PARA QUÉ SIRVEN LAS MANOS
En un sueño me cortan
dos dedos;
yo me quedo a esperar
el dolor. Sigo sin creer
en ese fantasma
aunque pueda
verlo de a ratos:
tu invitación
es hablar todo el tiempo
de la muerte con la cara
muy cerca. No quise
besarte en otro sueño,
era demasiado romántico y yo anhelo
volverme una charla difícil.
Para Proust también
amar es algo así como morirse:
querer a un hombre es
complicado, ya sé, pero
además
es escribir el deseo
por una mujer
que muere.
Asumo
cariño de tu parte,
entonces. Con razón
de parecerme
a la habitación
que la contiene
en su última vida, debería
soñar con matarte.
No se trata de ser
buenos ni hermosos, es sobre
obligarnos a perder
lo que sea que nos quede, y en fin.
Para dar cuenta de un poder sobre mí.
MILAGROS PÉREZ MORALES (1997)
poetisa argentina


No hay comentarios:
Publicar un comentario