domingo, 16 de octubre de 2016

[Resumen de Prensa] Lo mejor de la semana del 10 al 16 de octubre de 2016






Continuó esta nueva sección del blog de periodicidad semanal, titulada Resumen de prensa, en la que iré publicando todos los domingos los artículos y noticias más interesantes que hayan seleccionado los diarios El País y Le Monde como Lo mejor de la semana. Pueden acceder a ellos desde los enlaces inmediatamente anteriores.

Pero también todos aquellos artículos de opinión que yo haya subido al blog bajo la rúbrica de Tribuna de prensa. Estos artículos aparecen en la columna derecha de la pantalla de inicio del blog durante un máximo de 24 horas y pueden leerlos ahora, si lo desean, desde los enlaces de más abajo. Espero que los disfruten. 

1. El termómetro verbal del PSOE, por Alex Grijelmo.
2. ¿Existe el gen de la maldad?, por Lola Morón.
3. Por qué leeré siempre libros, por Javier Marías.
4. Adiós al matrimonio, por Luis Garrido.
5. Rendición o relato, por Víctor Lapuente Giné.
6. Pezuñas, por Félix de Azúa.
7. Francia recupera el orgullo tras el "Brexit", por Carlos Yarnoz.
8. España americana, por José María Lassalle.
9. El linchamiento de Piqué en las redes sociales, por Rosario G. Gomez
10. No me gusta, por José Ignacio Torreblanca.
11. ¡Es política, no fútbol!, por Antonio Rivera.
12. Unamuno vence a la muerte, por Carmen Morán.
13. 250 años de la Ley de Transparencia sueca, por Guillermo Altares.
14. Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura, por Fernando Navarro.
15. La agonía socialista, por Antonio Elorza.
16. El periodismo fantasma, por Ernesto Hernández Busto.
17. En la guerra todo vale, por Pau Luque Sánchez.
18. Discursos del odio, por Máriam Martínez-Bascuñan.
19. El país que somos, por Fernando Clavijo.
20. Aptitudes, por Fernando Savater.
21. La polución psíquica, por Jordi Soler.


Y para terminar, las fotos seleccionadas de la semana:



1. Un hombre intenta saltar a Estados Unidos desde México (El País)




2. París abre un parque para los naturistas (Le Monde)




3. Ciervo en el parque Richmond de Londres, Gran Bretaña (EL País)




4. Mujeres chiíes rezan en una mezquita de Teherán, Irán (El País)




5. Escolares a la puerta del número 10 de Downing Street, Londres (El País)




6- Niños jugando en Jeremie, Haití, tras el paso del huracán Matthew (El País




7. Banco de arena en la playa de Timmendorf, Alemania (El País)




8. La vida sigue. Niños jugando en Los Cayos, Haití (El País)




9. Veleros participantes en la regata de Barcolana, en Trieste, Italia (El País)




10. El rey Felipe VI preside los actos de la Fiesta Nacional en Madrid (El País)




11. Mujeres chiíes en la ciudad santa de Kerbala, Iraq (El País)




12. La magistratura francesa crítica con el presidente Hollande (Le Monde)




13. Cadáveres, plastificados, en un museo de El Cabo, Sudáfrica (Le Monde)




14. Niño en el campo de refugiados de Souda, Grecia (El País)




15. Niñas en una escuela de Wajir, Kenia (El País) 




16. Peregrinos. Santuario de N.S. de Aparecida, Brasil (El País)  




17. Y llegó la ola y se lo llevó... En Vilassar de Mar, España (El País)




18. Llanto de una niña por su padre asesinado. Manila, Filipinas (El País)




19. Mujeres en un campo de arroz. Lahore, Pakistán (El País)




20. Cumbre de los BRICS bajo protección. Goa, India. (El País)




21. Francia rinde homenaje a las víctimas de los atentado de Niza. (Le Monde)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt


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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

sábado, 15 de octubre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy sábado, 15 de octubre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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[Píldoras literarias] Hoy, con "Calidad y cantidad", de Alejandro Jodorowsky





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Calidad y cantidad, dAlejandro Jodorowsky (1929), artista chileno de ascendencia judeo-ucraniana, nacionalizado francés. Escribe sus libros en español y en francés sus cómics y algunos ensayos, por lo que, siguiendo el concepto de George Steiner, se puede considerar un escritor extraterritorial. Junto con Roland Topor y Fernando Arrabal, fundó el movimiento Pánico. Su aporte más divulgado y controversial es la psicomagia, una técnica que conjuga los ritos chamánicos, el teatro y el psicoanálisis, cuyos pretendidos efectos son provocar en el paciente una catarsis de curación.

Su relato, incluido en la obra Sombras al mediodía (1995), tiene veintiuna palabras y dice así: 


CALIDAD Y CANTIDAD

No se enamoró de ella, 
sino de su sombra. 
La iba a visitar al alba, 
cuando su amada era más larga.



***






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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viernes, 14 de octubre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy viernes, 14 de octubre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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[Personal] Homenaje a Hannah Arendt en el 110 aniversario de su nacimiento




Hannah Arendt


"El historiador de los tiempos modernos necesita de una especial precaución cuando se enfrenta con opiniones aceptadas que aseguran explicar tendencias completas de la Historia, porque el último siglo ha producido incontables ideologías que pretenden ser las claves de la Historia y que no son más que desesperados intentos de escapar a la responsabilidad". La frase que antecede está en Los orígenes del totalitarismo (1951), de Hannah Arendt.

Hoy, 14 de octubre, se cumplen los 110 años del nacimiento de Hannah Arendt (Hannover, 14 de octubre de 1906-Nueva York, 4 de diciembre de 1975), teórica política (ella detestaba que la llamaran filósofa) estadounidense de origen judeo-alemán, y una de las pensadoras más influyentes del sigo XX. 

De mi profunda admiración por Hannah Arendt los lectores habituales de Desde el trópico de Cáncer tienen pruebas sobradas como para insistir en el asunto. Baste con añadir que el seudónimo utilizado con orgullo por el autor del blog es un acrónimo de su nombre, y que ha sido citada, comentada, elogiada o reseñada por él en un centenar largo de entradas del mismo.

Hannah Arendt estudió filosofía y griego en las Universidades de Königsberg, Marburgo, Friburgo y Heidelberg con maestros como Martin Heidegger, con el que mantuvo una relación amorosa con tan solo 17 años, Nicolai Hartman, Rudolf Bultmann, Edmund Husserl, Kurt Blumenfeld y Karl Jasper, que dirigió su tesis doctoral sobre el pensamiento amoroso en San Agustín, y con el que mantuvo una profunda amistad hasta su muerte. 

Perseguida por el régimen nazi emigra a Francia en 1937 y de allí a Estados Unidos, donde obtiene la nacionalidad en 1951. En Estados Unidos dará clases en las más prestigiosas universidades del país, como Princeton, Berkely, Chicago, Yale y Columbia.

Prolífica autora de libros y artículos en revistas especializadas, desearía destacar de entre sus obras solo aquellas que he leído con enorme interés y satisfacción. Entre las más famosas y controvertidas está, sin duda, Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal; pero también Los orígenes del totalitarismo; El concepto del amor en San Agustín: Ensayo de una interpretación filosófica; La condición humana; Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política (considerada una de las más grandes obras de teoría política junto a El Federalista de Hamilton, Jay y Madison)Sobre la revolución; Hombres en tiempos de oscuridad; Crisis de la República; ¿Qué es la política?; Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental; Más alla de la Filosofía; De la historia a la acción; La promesa de la política; Tiempos presentes, y alguna otra que se me escapa en este momento

Para aquellos lectores del blog interesados en sus obras que no hayan leído nada suyo con anterioridad, me animaría a recomendarles que comenzaran  por Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal; Los orígenes del totalitarismo y Sobre la revolución. Y por supuesto por las magníficas biografías escritas sobre ella por Laure Adler y Elisabeth Young-Bruelh.

En el buscador de Google aparecen más de 1.070.000 referencias a Hannah Arendt, solo en español. Más accesibles son los vídeos en YouTube, que muestran más de 63.000 entradas dedicadas a ella. Y mucho más cercanos, los ochenta y pico artículos y reseñas  que le dedica Revista de Libros. Los recomiendo encarecidamente la lectura y visionado de los diez o doce primeros enlaces en Revista de Libros y en YouTube. En este último pueden ver también, completa, la película que sobre Hannah Arendt hizo la realizadora alemana Margarethe von Trotta en 2012.



Hannah Arendt



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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Entrada núm. 2960
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jueves, 13 de octubre de 2016

[Humor en cápsulas] Para hoy jueves, 13 de octubre de 2016





El Diccionario de la lengua española define humorismo como aquel modo que presenta, enjuicia o comenta la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios.

Como yo no soy humorista, me quedo con la primera acepción, y a partir de hoy, siempre en la medida de lo posible, iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en los diarios Canarias7: Morgan; La Provincia: Padylla y Montecruz, ambos de Las Palmas de Gran Canaria; y El País, de Madrid, en su edición nacional: Forges, Peridis, Ros y El Roto. Espero que disfruten de las mismas.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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Entrada núm. 2959
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[A vuelapluma] Trump en la red





El título de esta entrada de hoy no constituye una metáfora, ni una alegoría, ni un deseo subliminal por parte del autor del blog de que el señor Trump, al que detesta cordialmente, se siga enredado en sus propias contradicciones y se pegue una buena hostia en las elecciones del mes próximo, aunque todo hay que decirlo, confío para que ello ocurra tanto o más en el enrevesado sistema electoral estadounidense como en el innato sentido de la libertad de sus conciudadanos.

¿Debemos descuartizar a Trump?, se pregunta el profesor de la Universidad de Oxford Timothy Garton Ash en El País. Para Trump, el engaño es una segunda piel”, señala al comienzo de su artículo. Es lo que me decía -señala- el otro día en Chicago, Nathan, propietario de una pequeña empresa. Yo no habría podido decirlo mejor. Según un análisis reciente, Donald Trump dice una mentira o algo que no es cierto aproximadamente cada cinco minutos. Los medios de comunicación estadounidenses mantienen un gran debate a propósito de cómo informar sobre este demagogo narcisista, fanfarrón, mentiroso, ignorante y peligroso. Pero los medios son parte del problema.

Todos parecen estar de acuerdo, sigue diciendo, en que los presentadores de televisión deben pedirle cuentas cada vez que mete la pata, como hizo Leslie Holt en el primer debate, y no mantener un falso equilibrio entre dos candidatos de calidad y seriedad muy diferentes, lo que la analista Brooke Gladstone llama el prejuicio de la equidad. “Ah, sí, profesor Smith, gracias por defender que la Tierra es redonda, y ahora voy a dar el mismo tiempo y respeto a Mr. Jones, que asegura que la Tierra es plana”. Un ejemplo reciente del prejuicio de la equidad es la cobertura que hizo la tímida e intimidada BBC de la campaña del Brexit.

Es interesante que incluso The New York Times, añade, haya abandonado su habitual imparcialidad y discreción. No sólo porque casi cada día publica dos o tres artículos que atacan a Trump, sino porque sus informaciones, además de incluir excelentes reportajes de investigación sobre Trump como hombre de negocios, farsante y racista, deslizan expresiones, adjetivos y adverbios peyorativos que la vieja dama de gris, antiguamente, no habría aprobado.

Entiendo a la perfección por qué el Times ha dejado su práctica habitual, comenta el profesor Garton. Como decía en un editorial, Trump es “el peor candidato propuesto por un gran partido en la historia moderna de Estados Unidos”. Es un peligro para la paz civil y el prestigio de su país en el mundo. Un amigo italiano lo compara con la reacción de La Repubblica ante el ascenso de Silvio Berlusconi.

Por desgracia, añade, la decisión de tomar partido puede reforzar una tendencia estructural que está corroyendo la democracia norteamericana. Estados Unidos ha defendido siempre la libertad de expresión y la prensa libre con el argumento —mencionado expresamente en la Primera Enmienda de la Constitución— de que es necesaria para el autogobierno democrático. Los ciudadanos, como hacían los antiguos atenienses cuando se reunían a los pies de la Acrópolis, deben poder oír todos los argumentos y pruebas para tomar una decisión informada y, por tanto, poder decir legítimamente que se autogobiernan.

Sin embargo, nos dice, el primer debate televisado entre los dos candidatos no fue más que un breve instante de experiencia común en la plaza pública. El resto del tiempo, los votantes están en su cámara de eco, oyendo opiniones que consolidan las suyas. Este efecto de cámara de eco se vio primero en Internet, con la burbuja informativa y el filtro burbuja, pero se ha convertido en un elemento fundamental de todo el panorama mediático, no solo en la Red y no solo en Estados Unidos. Existe una profusión descontrolada de fuentes de noticias y opiniones, con la correspondiente fragmentación. Los votantes de Trump se alimentan de Fox News, los programas de radio de derechas, sitios de Internet como Breitbart (cuyo jefe supremo es asesor de Trump); los votantes de Clinton, de MSNBC, NPR, PBS, sitios de Internet como Slate o el HuffPost, gente de su misma opinión en las redes sociales... y ahora el periódico anti-Trump, The New York Times.

Como Internet ha destruido, señala más adelante, el modelo de negocio tradicional de la prensa y, al mismo tiempo, permite una enorme abundancia de fuentes, todos compiten ferozmente por quedarse con las visitas y los clics en este terreno abarrotado día y noche: como si fuera el parqué de una Bolsa o la calle de un mercado en India. Hay que gritar. Cuanta más sangre y más rugidos, mejor. A las informaciones y los análisis matizados, equilibrados y basados en pruebas les cuesta hacerse oír. Las posibilidades tecnológicas, los imperativos comerciales y los cambios culturales se unen para convertir la democracia deliberativa en infotainment, en espectáculo.

La realidad televisiva vence a la auténtica, sigue diciendo. Trump, hombre de negocios y antigua estrella de un reality show, es al tiempo creador y producto de este nuevo mundo. En esta realidad alternativa, los hechos, las pruebas y las opiniones de expertos dejan paso a los mitos, las exageraciones, las mentiras y las simplificaciones (el “hagamos que América vuelva a ser grande” de Trump, el “recuperemos el control” del Brexit). Los historiadores de la propaganda saben que las mentiras se imponen por mera repetición, a base de atontar la mente hasta expulsar la verdad. Las cámaras de eco constantes de los medios sectarios y las redes sociales que refuerzan los prejuicios causan un efecto similar.

Una vez tuve la divertida experiencia de tener que defender un libro mío, Los hechos son subversivos, nos dice, en el programa satírico Colbert Report. “¡Qué dice —exclamó Stephen Colbert—, yo no quiero que los hechos me subviertan y me hagan sentirme incómodo, quiero cosas que me hagan sentirme bien!”. Colbert fue quien inventó el término truthiness para indicar esa cómoda verdad alternativa, la que nos gustaría que fuera. Pues bien, la realidad ha superado a su humor satírico. Trump es el maestro de la verdad alternativa. Aunque ya ha dejado de hablar de la partida de nacimiento de Obama, uno de sus comentarios después de que Obama la hiciera pública es un buen ejemplo: “Mucha gente tiene la sensación de que no era un certificado propiamente dicho”. Y yo tengo la sensación de que la Tierra es plana.

En el primer debate, añade poco después, Clinton soltó una frase muy ensayada: “Donald, sé que vives en tu propia realidad”. Y él replicó con otra frase menos practicada, más graciosa y muy reveladora: “Creo que el mejor miembro de su campaña son los grandes medios de comunicación”. Unas palabras propias de la retórica populista en todo el mundo, desde Estados Unidos a Francia y desde Polonia a India, con las que señala que sus partidarios son un grupo asediado por las poderosas élites liberales y que son la única “gente real” (una expresión que utiliza mucho Nigel Farage).

La distorsión, concluye diciendo, está más agudizada en la derecha populista, pero la polarización tendenciosa, los gritos simplistas y las cámaras de eco son un problema en todas partes. Estados Unidos tiene medios de comunicación libres, variados y sin censura, pero que cada vez tienen menos sitio en la plaza pública común. Existe allí un noble lema que nos invita a creer en el “mercado de las ideas”. Lo que estamos presenciando en estas elecciones es el fracaso del mercado de las ideas.

Ariel Dorfman, famoso escritor chileno que reside en Estados Unidos, relataba hace unos días también en El País una anécdota que le ocurrió hace unos años a su madre con las autoridades de inmigración en una de sus visitas a los Estados Unidos que, nos cuenta, podría repetirse -hasta convertirse en una pesadilla- con infinidad de visitantes no estadounidenses, si Trump lograra la victoria en las presidenciales de noviembre. Se titula Mi madre y las cerradas fronteras de Trump, y está escrito con la suficiente ironía como para no resultar ofensivo. 

Donald Trump, nos dice Dorfman, reaccionando antes los recientas ataques de terror, ha llamado al gobierno y la policía a que luchen – al mejor estilo Macartista- contra “el cáncer interno.” Y enseguida exclamó: “Me es incomprensible cómo pudieron haber ingresado a este país.” Evidentemente piensa que éstos y miles de otros criminales parecidos no fueron sometidos al escrutinio drástico (extreme vetting) que propuso como indispensable para bloquear en la frontera estadounidense a terroristas islámicos o propugnadores de la ley de la Sharia. Es dudoso que tales intentos de impedir el acceso de semejantes visitantes a suelo norteamericano tengan éxito alguno.

Hace mucho tiempo atrás, nos cuenta, mi madre, Fanny Zelicovich de Dorfman, que falleció hace mas de veinte aňos, tuvo que enfrentarse a un sistema de interrogación similar al que el candidato republicano patrocina. Su experiencia podría ayudarnos a esclarecer los inconvenientes y trampas que tales exámenes conllevan. Aunque Fanny solía contar de una manera graciosa su detención por oficiales de migración norteamericana, no hubo, desde luego, mucho de qué solazarse cuando ocurrió aquel episodio.

Mi hermana y yo nos enteramos de la desventura de nuestra madre el último día de estadía en un campamento de verano en Massachusetts (fue a fines de julio o tal vez de agosto de 1953), cuando no aparecieron nuestros padres para rescatarnos. Mi papá les había pedido a unos amigos de Boston que se encargaran de nosotros mientras él intentaba extraer a mamá del berenjenal en que se había metido.

El problema se produjo porque mi madre, habiendo acompañado a su marido en un viaje a Europa, decidió no volar con él de vuelta a Estados Unidos, sino hacer la travesía en un lento transatlántico para llegar a Nueva York donde, gracias a que mi padre argentino era un alto oficial de las Naciones Unidas, residíamos hacía nueve aňos, con visa diplomática. Lo que significó que mi madre estaba sola cuando tuvo su encontronazo con los agentes de migración.

Empezaron, dice, por dirigirle una serie de preguntas habituales: su nombre (¿Usa usted ahora o ha usado antes algún apellido diferente del actual?), su dirección, su estatus de residente y, entonces, envalentonados quizás por La Ley McCarran que había sido promulgada el aňo anterior pese al veto del Presidente Truman, decidieron sondear otros aspectos de su identidad.

Are you now or have you ever been a member of the Communist Party? (¿Es usted ahora o ha sido alguna vez miembro del Partido Comunista?). Fue fácil para mamá responder. Rara vez osaba estar en desacuerdo con mi papá sobre lo que fuere, pero respecto al comunismo había disentido de sus fervientes simpatías bolcheviques, aunque siempre lo manifestaba en forma dulce, y con humor. A la hora de la cena anunciaba, con un destello travieso en los ojos, que había fundado una organización, el PCLRCLV (el Partido Comunista Levemente Reformado para Conservar La Vida), del cual ella era presidente, secretaria, tesorera y único adherente. De manera que pudo responder, con toda veracidad, que no, no era ni ahora ni nunca había sido miembro del grupo totalitario que los funcionarios de migración querían extirpar de América.

-¿Aboga por derrocar al gobierno de los Estados Unidos mediante el uso de la fuerza o la subversión?, le preguntaron. 

La pregunta era ridícula, nos dice, pero mi madre prefirió morderse la lengua. No le dijo que amaba muchas cosas del país (adoraba a Roosevelt), hasta el punto de que había contemplado hacerse ciudadana, pero la caza de brujas contra los Rojos, las investigaciones del Congreso en torno a actividades tildadas de antiamericanas, la cruzada de Joseph McCarthy en pos de la pureza ideológica, y la persecución de su propio marido e incontables amigos, le había tornado desagradable e irreconocible esta América de Lincoln. En efecto, ya estábamos planeando mudarnos a Chile. ¿Qué se ganaba con discutir tales asuntos con gente como aquella?

-No – dijo. -Claro que no.

Y finalmente la interpelaron con algo de veras sorpresivo:

-¿Tiene usted la intención de asesinar al Presidente de los Estados Unidos?

Mi madre no se pudo contener. Se río de una pregunta tan absurda, su única intención era bajarse del barco y reunirse con su esposo para que partieran al Norte a buscar a sus dos hijos. Pensó que una broma podría alivianar el proceso.

-Si yo fuera a asesinar al Presidente, ¿usted cree que se los diría?

Confiada de que su encanto pródigo le permitiría sortear siempre cualquier contrariedad, prosigue Dorfman su relato, se asombró de que inmediatamente le bloquearan el ingreso a los Estados Unidos y la mandaran a Ellis Island para que se investigaran a fondo sus actividades díscolas y posiblemente letales. A sus protestas de que se trataba tan solo de un chiste se le replicó: "Estas cosas no son como para reírse, señora Dorfman".

Las leyendas de la familia, sigue diciendo, y la inclinación narrativa irreprimible de mi mamá para exagerar en forma épica toda aventura sostienen que ella estuvo detenida durante tres días en esa isla frente a Manhattan donde durante décadas millones de inmigrantes habían sido depurados y registrados antes de entrar los Estados Unidos, pero pienso que su odisea probablemente no duró más que una larga noche. Lo que sí es cierto es que el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, tuvo que intervenir personalmente para convencer a los comisarios que la dicha Fanny Zelicovich de Dorfman no constituía amenaza alguna para la seguridad o el bienestar de la nación ni tampoco atentaría contra la salud o la vida de su Presidente.

Sesenta y tres aňos más tarde, concluye Dorfman su artículo, en medio de una era dominada por el miedo a lo foráneo y diferente – musulmanes en vez de Rojos como el enemigo, la ley Sharia en vez del marxismo doctrinario como filtro y enfoque -, el encuentro de mi madre con aquellos inquisidores y sus pesquisas, ofrece evidencia anecdótica de cómo el tipo de escrutinio drástico propuesto por Donald Trump, además de violar la constitución norteamericana, terminaría por apresar en la frontera a gente inocente como Fanny Zelicovich mientras criminales experimentados pasarían la prueba sin mayores dificultades. Aquellos que están verdaderamente decididos a causar devastación ocultarán sin duda sus propósitos (¿o no han recibido acaso un entrenamiento intensivo?), y aquellos que son tan ingenuos como para llevar a cabo una broma acerca de la paranoia vigente serán entregados a las manos ineficientes de la Homeland Security. Y eso, en efecto, es demasiado serio como para reírse.



Caricatura publicada en El Imparcial, México




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