viernes, 11 de julio de 2025

EL POEMA DE CADA DÍA. HOY, ESPAÑA, DE JOSÉ GARCÍA NIETO

 








ESPAÑA




A mi hijo


Esto que tienes ante ti,

hijo mío, es España.

no podría decirte –y no puedo,

al menos con palabras-

cómo es su cuerpo duro,

cómo es su cara trágica,

cómo su azul cintura, extensamente

humedecida y agitada.

Su pecho, recio y de varón, respira

por las altas montañas;

la suave curvatura del regazo,

femenina se ensancha

hasta la soledad de las arenas

múltiples y doradas;

los brazos de sus ríos acumulan

venas que acercan las gargantas

oscuras o los verdes valles,

arrancando la tierra, acariciándola.


Esto que tienes, que tenemos

ahora mismo, es España.

Es mía porque puedo

celosamente amarla,

tocar su piel y estremecerme,

mirarme en ella fijo, cara a cara,

sentirme antiguo, envejecer con ella,

o nuevo cada día y estrenarla.

Es tuya porque puedo

con pasión entregártela,

porque me la he ganado sin fronteras;

sin tener que acotarla,

la he traído a mi voz cuando he querido,

como a una oveja que paciente aguarda

el silbo del pastor.

No hay quien le ponga

puertas, y yo te invito a traspasarlas.

Mira; aprende a mirar con ella, aprende

a acompañarte de ella, acompañándola.

Tierra de andar y comprobar despacio,

huidiza de tan delgada,

difícilmente bella de tan sobria,

fina y calladamente regalada;

tierra para escuchar como una música,

para no echársela a la espalda.

Cuando puedas, lo digo desde ahora,

lo escribo desde ahora, por si falta

un día en tus oídos

la fe de mi palabra,

cuando puedas, y tengas el pie firme,

y claro el corazón, y abierta el alma,

sal al camino, cíñete la ropa,

hijo mío, y ándala.


El sol se pone para todos. Mira;

ahora lo está ocultando el Guadarrama;

el cielo es como un ópalo, como una

precipitación nacarada;

quedan azules, negras, las tranquilas

honduras de estas navas

que encienden sucesivamente

el racimo esperado de sus casas.

Arriba, las estrellas aparecen

“sin prisas y sin pausas”;

se pierden, numerosos, los senderos

y en la penumbra se unen las montañas.

Gigantesca, se espuma “La Peñota”;

suave, “El Montón de Trigo” se destaca;

afila “Siete Picos” en la sombra

su aguda dentellada;

quiebra “La Maliciosa” bruscamente

su plomiza atalaya,

y allí, en su cascarón de ávida nieve,

se hunde Navacerrada.


Esto que ves, que tienes, que te entrego,

hijo mío, es España.

Digo y escribo, y puede más su nombre

que la mano y la voz. Es como un agua

que desborda este vaso de mi verso

donde quiero encerrarla.

Bebe, hijo mío, bebe; el trago es tuyo,

tuya es la herencia, tuya la privanza.

Sobradamente te dará en los días

su variedad multiplicada.

Tú podrás elegir, como el que hunde

sus manos en el cofre que guardara

un tesoro en el tiempo acumulado,

la joya deseada.


Deja un día a tus ojos que se pierdan

en la redonda vega de Granada;

junto al silencio de sus torres rojas,

oye las fuentes de la Alhambra;

mira Toledo enamorando al Tajo,

el fresco prado hacia la mar cantábrica,

el cielo por los arcos de Segovia,

Ávila en su quietud amurallada,

Sevilla entre jazmines una noche,

Burgos de piedra donde el Cid cabalga,

Cádiz como una nieve mar adentro,

balcón de Tarragona, luz de Málaga,

cúpulas de la nave aragonesa,

orillas de la Huelva aventurada,

minera Asturias con el verde cuello,

Córdoba entre arcangélica y romántica,

Alicante con palmas hacia oriente,

Valladolid con la oración tallada,

coronado León entre los puertos,

Zamora altiva, Huesca pirenaica,

Galicia que la mano de Dios hizo,

rosa sillar nacida en Salamanca,

campos para la flor de Extremadura

donde la encina sin cesar batalla,

Madrid desde el palacio a la pradera,

Barcelona de las Atarazanas,

Valencia de las puertas y los puentes,

Alava señorial, Cuenca encantada,

Bilbao de hierro, Soria junto al frío,

Jaén del olivar, Murcia hortelana,

lejanísimas islas de fortuna,

islas de claridad mediterránea...


¿Ves, hijo mío? El vaso se desborda;

deja a tus labios apurar la gracia.

Esta es mi herencia; puedes hacer uso

de ella y proclamarla.

Lo que te doy en buena hora

que en buena hora lo repartas.






JOSÉ GARCÍA NIETO (1914-2001)

poeta español













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