domingo, 6 de julio de 2014

Filadelfía (Pensilvania), hace 238 años.




"Independance Hall" (Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos de América)



"Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro, y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual al que las leyes de la naturaleza y del Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la Humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.

Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad. Que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres, los gobiernos derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla, o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, evidencia el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y proveer de nuevas salvaguardas para su futura seguridad y su felicidad.

Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; y tal es ahora la necesidad que las compele a alterar su antiguo sistema. La historia del presente Rey de la Gran-Bretaña, es una historia de repetidas injurias y usurpaciones, cuyo objeto principal es y ha sido el establecimiento de una absoluta tiranía sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial.

Ha rehusado asentir a las leyes más convenientes y necesarias al bien público de estas colonias, prohibiendo a sus gobernadores sancionar aun aquellas que eran de inmediata y urgente necesidad a menos que se suspendiese su ejecución hasta obtener su consentimiento, y estando así suspensas las ha desatendido enteramente.

Ha reprobado las providencias dictadas para la repartición de distritos de los pueblos, exigiendo violentamente que estos renunciasen el derecho de representación en sus legislaturas, derecho inestimable para ellos, y formidable sólo para los tiranos.

Ha convocado cuerpos legislativos fuera de los lugares acostumbrados, y en sitos distantes del depósito de sus registros públicos con el único fin de molestarlos hasta obligarlos a convenir con sus medidas, y cuando estas violencias no han tenido el efecto que se esperaba, se han disuelto las salas de representantes por oponerse firme y valerosamente a las invocaciones proyectadas contra los derechos del pueblo, rehusando por largo tiempo después de desolación semejante a que se eligiesen otros, por lo que los poderes legislativos, incapaces de aniquilación, han recaído sobre el pueblo para su ejercicio, quedando el estado, entre tanto, expuesto a todo el peligro de una invasión exterior y de convulsiones internas.

Se ha esforzado en estorbar los progresos de la población en estos estados, obstruyendo a este fin las leyes para la naturalización de los extranjeros, rehusando sancionar otras para promover su establecimiento en ellos, y prohibiéndoles adquirir nuevas propiedades en estos países.

En el orden judicial, ha obstruido la administración de justicia, oponiéndose a las leyes necesarias para consolidar la autoridad de los tribunales, creando jueces que dependen solamente de su voluntad, por recibir de él el nombramiento de sus empleos y pagamento de sus sueldos, y mandando un enjambre de oficiales para oprimir a nuestro pueblo y empobrecerlo con sus estafas y rapiñas.

Ha atentado a la libertad civil de los ciudadanos, manteniendo en tiempo de paz entre nosotros tropas armadas, sin el consentimiento de nuestra legislatura: procurando hacer al militar independiente y superior al poder civil: combinando con nuestros vecinos, con plan despótico para sujetarnos a una jurisdicción extraña a nuestras leyes y no reconocida por nuestra constitución: destruyendo nuestro tráfico en todas las partes del mundo y poniendo contribuciones sin nuestro consentimiento: privándonos en muchos casos de las defensas que proporciona el juicio por jurados: transportándonos mas allá de los mares para ser juzgados por delitos supuestos: aboliendo el libre sistema de la ley inglesa en una provincia confinante: alterando fundamentalmente las formas de nuestros gobiernos y nuestras propias legislaturas y declarándose el mismo investido con el poder de dictar leyes para nosotros en todos los casos, cualesquiera que fuesen.

Ha abdicado el derecho que tenía para gobernarnos, declarándonos la guerra y poniéndonos fuera de su protección: haciendo el pillaje en nuestros mares; asolando nuestras costas; quitando la vida a nuestros conciudadanos y poniéndonos a merced de numerosos ejércitos extranjeros para completar la obra de muerte, desolación y tiranía comenzada y continuada con circunstancias de crueldad y perfidia totalmente indignas del jefe de una nación civilizada.

Ha compelido a nuestros conciudadanos hechos prisioneros en alta mar a llevar armas contra su patria, constituyéndose en verdugos de sus hermanos y amigos: excitando insurrecciones domésticas y procurando igualmente irritar contra nosotros a los habitantes de las fronteras, los indios bárbaros y feroces cuyo método conocido de hacer la guerra es la destrucción de todas las edades, sexos y condiciones.

A cada grado de estas opresiones hemos suplicado por la reforma en los términos más humildes; nuestras súplicas han sido contestadas con repetidas injurias. Un príncipe cuyo carácter está marcado por todos los actos que definen a un tirano, no es apto para ser el gobernador de un pueblo libre.

Tampoco hemos faltado a la consideración debida hacia nuestros hermanos los habitantes de la Gran Bretaña; les hemos advertido de tiempo en tiempo del atentado cometido por su legislatura en extender una ilegítima jurisdicción sobre las nuestras. Les hemos recordado las circunstancias de nuestra emigración y establecimiento en estos países; hemos apelado a su natural justicia y magnanimidad, conjurándolos por los vínculos de nuestro origen común a renunciar a esas usurpaciones que inevitablemente acabarían por interrumpir nuestra correspondencia y conexiones. También se han mostrado sordos a la voz de la justicia y consanguinidad. Debemos, por tanto, someternos a la necesidad que anuncia nuestra separación, y tratarlos como al resto del género humano: enemigos en la guerra y amigos en la paz .

Por tanto, Nosotros, los Representantes de los Estados Unidos, reunidos en Congreso General, apelando al Juez supremo del Universo, por la rectitud de nuestras intenciones, y en el nombre y con la autoridad del pueblo de estas colonias, publicamos y declaramos lo presente: que estas colonias son, y por derecho deben ser, estados libres e independientes; que están absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona británica: que toda conexión política entre ellas y el estado de la Gran Bretaña, es y debe ser totalmente disuelta, y que como estados libres e independientes, tienen pleno poder para hacer la guerra, concluir la paz, contraer alianzas, establecer comercio y hacer todos los otros actos que los estados independientes pueden por derecho efectuar. Así que, para sostener esta declaración con una firme confianza en la protección divina, nosotros empeñamos mutuamente nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro sagrado honor.

Firmantes:

* Nueva Hampshire: Josiah Bartlett, William Whipple, Matthew Thornton
* Massachusetts: Samuel Adams, John Adams, John Hancock, Robert Treat Paine, Elbridge Gerry
* Rhode Island: Stephen Hopkins, William Ellery
* Connecticut: Roger Sherman, Samuel Huntington, William Williams, Oliver Wolcott
* Nueva York: William Floyd, Philip Livingston, Francis Lewis, Lewis Morris
* Nueva Jersey: Richard Stockton, John Witherspoon, Francis Hopkinson, John Hart, Abraham Clark
* Pensilvania: Robert Morris, Benjamin Rush, Benjamin Franklin, John Morton, George Clymer, James Smith, George Taylor, James Wilson, George Ross
* Delaware: George Read, Caesar Rodney, Thomas McKean
* Maryland: Samuel Chase, William Paca, Thomas Stone, Charles Carroll of Carrollton
* Virginia: George Wythe, Richard Henry Lee, Thomas Jefferson, Benjamin Harrison, Thomas Nelson, Jr., Francis Lightfoot Lee, Carter Braxton
* Carolina del Norte: William Hooper, Joseph Hewes, John Penn
* Carolina del Sur: Edward Rutledge, Thomas Heyward, Jr., Thomas Lynch, Jr., Arthur Middleton
* Georgia: Button Gwinnett, Lyman Hall, George Walton".

El pasado día 4 de julio hizo 238 años que unos hombres audaces aprobaron y proclamaron en la ciudad de Filadelfia, en la colonia británica de Pensilvania, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. Era la primera vez en la historia moderna que unos hombres que se consideraban libres a sí mismos se declaraban en rebeldía frente a la metrópoli y rompían los lazos políticos que a ella les unían defendiendo su derecho natural a vivir en libertad y bajo las leyes que ellos mismos se dieran.

En su libro "Sobre la revolución" (Alianza, Madrid, 1988), la politóloga Hannah Arendt dice que la Revolución Americana de 1776, en contraposición a la Francesa de 1789, triunfó porque no pretendió en ningún momento cambiar el mundo ni a sus gentes, sino devolver la libertad política de decidir su destino como hombres libres y otorgarse sus propias normas a un pueblo y una sociedad. Nada más que eso, pero nada menos también.

Y si tienen oportunidad de hacerlo no desaprovechen la posibilidad de ver la serie de televisión "John Adams" (2008), que narra los hechos que conmemoramos y la vida adulta del que fuera segundo presidente de los Estados Unidos de América. Protagonizada magistralmente por Paul Giameti y Laura Linney, está dirigida por Tom Hooper y producida, ¡cómo no!, por la cadena HBO. Imprescindible.

Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





Declaración de independencia de los Estados Unidos de América





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Hoy, con José Ángel Valente y el tema de España en la poesía española contemporánea (VIII)




Puente romano sobre el río Miño (Orense)



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy, a José Ángel Valente (1929-2000). Poeta, ensayista y traductor, nace en Orense (Galicia). Estudia Derecho en la Universidad de Santiago de Composteña y Filología Románica en la Complutense de Madrid. Su poesía se enmarca en el esencialismo lírico, muy influenciado por Paul Celan y el misticismo español de Juan de la Cruz y Miguel de Molinos. En 1972 es sometido a un consejo de guerra por presuntas injurias al ejército en uno de sus cuentos más famosos. Murió en Ginebra (Suiza). Les dejo con su poema "Patria cuyo nombre no sé".



Yo no sé si te miro
con amor o con odio
ni si eres más que tierra
para mí.
Pero contigo solo,
a muerte, debo
levantarme y vivir.
Aquí es tu piel tirante
sobre el mapa del alma,
azotada y cruel;
allí suave,
rota en ríos de lluvia,
inclinada hacia el mar.
Allí paso perdido,
pie puro que anda el sueño;
aquí craneo abrasado
por el peso de Dios.
Estoy así mirándote
con un ojo que apenas 
ha nacido a mirar.
Porque he venido ayer
y no sé aun quién eres,
aunque tal vez no seas
nada más verdadero
que esta ardiente pregunta
que clavo sobre ti.

Vine cuando la sangre
aun estaba en las puertas
y pregunté por qué.
Yo era hijo de ella
y tan solo por esto
capaza de ser en ti.

Vine cuando los muertos
palpitaban aun próximos
al nivel de la vida
y pregunté por qué.
Yacían bajo tierra:
tú eras su verdad.

Caía el sol, caía
inútilmente el pan,
caía entre la noche
y la sombra de nadie
derribaba la fe.
Y sin embargo supe
que tú estabas allí.

Apenas, casi a solas,
entre el aire y la muerte,
un brote nuevo
se atrevía a pujar.

Solo, entre la esperanza
estéril, la esperanza
ganada, las palabras
caídas, las palabras
comi ciegas banderas
levantadas, un brote
se atrevía a pujar.

Oh, cómo en las colinas
sobreviviente el aire
se animaba de él.

Debíais protegerlo.
No lo hicisteis.
Temblad.
Porque debió crecer
para la luz, no para
la sombra, el odio, para
la negación.
La tierra había sido
removida y arada
con la sangre de todos.
Con la sangre. Era
difícil la alegría,
necesitábamos
primero la verdad.

Hemos venido. Estamos
solos. Pregunto,
¿quién tiene tu verdad?

Tú eres esta pregunta.

Oh patria y patria
y patria en pie
de vida, en pie
sobre la mutilada
blancura de la nieve,
¿quién tiene tu verdad?

"Patria cuyo nombre no sé", de José Ángel Valente


Y mañana, con Leopoldo Panero.  Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt


 


El poeta José Ángel Valente




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sábado, 5 de julio de 2014

Mi subida al Roque Nublo, cinco años después



El Roque Nublo entre las nubes



Ayer hizo cinco años que subí por vez primera hasta la base del Roque Nublo. Me había prometido volver a hacerlo, ahora ya con un poco más de preparación, con toda la familia: mi mujer, mis hijas, mis nietos y mis yernos. Tengo la impresión de que es una intención que no va a poder realizarse; por falta de fuerzas y  de  ánimo sobre todo.

Al atardecer de un 29 de marzo, en 1967, y a bordo del Caravelle de Iberia que me traía a isla de Gran Canaria desde Madrid, vi por vez primera el Nublo recortándose en el horizonte, con la majestuosa silueta del Teide, en la isla de Tenerife, al oeste, casi coincidiendo con la puesta del sol. Una imagen muy parecida a la que sirve como foto de portada al blog.

El Roque Nublo es el monumento natural más emblemático de Gran Canaria. Como digo en la presentación del blog, es uno de los mayores roques basálticos del mundo. Situado prácticamente en el centro geográfico de la isla, en una zona muy abrupta de origen volcánico, alcanza una altura de 80 metros desde su base y de 1813 metros sobre el nivel del mar.

Fue lugar mágico, de culto, junto a su vecino el Roque Bentayga, de los aborígenes prehispánicos, y hoy ocupa sin duda alguna el epicentro de los sentimientos más profundos de todos los grancanarios.

Ayer hizo, pues, 47 años, 3 meses y 5 días que lo ví por vez primera a 9000 metros de altura, y cinco años que subí hasta él. No sé porqué no lo hice antes. Quizá porque estaba allí desde hacía unos cuantos millones de años y sabía que no se me iba a escapar. Que siempre iba a estar esperándome.

La visita de hace cinco año, la primera y única, fue bastante impremeditada, pues solo había salido con mi mujer y mi yerno más joven con la intención de dar un paseo en coche por las cumbres centrales de la isla y subir hasta su punto más alto, el Pozo de Las Nieves, a 1949 metros de altitud, justo donde termina la carretera que llega hasta allí. El día estaba espléndido, no como hoy que ha sido lluvioso y fresco, al menos en Las Palmas. Casi de repente, cuando ya bajábamos hacia la costa sur de la isla buscando un restaurante rural donde comer nos encontramos de bruces con el letrero que anunciaba el sendero forestal que lleva hasta la base del Roque Nublble. Y no pudimos si supimos resistir la tentación... De lo impremeditado de la subida daba prueba que ni tan siquiera llevábamos una máquina de foto o un móvil para inmortalizar nuestra hazaña. Los tres íbamos en chanclas y sin una mísera gorra que echarnos a la cabeza. Pero mereció la pena.

De todas maneras no se crean eso que dicen los folletos turísticos de que es una subida de extrema facilidad que se hace en 15 o 20 minutos. ¡Y un huevo!, que decían en mi pueblo. De subida fácil, nada. Y échenle de 45 a 50 minutos de ascenso empinado, aunque practicable, y no recomendable para los que sufran de vértigo, aunque tampoco es preciso ser un senderista profesional para hacerlo. Suban con cuidado y disfruten del paseo: nosotros lo hemos hecho y disfrutado. A pesar de lo que decía al comienzo de la entrada, me gustaría volver a subir con mi familia. Ahora sí, con alevosía y premeditación. Muchas premeditación..., por eso de las fuerzas y que el cuerpo ya no es el mismo. Dejémoslo en un "ya veremos"...


Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Gran Canaria desde el espacio



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El poeta Gabriel Celaya y el tema de España en la poesía española contemporánea (VII)




Fuenterrabía (Guipúzcoa)



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy, a Gabriel Celaya (1911-1991). Nacido en Hernani (Guipúzcoa) estudio en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Federico García Lorca y otros poetas de la época que lo encaminaron a la poesía social o comprometida, como Blas de Otero o Eugenio de Nora. En 1986 obtuvo el Premio Nacional de la Letras Españolas. Murió en Madrid. Les dejo con su poema "España en marcha".



Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a 
sus muertos.

Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos turbia y fresca, un agua que atropella sus
comienzos.

Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aun nunca logró mostrarse puero entero y verdadero.

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somo quines somos golpe a golpe y muerto a 
muerto.

¡A la calle!, que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algi nuevo.

No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

Españoles con futuro, 
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

Vuelvo a decirte quien eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que
empiezo.

No quiero justificarte
como haría un leguleyo.
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.

"España en marcha", de Gabriel Celaya


Y mañana, con José Ángel Valente. Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta Gabriel Celaya



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viernes, 4 de julio de 2014

El poeta Antonio Machado y el tema de España en la poesía española contemporánea (VI)




Marismas del Guadalquivir (Sevilla)



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy, con Antonio Machado (1875-1939). Nacido en Sevilla fue el poeta más joven de la denominada Generación del 98. Evolucionó del simbolismo romántico a la poesía comprometida con el hombre como ser humano universal. Alumno de la Institución Libre de Enseñanza, comom tantos otros poetas, escritores, profesores y artistas de su generación, se posicinó sin ambages del lado republicano durante la guerra civil. Murió en Colliure (Francia), en el exilio, meses antes del final del guerra. Les dejo con su poema "El mañana efímero".



La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y del alma inquieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará una mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero;
a la moda de Francia realista,
un poco al uso de París pagano,
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza, 
vieja y tahur, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar de la cabeza, 
aun tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras; 
florecerán las barbas apostólicas,
y otras barbas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engrendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero,
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la Españadel cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.

"El mañana efímero", de Antonio Machado.


Y mañana, con Gabriel Celaya. Y ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta Antonio Machado




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jueves, 3 de julio de 2014

El poeta Carlos Bousoño y el tema de España en la poesía española contemporánea (V)




Los Picos de Europa (Asturias)



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Carlos Bousoño (1923) nace en Boal (Asturias). Estudia Filosofía y Letras en las universidades de Oviedo y Complutense de Madrid, donde se doctora con una tesis sobre la poesía de Vicente Aleixandre. Imparte Literatura española en numerosas universidades estadounidenses. En 1980 ingresa en la Real Academia Española. Famoso por impartir sus clases sin notas o apunte alguno ha tenido como alumnos suyos a Claudio Rodríguez y Mario Vargas Llosa, entre otros. Les dejo con su poema "Oda a España".



Oh España, tierra eres. Tierra solo,
pero en tu cálida insondable entraña
el sol corre por dentro y te ilumina,
y te arrebata.

El sol te empuja brutalmente.
El enterrado sol que llevas,canta.
Ebria vuelas. Vas ya por las estrellas.
Vas pura, iluminada.

Mas llevas en tu seno
a los solemnes muertos que en ti braman,
que, como yo, con furia
te devoran y abrasan.

Oh España ya por las estrellas,
oh estrella sola y clara:
te quiero con el llanto, España mía:
llanto tú brillador de luces altas.

¿Adónde vas, España grave?
Mis manos te levantan.
¿Adónde vas por el azul espacio?
Altísima navegas solitaria.

Y yo te veo tierra,
tierra solo y herida por el hacha
de Dios, y vas sangrando, y cae
toda tu sangre por mi cara.

Ay, España querida.
Entiérrame en tu sangre roja. Arranca a 
a tu hijo del mundo. Llévame
contigo por la noche negra, España.

Vas alta y dolorosa.
Gimes, deliras, bramas.
Vas firme y pura por el firmamento
a hundirte en Dios como una espada.

"Oda a España", de Carlos Bousuño



Y mañana, Antonio Machado. Sean felices, por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




El poeta Carlos Bousoño



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miércoles, 2 de julio de 2014

El poeta Ángel Crespo y el tema de España en la poesía española contemporánea (IV)




Lagunas de Ruidera (Ciudad Real)


A mi amiga Maribel A.

Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Ángel Crespo (1926-1995), nace en Ciudad Real (Castilla-La Mancha) en el seno de una familia de pequeños terranientes. Durante la guerra civil estudia solo en su casa ayudado por un profesor de francés amigo de su familia que le lleva a entusiasmarse por la mitología clásica. Escribe poesía desde muy joven. Estudia Derecho y llega a ejercer como abogado y crítico de arte. Escribe poesía social, pero rechaza el marxismo del Partido Comunista en el que milita y abandona el partido y España. Da clases como profesor en las universidades de Puerto Rico, Upsala, Leiden y Washington. Regresa a España en 1988 como profesor de la universidad de Barcelona donde muere. Les dejo con su poema "España".



Escribían su nombre en las paredes.

Con un carbón, con una tiza, con un lápiz mordido, con
un pedazo de yeso arrancando de una esquina, con
un clavo negro sacado de una tabla, escribían su
nombre en las paredes.

Les ponían sobre los pies un pie de plomo y otro de
acero, para que no anduviesen, para que no
llegasen, para que no escribiesen su nombre, pero
ellos escribían su nombre en las paredes.

Escribían su nombre en las paredes de las casas vecinales,
lo escribían con letras grandes, como una exclamación
que quisiera despertar a los vecinos, y los
vecinos seguían durmiendo.

Les ataban ambas manos con alambres y con esposas y
con clavos y con cordeles, y con harapos, y les
empujaban para que cayesen.

Pero ellos escribían su nombre en las paredes de los
colegios para que los niños fuesen hombres, y las
niñas también fuesen hombres y hasta los mariquitas
fuesen hombres.

Decidieron borrar aquellas letras y montaban andamios y
escaleras; fueron con helicópteros y con camiones
y con cestos de gomas de borrar y con enormes
botes de pintura y con máquinas pulidoras,pero
aquellas letras no se borraban.

Como ya la creían muerta, nadie más escribió su nombre 
en las paredes.

Para borrarlo, decidieron derribar la ciudad y hacer otra
ciudad con edificios nuevos y decidieron que los
poetas no pudieran andar sus calles deteriorando
las paredes. Grandes caravanas trasladaban máquinas, 
artesas, niños, camas, mujeres, hombres, 
palos, vajillas y cenizas a la nueva ciudad.

Tras el primer crepúsculo, a la primera hora de la noche,
se confundieron todas las bombillas de todos los
anuncios luminosos, se confunfieron todas las
letras de los rótulos de todas las fachadas y escribieron
el mismo nombre, allá en el cielo, donde
no se borra.

"España", de Ángel Crespo



Y mañana, Carlos Bousoño. Sean felices, por favor, y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




El poeta Ángel Crespo




Entrada núm. 2084
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