jueves, 31 de julio de 2008

*El fin de la Historia puede esperar...




¿Se equivocó el historiador y politólogo norteamericano Francis Fukuyama cuándo en 1989 anunció el Fin de la Historia? El polémico artículo, "El Fin de la Historia", publicado en el verano de 1989 en la revista "The National Interest", tuvo su continuación y profundización en su libro "El fin de la Historia y el último hombre" (Planeta, Barcelona, 1992), que produjo un efecto devastador en los medios intelectuales y académicos de medio mundo, y fue ensalzado y criticado a partes iguales.

Fukuyama expone en su libro una polémica tesis: "La Historia humana, como lucha de ideologías ha terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se ha impuesto finalmente tras el fin de la Guerra Fría. Inspirándose en Hegel y en alguno de sus exegetas del siglo XX, como Alexandre Kojève, afirma que el motor de la historia, que es el deseo de reconocimiento, el thimos platónico, se ha paralizado en la actualidad con el fracaso del régimen comunista, que demuestra que la única opción viable es la democracia liberal tanto en lo económico como en lo político. Se constituye así en el llamado pensamiento único: las ideologías ya no son necesarias y han sido sustituidas por la economía. Estados Unidos, es por así decirlo, la única realización posible del sueño marxista de una sociedad sin clases. En palabras del propio autor: El fin de la historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas" (1).

Para otro gran pensador, el filósofo alemán Karl Marx, "la lucha entre las clases sociales es el motor de la historia. Es decir que el conflicto entre clases sociales en sentido marxista, esto es, la relación de los diferentes grupos de una sociedad con los medios de producción, ha sido la base sobre la que se produjeron los hechos que dan forma a la historia. Esta lucha se da entre dos clases sociales antagónicas características de cada modo de producción. Se produce por lo tanto una polarización social solo por el hecho de nacer bajo una de las clases sociales que existen en cada momento de la historía. (.../...) Para Marx el fin último de la historia es la eliminación de las clases sociales cuando la clase más desvalida y universal (el proletariado creado por el modo de producción capitalista) consiga "emancipar" a toda la humanidad".

Fukuyama habla de un presente que no se conforma con la realidad que estamos viviendo; Marx hablaba de un futuro que no se ha realizado, y cuya única experiencia histórica real, aparte de un fracaso de proporciones inabarcables, ha significado el sufrimiento de millones de personas y generaciones enteras sacrificadas a una ideología.

El periodista y subdirector de El País, Lluís Bassets, escribe hoy en su blog ("Del alfiler al elefante"), un gran artículo, que transcribo más adelante, con el título de "La nueva lucha de clases", en el que comenta algunas de las razones del estrepitosos fracaso de la "Ronda de Doha" impulsada por la Organización Mundial del Comercio. Para Bassets, "Estamos ante una nueva lucha de clases, pero no es como la que describieron Marx y Engels entre proletarios y burgueses. Ahora es entre las clases medias de los países en fuerte desarrollo y las clases medias de los países ya desarrollados por el reparto del pastel global. (.../...) Es un momento crucial de transferencia de recursos de los ricos de toda la vida a los nuevos ricos productores de energía. Y también de capacidad adquisitiva de unas viejas clases medias a otras nuevas. Las de los países emergentes van a consumir más y las clases medias europeas y norteamericanas deberán acomodar sus hábitos de consumo a la nueva situación del mercado".

La "clase media", el motor de la Historia en occidente, parece declinar de manera acelerada en este mismo occidente que hasta hace sólo un momento despreciaba al resto del mundo... Marx y Fukuyama dan la impresión de haber errado en sus predicciones... Quizá nos lo tengamos merecido. Pero como buen escéptico (un optimista empedernido chamuscado por la experiencia) no pierdo la esperanza en un mundo mejor... HArendt





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Dubai (Emiratos Árabes Unidos)





"La nueva lucha de clases", por Lluís Bassets.

La buena globalización ha terminado. Quedan atrás los tiempos benéficos de desaparición de fronteras para el comercio, producto de grandes acuerdos multilaterales. Los más pesimistas trazan un cuadro tenebroso de regreso al proteccionismo y a los bloques comerciales. El fracaso de la Ronda de Doha de negociaciones para liberalizar el comercio mundial es una pésima señal en un momento de incertidumbre económica. Y cuando soplan malos vientos hasta los liberales más doctrinarios se convierten en partidarios de salvar los muebles de cada uno mediante el intervencionismo gubernamental. Sólo una sorpresa presidencial en Washington para el próximo año puede introducir un cambio de atmósfera que desatasque la Ronda de Doha. Y la sorpresa no es que sea Obama el presidente, sino que no salga proteccionista según una sólida tradición demócrata que ya desmintió Bill Clinton, acogido con prevención por los partidarios del libre comercio y luego en cambio entronizado como el presidente que más ha impulsado la globalización.

Cada vez se ve más claro que los dos mandatos de Bush han sido los años perdidos del siglo XXI. Naciones Unidas no se ha reformado. Su Consejo de Seguridad quedó herido de muerte después del debate sobre la guerra de Irak. La Unión Europea se halla exactamente en el mismo Tratado de Niza en que se encontraba cuando Bush se instaló en la Casa Blanca. Es evidente el fracaso de los esfuerzos por reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera, tal como se proponía el protocolo de Kyoto, debido principalmente a su boicot por el país que más ha contaminado en la historia. Y ahora fracasa la Ronda de Doha, también iniciada en el año mismo inaugural de Bush. Si Clinton actuó de abono y oxígeno para el crecimiento mundial y la aparición de una amplia sociología de clases medias en Asia y América Latina, Bush es el presidente que ha roto sus reglas en nombre del unilateralismo norteamericano y de sus derechos como superpotencia. Ahora, las potencias emergentes que le pisan los talones, China e India sobre todo, quieren también seguir sus pasos en cuanto a unilateralismo, sobre todo en comercio y medio ambiente.

Era casi imposible que la última tanda de negociaciones emprendida en Ginebra la pasada semana consiguiera cambiar el sentido de la marcha del mundo. Todo el voluntarismo y optimismo a chorros de Pascal Lamy, el director general de la Organización Mundial de Comercio, no ha podido con el espíritu del tiempo, que es proteccionista y hostil al multilateralismo, fiel al pésimo ejemplo predicado y ejercitado desde la Casa Blanca. El escollo que ha hundido el barco han sido las cláusulas de salvaguarda para la agricultura de esos países emergentes, más que escamados por anteriores oleadas liberalizadoras, en las que el abatimiento de barreras dejó sin defensa a los agricultores más pobres frente a la invasión de productos agrarios de países ricos. Aunque China e India se han encastillado en la defensa de la agricultura, en realidad han querido desafiar a Estados Unidos, y en menor medida a la Unión Europea, en un gesto que corresponde a la nueva estructura geopolítica del mundo. La pugna que se ha manifestado en Doha indica el signo de los tiempos: es la misma que se expresará en las negociaciones sobre cambio climático, entre los países ascendentes que aspiran a contaminar más en los próximos años, para contar con márgenes de crecimiento y de ensanchamiento todavía mayor de sus nuevas clases medias, y los países ricos que ya se han comido su ración de atmósfera y gracias a ello gozan de su situación privilegiada.

Estamos ante una nueva lucha de clases, pero no es como la que describieron Marx y Engels entre proletarios y burgueses. Ahora es entre las clases medias de los países en fuerte desarrollo y las clases medias de los países ya desarrollados por el reparto del pastel global. Y quienes tienen las de perder son las clases más pobres, que no cuentan con Estados fuertes que les defiendan y se ven arrolladas por el ímpetu de los que suben (chinos e indios) y los miedos de los que bajan (europeos y norteamericanos). Es un momento crucial de transferencia de recursos de los ricos de toda la vida a los nuevos ricos productores de energía. Y también de capacidad adquisitiva de unas viejas clases medias a otras nuevas. Las de los países emergentes van a consumir más y las clases medias europeas y norteamericanas deberán acomodar sus hábitos de consumo a la nueva situación del mercado. Esta lucha de clases no lleva a ninguna revolución, pero puede producir tensiones e incluso enervar indirectamente alguna situación conflictiva. De ahí la importancia de una distensión en Oriente Próximo y sobre todo entre Irán y Occidente. Pero donde estos arbitrajes deben producirse es en la OMC y en el panel de Naciones Unidas sobre cambio climático. Si su resolución no es multilateral, no podemos albergar duda alguna de que estamos sembrando las semillas de grandes conflictos que crecerán ya bien entrado el siglo XXI. (Blog "Del alfiler al elefante", El País, 31/07/08)





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Distrito financiero de Shangai (China)



martes, 29 de julio de 2008

*A Monseñor le crecen los enanos...



A Monseñor, y me refiero al cardenal-arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, el señor Rouco, le crecen los enanos... Pero él, como si nada. Supongo que lo hace como sacrificio por los sufrimiento de Su Señor Jesucristo... Lo de este hombre, don Federico Jiménez Losantos, es de vergüenza. Pero más vergüenza da el comportamiento del señor Rouco y sus socios de la Conferencia Episcopal. En cualquier medio de comunicación que se precie, después de dos condenas seguidas por insultos e injurias, ese señor estaría en la calle, sin indemnización, y presentando demanda por despido improcedente ante el Juzgado de lo Social. En la COPE, cadena de emisoras de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana-Franquicia Española, no. Tendría que ocurrir un terremoto para que el señor Rouco removiera la silla del señor Jiménez Losantos. Da que pensar... Pero en fin, cosas de curas. Con su pan se lo coman... Al final se van a ver todos en el infierno.

Más adelante puede leerse la noticia de la nueva condena tal y como la adelantaba El País de hace unas horas, el fallo de la Sentencia que condena al señor susodicho, y un artículo del novelista y escritor gallego, Manuel Rivas, del pasado día 17, también en El País. Y si son creyentes (yo soy ateo, gracias a Dios) rueguen por Monseñor Rouco. Se lo merece, el pobre, por los disgustos que le están dando el gobierno "rojo" de Zapatero, los teólogos españoles, los católicos de base, la asignatura de Educación para la Ciudadanía, la COPE y el señor condenado hace unas horas. HArendt




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Imagen del juicio contra el Sr. Jiménez Losantos (El País, 29/07/08)





"Losantos suma una nueva condena por insultos", (El País/Europa Press)

Deberá pagar 100.000 euros y leer en su programa de la Cope la sentencia.- Injurió al ex director de 'Abc', José Antonio Zarzalejos. El juzgado de primera instancia número 69 de Madrid ha declarado culpable al locutor de la cadena Cope Federico Jiménez Losantos por intromisión en el honor del ex director del diario Abc, José Antonio Zarzalejos. Losantos, que insultó en antena al periodista, deberá ahora pagar inserciones publicitarias en EL PAÍS, El Mundo y Abc para publicar la sentencia que le inculpa, así como leer la misma en el espacio radiofónico que dirige en la cadena de los obispos y pagar multa de 100.000 euros.

La fiscal María Gómez Galindo apoyó en el juicio que el locutor indemnizase al ex director del diario Abc con 600.000 euros por los daños morales que, a su juicio, pudo causarle durante los casi dos años en los que se dirigió a él con "afirmaciones injuriosas e innecesarias" de "evidente contenido insultante y vejatorio". Finalmente la sentencia recoge una indemnización de 100.000 euros.

El abogado de Zarzalejos enumeró durante la vista el pasado día 17 el catálogo de expresiones "injuriosas, hirientes y vejatorias" que Losantos pronunció entre 2006 y 2007 contra el entonces director de Abc: zote, zafio, sicario, zoquete, infausto, melón, hortera, calvorota, abyecto, falsario, necio, traidor, embustero, detritus y avieso, entre otros.

Losantos afirmó entonces que sólo dependiendo "del contexto, el tono y la circunstancia" esos calificativos podían ser considerados como insultos, y que el director de un programa de radio como La mañana no lee simplemente las noticias, sino que las comenta con sátira. "Sin las críticas y el humor de la sátira es impensable la libertad de expresión", señaló Losantos.

El pasado mes de junio el locutor estrella de la emisora de radio propiedad de la Conferencia Episcopal Española también fue condenado por injurias, en este caso contra el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón (PP). Losantos debe pagar al regidor madrileño 36.000 euros. En aquella ocasión el locutor anunció que apelaría el fallo ante la Audiencia Provincial de Madrid. Cabe esperar que haga lo mismo en el caso de Zarzalejos. (El País/Europa Press, 29/07/08)


El Fallo de la sentencia puede verse (en formato PDF.) en la siguiente dirección electrónica:
http://www.elpais.com/elpaismedia/ultimahora/media/200807/29/sociedad/20080729elpepusoc_1_Pes_PDF.pdf




"¡Hi ha!", por Manuel Rivas


Resulta que el programa estrella informativo de la emisora episcopal española era en realidad un espacio humorístico. Hablar de información en La mañana (de la Cope) es, pues, un eufemismo. Así lo ha dado a entender el conductor y "poeta satírico" Federico Jiménez Losantos en uno de los juicios en que ha comparecido acusado de pertinaz vejaminista. De manera críptica, en los círculos obispales el programa es conocido como La risa pascual. Al parecer, ha habido intensos debates entre los pastores de la Iglesia sobre la adecuación de las prédicas intimidantes de este nuevo "periodismo exorcista" a la moral cristiana. Algún prelado medievalista podría aportar como referentes de autoridad de don Federico la llamada festa stultorum (o "fiesta de los locos") y la "fiesta del asno" que culminaba con las autorizadas y muy celebradas "misas de burro". En el imprescindible La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento, Mijail Bajtin describe un oficio redactado por el austero clérigo Pierre Corbeil: "El sacerdote, a modo de bendición, rebuznaba tres veces, y los feligreses, en lugar de contestar con un amén, rebuznaban a su vez tres veces". El defensor de don Federico quiso enmarcar su estilo en los escarnios de Quevedo y Góngora, pero yo lo veo más en la línea tradicionalista de La fiesta del asno, donde se buscaba una complicidad colectiva, un coral y jocoso "¡hi ha!". Ahora sabemos que las campañas de crispación eran, en realidad, grandes parodias satíricas. ¿Qué se buscaba, por ejemplo, con el boicot al cava catalán? ¡Unas risas, nomás! ¿Y con la teoría de la conspiración del 11-M? Animar un poco el cotarro marciano, en una versión cutre de La guerra de los mundos. ¿Y las personas insultadas, desolladas vivas, por no prestarse al rebuzno? Hombre, aquí la gente es muy susceptible. No puedes usar indirectas como "detritus" o "sicario". España se rompe, monseñor, y además no sabe aguantar una broma. (El País, 17/07/08)


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El escritor y novelista gallego Manuel Rivas




martes, 22 de julio de 2008

*"Ad náuseam"







"Ad náuseam" es una locución adverbial latina que significa, literalmente, "hasta la náusea", y que se utiliza para dejar constancia de algo cuyo exceso resulta molesto o produce profundo desagrado... Nada que ver con la gran novela del creador del existencialismo, el filósofo francés Jean-Paul Sartre ("La náusea", 1938) . A mi comienza a pasarme con el lenguaje que utilizan los políticos, todos, aunque haya gradaciones entre unos y otros... Por citar sólo a mis paisanos, me pasó, con Julio Anguita y con José María Aznar; luego con Juan José Ibarretxe, Paulino Rivero y Josep-Lluís Carod-Rovira. Y ahora comienza a pasarme con José Luis Rodríguez Zapatero y con Mariano Rajoy... Dice la escritora y novelista Almudena Grandes ("Equivocaciones", El País, 21/07/08) que hemos convertido la política en la profesión de unos señores que nunca se sienten obligados a reconocer que se han equivocado. Y que ésa es la mayor de las equivocaciones. Pienso que tiene toda la razón. En tiempos más oscuros, y no me refiero a los que relató John Ronald Reuel Tolkien ("El Señor de los Anillos", 1955), los procuradores en Cortes de las ciudades castellanas que volvían de las mismas sin conseguir la aprobación real a las propuestas emanadas de ellas, solían ser colgados sin más trámites de las almenas. No propongo yo que se llegue a tanto con todos los políticos, pero sí es cierto que deberíamos comenzar a exigir a nuestros representantes con un poco más de rigor que respondan de lo que dicen, y sobre todo de lo que hacen. Y más, cuando pretenden hacernos creer que lo que dicen y hacen lo dicen y hacen en nuestro nombre... HArendt




Romeu (El País, 21/07/08)




Equivocaciones", por Almudena Grandes

Me he preguntado muchas veces por qué los políticos nunca reconocen sus errores. Por qué, si la capacidad de equivocarse es una condición universal de los seres humanos, ningún político de ningún partido se sienta nunca ante un micrófono para pronunciar unas palabras que todos decimos todos los días, y casi siempre más de una vez: lo siento, me he equivocado, he cometido un error, perdóname. Se diría que pretenden situarse al margen de las debilidades propias de su especie, pero al hacerlo, se excluyen también de su grandeza. Sólo aprendemos de los errores que hemos cometido, y reconocerlos es una prueba de honestidad intelectual y de integridad moral que, en teoría, debería mejorar las expectativas electorales.

Las de Zapatero han empeorado en el malabarismo verbal de los sinónimos que se dedica a espolvorear, como si fueran polvos mágicos, sobre una crisis que devora sustantivos, adjetivos y adverbios con idéntico apetito. Solbes, más sintético, porque es de ciencias, comenta las peores cifras económicas diciendo que no son datos positivos. Yo miro a mi alrededor, descubro que en otras crisis, las que sacuden a los partidos de la oposición, tampoco nadie ha roto nunca un plato, y concluyo que no se trata de un vicio del poder, sino de la política. Pero, ¿por qué lo hacen? ¿Qué ventajas extraen de su insistencia en perseverar en un error que crece en la misma proporción en que lo niegan?

Ellos saben que la teoría no es la práctica, y que su oficio jamás ha sido tan fácil como ahora, cuando los errores se pagan sólo cada cuatro años porque los ciudadanos creen que la política no va con ellos, que no tiene nada que ver con su vida cotidiana. Así, entre todos, la hemos convertido en la profesión de unos señores que nunca se sienten obligados a reconocer que se han equivocado. Y ésa es la mayor de las equivocaciones. (El País, 21/07/08).




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La escritora Almudena Grandes




lunes, 14 de julio de 2008

*Las lenguas de mi patria: Parada y cierre





Concluyo con este comentario cualquier alusión más a la polémica desatada por el asunto del Manifiesto sobre la lengua española. Si el otro día puse sendos artículos de Félix de Azúa y Fernando Savater a favor del mismo, hoy lo hago con otros dos en contra. No son de unos cualquieras: Xosé Luis Barreiro ("Hablando de imposiciones", La Voz de Galicia, 14/07/08) es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Santiago de Compostela y fue consejero de la Presidencia del gobierno de Galicia con el PP; Gonzalo Pontón ("Dame la lengua", El País, 14/07/08) es director general de la Editorial Crítica, de Barcelona, desde 1976... A mi se antoja una polémica estéril promovida malintencionadamente, y secundada, quiero suponer que con buena fe, por parte de algunas buenas personas. Creo que con ella hemos perdido todos. Yo, desde luego, la doy por cerrada definitivamente en este blog. HArendt






Hablando de imposiciones", por Xosé Luis Barreiro

Cuando era pequeño me impusieron el castellano. En esa lengua, que en Forcarei no hablaba nadie, me enseñaron el Padrenuestro, la geografía y el teorema de Pitágoras. En esa lengua me obligaron a hablar con el médico, el farmacéutico y el cura, porque el juez, don Sabino Mariño, era el único titulado que hablaba gallego con los niños. Para ser experto en castellano estudié Gramática, Literatura y Lingüística. Y, para entrar con éxito en el seminario, también aprendí las famosas reglas ortográficas de Miranda Podadera, hasta saber, por ejemplo, que se escriben con b todas las palabras que empiezan por ca-, menos cavia, caviar, caví, caverna, cavatina, cava y cavacote.

El gallego, en cambio, no me lo impuso nadie. Lo hablo porque lo hablaban mis abuelos y mis padres, porque en Forcarei jugábamos en gallego, y porque la gente creía que hablar castellano, si no tenías el don de una carrera mayor, era un artificio señoritil y un tanto desleigado . Nadie me enseñó a rezar en gallego, ni a hacer en mi lengua la regla de tres. Para cumplimentar con éxito mi currículo preuniversitario no tuve obligación de saber que el gallego tenía una literatura muy vieja y muy digna que formaba parte importante de la historia de España y Portugal. Y por eso hablo mejor el castellano que el gallego, en el que cometo faltas de ortografía y léxico que los chicos de ahora, gracias a la escuela, ya no cometen.

No voy a volver otra vez sobre la estéril polémica de los manifiestos, las obligaciones curriculares y la escuela. Lo que sí quiero decirles es que nunca estuve traumatizado por el hecho de que me impusiesen el castellano, que amo esta lengua tanto como puedan amarla en Valladolid, y que reconozco en ella todos los fundamentos de una estética literaria y poética que el castellano sigue alimentando -desde Gonzalo de Berceo hasta hoy- con aportaciones de validez mundial.

Lamento mucho, en cambio, que no me hubiesen impuesto el gallego, que no me hubiesen obligado a estudiar su ortografía y su literatura, y a valerme de él para viajar por el cine, los deportes y la teología de la liberación. Y también lamento que, en la diglosia propia del tiempo de mi niñez, tardase tanto tiempo en saber que «Padre nuestro» y «Noso pai» decían lo mismo, aunque yo utilizase lo primero para referirme a Dios y lo segundo para referirme al cartero de Forcarei.

Por lo que a mí respecta se pueden firmar manifiestos en todos los sentidos. Pero quiero que sepan que lo que a mí me impusieron -gracias a Dios- fue el castellano. Y que si algo lamento es que no me hayan impuesto, en la escuela, el gallego que habla mi mamá. Porque, como niño que era, tenía pleno derecho a esa imposición. (La Voz de Galicia, 14/07/08)





"Dame la lengua", por Gonzalo Pontón

Desde hace algunos años hay crecientes razones para preocuparse en nuestro país por el silencio de los intelectuales. Pero, para general alivio, acaban de pronunciarse públicamente en un Manifiesto por la lengua común porque les preocupa el papel del castellano como lengua principal de comunicación democrática (sic). Si a Unamuno le dolía España, a ellos les duele la lengua.

El Manifiesto lo han firmado "espléndidos personajes", como dice don Gregorio Salvador, que es académico de la Lengua y sabe de estas cosas. Además de los personajes de don Gregorio, yo incluso conozco a personas que también lo han firmado. Otras se han echado a los papeles. Doña Laura Campmany ha escrito en Abc (que, según decían Tip y Coll, es como un periódico) que en algunas comunidades autónomas se alienta el desprecio al castellano y se fomenta su olvido: "Apadrine su acento, cultive su elegancia... y escójalo en el baile de pareja", nos implora.

Don Manuel Jiménez de Parga (¿Se acuerdan? El de los andaluces limpios y los catalanes guarros) nos exhorta a afianzar el sentimiento nacional, hace votos porque en el siglo XXI "los provincianismos y los localismos aldeanos" no tengan futuro y nos advierte de que existen "personas de gran prestigio preocupadas por lo que ocurre con el castellano en Cataluña, en el País Vasco, en Baleares y en Galicia".

Y no sólo personas de gran prestigio, don Manuel, oiga. Yo mismo, sin ir más lejos, ando en un sinvivir por las agresiones del euskera, el gallego y el catalán (no entro en lo del balear porque no lo domino). Si regresa usted a Barcelona sólo oirá hablar en catalán: en las casas, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en los mercados, en las farmacias (allí vendemos, siempre en catalán, crema protectora antisolar y paracetamol); en la TV (estoy abonado a la cadena catalana Digital Plus y puedo ver más de 200 canales, todos en catalán); en los anuncios (Don't imitate, Innovate); en el lenguaje deportivo (corner, gol, penalti); en las discotecas (birra, chati, farlopa, segurata)...

También me preocupa y mucho, como a los abajo firmantes, la rotulación de las vías públicas. Los catalanes hemos llegado al extremo de escribir exclusivamente en catalán los nombres de calles y plazas. Por ejemplo: hemos puesto a nuestra calle más importante el nombre de la línea imaginaria que divide a una circunferencia. Así: Diagonal, sólo en catalán. A otra muy antigua la llamamos Gran Via, también en catalán. Y lo que es más, el rótulo que orienta hacia el edificio más emblemático de Barcelona, el que tanto le gustaba a Engels, sólo está escrito en catalán: La Sagrada Família. Pero lo peor viene al tratar de salir de la ciudad, porque en los carteles de señalización sólo se puede leer Autopista (y en esto El Perich tuvo mucha culpa), Ronda o Aeroport.

Hasta yo mismo sufro la agresión del catalán en mis carnes: a mí, que me llamo Gonzalo, me llaman Gonçal, que ya son ganas de despistar poniéndole una coma a la "c". Lo mismo pasó hace ya años con la movida musical catalana llamada la nova cançó. Como entonces me preguntaba la gente, con razón: "Oye, ¿y eso del canco qué es?". Parecía una enfermedad venérea. Además de la dichosa "c" con la comita, el catalán (una lengua dificilísima e ignota, desde luego indoeuropea pero con aportaciones fenicias) tiene ocho vocales, un chorro de consonantes y una flexión nominal endiablada de siete casos, más un ablativo instrumental y otro absoluto. La conjugación verbal no es tan difícil, si no fuera por los verbos polirrizos y por la particularidad de que las formas bisilábicas del infinitivo se usan con valor de aoristo. Claro que el marcado hipérbaton tampoco ayuda mucho. Es mucho más fácil para los inmigrantes subsaharianos aprender la lengua oficial y común, el castellano, que a fin de cuentas deriva del latín.

No puedo estar más de acuerdo con la afirmación: "Contar con una lengua política común es una enorme riqueza para la democracia". Pero es que, además, yo añadiría al Manifiesto el reconocimiento que se debe a la enorme generosidad con que Castilla nos ha dado su lengua. Cuando ésta era camarada del imperio, a los castellanos (que te llevaban a la hoguera por un quítame allá esas filacterias) bien que les gustaba darle la lengua a las Indias. Aún hoy, los latinoamericanos más reacios a agradecer la misión civilizadora de la madre patria acaban confesando, como Neruda, que era un rojo, que sí, que Castilla les dio la lengua.

Y en cuanto a la lengua vehicular en la educación, es claro que los padres tenemos todo el derecho a decidir en qué lengua han de estudiar nuestros hijos. Es más: los padres analfabetos de lengua castellana tienen que tener la libertad de exigir que sus hijos sean analfabetizados en lengua castellana, y los padres antropófagos de lengua castellana tienen todo el derecho a pedir que sus hijos se eduquen en el canibalismo en lengua castellana. Si la lengua vehicular en la escuela es exclusivamente el catalán, los niños no tendrán ninguna posibilidad de aprender castellano, porque cuando lleguen a su casa hablarán con sus padres sólo en catalán, verán la tele en catalán y le darán a la play station exclusivamente en catalán. Situación de por sí agravada por las canguros que les cuidan, todas procedentes de la Garrotxa o del Solsonès. Como es bien sabido, cuando un cerebro infantil se conforma a la estructura gramatical del catalán, ese cerebro queda automáticamente incapacitado para aprender cualquier otra lengua, porque los niños no tienen ninguna capacidad lingüística innata, sino que aprenden la lengua mecánicamente (Descartes, Leibniz, Humboldt o Chomsky sostenían todo lo contrario, pero no eran intelectuales españoles ni les dolía la lengua).

Aunque eso de que "la lengua castellana es la única cuya comprensión puede serle supuesta a todos los ciudadanos españoles" no lo veo claro, la verdad. Tiene toda la razón doña Laura en que hay que "apadrinar su acento", pero ¿cuál? ¿El del señor Zapatero "Ahora voy de Cádiz a Valladoliz sin parar en la ciudaz de Madriz"?; ¿el del señor Bono "El cajtellano o ejpañol ej la lengua d'Ejpaña"?

Y en cuanto a "cultivar su elegancia", ¿cuál? ¿La del castellano de la Guardia Civil "sesientencoño"?; ¿la de los personajes forgianos "Sincreíble, oyes"?; ¿la de los botelloneros "Sa caío del amoto porque llevaba enchegao el arradio y sarrancao la canne de la pienna"? O, quizá, dado que "nuestro idioma goza de una pujanza envidiable y creciente en el mundo entero", ¿deberíamos echar mano del castellano de América? ¿Tal vez el pequeñoantillano "La mujel del yanitol me consiguió el rilif"?; ¿el granantillano "Lo jodieron tanto que se sacó el mandao con jolongo y tó"?; el de Nueva España "Te pudo cargar la chingada nomás conque te hubieras parado, cabrón. Órale güey"?; ¿el rioplatense "La milonga déle loquiar, y déle bochinchar. Linda al ñudo la noche"? ¿Y el castellano nuestro, el de los catalanes "Contrariamente al Madrit, en el Barça tenemos jugadores de blancos y de negros, y a más a más, tenemos de suplentes"?
España: dame la lengua, que quiero bailar contigo. (El País, 14/07/08)






viernes, 11 de julio de 2008

*Reencuentro con Hannah Arendt




Caricatura de Hannah Arendt


Por fin, después de meses de búsqueda y espera recibo hoy, remitida por la Librería Beatriz de Madrid, la biografía de mi adorada Hannah Arendt escrita por Laure Adler ("Hannah Arendt". Destino, Barcelona, septiembre de 2006), traducida del francés por Isabel Margelí ("Dans les pas de Hannah Arendt". Éditions Gallimard, París, 2005). Ya había leído su otra gran biografía, magnífica, la de Elisabeth Young-Bruelh ("Hannah Arendt". Alfonso el Magnánimo, Valencia, 1993), pero tenía muchos deseos de leer la de Adler, más intimista, a juicio de los críticos, que la de Young-Bruelh. De mi admiración por Hannah Arendt deviene el seudónimo con el que se firma este blog. La voy a disfrutar... 
HArendt




http://www.bib.ub.edu/fileadmin/bibs/filosofia_geo_hist/img/arendt4.jpgHannah Arendt








*Hannah Arendt. Pensar Apasionadamente



Hannah Arendt



Les invito a ver este magnífico documental del realizador alemán Jocken Kölsch sobre la vida y la obra de la pensadora estadounidense de origen alemán Hannah Arendt, titulado "Pensar apasionadamente". Espero que lo disfruten. HArendt










*Perplejidades: "Épater le bourgeois"



Deborah de Robertis en el Museo de Orsay


Lo confieso. Me siento absolutamente perplejo ante el afán de unos y otros por asombrar al personal (por "épater le bourgeois", en lenguaje cursi) a cuenta del famoso Manifiesto por la Lengua Común, que no comparto, pero que tampoco me molesta, lanzándose frases y comentarios a cada cuál más burro. Si de verdad se busca el enfrentamiento entre unos españoles y otros a causa de la lengua de cada uno, conmigo que no cuenten...

Yo también suelo intentar "épater le bourgeois" de vez en cuando, con una diferencia fundamental: que este blog es solo un entretenimiento del que suscribe, sin pretensión alguna, y que tienen la amabilidad de leer unos cuantos amigos, mientras que lo que escriben gentes como Félix de Azúa ("¡Socorro!", El País, 10.07.08) o Fernando Savater ("Ciudadanía y lengua común", El País, 11.07.08), a los que admiro, y a los que respeta mucha gente, no deberían caer en esa tentación.

Que el jubilado Sumo Sacerdote del catalanismo militante, Jordi Pujol, llame "a combatir 'sin miedo' la falta de respeto a Cataluña", no me parece razón suficiente para que mi admirado Azúa proclame su miedo a que lo quemen ("vivo o en efigie", dice...) los hijos de Bin Laden (sic).

Que mi también admirado Savater se vea en la necesidad de explicar algo tan sencillo de comprender como la intención de los redactores y firmantes del Manifiesto, ¿significa que "algo" no se explicó bien en el momento de lanzarlo a la opinión pública?... No se, pero es posible...

Una última digresión sobre perplejidades propias y ajenas: el periodista, escritor y ex asesor del presidente del gobierno, Javier Valenzuela, llama públicamente a la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, "estúpida, inculta e incompetente". Me parece un exceso. Quizá la joven ministra no haya demostrado lo que se dice un prodigio de sensibilidad política y diplomática, pero de ahí al exabrupto de Valenzuela va un trecho largo, largo... Lo peor, en todo caso, no sería eso, sino la revelación de que los ministros del gobierno se nombran en función de una cuota (género, lengua, territorio, edad) y no por su competencia para el cargo. Eso si que sería peligroso... HArendt


"¡Socorro!", por Félix de Azúa

El pasado 23 de junio, Fernando Savater presentaba en buena compañía un Manifiesto por la lengua común. El título no ha sido citado en ninguno de los 800 artículos del Tambor del Bruc mediático que de inmediato se publicaron en la prensa catalana, la cual, naturalmente, tampoco reprodujo el texto. El título no era del gusto de los nacionalistas, de modo que pasaron a llamarlo "Manifiesto en favor del castellano", frase que no figura en ningún lugar ni forma parte del contenido, ya que el castellano no necesita de ningún favor, pero ¿qué más da? ¿Vamos a detenernos a pensar un poco, antes de cargar el trabuco y disparar a bulto cuando la Patria está en peligro? Todos los artículos venían a decir lo mismo, pero con algunos matices notables.

Los más delirantes no eran los viejos amigos del Avui o del Punt Diari, sino los desconocidos del ilegible diario Público, órgano del presidente del Gobierno central, o sea, del Estado. Titulaban a seis columnas: "El nacionalismo español hace de nuevo política con las lenguas". Los nacionalistas con mala conciencia siempre quieren que todo el mundo sea nacionalista para así quedarse más aliviados y compartir la culpa. Cree el ladrón... Para su desdicha, incluían en la doble página las estadísticas de la Generalitat sobre los usos del catalán y en ellas se afirma que más de la mitad de los catalanes prefiere como primera lengua el castellano. La humilde petición de que aquellos que lo deseen puedan usar su lengua materna en la educación, la Administración pública y la vida cotidiana sin que les caigan multazos o broncas, es "nacionalismo español" para los orgánicos de Zapatero. Tome nota.

Como movido por un resorte, el partido de los socialistas catalanes declaró pomposamente que el manifiesto era "innecesario". No aclaró su portavoz, Miquel Iceta, qué es lo que le parece necesario al PSC. Pocos días antes, la oposición en pleno le había preguntado por 5.000 millones de pesetas que se han esfumado persiguiendo a una almeja brillante. Tampoco entonces Iceta había considerado necesaria la pregunta. Lo que para el PSC sea necesario, es un arcano insondable. Los socialistas catalanes van aproximándose cada vez más a un modelo adorable, el de la corte de Catalina la Grande.

Ninguno de los 800 artículos antes mencionados hablaba del contenido del manifiesto, el cual se puede resumir del siguiente modo: si cualquier ciudadano catalán, como el actual presidente de la Generalitat, puede educar a sus hijos en alemán, en francés, en italiano o en inglés, ¿hay alguna razón para que no pueda educarlo en español? Y de haberla, ¿cuál es? La mentira oficial es que no hay problema para escolarizarse en español; la realidades que ni hablar del peluquín. Intente indagarlo. Chocará contra un muro de cemento. Se sentirá como alguien que quiera darse de baja de Telefónica. Acabará en el psiquiátrico.

Como, según el Tambor del Bruc mediático, el asunto del manifiesto no era el que acabo de exponer, los artículos se veían obligados a hablar de temas muy inspirados: la "supremacía del castellano", la "lengua del imperio", el "ataque contra el catalán...". Todo mentira, ¿pero de cuándo acá un nacionalista va a respetar la verdad? La verdad es, sencillamente, aquello que los nacionalistas decretan que es verdad. Y sólo es verdad lo que es bueno para Cataluña, siendo ese ente lo que en cada momento les conviene. Y punto, añade Catalina la Grande.

Había algo, sin embargo, más significativo si cabe. La mayoría de los artículos procedían al insulto, práctica española donde las haya cuando flaquean los argumentos: franquistas, fachas, españolistas ("de mierda"), imperialistas. Un Jordi Sánchez nos llamaba a los firmantes "miserables" en este mismo periódico porque nos negábamos a pagar su hipoteca. Algunos artículos eran deliciosos, como el de un profesor de la Universidad de Girona que exponía el punto de vista guipuzcoano: lo que hay que exigir, venía a decir, es que todos los españoles aprendan catalán. Un hombre generalmente moderado, Antoni Puigverd, aseguraba que el manifiesto rompía los últimos puentes entre Cataluña y España. Volveré sobre ello. No obstante, estos intelectuales olvidaban un detalle de cierta relevancia: todos sus artículos estaban escritos y publicados en español.

Los nacionalistas consideran indudable su derecho a escribir y publicar en la lengua que (dicen) está destruyendo al catalán. Creen tener derecho a suprimir de sus vidas el catalán y pasarse al español cuando les parezca oportuno, con el fin de insultar (y cobrar por ello) a unos ciudadanos que jamás han atacado el catalán ni perderán un minuto de sus vidas en semejante tontería. Así que estos pensadores nacionales pueden eliminar el catalán y hacer uso de la lengua asesina del catalán cuando les viene en gana y pueden poner en peligro la supervivencia de la lengua que dicen proteger, pero que unos ciudadanos pidan educar a sus hijos en la lengua que estos nacionalistas utilizan cuando les conviene, eso es fascismo, franquismo, imperialismo, y no es pederastia porque Dios no lo quiere. Si alguien entiende la ética de los nacionalistas, por favor, que escriba una tesis doctoral.

La traca final ha sido de lo más levantina. Animado por tan honradas huestes, el anciano Jordi Pujol ha cogido el alfanje. "[Pujol] llama a combatir 'sin miedo' la falta de respeto a Cataluña", según titulaba el diario de la burguesía catalana el 2 de julio. Lo de "sin miedo", entrecomillado por la redacción, pone los pelos de punta. El texto del patriarca es: "Combatir con decisión y confianza, sin miedo, y sin respeto para quien no nos respeta". A Pujol le animó mucho lo de las caricaturas de Mahoma: qué demonios, hay que hacerse respetar. A partir de su llamamiento a la guerra santa y conociendo de primera mano (y puño) a los cejijuntos y democráticos grupos de falangistas catalanes que suelen actuar en estos casos, los firmantes andamos escondiéndonos en las masías de recreo de algunos consellers y diputats solidarios. Sobre todo desde que Montilla ha decidido que incitamos a la "catalanofobia". No sus socios separatistas, no las juventudes de la "puta España", no Carod y Rubianes, no: el odio a Cataluña lo inducimos nosotros. Muy honesto.

Amigo Puigvert, si te lo permiten tus principios, deja abierto algún puente para que cuando lleguen los hijos de Bin Laden a quemarnos (vivos o en efigie), los cuatro gatos que aún nos tomamos en serio a este país podamos salir arreando hacia lugares más democráticos, menos violentos, más civilizados. (El País, 10/07/08)



El escritor Félix de Azúa


"Ciudadanía y lengua común", por Fernando Savater



Como el mío va a ser uno de los pocos artículos que se publiquen en este periódico a favor del Manifiesto por la Lengua Común, permítanme que empiece con algo de melancolía. El documento en cuestión derrocha miramientos y renuncia a cualquier denuncia o acusación: no contiene críticas contra el Gobierno, ni contra la oposición, ni contra ninguna de las Administraciones autonómicas. Como el poeta, está a punto de perder su vida por delicadeza. Tampoco incurre en un alarmismo exagerado (se limita a señalar lo que es una preocupación generalizada en nuestra sociedad, como demuestran las firmas obtenidas de personalidades ilustres de las letras, las ciencias, el arte, el comercio o el deporte, muchas de las cuales no han firmado ningún manifiesto en su vida), y se centra en recomendar medidas preventivas antes de que lo peor sea además irremediable. Ni que decir tiene que reconoce todas las lenguas oficiales como igualmente españolas (lo que sin duda puede haber molestado a algunos) y formando parte del patrimonio cultural y social que compartimos, merecedoras de estímulo y salvaguardia. En el Manifiesto no sólo se defiende el derecho de quien lo desee a ser educado en castellano, sino también el derecho semejante a ser educado en catalán en Cataluña, en euskera en el País Vasco, en gallego en Galicia, etc. Éste es el Manifiesto que ha sido denunciado como xenófobo, imperialista, contrario al pluralismo cultural y hasta partidario del exterminio de los hablantes de lenguas minoritarias. Un político catalán lo calificó como "un insulto a la inteligencia": bueno, entonces usted no tiene por qué considerarse ofendido, buen hombre. Y lo mismo vale para los demás. Por decirlo churchilianamente: nunca quien no agredió a nadie fue agredido por tantos.

Es curioso: a los que hemos luchado durante bastantes años a favor de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, las tergiversaciones polémicas que se utilizan contra el Manifiesto nos recuerdan irresistiblemente las que oímos tantas veces contra esa necesaria materia académica. Destinos paralelos: en un caso, se ofendió involuntariamente las prerrogativas que considera intocables la Iglesia católica, y en el otro, las que se atribuye la jerarquía nacionalista, dos poderes fácticos de fundamentación mitológica que consideran persecución totalitaria cualquier merma de sus privilegios autoconcedidos. Interesante semejanza, que merece ser examinada más despacio.

Primera similitud: para criticar con mayor comodidad, se inventan el contenido de la asignatura y el contenido del Manifiesto. Según unos manipuladores, la Educación para la Ciudadanía se dedica a hacer proselitismo homosexual y a recomendar que nadie se case si no es con persona de su mismo sexo. Como no faltan manuales delirantes propuestos para la materia, otros se dedican a entresacar proclamas a favor de Fidel, Chávez y la abolición inmediata del capitalismo. Intentar que se recuerde en sus justos términos el temario oficial es tiempo perdido. De modo semejante, algunos decretan que el Manifiesto sale en defensa de la lengua castellana, empeño risible porque nuestro idioma goza de excelente salud, es hablado por 400 millones de personas y de nada hay que protegerlo. Según otros -pertenecientes a la lunatic fringe de varias autonomías bilingües-, el Manifiesto persigue abolir nuestro pluralismo lingüístico y cultural, exterminar al diferente, etc. Rogar que se lea el Manifiesto para comprobar que lo que se trata de defender son los derechos de los castellanohablantes sin mermar el bilingüismo o que estamos tan convencidos de la pujanza universal del castellano que por eso nos parece crucial reforzarlo como lengua común de España es tarea ociosa: la caricatura resulta polémicamente más rentable.

Segunda similitud: tanto la asignatura como el Manifiesto son inútiles, superfluos y refuerzan al poder establecido. Unos nos dicen que todo el mundo sale ciudadano de la escuela por la convivencia con los demás y sobre todo por la enseñanza de los padres. ¿Para qué adoctrinarles con teorías políticamente correctas que les hagan dóciles al relativismo moral dominante? Los otros aseguran con total convicción que no existe problema lingüístico en ninguna parte, salvo en la imaginación de la extrema derecha. No es verdad que haya comunidades donde no se pueda escolarizar a los niños con plena naturalidad en castellano, ni es cierto que en ellas los impresos oficiales sólo se faciliten en la lengua autonómica, ni es verdad que la señalización de vías públicas tampoco sea bilingüe, ni que el conocimiento de la lengua co-oficial tenga un valor desmesurado en concursos y oposiciones, etc. Esas denuncias son invenciones en la mayoría de los casos, o simples anécdotas irrelevantes cuando resultan probadas. Los que de veras sufren son quienes intentan manejar una lengua distinta del castellano: ¿hay algo más difícil y peor visto que hablar catalán en Cataluña, euskera en el País Vasco o gallego en Galicia? Todo son problemas y cortapisas para los héroes que a tanto se atreven... El Manifiesto es una apología de la represión y de la prepotencia vigente, puaf.

Tercera similitud: ¡vuelve el franquismo! Educación para la Ciudadanía es un revival de la Formación del Espíritu Nacional (que nada tiene que ver con las sanas lecciones de identidad que se dan en las autonomías nacionalistas), así como el Manifiesto defiende la lengua del Imperio, según enseñó Girón de Velasco. ¿Cómo no nos habremos dado cuenta antes? Bien claro está; el último canalla que se preocupó por la unidad de España fue Franco, y sólo a él podía ocurrírsele adoctrinar en valores políticos comunes. Menos mal que aún quedan vigías para dar la voz de alarma y señalar que por allí resopla el fascismo. Debemos estarles eternamente agradecidos... y obedecerles sin rechistar.

En fin, dejémoslo estar. Los defensores de la inmersión lingüística ven en ella la única forma de evitar guetos y de garantizar la convivencia cultural. Si nosotros fuésemos nacionalistas españoles, aceptaríamos el razonamiento pero aplicado a toda España: inmersión lingüística general en castellano para la educación pública, a fin de evitar que Cataluña, Euskadi, Galicia o Baleares se conviertan en guetos dentro del país. Es la doctrina vigente en Francia, que no es el peor Estado europeo ni en cultura ni en democracia. Sin embargo, no es eso lo que reivindicamos. El Manifiesto no pide inmersión en castellano de los que tienen otras lenguas maternas, sino que no se imponga otra lengua a los que prefieren el castellano. En general, la lengua común no requiere en las comunidades bilingües trato privilegiado, sólo que no se la persiga ni obstaculice como hoy se hace. Con eso basta.

Por lo demás, admito que se nos discuta, pero no acepto que se nos descalifique con infundios sectarios como han hecho reciente y reiteradamente el Partido Socialista y el Gobierno. La decencia política no se funda en el optimismo, como cree Zapatero, sino en la veracidad. Decidido: en cuanto nos repongamos de este Manifiesto, hay que preparar otro contra el uso impune de la mentira por los políticos. (El País, 11/07/08)




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El filósofo Fernando Savater


"Estúpida, inculta e incompetente", (Agencia EFE)


Javier Valenzuela, director general de Información Internacional en La Moncloa entre 2004 y 2006, además de asesor personal de José Luis Rodríguez Zapatero, al que acompañó en todos sus viajes al extranjero durante esa época, ha lanzado un durísimo ataque contra Bibiana Aído –a la que llega a calificar de "incompetente", "inculta" y "estúpida"– por haber atizado la polémica sobre el uso del velo islámico. Valenzuela asegura que la ministra de Igualdad "no está capacitada para servir al Estado".

El ex asesor de Zapatero, ahora escritor y periodista, compara a Aído con la vicepresidenta del Gobierno, y afirma que mientras María Teresa Fernández de la Vega es "inteligente, laboriosa y leal", a aquélla "todavía no se le conoce ningún servicio al Estado, pero sí una serie alarmante de meteduras de pata". La última, y a su juicio la "más grave", ha sido "la de intentar abrir en España, y desde el Gobierno, una polémica sobre el hiyab o velo islámico".

Valenzuela escribe: "El que usted sea joven, universitaria, mujer, andaluza, socialista, patrocinada por el señor Chaves y apreciada por el señor Zapatero, no le da derecho a meter a este país en más líos de los que ya tiene. Como si fueran pocos problemas la crisis económica, las amenazas terroristas de ETA y el yihadismo, los conflictos territoriales, la criminal violencia machista, los accidentes laborales, la gestión del agua y la integración de los inmigrantes, entre otros, usted, por hacerse la progre, por copiar a los franceses, por lo que sea, pretende introducir en la agenda nacional la polémica sobre el velo. ¿Con la intención, tal vez, de prohibirlo por ley?".

En su blog de internet, el ex asesor presidencial alude, de esta forma, a las polémicas declaraciones de Aído el pasado 26 de junio en el Congreso, cuando denunció la "situación discriminatoria" que, a su juicio, sufren las mujeres musulmanas que llevan velo. "En nuestro país los hombres árabes o musulmanes pueden vestir al modo occidental porque su cultura no les exige que lleven ningún símbolo. Las mujeres, sin embargo, llevan vestidos largos que les tapan el cuerpo y también un pañuelo sobre la cabeza que les cubre el cabello", dijo la ministra durante su intervención en unas jornadas parlamentarias sobre el papel de la mujer en la llamada Alianza de Civilizaciones.

Aído advirtió de que "no todas las prácticas culturales tienen que ser protegidas y respetadas", y añadió que aquellas "que vulneran los derechos humanos y promueven la desigualdad de las mujeres deben ser criticadas".

Valenzuela, dirigiéndose a la titular de Igualdad, afirma: "La respuesta a su estupidez sobre el velo islámico la dio ya hace meses el mismísimo señor Moratinos: en España no tenemos ese problema y, francamente, no queremos importarlo. Su incultura también ha sido denunciada por su congénere Amparo Sánchez, presidenta del Centro Cultural Islámico de Valencia: hay que ser cenutrio/a para confundir árabes y musulmanes. Si tanto le molesta que una mujer se cubra el cabello por motivos religiosos y como consecuencia de una decisión libremente adoptada, ¿por qué no empieza usted por meterse con las monjas católicas, que son muchas? Pero, por favor, hágalo como ciudadana de a pie, no como ministra del Gobierno de España".

Enfriar la polémica. El propio Rodríguez Zapatero y varios miembros del Gobierno se apresuraron a matizar las declaraciones de Aído para tratar de enfriar la polémica. El jefe del Ejecutivo dijo que "el velo normalmente no tiene por qué entenderse como discriminatorio, y afortunadamente en nuestra sociedad, donde ya hay un número importante de personas de origen musulmán, la convivencia se ha conseguido bastante bien". De la Vega también corrigió a Aído, y señaló que "lo más importante es ser sumamente respetuoso con los hábitos y culturas de cada país". Y el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, fue aún más explícito, al asegurar que el uso del velo "no es un problema, y como símbolo es perfectamente legítimo. Donde no hay un problema no conviene crearlo".

Tras advertir a Aído de que "al Gobierno de España no se llega para hacer un master o unas prácticas en materia política", Valenzuela se permite, incluso, reconvenir a su antiguo jefe. "Mire usted, señor Zapatero: al Gobierno de España no se incorpora a gente que no esté capacitada para servir de inmediato al Estado".

El ex asesor de Zapatero añade, finalmente: "La inteligencia no tiene género: hay mujeres inteligentes y hay hombres inteligentes. La estupidez tampoco: hay hombres estúpidos y hay mujeres estúpidas. En el actual Gobierno de Zapatero hay mujeres y hombres inteligentes y apreciados por la ciudadanía. También hay mujeres y hombres incompetentes que, según expresa la mayoría de los españoles a través de las encuestas –único modo que tienen de pronunciarse sobre este asunto–, no deberían estar ahí". (El Confidencial, 10/07/08)



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Bibiana Aído, ministra de Igualdad




domingo, 6 de julio de 2008

*¡Podemos!... (de nuevo...)







¡Bien por Rafa Nadal! Cuarenta y dos años después Wimbledom vuele a manos de un tenista español. La última española en conseguirlo fue Conchita Martínez en 1994. ¡Felicidades! Está claro que podemos... HArendt