Hace unos días entré en un "chino" de la ciudad de Telde mientras mi mujer estaba en la consulta de su dentista para comprar unas plantas que me había encargado. No encontré las plantas, pero si una estantería con una buena tanda de libros que se vendían a 68 céntimos de euro cada uno. Para mi sorpresa, entre ellos uno de Martha C. Nussbaum, una profesora estadounidense, reciente Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, y una de mis filósofas favoritas. El libro: Justicia poética (Editorial Andrés Bello, Barcelona, 1997). Ni que decir tiene que lo compré, aunque sigue siendo un misterio para mí que hacía un libro como ese en un lugar como aquel.
La tesis de Nussbaum en el libro citado, tesis que comparto, es la de que la literatura -la buena literatura, claro está- es un antídoto necesario contra el cientificismo superficial de tantos escritos de ciencias sociales (como el derecho o la economía) que inundan las librerías y las páginas de revistas y periódicos. Y para ello va a centrar su análisis en el comentario de una las obras maestras de la literatura universal: Tiempos difíciles, de Charles Dickens (1812-1870), obra que, por cierto, pueden leer o descargar gratuitamente en Internet. También hará numerosas referencias en su libro a obras de Walt Whitman y Adam Smith, y otras mucho más concretas a novelas como Hijo nativo, de Richard Wright; o Maurice, de E.M. Forster, así como a famosas y controvertidas sentencias de la Corte Suprema de los Estados Unidos de América.
Una de las falacias que denuncia Martha C. Nussbaum es la de la medición de la riqueza nacional expresada en cifras brutas como son las del PIB (producto interior bruto nacional) o la RPC (renta nacional per cápita). Y lo hace en uno de los capítulos de su libro que lleva el título de La lección de economía de Sissy Jupe, que toma de uno de los personajes de la obra de Dickens.
Una de las falacias que denuncia Martha C. Nussbaum es la de la medición de la riqueza nacional expresada en cifras brutas como son las del PIB (producto interior bruto nacional) o la RPC (renta nacional per cápita). Y lo hace en uno de los capítulos de su libro que lleva el título de La lección de economía de Sissy Jupe, que toma de uno de los personajes de la obra de Dickens.
La tosquedad de esas mediciones, dice Nussbaum, no habla de distribución de riquezas ni de ingresos, ni de la calidad de vida de una nación. Al centrarse solo en el aspecto monetario no dice como funcionan los seres humanos cuyas actividades económicas no están bien correlacionadas con el producto nacional bruto. No hablan de expectativas de vida, ni de hambre o mortandad infantil, ni de salud, educación o derechos fundamentales. Además, añade, ignoran las individualidades personales y utilizan una versión burda de las personas como contenedores de satisfacción, ignorando la maleabilidad de los deseos y satisfacciones, y que la gente infeliz acaba adaptándose a las circunstancias en que vive, pues las privaciones despojan a las personas de sus aspiraciones y del propio sentido de dignidad.
De lo que se trataría, añade citando al también economista y filósofo Amarthya Sen, es de preguntarse por el bienestar de la gente inquiriendo en que medida su forma de vida le permite funcionar en áreas diversas como la movilidad, la salud, la educación, la participación política o las relaciones sociales. Pero todo ello sin equiparar calidad a cantidad.
Tiempos difíciles, dice la profesora Nussbaum, es un paradigma de esa situación. Brinda la información requerida para evaluar la calidad de vida y compromete al lector en la tarea de realizar su propia evaluación y ofrece perspectivas para el mejoramiento de la vida humana. De nosotros depende, dice, que tales cosas sucedan o no. En todo caso, concluye, está claro que la imaginación literaria es parte esencial de la teoría y la práctica de la ciudadanía. Sean felices, por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
3 comentarios:
Bonita entrada, Carlos. La Nussbaum, siempre interesante. Lástima que gente así no encuentre el eco suficiente en la prensa. Nos ahoga el neoliberalismo en todos los ámbitos, terrible,especialmente para mí el educativo, que es el que más conozco. Me quedo con tu bello final "está claro que la imaginación literaria es parte esencial de la teoría y la práctica de la ciudadanía". Gracias de nuevo.
Y eso en la prensa, Balbina, porque si solo vemos televisión el panorama es desolador... Un beso. Y gracias, mark, me alegra que te haya resultado interesante.
Mark, Mark... Perdón por el error de tecla...
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