jueves, 7 de mayo de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Europa como medio, y no como fin. Publicada el 20 de noviembre de 2009




Una sesión del Parlamento europeo, Estrasburgo


¡Enhorabuena! La Unión Europea ya tiene su primer "Presidente" (Presidente del Consejo Europeo) estable y su primera "Ministra de Asuntos Exteriores" (Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y de Seguridad Común) reforzada: Herman Van Rompuy, democristiano, flamenco, y hasta ahora primer ministro de Bélgica, y Catherine Margaret Ashton, socialista, británica, ex-presidenta de la Cámara de los Lores, y actual comisaria europea de Comercio, respectivamente. Y el francés Pierre de Boissieu, como Secretario General del Consejo Europeo.

No comparto las críticas que ya están surgiendo de muy diversos ámbitos a esos nombramientos, sobre todo, una que me asombra por lo que tiene de poco conocimiento, de desvergüenza, o de ambas cosas a la vez. Me refiero a la que achaca a estos nombramientos un "deficit democrático", insalvable, a juicio de algunos.

Los 27 Jefes de Estado y de Gobierno que componen el Consejo Europeo han sido elegidos, todos, sin excepción, democráticamente. ¿Cómo es posible entonces achacar un déficit democrático originario a quiénes ellos eligen para presidirlos y dirigir la política exterior que ellos mismos definen?

Segunda objección: Se trata de personalidades con un perfil político "bajo". Me gustaría saber que entienden los "críticos" por un perfil político "bajo". Ángela Merkel, una democristiana protestante procedente de la recién incorporada Alemania Oriental es hoy, con toda seguridad, la líder política más valorada de la Unión Europea. ¿Alguien sabía quién era Ángela Merkel antes de ser elegida canciller de la República Federal Alemana?

Presidir Bélgica no es cualquier cosa. Hay que tener muchas habilidades políticas para dirigir el gobierno del país, con toda seguridad más complejo de gobernar de toda Europa Occidental, partido en dos por la lengua, la religión, el origen territorial, y las competencias políticas compartidas, en una confederación "de hecho" entre valones y flamencos. La Cámara de los Lores británica es una antigualla, sin duda, pero existe y funciona. Es una institución casi milenaria y no creo que su presidencia se encomiende a cualquiera.

Quizá estamos pidiendo y esperando mucho de la Unión Europea. Y creo que tiene mucho de razón el profesor británico Timothy Garton-Ash, profesor de Estudios Europeos y titular de la prestigiosa cátedra "Isaiah Berlin" del St. Anthony´s College de la Universidad de Oxford y profesor titular de la Hoover Institution de la californiana Universidad de Stanford, cuando dice que deberíamos atender más a construir Europa como "medio" que como "fin": "El próximo capítulo de Europa comienza hoy" (El País, 15/11/09).

El Estado, que no es otra cosa como definición que una sociedad organizada políticamente, nació para atender y resolver los problemas y necesidad de sus ciudadanos, especialmente, su seguridad. La tentación de ver el Estado como fin en sí mismo, y no como medio, conduce al absolutismo, primero, y al totalitarismo, después. Es una experiencia histórica contrastada.

Quien no quiera ver los enormes progresos que la Unión ha traído a una Europa que en los últimos cien años se ha enfrentado en su suelo a dos devastadoras guerras mundiales, dictaduras, experiencias totalitarias, genocidios e infinidad de guerras civiles, o es que es un cínico, o lisa y llanamente lo que en lenguaje coloquial llamaríamos un gilipollas. Para no ir tan lejos, ¿algún europeo actual desearía volver a la Europa de hace sólo veinte años? Supongo que sí, que haberlos los habrá; yo no, desde luego. HArendt



El profesor Timothy Garton Ash



La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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[SONRÍA, POR FAVOR] Es jueves, 7 de mayo






El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...





















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miércoles, 6 de mayo de 2020

[PENSAMIENTO] Sobre la libertad




Dibujo de Eva Vázquez para El País


Miles de millones de personas de todo el mundo, comenta el periodista, escritor y académico de la RAE, Juan Luis Cebrián [El País, 3/5/2020], han visto violado el regalo de la libertad en los últimos meses por decisiones políticas o administrativas, a fin de garantizar la salud de la población.

"Decía don Quijote a su escudero -comienza diciendo Cebrián- que la libertad es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos. Miles de millones de personas de todo el mundo han visto violado ese regalo en los últimos meses por decisiones políticas o administrativas, a fin de garantizar la salud de la población. Por la libertad y la honra, añadía nuestro Alonso Quijano, se puede y debe aventurar la vida. Si hemos asumido pacíficamente este particular cautiverio, ahora encaminado al disfrute de la condicional, no ha sido tanto por salvar las nuestras, como por proteger las ajenas.

Comprendo el estupor y aturdimiento de los gobernantes de la Tierra a la hora de hacer frente a un fenómeno de magnitudes y perfiles desconocidos hasta el momento. Pero eso no justifica las estupideces que propagan desde sus elevadas magistraturas. En los años recientes el populismo y la corrupción se aliaron en algunas democracias para entregar el poder a buen número de idiotas. No es la norma imperante, aunque tampoco la excepción, y no solo afecta a quienes ejercen el mando sino en demasiados casos también a quienes aspiran a hacerlo. Antes o después el coronavirus pasará factura a todos ellos. De modo que cuando acabe el actual barullo será urgente someter el sistema a revisión, si no queremos verlo perecer.

Fruto de la mediocridad ambiente, uno de los debates a que asistimos es sobre la prevalencia de la salud frente a la economía. Nos lo ahorraríamos si los protagonistas de tan encendida discusión consultaran qué entiende por salud la Organización Mundial de la misma. Desde su fundación en 1948, la define en sus estatutos como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades”. El médico chino Szeming Sze, que participó en la redacción de dicho enunciado, la justificó debido a su preocupación por la prevención sanitaria y no solo por la asistencia. En la actual pandemia no han sido previsores la mayoría de los Gobiernos, el español en absoluto, y el bienestar social que la salud implica se ha visto y se verá perjudicado por la paralización del sistema productivo, de cuyas consecuencias han de derivarse nuevas crisis.

Para justificar las medidas extraordinarias que están tomando, alguna de difícil encaje legal, la mayoría de los políticos enfatizan que el desastre económico que ya padecemos es el peor desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hay que preguntarse pues por qué no se inspiran en algunos de los métodos de entonces. La evocación del Plan Marshall por parte del primer ministro español en nada tiene que ver con la realidad que hoy vivimos. Fue financiado exclusivamente por Estados Unidos para ayudar a los países europeos tras la contienda, diezmadas como estaban sus poblaciones, con infraestructuras arrasadas, escasez de alimentos o viviendas, y víctimas de una ruina generalizada. Pero mucho antes que dicho plan, tan pronto como en agosto de 1940, Churchill ya había impulsado modelos para la reconstrucción después del conflicto, que no terminaría hasta cinco años más tarde. En 1943, en el seno de Naciones Unidas se firmó la instalación de la UNRRA, una oficina de reparación económica de carácter multilateral. Keynes participó en sus preparativos, como prólogo a la conferencia de Bretton Woods. El proceso se llevó a cabo, según cuenta Arnold Toynbee, en pleno apogeo de la guerra y simultáneamente al desarrollo de las operaciones militares. Algo que, por comparación, echamos de menos en el actual entorno que algunos describen como si de un conflicto armado se tratara. No estamos en una guerra por más que la metáfora encandile a los del conmigo o contra mí, ni es necesario elegir entre salud y economía si se contempla esta como una parte del completo bienestar social, evidentemente hoy amenazado.

La covid-19 es una amenaza global, por lo que merecía una respuesta temprana también global. Pero los organismos de cooperación no funcionaron. La pulsión nacionalista se adueñó de todos los Gobiernos, muchos de ellos envueltos en procesos electorales o plebiscitarios. Alemania, Francia y Austria se apresuraron a cerrar sus fronteras sin ni siquiera consultar con sus socios de la Unión. La desorganización interna de esta ha sido palpable y las controversias respecto al proceso de reconstrucción ni siquiera disfrutan de una cierta coherencia en el seno del Eurogrupo. Los salvamentos a empresas nacionales por parte de sus respectivos Gobiernos están a la orden del día; responden a necesidades objetivas pero pueden vulnerar directivas comunitarias y leyes de la competencia en detrimento de otros operadores. La construcción de Europa corre peligro. El G20 sigue desaparecido de hecho y asistimos a una expansión indiscriminada de políticas monetarias que hacen prever una crisis global de deuda. Algunos creen que esto es el fin de la globalización, o que la misma será también confinada y puesta en cuarentena. Las pulsiones autoritarias se extienden por doquier. Trump, pero no solo él, señala sin ambages a China como responsable de la extensión del virus, preparándose para exigir reparaciones, después de haberle infligido castigos por doquier en el marco de la guerra comercial. A pesar de todo ello, nos hablan del regreso a una nueva normalidad. Quizá la logremos algún día, pero no es de prever en un año o dos, porque el mundo va a cambiar sustancialmente, ya ha comenzado a hacerlo. Se necesita una reconstrucción de las relaciones internacionales que llevará tiempo y afectará tanto a las decisiones globales como a las locales.

Las instituciones emanadas de la victoria aliada frente al nazismo han sido, tras la deserción soviética, la columna vertebral del desarrollo político y económico de Occidente. Ahora resultan clamorosamente insuficientes. Es del todo absurdo que China no tenga un peso relevante en el FMI y el Banco Mundial o que las grandes economías del mundo, todas basadas en modelos de crecimiento capitalista, sean incapaces de encarar conjuntamente una reforma del sistema que garantice el bienestar social. A ello se puede llegar mediante el pacto o la confrontación, en principio fundamentalmente comercial, aunque no es de descartar una escalada bélica en determinados escenarios. En semejante situación, lo que se necesita no es tanto un nuevo Plan Marshall —aunque bienvenido sea si llega a producirse— como un nuevo Bretton Woods: una conferencia internacional que acuerde las bases del funcionamiento financiero, monetario y comercial en la nueva civilización que se inaugura.

Por lo demás, dadas las circunstancias, la suposición del presidente español de que la legislatura durará los cuatro años de rigor parece un ensueño, y a no pocos una pesadilla. Su gestión de la crisis es criticable no tanto por los resultados como por el método. Lejos de convocar desde el primer momento a las fuerzas políticas a un proyecto nacional de reconstrucción, y no solo para salvar vidas, se le ve atrincherado en su escuálida mayoría parlamentaria, llamando a la unidad sin ningún sentido autocrítico ni ánimo de participación. Me ahorraré los ejemplos, pues ya hay muchos que se encargan de exhibirlos. Tampoco la oposición se comporta mucho mejor. En ningún caso se han escuchado ofertas mutuas reales para que la lucha contra el virus y el esfuerzo de recuperación se lleven a cabo de forma solidaria. Oímos en cambio muchos reproches e insultos. Es verdad que de esta no saldremos si no actuamos todos juntos, o al menos una gran mayoría, pero no habrá unidad mientras los dos principales grupos parlamentarios que han gobernado este país durante las pasadas cuatro décadas sean incapaces de establecer un programa conjunto, no excluyente respecto al resto de las fuerzas políticas. Apresúrense a hacerlo antes de que nos salga por ahí cualquier Quijote dispuesto a alancear gigantes en defensa de su honra. O de su libertad".




El escritor Juan Luis Cebrián



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[SONRÍA, POR FAVOR] Es miércoles, 6 de mayo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...






















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martes, 5 de mayo de 2020

[A VUELAPLUMA] Cenizas





"Confundimos el lunes con el sábado y nos da igual. Ya son otras horas, otros minutos, escribe el pintor Joan-Pere Viladecans en el A vuelapluma de este martes [De camino a las cenizas. La Vanguardia, 24/4/2020]. Las horas lentas de los tiempos analógicos también apuntilladas. Sólo tenemos delante un folio blanco en blanco. Puro hielo. Los días sin cola escapando sin más, como las anguilas entre las manos. Habitamos un delirio que nunca hubiéramos imaginado. Y un ambiente de víspera que se prorroga. Nunca los puntos suspensivos tuvieron tanto argumento. Y tanto sentido. Meses abrazados a un inmenso interrogante. La gran encrucijada para la humanidad: el reloj a punto de volverse del revés, pero ¿cuándo? Dependerá de esa bola algodonosa llena de trompetillas de marciano, de ese puto virus carroñero, arañando la indefensión de los mansos, de los disciplinados, de los particulares. Todos desprotegidos, practicando una candorosa obediencia solidaria. Para que luego digan del carácter de la ciudadanía anarcoibérica con tendencia al cabreo. Miedo. Incógnita. Para muchos: quizá la nada. No será el fin del mundo, pero será el fin de muchos mundos. Que alguien guarde los recuerdos para la reconstrucción. Material para arqueólogos. Poetas abstenerse.

Hacía mucho que el planeta entero no tenía un enemigo común y nunca habían coincidido tantos tontos gobernando. Bobas y bobos. Cuando llegue la época de los supervivientes estos deberían pedir cuentas. Las veces que lamentaremos que la incompetencia no se cure con pastillas. La retórica del argumentario político –una ducha escocesa incesante–, a estas alturas del drama, resulta repugnante. Comercian con agonías, trafican con cifras, esconden muertes… ¡que pronto se han olvidado de los que los han votado! Una pandemia asesina global, la humanidad justo al borde del barranco de la calamidad y ellos politizándolo todo: epidemiólogos, virólogos, expertos en salud pública, periodistas, tertulianos, encuestadores… Todo sirve como botín electoral. Esta ideologización sistemática supone el gran fracaso moral de la política. El conflicto con la ética.

Y en el alma: un aguafuerte trágico, una perspectiva renacentista, hileras de ataúdes anónimos. La larga avenida del insomnio. Muertes después de una vida de sacrificio que nos hizo posibles. La muerte sin ritual, sin despedida, sin susurro, sin el bisílabo adiós. La memoria camino de la ceniza. Y el reloj embreado de luto. De lágrimas".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 






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[ARCHIVO DEL BLOG] El pecado original de la democracia española. Publicada el 11 de noviembre de 2009




Los padres de la Constitución de 1978


El 10 de octubre pasado el diario El País publicaba un artículo de José Vidal-Beneyto, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y director del Colegio de Altos Estudios Europeos Miguel Servet de París, activo opositor al franquismo y participante destacado en el llamado "Contubernio de Múnich" (1962) y más tarde en la denominada Junta Democrática, creada en París, en 1974, a impulsos del PCE de Santiago Carrillo.

El artículo se titula (pueden leerlo en el enlace siguiente) "La corrupción y la transición intransitiva". Su lectura me produjo un profundo desasosiego. Desde ese día, he seguido con curiosidad los artículos y comentarios que han ido apareciendo tanto en El País como en otros medios de comunicación por ver si alguien respondía a las críticas que Vidal-Beneyto formulaba a la actual democracia española y a su proceso de transición desde el franquismo, viciada a su juicio, en origen, por una especie de "pecado original" que la convierte hayan sido cualesquiera sus logros, a ella y a sus protagonistas, incluido el rey, en algo "intrínsecamente" perverso. Pero nada, ni un solo comentario al respecto.

Una de los aspectos que más me desconcertó del artículo del profesor Vidal-Beneyto, profundo conocedor de la vida política francesa, dedicado en su primera parte a analizar con detalle la rampante ola de corrupción que sacude también a la república vecina, es el de que a la hora de incidir en las causas de la generalizada corrupción política de las democracias europeas actuales, cuando se refiere a la democracia española, la achaca (la corrupción) al proceso seguido durante la denominada "Transición española" desde la muerte del general Franco hasta la aprobación de la Constitución de 1978, haciendo recaer esa responsabilidad. de forma singularizada en la figura de don Juan Carlos, descalificado democráticamente "a limine" por su origen, -son sus palabras-, sean cuales fueren sus condiciones personales y lo acertado de su actuación.

¿El profesor Vidal-Beneyto está diciéndonos que fuera cuál fuera la ejecutoria personal y política anterior o posterior a 1978 de cada uno, todos los españoles que no hubieran sido militantes antifranquistas tienen negado, por su origen, la posibilidad de acceder a la condición de ciudadanos demócratas? ¿Es eso lo que ha querido decir?.., La verdad es que no lo tengo muy claro. En todo caso, sabiendo que el profesor Vidal-Beneyto no es precisamente de filiación demócrata-cristiana, me extraña ese explícito recurso suyo a un "pecado original" de la democracia española que la inhabilita de por vida sin posibilidad de redención.

Opté, después de comentar el artículo con algunos amigos, por olvidarme del asunto y aplazar "sine díe" cualquier comentario sobre el mismo en el blog. Hasta el jueves, 12 de noviembre, que veo publicado en El País, un artículo del también profesor Gregorio Peces-Barba (n. 1938), catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid (de la que fue rector), miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, uno de los redactores de la Constitución de 1978 y presidente del Congreso de los Diputados entre 1982 y 1986. Pueden leerlo también más adelante: se titula "La razón en la política", que pueden leer en el enlace anterior.

No hay en el artículo del profesor Peces-Barba ni una sola mención o referencia al del profesor Vidal-Beneyto, y es muy posible que nada tenga que ver con él, pero, en los primeros párrafos del mismo puede leerse una enérgica y fundamentada crítica de aquellos que descalifican "la Constitución de 1978 [...] personas, con más ambición que presencia real en aquellos tiempos, o que llegaron después sentando cátedra desde sus orígenes norteamericanos de legitimidad". O que "estaban, al final del franquismo, cuando todas las ayudas eran pocas, atrincherados en un temor que les paralizaba, poco coherente con levantar hoy la voz como profetas de la libertad y la igualdad, dando lecciones a todos y especialmente a quienes con gran esfuerzo y sacrificio hicimos la Transición y la Constitución". "Es manifiestamente injusto -añade-, sostener que en realidad fortalecimos al franquismo, con desdén, desprecio y falsedad como dicen esos "apóstoles" de una "verdadera transición". Tienen una visión paranoica, inventada y poco creíble de estos años, sufriendo por un protagonismo que no tuvieron, que se confunde con un negacionismo y un catastrofismo que niega la realidad".

Vaya por quién vaya la andanada, me siento reconfortado y reafirmado en mi criterio de que nadie está calificado en España para otorgar patente de "demócrata" a otro ciudadano, sea cual sea su origen u ideología. La condición de democrata se gana por la ejecutoria de cada cuál, no por su origen, y menos aún por la losa de un "pecado" o una "culpa" preexistente. HArendt




Santiago Carrillo, Felipe González y Adolfo Suárez, en 1978


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