"En casa hemos descubierto la felicidad -comienza escribiendo la actriz Clara Sanchis Mira en el A vuelapluma de hoy martes-. Antes vivíamos atrapados en un racionalismo seco, una búsqueda obsesiva de lógicas frías que nos encogían los dedos. Periquitos sujetos al palito de su jaula. Son malos tiempos para la lógica, y olíamos en el aire la posibilidad de otra existencia más ligera. Observábamos a personas con mentes de apariencia casi científica, que se ríen de cualquier superstición o credo tradicional con pragmatismo etnólogo, capaces sin embargo de creer en cosas alucinantes. Ranas mensajeras, vibraciones salivares, ondas botánicas. Ese amigo, por ejemplo, adulto y a primera vista incrédulo profesional, empeñado de pronto en contarme que cada vez que aparece una rana en su campo visual –real o en foto, no importa– ocurre algo crucial en su vida. Encuentra el amor o se rompe un hueso. Vienen a darme señales, dijo. Y no hubo forma de sonsacarle detalles. Las ranas le avisan y punto. Por algo las creencias son lo contrario de las dudas; quien tiene fe en algo no piensa que él cree en eso, sólo está convencido de que es así. La fe es ciega por naturaleza, y me atrevería a añadir que sorda. Quizás por eso da tantas alegrías.
Hoy en día, tengámoslo en cuenta, todo es posible. En un mundo donde se puede encontrar un estudio a favor y otro en contra sobre cualquier cosa, dar rienda suelta a las dudas es arrojarse a un laberinto sádico. Nos perdemos en comprobaciones infinitas. Es mucho mejor practicar distintas clases de fe ciega. Con esa flexibilidad que ofrece el mundo contemporáneo para elegir al gusto, según tu carácter o intereses, lo que quieres que sea verdad y lo que no.
Nosotros hemos descubierto la felicidad porque al fin nos han regalado un tarot. Y con él, la libertad omnipotente. El mundo come de nuestra mano. Somos, para empezar, libres de las consecuencias de nuestras acciones, ahora que las cosas ya no nos suceden por lo que hacemos, sino por inevitabilidad esotérica. Esto nos está permitiendo una especie de siesta o descerebro perpetuo. Sacamos la baraja y echamos las cartas de cualquier modo, en la cama o el lavabo, antes de tomar cualquier decisión, ya sea cambiar de trabajo, de amante o de dentífrico. Es un vicio. Porque hemos desarrollado una habilidad asombrosa para interpretar cada naipe que sale en la tirada como nos da la gana. La Templanza, el Loco, el Mundo o la Justicia, con apariencia de designio supremo, significan lo que más convenga, en nuestras manos de expertos de la interpretación de la realidad. La vida misma".
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo.
La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo.
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