta español, quizá el más elegante de los poetas del llamado “Grupo Antequerano”, que floreció entre las últimas décadas del siglo XVI y la primera mitad del XVII. Se conservan de él 104 sonetos de autoría segura, 27 composiciones de arte mayor y 6 poesías de arte menor. En prosa conocemos la traducción hecha por él de una "lettera" de T. Tasso titulada Comparación de la Italia con la Francia.
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GOZA DE TU PRIMAVERA, LESBIA MÍA
Goza tu primavera, Lesbia mía,
y el murmurar de los cansados viejos
encomiéndalo al viento y los consejos
de su trémula voz y lengua fría.
Que aunque al ponerse el sol se apaga el día,
vuelve a encenderse, y con divinos lejos
pinta en los cielos de carmín bosquejos,
oro en los montes con sus rayos cría.
Mas el sol que en tus ojos amanece
y en tus labios purpúrea competencia
agora al alba y al clavel ofrece,
la edad, con invisible diligencia,
en el común ocaso lo oscurece;
¿cuándo tendrá para volver licencia?
Luis Martín de la Plaza
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Las viñetas que acompañan el poema son todas del dibujante canario Montecruz, que las publica en el diario La Provincia. Disfrútenlas.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt