Catedral de Santa María (Burgos, Castilla y León)
¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso y comprensión de conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación, Estado?... Parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas deberíamos reivindicar el nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara sin vergüenza alguna, sin remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.
Hoy traigo hasta el blog al poeta y novelista Victoriano Crémer (1906-2009). Nacido en Burgos, publicó su primer poema con 16 años. Trabajó como vendedor de periódicos, mancebo de botica, periodista clandestino y como secretario del Ateneo Obrero Leonés, de carácter anarcosindicalista. Durante la guerra civil cofunda con Eugenio de Nora la revista de poesía "Espadaña". Su obra abarca desde la poesía desarraigada al existencialismo y la poesía social. En 2009 recibe la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes. Muere en su casa de León a los 102 años de edad. Les dejo con su poema: "Elegía del regreso":
Después de tanto andar y tantos vientos
recogidos al paso,
vuelvo a la casa, a la familia, al hombre
de mi costumbre. Al claro
atardecer bajo la comba
del firmamento largo,
detrás del fúlgido aleteo
de los chopos.
Alargo
los brazos, la mirada, echo la sangre
a los ríos delgados
que van midiendo la cintura
de la Patria, y canto
alegremente mi regreso;
airosamente me rescato
para la vida que vigilo,
para la humilde anécdota que hago
viviendo, hablando, siendo
hombre cocido en este barro...
¡España! ¡España! ¡España abierta!
Repetido milagro
de luz dorada, de encendidas lunas
amorosas sobre la brasa del tejado
oscuro de los cielos.
Te repito
como el niño en lo oscuro de los campos,
con miedo y con amor.
Te tengo,
concreta y fiel entre los brazos,
sintiéndote, doliéndote, sacándote
ternura de lo hondo...
Alcanzo,
si pongo el corazón junto a tus piedras,
el alentar lejano
de tu sangre... Y si contemplo,
levantado el mirar y el corazón en alto,
te veo reflejada, esbelta y pura
cetedral de la sangre, en el quebrado
clamor del firmamento.
Vuelvo
con más amor entre las manos,
después de tanto andar y tantos vientos
recogidos al paso,
a ser en ti costumbre, a hacerme
a tu medida... Deseado
refugio, que me ofreces
la palabra sabida y el milagro
previsto cada día...
Te hablo
como el amigo que se encuentra camino del hogar
y, andando,
se van diciendo las cosas que nos saben
a costumbre: el pan, el tiempo, los trabajos
del vivir...
¡España! ¡España! ¡España abierta!
tus calles, luego existo...
Y canto.
El poeta Victoriano Crémer
recogidos al paso,
vuelvo a la casa, a la familia, al hombre
de mi costumbre. Al claro
atardecer bajo la comba
del firmamento largo,
detrás del fúlgido aleteo
de los chopos.
Alargo
los brazos, la mirada, echo la sangre
a los ríos delgados
que van midiendo la cintura
de la Patria, y canto
alegremente mi regreso;
airosamente me rescato
para la vida que vigilo,
para la humilde anécdota que hago
viviendo, hablando, siendo
hombre cocido en este barro...
¡España! ¡España! ¡España abierta!
Repetido milagro
de luz dorada, de encendidas lunas
amorosas sobre la brasa del tejado
oscuro de los cielos.
Te repito
como el niño en lo oscuro de los campos,
con miedo y con amor.
Te tengo,
concreta y fiel entre los brazos,
sintiéndote, doliéndote, sacándote
ternura de lo hondo...
Alcanzo,
si pongo el corazón junto a tus piedras,
el alentar lejano
de tu sangre... Y si contemplo,
levantado el mirar y el corazón en alto,
te veo reflejada, esbelta y pura
cetedral de la sangre, en el quebrado
clamor del firmamento.
Vuelvo
con más amor entre las manos,
después de tanto andar y tantos vientos
recogidos al paso,
a ser en ti costumbre, a hacerme
a tu medida... Deseado
refugio, que me ofreces
la palabra sabida y el milagro
previsto cada día...
Te hablo
como el amigo que se encuentra camino del hogar
y, andando,
se van diciendo las cosas que nos saben
a costumbre: el pan, el tiempo, los trabajos
del vivir...
¡España! ¡España! ¡España abierta!
tus calles, luego existo...
Y canto.
"Elegía del regreso"
Victoriano Crémer
Y mañana nos vemos con el poeta Antonio Aparicio. Sean felices, por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
El poeta Victoriano Crémer
Entrada núm. 2103
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)
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