lunes, 14 de agosto de 2017

[A vuelapluma] ¿Existe España?





La pregunta que implícitamente se formula en un artículo de El País el profesor Víctor Lapuente Giné, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford y profesor e investigador en el Instituto de Calidad de Gobierno de la Universidad de Gotemburgo, puede parecer excesiva, retórica y hasta provocativa, pero, ¿es cierta o no?

Los independentistas creen que España es un artilugio chusquero, pero, paradójicamente, asumen la existencia de una unidad indisoluble entre las fuerzas españolas, comienza diciendo. El Gobierno, la fiscalía, el poder judicial, los medios de comunicación y demás instituciones de ámbito estatal actuarían siguiendo unos protocolos definidos.

Obviamente, esa España no existe. Como no existe unidad de acción en democracia moderna alguna. Cada poder se rige por sus propios códigos. Y, sin duda, puede haber presiones de unos poderes a otros. Pero de ahí a ejecutar un plan coordinado dista un trecho. Toda institución en una democracia —y por ende sus ocupantes temporales— es una especie que busca la supervivencia y vive en permanente tensión con su entorno, luchando por su autonomía contra viento y marea. Porque, perdida la autonomía, un organismo democrático está condenado a la irrelevancia.

A la inversa, muchos constitucionalistas creen que hay una unidad de acción en el independentismo que, en realidad, tampoco existe. Si “España” es un conjunto variado de instituciones con intereses particulares, el independentismo es un agregado de partidos y movimientos sociales diversos. Algunos de esos vectores se condicionan los unos a los otros, pero sus intereses no están alineados. La guerra soterrada entre ERC y el PDeCAT es solo un ejemplo. Los partidos son animales políticos que pueden coaligarse para dar caza a una presa concreta, pero no son hormigas o abejas que sacrifican su individualidad en pos de un objetivo común.

De ello se desprende una consecuencia negativa y una positiva. La mala noticia es la incertidumbre. Es una incógnita lo que vaya a suceder en los próximos meses, pues no habrá un único choque entre dos trenes, sino múltiples colisiones entre muchos trenes y, sobre todo, muchos descarrilamientos.

La buena nueva es que la ciencia política nos enseña que los acuerdos entre dos adversarios internamente heterogéneos son más fáciles que entre dos adversarios fuertemente cohesionados. Hay más puntos de encuentro. Pero, antes de ello, cada uno de los bandos debe entender que el otro no existe, concluye afirmando. 







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



HArendt






Entrada núm. 3730
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

2 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Buena pregunta ...

Belén dijo...

Lo que existe es una idea de España fantástica e irreal, por reaccionaria, que es la que utilizan los corruptos para ganarse adeptos y evitar ser juzgados.
Jordi Pujol escribió este texto. Un discurso que, paradójicamente, ha sido perpetuado durante su mandato y desde su administración:
"El general Franco, el hombre que pronto vendrá a Barcelona, ha elegido como instrumento de gobierno la corrupción. Sabe que un país podrido es fácil de dominar, que un hombre comprometido por hechos de corrupción económica o administrativa es un hombre servil. Por esta razón el Régimen ha fomentado la inmoralidad en la vida pública y económica. Como sucede en ciertas profesiones indignas, el Régimen procura que todo el mundo se ensucie las manos y esté comprometido. El hombre que pronto vendrá a Barcelona, además de un opresor, es un corruptor".
En mi opinión, el objetivo es debilitar España, que ya llevaba un atraso considerable tras décadas de autarquía económica. Posteriormente, tras una transición que no fue pacífica, se consiguió cierta democratización del Estado. Y digo cierta, porque no llegó al mercado y solamente a una parte de las instituciones.
El sistema autonómico se utiliza, contra derecho, para seguir manteniendo a aquellos que lo administran, discriminando a unos ciudadanos sobre otros. España se deteriora. Tratan de maquillarse los pequeños feudos, en los que se han convertido algunas Comunidades, con el concepto de federalismo.
Lo que resulta sorprendente es que una pequeña burguesía voraz, sin educación ni méritos, financie la difusión y la propagación de ideologías reaccionarias, insostenibles, que en realidad responden a los intereses de una mayor que, sobre el paradigma de la globalización promueve la migración de millones de personas a nivel mundial, a modo de población flotante, atentando contra la legitimidad, contra la idea de patria, la de soberanía o la de país al objeto de hacerse con la gestión de bienes y recursos naturales y humanos, destruyendo el patrimonio de la Humanidad.