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martes, 24 de noviembre de 2009

Suraya Pakzad, sólo una mujer




La activista afgana Suraya Pakzad




Mañana, 25 de noviembre, se celebra en todo el mundo el Día Internacional contra la Violencia de Género. Hay una violencia de género, machista, personal, que se ejerce contra mujeres concretas, con nombres y apellidos. Pero también hay otra violencia de género institucional que se ejerce en algunas sociedades contra todo mujer por el simple hecho de ser mujer.

Contra este segundo tipo de violencia de género, institucional, luchan muchas mujeres. Entre ellas, Suraya Pakzad, una afgana de 38 años, casada desde los 14 y madre de seis hijos, en la ciudad de Herat, a la que hoy entrevista el diario El País en Madrid.

Amenazada de muerte por los talibanes ha creado en Afganistán una red de albergues para mujeres víctimas de maltrato, convirtiéndose a juicio de la prestigiosa revista Time en una de las 100 personas más influyentes del mundo. Aunque podría hacerlo, no quiere abandonar su patria. "Cada día cambio de coche, de horarios, de camino para ir a la oficina", dice resignada. "Echo de menos ser una persona normal. Me gustaría ir de compras por las calles de Herat de la mano de mis niños", le cuenta al periodista que la entrevista en un Hotel madrileño.

Me sumo al Día Internacional contra la Violencia de Género con mi sincero homenaje de respeto y admiración a la persona de Suraya Pakzad, y a la de tantas y tantas mujeres anónimas que luchan día a día no sólo por su dignidad como personas sino también por sus vidas ante la indiferencia más o menos cruda de la sociedad. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)




Portada de la revista Time




"ALGUIEN TIENE QUE ARRIESGAR SU VIDA POR LA LIBERTAD", por Fernando Peinado.
EL PAÍS - Última - 24-11-2009

El pañuelo que cubre la cabeza de Suraya Pakzad lleva ya un rato sobre sus hombros pero ella no se preocupa por devolverlo a su sitio. Este descuido, mientras desayuna con un periodista occidental, habría supuesto todo un desafío en Afganistán. Hace una década que esta activista de 38 años recibe amenazas de muerte; desde que abrió en su casa una escuela secreta para niñas cuando la educación para mujeres estaba prohibida por los talibanes. "Cada vez que viajo a Europa o Estados Unidos invitada por alguna ONG o Gobierno y veo la libertad que se disfruta pienso que en el pasado alguien tuvo que poner su vida en riesgo para conseguirla".

Pakzad desayuna una tostada con mantequilla y mermelada en el restaurante del hotel madrileño en que se aloja, antes de participar en un seminario organizado por la Fundación Ortega y Gasset. A unos 6.000 kilómetros de su casa de Herat, la tercera ciudad del país pero una de las más conservadoras, está a salvo de los extremistas que la quieren asesinar por empeñarse en que las afganas dejen de ser tratadas como ciudadanas de segunda. Sin embargo, sus seis hijos, de entre seis y 23 años, siguen al alcance de sus enemigos. "Mi mayor gasto en estos sitios tan preciosos que visito no son los regalos para mi familia, sino las llamadas internacionales para asegurarme de que están a salvo".

En Afganistán, donde ha creado una red de refugios para víctimas del maltrato, es una de las mujeres más conocidas. Este año ha sido nombrada por el semanario Time una de las 100 personas más influyentes del mundo. Está ilusionada con su nuevo proyecto financiado por EE UU: cuatro centros de formación en liderazgo. Las afganas necesitan este tipo de títulos para acceder a los altos cargos en la Administración. "En mi país hay muy pocas mujeres en puestos de responsabilidad. Espero que en dos años se hayan graduado 500 mujeres".

Para ella es suficiente recompensa por su sacrificio. "Recibo llamadas que me aterrorizan", asegura. "Me dicen: sabemos que has cambiado las cortinas de tu casa, o cuántas veces has estrechado la mano de extranjeros, aunque me dan la oportunidad de que cierre mis centros". Cuatro destacadas activistas afganas han sido asesinadas en los últimos años.

"Cada día cambio de coche, de horarios, de camino para ir a la oficina", dice resignada. "Echo de menos ser una persona normal. Me gustaría ir de compras por las calles de Herat de la mano de mis niños. A veces voy a un centro comercial que tiene más medidas de seguridad, pero es más caro".

Pakzad se considera muy afortunada por tener el apoyo de su marido. Se casó con 14 años por imposición de su familia. "Es un hombre abierto de mente que cree en los derechos de las mujeres. Hay otros matrimonios felices en Afganistán, pero muchos lo son sólo en privado porque los hombres no quieren que sus esposas participen en actividades sociales", dice antes de apurar su té. "Ahora, mientras estoy aquí, él se ha quedado a cargo de los niños".

Se despide, dando la mano y esbozando una sonrisa afectuosa.Dice que no piensa huir de Afganistán a pesar de que tiene los recursos para ello. "Estaría bien vivir a salvo, pero no he completado mi trabajo. Si abandono, el movimiento en defensa de las mujeres afganas sería más débil".




Viñeta del humorista Forges




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miércoles, 4 de noviembre de 2009

El llanto de las Musas: In memóriam

Francisco Ayala (1906-2009): Escritor, académico





Claude Levy-Strauss (1909-2009): Antropólogo





José Luis López Vázquez (1923-2009): Actor




Tengo la completa seguridad de que en estos momento las Musas del Olimpo acompañan sus almas en la etérea subida al Parnaso: Francisco Ayala, escritor y académico; Claude Levy-Strauss, antropólogo; y José Luis López Vázquez, cómico (con mayúsculas). Descansad en paz. Sit tibi terra levis: que la tierra os sea leve. (HArendt)




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domingo, 1 de noviembre de 2009

Calidad democrática (y III)




"Y nuestra Constitución se llama Democracia porque el poder no está en manos de unos pocos sino de la mayoría" (Tucídides: "Historia de la Guerra del Peloponeso", II, 37)




A pesar de la horrísona algarabía política de la semana que termina reconozco que mi desapego por la mayor parte de los políticos de este país, sin distinción de colores partidistas, no supone desafección hacía la Democracia que les da a ellos y a sus críticos amparo y cobijo.

Es cierto que el sistema político español necesita retoques urgentes en cuanto a su funcionamiento, transparencia y accesibilidad ciudadana, pero son los políticos con su comportamiento los que hacen que el sistema chirríe, y ellos también los que denigran a la democracia y avergüenzan a los ciudadanos que aún creen en eso que se ha venido en llamar virtudes cívicas o republicanas de la política.

Esa es también la opinión del profesor español Ignacio Sotelo (1936) politólogo, escritor, ensayista y catedrático de Sociología en la Universidad Autónoma de Barcelona y de Ciencias Políticas en la Universidad Libre de Berlín y miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes, del que sólo he leído su interesante libro "El desplome de la izquierda: modalidades españolas del fin de una época" (Akal, Madrid, 1994), que el pasado día 29 de octubre escribía un muy crítico artículo en el diario El País sobre la clase política española, titulado "El descrédito de la política", que reproduzco más adelante.

Ese mismo día, leía también, y casi por casualidad, en el Boletín núm. 313 de la Fundación "Safe Democracy" (Foro para una democracia Segura) otro demoledor y crítico artículo sobre la política y los políticos italianos, y de paso españoles, europeos y latinamericanos, escrito por el argentino Fabián Bosoer, profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en las Universidades de Buenos Aires y de Belgrano y editorialista de Opinión del diario Clarín de Buenos Aires, escrito con motivo de la conmemoración del centenario, el pasado 18 de octubre, del nacimiento del gran teórico de la Democracia Norberto Bobbio (1909-2004), jurista, filósofo y politólogo italiano, y uno de los más eminentes pensadores de la segunda mitad del siglo XX. Llamado por muchos el «filósofo de la democracia», en materia política Bobbio tendió siempre a la defensa de tres ideales autoimplicativos y que él mismo reconoció expresamente como los de democracia, derechos del hombre y paz. De él he leído con enorme placer su pequeño librito (no por ello menos enjundioso) titulado "Derecha e Izquierda" (Taurus, Madrid, 1998) y consultado numerosas veces y siempre con provecho los dos tomos de su imprescindible "Diccionario de Política" (Siglo XXI, Madrid, 1994), escrito en colaboración con los profesores Nicola Mateucci y Gianfranco Pasquino.

Espero que disfruten de ambos artículos; les aseguro que merecen la pena. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





El profesor Ignacio Sotelo





"EL DESCRÉDITO DE LA POLÍTICA", por Ignacio Sotelo
EL PAÍS - Opinión - 29-10-2009

Uno de los síntomas más preocupantes del estado actual de las democracias es el creciente desprestigio de los políticos, a los que se les considera tan ineptos como corruptos. De poco sirve escudarse en que no todos los políticos son iguales, una obviedad manifiesta, ni advertir de las fatales consecuencias para la estabilidad del orden político establecido, una amenaza que al menos tiene la virtud de mostrar lo hondo que esta opinión ha calado.

Empero, lo más grave de la situación radica en que la clase política esté poco dispuesta y menos capacitada, no ya para enfrentarse, sino ni siquiera para detectar las causas de este desprestigio, cuyas perversas secuelas, por otro lado, a nadie se le ocultan. La mala fama de los políticos, que deteriora ya las instituciones, hunde sus raíces en dos malformaciones propias de las democracias contemporáneas: las competencias del Parlamento en buena parte las ejercen los partidos, y éstos no respetan la democracia interna.

Y de ambas, los ganadores, pero también los perdedores, son los políticos, presos de una aporía de la que no pueden librarse. Su legitimidad proviene de representar al conjunto de los ciudadanos, cuya voluntad soberana expresa el Parlamento; pero, los que deberían actuar según los dictados de su conciencia, según reza la Constitución, poco pueden hacer en este sentido. No sólo los reglamentos regulan el comportamiento de los grupos parlamentarios, sin dejar apenas resquicio para una actuación individual responsable, sino que se trata a los parlamentarios como si hubieran recibido un mandato imperativo que restringe casi por completo su libertad, máxime si en las próximas elecciones pretenden mantenerse en las listas.

El mayor acto de libertad individual que le queda al parlamentario es abandonar el grupo en cuya lista ha sido elegido, una decisión que, no importa cómo la justifique, la opinión pública y los partidos consecuentemente la rechazan por no encajar en el sistema de listas cerradas y bloqueadas, pero sin preguntarse si el principio constitucional de actuar según la propia conciencia no fuese tal vez incompatible con la elección en listas cerradas. Nadie accede al Parlamento por méritos propios -aunque algunos, o muchos, puedan tenerlos-, sino por la voluntad de aquellos que los colocan en la lista en un puesto de salida.

Algunas consecuencias graves, que permanecen en una discreta penumbra, se derivan de este modelo electoral. Una vez que dada la complejidad de las sociedades modernas, el Parlamento no parece el instrumento adecuado para legislar y controlar al Ejecutivo, es perfectamente coherente el que se impida el acceso a los que pretendan responder ante su conciencia. Probablemente, un Parlamento de personas libres,elegidas en virtud de su cualificación y con un apoyo popular individualizado, resultaría ingobernable. Pero ante uno de autómatas, la gente no se libra de la impresión de que se obtendría el mismo resultado, y sobre todo sería más barato, si quedase reducido a las cabezas de grupo, aduciendo cada uno el número de escaños con que cuenta.

Antes de ocupar la secretaría general del partido, en sus muchos años de parlamentario, como la mayor parte de sus colegas, el señor Rodríguez Zapatero no tuvo la menor oportunidad de darse a conocer. Aunque se supone una mayor legitimidad democrática en el representante de la nación que en el que asciende en la jerarquía del partido, únicamente se logra una cierta visibilidad cuando se llega a la cúspide de la organización. La parte más dura, y la decisiva, en la vida de un político se realiza con la mayor opacidad de puertas adentro. Se puede llegar al poder sin haber tenido apenas contacto con el país real y desconociendo por completo lo que ocurre fuera de nuestras fronteras. A veces ni siquiera se guardan las formas, y el jefe nombra directamente a su sucesor, el "dedazo" que dicen los mexicanos, que practicó tanto González con Almunia, como Aznar con Rajoy.

El que el Parlamento ya no sirva de plataforma para seleccionar a los líderes explica que el debate político, salvo en ocasiones excepcionales, se haya trasladado a los medios. Algunos comentaristas, tertulianos o columnistas, son más conocidos e influyentes que la mayor parte de los parlamentarios. Agazapados en sus escaños y callados como muertos ante escándalos de los que todos hablan, menos ellos, terminan por tragar todo lo que les echen ¿Saben de algún político del PP que se haya posicionado ante las noticias escalofriantes que a diario nos proporcionan los periódicos? En conversaciones privadas, y algunos más privilegiados en los medios, todos expresamos una opinión, menos la inmensa mayoría de los políticos, que se han convertido en los únicos ciudadanos a los que parece que no les concierne nada de lo que sucede.

Callar por miedo a los altos costos personales que habría que pagar si se cumpliera con esta obligación implica un tipo de corrupción que el derecho penal no castiga, pero que fomenta el que se expandan otras formas punibles. Una clase política, dispuesta a asumir sin el menor filtro crítico todo lo que dicte la cúpula, ampara la corrupción, al fomentar el marco de silencio que necesita para reproducirse. Cuando se ha renunciado a manifestar lo que se piensa, echando por la borda principios y convicciones, la única compensación es asegurarse un beneficio personal.

Los políticos que tenemos son producto de los dos hechos enunciados: pérdida de la centralidad del Parlamento, desplazado a mero instrumento de ratificación de lo decidido fuera de su órbita, y el que en los partidos la democracia interna haya quedado reducida a mínimos. Los políticos son los ganadores de esta situación, en cuanto muchos, si otras hubieren sido las vías de acceso, no habrían llegado a los cargos que ocupan, pero también son los perdedores, porque una vez instalados perciben en su propia carne hasta qué punto les perjudica cualquier intento de sobresalir o tan sólo mostrar alguna ambición. El Parlamento, lejos de ser la plataforma en la que poner de manifiesto la valía personal, se rige por la consigna de que "el que se mueva, no sale en la foto".

El desprestigio creciente de los políticos tiene su fundamento en un sistema de selección y promoción que no favorece a los mejores, aunque algunos de primera hayan sabido acoplarse a las condiciones impuestas, conscientes de que no se puede navegar contra viento y marea. A éstos les favorecería un cambio en las reglas de juego, pero la más pequeña innovación que promoviese una mayor competitividad interna no parece viable, al oponerse con gran tesón la cúspide de los partidos.

Aunque seguirá creciendo el distanciamiento de la población ante los políticos, mientras la participación no baje de un 50% y se mantenga una polarización visceral entre las sedicentes izquierda y derecha que refuerza la cohesión interna; mientras que la política social, gobierne el que gobierne, descienda a un ritmo tolerable y se perfeccionen los canales por los que transcurre la corrupción, de modo que los escándalos se dosifiquen en el tiempo, y sobre todo sigamos con una Ley Electoral tan injusta como poco apropiada para restablecer el prestigio de los políticos, me temo que los partidos esperarán a que pase el chaparrón y se apacigüen los ánimos, sin emprender nada que pueda disminuir el poder acumulado.





El profesor Norberto Bobbio





"EL CENTENARIO DE NORBERTO BOBBIO, TAN LEJOS Y TAN CERCA", por Fabián Bosoer
Safe Democracy Foundation - Foro para una Democracia Segura
Boletín núm. 313 - Jueves, 29 de octubre

Las ideas del gran teórico italiano de la democracia contemporánea mantienen su vigencia en el contraste con la galería de escándalos y caricaturas que ofrece la política europea actual, panorama que se replica (claro) al otro lado del Atlántico.

Se cumplieron, el pasado domingo 18, cien años del nacimiento del gran teórico de la democracia y filósofo político italiano Norberto Bobbio. La evocación coincide en estas semanas con los veinte años de la caída del muro de Berlín y subraya, a contraluz, la vacancia actual de grandes pensadores y el marasmo en el que discurre la política europea (y de más allá) entre otras cosas, por la corrosión de las ideologías y los usos y abusos de poder que ganan estado público.

Allí están los italianos, con Silvio Berlusconi -“Il Cavaliere”-, nuevamente en la picota, debatiendo si la anomalía es el decisionismo personalista que él encarna salpicado de promiscuidad desenfadada, o la ingobernabilidad facciosa que, según algunos dicen, sobrevendría si saliera del gobierno. Allí están los franceses, tan lejos del presidente estadista que fue Francois Mitterrand y más cerca de su sobrino, el ministro de Cultura del actual presidente Nicolás Sarkozy obligado a explicar sus preferencias sexuales ante la hija del neofascista Jean-Marie Le Pen. O el propio Sarkozy haciendo gala del más abierto nepotismo en la promoción de su hijo al frente de la administración de la City parisina. Y allí están los españoles, con una oposición conservadora enlodada por el peor escándalo de corrupción, el “caso Gürtel”, que incluye coimas, fraude fiscal, asociaciones ilícitas y festicholas a todo trapo, con prostitución incluida y dirigentes antisemitas. Los vicios privados, en todos estos casos, parecen ocupar la escena ante la escasez de virtudes públicas, o develando la hipocresía de quienes dicen defenderlas.

El panorama de la política europea se replica en la política latinoamericana, con presidencialismos exacerbados, gobernantes devenidos en demiurgos del pueblo, omnipotentes o impotentes; Congresos colonizados por los intereses económicos o políticos de baronías privatizadas o feudos provinciales y crudas disputas de poder revestidas de batallas por las libertades republicanas o la redistribución de la riqueza. Mientras tanto, la utilización del espionaje y los servicios de inteligencia para intimidar y controlar actividades políticas, periodísticas y económicas traspasa la legalidad democrática instrumentando modos de funcionamiento más propios de los regímenes totalitarios.

Viene a cuento, entonces, recordar algunas claves del pensamiento de Bobbio, quien supo explicar la distancia entre las promesas de la democracia y los grises y opacidades del ejercicio del poder. En “El futuro de la democracia” (1984), una de sus obras más conocidas, proponía “hacer descender la democracia del cielo de los principios a la tierra donde chocan fuertes intereses”, abriéndose paso “entre la lección de los cínicos y el catecismo de los iluminados”. Primera lección: el paso de aquellos polvos a estos lodos no es el que va de la teoría a la práctica, o de las leyes existentes a su permanente incumplimiento, sino el que va de de una realidad indeseable a otra que mejore un poco las cosas.

Se refiere Bobbio, específicamente, a la democracia como “el gobierno del poder público, en público”. Es el régimen del poder visible y se opone, como tal, a los poderes invisibles y los secretos de Estado en los cuales se suelen escudar los gobernantes y grupos de poder para eludir el control y la evidencia de sus actos.

Aquí la segunda lección: lo que distingue al poder democrático de uno autocrático es que sólo el primero permite formas de “desocultamiento” por medio de la crítica libre y el derecho de expresión de los diversos puntos de vista. En “El pensamiento de Bobbio en la cultura iberoamericana” (Fondo de Cultura Económica, 2006) señalan Alberto Filippi y Celso Lafer que en una época dominada por la paradojal negación de algunos de los pilares conceptuales de la filosofía de este gran pensador –el constitucionalismo republicano, el ejercicio de los derechos fundamentales, el logro y el mantenimiento de la paz, la efectividad de la democracia sustancial y formal- su aplicación representa un desafío ineludible.

Las reflexiones de Bobbio, que murió a los 94 años en el 2004, son siempre un buen ayuda memoria para este tiempo por momentos tan desmemoriado: desconfianza hacia la política demasiado ideologizada que divide el universo en partes que se excluyen mutuamente; defensa del gobierno de las leyes por sobre el gobierno de los hombres, y del espíritu crítico contra los dogmatismos opuestos; elogio de la templanza, entendida no sólo como actitud y comportamiento individuales sino también como categoría política y virtud social: respetar las ideas de los demás, detenerse ante el secreto de cada conciencia, comprender antes de discutir, discutir antes de condenar.




"La Libertad guiando al pueblo" (Eugene Delacroix, 1830)




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lunes, 26 de octubre de 2009

El Blog secreto de "MM"






Siento de veras que el título de mi entrada de hoy haya podido despistar a más de uno y que llegara al blog atraído por la posibilidad de que un servidor de ustedes hubiera podido encontrar la Bitácora secreta de Norma Jean Monterson, más conocida por su nombre artístico de Marilyn Monroe, y trágicamente fallecida (asesinada, dicen algunos) en agosto de 1962 a los treinta y seis años de edad.

Lo siento, no me refería a ella, aunque de haber llevado Marilyn un blog les aseguro que lo hubiera leído con sumo placer. La persona a la que me refiero con las siglas "MM", y que escribió una serie interesantísima de reflexiones personales sobre los más diversos aspectos de la vida y de la sociedad de su tiempo -no en un blog, por supuesto, pues lo hizo a finales del siglo XVI-, fue mi admirado Michel de Montaigne (1533-1592), un humanista francés de noble cuna que fue Juez y Consejero en el Parlamento de Burdeos y alcalde de dicha ciudad.

Sus "Ensayos" (Cátedra, Madrid, 1962), a los que ya he hecho mención numerosas veces, pueden leerse con la misma facilidad y placer que se leen algunos blogs, magistralmente escritos (no como éste, mediocre, que ojean ahora mismo), que pululan por el universo de Internet. No otra cosa que un erudito blog son sus "Ensayos". Y como tantos otros blogs, éste entre ellos, sus autores nos paramos a reflexionar de vez en cuando sobre sobre los "por qué, para qué y para quién" los escribimos.

Dice Montaigne en su Prólogo al Lector: "Es éste un libro de buena fe, lector. De entrada te advierto que con él no me he propuesto más fin que el doméstico y privado. En él no he tenido en cuenta ni el servicio a ti, ni mi gloria. No son capaces mis fuerzas de tales designios. Lo he dedicado al particular solaz de parientes y amigos: a fin de que una vez me hayan perdido (lo que muy pronto les sucederá), puedan hallar en él algunos rasgos de mi condición y humor, y así, alimente más completo y vivo, el conocimiento que han tenido de mi persona. Si lo hubiera escrito para conseguir el favor del mundo, habríame engalanado mejor y mostraríame en actitud estudiada. Quiero que en él me vean con mis maneras sencillas, naturales y ordinarias, sin disimulo ni artificio: pues píntome a mí mismo. Aquí podrán leerse mis defectos crudamente y mi forma de ser innata, en la medida en que el respeto público me lo ha permitido. Que si yo hubiese estado en esas naciones de las que se dice viven todavía en la dulce libertad de las primeras leyes de la naturaleza, te aseguro que gustosamente me habría pintado por entero, y desnudo. Así, lector, yo mismo soy la materia de mi libro: no hay razón para que ocupes tu ocio en tema tan frívolo y vano. Adiós pues; de Montaigne, a uno de marzo de mil quinientos ochenta".

¿Hermoso texto, no es cierto? Pues bien, en el capítulo XXXIX del Libro I de sus "Ensayos", Michel de Montaigne aclara muy bien que, en realidad, todo escritor escribe en verdad para sí mismo, en un doloroso, y a veces narcisista, ejercicio que no llega a "paja mental" pero se le parece. Lo de "paja mental", es lo que nos hacemos la mayoría de los blogueros españoles a juicio de mi también admirado Javier Marías, aunque en este caso concreto piense que se ha pasado tres puertos, pero en fin, es una opinión...

Dice Montaigne sobre esto de los "por qué-para qué-para quién": "Dejad junto a los otros placeres el que nace de la aprobación de los demás; y en cuanto a vuestra ciencia e inteligencia no os preocupéis, que no perderá sus efectos y así valdréis más vos mismo. Acordáos de aquél que cuando le preguntaron para qué se esforzaba tanto en un arte cuyo conocimiento podía llegar a tan poca gente, respondió: Me basta con muy pocos, me basta con uno, me basta con ninguno. Decía verdad: vos y otro compañero sois público suficiente el uno para el otro, o para vos mismo".

Pues, eso; con lo bien que lo dice Montaigne, para qué lo voy a explicar yo... Por cierto, si quieren leer sus "Ensayos", los pueden descargar en esta dirección electrónica; es gratis:

http://www.bibliotheka.org/?/buscar/Montaigne%20Michel%20De/

Estoy seguro de que me lo agradecerán, pero tampoco pasa nada si no lo hacen. Lo interesante es que los lean, sin prisas, saltando de uno a otro, sin orden aparente. Seguro que los disfrutarán. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)




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lunes, 5 de octubre de 2009

Erotismo y amor (I)

Sólo en el sentido más clásico del termino me atrevería a auto-calificarme como "filósofo", o lo que es lo mismo, como "amante de la sabiduría"; en mi caso, mero e incompetente admirador y aprendiz de ella. Supongo que algo influirá también mi paso por la UNED, mi "alma máter", cuyo bello lema, sacado del Libro de la Sabiduría (7, 24) dice, de la Sabiduría, que es lo que más mueve entre todas las cosas que se mueven (Omnibvs mobilibvs mobilior sapientia).

De mi incompetencia dan cuenta los sudores y escalofríos que me provoca enfrentarme para su comentario con textos como el que ayer domingo, en El País Semanal, y como colofón de un reportaje firmado por Julia Luzán sobre la exposición "Las lágrimas de Eros" que el Museo Thysen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid abren el próximo día 20 de octubre, publicaba en ese mismo número de la revista citada mi admirado maestro el profesor y académico don Emilio Lledó.

El texto de Lledó, que reproduzco más adelante, lleva por título "El Eros de Diotima", y su lectura me ha hecho recordar ese maravilloso diálogo, "El Banquete" (Tecnos, Madrid, 1998), que Platón escribiera a finales del siglo V a.C. en Atenas, en el que una sacerdotisa llamada Diotima, que en el diálogo aparece como mentora y maestra del propio Sócrates, discurre con varios personajes masculinos sobre la naturaleza profunda del sentimiento amoroso.

Como dice el profesor Lledó, la verdad es que no importa mucho si el personaje de Diotima tuvo existencia real o fue un invento de Platón. Lo importante es que por primera y única vez un personaje femenino roba todo el protagonismo del diálogo a quien siempre ha sido el centro de atención de todos los platónicos, el propio Sócrates.

Llevado de mi "pasión", re-leo, o más bien re-exploro, "El Banquete" platónico, pero también una obra capital, "Teoría de los sentimientos" (Tusquets, Barcelona, 2001), del admirado psiquiatra, profesor y también académico, Carlos Castilla del Pino, y su discurso ante la Real Academia titulado "Arquitectura de la vida humana" (Espasa-Calpe, Madrid, 2006), con motivo del Día de la Fundación Pro-Real Academia Española de ese año. Todo ello con el objeto de enmarcar una digresión adecuada a la importancia de lo comentado.

Al final, desisto, abrumado por mi propio sentimiento de incapacidad para enfrentarme a tal desafío. ¿Quién soy yo para glosar la función salvífica del amor que con tanta belleza expone Platón o analizan Lledó y Castilla del Pino, uno desde la filosofía y otro desde la psiquiatría?... Mejor lean el artículo y atrévanse con "El Banquete". Seguro que disfrutan de ambos. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Representación de Diotima




"EL EROS DE DIOTIMA", de Emilio Lledó
EL PAÍS SEMANAL - 04/10/09

Un tesoro de mujeres excepcionales nos ha legado la cultura griega. El dolor, la fidelidad, la justicia, la alegría, la belleza, la amistad, la bondad, llenan las páginas de la épica o la tragedia y a las que “no muerde el diente envidioso del tiempo”. Esos sentimientos ideales los encarnan personajes femeninos que han llegado vivos hasta nuestros días como Ifigenia, Helena, Creusa, Calipso, Fedra, Danae, Antígona, Penélope, Electra, Nausicaa, Dafne, Casandra.

Pero entre estas maravillosas mujeres aparece una genial desconocida de la que sólo sabemos su existencia por El banquete, de Platón, esa obra maestra sobre el amor. Su nombre es Diotima, “la extranjera de Mantinea”, que destaca entre todos los personajes femeninos que pueblan este fabuloso universo, este Partenón ideal. De Antígona, Nausicaa, Helena, sabemos sus historias, lo que hicieron y padecieron. A Diotima la cerca un gran silencio. Sólo muchos siglos después aparece una Diotima luminosa y amorosa en el Hiperion de Hölderlin. Ninguna otra referencia encontramos en la literatura griega, y se supone que, como la Dulcinea cervantina, fue ese nombre “músico y peregrino” también un invento de Platón.

Es sorprendente que en boca de esa misteriosa mujer aparezca la primera interpretación y teoría del Eros. El dios del amor llena con sus hazañas toda la literatura griega, pero es precisamente en El banquete, en el que varios hombres intentan definir el origen y sentido del Eros, donde brilla el discurso y la interpretación de la clarividente mujer.

En el diálogo platónico hay, como es sabido, varios discursos explicando el fenómeno amoroso. Por ejemplo, el de Aristófanes donde se cuenta la historia de una naturaleza humana hecha de extraños seres con cuatro brazos, cuatro piernas, dos órganos sexuales y dos rostros. A esos seres redondos de extraordinaria fuerza e inteligencia, los dioses, por temor a su poder, los partieron en dos. Tal fractura es la razón de que esos seres rotos anden continuamente buscando la mitad perdida. La característica esencial de la vida será, pues, esa sustancial insuficiencia. No somos autárquicos: necesitamos del mundo que nos rodea y de los otros seres que nos acompañan en el camino. Una necesidad que se manifiesta en el amor como expresión de la natural pobreza. Lo mismo que las palabras nos hacen animales distintos de los otros mamíferos y nos posibilitan la mutua comunicación y comprensión a través del universo ideal del lenguaje, el amor nos empuja a otra forma de identificación a través de los múltiples reclamos del bien y la belleza en el cálido universo afectivo de los sentimientos.

Diotima, “que me enseñó las cosas del eros”, según recuerda Sócrates, añade varios matices fundamentales a todo lo que han dicho quienes hablaron antes que ella. La extranjera de Mantinea cuenta, además, el origen de este dios o daimon que “no es ni bello ni feo, ni bueno ni malo”, sino algo intermedio –metaxy– entre los dioses y los humanos. Y precisamente en ese carácter de mediador radica la fuerza de Eros, que levanta en los mortales un impulso hacia la hermosura, hacia el bien, hacia la sabiduría. Los dioses no filosofan, “porque ya tienen el saber”. Tampoco, refiere Diotima, filosofan los ignorantes, porque la ignorancia en la que están sumidos les impide añorar el saber que se hace presente como filosofía, como forma incesante de amor, de tendencia y apego al verdadero conocimiento de la naturaleza que somos, de la naturaleza en la que estamos. La ignorancia es el castigo supremo de los hombres, y su reino es el de la oscuridad. Sólo el Eros, como divinidad mediadora, como comunicador de ideas, como alumbrador de miradas y sentimientos, quiere salir de la ignorancia levantando esa inagotable fuente de deseo que embellece e ilumina, a pesar de tantas limitaciones, nuestra siempre admirable condición carnal.

El carácter de mediador lo debe Eros a su propio origen: cuando nació Afrodita, los dioses celebraron también un banquete. Allí llegó a mendigar Penía, la pobreza. Poros, el hijo de Metis, diosa de la prudencia, del saber y de la astucia, “entró embriagado en el jardín de Zeus y se durmió”. Penía, ansiosa por salir de su miseria, se acostó junto a Poros y engendró a Eros con él.

Esta tensión continua, esta búsqueda de unión y de compañía, esta lucha entre la pobreza y la riqueza, entre la muerte y la pervivencia, arranca del supuesto desequilibrio en el nacimiento de Eros. Como hijo de la pobreza, está lleno de necesidades, “vive al borde de los caminos” y anda siempre, en su desamparo, buscando cobijo; mas por parte de su padre “está al acecho de lo bello y de lo bueno y es ávido de sabiduría”. Un seguidor eterno de aquello a lo que aspira. Esa búsqueda es, precisamente, lo que da sentido al vivir. La tensión amorosa engaña a los seres humanos haciéndoles creer que va a ser definitivamente suyo aquello a lo que aspiran. Un engaño que, paradójicamente, da aliento y felicidad, porque aunque la indigencia se mantenga a lo largo de cada tiempo, esa insistencia del deseo en el pervivir es una forma memoriosa de dicha.

El Eros nos hace salir de nosotros mismos, nos arranca de la soledad y nos inserta en un mundo distinto y perenne donde la efímera individualidad se alza hasta la verdad y la belleza “con lo que todo bueno está emparentado”. Ese ascenso es una muestra de cómo en el desvelo amoroso, sometido a la propia estructura corporal, brota la esperanza que es, en el río del amor y la memoria, la forma humana de eternidad. Todo lo otro que ha montado el gran engaño de la ignorancia es pura miseria y, en el peor de los casos, pura perversión lastimosa del inabarcable territorio del amor. “En él sí que merece la pena vivir”, dijo la mujer de Mantinea.





Eros y Psyque, de Antonio Canova




Entrada núm. 1229
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

jueves, 3 de septiembre de 2009

Adriano, por Yourcenar

Salvo excepciones, que haberlas, haylas, no me gusta prestar mis libros. Soy de los que piensan que es tristemente real ese pareado que reza: "libro prestado, libro amortizado", así que prefiero regalarlos, sin desprenderme del mio... Hace unos meses me llegó por correo un libro que había prestado a un antiguo compañero de trabajo, jubilado hace ya mucho tiempo, hacía al menos quince años. Me lo devolvía con una nota pidiéndome disculpas por su tardanza en hacerlo. Confieso que sabía que lo había prestado, pero ni recordaba a quién. Lo había vuelto a comprar, y no una, sino varias veces.

Ese libro, uno de los más hermosos que yo he leído nunca es, sin duda alguna, "Memorias de Adriano" (Edhasa, Barcelona, 1983) de la novelista franco-belga Marguerite Yourcenar (1903-1987). Un texto bellísimo, al menos en el castellano de la traducción de Julio Cortazar, que es la que yo conozco. Es también uno de los libros que más veces he regalado a aquellos que considero mis amigos, en la confianza de que sabrían apreciarlo. No siempre ha sido así, pues no es un libro que atraiga de entrada: ¿a quién puede interesar la reflexión que al final de su vida, un emperador envejecido hace por carta a quién años después le sucederá al frente de Roma (Marco Aurelio) sobre lo que ha sido su vida y su reinado?... A mucha gente, se lo aseguro, que conserve intacta la ilusión de la buena literatura.

De Yourcenar he leído también "Opus Nigrum" y "Alexis o el tratado del inútil combate". Y la biografía, excelente, que sobre ella escribió Josyane Savigneau: "Marguerite Yourcenar: La invención de una vida" (Alfaguara, Madrid, 1992). Pero ni punto de comparación con "Memorias de Adriano".

En El País del pasado 31 de agosto, José Manuel Fajardo firmaba un bello artículo sobre la tierra flamenca, a caballo entre Francia y Bélgica, que vio nacer y crecer a Marguerite Yourcenar. Leyéndolo, me dio por recodar la anécdota de la recuperación de ese libro suyo que ya creía perdido, pero también me vinieron al recuerdo los largos paseos que en mi último viaje a Roma, hace ya tres años, diera por la que fuera la última residencia del emperador Adriano, "su casa", Villa Adriana, en la actual Tívoli, a una veintena de kilómetros al nordeste de la capital italiana, tan retratada en la novela que comento. Anímense a leerla; seguro que les encantará. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)







La novelista Marguerite Yourcenar




"A LA SOMBRA DE YOURCENAR", por José Manuel Fajardo
EL PAÍS - 31-08-2009

Montes de Flandes es sin duda un nombre exagerado porque las colinas a las que se refiere, situadas en la frontera entre Francia y Bélgica, son unas ondulaciones del terreno de apenas 200 metros de altura. Sin embargo, el rigor horizontal de la gran planicie flamenca sobre la que se alzan las vuelve excepcionales. Sólo las torres de las iglesias compiten con ellas en la disputa por el título de montaña, como ironizaba el cantante Jacques Brel.

Uno de estos montes, el Mont Noir, así llamado por la abundancia de pinos negros que oscurecen su cima, debe su discreto renombre a dos hechos bien opuestos: ser paraíso de compras de tabaco y bebidas alcohólicas durante los fines de semana, y haber albergado la residencia familiar de la gran escritora Marguerite Yourcenar, autora de Memorias de Adriano.

El pueblo que corona la colina parece sacado de un relato de ciencia-ficción en el cual el tiempo se hubiera detenido. En pleno espacio Schengen, en medio de la Europa sin fronteras, la carretera-calle en torno a la cual se reú-nen los pocos edificios que componen el pueblo traza una especie de frontera perdida. En ella no hay más que restaurantes, bodegas, estancos y tiendas de souvenirs, y cada fin de semana su calma de decorado de película de Far West se rompe con el bullicio de automóviles y peatones. Una acera es territorio belga, la otra, francés. Y el espacio único europeo, logrado por la política, recupera sus diferencias gracias a los impuestos. Las menores tasas aplicadas por las autoridades belgas a las bebidas alcohólicas y al tabaco propicia ese semanal regreso de un pasado de vida fronteriza.

A menos de un kilómetro del happening comercial, Mont Noir ofrece su otra cara casi secreta: las ocho hectáreas del parque departamental Marguerite Yourcenar, una zona boscosa en la que abundan robles, hayas y castaños, que desciende entre pequeñas vaguadas hacia las planicies de las villas de Bailleul y de Saint Jans-Cappel. En pleno parque está el antiguo pabellón de los guardianes del château que fuera residencia de verano de la familia Yourcenar, el único edificio del conjunto arquitectónico que sobrevivió a los terribles bombardeos de la I Guerra Mundial que asolaron la zona.

Porque la serena planicie y las amables lomas de los montes flamencos esconden un pasado atroz: haber sido escenario de terribles batallas desde los tiempos en que los tercios españoles luchaban en las guerras de religiones. Sus campos están moteados de pequeños cementerios que acogen los cuerpos de miles de soldados aliados muertos en las dos guerras mundiales, uno de los cuales se halla en el mismo parque de Mont Noir.

Marguerite Yourcenar describió el horror de aquella guerra que vivió de niña, pero es sobre todo la evocación de los descubrimientos de sus veranos infantiles lo que ha dado un lugar a Mont Noir en su obra. "Allí aprendí a disfrutar de todo aquello que aún hoy sigo amando", afirmó, "la hierba y las flores silvestres que crecen en ella, los huertos, los árboles, los bosques de abetos, los caballos y vacas en las praderas. (...) Aunque el francés ha sido mi instrumento como escritora, no puedo verme sin Flandes, sin el lugar en el que por primera vez me vi confrontada a la pureza y a la fuerza de los elementos".

Como si la propia tierra hubiera aprendido, gracias a la autora, la terrible lección de su pasado de división y violencia, Mont Noir y toda la región del Flandes francés se han convertido durante los últimos 20 años en punto de encuentro cultural, un rincón de intenso activismo literario europeísta. El pabellón de la antigua residencia Yourcenar, en cuyos hermosos locales se organizan también festivales y debates culturales, alberga una residencia de escritores por la que han pasado en los últimos 12 años más de un centenar de autores. Y el que durante años fuera director de la Residencia, Guy Fontaine, ha dado continuidad a ese activismo a través de la Asociación Lettres Européennes, que agrupa autores de todo el continente y se esfuerza en introducir la enseñanza de la Literatura Europea en los sistemas educativos, como herramienta pedagógica en la formación de la mentalidad de los ciudadanos de la Unión. Cultura y naturaleza, a la sombra de Marguerite Yourcenar.






Mont Noir, la casa de Yourcenar en Flandes




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Villa Adriana, Tívoli




Entrada núm. 1219
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

martes, 1 de septiembre de 2009

Falsos mitos

Hay mitos y mitos. Destruir los falsos mitos, los que se construyen sobre datos erróneos, tergiversados, mal intepretados o lisa y llanamente inventados o prefabricados con alevosía y premeditación es labor primordial de los historiadores.

Entre mis libros de cabecera hay uno, "Lecciones sobre la filosofía de la historia universal", de G.W.F. Hegel (1770-1831), al que le profeso especial estima. Lo tengo en dos ediciones, una de la Biblioteca Universal-Círculo de Lectores y otra de Alianza Universidad (Madrid, 1980).

Es en esta última en la que figura un extenso y clarificador prólogo del filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955) en el que hay una frase que contrapone la labor del "filósofo" a la del "historiador". No me me resisto a reseñarla: "Tener 'ideas' es cosa para los filósofos. El historiador debe huir de ellas. La idea histórica es la certificación de un hecho o la comprensión de su influjo sobre otros hechos. Nada más, nada menos".

Hoy, uno de septiembre, se cumplen 70 años justos de la entrada de los ejércitos alemanes en Polonia, y con ello del inicio de la II Guerra Mundial. El historiador Ángel Viñas dedica hoy en El País a la efemérides un documentado artículo titulado "Un tiempo de sangre y fuego" en el que desmonta algunos falsos mitos, entre ellos, el existente sobre el pacto Stalin-Hitler que para algunos fue el paso previo necesario para la invasión, pero también sobre otros antecedentes que tuvieron como escenario la guerra civil española de 1936-1939.

Espero que les resulte interesante. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos.
(HArendt)




El historiador Ángel Viñas




"UN TIEMPO DE SANGRE Y FUEGO", por Ángel Viñas
EL PAÍS - Opinión - 01-09-2009

Los mitos siguen impidiendo analizar por qué Stalin pactó con Hitler y se inició hace 70 años la II Guerra Mundial. Los republicanos españoles acertaron: lo que pasó aquí fue el preludio de lo que sucedió en Europa.

El 1 de septiembre de 1939 es la fecha convencional del estallido del segundo conflicto mundial cuando las tropas alemanas invadieron Polonia. Y, 48 horas más tarde, Reino Unido y Francia declararon la guerra al Tercer Reich. El mundo en que vivimos es tributario de las repercusiones de la época que entonces dio comienzo.

En términos numéricos la historiografía sobre la II Guerra Mundial ha sobrepasado la generada por uno de los conflictos que le precedieron, el español, pero todavía subsisten autores que disminuyen la relación entre una y otro. Suelen ubicarse entre quienes defienden la racionalidad de la política de apaciguamiento de los dictadores fascistas que impulsó uno de los más desastrosos políticos británicos del siglo XX, Neville Chamberlain, o entre quienes sobreenfatizan el trastocamiento de frentes que se produjo en la escena europea en comparación con la española.

La diferencia sustancial suele ligarse en el último caso al cambio de alineación de la Unión Soviética, que pasó de oponente de la expansión fascista a presunta promotora del pacto Molotov-Ribbentrop del 23 de agosto de 1939. Éste, innegablemente, permitió a Stalin mantenerse al margen de lo que no tardó en caracterizar, de forma mendaz y camelista, como guerra intra-imperialista.

Se trata de una explicación favorecida por los historiadores franquistas y neofranquistas, empeñados en presentar ayer y hoy el conflicto español como una pugna grandiosa contra el comunismo. Tal interpretación se mantuvo del principio al fin y la propagaron policías, soldados, clérigos, periodistas y académicos complacientes. Fue la pieza esencial para defender la contribución de Franco a la defensa del mundo libre durante la guerra fría. Un centinela de Occidente. El primero y más preclaro.

Es labor del historiador sustituir el mito por el dato, la construcción político-ideológica por la reconstrucción documental. En los archivos que han ido abriéndose en los últimos años surgen evidencias que permiten contrastar aquellos planteamientos.

Investigadores ingleses, norteamericanos, alemanes, franceses e italianos, entre otros, han analizado la génesis del pacto Molotov-Ribbentrop. No respondió a un proyecto oculto que el Kremlin hubiese acariciado mientras los españoles se entremataban. Fue el resultado de una valoración muy fría de Stalin en tres circunstancias precisas: a) La profunda suspicacia ante el comportamiento de Chamberlain unida al desencanto por el fracaso del apoyo a la República dada la timidez de las potencias democráticas en generar una respuesta robusta a la expansión fascista. b) La renuencia de Londres y París en llegar a un acuerdo de defensa mutua, nuevo objetivo tras el mero fortalecimiento de la política de seguridad colectiva, hundida después de los acuerdos de Múnich en septiembre de 1938. c) Los intensos esfuerzos nazis de seducción del Kremlin para llegar a un acuerdo, primero en el plano económico y comercial pero desde julio de 1939 también en el plano político y de seguridad.

Dado que sus espías tenían al corriente a Stalin de las reflexiones que iban desarrollándose en Alemania para conseguir su neutralidad ante el ataque contra Polonia, en un rasgo de supremo jugador oportunista optó por aproximarse a Hitler y echar por la borda la estrategia que había seguido durante los cinco años precedentes. La mutación produjo una conmoción inmensa en los partidos comunistas nacionales. Muchos de los españoles no la soportaron. En Francia los comunistas fueron objeto de una colérica persecución, que también afectó a los exiliados republicanos.

El resultado, desde el punto de vista de los inmediatos intereses soviéticos, fue espectacular: dividida la Europa oriental en zonas de influencia respectivas a tenor de lo previsto en dos protocolos secretos (el primero anejo al pacto), los rusos invadieron Polonia y no tardaron en extender su incipiente glacis imperial también a los países bálticos, algo que estos nuevos miembros de la UE no han olvidado. Les costó sudor y lágrimas, eso sí, vencer la tenaz resistencia finlandesa. Al avanzar sus fronteras hacia el oeste, en teoría, aunque no en la práctica, la URSS hubiera debido estar en mejores condiciones para hacer frente a la máquina de guerra nazi. Stalin no las aprovechó. Dos años después la Wehrmacht lo comprobaría.

¿Y desde el punto de vista opuesto? La versión convencional afirma que fue el pacto Molotov-Ribbentrop la clave que hizo posible la agresión alemana y, por ende, el conflicto que el apaciguamiento había tratado de evitar. Sin embargo, la decisión de Hitler de atacar Polonia estaba tomada en firme. El pacto con Stalin cumplió no sólo funciones externas sino también internas. Dos fueron fundamentales: a) Tranquilizar a los sectores todavía no suficientemente nazificados. b) Asegurar el suministro ininterrumpido de materias primas, pues la hambrienta economía alemana no aguantaría sin ellas el ritmo de rearme dado el estrangulamiento exterior. Lo que dio el tono fue que Hitler temía que la ecuación estratégica terminaría tornándose en contra suya si esperaba. Contaba con que las potencias democráticas no hicieran efectiva sus garantías a Polonia, pero incluso cuando fue acumulándose la evidencia de que tal no sería el caso no se echó para atrás.

Quienes tuvieron razón fueron los republicanos españoles. Desde principios de septiembre de 1936, cuando confirmaron que de los triunfos militares de Franco eran partícipes las potencias fascistas, no se cansaron de subrayar que lo que pasaba en España era el preludio de lo que tarde o temprano terminaría ocurriendo en Europa. No era propaganda. Fue una valoración genuinamente sentida por la mayor parte de quienes conocían las realidades internacionales de la época, ya fuesen políticos, funcionarios o dirigentes de partidos. Nunca tuvieron éxito. Como señaló Orwell, los escenarios que la izquierda británica aclaraba en panfletos de tres peniques no penetraron en la conciencia de los decisores últimos de las potencias democráticas y, en particular, de Chamberlain y su guardia pretoriana. Las voces discrepantes, que hubo y muchas, tampoco lograron nada. Ni las dimisiones, a veces sonadas.

El caso francés fue igualmente emblemático. Hace ya años que Duroselle acuñó el concepto de "decadencia" para caracterizar su política exterior y de seguridad. El temor ante y la fascinación por el fascismo corroyeron la capacidad de decisión autónoma, debidamente trabajada por los británicos. Uno de los más nefastos políticos de la época, Georges Bonnet, ilustra hasta qué punto vivir en dependencia se había convertido en el destino de Francia.

Sólo los republicanos, abandonados a su suerte, hicieron ver que la contención del fascismo no era del todo imposible. Cinco meses después de que la época de sangre y fuego individualizada llegara a la inevitable conclusión a que la condujo en España la no intervención, para empezar otra más solapada bajo la Victoria, tocó el turno a franceses y británicos. Sus estrategias fueron un fracaso total. No se doma a un tigre hambriento por el mero hecho de echarle carnaza.

Nada de lo que los historiadores han ido desentrañando ha impedido que continúe la manipulación del pasado. Las conveniencias del presente se imponen en el mundo político e ideológico cuando no mediático. El pacto Molotov-Ribbentrop es un ejemplo. La Guerra Civil española otro. Hay que penetrar en lo que hubo detrás de los hechos y derribar los mitos.

Un historiador británico, Adam Tooze, se ha "cargado" algunos de los relacionados con el Tercer Reich y su conducción de la guerra. No es otro el destino que aguarda a las interpretaciones neo-franquistas sobre el conflicto español. En el plano científico está en juego cómo en el futuro deberá presentarse una historia que sigue manipulándose. En el plano ético el antecedente de los valores democráticos, entonces ahogados con sangre y fuego. Y en el ámbito metapolítico la determinación de cuál sea la experiencia colectiva con que cabe entroncar los orígenes de nuestra democracia. No fue la franquista.





1/9/1939: Tropas alemanas entran en Polonia




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Entrada núm. 1218
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

jueves, 27 de agosto de 2009

Tu rostro mañana

Veintidós meses he tardado en leer la inmensa aventura de Jacobo Deza, un español, antes profesor en Oxford, al servicio de una oficina sin nombre -casi invisible- de la Inteligencia Militar británica, la archi-famosa "MI6", ya finiquitada por obtusa y anacrónica la mayor parte de su función primordial, pero que sigue trabajando no se sabe muy bien para qué ni para quién. Jacques, Jacobo o Jaime Deza es el personaje creado por el escritor Javier Marías para protagonizar su trilogía "Tu rostro mañana". Una inmensa obra no sólo por su tamaño, 1606 páginas, sino por su calidad y vigor literarios. La he leído en tres tandas sucesivas, a una por año. La primera, "Tu rostro mañana. 1. Fiebre y lanza" (Suma de Letras, Madrid, 2004), en Gran Canaria, durante las navidades de 2007. La segunda, "Tu rostro mañana. 2. Baile y sueño" (De Bolsillo, Barcelona, 2008) en Punta Umbría, Huelva, en septiembre de 2008, durante unos días de vacaciones con mi hija Ruth y su marido Ramón. La tercera y última, "Tu rostro mañana. 3. Veneno y sombra y adios" (Alfaguara, Madrid, 2007), en mi casa de Las Palmas durante las últimas cuarenta horas, en las que a pesar de notables vicisitudes familiares, o quizá por ellas, no he podido abandonar la lectura de sus 707 páginas hasta concluirla. Ni que decir tiene que me ha encantado, aunque mi obra preferida de todas las suyas leídas por mi leídas, sigue siendo "Mañana en la batalla piensa en mi" (De Bolsillo, Barcelona, 2006).





Portada del tercer tomo de "Tu rostro mañana"




"No debería uno contar nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el mundo, o que sí pasaron pero estaban ya medio a salvo en el tuerto e inseguro olvido. Contar es casi siempre un regalo, incluso cuando lleva e inyecta veneno el cuento, también es un vínculo y otorgar confianza, y rara es la confianza que antes o después no se traiciona, raro el vínculo que no enreda o anuda y así acaba apretando y hay que tirar de navaja o filo para cortarlo". Con estás palabras se inicia "Tu rostro mañana". Las finales, 1606 páginas después..., que se hacen cortas. Se las recomiendo. Y espero que las disfruten.

En este enlace pueden ustedes ver y escuchar su discurso de entrada en la Real Academia Española.

Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos.(HArendt)




El escritor y académico Javier Marías



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Entrada núm.1215
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura", (Voltaire)

lunes, 24 de agosto de 2009

Tinto de Verano: Risa boba

¿Nunca les ha entrado a ustedes un ataque de risa, de esa risa tonta, incontenible, provocada por la nimiedad más absurda, en el momento más inoportuno e imprevisible? ¿Por ejemplo, en pleno funeral de un ser querido, en el momento más dramático de una representación teatral, en plena reunión formal de trabajo o en el instante crucial de una intervención académica?... No me digan que no, porque no me lo creo... Nos ha pasado a todos; a ustedes también, con seguridad. Lo que ocurre es que no quieren recordar la inmensa vergüenza que sintieron ante las airadas miradas de reconvención de los presentes...

Disfruten de este Tinto de Verano de la novelista Alicia Giménez Bartlett. Se titula "Prolegómenos", y lo publicó en El País del pasado 11 de agosto. El dibujo, como siempre, de César Fernández Arias. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)




La escritora Alicia Giménez Bartlett




"PROLEGÓMENOS", de Alicia Giménez Bartlett
EL PAÍS - 11-08-2009

Hallamos el cadáver de la chica en medio de un charco de sangre. Un comienzo clásico, como se ve. Nos había llamado la señora de la limpieza, aterrorizada, cuando acudió por la mañana a trabajar. Segundo rasgo habitual. A partir de ahí las características de lo que era sin duda un asesinato tomaban su propio camino, ciertamente original. A la víctima le habían asestado varias puñaladas por todo el cuerpo, y como colofón, el criminal se había entretenido en darle seis tajos superficiales en el cuello, muy uniformes en profundidad y longitud. ¿Una firma, un mensaje encubierto? Mi compañero, el subinspector Fermín Garzón, reaccionó frente al cuerpo a su modo personal: una blasfemia arropada por varios tacos ligeros que demostraban su rechazo del crimen y su piedad por la mujer. Completado el rito funerario se volvió hacia mí:
-Inspectora Delicado, ¿puedo encender la refrigeración?

-Ni de coña, ¿para qué lo pregunta? Ya sabe que si somos los primeros en llegar no se puede tocar nada.

-Es que hace un calor de la hostia. Yo así soy incapaz de investigar. Además, ya me dirá usted si no es mejor para las posibles pruebas estar fresquitas y en plenitud, en vez de tener signos de descomposición.

Su sentido de la ciencia policial era penoso, pero por no oírlo despotricar accedí. Llamamos a la Científica, al forense y al juez. Mientras llegaban dimos vueltas por la estancia en una inspección ocular inicial. Había sillas volcadas y envases rotos cuyo contenido se derramaba por el suelo creando una atmósfera llena de efluvios de esencias y alcohol. La víctima probablemente se había resistido a su agresor. La decoración era la típica de aquel tipo de local: colores chillones en las paredes con predominio del rosa, muchos espejos orlados de luces, fotografías de chicas hermosas y algún escalofriante detalle coquetón que abofeteaba el buen gusto. Un montón de botellas en las estanterías. También la muerta hacía ostentación de su quehacer: muy maquillada, un moño complicado de cabello teñido de rubio, minifalda a la moda, taconazos... En la puerta habíamos dejado al policía Domínguez, que de repente asomó la cabeza.

-Inspectora Petra, ha llegado el de sucesos de Las noticias. No es el de siempre, es un chico jovencito.

-¡Joder, un becario! Se dedicará a preguntarnos chorradas tipo CSI.

-No sea tan dura, jefa; todos hemos empezado. A lo mejor el chico es listo.

-De todas maneras, Garzón, éste es un país de mierda, ¿por qué tiene que llegar antes el plumilla que el puto juez?

La testa de Domínguez se materializó de nuevo en el dintel:

-Que dice este muchacho que si han encontrado algún pelo para analizar.

Nos miramos perplejos y estallamos en carcajadas.

-Dígale que sí, que de pelos nos vamos a hinchar.

-Ya ve cómo no me equivocaba, Fermín, éste no sabe ni leer.

Cuando llegó el juez a la peluquería de barrio Glamour nos encontró en pleno ataque de hilaridad. Creo que no le pareció muy adecuado.




Dibujo de César Fernández-Arias




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Entrada núm. 1214
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura", (Voltaire)

viernes, 21 de agosto de 2009

Teólogos

En mi penúltima entrada del blog prometí comentar "Verdad controvertida. Memorias" (Editorial Trotta, Madrid, 2009), del teólogo suizo Hans Küng, cuya lectura de 764 páginas acababa de concluir, y que abarcan el período 1968-2008. Al final de su libro anuncia el deseo de afrontar una tercera y definitiva entrega de las mismas, si Dios quiere, que espero poder disfrutar.

No es, evidentemente, un libro de Teología (la ciencia que trata de Dios, sus atributos y perfecciones), pero son las memorias de un teólogo, y la teología surge a cada paso de las mismas. Ya comenté en la entrada citada como llegué a sentir la profunda admiración que tengo por Hans Küng por su forma de entender el mensaje cristiano y presentarlo al hombre de hoy, su honestidad y su valentía. No voy a reiterarme en ello.

Este segundo tomo de las Memorias que comento ahora abarca un período de cuarenta años de la vida de su autor, y en él pueden rastrearse los hitos que le llevaron a la publicación de obras tan fundamentales de la teología cristiana como "Ser cristiano" (Ediciones Cristiandad, Madrid, 1974), "¿Existe Dios?" (Ediciones Cristiandad, Madrid, 1978), o "¿Infalible? Una pregunta" (Editorial Herder, Buenos Aires, 1971), pero asimismo los avatares de su larguísimo período de docencia, que aún continúa, en la Universidad alemana de Tubinga y una exposición detallada de sus estudios, conferencias y viajes por todo el mundo.

Pero es también el relato pormenorizado de un enfrentamiento con la jerarquía romana, que se inicia con el papa Pablo VI una vez finalizado el concilio Vaticano II, a cuenta de la prohibición de los anticonceptivos, la oposición al celibato opcional de los clérigos, o la reiteración de la infalibilidad pontificia como dogma. Esos serán sus tres grandes caballos de batalla con la Congregación para la Doctrina de la Fe (la Inquisición contemporánea) romana, y los que acabarán por acarrearle la prohibición de enseñar Teología católica en el seno de la iglesia, en sentencia dictada contra él en plena Semana Santa de 1980 por el papa Juan Pablo II.

Contra lo que pueda parecer, este segundo libro de sus Memorias no es un ajuste de cuentas especialmente centrado con quien fuera compañero suyo en las tareas docentes de la Facultad de Teología de la Universidad de Tubinga, Josep Ratzinger (el hoy papa Benedicto XVI), aunque las críticas al mismo y sus posicionamientos teológicos sean constantes, sino más bien y sobre todo, contra la Curia romana, el gobierno de la Iglesia, a los que acusa sin ambages de tener secuestrados a los papas.

De éstos, de los obispos y cardenales de la Curia, llega a decir que Dios les trae absolutamente sin cuidado pues lo único que les importa es "su" Iglesia; o que la obediencia que se predica en su seno (el de la Iglesia) no es a Dios o la propia conciencia sino al del señor Obispo. Sobre el trato dado a los teólogos potencialmente disidentes, añade una observación crucial: dice que a la Curia romana le trae absolutamente sin cuidado lo que éstos personalmente crean siempre que, al menos, estén callados (en "silentium obsequio-sum": en obediente silencio) especialmente si se refieren al Sumo Pontífice.

Muy crítico con los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II, por motivos muy distintos, el uno del otro (del segundo viene a decir que sus gestos de humildad eran puro teatro de cara a la galería mediática, y del primero, que se dejó manipular por la Curia), con el Opus Dei es de una dureza inusitada. Llega a calificarlo de organización secreta católico-fascista, deseosa de hacer olvidar el concilio Vaticano II, de reclutar a sus miembros con dudosos procedimientos, de exhortarlos a desdeñar la sexualidad, mortificarse y menospreciar a las mujeres, y sobre todo, de perseguir el poder absoluto en el seno de la Iglesia. No mejor parado sale su fundador, monseñor Escrivá de Balaguer, canonizado por Juan Pablo II en un tiempo récord haciendo caso omiso, añade, de los testimonios críticos y saltándose las normas eclesiásticas, a quien califica de hombre despótico.

¿Ha cambiado mucho la posición de la Iglesia en tan controvertidas cuestiones como las reseñadas con el papa Benedicto XVI? No puedo opinar con veracidad porque este mundo de la iglesia me resulta bastante ajeno, pero por lo que observo, leo y escucho, tengo la impresión de que no. Esa es la impresión de muchos teólogos, y en concreto, entre otros, la del periodista y teólogo español Juan Arias, de quien reproduzco más adelante su artículo "¿Por qué la Iglesia teme a los diferentes?" publicado en El País el pasado 8 de agosto. Espero que les resulte interesante. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





El teólogo suizo Hans Küng




"¿POR QUÉ LA IGLESIA TEME A LOS DIFERENTES?, por Juan Arias
EL PAÍS - Opinión - 08-08-2009

A la jerarquía católica le da miedo todo lo que se salga del orden por ella trazado en la liturgia, la fe, la familia, el sexo. Sin embargo, el profeta de Nazareth en el que se inspira fue un ser distinto, un heterodoxo.

Con el papa Benedicto XVI, el miedo de la Iglesia católica hacia los diferentes se ha agudizado. Se estudian incluso nuevas formas de castigo a los sacerdotes que se casen civilmente. A Roma le da miedo todos los distintos, los que disienten de las rígidas normas de conducta por ella trazadas. Teme a los diferentes sexuales: gays, lesbianas, transexuales, prostitutas; a los diferentes religiosos: ateos, agnósticos, animistas, protestantes, judíos o musulmanes. Le irritan los divorciados, los sacerdotes que dejan los hábitos, las mujeres que abortan, los que practican la eutanasia, los suicidas, los adúlteros, los drogadictos. Arrecia sus castigos contra todos ellos.

Viví de cerca el drama de un embajador español ante el Vaticano, que se había separado de su mujer y se acababa de enamorar de otra. Lo vi algunas semanas desesperado. Pasó, de ser considerado un embajador simpático, preparado y fiable a ser persona non grata. Desesperado y desorientado, pidió ayuda y consejo a un alto prelado de Roma. "Hijo mío, eso tiene sólo una solución y está en las manos de Dios", le espetó con la mayor naturalidad. Se refería a que Dios tendría que enviar la muerte a su ex mujer, para que pudiese casarse con la otra. El embajador saltó del sillón horrorizado.

¿De dónde nace este miedo al diferente en la Iglesia, cuando Jesús de Nazareth, en quien dice inspirarse, era un ser diferente, que actuaba fuera de las normas, más aún, estaba contra las normas de su iglesia, la judía, cuando consideraba que contradecían la libertad del hombre? Se pronunció contra la ley del sábado, sagrada para los creyentes judíos; contra los sacrificios de animales en el Templo y las especulaciones económicas derivadas de aquellos sacrificios. La tomó a latigazos contra aquellos mercaderes.

A la Iglesia le da miedo todo lo que no se encuadra en el orden por ella trazado. Le gusta sólo la familia tradicional, por ejemplo, y cualquier intento de búsqueda de nuevas formas de relación humana más aptas a la mentalidad del tiempo, lo castra antes aun de ponerlo en discusión.

Lo mismo ocurre con el doloroso modo de la mujer de deshacerse de una gestación que puede ser su muerte psíquica, social o física. Y aún aquí la Iglesia tiene dos pesos y dos medidas, si se trata de una mujer seglar o de una religiosa. ¿Qué aconseja a los responsables de las monjas que, por ejemplo, en las Misiones, son violadas y quedan embarazadas? ¿Les deja libertad para dar a luz a ese hijo? ¿Qué haría con él la religiosa a la que no podría echársele de la Congregación pues había sido injustamente agredida? Me consta, de buenas fuentes que Roma da normas secretas a sus obispos al respecto.

En lo relativo al celibato obligatorio para los sacerdotes, se trata de algo realmente absurdo históricamente ya que sabemos que no sólo Jesús, los apóstoles y los primeros Papas estaban casados, sino también los obispos en los primeros siglos del cristianismo. Lo único que se les pedía a esos obispos casados era que tuvieran una sola mujer, para dar ejemplo a los fieles. ¿Cabe mayor hipocresía que el caso de dos parroquias en una misma ciudad, en las que en una, el sacerdote puede estar casado porque se convirtió del protestantismo al catolicismo cuando ya estaba casado, y en la de al lado el cura católico, que si quiere casarse, tiene que dejar la parroquia y el sacerdocio?

Al Jesús hombre, la Iglesia lo divinizaría más tarde para cubrir sus flaquezas. Él nunca se dijo Dios, sólo "hijo del hombre" que en arameo significa uno como los demás. Lo divinizó para cubrir sus miedos, a la muerte por ejemplo: sudó sangre de pavor en el Huerto de los Olivos y pidió a Dios que le ahorrase los horrores de la crucifixión. No era un héroe. Fue tildado de bebedor y comilón. En ninguna circunstancia de su vida fue un hombre de orden. Fue un antisistema. Su vida y sus dichos eran una paradoja y una contradicción. Arremetió contra la familia tradicional, algo sagrado entre los judíos: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" (Lucas 13,31ss), se preguntaba. Defendía a las mujeres adúlteras (Juan 8,3ss) contra la hipocresía de los fariseos, y exaltaba a las prostitutas: "Ellas tendrán un lugar mejor que vosotros en el Reino de los Cielos" (Mateo 21,31). Era amigo de todos a los que el sistema y el Templo marginaba, de los considerados de mala reputación como publicanos y pecadores.

Fue tachado de todo lo que puede ser acusado un diferente. Sobre todo fue considerado un endemoniado y un loco y en aquel tiempo la locura daba más miedo y producía más rechazo que hoy. Lo consideraban loco sus mismos hermanos: "está fuera de sus cabales", decían de él, como se lee en Marcos 3,20. Tan loco que los suyos fueron a recogerlo para llevárselo a casa. Tan fuera de sí, que quisieron despeñarle. Llegaron hasta a apedrearle, algo muy serio en aquel tiempo si se piensa que la pena de muerte más conocida entre los judíos era la lapidación o apedreamiento. La muerte en la cruz no era judía, era romana.

La Iglesia ha tenido y sigue teniendo miedo del Jesús hombre. Profesa que "se encarnó", que nació de una mujer, que tuvo todas las pasiones humanas, pero en realidad, cubre su humanidad con un tupido velo divino, para alejarlo de los hombres. Para los de su tiempo, Jesús era un profeta loco, que había salido de una aldea insignificante como Nazareth cuyo nombre ni aparecía en los mapas de aquellos tiempos, que no tenía miedo al poder al que más bien desafiaba. Al rey Herodes que le mandó un aviso para que dejase de predicar, les respondió llamándolo "zorra". Lo desobedeció.

Jesús no era un diplomático, ni hombre de medias tintas. Tenía alergia a la hipocresía y a la violencia. No condenaba, salvaba. No soportaba a los que juzgaban a los demás. Lo perdonaba todo. Sufría viendo sufrir. Curaba las enfermedades. No tenía miedo de la alegría, de la felicidad, ni del sexo. Multiplicó el vino en las Bodas de Canaá para que siguiera corriendo la fiesta. No dejaba ayunar a sus apóstoles. Comía y bebía en las mesas de los ricos fariseos, aunque personalmente era pobre, sin casa y a veces sin qué comer. Era un inconformista.

¿Cómo encajar este perfil del hombre-Jesús, un verdadero diferente en su sociedad, en la Iglesia católica, que aparece cada día más lejana de sus orígenes, con sus condenas, con sus alergias a todo lo que no comulga con ella, con sus adversiones al sexo, con su miedo a los que no piensan como ella, con su arrogancia de creerse la única fe verdadera?

Los Evangelios son escritos que la Iglesia considera inspirados por Dios, pero en la práctica los teme. Quizás por ello, poco a poco, los ha ido endulzando, tergiversando o sustituyendo por la teología, por el derecho, por los catecismos, por las encíclicas, por las bulas, por millones de decretos, generalmente de condenas.

Hasta a Francisco de Asís, el santo más parecido al profeta de Nazareth, que no quería para sus discípulos más reglas que las que están escritas en los Evangelios, le obligó el Papa de entonces a sintonizar con la Iglesia oficial de Roma. Le obligó a escribir una Constitución para su nueva Orden. A la Iglesia nunca le han bastado los Evangelios.

A mi mujer, autora de libros de poesía la invitaron una Navidad a ir a visitar un manicomio femenino de Río. Colocaron una mesita con sus libros para que los locos pudieran abrirlos y leer algunos de sus versos. Le pusieron a una enfermera de protección. No hizo falta. La poesía fue su mejor calmante aquel día. Una esquizofrénica, tras haber leído uno de sus poemas se le acercó y le dijo: "Dime la verdad, tú tienes que ser una loca como nosotras para poder escribir estas cosas".

Existe la locura del arte, la locura de la ciencia, la locura de la pasión amorosa, la locura por las aventuras, la dura locura de la mente. La de Jesús era la locura por todos los marginales, por los diferentes y sus debilidades. ¿Y la locura de la Iglesia? Desgraciadamente, la de la Iglesia oficial, la de la Iglesia de Roma, la de Benedicto XVI -no la de las periferias- sigue siendo más bien la locura del poder y de los anatemas. Aquel Jesús diferente, se ha quedado ya muy lejos de ella.





El teólogo español Juan Arias




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Entrada núm. 1212

"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

martes, 18 de agosto de 2009

Unos días de descanso...

Me estoy tomando unos días de descanso en la publicación del blog. Tres años, día a día, se hacen pesados. No es que el esfuerzo requerido sea excesivo, pero percibo un evidente agotamiento de ideas por mi parte. Cuestión diferente es el hecho de que "no sean buenos tiempos para la lírica", como dijo alguien... Y como no tengo muy claro si merece la pena seguir, me he tomado un pequeño período de reflexión. ¿Cuanto tiempo? Pues la verdad es que no lo se...

En el ínterin, he terminado de leer "Verdad controvertida. Memorias" (Trotta, Madrid, 2009), del teólogo suizo Hans Küng, que espero comentar más extensamente en breve, y comenzado a releer "Orwell: 1984. Reflexiones desde 1984" (Espasa-Calpe/UNED, Madrid, 1984), una obra colectiva co-editada por dos prestigiosos profesores de mi "alma máter": Carlos García Gual y Ramón García Cotarelo, el mismo año en el que se cumplía la fecha que daba origen al título de la famosísima novela del británico George Orwell.

También me ha dado tiempo a realizar algunas excursiones interesantes, El 25 de julio, día de Santiago, con mi mujer, dos de sus hermanas, y el marido de una de ellas, desde Las Palmas hasta Tunte, la pequeña y bella capital del municipio de San Bartolomé de Tirajana, en el que yo resido. Tunte se encuentra a unos veinticinco kilómetros de Maspalomas y 900 metros de altura sobre el nivel del mar, subiendo desde la costa hacia el interior de la isla por el barranco de Fataga, aunque nosotros lo hemos hecho desde Las Palmas por Agüimes, Temisas y Santa Lucía, unos 55 kilómetros.




Santiago procesionando en Tunte




Dos días después, mi mujer y yo, circunvalamos de una tirada por tercera o cuarta vez, no estoy muy seguro pero en todo caso hace ya mucho tiempo, la isla de Gran Canaria. Son 180 kilómetros, más o menos la mitad de subidas, bajadas y curvas cerradas sobre los acantilados del suroeste de la isla. Salimos desde Las Palmas a las 9 de la mañana, y en dirección norte-sur, por la autovía GC-1, bajamos hasta el Puerto de Mogán, y desde allí, abandonamos la costa para adentrarnos, ya por carretera convencional, hasta La Aldea de San Nicolás, a 110 kilómetros de Las Palmas, en la costa oeste de Gran Canaria. La Aldea de San Nicolás es quiza la población más aislada, secularmente, de la isla. De la complejidad de llegar hasta ella puede dar idea el hecho de que los autobuses de servicio interurbano que la comunican con el resto de las poblaciones de la isla y con la capital, hacen su recorrido desde Las Palmas en dirección norte-sur-oeste (110 km.) en lugar de hacerlo por la ruta norte de la isla (Las Palmas-Gáldar-Agate-La Aldea, de apenas 70 km.). Después de dar un paseo por su puerto y tomarnos un café, volvemos a Las Palmas por la costa norte, bordeando los famosos acantilados del Andén Verde, cortados a pico sobre el mar, a más de 500 metros de altura. A las dos de la tarde descansábamos del paseo en nuestra casa de Las Palmas.




El puerto y la playa de La Aldea de San Nicolás




Y el pásado sábado, Día de la Ascensión, (la fiesta "nacional" del independentismo nacionalista canario) la familia al completo (mi mujer, mis dos nietos, mis hijas, sus maridos y una cuñada) en dos coches, y saliendo de Las Palmas, subimos por Telde, Lomo Magullo, Cazadores y la Caldera de los Marteles hasta el Pico de las Nieves, en la cumbre central de Gran Canaria, la máxima altura de la isla con sus 1949 metros sobre el nivel del mar. La vista desde el mirador en que termina la carretera es espléndida: hacia el sur, se percibe con claridad el Faro de Maspalomas, a treinta kilómetros de distancia (¡mi casa!, como decía el alienígena de "ET" señalando con su huesudo dedo hacia las estrellas...), y hacia el oeste, la visión del Roque Nublo y de la cumbre del Teide, en la isla vecina de Tenerife, la mayor altura de España con sus 3716 metros sobre el nivel del mar, resulta sobrecogedora.




El Roque Nublo y el Teide desde el Pico de las Nieves




Desde allí, en pocos minutos, descendemos hacia la Caldera de Tejeda para desviándonos hacia el Roque Nublo, parar en Los Llanos de la Pez. Bajo los pinos, montamos nuestro campamento, izamos la bandera de la familia (el león negro rampante de Flandes sobre fondo amarillo) y pasamos el día subiendo por las laderas, jugando con los niños, paseando, y zampándonos la comida que hemos traído de casa preparada por mi hija Ruth y mi mujer, para volver hacia Las Palmas pasadas las seis de la tarde. Espero que les gusten las fotos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)




La sección masculina de la familia en Los Llanos de la Pez




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