martes, 14 de enero de 2025

[ARCHIVO DEL BLOG] Banalizar la tragedia. Publicado el 15/01/2010










Fue mi admirada filósofa y teórica de la política, Hannah Arendt (1906-1975), una de las primeras voces que desde su condición de judía, y con motivo del juicio llevado a cabo en Jerusalén contra Adolf Heichmann (1961) habló y escribió sobre la banalización del mal a base de reiterar noticias que no profundizaban en la verdadera dimensión de la tragedia humana que supuso el holocausto del pueblo judío a manos del régimen nazi.
No quiero caer en esa banalización yo también al escribir sobre la terrible tragedia que acaba de asolar a Haití. Me niego a ello, simplemente por pudor. Y por impotencia. Y por respeto a las víctimas.
He elegido tres crónicas de entre las muchas que se están escribiendo entre ayer y hoy, que desde distintos puntos de vista, alertan acerca de la posibilidad de caer en una banalización de la tragedia haitiana a fuerza de repetir hechos y tópicos en una interminable sucesión de imágenes y comentarios que parece no tener fin. Decidan ustedes cual se aproxima más a los sentimientos que les embargan en estos momentos y párense unos instantes a reflexionar sobre el desamparo de la condición humana. .
La primera es del profesor y periodista Xosé Luis Barreiro, publicada en La Voz de Galicia, ayer jueves; "¡No más voluntarios! ¡No más solidaridad emotiva y generosa! -clama, no se muy bien si al cielo, o a quién-. Si los terremotos son una plaga periódica que exige respuestas inmediatas, -dice-, creemos una agencia en la ONU, especializada en acumular recursos económicos, sanitarios y de salvamento de alta movilidad, y gestionemos con eficiencia estas catástrofes".
La segunda del también periodista y escritor, Juan Cruz, de hoy viernes, que la escribe estremecido por las declaraciones del nuevo obispo de San Sebastián, monseñor Munilla, para el que es mucho más terrible la falta de espiritualidad de la sociedad española que la tragedia humana que asola a los haitianos, que según parece, deberían dar gracias a Dios -desde luego ese dios no es el mio- por haberles llevado hasta Él.
La última, del escritor David Trueba, también de hoy, denuncia esa banalización de la tragedia de la que hablábamos hace unos momentos. Dice Trueba: "Es un oficio complejo el de informar, cuya virtud reside en la medida exacta. No se trata de ordeñar la vaca del dolor ajeno provocando un chaparrón emotivo, sino de excitar aquella neurona que nos hace más conscientes del lugar que el ser humano ocupa en el universo. Nos deja más tristes, pero mejor informados".
Hoy no quiero pedirles que sean felices, aunque tampoco sé si aspirar a serlo nos hace peores, o insensibles al dolor ajeno. No me atrevería a juzgar a nadie por ello. Tamaragua, amigos. HArendt















No hay comentarios: