jueves, 15 de octubre de 2015

[Pensamiento] China, hoy. ¿Potencia mundial o tigre de papel? (I)




Shanghái, China


Hay una frase de Engels, citada por Hannah Arendt en "Crisis de la República", que me parece muy pertinente sobre el tema que se plantea en esta entrada. Dice así: "Donde quiera que la estructura del poder de un país contradiga su desarrollo económico, es el poder político con sus medios de violencia el que sufrirá la derrota". 

Julio Aramberri es un sociólogo español y profesor visitante en la Dongbei University of Finance and Economics, de Dalian, China, y profundo conocedor del mundo asiático en el que ha residido durante décadas, que mantenía hasta unos días en Revista de Libros un interesantísimo blog, Orientalismo, que acaba de anunciar que cierra para dedicarse en exclusiva a publicar una serie de escritos sobre la China de Xi Jinping, analizando distintos aspectos de la economía, la sociedad, la política y la cultura de la China actual, combinando para ello la información rigurosa con el análisis crítico. Un servidor, lector asiduo y fervoroso del profesor Aramberri, intentará ir trayendo hasta el blog mensualmente cada una de sus entregas.

Dice el refrán, no sé si chino también, que "cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar". Yo ya soy muy mayor para amedrentarme por unos chinos que dominan todo el mercado de baratillo de mi ciudad y de casi todas las ciudades españolas, y según dicen algunos, ignoro si con fundamento, también la economía mundial, pero cuando leo que la propia Princesa de Asturias, doña Leonor, está estudiando chino, la verdad es que me mosqueo un poco...

Nada más lejos de sí mismo que fungir de geoestratega, dice el profesor Aramberri en la despedida de su blog, para a continuación enunciar una banalidad muy parecida de esas que a los chinos les gustan. China, añade, es el gran eje del triángulo con vértices en Manchuria, el sur de India y Nueva Zelanda, donde vive la mitad de la población del planeta y allí se va a definir el futuro de sus hijos y de sus nietos, y tal vez incluso el suyos, que son los únicos horizontes temporales, añade, por los que puede sentir una afinidad no impostada. En Europa, sigue diciendo, remoloneamos para aceptarlo y nos consolamos con nuestro soberbio patrimonio cultural (por cierto, ¿no tenía algo así Palmira?) para no responder a la pregunta –¿cuántas divisiones tiene Bruselas?– que hoy hace Putin en memoria de Stalin. Es la misma que hará mañana Xi Jinping o alguno de sus sucesores, dice. Y hasta Estados Unidos, añade, tendrá que hacer sus cábalas al respecto una vez ido el presidente Obama y amortizado ese prescindible legado histórico suyo que tanto le preocupa y tantos disgustos nos va a dar.

Todo esto era ya cierto cuando empecé a escribir Orientalismo, añade, pero el reloj no para y, como la reina roja, hay que correr mucho para seguir donde estábamos. Su impresión es que, desde la llegada de Xi Jinping a la cumbre, en China está fraguándose una tormenta que no sabe si será una tormenta perfecta, pero que sí parece va venir acompañada de gran aparato eléctrico. 

Eso es lo que se propone analizar, continúa diciendo, en las entregas de "Para entender a China. La China de Xi Jinping", que comenzaron a publicarse el 1 de octubre pasado, en el sexagésimo sexto aniversario de la proclamación de la República Popular por Mao Zedong en Tiananmén.

En este enlace pueden leer la primera entrega de la serie "Para entender a China". Hace sesenta y seis años, dice en ella, el 1 de octubre de 1949, desde una tribuna en la plaza de Tiananmén, Mao Zedong se dirigía a su pueblo y al mundo para anunciar el nacimiento de la República Popular de China. Fue una alocución breve, recalca: seiscientas seis palabras en el texto inglés tomado del Renmin Ribao, el diario portavoz del Partido Comunista de China (PCC). Aún corre, señala, el son de que la clave del discurso de Mao se resumía en una frase: «China se ha puesto en pie».

Malamente podría haber sido así, añade más tarde, porque el proverbio no aparecía en el texto autorizado. La proclama era, más que un discurso de victoria, un parte de guerra. El Gobierno reaccionario del Kuomintang de Chiang Kai-shek había traicionado a la patria, conspirado con los imperialistas e iniciado una guerra contrarrevolucionaria. Afortunadamente, el Ejército de Liberación Popular y la nación entera se habían enfrentado con él «para defender la soberanía territorial, para proteger la vida y las propiedades del pueblo, para aliviar los sufrimientos del común y para librar de sus sufrimientos a la gente». Sobre esos cimientos se apoyaba la Nueva China, a la que se le hacían saber las decisiones que, en nombre de la soberanía nacional, había tomado la Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino en la que había representantes de todos los partidos democráticos y de las organizaciones populares de China. Esto último era tan solo una cláusula de estilo, porque la Conferencia estaba por completo dominada por el PCC.

La decisión más importante, sigue diciendo, además de la proclamación de la República Popular, era la formación de una estructura estatal y de gobierno a cuya cabeza se encontraban el propio Mao Zedong y el PCC, que habían capitaneado al bando triunfador en la guerra civil. La revolución era el marchamo de su legitimidad. Así ha sido durante los sesenta y seis años siguientes.

Para entender a China, dice, conviene evaluar su economía sobre dos ejes: el de las variedades del capitalismo y el del desarrollismo de Asia oriental. China tiene un rasgo en común con este modelo: la iniciativa gubernamental ha sido allí tan fundamental como en los Estados desarrollistas para generar inversiones y acelerar los cambios estructurales necesarios. Sin embargo, se separa de él en dos aspectos clave. El primero es el recurso abierto a métodos autoritarios en la decisión de objetivos. Tanto por el número de actores como por la dificultad de coordinar a un país tan vasto, no resulta allí posible recurrir al tipo de consenso que se establece en Japón y otros países asiáticos. La segunda diferencia estriba en la mayor apertura de China a las inversiones extranjeras directas. Mientras Japón y Corea mostraron una hostilidad manifiesta hacia ellas en los estadios iniciales de su estrategia, China las recibió con los brazos abiertos por la oportunidad de recibir transferencias tecnológicas que le hubiese llevado mucho tiempo alcanzar por sí sola.

Sobre esas diferencias, añade más adelante, China ha establecido un modelo específico de capitalismo de Estado: es decir, eso que sus dirigentes suelen llamar los rasgos chinos de su socialismo va mucho más allá de la dirección económica mixta y consensual típica de los Estados desarrollistas. Sólo en China hay un control estatal total de los sectores estratégicos. Sólo allí el Partido maneja a su gusto la selección y la gestión de personal en los escalones empresariales superiores; sólo allí determina los elementos básicos de la política industrial; sólo allí selecciona a los campeones nacionales; y sólo allí mantiene un control total sobre las instituciones financieras y bursátiles.

Aramberri reconoce que, desde una perspectiva estrictamente económica, el modelo ha dado resultados en estos últimos cuarenta años; ha ofrecido grandes oportunidades de movilidad social ascendente a muchos chinos, especialmente si son miembros del PCC; y ha generado un amplio caudal de legitimidad para sus dirigentes, pero, se pregunta al final de esta primera entrega, ¿seguirá haciéndolo? Una respuesta positiva, añade, queda condicionada a que el modelo pueda ser sustituido por otro menos dependiente de la inversión pública y más del consumo privado. Pero, por más que los dirigentes digan que van a cumplir con ese empeño, «las necesidades propias de un país de renta media, que exigen un creciente apoyo a la innovación tecnológica y de los modelos de negocio, y una mayor y más sofisticada demanda de consumo, encajan mal con ese modelo centralizado de capitalismo de Estado». Es una hipótesis, concluye, sugerente y lo será más si sus críticos no se pierden en un laberinto nominalista (ventajas y dificultades del concepto) y se fijan, como lo haría Deng Xiaoping, en su capacidad para dar cuenta de la realidad, es decir, en si caza ratones.


Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 




Xi Jinping




Entrada núm. 2473
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 14 de octubre de 2015

[Pensamiento] Homenaje a Hannah Arendt (en el 109 aniversario de su nacimiento)




Hannah Arendt


Hoy, 14 de octubre se cumplen ciento nueve años del nacimiento de Hannah Arendt. Nacida en Hannover (Alemania) el 14 de octubre de 1906, Hannah Arendt comienza sus estudios de Filosofía en la Universidad de Marburgo, donde tiene como profesores a Martin Heidegger, Nicolai Hartmann y Rudolf Bultmann, estudios que continúa en la Universidad de Friburgo con Edmund Husserl y que culmina con su doctorado en la Universidad de Heidelberg bajo la dirección de Karl Jaspers. A pesar de su impresionante currículo académico filosófico, ella nunca se considero a sí misma como filósofa sino como teórica de la política, a cuyo estudio dedicó prácticamente toda su vida como pensadora y profesora en las universidades estadounidenses de Princeton, Chicago y Berkely,  a donde se trasladó en 1941 huyendo del régimen nazi que la había privado de la nacionalidad alemana por su condición de judía. 

Murió el 4 de diciembre de 1975 en la ciudad de Nueva York, donde residía. Una de sus biógrafas, la profesora francesa Laure Adler, cuenta en su libro que la tarde de aquel día había invitado a su casa a unos amigos para los que preparó la cena ella misma. Terminada esta, pasaron a un saloncito de la casa para charlar, pero nada más sentarse, dio un profundo suspiro y murió a causa de un infarto de miocardio. Tenía 69 años recién cumplidos. Está enterrada en el campus universitario del Bard College, en la ciudad de Annandale-on-Hudson, Nueva York, en el que su esposo, Heinrich Blücher, había sido profesor. Y que es la institución que guarda el legado de Hannah Arendt.

Mi primer contacto académico con la persona y la obra de Hannah Arendt tuvo lugar cuando cursé la asignatura de Teoría Política, en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED, a través de la serie de libros de "Historia de la teoría política" del profesor Fernando Vallespín. Yo había oído hablar de Hannah Arendt con anterioridad, pero no había leído ninguna de sus obras. Es ahora, cuando lo que hasta ese momento era una obligación académica se va a convertir en una pasión. Y tras "Sobre la revolución", el primero de sus libros que leí, le siguieron (no por el orden en que los cito): "Los orígenes del totalitarismo", "La condición humana", "Eichmann en Jerusalén", "Entre el pasado y el futuro", "¿Qué es la política?", "Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental", "La promesa de la política", "Tiempos presentes", "Crisis de la República", "Hombres en tiempos de oscuridad", y algunos otros que me dejo en el teclado... Y por supuesto, las dos espléndidas biografías que sobre ella escribieron Elizabeth Young-Bruehl y Laure Adler.

El catedrático de filosofía Fernando Savater le dedicó en la presentación  de la edición para el Círculo de Lectores del libro de Hannah Arendt quizá más emblemática, "La condición humana", unas páginas no por breves menos admirativas hacia su persona y su obra, que reproduzco literalmente a pesar de extensión: "A Hannah Arendt, dice sobre ella el profesor Savater, le debemos la reflexión filosófica sobre política más genuina de este siglo. Digo genuina, no simplemente acertada o sugerente. Por supuesto, su gran libro sobre los orígenes del fenómeno totalitario, su comparación entre la revolución americana y la francesa a la luz de las libertades públicas, sus esbozos sobre la violencia o sobre la crisis de la educación, están siempre llenos de originalidad inspiradora incluso para quienes menos comparten su análisis (¡con la posible excepción de sir Isaiah Berlin, que siempre le tuvo una ojeriza teórica sin desmayo!). Pero su filosofía política, continúa mas adelante, es genuina porque no aspira al final de la política, sino a su esclarecimiento y prolongación. Me explico, dice, el filósofo que se dedica a la epistemología no ansía llegar a una visión del conocimiento capaz de cancelar su progreso ulterior, ni el que piensa sobre moral pretende que llegue el momento feliz en que la moral sea cosa del bárbaro pasado... ¡aunque fuese gracias a la victoria definitiva del Bien! Pero el noventa por ciento de los filósofos políticos parecen considerar que la actividad política misma, su agitación, sus constantes cambios de proyecto o ideal, etcétera, son algo a erradicar cuanto antes. El ejercicio contradictorio de la política (necesariamente contradictorio, porque si no faltaría la libertad que lo hace posible) proviene para ellos de ambiciones, caprichos o accidentes igualmente detestables. De ahí su empeño por promulgar el "final de la historia" o la "utopía", objetivos simétricos aunque el primero sea conservador y el segundo, supuestamente revolucionario. En ambos casos (y en otros adyacentes, aunque menos graves) se da a entender que la culminación de la política llegará cuando ya no sea necesario hacer política. Por el contrario, Arendt permanece siempre estusiástica y lúcidamente fiel a la política como actividad. Y la vincula en cuanto tal a la concepción de la vida humana como algo más que la acumulación de labores reproductivas o fabricación de objetos. Para ella, creo que acertadamente, hacer política es también hacer humanidad. Desde el punto de vista genérico de esta colección, La condición humana es particularmente interesante porque muestra las posibilidades del ensayo para abordar de una manera casi "aérea" perspectivas amplísimas que un tratadista minucioso no lograría agotar satisfactoriamente salvo que perpetrase toda una biblioteca de agobiantes volúmenes. Y desde luego porque en este caso el resultado de tal perspectiva sintetizadora merece realmente la pena".

Concluyo esta entrada de hoy, rendido homenaje de admiración a la personalidad y la obra de Hannah Arendt en el aniversario de su nacimiento, invitándoles a la lectura de la reseña crítica que de las dos biografías citadas más arriba, titulada "Amistad y amor mundi: la vida de Hannah Arendt", realizara en su día en Revista de Libros el profesor Jordi Ibáñez Fanés. Estoy convencido que les resultará más que interesante. 

Y por mi parte, les invito a leer y descargar si lo desean en estos dos enlaces dos de sus obras más interesantes: "Eichmann en Jerusalén" y "¿Qué es la política?". Espero que las disfruten.


Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



Hannah Arendt




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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

[Literatura] Cuentos para la edad adulta. Hoy, "Tobermory", de Saki








El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. 

Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten. 

Hoy continúo la serie con "Tobermory", de Hector Hugh Munro, conocido por el pseudónimo literario de Saki (1870-1916). Escritor, novelista y dramaturgo británico. Sus agudos y, en ocasiones, macabros cuentos recrearon irónicamente la sociedad y la cultura victorianas en que vivió. Saki es considerado un maestro del relato corto, a menudo comparado con O. Henry y con Dorothy Parker. Sus personajes están finamente dibujados y sus elegantes tramas han recibido muy buenas críticas. Describió incomparablemente a sus contemporáneos de la clase media victoriana, tan estrictos en sus maneras y amantes de absurdas fórmulas y rutinas. Su sentido del humor, cáustico e irónico, era muy apreciado por Jorge Luis Borges, quien lo situaba al lado de Kipling y Thackeray, como uno de los ingleses ilustres nacidos en Oriente. En el prólogo a la edición de los relatos de Saki perteneciente a la colección borgiana La Biblioteca de Babel, escribió sobre él: «Con una suerte de pudor, Saki da un tono de trivialidad a relatos cuya íntima trama es amarga y cruel. Esa delicadeza, esa levedad, esa ausencia de énfasis puede recordar las deliciosas comedias de Wilde».

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



H.H.M. "Saki"




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martes, 13 de octubre de 2015

[Humor & Poesía] Hoy, "Desmayarse, atreverse, estar furioso", de Lope de Vega. Con mis viñetas preferidas




Félix Lope de Vega



Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos?  Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado. 

El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "Versos de amor, conceptos esparcidos", de Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635), uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno de los más prolíficos autores de la literatura universal. Fue llamado Fénix de los ingenios y el mismo Miguel de Cervantes le calificó como "monstruo de la naturaleza".  Renovó las fórmulas del teatro español en un momento en el que el teatro comenzaba a ser un fenómeno cultural de masas. Máximo exponente, junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, del teatro barroco español, sus obras siguen representándose en la actualidad y constituyen una de las más altas cotas alcanzadas en la literatura y las artes españolas. Fue también uno de los grandes líricos de la lengua castellana y autor de varias novelas y obras narrativas largas en prosa y en verso. Se le atribuyen unos 3000 sonetos, tres novelas, cuatro novelas cortas, nueve epopeyas, tres poemas didácticos, y varios centenares de comedias (1800 según Juan Pérez de Montalbán). Amigo de Quevedo y de Juan Ruiz de Alarcón, enemistado con Góngora y en larga rivalidad con Cervantes, su vida fue tan extrema como su obra. 

Las viñetas de hoy son las habituales de mis dibujantes preferidos y se han publicado en los diarios Canarias7 y La Provincia, de Las Palmas de Gran Canaria, y El Mundo y El País, de Madrid, en estos últimos días.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 




***



DESMAYARSE, ATREVERSE, ESTAR FURIOSO

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo.
leal, traidor, cobarde y animoso.

No hallar, fuera del bien centro y rejoso,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso.

Huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño,

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor. Quien lo probó lo sabe.

Lope de Vega



***



VIÑETAS DE HOY




























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lunes, 12 de octubre de 2015

[Historia] 12 de octubre. Fiesta Nacional de España











PREÁMBULO DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA 

La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:

Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.

Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular.

Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.

Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida.

Establecer una sociedad democrática avanzada, y

Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.







HIMNO NACIONAL DE ESPAÑA

Canta, España,
y al viento de los pueblos lanza tu cantar:
hora es de recordar

que alas de lino
te abrieron camino
de un confín al otro del inmenso mar. (Bis)

Patria mía
que guardas la alegría de la antigua edad:
florezca en tu heredad,

al sol de Europa,
alzada la copa
el árbol sagrado de la Libertad. (Bis)


(Letra propuesta por los escritores y poetas
Jon Juaristi, Luis Alberto de Cuenca, Abelardo Linares y Ramiro Fonte)



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sábado, 10 de octubre de 2015

[Literatura] Un clásico de vez en cuando. Hoy, "Antígona", de Sófocles



El tema de Antígona en la pintua neoclásica



Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar de nuevo a los clásicos, de manera especial, a los griegos. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso de la Historia y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Hoy traigo hasta el blog la obra "Antígona"título de una tragedia de Sófocles, representada en el año 442 a. C., considerada por todos como su mejor obra. Sófocles (496-406 a. C.) poeta trágico ateniense, se sitúa junto con Esquilo y Eurípides entre las figuras más destacadas de la tragedia griega y de toda la literatura universal. De toda su producción literaria sólo se conservan siete tragedias completas que son de importancia capital para el género. Participó activamente en la vida política de Atenas. Fue administrador del tesoro de la Liga de Delos y estratego durante la guerra de Samos bajo la autoridad de Pericles. Perteneció al Consejo de los Diez Próbulos, formado en Atenas tras el fracaso de la Expedición a Sicilia. No se distinguió especialmente por sus dotes como político pero amó su ciudad y rechazó invitaciones de autoridades importantes de otras ciudades con tal de no abandonar Atenas. El teatro de Sófocles recurre a los antiguos mitos de las sagas heroicas, y posee una rica versatilidad que facilita múltiples maneras de aproximación. En buena medida su teatro es un teatro de caracteres. De hecho, el título de todas las tragedias conservadas (salvo "Las Traquinias") se corresponde con el de sus protagonistas que emergen como auténticos colosos y arquetipos humanos.

El argumento de "Antígona" es sobradamente conocido. Eteocles y Polinices, hermanos de Antígona y de Ismene, se enfrentan en una guerra fratricida por hacerse con el trono de Tebas a la muerte de su padre, Edipo. La guerra concluye con la muerte de los dos hermanos en batalla, cada uno a manos del otro. Creonte, su tío, se convierte en rey de Tebas y dictamina que, por haber traicionado a su patria, Polinices no sea enterrado dignamente y que se deje su cuerpo a las afueras de la ciudad al arbitrio de los cuervos y los perros. 

Las honras fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona, hermana de ambos, contra la opinión en contrario de su también hermana, Ismene, decide enterrar a Polinices y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos, rebelándose así contra Creonte, su tío y futuro suegro, pues estaba comprometida con Hemón, hijo de Creonte.

La desobediencia acarrea para Antígona su propia muerte: condenada a ser sepultada viva, evita el suplicio ahorcándose. Pero su prometido, Hemón, al ver muerta a Antígona, tras intentar matar a su padre, se suicida en el túmulo, abrazado a ella. Eurídice, esposa de Creonte y madre de Hemón, se suicida al saber que su hijo ha muerto. Las muertes de Hemón y Eurídice provocan un profundo sufrimiento en Creonte, quien finalmente se da cuenta de su error al haber decidido mantener su soberanía por encima de todos los valores religiosos y familiares, acarreando su propia desdicha.

La persistencia del tema de Antígona en la cultura de Occidente a través de innumerables reelaboraciones es indiscutible. Desde Hegel, la obra ha sido interpretada como la oposición entre dos derechos igualmente válidos, el de la familia y el del Estado, representados respectivamente por Antígona y Creonte. Para el filósofo George Steiner, Antígona representa el caso más extremo y extraordinario de permanencia y reiteración de un tema dramático dado que en el se condensan los conflictos fundamentales que dan origen a todas las situaciones dramáticas. Un conflicto al que la humanidad debe enfrentarse incluso en nuestros días sobre la prevalencia de las leyes divinas (morales o éticas), o las del Estado (humanas); de la libertad religiosa o de conciencia sobre la obligación civil. 

La respuesta de Antígona cuando Creonte la interroga es un paradigma de esa lucha interior: “No podía yo pensar que tus normas fueran de tal calidad que yo por ellas dejara de cumplir otras leyes, aunque no escritas, fijas siempre, inmutables, divinas”, que trasluce la existencia de algo en su interior, la conciencia, que le conduce a hacer lo que considera correcto y bueno, independientemente de cualquier otra circunstancia. 

Culmino con esta obra la promesa que hice en entradas anteriores de traer hasta el blog a mis tres heroínas trágicas favoritas: las Ifigenia y Medea de Eurípides y la Antígona de Sófocles. Heroínas cada una por razones distintas pero siempre estremecedoras: Ifigenia, por su inocencia y su valentía a la hora de afrontar el sacrificio de su propia vida ante la superior causa de los griegos frente a Troya; Medea por su amor apasionado y su implacable venganza ante la traición del amado que antepone las razones de Estado a sus propios deberes conyugales y familiares; y Antígona por su defensa heroica de la libertad de conciencia frente a las leyes del Estado. Espero que disfruten de la belleza de la "Antígona" de Sófocles. Veinticinco siglos después de haber sido escrita aun sigue conmoviendo los espíritus y las conciencias. .

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 




El suicidio de Antígona en una representación teatral actual




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jueves, 8 de octubre de 2015

[Humor & Poesía] Hoy, "Yo vi unos ojos bellos que hirieron", de Fernando de Herrera. Con viñetas de Padylla



Fernando de Herrera


Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos?  Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado. 

El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "Yo vi unos ojos bellos que hirieron", de  Fernando de Herrera (1534-1597). Escritor español del Siglo de Oro, conocido especialmente por su obra poética. Fue apodado "El Divino". Su poesía parte de la herencia petrarquista, en la que pretende introducir novedades, y él mismo plantea su producción como una profundización con respecto de Garcilaso de la Vega, poniendo de relieve el carácter de imitador de los clásicos en lengua romance de Garcilaso e historiando los distintos géneros poéticos usados por él. Su obra literaria variada. Entre sus obras conservadas destacan unas en prosa, como la "Relación de la guerra de Chipre y suceso de la batalla naval de Lepanto" y el "Elogio de la vida y muerte de Tomás Moro", semblanza de su vida con valoraciones de su pensamiento político. Entre las no conservadas figuran varios poemas de carácter épico y mitológico como "La gigantomaquia", sobre los titanes; "El rapto de Proserpina" y "Gestas españolas de valerosos"La poesía de Fernando de Herrera se considera un hito ineludible en la superación del petrarquismo en las letras españolas y, por ahí, un eslabón importantísimo en la evolución de la poesía cultista castellana desde Garcilaso de la Vega a Luis de Góngora. Fue un gran perfeccionista del verso; ingenió una ortografía más ajustada al sonido de las palabras y una puntuación especial para señalar las pausas de la elocución, los hiatos, las sinéresis y las dialefas. Como poeta petrarquista, sus logros empalidecen algo ante la fuerza de su vena épica, mucho más inspirada, y depurada de los excesos retóricos gracias a una contención y esencialidad que le viene de los modelos bíblicos de la misma, que sigue con preferencia a los italianos. Puede considerarse, en conjunto, por su poesía atormentada y prebarroquista, dentro del Manierismo.

Las viñetas que traigo hoy hasta la entrada son todas del dibujante canario Padylla, que publica en el diario La Provincia, de Las Palmas. Sus viñetas hacen referencia habitual a la situación política española y de Canarias, donde en estos momentos gobierna Coalición Canaria (nacionalistas) junto con el Partido Socialista. La situación de esta coalición siempre es conflictiva, de ahí, que Padylla le saque punta a la misma un día sí y otro también, denunciando los tejemanejes políticos en que CC enreda a su socio de gobierno con la descarada intención de desestabilizarlo.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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YO VI UNOS OJOS BELLOS QUE HIRIERON

Yo vi unos ojos bellos que hirieron
con dulce flecha un corazón cuitado,
y que, para encender nuevo cuidado,
su fuerza toda contra mí pusieron.

Yo vi que muchas veces prometieron
remedio al mal que sufro, no cansado,
y que, cuando esperé vello acabado,
poco mis esperanzas me valieron.

Yo veo que se esconden ya mis ojos,
y crece mi dolor, y llevo ausente
en el rendido pecho el golpe fiero.

Yo veo ya perderse los despojos
y la membranza de mi bien presente;
y en ciego engaño de esperanza muero.

Fernando de Herrera



***



VIÑETAS DE PADYLLA

































Entrada núm. 2464
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