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jueves, 9 de julio de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Sobre la culpa. Publicada el 18 de abril de 2010



Monumento a las víctimas de Katyn, Breslavia, Polonia


Ayer tarde, dentro de su programa "Informe Semanal", TVE emitíó un reportaje sobre la muerte del presidente de Polonia, Lech Kaczynski, ocurrida hace unos días en un accidente aéreo en las cercanías de la ciudad rusa de Smolensko. Acudía allí en compañía de una nutrida representación oficial polaca para conmemorar junto con las autoridades rusas el 70 aniversario de la matanza de Katyn. Un hecho negado oficialmente por la Unión Soviética hasta 1990, en el que fueron asesinados varias decenas de miles de oficiales polacos. En apoyo del reportaje pusieron algunas escenas de la película "Katyn", del cineasta polaco Andrzej Wajda, estrenada en España el pasado año. Pueden verla, completa, desde este enlace.

En una de ellas se ve llegar hasta el bosque de Katyn, unos camiones con oficiales polacos prisioneros, se les obliga a descender de ellos, y uno a uno son conducidos hasta una línea de fosas abiertas en un calvero del bosque. Una vez ante ellas un soldado soviético les pasa un lazo por el cuello, tira fuertemente hacia atrás y con el cabo restante les ata las manos a la espalda, Otro soldado, de manera inmediata, les dispara un tiro en la nuca y les arroja a la fosa. 

Ha sido una escena de pesadilla que me ha impedido dormir durante toda la noche pasada. En cuanto cerraba los ojos mi mente la reproducía una y otra vez, sin descanso. Cientos o miles de veces. No lo se. Pero era automático; cerrar los ojos, y reproducirse la escena: lazo al cuello, tirón hacia atrás, manos atadas a la espalda y tiro en la nuca.

Me levanté de madrugada intentando escribir algo coherente sobre la culpa y el pecado, sobre si los sentimientos de pecado y culpa son individuales o colectivos, sobre si los hijos son responsables de lo que hicieron sus padres, y los pueblos de lo que hacen o hicieron sus gobernantes, sobre si se extinguen con el paso del tiempo o traspasan las generaciones pasadas, presentes y futuras. No he sido capaz. Y aquí estoy ahora, a las diez de la mañana, intentando exorcizar mis demonios... HArendt 




Iósif Stalin



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HArendt





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sábado, 4 de julio de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Historiadores y fastos patrios. Publicada el 9 de abril de 2010





Monumento a las Cortes y la Constitución de 1812, Cádiz


Hace unos días leía una frase atribuida al escritor norteamericano Mark Twain en la que se comentaba que había concluido una carta muy extensa con las siguientes palabras: "De haber tenido más tiempo hubiese sido más breve". Quizá sea ese mi problema: acuciado por mis obligaciones -siempre satisfactorias y agradables de abuelo a tiempo completo y de coyunturas familiares varias- al final las únicas horas de relativo sosiego de que dispongo son las de tantas y muchas de la noche. Y con ello, producto del cansancio, no dispongo del tiempo y paciencia suficientes para concretar mis digresiones literarias a unos justos términos de extensión...

A finales de los noventa, concluida hacía tiempo mi licenciatura en Geografía e Historia, me plantee la temeraria osadía de entrar en la universidad como docente. Se había sacado a concurso una plaza de profesor ayudante para la asignatura de Historia Contemporánea en la Universidad de Las Palmas y  entre la documentación que era preciso aportar figuraba la de presentar un programa detallado de un apartado cualquiera de la Historia Contemporánea de España para impartir en un curso académico.

Sin excesivo esfuerzo y con enorme ilusión elaboré un programa sobre Historia de España en el siglo XIX basado en dos textos académicos, libros que conocía bien, y que aún hoy me siguen pareciendo magníficas síntesis del acontecer español cultural, económico, político y social de ese siglo. Para mí, sin duda, el más significativo e importante de la Historia de España, pues fue aquél en que se fraguó la realidad, con todas sus luces y sombras, de la España de hoy.

Esos libros eran "La España del siglo XIX. 1808-1898" (Madrid, Espasa-Calpe, 1980) del profesor Vicente Palacio Atard, y el impresionante tomo 5 de la "Historia Crítica del Pensamiento Español. Liberalismo y Romanticismo. Siglo XIX: 1808-1874" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1993), del profesor José Luis Abellán. Desgraciadamente, en aquellos tiempos eso de los ordenadores era cosa de brujas y perdí la copia del programa, que supongo aparecerá un año de estos en cualquier lugar inesperado de mi ingobernable biblioteca familiar.

El mismo día en que se abría el plazo de presentación de las solicitudes me personé en el Departamento correspondiente de la Universidad. Allí me encontré con el secretario del mismo, que resultó ser un antiguo compañero de licenciatura en la UNED que me comentó entre jocoso, irónico, o simplemente cínico, que podía presentar mi solicitud si quería, pero que la plaza ya estaba decidida y pre-adjudicada de antemano a un becario de dicho Departamento...

Decliné la oferta y seguí con mi actividad profesional ordinaria hasta cumplir en ella 41 años, 2 meses y 8 días de servicio, y obtener mi merecida jubilación. Nunca más volví a intentar entrar en el tiovivo endogámico-incestuoso en que se ha convertido la universidad española desde hace décadas.

No estoy muy al tanto de cuales son los fastos conmemorativos que el gobierno y las instituciones políticas y culturales españoles preparan para el 200 aniversario del inicio de las Cortes de Cádiz,  que en septiembre se cumplen, y culminaron en 1812 con la aprobación de la primera Constitución liberal de Europa. Pero me temo que no van a estar a la altura que la circunstancia se merece.

El profesor Jean Meyer, de la División de Historia del Centro de Investigación y Docencia Económicas de México, escribe un brillante artículo con el título de "Al hilo de las celebraciones", que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior, sobre historia, historiadores y celebraciones patrias en el último número de Revista de Libros (el 160, abril de 2010). Y si bien lo hace comentando el libro "Historia y celebraciones. México y sus centenarios", (Tusquets. Ciudad de México, 2010) del historiador mexicano Mauricio Tenorio Trillo, y sobre el bicencentenario y centenario, respectivamente, de la Primera , de la Guerra de Independencia (1810) y de la Revolución mexicana (1910), muchas de sus reflexiones pueden generalizarse a cualquier acto de ese tipo. Entrecomillo los textos de ambos profesores, crítico y criticado, indiferenciadamente. Y espero que del contexto pueden percibir cuál pertenece a uno y cuál a otro; en cualquiera de los casos, ambos merecen la pena.

Para comenzar, "celebrar, conmemorar y recordar, no es lo mismo", dicen. Y añaden:  "cuando [nosotros] los historiadores participamos en centenarios y bicentenarios  funcionamos como ciudadanos, miembros de la ciudad, de la "societas civilis", más que como estudiosos. De actuar como historiadores puros -apuntilla-, vendríamos a perturbar el concierto memorioso de la celebración. [.../...] La empresa conmemorativa -siguen diciendo- no es ingenua, sino intencional, premeditada y funcional. ¿Qué vamos a celebrar, qué vamos a recordar? ¿Qué celebraron y recordaron las generaciones anteriores y las presentes?".

Un poco más adelante enfatizan: "Puede ser que, para quien aprende historia, la patria esté en lo que aprende; para quien escribe historia, la patria debe estar en poder discutirla y en nunca escribirla del todo, siempre reescribirla". "La historia y la patria son una forma de ceguera, también una forma de visión, irrenunciables. [.../...] Es el olvido tanto como la memoria nuestro laboratorio, el de los historiadores". Y concluyen: "Mientras no abandonemos la idea de que la identidad es la base de la memoria, la cultura o la historia verdadera, no existirán las condiciones para la aparición de un nuevo horizonte historiográfico".

Termino yo también por hoy: ¿Sería mucho pedir que el Ministerio de Cultura, la Real Academia de la Historia, las Cortes Generales, el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y/o la Junta de Andalucía promovieran y apoyaran una serie de RTVE que, superando el éxito de público de bodrios tan infumables como "Águila Roja" o "La conjura de El Escorial", recogieran en una cuidada y rigurosa recreación histórica los avatares políticos y personales de aquellos españoles que dieron lugar a las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812? Cosas más raras se han visto. Y discúlpenme, por favor, la digresión personal sobre mi fracasa aventura de acceso a lo docencia; no venía muy a cuento... HArendt




Oratorio de San Felipe Neri. Aquí se reunieron las Cortes de Cádiz


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jueves, 2 de julio de 2020

[A VUELAPLUMA] Arquetipos



Héctor amonesta a Helena y Paris. Jan Ferdinand Heyndrickx (1820)


En el A vuelapluma de hoy [Ulises, Lisístrata y otros héroes de nuestro tiempo. El País, 25/6/20] el periodista Guillermo Altares, comenta un reciente libro del acádemico de la RAE, historiador y filólogo, Carlos García Gual, en el que se bucea en la literatura griega para escoger cinco arquetipos favoritos, aún vigentes en el cine, el cómic o el relato de la gestión sanitaria de la pandemia. 

"La historia de una cultura -comienza diciendo Altares- se puede contar a través de los héroes que sus ciudadanos veneran o temen, de los relatos de personajes extraordinarios que se repiten a lo largo de los siglos. Es lo que hace Carlos García Gual (Palma de Mallorca, 77 años), helenista y académico de la lengua, en su último libro, La deriva de los héroes en la literatura griega (Siruela), un ensayo que se mueve en un apasionante terreno en el que se mezclan la historia, la literatura y el mito. Cada época de la literatura griega, con la que nace nuestra cultura, construyó un tipo de héroes diferente. Son personajes que fueron perdiendo poderes sobrehumanos hasta convertirse en seres normales capaces de hazañas extraordinarias. Esa lógica sigue vigente en nuestra cultura contemporánea, a través, por ejemplo, del cómic o del cine de superhéroes, pero también en las noticias, ahora que vemos a los sanitarios como los héroes civiles de la pandemia. García Gual lo sabe bien: el erudito, que lleva décadas trasladando el hechizo grecolatino al lector medio en español, pasó ingresado dos semanas en el hospital por coronavirus y ha superado la enfermedad, de la que se halla felizmente recuperado.

“Lo que muestra este libro es cómo la mitología está unida a la literatura y a la sociedad griega a lo largo de su historia”, explica por teléfono García Gual, catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid, autor de numerosas traducciones y ensayos, en los que de una forma u otra siempre emergen héroes y mitos como La muerte de los héroes o Sirenas. “La democracia quería un tipo de héroe como el héroe cómico, mientras que el mundo anterior, de aristócratas, buscaba héroes épicos. Son personajes que están unidos al devenir histórico de la sociedad griega”.

La historia de los héroes griegos se puede relatar a través de cinco personajes que apasionan a García Gual. Su libro, lleno de citas y de homenajes a autores que le ayudaron a navegar en el mundo de los héroes clásicos, contiene muchos más personajes, pero no disimula sus preferencias por estos cinco.

Héctor, el héroe derrotado que lucha por su ciudad: La Iliada, el gran poema épico de Homero, narra el enfrentamiento entre dos héroes, el aqueo Aquiles, hijo de un rey y una ninfa, frente a Héctor, el troyano, que se sabe derrotado y que, sin embargo, mantiene su lucha por algo mucho más importante que la gloria y el honor: su propia ciudad. Héctor se convierte así en el primer gran héroe cívico. “Enlaza con la ideología y los valores del patriotismo ciudadano”, explica García Gual. “Se alza como lo contrario de Aquiles, que lucha por su honor y quiere sobre todo que se le recuerde como el mejor. Héctor es un héroe más moderno, que combate por su ciudad, es un personaje de una nueva época. Es curioso que Homero muestre una gran simpatía por la figura de Héctor, que es mucho más humano”. Como resume en su libro, “en Héctor podemos ver la emergencia de un nuevo ideal de humanidad, de la concepción de que un hombre se realiza mejor en el servicio a la ciudad que a su propio honor”.

Ulises, el aventurero que no busca la aventura: De todos los héroes griegos, Carlos García Gual cree que el más perdurable es Odiseo o Ulises (en su versión latina). Se trata de un humano sin poderes físicos especiales, que ni siquiera busca la aventura, sino que solo quiere volver a casa y para eso utiliza la inteligencia. “Es el aventurero, el hombre astuto e inteligente, que tiene una serie de aventuras que él no buscaba, sino que se encuentra metido en ese mundo y sabe triunfar tanto ante los monstruos, como las seducciones femeninas, el mar o incluso el más allá”, señala. “Es el gran viajero. Para los griegos la figura que tienen como más representativa es Ulises. Viaja al más allá pero no le interesa, va allí casi como un turista porque se lo ha pedido Circe. Es interesante que Ulises no tenga mucho interés por el más allá, ni cuando Calipso le ofrece la inmortalidad si se queda con ella. La inmortalidad no le interesa mucho: lo que quiere es regresar. Ese gusto terreno de Ulises resulta muy moderno”.

Edipo, el héroe de lo absurdo: Edipo, al que García Gual dedicó un libro anterior, pertenece ya a un nuevo mundo helénico, que ha dejado atrás la épica para entrar en la tragedia. Para definir este momento recurre a una cita del francés Jean Pierre Vernant (un gran helenista que fue un héroe de la resistencia contra los nazis, pero que jamás se jactó de ello): “Cuando el héroe es puesto en tela de juicio ante el público, es el propio hombre griego quien, en el siglo V ateniense, se descubre problemático”. Este personaje de Sófocles refleja como ningún otro esa visión de un mundo cambiante: “Los héroes no son del todo buenos ni malos. Edipo, que quizás sea el más trágico, es un hombre que tiene una carrera heroica, y de pronto descubre que es un asesino y el culpable de las desdichas de Tebas y, sin embargo, no podemos decir que haya nada malvado en él. Es un personaje que creyendo hacer siempre lo justo se ha encontrado que se ha casado con su madre y ha matado a su padre”. Para el autor, forma parte de “los héroes del absurdo, que se enfrentan a un destino trágico en un mundo sin sentido”.

Lisístrata, la heroína que busca la paz: Con la comedia, un género que ha llegado hasta nosotros solo a través de 11 obras de Aristófanes, se abre una nueva época en el mundo griego, donde los protagonistas son tipos normales y corrientes que, sin embargo, acaban salvando a sus ciudadanos. “Frente al mundo de la tragedia, la comedia refleja más la vida de la ciudad, de la democracia”, explica García Gual, quien en su libro dedica un apartado a la heroína de la literatura griega Lisístrata, que encabeza una rebelión de las mujeres contra los hombres a los que privan de sexo hasta que dejen de guerrear. “Aristófanes presenta esas dos piezas, Lisístrata y La asamblea de las mujeres, con personajes femeninos que ocupan el lugar de los héroes, son heroínas de farsa. Para la Grecia clásica, es el mundo al revés porque las mujeres no participan de la vida política. Pero da entender que el mundo sería mucho mejor gobernado por ellas, porque buscan la paz”.

Alejandro, entre el mito y la historia: Con Alejandro Magno, Carlos García Gual cree que se acaba el mundo de los héroes helénicos. “Es el último gran héroe griego”, explica. Concentra en su grandeza las virtudes de los grandes personajes de la literatura griega: la fuerza de Heracles, la capacidad de exploración de Ulises, la muerte trágica de Héctor. Pero, apunta el profesor, presenta además una característica insólita: es un personaje real que, sin embargo, logra formar parte de la mitología. “Ese Alejandro que pasó de la historia al mito acaba por ser más importante que el Alejandro histórico”, señala. Y, allí, en ese inmenso terreno donde se mezclan la realidad y la imaginación, en el inabarcable campo de batalla de los grandes héroes, acaba el libro con un “relato que luego viaja por los siglos y las varias lenguas y literaturas mucho más allá del escenario en que surgió”.

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 








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miércoles, 1 de julio de 2020

[LORCA EN SU JARDÍN] Hoy, con El maleficio de la mariposa



Fotograma de la primera representación teatral de El maleficio de la mariposa


Concluidas las entradas dedicadas a Miguel de Cervantes y Benito Pérez Galdós, durante los próximos meses voy a ir subiendo al blog, en la medida de lo posible, toda la extensa obra teatral, poetica y narrativa de ese otro genio de la literatura en español que fue Federico García Lorca. Espero que la disfruten.

Federico García Lorca (1898-1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx. Como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español de ese mismo siglo, junto a Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió asesinado un mes después del golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil civil española.

Continúo hoy la serie con la obra teatral El maleficio de la mariposa, primera obra teatral de Lorca. Escrita en verso, fue estrenada el 22 de marzo de 1920 en el Teatro Eslava de Madrid, dentro de la programación del Teatro de arte de Gregorio Martínez Sierra y su esposa, María de la O Lejárraga. Con solo cuatro representaciones, abucheos incluidos, supuso un total fracaso para su autor. El texto es una parábola sobre la frustración, el amor y la muerte; los dos últimos son temas recurrentes en la obra de Lorca. Está protagonizada por unos insectos -cucarachas o "curianitas"- que proporcionan a la historia un ambiente inquietante, con aires de cuento infantil, pero en cuyo seno se encierra un drama profundamente humano, tal y como se advierte en el prólogo: ¿Por qué os causan repugnancia algunos insectos limpios y brillantes que se mueven graciosamente entre las hierbas? ¿Y por qué a vosotros los hombres, llenos de pecados y vicios incurables, os inspiran asco los buenos gusanos que pasean tranquilamente por la pradera tomando el sol en la mañana tibia? ¿Qué motivo tenéis para despreciar lo ínfimo de la Naturaleza? […] Dile al hombre que sea humilde. ¡Todo es igual en la Naturaleza!

Fue estrenada con figurines de Rafael Barradas y decorados de Mignoni tras ser rechazados los decorados de Barradas por La Argentinita,​ que realizaba los danzables de la obra en el papel principal de mariposa. La obra contó también con música incidental de Edvard Grieg, instrumentada por José Luis Lloret.

La obra consta de varios personajes como: Curianito, el Nene; Doña Curiana; Curianita Silvia; Alacranito, el cortamimbres; Mariposa; Curianas guardianas; Gusano número 1; Gusano número 2; Gusano número 3; entre otros. En una comunidad de curianitas -o cucarachas- destaca Curianito entre los demás por su vocación poética, siendo despreciado por el resto de miembros, entre ellos su madre y su pretendiente, la Curianita Silvia, a la que él rechaza sistemáticamente. La llegada de una mariposa con el ala rota, moribunda, supondrá un gran cambio para la visión que Curianito del mundo, que se enamorará profundamente, y, en el momento en que se declara, muere la mariposa en una danza (que en la representación encarnó La Argentinita), provocando a su vez la trágica muerte de Curianito.

La pueden leer desde este enlace, en la edición electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, tomada de sus Obras completas, Madrid, Aguilar, 1954También pueden disfrutarla, completa, en este vídeo del canal YouTube, puesta en escena conjuntamente por los grupos alcalaínos TELA y Maru-JASP, el 11 de enero de 2004, en la sala Margarita Xirgu de Alcalá de Henares (Madrid).





Monumento a Lorca en Madrid



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martes, 30 de junio de 2020

[A VUELAPLUMA] Censura



Fotograma de la película Lo que el viento se llevó


La crisis aún en curso debiera hacernos recordar la recomendación procedente del siglo de las Luces, y aún antes de Locke: el conocimiento racional necesita acotar el objeto de conocimiento para proceder a su explicación, comenta en el A vuelapluma de hoy [La historia y la imagen. El País, 24/6/20] el historiador y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Elorza. 

"La crisis aún en curso debiera hacernos recordar muchas cosas, -comienza diciendo Elorza- y entre ellas la recomendación, procedente del siglo de las Luces, y aún antes de Locke, consistente en que el conocimiento racional necesita acotar el objeto de conocimiento para proceder a su explicación. La razón es como una antorcha que movemos en la oscuridad, o como la sonda del piloto en la navegación, que no puede ni debe iluminarlo todo, sino aquello que nos permite seguir caminando en la noche o navegando. La reflexión es aplicable a la difusión de la pandemia como explicación, y también como prevención. Atengámonos al “análisis concreto de la realidad concreta” (Lenin). La amalgama es siempre gratificante para el que la utiliza, pero solo lleva a la confusión. Así es cierto que la actual catástrofe nos invita a afrontar los gravísimos problemas de conservación de la naturaleza y del propio planeta, pero la expansión mortífera de la covid-19 no tiene nada que ver con eso, sino con la supervivencia de usos alimentarios arcaicos en un país desarrollado, para el caso China, en el marco de la mundialización de los transportes. Las costumbres chinas de consumir bichejos sin el menor control sanitario, como la de origen mágico que extingue los rinocerontes por la estimación de sus cuernos, implican un asalto a la naturaleza, solo que de carácter bien distinto al asalto que llevan a cabo los grandes países por productivismo, China incluida. La ceguera al ignorar la recomendación ilustrada tiene esos efectos y parece que seguirá teniéndolos.

El precepto debiera ser aplicado a otros fenómenos de nuestros días, sobre los cuales tiende a practicarse una aproximación unilateral, basada también en generalizaciones. Por supuesto, la prohibición de Lo que el viento se llevó tiene que ver con la vocación censoria que está acompañando a los movimientos reivindicativos actuales. Acabar con lugares de memoria dedicados a organizaciones y figuras políticas siniestros resulta lógico. No tiene sentido que las estatuas de quien asoló el Congo, de nombre Leopoldo II, presidan el centro de Bruselas, ni que en Bolzano se mantenga una inscripción donde es celebrada la conquista de España por el fascismo italiano, ni que Madrid, por simple ignorancia, conserve su calle a Charles Maurras, fundador del fascismo francés. Hay, en cambio, personajes ambivalentes, donde coexistieron grandeza y crimen. Sin ir más lejos Napoleón. Y si para el nacionalismo indigenista resulta lógico derribar las estatuas de Cortés, aquí deberíamos hacerlo con el monumento al cura Hidalgo, héroe de la independencia mexicana, y perpetrador de auténticas matanzas de civiles españoles, como en la alhóndiga de Guanajuato. La única solución es no dejarse arrastrar por una motivación excluyente, o en todo caso recurrir a la imaginativa solución cubana para justificar la supervivencia de una estatua de Fernando VII.

Volviendo a Lo que el viento se llevó, lo que asimismo interesa recordar es que la imagen también fabrica la historia. Fundamentalmente dos películas, la citada y la anterior El nacimiento de una nación, crearon un relato destinado a perpetuarse, según el cual existió una cosa estupenda llamada Ku-klux Klan en la de Griffith, y una feliz esclavitud negra presidida por caballeros y besos de Clark Gable, en la de Fleming. Los efectos están a la vista en el presente sureño, sin alteraciones: idealización del pasado y discriminación racial. Para entenderlo, resulta útil acudir a la distinción de Hirsch entre significado (meaning) y significación (significance), elaborada a partir de la conocida entre denotación y connotación. El significado remite al contenido del mensaje, tal como se ofrece a nuestra comprensión, distante en lo que toca a las citadas películas, aun cuando percibamos un racismo de fondo no compartido, pero la significación nos lleva al otro lado del espejo, a la integración en un contexto dado, y fue obvio que tanto en el norte como en el sur de Estados Unidos, las peripecias de Escarlata O’Hara tuvieron otra lectura y otras consecuencias históricas. Asentaron una tradición. ¿Sería aceptable una película sobre la tierna existencia de un nazi en la Cracovia de Strindberg?

No ha sido un fenómeno exclusivamente americano. El franquismo trató de hacer algo parecido sin lograrlo, ya que Alba de América era un petardo infumable, y cuando quiso seguir otros caminos, con aceptación del público, como Locura de amor, e incluso Agustina de Aragón o La leona de Castilla, el mensaje político era ambiguo o contradictorio, ya que ensalzar la lucha del pueblo vinculaba estas últimas a pesar de todo con la República del 36, y no con el sistema de valores de Raza o A mí la legión. Y respecto de los totalitarismos, sucedió algo muy curioso con la filmografía de intención crítica: ha sido machacada la imagen del nazismo como el mal en la historia, hasta culminar en Malditos bastardos, pero se ha escapado casi indemne el fascismo italiano, visto como creación extemporánea de un personaje histriónico. Novecento fue otra cosa, pero sin apuntar al vértice, igual que su representación en clave humorística por una filmografía de izquierdas, atada desde pronto por el propósito de reconciliación nacional (La marcha sobre Roma, Años rugientes y El federal ). ¿Quién iba a tomarse en serio a fascistas como Gassman y Tognazzi?

Sin olvidar el encubrimiento desde el exterior de los crímenes contra la humanidad cometidos por Italia : La mandolina del capitán Corelli. Del exterminio en Etiopía nada, salvo el simpático canto Facetta nera. Un olvido feliz generalizado. Claro que hubo excepciones, de La larga noche del 43 y El jardín de los Finzi Contini hasta la magistral Una giornata particolare, aunque siempre cortado el puente con el neofascismo desestabilizador de los setenta, cuyo enlace con el régimen de la Democracia Cristiana y la mafia apuntó Sorrentino en Il divo. Pensemos en la distancia entre la denuncia de Vincere y la subjetivación del caso Moro en Buenas días noche, ambas de Bellocchio, Las películas-documentales no cubrieron eficazmente el vacío y el lujoso chafarrinón del mismo Sorrentino sobre Berlusconi muestra que la confusión persiste. La distinción de Hirsch recuerda su operatividad. ¿Tendrá todo esto algo que ver con el ascenso de Salvini, y sobre todo de los Fratelli d’Italia de la Meloni ?

Puestos a encubrir con brillantez, Bertolucci lo logró con gran éxito en El último emperador. La China imperial agonizaba con su protagonista y la Revolución cultural se limitaba a ejercicios humanistas de reeducación. Nada peligroso. Excelentes películas chinas post Mao, como Vivir y La cometa azul, profundizaron en la significación del maoísmo, pero esto se ha acabado, y persiste su imagen, similar a la del fascismo, a modo de episodio exótico orquestado por un megalómano. Fue olvidada su dimensión nacionalista e imperialista, anclada en una mitología del pasado. A diferencia de Lenin, Mao se consideró descendiente de los emperadores (justo al hablar de Pu-Yi). Así como hubo una línea roja Zarismo-Stalin-Putin, la hay imperio del medio-Mao- Xi Jinping, solo que ahora la hegemonía agresiva no tiene por blanco la URSS, sino el resto del mundo. La imagen exterior seguirá correspondiendo a Las dagas voladoras".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 








La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[ARCHIVO DEL BLOG] Hay que mojarse. Publicada el 23 de marzo de 2010



El presidente estadounidense F.D. Roosevelt (1933-1945)


"La fe en América, la fe en nuestra tradición de responsabilidad personal, la fe en nuestras instituciones. la fe en nosotros mismos nos pide que reconozcamos los nuevos términos del viejo contrato social. Hemos de llevarlo a cabo, lo mismo que hemos llevado a cabo la aparente utopía que Jefferson imaginó para nosotros en 1776, y que Jefferson, Roosevelt y Wilson trataron de llevar a la práctica. Hemos de hacer eso para que no nos devore a todos una ola de miseria, engendrada por nuestro fracaso común. Pero el fracaso no es una costumbre americana, y con la fuerza que da una gran esperanza todos nosotros hemos de llevar nuestra carga común". 

Parece Obama, ¿verdad? Pero no, no son palabras del actual presidente de los Estados Unidos de América, aunque no desmerecen en absoluto de las pronunciadas por él con ocasión de la aprobación de la ley de reforma de la sanidad norteamericana, que reproduzco más adelante. Están pronunciadas con ocasión de una conferencia que en plena campaña electoral. el 23 de septiembre de 1932, diera el candidato demócrata Franklin Delano Roosevelt en el Commonwealth Club de San Francisco,cuatro meses antes de convertirse en el trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos (1933-1945), y las he tomado del libro "Lecturas de Historia de las ideas políticas" (Unión Editorial, Madrid, 1989), del profesor Fernando Prieto.

Roosevelt hizo "Historia", así, con mayúsculas, con un programa político que recibió el nombre de "New Deal", (en español y literalmente "Nuevo trato"), una política intervencionista puesta en marcha para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos. Este programa se desarrolló entre 1933 y 1938, con el objetivo de mantener a las capas más pobres de la población, de reformar los mercados financieros y de redinamizar una economía estadounidense herida desde el crack del 29 por el desempleo y las quiebras en cadena. Recibió el rechazo radical de los sectores más conservadores y reaccionarios de la sociedad norteamericana de su tiempo. Incluso del propio Tribunal Supremo de los Estados Unidos, que boicoteó sin pudor alguno muchas de las medidas legislativas y ejecutivas del programa. Algo muy parecido a lo que los sectores más conservadores y reaccionarios de la sociedad española, con el PP de Mariano Rajoy al frente, y buena parte de la judicatura y el gran empresariado español como acompañamiento, le están haciendo al presidente Zapatero y a sus propuestas, cualquier propuesta, para relanzar la maltrecha economía española.

Algo muy parecido a lo que le ocurrió a Roosevelt con el "New Deal" le ha pasado ahora al presidente Obama con su propuesta de reforma del sistema sanitario norteamericano, cuya ley votó favorablemente el domingo pasado la Cámara de Representantes, por sólo cinco votos de diferencia, y que hoy martes ha ratificado y promulgado solemnemente en la Casa Blanca.

Para las sociedades democráticas europeas, con sistema sanitarios de salud universales y generalizados para todos o casi todos los segmentos de la población toda esta cuestión parece un tanto surrealista. No lo es si partimos del punto de vista tradicional de la individualista sociedad norteamericana para la que la intervención del Estado, cualquier intervención, en la vida social, económica o política de la sociedad es nociva para la libertad individual de sus conciudadanos.

Los datos que siguen a continuación los he tomado y refundido de informaciones de prensa de estos días, especialmente de El País. 

Estados Unidos carece de un sistema de cobertura universal. Los empresarios garantizan la cobertura de la mayoría de los estadounidenses mientras que otra parte de la población elige aseguradoras privadas. Los términos de casi todos los planes incluyen el pago periódico de cuotas, pero a veces se exige el adelanto de cierta cantidad del coste del tratamiento, cuyo importe depende del tipo de plan concertado.

Sólo a partir de los 65 años, los ciudadanos pueden acceder al programa Medicare, gestionado por el Estado. De la misma manera, Medicaid se hace cargo de familias con sueldos modestos, niños, mujeres embarazadas y personas con discapacidades.

A pesar de ello, los costes de sanidad para el individuo están subiendo de modo dramático. Las cuotas para los sistemas basados en el pago parcial del empresario han crecido cuatro veces más deprisa que los sueldos de los empleados, de manera que su coste se ha duplicado con respecto a hace nueve años. En 2007, el país gastó 1,5 billones de euros en sanidad. Esta cantidad equivale a un 16,2% del PIB, lo cual constituye casi el doble de la media de otros países de la OCDE.

46 millones de habitantes no están asegurados, y otros 25 millones reciben una cobertura insuficiente para sus necesidades. Cuando alguien sin seguro alguno se pone enfermo está obligado a pagar los costes médicos de su propio bolsillo. La mitad de todas las bancarrotas privadas en EE UU se deben en parte a los gastos médicos. Su explosión obligó al Gobierno a inyectar cada vez más dinero en Medicare y Medicaid, y los gastos en ambos programas subieron de un 4% del PIB en 2007 a un 19% en 2008, convirtiendo así los costes de sanidad en el factor más decisivo para el crecimiento vertiginoso del déficit presupuestario norteamericano.

¿Qué ha querido cambiar el presidente Obama? El presidente formuló tres principios que cualquier borrador debía cumplir para poder contar con su apoyo: la reducción de los costes, la garantía de que todos los estadounidenses podrán escoger su propio plan de sanidad, incluido un plan público, y la calidad y la accesibilidad del sistema. Desde las distintas comisiones en el Senado y en la Cámara de Representantes salieron varias propuestas. La primera se decantaba por un sistema de seguro obligatorio en el cual el Estado apoyaría con subvenciones a las personas necesitadas, con que la sanidad pública sólo estaría abierta a los que no tienen cobertura a través de un empleador. Otras dos rechazaban la opción pública y prefieren una solución mixta de aseguradoras privadas y cooperativas médicas sin ánimo de lucro.

La reforma sanitaria, con un coste de 938.000 millones de dólares (700.000 millones de euros) en 10 años, se centra en ayudar económicamente a las familias que no pueden pagar las primas de los seguros y en frenar los abusos de las aseguradoras. Éstas son las 10 claves del proyecto:

1.  La ley obliga a todos los ciudadanos estadounidenses y residentes legales a disponer de un seguro médico a partir de 2014 o pagar una multa si no lo hacen. Para ayudar a las personas de rentas más bajas, el Estado subvencionará a todas aquellas familias con ingresos anuales inferiores a 88.200 dólares o individuos con ingresos hasta 29.300 dólares anuales.

2.  La Oficina de Presupuesto del Congreso calcula que 32 millones de personas sin seguro contarán con asistencia sanitaria en los próximos años.

3.  Entre 15 y 20 millones de personas, en su mayor parte inmigrantes irregulares quedarán fuera del sistema. El Gobierno puede eximir también de la obligación del seguro a ciertos colectivos por razones religiosas o étnicas, como los indios americanos. Se calcula también que un grupo significativo quede sin cobertura por vivir en la marginalidad.

4.  ¿Ventajas para los posedores actuales de pólizas de cobertura sanitaria?: Mejorará las condiciones de sus actuales pólizas con las aseguradoras privadas. Entre otras cosas, las compañías no podrán rechazar a un cliente por sus condiciones médicas preexistentes o expulsarlo al contraer una enfermedad de larga duración. Esto permitirá, por ejemplo, asegurar a miles de enfermos de sida o de mujeres que tuvieron una cesárea en el parto.

5.  La idea original de Barack Obama era la de incluir en la reforma la opción de un seguro público (para un 5% de la población, aproximadamente), pero eso fue rechazado durante el debate en el Congreso. Un seguro exclusivamente público al estilo europeo es de difícil implantación en un país de las dimensiones de éste y no cuenta en estos momentos con suficiente apoyo popular por razones de carácter cultural, histórico y político.

6.  Con esta reforma el Gobierno asume el papel de intermediario entre el público y las compañías privadas y se responsabiliza de que la cobertura sea adecuada y lo más universal posible.

7. Algunas medidas aprobadas por la nueva ley entrarán en vigor inmediatamente. Pero las más relevantes, como las subvenciones a los no asegurados o la obligación de las aseguradoras a aceptar a todos los enfermos, empezarán a aplicarse en 2014. Técnicamente, es imposible que el sistema asuma de repente 32 millones de nuevos usuarios.

8. Entre las medidas que entrarán en vigor ahora mismo hay algunas muy importantes, como la prohibición a que las aseguradas rechacen por condiciones médicas preexistentes a los menores de 19 años, la autorización a que los hijos puedan permanecer en el seguro de sus padres hasta los 26 años o las ayudas a los jubilados para pagar las medicinas.

9. La mayor parte de los trabajadores norteamericanos son asegurados por la empresa en la que trabajan. Hasta ahora, cuando perdían el trabajo, perdían también el seguro. Con esta ley, los desempleados recibirán ayuda para comprar un seguro en una bolsa que se creará para ese fin.

10. A partir de ahora todas las empresas están obligadas a ofrecer seguro a sus trabajadores. Habrá ayudas para las pequeñas empresas que no puedan afrontar este gasto por peligro de quiebra.

En El País de hoy martes, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y profesor en la Universidad de Princeton. escribe un interesante artículo titulado titulado "El fracaso del miedo", que me parece sintetiza muy bien la sensación del "por qué" cabe considerar que estamos ante un hecho histórico, casi sin precedentes en la vida norteamericana, y que marcará -sin duda para bien- la presidencia de Obama. Es la diferencia entre hacer "política" y "politiquear". Lo pueden leer en el enlace de más arriba. HArendt





El presidente estadounidense B.H. Obama (2009-2017)



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domingo, 28 de junio de 2020

[ESPECIAL DOMINICAL] Xenia



La Acrópolis, Atenas, Grecia


Anne Carson, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020, poetisa canadiense en lengua inglesa, ensayista, traductora y profesora de literatura clásica y comparada en la Universidad de Míchigan, considerada por la crítica literaria como la poeta viva más importante de las letras anglosajonas, busca en la Grecia antigua el origen de la relación entre literatura y economía, y lo hace en el Especial dominical de hoy [Poesía, dones y dinero. El País, 20/6/20], en un artículo que forma parte de su ensayo "Economía de lo que no se pierde. De Simónides de Ceos a Paul Celan",  que publicará la editorial barcelonesa Vaso Roto en octubre de este año.

"Existe un modo de intercambio de dones -comienza diciendo Carson- que los antiguos griegos llamaban xenia. Generalmente traducido como “hospitalidad” “amistad para con los invitados” o “amistad ritual”, la institución de la xenia permea las interacciones socioeconómicas de los periodos homérico, arcaico y clásico. Gabriel Herman define la xenia como “un vínculo de solidaridad que se manifiesta en un intercambio de bienes y servicios entre individuos procedentes de unidades sociales distintas”. Las características de la xenia, a saber, su base de reciprocidad y su perpetuidad supuesta, parecen haber tejido una textura de alianzas personales que mantuvo unido al mundo antiguo. 

En espíritu, la xenia es enfáticamente no mercantil: los bienes no se miden, la ganancia no es la finalidad. De hecho, la finalidad es contraer una deuda. El fin de la economía de dones es la acumulación con fines de desacumulación; la economía de dones es ante todo una economía de deuda, cuyos actores buscan maximizar las salidas. El sistema puede describirse como un “desequilibrio alternado”, cuyo fin nunca es “saldar” sus deudas sino preservar una situación de endeudamiento personal.

Porque, mientras el dinero busca modificar el statu quo, los dones buscan mantenerlo. El profundo conservadurismo de una economía de dones asegura su propia continuidad y su prestigio moral de dos formas. Primero, por derogación de todo lo que no es don. Una marcada desconfianza respecto al dinero, los beneficios, el comercio y los comerciantes permea las actitudes socioeconómicas de Grecia desde los tiempos de Homero hasta la época de Aristóteles. “El intercambio de mercancías no era una actividad aceptable para un griego”, concluye un historiador del mundo antiguo.

La riqueza es buena de tener, pero no de perseguir. Al mismo tiempo, Mauss sugiere que la economía de dones disfruta proyectando sus funciones sobre el cosmos, como si las reglas de la xenia representaran simplemente el modo en que suceden las cosas para los dioses y los hombres. El intercambio de dones perdura al pasar por alto el hecho de que sólo es un sistema económico entre otros. Solón, un político que vivió en un periodo de economía floreciente y basó su carrera sobre la denuncia del dinero, habla como un típico aristócrata del siglo VI cuando dice: “Perfectamente feliz es el hombre que tiene niños encantadores y caballos con fuertes pezuñas y perros de caza y un xenos en el extranjero”.

Los poetas de la Antigüedad participaban en la economía de dones de sus comunidades como xenoi de la gente que disfrutaba de su poesía. Homero nos presenta a Demódoco y Femio como bardos permanentes de la corte que intercambiaban sus cantos por la hospitalidad de la casa, y al propio Odiseo trocando su historia por comida y hospedaje. En el momento en que Odiseo, en la sala de banquetes de Alcínoo, corta un trozo caliente de su porción de carne de puerco y la ofrece en agradecimiento al bardo Demódoco “para que él pueda comer y pueda yo tenerlo junto a mí”, observamos la economía imbricada en su estado ideal.

En el transcurso de los siglos posteriores, poetas como Estesícoro, Jenófanes, Íbico, Anacreonte, Simónides, Esquilo, Píndaro y Baquílides viajaron a las ciudades de sus patronos y vivieron en sus hogares mientras producían poesía para ellos. Al describir semejante relación entre el tirano Polícrates y el poeta Anacreonte, Estrabón dice: “El poeta lírico Anacreonte vivió con este hombre y su poesía está llena de su recuerdo”. Se reconoce la estructura externa de una relación de xenia aristocrática, en la que hombres conscientes de un vínculo mutuo y ritual intercambian dones de poesía por sustento. Sólo podemos imaginar su delicado funcionamiento interno.

El dinero lo cambió todo. “El dinero, dice Marx, es la externalización de todas las capacidades de la humanidad”. Y Simónides es considerado el responsable de este cambio. De acuerdo con un escoliador antiguo, “Simónides fue el primer poeta que introdujo un cálculo meticuloso de precio en su composición de cantos y poemas”. De este hecho derivan elaboradas imágenes que representan a Simónides como un tacaño, un gruñón y un sórdido avaro. “Nadie podría negar que a Simónides le encantaba el dinero”, afirma escuetamente su biógrafo, Ailian. El poeta Jenófanes, contemporáneo suyo, califica a Simónides de kimbix (“tacaño”).

Menos de 50 años después de su muerte, Simónides aparece como arquetipo de la avaricia en los escenarios cómicos. Un personaje de Aristófanes comenta: «¡Ese Simónides se haría a la mar en una alfombrilla de baño con tal de ganar dinero!». Aristóteles usa a Simónides de forma similar, como ejemplo arquetípico de aneleutheria (“avaricia”). En otros testimonios se tiene registro de que Simónides exigía enormes honorarios por sus versos, acumulaba dinero en ánforas en su casa, recorría el mundo en busca de adinerados patronos, denunciaba a quienes no le pagaban lo suficiente y pronunciaba sermones sobre los placeres del lucro. Resultaría plausible considerar estos relatos, de acuerdo a la tendencia caracterológica de los antiguos biógrafos, como tropo por el simple hecho de que Simónides profesionalizara la poesía. Pero tratemos de entender ese simple hecho de forma más precisa.

El que Simónides fuera el primero en profesionalizar la poesía no es improbable. Alguien tuvo que hacerlo y las creencias actuales acerca de la fecha de circulación de las monedas coinciden con la época en que vivió.

Que Simónides ganara mucho dinero no es imposible. Disponemos de información pertinente sobre los salarios de principios del siglo V donde se sugiere que las artes verbales eran bien remuneradas en comparación con el resto. El escultor Fidias, por ejemplo, trabajó la estatua criselefantina de la diosa Atenea en Atenas por 5.000 dracmas anuales, de los cuales tuvo que desembolsar, personalmente, el costo de sus trabajadores y el de producción. Y Heródoto nos habla de un bien cotizado médico cuyo sueldo anual era de 6.000 dracmas mientras vivió en la isla de Egina, 12.000 dracmas mientras vivió en Samos y 10.000 dracmas mientras lo hizo en Atenas. El mismo monto, 10.000 dracmas, fue lo que solicitó Píndaro por un solo ditirambo compuesto en honor de los atenienses. Mientras tanto, el sofista Gorgias pedía a cada uno de sus estudiantes un pago de 10.000 dracmas por un solo curso de retórica y ganó suficiente dinero como para mandar erigir una estatua en oro macizo de sí mismo en el templo de Apolo en Delfos. Sócrates afirma que Gorgias y Pródico “obtuvieron más ganancias por su sabiduría que cualquier otro artesano gracias a su destreza”. Se estima que 10.000 dracmas equivalían a aproximadamente 28 años de trabajo para un jornalero remunerado a razón de un dracma per diem.

El que Simónides dedicara su existencia a la avaricia resulta difícil de comprobar o descartar, ya que, pese a siglos de habladurías unánimes acerca de su codicia, ninguna fuente conserva relato o cuenta real alguna que sugiera cuán tacaño era, cuán rico se hizo o qué precios cobraba. Claramente, la codicia de Simónides era más objeto de rencillas en su esencia que en sus detalles. Su esencia era la mercantilización de una actividad previamente recíproca y ritual, el intercambio de dones entre amigos.

La mercantilización marca un momento crucial en la historia de la cultura. Las personas que utilizan dinero parecen desarrollar relaciones entre sí y con los objetos diferentes a aquellas que no lo usan. Marx llamó “alienación” a esta diferencia. Marx pensaba que el dinero convierte los objetos que usamos en cosas ajenas y a las personas con las que los intercambiamos en personas ajenas. “El dinero es el alcahuete entre la necesidad y el objeto, entre la vida humana y sus medios de vida. Pero lo que media mi vida, también media para mí la existencia de otras personas. El dinero se convierte en el Otro”. Cuando Marx describe el complejo proceso mediante el cual la mercantilización altera a las personas, se refiere a la sociedad burguesa y a economías capitalistas modernas, no al siglo V a. de C. Pero los términos de su descripción pueden ayudarnos a ver con mayor claridad la situación de Simónides. Pues Marx siempre se refiere también a la más fundamental ética de loa objetos y su intercambio.

La forma mercantil no es un simple estado de ánimo. Fragmenta y deshumaniza al ser humano. Lleva a una persona a asumir un “desdoblamiento” en el cual sus propiedades originales se desvinculan de su valor económico, su ser privado de su ser público

Dediquemos un momento a considerar la vida de los objetos. En una economía de don, como hemos visto, los objetos intercambiados forman una suerte de tejido conectivo entre dador y receptor. El carácter recíproco de esta conexión queda implícito en su terminología reversible: en griego, la palabra xenos puede significar tanto huésped como anfitrión; y xenia, regalos entregados o regalos recibidos. “Considerado como acto de comunicación”, dice Pierre Bourdieu, “el don se define por el contra-don que lo consagra y lo dota de su sentido”. Semejante objeto lleva la historia del dador a la vida del receptor y allí la prolonga. Ya que valoraban esta continuidad, los griegos crearon un admirable símbolo concreto de ésta, empleado como signo de obligación mutua entre amigos, un objeto llamado symbolon: la gente que entablaba relaciones de xenia solía cortar un trozo de hueso en dos, conservar una parte y entregar la otra a sus socios, para que, en caso de que ellos, sus amigos o parientes tuvieran oportunidad de visitarlos o viceversa, llevaran su parte consigo y renovaran la xenia.

Los symbola no eran una característica convencional de las relaciones de xenia, pero su concepto sugiere la vida no objetiva de los objetos en estos intercambios. Un don no es una mera pieza arrancada de la vida interior del dador que se pierde en el intercambio, más bien es una extensión del interior del dador, tanto en espacio como en tiempo, hacia el interior del receptor. El dinero niega semejante extensión, fractura la continuidad e inmoviliza los objetos dentro de sus propios límites. Abstraídos del espacio y del tiempo como trozos de valor comercializable, se transforman en mercancías y pierden su vida de objetos.

Pues una mercancía no es un objeto; es una cantidad de valor que puede ser comparada o sustituida por otras cantidades equivalentes. La mercantilización extingue sus propiedades originarias. Extinto queda también su poder de vincular a las personas que dan y reciben: ellas mismas se convierten en mercancía, trozos de valor en espera de precio y venta. Adoptan una “forma mercantil”.

La forma mercantil no es un simple estado de ánimo. Fragmenta y deshumaniza al ser humano. Lleva a una persona a asumir un “desdoblamiento” en el cual sus propiedades originales se desvinculan de su valor económico, su ser privado de su ser público. En estos términos describe Marx el efecto de la mercantilización sobre los ciudadanos de la Europa burguesa. Me gusta pensar en Simónides como el representante de una forma temprana y severa de alienación económica y el “doble carácter” que la acompaña. Habiendo nacido en una sociedad cuyas tradiciones de intercambio de dones coexistían con el comercio mercantil y una floreciente economía monetaria, equilibrándose sobre el límite de dos sistemas económicos e inserto en la desintegrada conciencia de su época, observó fríamente las cosas. Abrió los ojos en ambas direcciones".

El Especial de cada domingo no es un A vuelapluma diario más, pero se le parece. Con un poco más de extensión, trata lo mismo que estos últimos, quizá con mayor profundidad y rigor. Y lo subo al blog el último día de la semana pensando en que la mayoría de nosotros gozará hoy de más sosiego para la lectura. 




La poetisa y profesora Anne Carson



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