viernes, 24 de noviembre de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "De escaquística", de Juan José Arreola





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 



Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado De escaquística, de Juan José Arreola (1918-2001), escritor, académico, traductor y editor mexicano. De formación autodidacta, desempeñó los más diversos oficios a lo largo de su vida. Arreola pertenece a la generación del 50, que incluye a autores como Emilio Carballido, Rosario Castellanos, Sergio Magaña, Ernesto Cardenal, Jaime Sabines, Juan Rulfo, Rubén Bonifaz Nuño. Gracias a obras como Confabulario (1952) Bestiario (1959) y La Feria muy divertida (1963) se le considera como uno de los impulsores más importantes del cuento fantástico contemporáneo en México así como uno de los máximos exponentes de la minificción latinoamericana, junto con Julio Torri y Augusto Monterroso.

Les dejo con su relato. Fue publicado en la obra Minificción mexicana, de Lauro Zavala. Tiene catorce palabras, y dice así:


DE ESCAQUÍSTICA
por 
Juan José Arreola

La presión ejercida sobre una casilla, 
se propaga en toda
 la superficie del tablero.




Fotograma de El séptimo sello, de Ingmar Bergman (1957)


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Humor en cápsulas] Para hoy viernes, 24 de noviembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos: Morgan en Canarias7; Ricardo, Gallego y Rey e Idígoras y Pachi en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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jueves, 23 de noviembre de 2017

[Poesía y pintura] Hoy, con Blas de Otero y Salvador Dalí





Retomo la publicación, con un formato diferente, de la serie de entradas del blog dedicadas al "Tema de España" en la poesía española contemporánea, que tuvieron tan buena acogida de los lectores hace años. Grandes poetas contemporáneos españoles, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, que cantaron a su patria común, España, desde el corazón y la añoranza. 

En estos aciagos días en que hijos espurios e indeseables reniegan de España, la insultan, la mancillan, y pretenden acallar las voces de aquellos otros que nos alzamos orgullosos de pronunciar su nombre, nada mejor que la poesía para reivindicarla como se merece. Si como dijo Walt Whitman la poesía es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz, también es, en palabras de ese gran poeta y gran español que fue Gabriel Celaya, un arma cargada de futuro. Empuñémosla, entonces, en su defensa.

En cualquier caso, como dice el afamado y controvertido intelectual y crítico literario Harold Bloom, la poesía no puede sanar la violencia organizada de la sociedad, pero puede realizar la tarea de sanar al yo.

Hoy traigo al blog al poeta Blas de Otero y su poema Anchas sílabas, y al pintor Salvador Dalí y su cuadro Las rosas sangrantes


***


Blas de Otero Muñoz (1916-1979) fue uno de los principales representantes de la poesía social de los años cincuenta en España. El principal paso que da la poesía existencial para volverse social es el cambio de persona, del «yo» al «nosotros». El poeta, aceptada su condición humana, encuentra su sitio entre el resto de seres humanos, y halla también una razón vital: la solidaridad humana, la búsqueda de un mundo mejor a través de la poesía. El poeta defiende la utopía humanista porque ya no tiene una fe religiosa: no hay un más allá perfecto al que aspirar, pero, aunque el hombre esté condenado a venir de la nada y caminar hacia ella, se debe luchar para conseguir que su vida sea digna y feliz. El poeta se convierte en un profeta que señala los errores del presente para conseguir superarlos y acceder a un futuro mejor. Otero, obsesionado con los valores absolutos, ahora los busca en el presente histórico. 

En 1945 sufrió una crisis depresiva que lo llevó a recluirse en el sanatorio de Usúrbil. Fruto de ello serán las tres obras de su ciclo existencial: Ángel fieramente humano (que presentó al premio Adonáis), Ancia y Redoble de conciencia, libro con el que ganó el premio Boscán en 1950. Ese año conoce en París a la actriz y poeta vasca Tachia Quintanar, con quien mantuvo una relación amorosa y conservó su amistad durante el resto de su vida. En 1955 empieza a ser considerado por sectores de la crítica como uno de los grandes poetas de la posguerra.



ANCHAS SÍLABAS

Que mi pie te despierte, sombra a sombra
ha bajado hasta el fondo de la patria.
Hoja a hoja, hasta dar con la raíz
amarga de mi patria.

Que mi fe te levante, sima a sima
he salido a la luz de la esperanza.
Hombro a hombro, hasta ver un pueblo en pie
de paz, izando un alba.

Que mi voz brille libre, letra a letra
restregué contra el aire las palabras.
Ah, las palabras. Alguien
heló los labios -bajo el sol- de España.


***



Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, marqués de Dalí de Púbol (1904-1989), fue un pintor, escultor, grabador, escenógrafo y escritor español del siglo XX. Se le considera uno de los máximos representantes del surrealismo. Conocido por sus impactantes y oníricas imágenes surrealistas, sus habilidades pictóricas se suelen atribuir a la influencia y admiración por el arte renacentista. También fue un experto dibujante. Los recursos plásticos dalinianos también abordaron el cine, la escultura y la fotografía, lo cual le condujo a numerosas colaboraciones con otros artistas audiovisuales. Tuvo la capacidad de acrisolar un estilo genuinamente personal y palpable al primer contacto, que en realidad era muy ecléctico y que «succionó» de innovaciones ajenas. 

Como artista extremadamente imaginativo, manifestó una notable tendencia al narcisismo y la megalomanía, cuyo objeto era atraer la atención pública. Esta conducta irritaba a quienes apreciaban su arte y justificaba a sus críticos, que rechazaban sus conductas excéntricas como un reclamo publicitario ocasionalmente más llamativo que su producción artística. Dalí atribuía su «amor por todo lo que es dorado y resulta excesivo, su pasión por el lujo y su amor por la moda oriental» a un autoproclamado «linaje arábigo», que remontaba sus raíces a los tiempos de la dominación árabe de la península ibérica. 



Las musas sangrantes (1930). Colección Caixa Galicia


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Humor en cápsulas] Para hoy jueves, 23 de noviembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos: Morgan en Canarias7; Ricardo, Gallego y Rey e Idígoras y Pachi en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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miércoles, 22 de noviembre de 2017

[A vuelapluma] Espronceda y el rap





Me tocó ejercer la docencia en tiempos en que las directrices pedagógicas relegaban a un segundo plano la tarea de aprender de memoria, escribe en El Mundo el novelista y profesor Fernando Aramburu. La repetición en voz alta de un texto, una lista de nombres, unos datos asimilados sin juicio crítico, no se consideraba propiamente conocimiento por cuanto el educando no había llegado a soluciones propias por la vía de un esfuerzo intelectivo. Este dictamen, entonces, me parecía un grave error confirmado por la práctica diaria de la enseñanza; hoy me parece, además, un despropósito didáctico.

Incluso desde una perspectiva utilitarista de la enseñanza no debería omitirse que el aprendizaje memorístico permite el desarrollo de una importante facultad del cerebro, y que dicha forma de asimilación de datos no excluye otras; antes al contrario, todas ellas son complementarias. La idea pueril de que hoy día no hace falta aprender nada porque todo está en Google y sólo hay que buscarlo nos hace esclavos de Google y de quienes mueven sus hilos en la sombra. Digan lo que digan, no hay ser humano independiente sin una memoria bien abastecida.

Espoleado por su madre, Elias Canetti se introdujo en la lengua alemana, en la que escribiría los libros que habrían de granjearle reconocimiento internacional y de paso el premio Nobel, aprendiendo frases de memoria. A otros nos convencieron de que para aprender este no fácil idioma nos convenía impregnarnos de él en la convivencia cotidiana con los nativos. No creo que nos haya ido mejor que a Canetti ni que la presunta convivencia en condiciones lingüísticas precarias mereciera el nombre de tal. Era, sí, un método excelente para superar la timidez. Y es que uno hace tantas veces el ridículo que termina por acostumbrarse y acaso cogerle gusto a su imperfección.Recuerdo una frase en lengua italiana que figuraba en un texto escolar de mi infancia. No la he olvidado nunca y sólo mucho más tarde supe a ciencia cierta su significado. He llegado a usar fragmentos de ella en Italia. Uno puede pasar con facilidad de estas sencillas estructuras lingüísticas grabadas en el recuerdo a otras que incluyan alguna variación o novedad, y de esta manera ir ampliando sus conocimientos como barrunto que hacía Canetti. El futbolista francés del Bayern de Múnich, Frank Ribéry, suele valerse de una de estas frases fijas cada vez que lo entrevistan en alemán, idioma que no domina. "Das ist gut für die Mannschaft", dice. Esto es bueno para el equipo. Y al menos él sabe que esta frase en concreto, por él tantas veces repetida, es correcta y comprensible, además de útil para responder a cualquier pregunta que le formulen.

Agradezco de todo corazón que me obligaran a memorizar poemas durante mi época de colegial. Alguno que se tome la molestia de leer estas líneas habrá tenido experiencias parecidas. "Con diez cañones por banda, / viento en popa, a toda vela. Caminante no hay camino, / se hace camino al andar. La luna vino a la fragua / con su polisón de nardos". No se trataba tan sólo, como arguye la teoría pedagógica, de adquirir cultura general. Había en la tarea un ingrediente de familiarización del oído con ritmos y sonoridades del idioma. A ello se unía, al recitar los versos, una percepción de la expresión intensa, bella, armónica, a la que no estábamos precisamente convidados en el ambiente familiar y de barrio de las afueras donde, al menos algunos, nos criamos. Por eso a mí me parecen razonables las muestras de gratitud y afecto de quienes han celebrado este año el centenario del nacimiento de Gloria Fuertes.

Los niños de mi época éramos más de Espronceda, con cuyo estilo declamatorio tengo en la actualidad ciertas dificultades digestivas, pero tampoco tantas como para darle con la puerta en las narices a este hombre que supo exprimirle bastante poesía al arrebato y que me ha resultado, de pronto, moderno. Como tantos colegiales de mi época, tuve que aprender de memoria y declamar delante del encerado la Canción del pirata. Los cambios continuos de metro dentro del poema, la rima consonante y la repetición periódica del estribillo facilitaban el trabajo. Al fraile agustino que nos daba la clase se conoce que le supo a poco el ejercicio y nos cargó a continuación con El canto del cosaco, y esto (¡Hurra, escolares del franquismo, hurra!) ya eran palabras mayores.La cosa empieza con una cita/amenaza de Atila. Como para poner los pelos de punta, si bien lo que causaba pavor al alumnado eran las 10 estrofas de ocho versos cada una, separadas por el estribillo impetuoso cuya interpretación corría a cargo del grupo. Había, no obstante, un ardid hoy de sobra conocido que hacía factible la proeza memorística. Consistía en aplicar a los versos una melodía. A dicho fin, uno escogía una canción de moda, la despojaba de su letra y colocaba en su lugar la del texto que debía aprender. Eso, como decíamos entonces, estaba chupado.

Hoy día yo lo habría hecho con un ritmo de rap. Releídas recientemente las Poesías líricas y ese fabuloso, macabro y delirante poema titulado El estudiante de Salamanca, tengo el convencimiento de que Espronceda fue antes de nada un rapero del siglo XIX. No un adelantado del género. No un precursor. Un rapero como mandan los cánones, de una actualidad que me deja boquiabierto. ¿Qué es sino una ráfaga de rap esto que sigue?

Y si caigo,¿qué es la vida?
Por perdidaya la dicuando el yugodel esclavo,
como un bravo,
sacudí.

No se resiste uno a decir la ristra rítmica de versos de El canto del cosaco remedando los ademanes de un rapero de nuestros días. Espronceda es un crack. Lo tiene todo para llenar un disco entero de The Notorious B.I.G., de Rakim o de Eminem. Crítica social (Vedlos huir para esconder su oro), apología de la violencia (en sangre empaparemos nuestra ropa), actitud antisistema (los cetros y coronas de los reyes / cual juguetes de niños rodarán), exaltación de la virilidad (¡Hurra, cosacos! ¡Gloria al más valiente!) o machismo desatado (son sus soldados menos que mujeres).

Llegó al fin el día, la jornada infausta de demostrarle al fraile agustino que uno había cumplido con el deber impuesto. El niño que yo era se vio entonces en el brete de recitar el largo poema aprendido con el auxilio de una melodía; mas lo que había funcionado en casa yo no lo podía poner en práctica en el aula, a la vista del grupo ávido de cruel diversión. Me di cuenta de que, sin cantar la melodía, yo no sería capaz de decir los versos de Espronceda; cantándola, mis compañeros se morirían de risa y el fraile vete tú a saber. Creo que el rap me habría ayudado a salir airoso del trance; pero eran los años sesenta y tuve que sucumbir. La culpa fue sin duda mía y sólo mía por haber nacido demasiado pronto o por haber venido al mundo demasiado tarde, según...




Dibujo de Gabriel Sanz para El Mundo



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[Historia] 54 años del asesinato de Kennedy





Hoy, 22 de noviembre, se cumplen 54 años del asesinato del presidente de los Estados Unidos de América, John F. Kennedy. Como los lectores asiduos de Desde el trópico de Cáncer saben (y mi hija Ruth me reprocha cariñosamente) cada año, por estas mismas fechas, suelo recrear la experiencia que ese hecho de la historia del mundo significó para mí. Este año no lo hago, aunque les dejo aquí el enlace a la última entrada que dediqué a la efeméride y cuya visita me permito recomendar a aquellos lectores que no hayan sufrido aún mi incontinencia literaria kennedyana.

En su lugar subo al blog el artículo que sobre el asesinato de Kennedy y las teorías conspiratorias que en torno al mismo siguen proliferando, publicó hace unas semanas en El Mundo el profesor Rafael Navarro-Valls, catedrático emérito de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid y vicepresidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. 

Nos espera una buena: ¡otra avalancha bibliográfica sobre John F. Kennedy!, comienza diciendo el profesor Navarro-Valls. Si 40.000 es aproximadamente el número de ensayos, libros y artículos escritos hasta ahora en torno al presidente asesinado en Dallas, la desclasificación documental ordenada por Donald Trump (2.891 documentos publicados, más 200 a punto de hacerse) -que previsiblemente serán devorados por una nube de comentadores, incluido un servidor- hará elevar en flecha ese número.

Siempre he sostenido que la pregunta ¿quién mató a Kennedy? debería sustituirse por ¿quién era en realidad Kennedy? A esta segunda pregunta he intentado responder en otro trabajo, resaltando las luces y las sombras del malogrado presidente. Baste decir aquí que los tres balazos que acabaron con JFK en una calle de Dallas fueron el principio de una leyenda en la que, como suele ocurrir, hechos superpuestos a la objetividad de la persona fueron creando una neblina, que enterró al personaje entre los destellos pirotécnicos de la emotividad. Era inevitable que la figura del joven presidente fuera engrandecida por todos aquellos a los que hizo soñar con un mundo nuevo.

Ahora -ante la mencionada desclasificación- conviene detenerse en la primera pregunta, ¿quién mató a Kennedy? Hay dos cuestiones en juego: 1) Si Oswald fue el único tirador de las tres balas disparadas; 2) Si hubo conspiración-extranjera o interna- en el asesinato del 23 de noviembre. Adelanto que, en mi opinión, es claro que el único tirador cuyas balas hicieron explotar el cráneo y la garganta de Kennedy fue el atormentado Lee Harvey Oswald.

El rifle Carcano utilizado contra Kennedy lo compró Oswald bajo el nombre ficticio de A. J. Hidell. Sus huellas aparecen claramente en el fusil, y en los libros en que lo apoyó en la ventana del depósito de libros escolares del Texas School Book Depository. La prueba de parafina es también concluyente: no hay duda de que Oswald disparó, al menos, un arma. Su mujer, Marina, admitió que el fusil utilizado para asesinar al presidente era de su marido. Precisamente, entre los documentos encontrados aparece una fotografía en la que el antiguo marine posa con las armas requisadas: el rifle con el que disparó contra el presidente y el revolver con el que asesinó poco después al agente Tippit, un oficial de policía que trabajaba en el Departamento de Policía de Dallas, y que dio el alto a Oswald 45 minutos después del asesinato de Kennedy. Varios testigos afirmaron que un hombre «joven, blanco y delgado» era el que disparaba desde una ventana del sexto piso, que hace ángulo entre Elm Street y Houston Street, con vistas perfectas sobre la caravana presidencial. En fin, en rueda de testigos, fue reconocido como la persona que disparó contra Tippit. Y el misterio de la bala mágica (la que de una tacada atravesó la garganta de Kennedy, impactó en la espalda del gobernador Connally y luego horadó su muñeca y el muslo izquierdo, apareciendo en la camilla del propio gobernador en el hospital) se aclaró con los informes de los expertos en balística del ejército. Por no decir nada de que, sumando los distintos francotiradores que aparecen en las tesis conspiratorias (disparando desde cuatro edificios diversos, una alcantarilla, varios montículos y pasos elevados, etcétera), Anthony Summers ha contado unos 30. Ninguno ha sido localizado. Son fantasmas que se pierden en la niebla. No obstante lo dicho, sucede que la tesis de la conspiración fue poco a poco tomando cuerpo, de modo que parece que la cuestión a resolver, más que ¿quién mató verdaderamente a Kennedy? es -por la proliferación de candidatos- ¿quién no mató a Kennedy? (Vincent Quivy).

Veamos los protagonistas, según las tesis conspiratorias. Ya desde el principio comenzó a correr el nombre del vicepresidente Lyndon B. Johnson como instigador del crimen. Ciertamente, éste era un ególatra consciente de la animadversión de Bobby Kennedy y la simple tolerancia del presidente. Si fue elegido vicepresidente fue para aportar Texas a la candidatura del joven aspirante. Lo cual no impidió que algún asesor tan cercano como K. O'Donnell le espetara a Jack Kennedy: "Éste es el peor error que has cometido en tu vida". Luego, su figura se convirtió en algo así como "un tío soltero cascarrabias y rico, que se presenta en la casa inesperadamente y anuncia que ha venido para quedarse una buena temporada" (J. A. Barnes). Posiblemente, el asesinato del presidente -aparte de la conmoción por el peso que se le venía encima- no le produjo un gran dolor. Sin embargo, siempre fue leal a Kennedy. No hay ni un indicio de que conspirara a sus espaldas, y menos con la CIA, y eso cuando él mismo en su larga vida política siempre había creído en las conspiraciones. Lo cual acrecentó su inquietud cuando comenzó a ser señalado con el dedo acusador. Rápidamente creó una Comisión independiente, con equilibrio entre demócratas y republicanos, personalidades de prestigio, poniendo al mando al propio presidente del TS Earl Warren. Solamente la imaginación cinematográfica o literaria de los dos Stone (Oliver, película y Roger, libro; no tienen parentesco entre ellos) ha podido en serio lanzar la acusación contra Johnson. También han ido poco a poco diluyéndose en callejones sin salida las teorías de la gran industria petrolera amenazada por una reforma fiscal en curso; de las industrias armamentísticas que necesitaban una escalada en Vietnam, a la que presuntamente se oponía Kennedy; de la mafia de Chicago, en peligro por la lucha contra el crimen organizado; de la KGB para vengar la humillación de la retirada de los misiles de Cuba; de un grupo de estadounidenses patriotas exasperado por la amenaza a la paz mundial que suponía la audacia irreflexiva del joven presidente... Por no hablar sobre la teoría que pone en el centro de la conspiración a Aristóteles Onassis (con quien se casó Jackie, al enviudar), en combinación con un grupo de siniestros illuminati. Conviene detenerse ahora en la posible autoría de Fidel Castro, dado que la desclasificación documental narra más detalladamente un viaje a México de Oswald, en el que supuestamente se gestaría una intervención extranjera en el asesinato. Oswald estuvo allí seis días (26 septiembre a 5 de octubre, semanas antes del asesinato). Como observa Philip Shenon, Ciudad de México era por entonces una especie de versión latinoamericana de Viena o Berlín. Bullía de espías y las embajadas cubana, soviética y estadounidense se vigilaban mutuamente. Cuando a Oswald le denegaron la visa para desplazarse a La Habana, salió dando un portazo de la embajada cubana, amenazando con matar a Kennedy. Los cubanos no le dieron mayor importancia al exabrupto. Y para la CIA que vigilaba, la visita de Oswald fue como "un simple parpadeo en la pantalla de radar de la estación espía": una especie de turista aventurero, algo bravucón e inofensivo. Desde luego sin ninguna conexión seria con las embajadas de Cuba y Unión Soviética, a la que también visitó. Los miembros de la Comisión Warren que visitaron México tampoco vieron el origen de una conspiración en el corto viaje. De todas formas, había que descartar de una vez por todas la posible intervención de los hombres de Fidel en el asesinato. Y aquí hay que referirse a un episodio poco conocido: se trata de un viaje de William Coleman -abogado de la Comisión Warren- hacia Cuba para entrevistarse en el verano de 1964 con Fidel Castro. Éste y Coleman se encontraron a unos 30 kilómetros de Cuba, en el yate del líder cubano. La cita fue pedida por Castro. Duró tres horas, en las que el líder cubano negó cualquier implicación en el asesinato. A su vuelta, Coleman declaró a Warren: "No descubrí nada que me llevara a pensar que hay pruebas de que Fidel lo hiciera". El punto final lo pone un borrador desclasificado del Comité del Congreso (HSCA), que en 1978/79 volvió a analizar el magnicidio: "El Comité no cree que Castro haya asesinado al presidente Kennedy, porque semejante acto, si se descubriera, le hubiera otorgado a Estados Unidos la excusa para destruir Cuba. El riesgo no hubiera valido la pena". Así, pues, me temo que los papeles desclasificados no aportan nada espectacular sobre el asesinato. El gran protagonista seguirá siendo Lee H. Oswald, por más que se le intente poner en el centro de no demostradas y fantasmales conspiraciones.



Dibujo de Ajubel para El Mundo



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[Humor en cápsulas] Para hoy miércoles, 22 de noviembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos: Morgan en Canarias7; Ricardo, Gallego y Rey e Idígoras y Pachi en El Mundo; El Roto, Forges, Peridis, Ros y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.





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