El blog de HArendt - Pensar para comprender, comprender para actuar - Primera etapa: 2006-2008 # Segunda etapa: 2008-2020 # Tercera etapa: 2022-2024
domingo, 14 de julio de 2024
Del mito de la extrema izquierda
[ARCHIVO DEL BLOG] Interpretaciones sobre la República. [Publicada el 21/7/2017]
El poema de cada día. Hoy, Cae una hoja, de Jean Portante (1950)
CAE UNA HOJA
Cae una hoja y se diría que sube
antes de tocar la tierra.
Se diría que el rastro queda en el aire
o que la tierra no tiene tiempo
de empaparse de su sombra
el jardín donde comienza la caída dónde está
sino en la boca del letrista
o en las manos del fabricante de manchas.
Se diría que se abre la boca.
Se diría que se abre el sur
y lo que cae cuenta los rastros
y cuando llega al tuyo aferrado
a la sombra del cometa que pasa
un ojo guiña en el corazón de noche verdadera.
Cae una hoja y se diría que el invierno
está más desollado que de costumbre y más negro
y que se niega a morir
y que nieve le falta como le falta
sur que este año nada funde.
Se diría que está llorando este sur.
Se diría que polvo le cae de los ojos.
Se diría que el fabricante de manchas
trabaja sin tregua.
Cayó una hoja
y se diría tintero volcado.
Se diría hoja de papel
si no hubiera sangre coagulada
ni viejo ocho vestido de sombra
o cola de cometa que pasa.
Cayó una hoja como cae
el ala del sol cuando ya nada vuela.
Se diría sol sin nombre
con rayos anónimos.
Por qué partir es
una versión edulcorada
de lo que da
a la soledad su consistencia.
Cuando vuelves
de la sal inevitable que
habita en ti tus pies
no vuelven a crecer.
Bastan los pequeños pasos
para recorrer
la breve soledad.
Se bifurca el camino
en la lengua edulcorada
de la soledad.
Por qué has preferido dar
este beso apátrida en la mejilla
del tiempo y no
en sus labios.
Y esta caricia
por qué ha de recorrer
las callejas extrañas
de la sombra.
Se diría un rostro
extinto surgido
de un estanque.
Húmeda es la huida
y fría
y tiembla.
Por qué el olvido
se burla del silencio
del que se alimenta
a escondidas.
Y el silencio que
come en la mesa
de la tristeza por qué
alimenta al olvido.
Sería acaso él el tirano
supremo y el silencio
su esclavo glotón.
Y qué papel juega
en este almuerzo vicioso
la tristeza.
Jean Portante (1950)
Poeta luxemburgués
sábado, 13 de julio de 2024
De gentes, casas y utopías
08 JUL 2024 - El País - harendt.blogspot.com
La utopía está ligada al hogar. No puede empezarse un movimiento utópico desde otro sitio que no sea ese, el más próximo, el más íntimo, a menudo el más invisibilizado y vaciado de capital político. El hogar es el reverso de la plaza pública, la antítesis de las tribunas de oración y de las acciones revolucionarias. El hogar es la metáfora en la que se encierra lo femenino, el cuartucho mal ventilado en el que trabajan en condiciones indignas las limpiadoras migrantes, el ángulo ciego de la administración pública, la frontera que divide el mundo con la siguiente falacia: lo personal es privado.
Décadas de pensamiento y organización feminista han reivindicado nuevas formas de entender el hogar, convirtiéndolo en una esfera más de la vida colectiva. O, incluso, en un eje crucial para la organización comunitaria, el cordón umbilical que trenza los tejidos asociativos. En Utopías cotidianas (Capitán Swing, 2024), Kristen Ghodsee escribe que la utopía ha sido históricamente una sucesión de esfuerzos por reorganizar la esfera doméstica. Desde hace más de 2.000 años, corrientes de pensamiento utópicas han “soñado con construir sociedades que reimaginasen el papel de la familia” con la intención de concebir comunidades más justas.
Ghodsee también apunta que es en los momentos de mayor incertidumbre política cuando las utopías ganan fuerza y adeptos. Como una niña que, aburrida por la soledad o asustada por los abusones del colegio, encuentra refugio en galaxias lejanas o en mundos alternativos, también la ciudadanía, ante la precariedad o la pérdida de derechos, imaginaría escenarios más esperanzadores.
Este es un malestar extendido, pero ataca con especial virulencia a la generación que heredó la crisis económica justo cuando se graduaba de la universidad y veía su vida, o mejor dicho, su proyección de vida, convertida en un artefacto pesado y obsoleto. También ataca a las generaciones que vinimos después, ya desencantadas, con nuestras dosis de impotencia e inestabilidad debidamente digeridas. El resultado es un círculo vicioso. La falta de un futuro próspero en el que proyectarnos —un futuro que conquistar, pero, sobre todo, un futuro que legar a quienes vienen después— se traduce en un déficit de imaginación colectivo.
La precarización del trabajo, unida a la desarticulación de redes de apoyo, colectivos de barrio, negocios locales, sindicatos (¿dónde se reúnen los falsos autónomos?), y a la digitalización de las relaciones sociales (la revolución no será tuiteada, y la compañía tampoco) ha dejado un paisaje social extenuado, individualista, triste y con muy poca capacidad de organización. En un lugar destacado, en lo alto de la pirámide del malestar, cabría señalar otro factor: de nuevo, el hogar.
Solo el 16% de los jóvenes entre 18 y 29 años han podido irse de casa de sus padres; en 2004, eran el 41,1%. Los que logran emanciparse, destinan en vivienda más de un 80% de su sueldo (que sube la mitad de lo que suben los precios del alquiler). El porcentaje de propietarios jóvenes ha caído en picado en los últimos 20 años, desde el 69,3% en 2011 al 31,8% en 2022, según la Encuesta Financiera de las Familias que publicó en mayo el Banco de España.
La vivienda no es solo un derecho que, incumplido, tiene graves consecuencias en las condiciones materiales de la población. También es el centro de gravedad de la utopía. La base desde la que la niña aburrida o asustada imagina su cosmos de heroicidades y compañías. El origen de la fantasía. La primera línea de batalla donde recobrar el aliento y dejar que el reposo afloje las ataduras de la mente y la deje libre para ver y pensar de otra manera.
Hogar son muchas cosas, como familia y como comunidad. No es posible, ni quizás demasiado aconsejable, encajarlos en definiciones rígidas. Hablar de hogar es hablar de intimidad y de recogimiento, pero no necesariamente de propiedad privada. Hablar de familia es hablar de lazos y de cuidados, pero no necesariamente de acumulación individual ni de perpetuación de roles de género patriarcales. Hablar de comunidad es hablar de pertenencia, pero no necesariamente de exclusión de un otro en beneficio de un nosotros. Son palabras abiertas, que conjuran más que prescriben, y, en su indefinición, o, mejor dicho, en su constante redefinición, existe la posibilidad de encontrar significados más sostenibles y más justos.
La utopía empieza por entender el hogar desde lo colectivo. Pasa por defenderlo como un derecho y, también, un cierto deber: el de habitar la promesa de un futuro mejor. Perseguir la estela de un ojalá hasta que la frontera entre lo real y lo imaginado se haga cada vez más estrecha. No habrá utopía sin casas, ni casas sin utopía. Amanda Mauri es escritora e investigadora.
[ARCHIVO DEL BLOG] ¡Qué bochorno, señor Dios!, (y no solo por el calor...). [Publicada el 20/07/2015]
Nunca ha tenido menos poder España en las instituciones europeas que con el gobierno de Mariano Rajoy. Lo cuenta el periodista Miguel González en El País de hoy. En cuanto a como afrontar el desafío independentista catalán ni una sola idea política en positivo; ni siquiera una mera ocurrencia; nada, absolutamente nada, salvo un hipotético recurso a los tribunales. No es extraño que intelectuales de prestigio, como el catedrático catalán Francesc Carreras se pregunte dónde está el gobierno de España. En Cataluña, por lo que se ve, ni está ni se le espera. Y para culminar el bochorno, hasta el Consejo General de la Abogacía, a través de su presidente, Carlos Carnicer, pide al gobierno que abandone su forma de legislar, impropia de un Estado de Derecho, y avisa de la injusticia que la reciente reforma del Código Penal va a generar en España. Les da igual. Están ciegos y sordos por su soberbia y su mayoría absoluta a punto de pasar al baúl de los recuerdos, como ellos...
A pesar de esos calores y de la gravedad de la situación, un poco de humor, el justo para pasar el susto del día, no viene mal. Todo ello sin mayores pretensiones y aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social, y la dura realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada.
Les dejo con las viñetas de Forges y Peridis en El País de hoy. Una sobre los límites de cachondeo (y dolor) a los que nos está llevando la reforma laboral del PP; la otra, sobre la guerra abierta entre IU y Podemos por la hegemonía de la izquierda de la izquierda, donde todos pierden y ninguno gana. Disfrútenlas. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
El poema de cada día. Hoy, Como un barco en el viento suave, de Jon Fosse (1959)
COMO UN BARCO EN EL VIENTO SUAVE
Como un barco en el viento suave
tú y yo
tú y la luna
tú y el viento
tú
y las estrellas
quizás
frente a todo el hedor
de cadáveres
en descomposición
en su tierra confinada
los demás, como yo
o quienes arden
en su desesperada esperanza
(sin dolor, sí por supuesto)
sí como un barco en el viento suave.
Jon Fosse (1959)
Poeta noruego