En las islas se contaba hace tiempo un chiste bastante malo sobre los canarios que decía así: "¿Saben ustedes cuáles son los dos únicos errores que los canarios han cometido en su historia?: ¿No?... Pues..., el primero, no haber dejado entrar a Nelson; y el segundo, haber dejado salir a Franco...". Sobre lo primero, mi opinión personal es que los canarios salimos ganando con su derrota en Santa Cruz de Tenerife; sobre lo segundo, que lamentablemente, no pudimos impedírlo.
Hasta hace muy poco tiempo, en la fachada del edificio que ocupa la Jefatura de Tropas de Gran Canaria, antes sede del Gobierno Militar de la provincia, en el parque de San Telmo de la ciudad de Las Palmas, había una placa conmemorativa que recordaba que desde aquel edificio había salido el Caudillo de España, Francisco Franco, el 18 de julio de 1936, para ponerse al frente del glorioso alzamiento nacional. Cito de memoria así que espero se me perdone la posible inexactitud sobre el contenido literal de la placa.
Sobre el triste protagonismo de mi ciudad en la génesis del golpe militar se ha escrito todo lo escribible así que no merece la pena insistir mucho al respecto. Franco había llegado a Las Palmas desde la sede de la Comandancia Militar de Canarias, en Santa Cruz de Tenerife, el día 17 de julio de 1936, alojándose la noche de ese día en el céntrico y coqueto Hotel Madrid, en la plaza de Cairasco, a escasos quinientos metros del parque de San Telmo. Oficialmente había ido a Las Palmas para asistir a las exequias del comandante militar de Gran Canaria, el general Amado Balmes, muerto el día anterior en un extraño accidente acaecido al disparársele en el estómago, accidentalmente, su propia pistola. Desde Las Palmas, al día siguiente, marcharía por mar, desde el ya desaparecido Muelle de Las Palmas, frente a la sede del gobierno militar, hasta el aeropuerto de Gando, a una veintena de kilómetros, para desde allí, a bordo del "Dragon Rapide", volar hasta Casablanca, y más tarde a Tetuán, en el protectorado español de Marruecos, y ponerse al frente del ejército de África y del golpe militar. La razón de elegir la vía marítima para llegar hasta Gando era el temor a que la carretera que unía la capital de la provincia con el aeropuerto, que trascurría por el interior de la isla, estuviera cortada por elementos hostiles al golpe militar desencadenado.
Hace unas semanas un reportaje del escritor canario Juan Cruz en la revista Domingo (El País), en el que entrevistaba al historiador y profesor de la Universidad Complutense Ángel Viñas: ("Creo que Franco ordenó un asesinato para empezar la guerra": Domingo, 22/05/2011), daba cuenta pormenorizada del hecho, adelantando la tesis del asesinato del general Balmes por orden de Franco. Tesis que verá la luz en un libro de próxima aparición titulado "La conspiración del general Franco", editado por Crítica.
No pretendo enmendarle la plana a tan prestigioso historiador, pero tampoco puedo disimular mi sorpresa ante tan "novedosa" teoría sobre la muerte del general Balmes, puesto que esa explicación se ha sabido desde siempre en Canarias, aunque, evidentemente, nadie la haya podido demostrar documentalmente. Yo al menos, la he conocido desde hace muchos años por dos vías diferentes. Una personal y familiar; la otra, si la quieren llamar así, oficiosa "inter canarios". Y ambas coinciden en que el general Balmes "fue suicidado" el 16 de julio de 1936 ante su negativa a sumarse al golpe militar.
Mi fuente más personal al respecto fue mi padre, que el 18 de julio de 1936, era suboficial en el Parque de Automovilismo de la Guardia Civil en Barcelona, y en calidad de tal, chófer del coronel Escobar, jefe de la benemérita en la Ciudad Condal, Finalizada la guerra civil, mi padre fue destinado a la isla canaria de El Hierro, en la que permaneció al mando del destacamento de la guardia civil de la misma entre 1941 y 1945. De él escuché por vez primera, en junio de 1967, con motivo de un viaje suyo a Las Palmas con mi madre y mis hermanos, y al hecho de que se alojaran en el Hotel Madrid, el comentario sobre el "suicidio" forzado del general Balmes. Ignoro sus fuentes de información, o si era una mera opinión personal, pero curiosamente, coincidía en lo esencial con lo que, años después, entre 1970 y 1975, oí comentar en las organizaciones políticas del tardofranquismo.
Me produce gran extrañeza, pues, que salte ahora como noticia histórica algo tan conocido y "vox populi" en las islas desde que ocurrieron los hechos. Me gustará leer lo escrito por el profesor Viñas; de momento tendré que esperar a la publicación de su libro. El vídeo que acompaña a esta entrada corresponde a unas escenas de la película de Jaime Camino, de 1986, "Dragon Rapide". Espero que ambos, entrada y vídeo, les resulten interesantes.
Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
1 comentario:
Hola, veo que ambos nos hemos acordado de ese acontecimiento que algunos ya han olvidado. Ayer 18 se cumplieron 30 años de la muerte de mi abuela materna. Justo fue a morirse el 18 de julio, fecha emblemática para su familia. Mi abuelo, su marido, era en 1936 oficial del Ejército en Tarragona. Se llamaba Emilio Broch Reverter. Me han contado en la familia que, al estallar la guerra, como ya estaba cansado de la de Marruecos, se pegó un tiro en la pierna para no ir a ésta, pero que los republicanos no se creyeron que fuese accidental y el encerraron. Al acabar la contienda, los nacionales también lo encerraron, supongo que por el mismo motivo, y fue expulsado del Ejército. Fue rehabilitado en 1970, quince años después de muerto por enfermedad. Su hijo mayor, tío mío, me cuentan también, fue obligado a alistarse a la Legión Azul, y murió en Rumanía. Así que no podemos olvidar el 18 de julio, ni el 1 de abril, ni el 20N.
Un saludo
Publicar un comentario