sábado, 6 de junio de 2020

[SONRÍA, POR FAVOR] Es sábado, 6 de junio





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...
























La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 5 de junio de 2020

[A VUELAPLUMA] Ombligos





Dirijamos la humildad, la atención, el esfuerzo y la solidaridad hacia lo tangible, comenta en el A vuelapluma de hoy viernes [No somos el centro. El País, 27/5/2020] el escritor Jorge Galindo, en lugar de preguntarnos exhaustivamente cómo de cerca está nuestra especie del ombligo de la Creación. 

"Con cada nuevo desastre, -comienza diciendo Galindo- un nutrido grupo de voces se alza, siempre tocando la misma nota: la de la culpabilidad y la vergüenza. “Pensemos en lo que nos quiere decir el universo”, seguido de la necesidad de reconsiderar profundamente el papel en el mundo de la especie humana, normalmente hacia un supuesto estado de naturaleza en el que todo iba mejor.

Es curioso cómo, a pesar de verse a sí mismas como estéticamente alejadas de la tradición cristiana, la lógica de esta postura es calcada: la humillación de los seres humanos frente a un ente superior que, cargado de voluntad y atención exclusiva hacia nosotros, se toma la molestia de ponernos un virus mortal a circular y osos a pasear por las calles para que aprendamos lo que, según su criterio, estamos haciendo “mal”.

Pero lo que sabemos de los virus desmiente esta visión: al SARS-CoV-2 le convendría ser menos letal para poder convivir por más tiempo con nosotros. Como le dijo el derviche al Cándido de Voltaire: nada significa que observemos lo que, bajo nuestra óptica humana, nos parece como “el bien” o “el mal”. No somos el centro de todo esto: somos, siguiendo la alegoría de Voltaire, más bien como ratas en un barco dirigido por un rey hacia Egipto. Lo más probable, estadísticamente hablando, es que a duras penas le importemos a nadie, si es que hay alguien (Dios o Naturaleza) a quien le podamos importar por encima de nosotros.

¿Quiere esto decir que no deben preocuparnos las consecuencias de nuestras acciones? Al contrario: bajo esta óptica, disponemos de menor poder e importancia en el esquema general de las cosas, pero de mayor libertad. Preocupémonos entonces de qué podemos hacer para minimizar la probabilidad de que un virus como este vuelva a surgir. Preocupémonos también de los tripulantes más vulnerables de entre los más vulnerables del barco, y de cómo el virus les golpea con mayor intensidad por cuestiones que sí están bajo la responsabilidad humana: las casi 20.000 muertes en residencias españolas de servicios sociales para mayores, la exposición de trabajadores esenciales al contagio, o el incremento del riesgo para las mujeres que viven situaciones de violencia en sus hogares, por citar algunas. Dirijamos la humildad, la atención, el esfuerzo y la solidaridad hacia lo tangible, en lugar de preguntarnos exhaustivamente cómo de cerca está nuestra especie del ombligo de la Creación". 

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[LORCA EN SU JARDÍN] Hoy, con "Llanto por Ignacio Sánchez Mejía"





Federico García Lorca (1898-1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx. Como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español de ese mismo siglo, junto a Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió asesinado un mes después del golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil civil española.

Concluidas las entradas dedicadas a Miguel de Cervantes y Benito Pérez Galdós, durante los próximos meses voy a ir subiendo al blog, en la medida de lo posible, toda la extensa obra teatral, poetica y narrativa de ese otro genio de la literatura en español que fue Federico García Lorca. Espero que la disfruten.

Y continúo hoy la tarea con el poema LLanto por Ignacio Sánchez Mejía, publicada en 1935 por la editorial Cruz y Raya (Madrid), con ilustraciones de José Caballero. Se trata de un conjunto de cuatro elegías que Lorca compuso para su amigo Ignacio Sánchez Mejías, muerto de gangrena en 1934 a causa de una cornada en la plaza de toros de Manzanares por el toro Granadino.

La pueden leer en este enlace, en la edición electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, tomada de sus Obras completas, Madrid, Aguilar, 1954, pp. 461-471También pueden escucharla  en este vídeo del canal YouTube.   





Monumento a Lorca en Madrid



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[SONRÍA POR FAVOR] Es viernes, 5 de junio




El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...






















La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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jueves, 4 de junio de 2020

[A VUELAPLUMA] Rozarse





El roce y el contacto son parte esencial de nuestra cultura latina, afirma en el A vuelapluma de hoy [De vidrio y piel. El País Semanal, 24/5/2020] la escritora Irene Vallejo, por eso necesitamos espacios de encuentro.

"Fue allí, -comienza diciendo Vallejo- en aquel invernadero de niños, rodeada de incubadoras, donde descubriste el poder curativo del contacto. Sobre el calor del pecho, piel con piel, protegidos como crías de canguro, florecían los minúsculos bebés. Tu hijo estaba inmóvil, sedado, atado a un respirador, cuando la enfermera te animó a tocarlo. Siguiendo sus indicaciones, te inclinaste para posar una mano en la piel blanda del cráneo, donde bullían sus sueños, y con la otra mano envolviste las plantas de los pies, donde dormían sus futuros pasos. Soportaste esa posición hasta sentir calambres en los brazos, abarcando su cuerpo y su breve estatura. Pronto ese ritual se convirtió en el mejor momento del día, y vuestra calma se comunicaba al pulsioxímetro, que durante esa media hora no desaturaba. La pantalla azul del monitor trazaba una tranquila cordillera dentada, mientras el latido cardiaco decía sí, sí, sí.

En el hospital te enseñaron que tocar alivia el dolor y reduce la ansiedad. Ahora, bajo el azote de la pandemia, la proximidad nos pone en peligro. El licenciado Vidriera, de Cervantes, narra la fantasiosa historia de un joven estudiante de Salamanca que sufre unas repentinas y gravísimas fiebres. Un día se levanta de la cama, demacrado y frágil, convencido de que su cuerpo ya no es de carne, sino de vidrio. Con terror, suplica a extraños y amigos que no se acerquen, el mínimo roce podría quebrarlo. Se acostumbra a dormir enterrado hasta la garganta en pajares de mesones, rechaza temeroso los abrazos, come lo que le acercan con la punta de una vara y solo admite hablar desde lejos.

El miedo dibuja fronteras invisibles. En el parque, mientras perseguías palomas con tu hijo, jugabas a medir la distancia precisa, justo antes de que la bandada huyera volando. Ahora te descubres, como ave recelosa, calculando minuciosamente la distancia entre los cuerpos. En la calle, en el mercado, en la librería, te mueves procurando respetar balizas y cuadrículas que definen tu camino como las casillas de una rayuela. Y al hacerlo te sientes extraña y ridícula: no tocarnos nos trastoca.

Hace siglos que aprendimos el lenguaje de la piel. En lápidas y cerámicas griegas aparece ya representado el apretón de manos. Nació como un símbolo de paz: al extender el brazo para estrechar una mano, desvelas que no empuñas un arma ni escondes una daga en la manga. Los besos de saludo —otro gesto que ofrece el cuerpo inerme, confiado— son también una antigua costumbre mediterránea. Era habitual entre los romanos, y en una de sus epístolas san Pablo pedía a sus seguidores que se hermanasen así. Durante la Edad Media besar en la mejilla fue señal de lealtad, pero, tras la peste negra del siglo XIV, los asustados europeos abandonaron la costumbre por miedo al contagio y no la recuperaron hasta que la Revolución Francesa impuso —sin escatimar violencia— la fraternidad.

Cuenta Cervantes que, tras dos años de atemorizado espejismo, el licenciado Vidriera se reconcilió con la fragilidad y la fortaleza de su cuerpo de carne, y volvió a buscar la proximidad de otros. El roce y el contacto son parte esencial de nuestra cultura latina, por eso necesitamos espacios de encuentro, ágoras, plazas públicas. Nuestra forma de vivir es un repertorio de cercanías: la vida en la calle, pasear con las manos entrelazadas, trabajar codo con codo, el baile y el abrazo de consuelo, la fiesta y el duelo. En El cielo sobre Berlín, de Wim Wenders, escuadrones de ángeles guardianes, enfundados en abrigos oscuros, velan por los seres humanos. Nos leen el pensamiento, observan conmovidos nuestras alegrías y cuitas, pero permanecen intocables e invisibles a nuestros ojos. Hasta que uno de ellos, Damiel, se enamora de otro ser aéreo, una joven acróbata que trabaja en un circo. Para rozar su cálida piel, deberá renunciar a la inmortalidad. En el preciso instante de la caricia, un color luminoso tiñe la película. Hoy debemos jugar a la rayuela de la distancia, pero solo volveremos a ser auténticamente humanos, mentes y cuerpos curados, cuando recuperemos lo que los ángeles envidiaron".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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