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miércoles, 23 de agosto de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Fábula", de Jairo Aníbal Niño







La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo la serie de Píldoras literarias con el relato titulado Fábula, del escritor colombiano Jairo Aníbal Niño (1941-2010). Publicó obras de teatro, cuentos y libros de poemas. Sus primeros pasos los dio como artista en el campo de la pintura para dedicarse más tarde a la dramaturgia. En el campo de las letras, su mayor contribución la hizo al género de la literatura infantil y juvenil a la que dedicó la mayoría de sus publicaciones y gran parte de su carrera como escritor. Fue profesor universitario, director de la Biblioteca Nacional de Colombia, guionista, director de dramaturgia del Teatro Libre de Bogotá y director del teatro de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá.

Les dejo con su minirrelato Fábula, editado por Henry González Martínez en la obra La minificción en Colombia. Tiene diecisiete palabras y dice así: 


FÁBULA
por 
Jairo Aníbal Niño

Y los ratones hicieron una alianza, 
y la serpiente de cascabel
 le puso el cascabel al gato.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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martes, 15 de agosto de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "El viejo y el mar", de Juan Armando Epple






La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo la serie de Píldoras literarias con el relato titulado El viejo y el mar, del chileno Juan Armando Epple, nacido en Osorno, Chile, en 1946, y residente en la ciudad de Eugene, Oregon, en los Estados Unidos. En relación a la microficción, ha editado las antologías Microquijotes (2005), Cien microcuentos chilenos (2002), Brevísima relación. Nueva antología del microcuento hispanoamericano (1999), Para empezar. Cien microcuentos hispanoamericanos (1990) [con Jim Heinrich], y fue coeditor de Los mundos de la minificción.

Les dejo con su minirrelato El viejo y el mar, editado en Con tinta sangre en 1999. Tiene trece palabras y dice así: 



EL VIEJO Y EL MAR
por
Juan Armando Epple


Lo desgastan los años 
y lo mantiene a flote 
el sueño del oficio.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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sábado, 5 de agosto de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Desinencia", de Juanjo Ibáñez






La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo la serie de Píldoras literarias con el relato titulado Desinencia, del español Juanjo Ibáñez (1968). Dice Juanjo Ibáñez de sí mismo que un día quiso ser periodista. Que con los años acabó siéndolo, así que hay que tener cuidado con lo que deseas, porque el deseo puede ser concedido. Y que ya no hay marcha atrás. Que suele estar en el lado izquierdo de la vida, tanto en el laboral como en el personal. Que ha tocado todos los palos -radio, prensa y televisión con muchas horas en directo-. Que dice lo que pienso, tras pensar lo que va a decir. Que se moja, es más, que considera necesario que nos mojemos más si de verdad queremos que lo que tenemos a nuestro alrededor cambie. Que en la actualidad ando metido en política, que es otra manera de hacer el mundo mejor. Y que le gusta aprender.

Les dejo con su minirrelato Desinencia. Tiene dieciocho palabras y fue publicado en Galería de hiperbreves en 2001.



DESINENCIA
por
Juanjo Ibáñez

Cuando estaba escribiendo el cuento 
más breve de su vida, 
la muerte escribió otro más breve todavía: 
ven.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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viernes, 28 de julio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Sin título", de César Vallejo







La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo la serie de Píldoras literarias con el relato titulado Sin titulo, de César Abraham Vallejo Mendoza (1892-1938), más conocido como César Vallejo, poeta y escritor peruano, considerado uno de los mayores innovadores de la poesía del siglo XX y el máximo exponente de las letras en su país, y para algunos el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas. Publicó en Lima sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918), con poesías que si bien en el aspecto formal son todavía de filiación modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del vanguardismo a nivel mundial. En 1923 dio a la prensa su primera obra narrativa: Escalas, colección de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas. Ese mismo año partió hacia Europa, para no volver más a su patria. Hasta su muerte residió mayormente en París, con algunas breves estancias en Madrid y en otras ciudades europeas en las que estuvo de paso. Vivió del periodismo​y trabajos de traducción y docencia. 

Sín título tiene diecisiete palabras y fue publicado en la obra Por favor, sea breve, de Clara Obligado. Les dejo él.



SIN TÍTULO
por
César Vallejo

Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, 
no porque empieza a nevar, 
sino para que empiece a nevar.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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viernes, 21 de julio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Otro dinosaurio", de Eduardo Berti





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Otro dinosaurio, de Eduardo Berti (1964) escritor y periodista argentino, hijo de rumanos emigrados a Argentina durante la Segunda Guerra Mundial. Editor de la sección Cultura del diario Página, en 1994 publicó su primer libro su primer libro de ficción, Los pájaros, muy elogiado por la crítica. A este libro le siguieron dos novelas: Agua y La mujer de Wakefield, ambas traducidas al francés y a otros idiomas. En 1998 marcha a París (Francia), donde trabaja como periodista cultural, animó diversos talleres literarios en francés y español y siguió escribiendo. Publicó en 2002 el libro de microficción La vida imposible y en 2004 la novela Todos los Funes, votada entre los libros del año en el Times Literary Supplement y finalista del Premio Herralde. En 2009 se instala en Madrid (España), donde trabaja como traductor, guionista de cine y televisión y se encarga de antologías para diversas editoriales españolas y argentinas. Su relato tiene diecisiete palabras y fue publicado en La otra mirada, de David Lagmanovich.



OTRO DINOSAURIO
por 
Eduardo Berti


Cuando el dinosaurio despertó, 
los dioses todavía estaban allí, 
inventando a la carrera el resto del mundo.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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sábado, 15 de julio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Mensaje a la madre", de David Lagmanovich





Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Mensaje a la madre, de David Lagmanovich (1927-2010), crítico literario y escritor argentino. Como investigador en el campo de la microficción contribuyó a sentar las bases críticas del género del microrrelato con importantes obras como El microrrelato. Teoría e historia (2006) y La otra mirada. Antología del microrrelato hispánico (2005). Como escritor publicó, entre otras, La hormiga escritora (2004) y Los cuatro elementos (2007). Doctor en Literatura por la Georgetown University, además de su labor de crítico y escritor, fue docente en distintas universidades en Argentina, Estados Unidos y Alemania.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Mensaje a la madre. Fue publicado en la obra Casi el silencio, de 2005. Tiene quince palabras, y dice así:


MENSAJE A LA MADRE
por 
David Lagmanovich

No quiero verte como eres, 
sino como te veía 
cuando lo eras todo para mí.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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sábado, 8 de julio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Veritas odium parit", de Marco Denevi





Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Veritas odium parit, de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino que irrumpió en el mundo literario con más de treinta años con su novela Rosaura a las diez, convertida de inmediato en un gran éxito y más tarde sería llevada al cine. También incursiona en el mundo del teatro, pero es como cuentista, cuando en 1960 obtiene el premio de la revista "Life en español" por su relato Ceremonia secreta, cuando alcanza mayor fama. Sus personajes bordean lo estrafalario, y en sus relatos predominan la ambigüedad, la intriga y el humor negro. Practicó el periodismo político y fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos y miembro de la Academia Argentina de Letras.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Veritas odium parit. Fue publicado en la obra Falsificaciones, de 1969. Tiene dieciséis palabras, y dice así:


VERITAS ODIUM PARIT
por 
Marco Denevi


—Traedme el caballo más veloz 
—pidió el hombre honrado—. 
Acabo de decirle la verdad al rey.





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jueves, 29 de junio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Cuento de horror", de Juan José Arreola






Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Cuento de horror, de Juan José Arreola (1918-2001), escritor, académico, traductor y editor mexicano. De formación autodidacta, desempeñó los más diversos oficios a lo largo de su vida. Arreola pertenece a la generación del 50, que incluye a autores como Emilio Carballido, Rosario Castellanos, Sergio Magaña, Ernesto Cardenal, Jaime Sabines, Juan Rulfo, Rubén Bonifaz Nuño. Gracias a obras como Confabulario (1952) Bestiario (1959) y La Feria muy divertida (1963) se le considera como uno de los impulsores más importantes del cuento fantástico contemporáneo en México así como uno de los máximos exponentes de la minificción latinoamericana, junto con Julio Torri y Augusto Monterroso.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Cuento de horror. Fue publicado en la obra Palindroma (1980). Tiene dieciséis palabras, y dice así:


CUENTO DE HORROR
por 
Juan José Arreola

La mujer que amé 
se ha convertido en fantasma. 
Yo soy el lugar de las apariciones.



Separación, de Edvard Munch (1863-1944)


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sábado, 17 de junio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Obsesiones", de Alba Omil





Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Obsesiones, de la escritora argentina Alba Omil. Nacida en Recreo, Catamarca. Maestra Normal Nacional, se graduó en Lengua y Literatura Española y Americana, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Fue diputada provincial por el partido Unión Cívica Radical Intransigente. Sigue escribiendo cuentos y ensayos.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Obsesiones, de Alba Omil, publicado en Con ritmo de jazz (1998). Tiene diecinueve palabras, y dice así: 


OBSESIONES
por 
Alba Omil

Soñé que me besaban: 
era sólo el latido de tu nombre 
que esa noche se durmió entre mis labios.






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jueves, 8 de junio de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Función de la crítica", de Marco Denevi





Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Función de la crítica,  de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino que irrumpió en el mundo literario con más de treinta años con su novela Rosaura a las diez, convertida de inmediato en un gran éxito y más tarde sería llevada al cine. También incursiona en el mundo del teatro, pero es como cuentista, cuando en 1960 obtiene el premio de la revista "Life en español" por su relato Ceremonia secreta, cuando alcanza mayor fama. Sus personajes bordean lo estrafalario, y en sus relatos predominan la ambigüedad, la intriga y el humor negro. Practicó el periodismo político y fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos y miembro de la Academia Argentina de Letras.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Función de la crítica, de Marco Denevi, publicado en la obra Falsificaciones (1969). Tiene dieciséis palabras. Disfrútenlo.



FUNCIÓN DE LA CRÍTICA

Períptero —escribe el artista.
Períptero —acota el crítico— 
es lo que rodea la cella. 
¿Está claro?






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