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lunes, 27 de marzo de 2017

[Cuentos para la edad adulta] Hoy, con "En la sierra", de Arturo Barea








El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros. 

Continúo hoy la serie de Cuentos para la edad adulta con el titulado En la sierra, de Arturo Barea (1897-1957) escritor español, que con Ramón J. Sender y Max Aub constituyen lo mejor de la narrativa del exilio. Todos sus libros fueron publicados primero en versión inglesa y, más tarde, en castellano, a excepción de los veinte relatos sobre la guerra incluidos en Valor y miedo: relatos, publicados en Barcelona en 1938. Se considera su obra más importante la trilogía autobiográfica La forja de un rebelde de 1951, que fue traducida por Ilsa Kulcsar, su segunda esposa al inglés con el título The Forging of a Rebel. Es una demostración de su control creativo, con una cantidad de personajes descritos con un vigor extraordinario, además de un gran manejo del ambiente y las ideas que rodearon su juventud y madurez. El libro llegó a ser el quinto español más traducido en el mundo en los años cincuenta. Les dejo con el relato En la sierra, incluido en su libro Valor y miedo, de 1938.


EN LA SIERRA
por 
Arturo Barea

Esto fue en el primer otoño de la guerra.

El muchacho -veinte años- era teniente; el padre, soldado, por no abandonar al hijo. En la Sierra dieron al hijo un balazo, y el padre le cogió a hombros. Le dieron un balazo de muerte. El padre ya no podía correr y se sentó con su carga al lado.

-Me muero, padre, me muero.

El padre le miró tranquilamente la herida mientras el enemigo se acercaba. Sacó la pistola y le mató.

A la mañana siguiente, fue a la cabeza de una descubierta y recobró el cadáver del hijo abandonado en mitad de las peñas. Lo condujo a la posición. Le envolvieron en una bandera tricolor y le enterraron.

Asistió el padre al entierro. Tenía la cabeza descubierta mientras tapaban al hijo con la tierra aterronada, dura de hielo.

La cabeza era calva, brillante, con un cerquillo de pelos canos alrededor. Con la misma pistola hizo saltar la tapadera brillante de la calva.

Quedó el cerquillo de pelo gris rodeando un agujero horrible de sangre y de sesos.

Le enterraron al lado del hijo.

El frío de la Sierra hacía llorar a los hombres.

FIN



Guerra civil española (1936-1939)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3405
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)