miércoles, 25 de junio de 2008

Inmigrantes, expulsiones, derechos...




Otros tiempos


Sigo sin tenerlo claro... El pasado día 20 escribí en el blog, en "Equilibrios dialécticos y decepciones", que aunque se dice que la política es el arte de lo posible, y que por tanto era posible que la decisión adoptada el día anterior por la mayoría de nuestros diputados socialistas en el Parlamento europeo fuera la correcta, esa decisión no dejaba de producirme un enorme desasosiego e incomodidad. Que tanta renuncia a la utopía y tanto canto al realismo podrían acabar por desencantar a un gran número de votantes. A mi entre ellos... Así sigo. Lo que no entiendo es porqué explicaciones tan sensatas sobre el asunto como las que hoy dan en El País, en "Algunos derechos para quienes no los tenían", el parlamentario europeo, Ignasi Guardans, y el diputado del Congreso. Carles Campuzano, ambos de CiU, no se dan antes, y no después, cuando la tormenta ya ha estallado. Muy español, eso de acordarse de Santa Bárbara sólo cuando truena... Nos ahorraríamos todos bastantes desasosiegos si de vez en cuando los políticos dieran explicaciones en su momento y no a toro pasado... HArendt



Ahora



"Algunos derechos para quienes no los tenían", por Ignasi Guardans y Carles Campuzano

Desde hace unas semanas, creadores de opinión con reputación intachable, políticos respetables y otros de verbo menos controlado, defensores de los derechos humanos de impecable trayectoria y presidentes de regímenes con democracia muy discutible, todos se han revuelto con pasión descontrolada para descargar su ira y su conciencia contra la llamada Directiva de Retorno. Este fenómeno ha sido particularmente intenso en España.
Sin duda, todos han hablado y escrito tras leer detalladamente el texto que hemos votado una amplia mayoría en el Parlamento Europeo, y conociendo cómo se ha forjado una norma que refleja en cada párrafo, en cada coma, tres años de negociaciones entre los Gobiernos democráticos que representan a 500 millones de ciudadanos y los representantes del Parlamento Europeo.

Y, a juzgar por cuanto se ha dicho y escrito, un grupo de intelectuales se conserva hoy, al estilo del pueblo de Astérix, como el último reducto de democracia en Europa, mientras los demás -incluso con el apoyo de los ahora degenerados socialistas españoles-, hartos ya de lo que hemos creído y defendido durante años, aplastamos al emigrante ilegal y lo reducimos a su más ínfima condición.

O a lo mejor no es así. A lo mejor se pueden recolocar las cosas en su justa y razonable medida con unas breves reflexiones de quienes no sentimos vergüenza alguna por haber dado un paso adelante en la protección de los derechos de miles de inmigrantes en situación irregular.

Ante todo, algunas premisas. Se supone que la mayoría aceptamos que deben existir unas reglas (las que sean: ése no es ahora el debate) para determinar quiénes y en qué condiciones pueden residir legalmente en nuestro país. Y aceptaremos entonces que habrá que prever cómo reacciona el Estado frente a quienes las incumplan. Y hay que suponer que aceptamos que eso puede incluir el retorno forzoso a su país de origen.

Aceptadas esas premisas sencillas, se trata de fijar para el caso de detención y retorno forzoso (que España aplica hace ya largos años, aunque algunos parezcan descubrirlo ahora) unas reglas de mínimos que garanticen en toda Europa algunos derechos básicos a quien no los tenía, sin impedir en ningún caso que Parlamentos y Gobiernos establezcan en cada Estado garantías y derechos superiores.

Y en este tira y afloja negociador para fijar esa base mínima, el Parlamento ha arrancado de muchos de esos Gobiernos democráticos una protección de la que "sus" ilegales carecían, y ahora tendrán: excluir del retorno forzoso al solicitante de refugio o asilo; precisar por ley en qué casos concretos es posible restringir la libertad de quienes están pendientes de ese retorno forzoso; fijar garantías para el retorno de menores no acompañados y garantizar sus condiciones de internamiento separado de los demás (con educación incluida); forzar un procedimiento escrito y reglado lejos de toda arbitrariedad; garantizar derechos procesales básicos (como la lengua, o la asistencia jurídica gratuita); definir las obligaciones de atención sanitaria, o velar por la revisión judicial de todas esas decisiones.

Y, cuando en muchos países no hay límite alguno, fijar un máximo de seis meses de detención en casos concretos, prorrogable por 12 más en condiciones muy determinadas (algo muy lejos de esos supuestos 18 meses de retención que tantos dan por asumido).

Nada de todo ello es "un paso atrás" para ni un solo inmigrante irregular en toda Europa. Al revés: hoy es la ley europea, también el Tribunal de Justicia, quien les dará la protección que en muchos Estados no tenían. Es esa ley europea el límite que esos Estados no podrán ya franquear. Mientras en otros, como el nuestro, y porque así lo quiere nuestro Parlamento, esos inmigrantes podrán tener algunos derechos más.

Claro que a algunos nos gustaría que en este tema hubiera en los Parlamentos nacionales de toda Europa, y en las sociedades que los eligen, una sensibilidad política como la que aquí es mayoría. Pero no es así. Y por eso Europa legisla con directivas de mínimos, sin impedir a cada Estado ir más allá si así lo desea.

Debatir cómo se cambian mayorías en Europa es una cosa. Plantear una especie de rabia colectiva porque otros no reconocen aún lo que aquí tenemos y pretender bloquear toda votación en Europa mientras no hagan lo que hemos hecho aquí es simplemente irresponsable.

Porque la realidad política, democrática y jurídica es que la alternativa a este texto no era en ningún caso un texto mejor. Era simplemente bloquear la aprobación de esta norma durante años y dejarla en el limbo frente a 27 sistemas de retorno distintos. Y así quizá algunos nos habríamos ahorrado críticas e insultos en España. Pero sin haber mejorado la protección de ni un solo inmigrante ilegal en toda Europa. (El País, 25/06/08)



¿Esperanza o frustración?







martes, 24 de junio de 2008

El Congreso del PP y "La Roja"

Padr


Padre nuestro que estás en los cielos....



Discrepo de lo que dice hoy en El País el periodista Miguel Ángel Aguilar: que los organizadores del Congreso del PP eligieron unas fechas equivocadas y su celebración, simultánea a la participación de "La Roja" en la Eurocopa, les ha hecho perder visibilidad... A mi el Congreso del PP, la verdad, ni frio ni calor; y sobre la actuación de la selección española de fútbol, pues decir que me encanta el papel que está haciendo, el que haya ganado a los italianos "a la italiana", y que a ver si nos da una satisfacción, que ya es hora... Pero poco más.

Sobre el PP, Rajoy, Aznar y su Congreso he leído y escuchado más en estos tres días que en los últimos cuatro años. Desde luego, de invisibilidad, nada de nada... Entre los comentaristas de la situación, discrepancia total: Por un lado la COPE y Televisión Popular: la primera, no la oigo ni en penitencia por mis pecados de soberbia (en baja), y lujuria (casi olvidada); la segunda, la pongo cuando tengo ganas de reírme un poco con las tonterías que dice y la forma en que las dice. Ayer noche, lo menos que llamaron a Rajoy, fue traidor a España y, sobre todo, a Aznar... Cosas...

Por el otro lado, todos los demás... Entre los comentaristas políticos hay acuerdo general: Rajoy ha matado a Aznar, pero no está nada claro que el susodicho se vaya a dejar enterrar sin dar algún manotazo más. Y bastantes discrepancias de fondo sobre si ese viraje es sólo una operación cosmética o algo real, y también sobre la futura, necesaria y deseable aparición de un partido que represente a esa derecha-derecha que se resiste a desaparecer, liderado por alguno de los defenestrados en Valencia... En cualquier caso, reconozco que "este" PP ya no me da miedo. Seguiré sin votarle, por supuesto, pero le he perdido el miedo. Y eso ya es bastante para mi... Y... !ánimo, Roja, qué son tuyos!... HArendt



Congreso del PP, Valencia, junio de 2008





"Rajoy con todo el equipo", por Miguel Ángel Aguilar

Sucede, como ha comentado en su sección En voz baja del informativo Hora 14 de la cadena SER un buen amigo periodista, que el vértigo de la actualidad tiende a borrar el perfil diferencial de los acontecimientos, sobre todo cuando la aceleración con la que se difunden los priva de sentido. Porque nos tiene dicho Jean Baudrillard en La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos (Anagrama, 1993) que la aceleración de la modernidad, técnica, incidental, mediática, nos ha conducido a una velocidad de liberación tal que nos hemos salido de la esfera referencial de lo real y de la historia. Sin instalarnos en tanta solemnidad, yendo al caso del congreso del PP clausurado en Valencia el domingo pasado, observamos que la velocidad de superposición de los sucesos anestesia nuestra capacidad de percibirlos, de modo que termina por prevalecer sólo el de mayor poder de pregnancia, por decirlo en la jerga de los comunicólogos.

Así que, en definitiva, la onda expansiva del España-Italia ha reducido al mínimo la visibilidad de la asamblea de los populares. Queda claro que ha habido un error de programación porque, además, el fenómeno de la roja se mantendrá en actividad al menos hasta el jueves cuando se celebre la semifinal del España-Rusia. El reflejo en la prensa lo confirma. Por ejemplo, en diarios como el International Herald Tribune o el Financial Times no había rastro alguno el lunes del congreso del PP mientras que se recogen declaraciones de Luis Aragonés, donde da cuenta de las ayudas psicológicas en las que basa su acción. En todo caso, para revertir este fenómeno e impedir que la actualidad tergiverse la realidad se impone volver a un sistema gravitatorio suficientemente fuerte como para que las cosas puedan reflejarse y por tanto tengan alguna duración y alguna consecuencia. En esta disposición conviene analizar el congreso del pasado fin de semana.

Cuando amaneció Mariano Rajoy algunos días después de la noche triste del recuento electoral del 9 de marzo, aclaró que sería de nuevo candidato a la presidencia del PP en el congreso convocado para el pasado día 20 y que lo haría con su equipo. La orquesta mediática redobló entonces su poder de percusión para quebrar la voluntad del líder y obligarle a desistir. Al estruendo en prensa, radio y televisión se añadió el suplicio de la gota malaya mediante deserciones, calculadas lunes a lunes, de quienes se consideraba que mayor daño podrían hacerle. Así fueron abandonando la escena Zaplana, Acebes, Elorriaga, María San Gil, Ortega Lara, Juan Costa, Manuel Pizarro y el sursum corda. Luego vino el intento de deslegitimar el proceso de elección de los compromisarios y la crítica a la acumulación de avales, aunque se demostrara abierta la posibilidad de presentar un candidato alternativo. Rajoy aguantó sin soltar prenda y se fue a Elche para declarar que bajo su égida el partido se produciría de forma autónoma sin quedar uncido a las instrucciones impartidas desde periódico o emisora alguna.

Se abrió el congreso y Rajoy dio a conocer su equipo del que sólo había anticipado a Soraya Sáenz de Santamaría y Pío García Escudero, como portavoces en el Congreso de los Diputados y en el Senado. El mando de Génova quedaba en manos de María Dolores de Cospedal como secretaria general además de Ana Mato, Javier Arenas y Esteban González Pons en las vicesecretarías de Organización, Política Autonómica y Local y Comunicación. Los nombres causaron sorpresa sin hostilidad, aunque se prefiriera tildar a Javier Arenas como hombre fuerte en el segundo nivel. Los especialistas en cifra señalaron que mayor significado tenían los descartes, los que veían frustradas sus expectativas. Además, mejoraba Alberto Ruiz-Gallardón y quedaba aislada Esperanza Aguirre, sin lugar para sus alabarderos entre los vocales.

El presidente de honor, José María Aznar, se hacía presente en carne mortal en Valencia, adonde llegaba a bordo de un jet privado facilitado por un millonario guatemalteco siempre a mano. Era difícil sumar esa cita congresual a una agenda como la de Aznar, sobrecargada con acontecimientos internacionales en el sector del lujo de porte excepcional, tal que la boda del caro Briatore, donde los intereses de España necesitaban un valedor adecuado. Al fin apareció a deshora, descolocó a los del estrado, graduó sus cordialidades, exteriorizó sus distancias, fuese y no hubo nada. Así se ha merecido que el lunes Rajoy dijera eso de que Aznar ya no está en política y que España y el PP han cambiado. Son
palabras audaces, en parte atenuadas con incorporaciones como la de Ana Botella al Comité Ejecutivo Nacional.

La pregunta pendiente es ¿Rajoy, para qué? Si atendiéramos a sus palabras, para configurar un Partido Popular que se emplee en la tarea de hacer una oposición útil, que siga la senda de proponer o aceptar los pactos necesarios con el Gobierno en esta hora de España, la misma que llevó a ZP a la victoria, que vigile y controle al poder, que recupere la racionalidad, que no se deje llevar al monte y que logre una nueva conectividad social. Veremos. (El País, 24/06/08)



Selección española de fútbol





viernes, 20 de junio de 2008

Eufemismos




Viñeta de Forges


El Diccionario de la Real Academia Española define "eufemismo" (del lat. euphemismus, y este del gr. εὐφημισμός) como manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. El lenguaje está lleno de eufemismos, pero el lenguaje de los políticos no es que esté lleno de ellos, es que no saben hablar de otra manera... Eso, los que saben -que son minoría-, porque la mayoría, simplemente, confunden la velocidad con el tocino y los miembros con las miembras... Perdone, señora ministra, la reiteración. Le prometo que es la última vez...

Delicioso el reportaje de Javier Rodríguez Marcos en El País de hoy sobre los eufemismos en el lenguaje. Merece la pena leerlo con detenimiento. Y disfrutarlo... HArendt





Escudo de la Real Academia Española




"En español se dice crisis", por Javier Rodríguez Marcos

El Gobierno "desacelera", el PP acoge "distintas sensibilidades" y Juan José Ibarretxe se pone positivo con su "derecho a decidir". La cosmética se extiende en política para disfrazar la realidad

Vivimos en el tiempo del maquillaje. El Gobierno llama desaceleración a lo que la humanidad vive como crisis, y el PP no ve más que distintas sensibilidades donde todo el mundo ve tendencias enfrentadas. Detrás de cada eufemismo hay un tabú indeseable y, por tanto, impronunciable. El lenguaje de la política siempre ha estado lleno de unos y de otros, como si las palabras pudieran neutralizar la realidad que se niegan a nombrar.

El pesimismo no crea puestos de trabajo. Está por ver que los cree el optimismo. El vocabulario político trata siempre de mostrar el vaso medio lleno, pero en los últimos años el ambiente se ha llenado de sintagmas de buen ver como conducciones de agua, soluciones habitacionales o derecho a decidir. Por no hablar de clásicos como impuesto revolucionario o regulación de empleo. La cosmética verbal se extiende.

Los lingüistas definen tabú como la palabra que un hablante evita por motivos religiosos, supersticiosos o sociales. Pero la venenosa realidad tiene un antídoto, el eufemismo (del griego eu -bien- y pheme -modo de hablar-). En su clásico Diccionario de Términos Filológicos (recién reeditado por Gredos), Fernando Lázaro Carreter proponía varias causas para explicar su uso: el deseo de adaptarse a una circunstancia en la que la palabra resultaría plebeya (cabello por pelo, seno por pecho); el ennoblecimiento de la persona (profesor por músico); la cortesía (que resulta en fórmulas de "dudoso gusto" como "su señora" por "su mujer"); o la necesidad de atenuar una evocación penosa. Esta última causa ha modificado términos supuestamente negativos y ha originado la inflación de vocabulario políticamente correcto: el ciego es invidente, el inválido, minusválido o discapacitado. Sin olvidar que Barack Obama puede ser para unos negro y para otros, afroamericano. Y para casi nadie, mulato, palabra en desuso en tiempos poco dados al matiz.

El eufemismo, con todo, no es más que uno de los muchos medios de la lengua para renovarse. De algunos ni siquiera recordamos que lo son y que tienen origen en un tabú. Igual que nadie repara en el ojo de la aguja o en los dientes de la sierra como las metáforas (gastadas) que son, casi nadie es consciente de que, por ejemplo, para nombrar la mano izquierda el castellano usó una forma vasca (ezker) para orillar las connotaciones "siniestras" derivadas del término latino "sinister". Su pareja "dexter" no tuvo problemas para evolucionar a "derecha". Hasta no hace tanto, a los zurdos les tocó padecer una superstición que supuestamente se remonta al mal augurio que suponía que las aves volasen a nuestra izquierda o al hecho de que Judas fuese zurdo. Y pelirrojo, algo que también generó desvaríos supersticiosos. Como decía el clásico, el lenguaje no se inventa, se hereda.

"El eufemismo es un mecanismo imprescindible, no una anomalía", subraya José Antonio Pascual, miembro de la Real Academia Española y experto en lexicografía. "Sirve para limar las asperezas de la lengua. Sólo hay que ver cómo ha evolucionado el lenguaje escatológico. Cuando se reguló la eliminación de aguas fecales, en las casas se le reservó el nombre del mejor espacio, el retrete, literalmente, lo más retirado. Decir papel higiénico, por ejemplo, es muy poco preciso, pero se trata de evitar la grosería. Todos agradecemos que nos saluden en el ascensor".

De hecho, al académico le preocupa más el disfemismo, que busca el efecto contrario al eufemismo eligiendo la expresión más ruda. El eufemismo, recuerda Pascual, es un mecanismo similar al que hizo que cambiara el color de los uniformes de la policía nacional. Los grises del franquismo mudaron de color durante la transición para vestir de marrón. Y cuando se convirtieron, según la expresión popular, en maderos, pasaron a hacerlo de azul. "La policía ha perdido muchas de las connotaciones que tenía. Ya no da miedo a nadie... salvo en Coslada", concluye el catedrático de Lengua.

Con todo, el propio Pascual advierte de que los eufemismos son como las tijeras. Su bondad depende del uso que se les dé: "Si los usas de forma inmoral, en lugar de facilitar la comunicación aumentas la confusión". Es lo que suele pasar en el juego político, donde un exceso puede rozar la manipulación: "Las palabras tienen un halo connotativo muy fuerte. Por eso el Gobierno abandonó la palabra trasvase, que se había cargado de negatividad". Antes de que la lluvia lo hiciera innecesario, éste recibió toda una colección de denominaciones con más meandros que el Ebro destinadas a negar la evidencia: desde captación-transferencia-traslado-aportación puntual de agua hasta conducción de caudales, pasando por interconexión temporal de cuencas hídricas o conexión de sistemas dentro de la misma demarcación hidrográfica.

Solucionado el abastecimiento de Barcelona, el otro gran tabú gubernamental es la palabra crisis, oficialmente desaceleración (aunque por momentos se nos conceda que acelerada). En 2000, el actual presidente de la agencia Efe, Álex Grijelmo, publicó La seducción de las palabras (Taurus), un libro sobre la manipulación lingüística en el que se analiza cómo funciona un término tan caro a los tecnócratas y tan extraño al común de los hablantes, que nunca desaceleran; como mucho, frenan. "El prefijo negativo des", explica Grijelmo, "se hace acompañar aquí del término positivo acelera, en otro ejemplo de contradicción seductora, alterando la percepción del concepto para embaucar a los electores. Así, creemos que la economía llevaba una marcha positiva muy acelerada, y que por eso no importa que pierda velocidad". Efectivamente, la combinación de prefijo negativo y término positivo es todo un clásico en la construcción de eufemismos: los que antes eran pobres ahora son desfavorecidos, y los libros que antes estaban agotados ahora aparecen como no disponibles.

Se atribuye a Talleyrand la ocurrencia de que el lenguaje le ha sido dado al hombre para que pueda ocultar el pensamiento, una idea que retrata tanto al hábil político (y ex obispo) de la Francia posrevolucionaria como a los de su gremio. En la política, en efecto, el eufemismo es moneda corriente. Se trata de un campo en el que "el encubrimiento siempre ha existido. Su máxima expresión sería la diplomacia, claro", apunta Antonio Elorza. Aunque tradicionalmente ese encubrimiento surgía más del pragmatismo que de la voluntad de engañar, el catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense señala que el siglo XX asistió al perfeccionamiento de las técnicas de persuasión por el creciente peso en la política de la mercadotecnia y la propaganda. Y esa perfección tiene un nombre: Joseph Paul Goebbels, ministro de Instrucción Pública y Propaganda de Hitler y autor de aquella famosa frase según la cual una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Para Elorza, "el eufemismo como deformación consciente y sistemática proviene, sí, de los lenguajes totalitarios". Las dictaduras, en efecto, han dado perlas como la democracia orgánica de Franco o la República Democrática de Alemania del régimen comunista germano. Sin olvidar que el nombre oficial de la actual Junta Militar birmana es Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo. Al lado de la cruda realidad, la ficción inventada por George Orwell en su novela 1984 parece puro costumbrismo, por mucho que en la neolengua del régimen del Gran Hermano el Ministerio del Amor sea el encargado de mantener el orden (por los medios que sea) o el Ministerio de la Paz se dedique a los asuntos de la guerra. ¿Pero qué es eso comparado con llamar a un genocidio solución final o limpieza étnica?

Con todo, en democracia también se narcotiza a la población con un lenguaje "que dulcifica la realidad". Es lo que sostiene la filóloga y periodista Irene Lozano, autora de El saqueo de la imaginación (Debate), un ensayo subtitulado Cómo estamos perdiendo el sentido de las palabras. Lozano recuerda cómo a los reclusos de Guantánamo se les niegan sus derechos como presos de guerra considerándolos "combatientes enemigos ilegales", y habla de un personaje inquietante, Franz Luntz, consultor de los republicanos estadounidenses, que, entre otras cosas, recomendó evitar la palabra capitalismo. Para sustituirla nacieron "libre empresa" y "economía de mercado".

Con su consolidación, el eufemismo político llega a convertirse en seña de identidad. Términos como Estado español por España o Euskal Herria por Euskadi (y viceversa) identifican inmediatamente a quien los utiliza. "El gran problema", abunda Elorza, "es que se te escapa violencia por terrorismo e impuesto revolucionario por extorsión. Acabas metido en un bosque semántico". Para el profesor donostiarra, el nacionalismo es especialmente dado a la "traslación de significados". La última gran propuesta del lehendakari Ibarretxe se llama consulta y no referéndum, y lo que plantea no es la autodeterminación, sino el derecho a decidir. "¿Y quién no admite el derecho a decidir?", se pregunta Elorza. "El Gobierno vasco no puede hablar de independencia porque sabe que la quiere una minoría de la población, pero el derecho a decidir suena tan positivo que no se discute. Lo mismo sucede con la expresión 'sentirse cómodo', tan usada por los nacionalistas catalanes. En el fondo oculta la bilateralidad, es decir, Estado confederal, no federal".

Así las cosas, ¿cómo puede un eufemismo dejar de parecerlo? ¿Cuándo se integra en la lengua sin antecedentes penales? Elorza señala a la prensa como principal vía de limpieza. También ayuda, en el caso del lenguaje nacionalista, que sea asumido por un partido que no lo sea: "Es lo que hizo el PSOE al hablar de diálogo con ETA, algo que en política no existe". Según Elorza, el partido socialista es muy dado a los eufemismos. El PP, casi nada: "Prefiere la hipérbole". La cuestión de los eufemismos, tan pegados al poder, recuerda a la advertencia del descreído Humpty Dumpty de Alicia: "La cuestión no es saber qué significan las palabras, la cuestión es saber quién manda".

¿Perpetuo es siempre? El pasado 26 de mayo, Juan José Cortés, el padre de Mari Luz, la niña presuntamente asesinada por un pederasta reincidente, fue recibido en La Moncloa por José Luis Rodríguez Zapatero. Cortés explicó a la salida la propuesta que había llevado al presidente del Gobierno: que los pederastas cumplan cadena perpetua. Preguntado por la inconstitucionalidad de la medida, añadió: "Si no es perpetua, habrá que buscar otro nombre".Días después, Enrique López López, portavoz del Consejo General del Poder Judicial, propuso "prisión permanente". Y añadió "revisable" para bajar la temperatura de un adjetivo (perpetua, permanente) en el que sus promotores desembocan después de un razonamiento que lo hace indispensable: los pederastas no tienen cura y para ellos no sirve la reinserción que la Constitución predica como fin de las penas "privativas de libertad" (otro eufemismo). Pero si la solución es la cadena perpetua, el hecho de que sea "revisable" contradice la premisa que la hizo imprescindible: la imposibilidad de reinsertar a un pederasta. Y vuelta a la casilla de salida.

Eufemismos de uso común: Daños colaterales: Víctimas civiles.Servicio de inteligencia: Espionaje.Reajuste de precios: Subida de precios.Regulación de empleo: Reducción de plantilla, despidos.Desfavorecidos: Pobres.Desempleado: ParadoFaltar a la verdad: Mentir.Tráfico de influencias: Soborno.Centro penitenciario: Cárcel.Interno: PresoLucha armada: TerrorismoRealidad nacional: Nación.Interrupción del embarazo: Aborto.Residuos sólidos urbanos: BasuraTercera edad: VejezCaptación / aportación puntual de agua: Trasvase.Transferencia / traslado de agua: Trasvase.Desaceleración: CrisisLimpieza étnica: GenocidioCombatientes enemigos ilegales: Presos de guerra.Unilateralismo: Imperialismo.Economía de mercado:Capitalismo.País en vías de desarrollo: País pobre.Impuesto revolucionario: Extorsión.Violencia: TerrorismoDerecho a decidir: Autodeterminación.

Lo que dice la RAE: Crisis:Escasez, carestía (sexta acepción). Situación dificultosa o complicada (séptima).Desaceleración:Acción y efecto de desacelerar.Consulta:Acción y efecto de consultar (primera acepción). Parecer o dictamen que por escrito o de palabra se pide o se da acerca de algo (segunda acepción)b>Referéndum:Procedimiento jurídico por el que se someten al voto popular leyes o actos administrativos cuya ratificación por el pueblo se propone (primera acepción). (El País, 20/06/08).




Viñeta de Erlich




martes, 17 de junio de 2008

¿El futuro de Europa o la Europa del futuro?





Palais Berlaymont, Bruselas. Sede de la Comisión Europea


La lengua española se permite licencias que, el francés por ejemplo, consideraría un sacrilegio. ¿Significa lo mismo hablar del futuro de Europa que de la Europa del futuro? Evidentemente, no. Decidan ustedes que concepto aplican al artículo que reproduzco más adelante... Competitividad, desarrollo energético, inmigración y seguridad: esas son las cuatro áreas estratégicas en las que, a juicio del ex presidente del gobierno español, Felipe González, designado por el Consejo Europeo en 2007 presidente del Grupo de Reflexión sobre el futuro de Europa, se debería centrar la Unión Europea. No es un discurso muy diferente del que normalmente oímos por parte de los dirigentes de los diferentes gobiernos europeos y de la propia Unión, pero viniendo de quién viene, de su indiscutible prestigio en Europa y del cargo que ocupa, merecen una lectura atenta. No son más que unas breves notas, pero en este momento de desconcierto institucional (no me atrevería yo a llamarla crisis), indican un camino a seguir. Y eso, para no perderse entre las zarzas actuales, ya parece bastante..., visto lo que hay. HArendt





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El expresidente Felipe González




"La Unión Europea: crisis y futuro", por Felipe González

Estamos ante un cambio profundo en la economía mundial. Los países tradicionalmente considerados como centrales o desarrollados están perdiendo posiciones, en tanto que un número relativamente importante de los llamados emergentes o en desarrollo las van ganando, junto con países que acumulan un gran excedente de ahorro por su riqueza en materias primas, sobre todo energéticas.

Áreas como China, la India o el sureste asiático avanzan económica y tecnológicamente y acumulan ahorro. Los países petroleros tienen un enorme excedente de ahorro disponible y fondos soberanos de gran magnitud que les dan un poder desconocido hasta ahora.

Estados Unidos o la UE viven hipotecados a futuro tanto en el sector público como en el privado. En la UE, salvo excepciones, se pierde a la vez competitividad y se plantean problemas de sostenibilidad del Estado de bienestar.

La crisis financiera actual está aflorando esta nueva relación de fuerzas en la economía global con implicaciones que aún no podemos calcular. Pero más allá de los efectos de la crisis financiera y de sus repercusiones en la economía real, hay que analizar los problemas de fondo que se le presentan a la UE para definir estrategias de medio y largo plazo. La crisis podemos tomarla como detonante para reaccionar.

La UE está en crisis por inadaptación a los nuevos requerimientos de la economía globalizada y de la revolución tecnológica. El mundo ha cambiado vertiginosamente en las dos últimas décadas. La Unión se ha ampliado, ha introducido el euro, acaba de aprobar una reforma institucional (rechazada en referéndum en Irlanda), pero no ha afrontado con decisión las nuevas realidades.

Algunos países están adaptándose con mayor flexibilidad y agilidad. Aunque son exponentes pequeños en el conjunto, merece la pena analizar sus reformas. El conjunto de la Unión soporta rigideces que vienen de lejos.

He elegido cuatro prioridades para el análisis, con una envolvente que las afecta directamente. Las formularé en forma de preguntas que nos exigen una respuesta de fondo:

1. ¿Por qué la UE no avanza en el camino de la competitividad para llegar a ser una potencia relevante económica y tecnológica, capaz de financiar un modelo de cohesión social como el existente, a pesar del propósito de la Agenda de Lisboa de 2000?

La Agenda de Lisboa, aprobada en el año 2000, se basaba en un diagnóstico sobre la situación competitiva de la Unión en el contexto de la economía global, del que se derivaba una terapia para conseguir el ambicioso objetivo de convertirla en la primera potencia económica y tecnológica del mundo en el año 2010. Al mismo tiempo, se insistía en preservar el modelo de cohesión social europeo como una seña de identidad irrenunciable.

La exitosa experiencia de las décadas posteriores a la devastación de la Segunda Guerra Mundial se basaba en una política pactada entre los interlocutores sociales que permitió reconstruir la Europa Occidental, convertirla en una gran potencia industrial y de servicios, con fuerte creación de empleo y un sistema de redistribución del excedente que mejoró la educación, la cobertura de riesgos de enfermedad o desem-

pleo y las prestaciones de jubilación. El círculo fue, sin duda, virtuoso y la construcción europea entre los años cincuenta y ochenta, un éxito indiscutible a nivel de los ciudadanos y en el escenario internacional.

He unido estos dos aspectos de las prioridades que definen los desafíos futuros de la UE porque con frecuencia se habla de cohesión social como un valor al margen de nuestra posición en la nueva era de la economía global o del conocimiento.

El Estado de bienestar tiene algunos problemas endógenos, cuyas reformas han de emprenderse incluso si no hubiera cambiado la realidad económica y tecnológica mundial. La pirámide poblacional de Europa que cambia la base de los activos que deben soportar al conjunto del sistema. Los llamados riesgos morales y otros han de ser analizados y corregidos.

Pero, además, la adaptación a la economía globalizada exigirá reformas estructurales en nuestros sistemas educativos y de formación profesional, incluida la investigación, el desarrollo y la innovación; mayor movilidad ascendente y descendente en las iniciativas emprendedoras; sistemas de evaluación de la productividad y la competitividad renovados, y, todo ello, si fuera posible, en un nuevo pacto social de gran alcance.

2. ¿Cómo resolverá la UE su desafío energético, con excesiva dependencia de las energías fósiles, poca diversificación de sus fuentes de aprovisionamiento en las no renovables y escaso desarrollo en las renovables, además de obsolescencia en sus estructuras de producción y distribución, al tiempo que cumple sus compromisos respecto del cambio climático con los famosos tres 20% que se ha impuesto como obligación para el 2020?

La UE se ha comprometido normativamente a alcanzar objetivos ambiciosos en materia energética y en la lucha contra el cambio climático. Esto exige un esfuerzo estratégico de diversificación energética y de cambios tecnológicos para alcanzarlos.

En la UE, la energía como variable estratégica para el desarrollo tiene constricciones muy importantes. Dependemos excesivamente de las energías que no producimos; carecemos de suficiente diversificación en las fuentes de aprovisionamiento; no disponemos de energías alternativas, renovables y limpias en cuantía significativa; padecemos obsolescencia en los sistemas de captación y distribución, y no hemos sido capaces de definir una estrategia de conjunto que nos dé sinergias significativas. Además, no hay posiciones comunes respecto a la energía nuclear y ni siquiera se ha abierto un debate para evaluarla en el momento actual de su desarrollo tecnológico y de seguridad.

Por otra parte, el compromiso de la UE en la lucha contra el cambio climático exige un análisis atento de éstos y otros factores para ser eficientes y creíbles. Para conseguir los objetivos de los 20/20/20 propuestos hacen falta esfuerzos coordinados y cambios profundos en el sistema. Sin embargo, si se alcanzan, el modelo europeo sería anticipatorio, se convertiría en una ventaja competitiva y podría servir para otras zonas del mundo.

3. ¿Cómo afronta la UE los flujos migratorios que constituyen al mismo tiempo una necesidad y un problema en un espacio de libre circulación de personas, más allá de las políticas nacionales diversas?

La inmigración, teniendo en cuenta la demografía de la UE, constituye una necesidad ineludible, pero se vive como un problema que se agudiza cada día.

Más allá de la coincidencia en los esfuerzos por regular y por tanto legalizar estos flujos, las políticas europeas aparecen muy dispersas y, con frecuencia, contradictorias. En un espacio de libertad de circulación de personas, es imposible actuar sin políticas comunes y coordinadas para que estos flujos sean controlables y previsibles.

Necesitamos una estrategia migratoria para la UE que vaya desde la cooperación política y económica con los países de origen hasta una política común de fronteras, pasando por el combate coordinado al tráfico de personas. En el interior, aun con diferencias en las políticas de integración, se necesita una coordinación de bases de datos y medidas comunes contra la ilegalidad.

4. ¿Qué estrategia de seguridad requiere la UE ante las amenazas que soporta en forma de criminalidad organizada y terrorismo internacional, teniendo en cuenta que sus sistemas defensivos contemplan escenarios de defensa territorial clásicos para amenazas casi inexistentes?

Desde la desaparición del Pacto de Varsovia y los cambios geopolíticos de los últimos 20 años, las amenazas a la seguridad más relevantes provienen de la criminalidad organizada y del terrorismo internacional.

Se está avanzando en la imprescindible coordinación policial y judicial, aunque quede aún un largo recorrido por las diferencias en los sistemas legales y otras causas.

Por otro lado, nuestros sistemas de defensa siguen estando ligados a la defensa territorial, salvo en los vínculos con la OTAN en su nueva situación, aún no muy clara. Parece necesaria una reflexión actualizada de lo que se puede hacer en el horizonte de medio plazo para mejorar nuestra seguridad y nuestra relevancia en el mundo, incluso con los medios humanos y presupuestarios disponibles.

Parte de las amenazas tienen su origen en conflictos que, sin afectarnos directamente en términos territoriales, crean focos de criminalidad que penetran nuestras fronteras. La acción en origen de la UE exigirá un replanteamiento de la seguridad, que nos permita, autónomamente cuando sea necesario o en coordinación con la OTAN, una actuación eficiente.

¿Qué política exterior y de seguridad necesita para enfrentar estos desafíos y recuperar relevancia para sus ciudadanos y para el mundo?

De todas las prioridades señaladas se infiere la necesidad de una política exterior y de seguridad comunes, para aumentar la relevancia interna de la UE ante los ciudadanos y su relevancia internacional.

Por eso no puede plantear este punto como una prioridad más, sino como una envolvente, una condición necesaria, para conseguir avances significativos en todos los objetivos señalados.

Habida cuenta de la historia de las políticas nacionales de la Unión en este campo, lo razonable es definir áreas preferentes, de acuerdo con los objetivos estratégicos y los intereses de la UE, y actuar en común sobre ellas, con la vieja técnica de la acumulación del acerbo.


Consideración aparte habría de hacerse con la política mediterránea, que tal vez merezca ser contemplada como área de complementariedad, de convergencia, que nos permitiera crear un círculo de intereses integrados, como un paso estratégico más ambicioso que el actual. (El País, 17/06/08).



Parlamento Europeo, Estrasburgo





lunes, 16 de junio de 2008

De niños y dioses









Esta mañana hablaba mi hija pequeña conmigo sobre sus inminentes vacaciones de verano, que está planeando con todo detalle con su marido para que resulten un éxito... Me resultó curioso observar la diferente forma de ver la vida de una generación: la suya, y la mia... Ella organiza su vida como un plan a largo plazo; yo la organizo en plazos de veinticuatro horas y con el horizonte de "cuatro lunas" (que diría el protagonista de "Bailando con lobos") visto casi como una eternidad... Vicisitudes personales aparte, el día de hoy está resultando bastante extraño para mi. Me refugio como siempre en mi mujer, mis hijas y, sobre todo, mis nietos, y por supuesto en los libros... De todas maneras hoy no tengo ánimo para graves disquisiciones teológicas. Ayer me reconfortó sobremanera leer la entrevista que El País Semanal le hacía al profesor italiano Piergiorgio Odifredi, una especie de "bestia negra" para la curia vaticana, que reproduzco más adelante, y cuyos sarcásticos comentarios comparto. Pero sobre todo disfruté con el bellísimo artículo del escritor Gustavo Martín Garzo sobre "la educación de los niños" que también publicaba El País. Ignoro si Martín Garzo es padre, supongo que sí, por lo que escribe y por como lo escribe. Yo, como abuelo, lo suscribo plenamente. En su artículo cita dos libros que recomiendo con énfasis: "El guardian sobre el centeno", de J.D. Salinger (Alianza, Madrid, 1997) y "Habíamos ganado la guerra", de Esther Tusquets (Ediciones B, Barcelona, 2007). He leído los dos y ambos me han parecido excelentes. La primera es una novela de culto entre los alumnos norteamericanos de Secundaria; una lectura " casi obligada" en los Institutos que relata en primera persona del singular la iniciación a la edad adulta de un joven inadaptado, caprichoso y consentido. La segunda, son las memorias de juventud de la escritora y editora catalana Esther Tusquets, un relato con el que me sentí absolutamente identificado cuando lo leí por muchas razones, no solo de vivencias personales muy similares, sino por la coincidencia de tiempo, lugar y circunstancia de muchas de las situaciones que cuenta. Y mañana..., pues será otro día. HArendt









"La educación de los niños", por Gustavo Martín Garzo

En una ocasión, Fabricio Caivano, el fundador de Cuadernos de Pedagogía, le preguntó a Gabriel García Márquez acerca de la educación de los niños. "Lo único importante, le contestó el autor de Cien años de soledad, es encontrar el juguete que llevan dentro". Cada niño llevaría uno distinto y todo consistiría en descubrir cuál era y ponerse a jugar con él. García Márquez había sido un estudiante bastante desastroso hasta que un maestro se dio cuenta de su amor por la lectura y, a partir de entonces, todo fue miel sobre hojuelas, pues ese juguete eran las palabras. Es una idea que vincula la educación con el juego. Según ella, educar consistiría en encontrar el tipo de juego que debemos jugar con cada niño, ese juego en que está implicado su propio ser.

Pero hablar de juego es hablar de disfrute, y una idea así reivindica la felicidad y el amor como base de la educación. Un niño feliz no sólo es más alegre y tranquilo, sino que es más susceptible de ser educado, porque la felicidad le hace creer que el mundo no es un lugar sombrío, hecho sólo para su mal, sino un lugar en el que merece la pena estar, por extraño que pueda parecer muchas veces. Y no creo que haya una manera mejor de educar a un niño que hacer que se sienta querido. Y el amor es básicamente tratar de ponerse en su lugar. Querer saber lo que los niños son. No es una tarea sencilla, al menos para muchos adultos. Por eso prefiero a los padres consentidores que a los que se empeñan en decirles en todo momento a sus hijos lo que deben hacer, o a los que no se preocupan para nada de ellos. Consentir significa mimar, ser indulgente, pero también, otorgar, obligarse. Querer para el que amamos el bien. Tiene sus peligros, pero creo que éstos son menos letales que los peligros del rigor o de la indiferencia.

Y hay adultos que tienen el maravilloso don de saber ponerse en el lugar de los niños. Ese don es un regalo del amor. Basta con amar a alguien para desear conocerle y querer acercase a su mundo. Y la habilidad en tratar a los niños sólo puede provenir de haber visitado el lugar en que éstos suelen vivir. Ese lugar no se parece al nuestro, y por eso tantos adultos se equivocan al pedir a los pequeños cosas que no están en condiciones de hacer. ¿Pediríamos a un pájaro que dejara de volar, a un monito que no se subiera a los árboles, a una abeja que no se fuera en busca de las flores? No, no se lo pediríamos, porque no está en su naturaleza el obedecernos. Y los niños están locos, como lo están todos los que viven al comienzo de algo. Una vida tocada por la locura es una vida abierta a nuevos principios, y por eso debe ser vigilada y querida. Y hay adultos que no sólo entienden esa locura de los niños, sino quese deleitan con ella. San Agustín distinguía entre usar y disfrutar. Usábamos de las cosas del mundo, disfrutábamos de nuestro diálogo con la divinidad. Educar es distinto a adiestrar. Educar es dar vida, comprender que el dios del santo se esconde en la realidad, sobre todo en los niños.

En "El guardián entre el centeno", el muchacho protagonista se imagina un campo donde juegan los niños y dice que es eso lo que le gustaría ser, alguien que escondido entre el centeno los vigila en sus juegos. El campo está al lado de un abismo, y su tarea es evitar que los niños puedan acercarse más de la cuenta y caerse. "En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos". El protagonista de la novela de Salinger no les dice que se alejen de allí, no se opone a que jueguen en el centeno. Entiende que ésa es su naturaleza, y sólo se ocupa de vigilarlos, y acudir cuando se exponen más de lo tolerable al peligro. Vigilar no se opone a consentir, sólo consiste en corregir un poco nuestra locura.

Creo que los padres que de verdad aman a sus hijos, que están contentos con que hayan nacido, y que disfrutan con su compañía, lo tienen casi todo hecho. Sólo tienen que ser un poco precavidos, y combatir los excesos de su amor. No es difícil, pues los efectos de esos excesos son mucho menos graves que los de la indiferencia o el desprecio. El niño amado siempre tendrá más recursos para enfrentarse a los problemas de la vida que el que no lo ha sido nunca.

En su reciente libro de memorias, Esther Tusquets nos cuenta que el problema de su vida fue no sentirse suficientemente amada por su madre. Ella piensa que el niño que se siente querido de pequeño puede con todo. "Yo no me sentí querida y me he pasado toda la vida mendigando amor. Una pesadez". Pero la mejor defensa de esta educación del amor que he leído en estos últimos tiempos se encuentra en el libro del colombiano Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos. Es un libro sobre el misterio de la bondad, en el que puede leerse una frase que debería aparecer en la puerta de todas las escuelas: "El mejor método de educación es la felicidad". "Mi papá siempre pensó -escribe Faciolince-, y yo le creo y lo imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo". Y unas líneas más abajo añade: "Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido en la infancia mucho amor de los padres. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera sido mucho menos feliz".

Los hermanos Grimm son especialistas en buenos comienzos, y el de "Caperucita Roja" es uno de los más hermosos de todos. "Érase una vez una pequeña y dulce muchachita que en cuanto se la veía se la amaba. Pero sobre todo la quería su abuela, que no sabía qué darle a la niña. Un buen día le regaló una caperucita de terciopelo rojo, y como le sentaba muy bien y no quería llevar otra cosa, la llamaron Caperucita Roja". Una niña a los que todos miman, y a la que su abuela, que la ama sin medida, regala una caperuza de terciopelo rojo. Una caperuza que le sentaba tan bien que no quería llevar otra cosa. Siempre que veo en revistas o reportajes los rostros de tantos niños abandonados o maltratados, me acuerdo de este cuento y me digo que todos los niños del mundo deberían llevar una caperuza así, aunque luego algún agua-fiestas pudiera acusar a sus padres de mimarles en exceso. Esa caperuza es la prueba de su felicidad, de que son queridos con locura por alguien, y lo verdaderamente peligroso es que vayan por el mundo sin ella. "Si quieres que tu hijo sea bueno -escribió Héctor Abad Gómez, el padre tan amado de Faciolince-, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz. Los hacemos felices para que sean buenos y para que luego su bondad aumente su felicidad". (El País, 15/06/08)





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Gustavo Martín Garzo




"Si leyeran bien la Biblia, dejarían de creer. Entrevista a Piergiorgo Odifredi", por Jesús Ruiz Mantilla

Aunque es un ateo confeso, todavía tiene callos en los pies por culpa de su última experiencia mística. Piergiorgio Odifreddi (Cuneo, Italia, 1950) acaba de regresar del Camino de Santiago, esa meca de la cristiandad que ha recorrido durante dos semanas con su amigo Sergio Valzania. El itinerario ha dado que hablar en Italia. Juntos han hecho en cada etapa un programa especial para la emisora RAI 3. La gracia está en que Odifreddi no cree, pero Valzania sí se confiesa católico a ultranza. “Al final hemos quedado como empezamos. Ni él me ha convencido a mí, ni yo he logrado quebrar su fe”, comenta, en un hotel del centro de Madrid, este escritor, matemático y profesor de lógica.

Pero en algo sí se han puesto de acuerdo: “Galicia es bellísima; Castilla, un poco aburrida con esas llanuras tan interminables”, comenta. “Y España, más laica que Italia, con diferencia. En nuestro país todavía no es posible criticar abiertamente a la Iglesia”, asegura Odifreddi. Quizá por eso, para frenar la larga mano del Vaticano sobre la libertad de expresión, se ha lanzado este ensayista a la yugular de la Iglesia. Lo ha hecho con un libro que resultó un impacto en su país y un éxito de ventas que dejó patente algo serio: “La fractura entre religión y laicismo que existe en mi país, con clara desventaja para los no creyentes”.

El título es tan directo que no deja lugar a dudas: Por qué no podemos ser cristianos y menos aún católicos (RBA). Ni que decir tiene que el texto de quien es hoy por hoy el látigo del laicismo en Italia ha supuesto una pesadilla entre las jerarquías. No por existir, sino porque el destino y los calendarios editoriales le lanzaron a las librerías a competir al tiempo con otro libro opuesto: Jesús de Nazaret, del papa Joseph Ratzinger.

“Durante semanas estuvimos alternándonos en el primero y el segundo lugar en las listas de los más vendidos”, comenta jocoso Odifreddi. Seguramente la curia habría preferido otro competidor. Pero al diablo no se le pone nada por delante. Sigue jugando fuerte y haciendo de las suyas. Ni con rosarios pudieron evitar que Odifreddi vendiera 200.000 ejemplares.

De manera que llega del Camino de Santiago… ¿Ni así ha encontrado la luz? Ha sido una experiencia interesante. Creo que es la primera vez que un ateo retransmite en Italia el Camino por la radio. El modelo fue la película de Buñuel La Vía Láctea, con aquellos dos personajes que combatían a golpe de dogmas y herejías.

Bueno, igual que siempre, ¿no? Aunque la herejía como concepto ha sido superada por una etiqueta mucho más digna que llamamos laicismo. En España tienen más suerte que en Italia en ese ámbito.

¿Usted cree? En España no existe un cardenal Martini, por ejemplo. Alguien que defienda tan abiertamente desde la jerarquía el sacerdocio para las mujeres o las bodas entre curas. Hombre, en España la derecha es católica, pero la izquierda es claramente laica. En Italia yo he militado en el Partido Democrático, de Walter Veltroni, y me salí porque no defendían el laicismo. Me lo pidió él. Yo pensé que era conveniente porque ya que dentro conviven varias corrientes, algunos podíamos alentar un aire de izquierda más radical y laico para frenar lo que nosotros llamamos facción teocon. Pero al final Veltroni no ha sido claro. Ha decidido no meterse en asuntos que tuvieran que ver con la Iglesia. Por más que le han preguntado, nada. Y yo me he ido del partido al ver que no se comprometía claramente.

¿Por qué la izquierda italiana no se decide a romper con la Iglesia? Las anteriores elecciones las ganó la izquierda por 20.000 votos. Con esa ventaja tan pequeña, nadie quiere ponerse en contra a una organización que controla a 30 millones de ciudadanos. Yo milité para intentarlo, pero es difícil en un partido que lidera alguien como Veltroni, un personaje a quien se le conoce como el señor pero también… Falta valentía. Esta oportunidad la hemos perdido.

Desde la izquierda, después de las primeras acciones de Berlusconi, ¿cómo se va digiriendo el resultado electoral? Por culpa de cosas como éstas se ha perdido. El partido de Veltroni no tiene identidad, es una refundación de viejas estructuras. Caben gente del antiguo Partido Comunista y de la Democracia Cristiana, empresarios y trabajadores… hay 120 diputados que se declaran abiertamente católicos. ¡Hasta la antigua Democracia Cristiana era mejor que esto! En cuanto a este Gobierno, es pura derecha.

Muchos lo califican de neofascista. Quítele el neo. Fini lo es. La Liga es racista y Berlusconi va a lo suyo. En la primera semana de mandato ya discutíamos de la televisión… Pero, en fin, este Gobierno sabemos lo que es. Sin embargo, con el partido de Veltroni no hay definiciones claras.

¿Le resulta ‘light’, descafeinado? Tiene miedo a ciertas cosas. A la Iglesia, para empezar. En España no ocurre esto. Yo leo artículos en la prensa de este país que en Italia serían impensables. Cuesta publicar ciertos asuntos.

¿Por eso ha decidido dejar sus posiciones claras en un libro? Con la óptica de un matemático, además. He escrito mucha divulgación científica. Con asuntos que relacionan ciencia y religión, como hice en El Evangelio según la ciencia, por ejemplo, o en Las mentiras de Ulises. Me he empeñado en hacer ver las matemáticas como una parte de la cultura, integrar ambos mundos.

Pero ¿cómo formula un matemático algo que carece de toda lógica? Este libro tiene dos inspiraciones claras. La obra de Bertrand Russell ¿Por qué no soy cristiano? y aquel de Benedetto Croce Por qué no podemos considerarnos cristianos. La idea nació porque cada año editamos un libro de Russell y tocaba hacer aquél. Lo releí y me pareció que había envejecido mal con el tiempo. Se lo dije al editor y él me propuso hacer una interpretación propia. Así que me metí un semestre en Nueva York al Instituto de Estudios Italianos en la Universidad de Columbia. Estudié a fondo la Biblia y el catecismo. Mis amigos me encontraban siempre con ambos libros a cuestas y me preguntaban: “¿Qué te ocurre?”.

Normal… Le verían como un converso o temían alguna andanada suya. ¡Quién sabe! El caso era hacer una lectura a fondo, una crítica de la religión no desde perspectivas políticas de injerencia en la vida pública y todo eso, sino de observarlo desde una concepción teológica, desde dentro, y descubrir sus anacronismos. Su concepción violenta, cruel, sanguinaria de la vida, sobre todo en el Antiguo Testamento. Por eso se han molestado también los judíos, que me han acusado de antisemita.

Es que reparte para todos. Normal. Los cristianos han heredado el Antiguo Testamento y uno no sabe por qué lo han hecho.

Lo acometieron además de manera acrítica. Completamente. Hubo algunos que quisieron eliminarlo. Creían que el Dios bueno del Nuevo Testamento no requería la ira del anterior. No se aceptó, allá ellos.

¿Le han amenazado? Algunos me han escrito diciéndome que diera gracias porque los cristianos no fueran como los islamistas, que si no ya lo habría pagado. He pensado en hacer algo que se titulara Por qué no podemos ser islámicos, pero es que en Italia son cuatro y no sería útil. Además decretarían una fatwa, y es lo que me faltaba.

Todavía hay cosas que no nos dejan tocar. Y tanto, en Italia existen directores de periódicos que reconocen que los dogmas de fe son un cuento, pero que no pueden escribirlo porque el mero hecho de ponerlo en duda ya crea un conflicto.

Como por ejemplo… Lo peor es poner en duda la propia existencia de Jesucristo. No hay constancias históricas serias. Son relatos construidos a posteriori. Decir esto ya es algo escandaloso.

Igual que poner en duda la virginidad de María, que lo que uno no sabe muy bien es por qué se sostiene lo contrario. ¡Aquella invención! ¡Increíble! Es un dogma con una historia muy interesante, de todas formas. Para eso se readaptó un pasaje del Antiguo Testamento que viene a decir: “Por aquí ha pasado Dios (refiriéndose al útero de la Virgen) y no lo hará nadie más”. Son las mismas palabras que utilizan para señalar una puerta de Jerusalén por la que pasó el Arca de la Alianza. Cogen un pasaje, se cambia de sitio y a nadie le importa.

A usted, después de haber escrito que Cristo puede ser hijo ilegítimo de un centurión romano, ¿no le han quemado? Pantera se llamaba el hombre. Pero todo eso ya se comentaba en la época más próxima. En fin, yo no creo que haya mucha gente que se lo trague a estas alturas. Creo que es una pose social sostener estas cosas, pero que en realidad no lo piensan. Es una convención. Ni eso, ni la trinidad, ni la transustanciación… Ni la resurrección se puede explicar científicamente. No es un milagro. Las bacterias del tétanos, por ejemplo, pueden producir una muerte aparente. Pudo haberlo cogido clavado en la cruz.

Existen explicaciones racionales para todo aquello que pasa en el Evangelio, pero no las hay para todo lo que dicen en él. Cierto, cierto. El Evangelio tiene tres inspiraciones. Una, la del profeta, la del Jesús de la montaña, el de los bienaventurados. Luego está la del charlatán. En Palestina, hace 2000 años, había muchísimos. La última es la del Jesús revolucionario. Uniendo las tres, se ha forjado esta historia.

Una historia que tiene después la suya propia. Ésa es la más interesante. Apasionante. Entender cuáles son las fuentes de esos escritos, desmembrarlos, acotarlos. Los apócrifos, tratarlos desde el punto de vista lingüístico, de la arqueología del lenguaje, los pasos que ha sufrido tras los diferentes concilios, todo eso. Las discusiones, las herejías que pintaban a Jesús como una realidad virtual, como el personaje de una película, como un ser que nunca existió porque nunca había podido encarnarse al ser Dios precisamente. Así hasta nuestros días, porque el último dogma es de 1950, la asunción de la Virgen, que también trajo lo suyo.

¿Ah sí? Sí, porque los católicos pensaban que había ascendido sin saber si había muerto o no. Mientras que los ortodoxos sostienen que seguramente había muerto, pero no están seguros de que haya ascendido. ¿No es un cachondeo? Yo incluso llegué a hacer un cálculo científico. ¿Desde dónde ascendió? Verticalmente desde Jerusalén. ¿Con qué? Con el cuerpo. Suponiendo que lo haya hecho a la velocidad de la luz, lleva 2.000 años subiendo y, por tanto, todavía no ha atravesado nuestra galaxia. Por ahí sigue, está saliendo. Con cualquier telescopio potente en el mismo Jerusalén podríamos localizarlo. ¿Se da cuenta del ridículo?

En sus desmontajes, trata usted también los mandamientos. Los hebreos sostienen que hay más de 600, pero en el caso cristiano, uno de los más interesantes es el segundo, que se pierde, curiosamente. El que prohíbe alzar y construir imágenes.

¿Cuál de todos los dogmas es el que más le atrae? La transustanciación. La hostia, que se basa en un principio aristotélico. Va contra la idea de sustancia científica. A los papas les trae de cabeza.

¿De dónde le viene esa manía de ponerlo todo patas arriba? No hace falta tanto. Si quisiera hacer una verdadera cruzada, recomendaría una única cosa a la gente: que leyeran la Biblia con un punto de vista racional, con atención. Dejarían de creer inmediatamente. No hacen falta libros anticlericales.

Es que 200 años de Ilustración prenden finalmente en nuestra moral y en nuestra concepción de las cosas de manera contundente. Es así. Pese a que muchos insisten en que no puede haber moral sin religión. Era Chesterton quien decía que si no creías en Dios, podías creer en cualquier cosa. Yo ahora pienso lo contrario, que quien cree en Dios puede acabar tragándose cualquier cosa. Italia es de los países con más fe del mundo, por eso seis millones de italianos consultan también a magos, quirománticos, echadores de cartas. Si te crees lo de la trinidad o la virginidad, te entra todo. Tampoco es justo ese discurso de que los laicos no creemos en nada. No es cierto, lo hacemos en los ideales. Pero no en los dogmas.

Eso que tanto espanta ahora del relativismo, ¿cómo lo ve? Ahh… Ratzinger es un ultraconservador antipático y obtuso. Estas cosas lo prueban. Es un asunto que demuestra la incapacidad de la Iglesia para entender casos como el de Galileo. Le han perdonado 400 años después de haberle condenado por algo que era cierto, pero no han entendido nada. Lo admiten muchos miembros de la Iglesia, aunque luego lo pagan. Lo dijo George Coyne, un jesuita que fue el encargado del Observatorio Astronómico del Vaticano durante 25 años. Aseguraba que no se había comprendido la magnitud de ese caso. ¿Y qué pasó con él? Que lo licenciaron. Este mismo pidió públicamente al Papa que definiera sus posiciones sobre el evolucionismo y le cesaron.

Los jesuitas, ¿son otra cosa? Son los más incisivos, sin duda. Plantean abiertamente sus dudas sobre muchos dogmas. Existe una anécdota fantástica que los define. Cuando descubrieron la momia de Jesús en Jerusalén, los franciscanos decían: es cierto lo que sufrió por nosotros, las heridas están a la vista, debemos amarlo todavía más. Los dominicos se plantearon: cuidado, que si está aquí es que no ha resucitado, vamos a tener problemas con el dogma. Y los jesuitas dedujeron: ahí lo tenemos; por tanto, ha existido. ¿No es genial?

Martini es un buen ejemplo de jesuita. Bueno, es que él ha llegado a criticar hasta el libro del Papa sobre Jesús de Nazaret. Es raro, pero es que es la minoría.

¿Es necesario escribir libros así contra la Iglesia o es darle demasiada importancia a todo aquello que no debería ni siquiera ser debatido porque va contra toda razón? No sólo es necesario. Es que me parece poco todo lo que se pueda argumentar en contra. He tratado de escribir un libro serio, sin despreciar también la ironía. Aunque sobre todo he intentado hacer una crítica rigurosa basada en principios teológicos y la prueba de que ha calado es lo que les ha molestado. La importancia de la Iglesia es un hecho, no es que se la dé yo. No escribiría un libro preguntándome por qué no somos raelianos. Me da exactamente lo mismo. En Italia, 30 millones de personas se declaran católicos. La Iglesia posee un cuarto de los bienes inmuebles, de nuestros edificios.

Como inmobiliaria no hay quien pueda con ella. Exacto. Además, en Italia, el Papa vive dentro. Una solución sería enviarlo a Jerusalén. Dejemos Roma para los romanos.

En España vive el Opus, que también impone. Una organización que ha ganado muchísimo poder dentro de la Iglesia por culpa de Juan Pablo II, por cierto. Él llevó a la bancarrota las finanzas vaticanas para financiar al sindicato Solidaridad. Fue el Opus quien tapó el agujero.

Otro de los asuntos que trata en el libro es el creacionismo. No creamos que es sólo un invento de Estados Unidos, aunque ha sido allí donde se ha desarrollado más. En Italia, ya el primer Gobierno de Berlusconi lo reivindicó, y no me extrañaría que ahora volvieran a la carga. Me hace gracia que ahora, para hacer el Camino, mi compañero ha llevado la Biblia. Yo, en cambio, elegí El origen de las especies, de Darwin. Me ha impresionado su visión de futuro. Todas las objeciones cretinas que le ponen hoy al evolucionismo, Darwin las prevé y además las responde en el libro con anticipación.

¿Lo vio venir? Exacto, y basta leerlo para frenarles. Pero el problema es que son insaciables. Porque tampoco el evolucionismo va contra la religión. El problema está no tanto en la creación del mundo, sino en el momento que surge el hombre. Ahí tenían que poner su sello.

Inventar la culpa. ¿Sin culpa no hay negocio? Eso es.

¿Y por qué de entre todo el cristianismo, lo que menos se sostiene para usted es el catolicismo? Porque son los que más dogmas imponen y, por tanto, los más fáciles de rebatir.

Más cuando la mayoría son imposiciones caprichosas, a expensas de los papas, los concilios, las alianzas de poder. Como la infalibilidad pontificia, el dogma que más sospechas despierta entre los creyentes. Encuestas de universidades católicas aseguran que en la infalibilidad del papa sólo cree un 30% de católicos. Es el dogma más débil. Hay otras cosas más absurdas, como que el 40% de los que tienen fe cree que san Juan se convirtió en hijo de la Virgen ante la cruz. Lo que le digo: si leyeran con atención los evangelios, dejarían de creer automáticamente. (El País Semanal, 15/06/08)





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Piergiorgio Odifredi