lunes, 30 de septiembre de 2019

[NUESTRA EUROPA] El estilo de vida europeo



Proeuropeos escoceses, Reino Unido (Reuters)


Las palabras importan, afirma la presidenta electa de la Comisión Europea Ursula von der Leyen. No podemos dejar que las fuerzas antieuropeístas se apropien de la definición de lo que queremos. 

El artículo 2 del Tratado de la Unión Europea dice así: “La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías. Estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres”.

El mes pasado fue el trigésimo aniversario de aquel señalado día en que dos millones de personas unieron sus manos para formar una “cadena de libertad” de más de 600 kilómetros en los Estados bálticos. Las imágenes de dicho evento constituyen un recordatorio emotivo e impactante de todo lo que ha avanzado Europa en el curso de una generación. Demuestran, también, la fuerza unificadora de nuestros valores comunes: la libertad, la igualdad, la democracia y el respeto de la dignidad humana.

Estos valores, y nuestra adhesión a ellos, constituyen nuestros cimientos. Dichos valores están consagrados en nuestro Tratado y nos otorgan las libertades de las que gozamos actualmente. Ellos definen y resumen en qué consiste nuestra Unión.

Debemos estar orgullosos de nuestro estilo de vida europeo en todas sus formas y aspectos y procurar en todo momento conservarlo, protegerlo y consolidarlo. Esta es la razón por la que fue uno de los seis principios rectores de mis orientaciones políticas, que recibieron el apoyo del Parlamento Europeo en julio.

Para la mayoría, el estilo de vida europeo no es algo que necesite explicación; se trata, simple y llanamente, de una realidad cotidiana. Sin embargo, es evidente que esta semana ha surgido un debate sobre sus connotaciones y sobre el concepto en sí. Este debate es bueno, y debemos hacerlo público y abierto.

En mi opinión, la mejor síntesis del estilo de vida europeo se encuentra en la redacción del artículo 2 del Tratado, con el que comienza este artículo.

Cada una de esas palabras tiene dos vertientes. Parafraseando a John F. Kennedy, podríamos decir que no solo debemos preguntarnos qué hace la Unión por nosotros, sino también qué podemos hacer nosotros por la Unión. Cada palabra del artículo 2 constituye tanto un derecho como un deber para todos, con independencia de dónde seamos y de en qué lugar de la Unión vivamos.

Esta es la visión europea de la vida. Consiste en construir una Unión de igualdad en la que todos tengamos el mismo acceso a las oportunidades. Consiste en dotar a las personas de los conocimientos, la educación y las competencias que necesitan para vivir y trabajar con dignidad. Consiste en poder recibir los servicios que necesitamos y en saber que estamos seguros en nuestros hogares y en nuestras calles. Consiste en proteger a los más vulnerables de nuestra sociedad. En última instancia, se trata de la forma en que vivimos juntos.

Este estilo de vida europeo ha sido el fruto de grandes sacrificios. Nunca debe darse por descontado; no es ni un hecho definitivo ni una garantía. Buena prueba de ello es que todos los días nuestro estilo de vida es puesto en entredicho por anti-europeístas de dentro y de fuera de Europa. Hemos visto cómo han interferido en nuestras elecciones desde el exterior potencias extranjeras y hemos visto también cómo populistas autóctonos, armados de eslóganes nacionalistas baratos, tratan de desestabilizarnos desde dentro.

No podemos permitir que estas fuerzas se apropien de la definición del estilo de vida europeo. Quieren que represente lo opuesto a lo que realmente es. Pretenden socavar nuestros fundamentos y sembrar la división entre nosotros. Son partidarios de una forma de hacer política que saca a relucir los problemas, en lugar de resolverlos. Debemos plantarnos y no ceder a esta situación.

Evidentemente, las palabras importan; estoy de acuerdo. Para algunos, el estilo de vida europeo es un término capcioso y con significación política, pero no podemos ni debemos dejar que nos quiten nuestro lenguaje: es parte integral de quienes somos.

Otras partes del mundo tienen su propio estilo de vida, que difiere del nuestro. Todos tenemos nuestras tradiciones, nuestro conjunto de valores y nuestra forma de actuar. Con todo y con eso, siempre elegiré el European way of life y nuestra Unión de solidaridad, tolerancia e integridad.

El estilo de vida europeo conlleva escuchar y conversar los unos con los otros para encontrar soluciones en pos del bien común. Esto es lo que quiero que hagamos juntos.



La Victoria de Samotracia, Museo del Louvre, París


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[SONRÍA, POR FAVOR] Al menos hoy lunes, 30 de septiembre





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...



















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domingo, 29 de septiembre de 2019

[ESPECIAL DOMINGO] Thomas Piketty, contra la propiedad privada



El economista francés Thomas Piketty (Joel Saget, APF)


El periodista Marc Bassets, corresponsal del diario El País en París, escribe sobre el último libro publicado por el economista francés, Thomas Pikettu, gran teórico de la desigualdad, titulado "Capital e ideología", un monumental ensayo que propone la circulación de bienes para superar el capitalismo. 

No es la lucha de clases, comienza diciendo Bassets, ni la mano invisible del mercado, ni menos aún la historia de los grandes líderes y batallas lo que mueve el mundo, sino las ideas, según el economista francés Thomas Piketty. Y el aleph que a casi todo da sentido, la llave de la evolución de las sociedades es la propiedad privada. Quién posee qué y en nombre de qué.

Las desigualdades crecientes de ingresos y patrimonio, que Piketty diseccionó en una obra anterior, el superventas El capital en el siglo XXI (Fondo de Cultura Económica, 2014), son producto de una ideología. Cada momento tiene su justificación, un argumento que lo sostiene, y transformar el mundo obliga a cambiar de ideas. “Dar un sentido a las desigualdades, y justificar la posición de los ganadores, es una cuestión de importancia vital. La desigualdad es ante todo ideológica”, escribe en Capital e ideología, recién publicado en Francia y que lanzará Deusto en castellano.

El nuevo libro es ambicioso. Empezando por las dimensiones: 1.200 páginas. Abarca siglos, desde la Edad Media hasta hoy. Se extiende por cuatro continentes. Desborda las disciplinas académicas: de la economía a la historia, de la ciencia política a la teoría de la justicia y a la literatura. Las novelas de Jane Austen, Balzac o Carlos Fuentes ofrecen tanta o más información que una batería de gráficos y tablas, unas 170, sobre la historia de la propiedad privada y su efecto en las desigualdades.

“Hoy afrontamos una lógica de acumulación sin límite y de sacralización del derecho del propietario”, dijo esta semana Piketty en un encuentro con corresponsales en la Paris School of Economics, donde codirige el Laboratorio Mundial de la Desigualdad. “Y olvidamos que los grandes éxitos del siglo XX en la reducción de las desigualdades, pero también en el crecimiento económico, se obtuvieron reequilibrando los derechos del propietario con los del asalariado, el consumidor. Se hizo circular la propiedad”.

Capital e ideología contiene tres libros en uno. El primero y más extenso —las 800 primeras páginas— es una historia detallada de lo que el autor llama los “regímenes desigualitarios” o “de desigualdad”. Comienza por el Antiguo Régimen y la desigualdad “trifuncional” de las sociedades divididas en el clero, la nobleza y el tercer estado. Si aquel sistema perduró durante siglos, fue porque una ideología lo sostenía, disfrutaba de una legitimidad: se justificaba por la necesidad de seguridad, que debía garantizar la casta guerrera, y de sentido, del que se encargaba la casta sacerdotal.

De la ideología “trifuncional”, Piketty pasa a la “sociedad de propietarios”. La Revolución Francesa de 1789 abolió los privilegios, pero no la propiedad privada, que podía incluir a los esclavos. Entre 1800 y 1914 las desigualdades se disparan y superan los niveles del Antiguo Régimen. “El argumento de la época era que, si se cuestiona el derecho de propiedad, adquirido en un marco legal, nunca sabremos dónde parar, y el caos se impondrá”, explica Piketty.

El periodo de entreguerras en el siglo XX es una transición entre el “propietarismo” desigualitario y no regulado del siglo XIX y la era socialdemócrata de la posguerra mundial. Estados Unidos y Europa adoptan entonces la fiscalidad progresiva con tipos impositivos que superaron el 80%, sistemas de protección social avanzados y el acceso a la educación. Deja paso a partir de los ochenta, con la revolución reaganiana y la caída del bloque soviético, a lo que Piketty denomina el “hipercapitalismo”. La ideología desigualitaria, lo que en este periodo, que es el nuestro, legitima el statu quo, sería la meritocracia, “la necesidad de justificar las diferencias sociales apelando a capacidades individuales”.

Aquí termina el primero de los tres libros. El segundo, que ocupa las 300 páginas siguientes, es un estudio sobre la evolución del sistema de partidos en Europa y Estados Unidos. En unos años los socialdemócratas han pasado de ser el partido de la clase trabajadora al de la élite con diplomas universitarios y han abrazado las ideologías de la desigualdad. Son los cómplices necesarios del “hipercapitalismo”, según Piketty, que acuña el término de “izquierda brahmán” (por el nombre de la casta sacerdotal hindú). Esta domina la élite política junto a la “derecha mercader” (las élites económicas y empresariales). Es un eco de la sociedad “trifuncional” del Antiguo Régimen que deja a las clases populares en la intemperie política y a la merced de los mensajes nacionalistas y racistas.

El tercer y último libro dentro de Capital e ideología es el más breve, menos de cien páginas, pero el más debatido en Francia. En este capítulo, Piketty lanza su programa de “socialismo participativo” para “superar el capitalismo y la propiedad privada”. El objetivo es convertir la propiedad en “temporal” y “organizar una circulación permanente de los bienes y la fortuna”. Defiende una integración federal de la Unión Europea. Y aboga por un impuesto sobre el patrimonio con un tipo máximo del 90% para los supermillonarios, por una cogestión de las empresas, en las que los trabajadores compartan el poder, y por una especie de herencia para toda persona de 25 años de 120.000 euros.

“El hipercapitalismo del siglo XIX, previo a 1914, se estrelló contra la competencia muy fuerte entre países, que eran potencias coloniales. De tanto acumular activos en otras partes del mundo acabaron destruyéndose mutuamente”, concluyó Piketty en la citada conversación. “Hoy no ocurrirá lo mismo. Pero lo que puede ocurrir es que este divorcio con las clases populares conduzca a una explosión de la Unión Europea y a un repliegue en las identidades nacionales”.

El capital en el siglo XXI, publicado en 2013 en francés, vendió más de dos millones de ejemplares y marcó en Europa y Estados Unidos el debate sobre las desigualdades. Thomas Piketty, de 48 años, es el último ejemplar del intelectual totalizador. La novedad es que ahora el intelectual ya no es un filósofo, ni un sociólogo ni un novelista, sino un economista. Y no construye sus propuestas en el aire sino que se apoya en un andamiaje sólido en el que el big data tiene un papel central. El economista Branko Milanovic llama a este método, en un artículo en Le Monde, “turbo-Annales”, en alusión a la llamada escuela de la revista Annales, corriente histórica multidisciplinar y empírica de historiadores fundada a finales de los años veinte.

Piketty no es, como tantos en el paisaje intelectual francés, un declinólogo abonado a la retórica apocalíptica. “Soy fundamentalmente optimista”, declara. Y se refiere a su nuevo libro: “Capital e ideología parte de una constatación: ha habido una mejora prodigiosa de los niveles de educación y de salud. Y termina con otra constatación optimista: hay un aprendizaje de la justicia en la historia. Hay fases de regresión terrible, pero creo en una historia de progreso: no solo técnico, sino humano, por medio de la educación y la sanidad, y con una organización social que sea más igualitaria en el sentido de que permita acceder a la educación, a la cultura, a la riqueza”. Si un rasgo de la izquierda fue la fe en el progreso humano, Piketty la conserva.



Bosque de laurisilva en La Gomera (Islas Canarias)



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[TRIBUNA DE PRENSA] Lo mejor de la semana. Septiembre, 2019 (V)





Les dejo los artículos de opinión de la  prensa diaria que durante toda la semana he ido subiendo al blog en la columna 'Tribuna de prensa'. Dicen que elegir es descartar, así que asumo la responsabilidad de su elección. Como dijo Hannah Arendt, espero que les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. Se los recomiendo encarecidamente.

DOMINGO, 22 DE SEPTIEMBRE
La amenaza del día de la marmota, por Màrius Carol
Sánchez, la frontera de la comedia, por Fernando Ónega
Los abortos de la nostalgia, por Jorge Bustos
Geografía, por Julio Llamazares
Hipatias, por Fernando Savater

LUNES, 23 SEPTIEMBRE
Palabras y delitos, por Philippe Sands
Perro ladrador, por Lluís Bassets
Cuatro años perdidos, por Máriam Martínez-Bascuñán
Una postal de otoño, por Eduardo Madina
Algoritmos para vigilarnos, por Milagros Pérez Oliva

MARTES, 24 DE SEPTIEMBRE
¿Qué fue de la regeneración?, por Jorge Galindo
Se ha ido la luz, por Antoni Puigverd
Presunción de profesionalidad, por Amaya Iríbar
Mediocracia, por Rafael  Moyano
Los titanes hicieron historia, por Joaquín Estefanía

MIÉRCOLES, 25 DE SEPTIEMBRE
Pornografía: nada nuevo bajo el sol, por Daniel Gascón
Política como tecnología, por Manuel Villoria
Independencia del poder judicial, por Ignacio Gomá
Bella ciao, por Pedro Simón
La erosión de la esperanza, por José María Guelbenzu

JUEVES, 26 DE SEPTIEMBRE
Aladino negro, Aladino azul, por Arcadi Espada
Muerte a los árabes, por Edurne Portela
Ventas, por Félix de Azúa
Asesores en serie, por Víctor Lapuente
Unamuno somos todos, por Francisco Castro

VIERNES, 27 DE SEPTIEMBRE
No hay sitio para el acuerdo, por Juan José Solozábal
Anacronismos españoles, por Pepa Bueno
El retrato de Dorian Errejón, por Laureano López
Ecología, nueva religión, por Iñaki Gil
Dios es sólo una idea, por Reza Aslan

SÁBADO, 28 DE SEPTIEMBRE
Las elecciones partido a partido: Ciudadanos, por Xosé Luís Barreiro
Cíclopes para la ciencia, por Montero González
El pecado de la carne, por Emilia Landaluce
Supremacía cuántica, por Javier Sampedro
Democracia a medida, por Argelia Queralt

Desde los enlaces de más abajo puede acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España, Europa y el mundo, actualizados permanentemente:
NRC 
Time 
Life 

Y como siempre, para terminar, las mejores fotos de la semana de los corresponsales en todo el mundo del diario El País. 



No cesan los disturbios ciudadanos en Hong Kong




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